[#3] Libro con letras doradas

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Al llegar, contemplé la biblioteca.
Un edificio grande, con barrotes de hierro por fuera y un enorme portón que despedía un aire a lamento. Emanaba algo único, no sabría describirlo.

Podría leerse en el letrero de chapa justo fuera:

<<Biblioteca Gilbert's, año 1943>>.

Estacioné la bicicleta afuera y me fijé si el portón estaba cerrado.
Tuve que escalar los mencionados barrotes, porque al ver que si estaba trancado me impulsé trasero arriba.
Había traído lista una linterna en el bolsillo de la chaqueta.

Lo que hacía solo por saber un poco más de aquellos extraños y peculiares simbolos. Aquí, adolescente hallando la biblioteca Gilbert's a mitad de una noche espectral.

Podría figurar en el encabezado de un diario mañanero. No era para tanto, ¿O si?. De igual forma no pensé en nada más cuando mis tenis aterrizaron al otro lado de la verja, ya estaba adentro. Busque por dónde entrar y lo cierto es que no me había detenido a pensar en ESO. Si había sistema de seguridad, perros rabiosos o algún que otro guardia empotrado en la puerta.

Otra cosa que es cierta es que esta biblioteca no es muy famosa por la seguridad específicamente. Así que,poco importa. Miro hacía todos los dados inspeccionando, despejado. Un búho ulula desde la rama de un árbol cercano, el canto provenía al lado del imponente portón.

Me logro meter por una rendija de ventilación, de forma que quedo sorprendido por mis habilidades de infiltración. Lo bueno es que había árboles por dónde observarás y nadie podía descubrirte tan fácil.

Podría escalar uno de ellos y quedarme en la cima, o meterme dentro del agujero de sus troncos.
No sé porque había parado a pensar en eso. Encendí la linterna para alumbrar por dónde pasaba. El conducto era estrecho pero, cabía porque pronto me ví en un tipo de cañería con forma de L. Y en cuanto me fijé hacía arriba, había una rejilla.

Genial, de un momento a otro podría visitarme un amigo roedor. Estaba realmente sucio y lleno de polvo. Mis vaqueros habían barrido todo de este mientras me arrastraba. Al empujar la rejilla está cedió, de forma que acabé saliendo por debajo y casi, de una mesa.

Me golpee la cabeza al incorporarme, y acabé como un trapo de piso al salir. No había nadie, estaba oscuro y si no fuera por mi linterna, me habría chocado con todo. Me dirigí a los estantes que más me llamaron la atención: mitología e historia.

La única palabra que ocupaba mi mente era celta. De modo que está se repetía una y otra vez. Me subí en la escalera corrediza, esa que se ven en las películas y con un movimiento puedes hasta impulsarte sobre el estante de casi 10 metros, con la diferencia que este media solo 3, y medio. Tuve cuidado en no resbalarme y romperme el cubito, buscando el catálogo de la letra C.

Tanteaba cada lomo de libro, miraba con una súbita atención mientras sostenía entre los dientes a mi amiga linterna. Que me estaba siendo de una gran ayuda.

— Gue...rre...mmt—, murmuro al ver especialmente la cubierta de un libro morado—, ¿Mito... gi... cos?.

Pronto me ví negando con la cabeza. <<Este no>>.

— Mmh, ¿Cel...zas?—. murmuré cuando otro título me llamó la atención.

Guardé la linterna en el bolsillo de la chaqueta, a punto estuve de caerme con este movimiento, pero recobré la compostura. Tenía una portada negra y unas bonitas letras doradas en buena caligrafía.

<<La cultura céltica>>.

No podría estar más contento. Me emocioné tanto que casi aterrizó dos metros abajo y me doy el cuello contra la mesa más cercana. El resultado fue haber descendido y en el último instante, unos 5 escalones restantes haberme resbalado de la barandilla y haberme por supuesto, golpeado la espina dorsal contra unos estantes traseros.

— Mierda...—. masculle, y al rato suspiré hojeando la tapa del libro. Me reincorpore con la escalera frente a mis narices.

— ¿Quién anda ahí?.— oí decir a una voz. A juzgar por la agudez diría que, sin errar que era la voz de una mujer, o una chica. Me da un vuelco al corazón seguido de esto y los pelos de la nuca se me erizan, para no decir los pelos de otra cosa.

Acto seguido me desplazó al lado contrario de dónde está la guardia, lo había olvidado o al menos antes decían que no estaban provistos de recursos o vacante de guardia. No me dió tiempo de arreglar el desastre de la escalera salida de sus goznes y salí pitando por dónde entre. Metiéndome como un gusano a una manzana, repté por la rendija de ventilación y salí al exterior. Se respiraba aire fresco y estaba agitado como nunca. El terror de ser atrapado o visto era horrible. No duraría ni 1 día siendo espía, ¡Por un cojón!.

— Lo tengo—.añadí con el libro bajo el brazo montando a mi bicicleta.

Cuando una linterna uno de los árboles, no lo pensé tanto y arranqué a pedalear. Sostenía el libro con la derecha, no dejé de ojearlo durante todo el camino. Unos 10 minutos de casa, como mínimo. Al llegar, usé la bicicleta bien puesta contra el muro de abajo y me aseguré de que podría escalar hasta la ventana de mi habitación. Fue un éxito aunque casi me caigo por segunda vez en el día.
Intenté hacer lo menos ruido posible y me abalancé usando el tejado.

Una vez adentro, respiré ondo y me senté en el mullido escritorio.
Apoyando el libro en la mesa, me deshice de mis tenis mientras lo abría, para pasar con atención las primeras 4 páginas. No sé muy bien porque hice esto, según yo eran la introducción. Para mi suerte me había topado con el catálogo.

Prefacio ......................... 1
Armamento ......................... 2, 3, 4, 5
Vestuario ......................... 6, 7 ,8 ,9
Caza ......................... 10, 11, 12
Itinerario ......................... 13, 14, 15
Cultura ......................... 16, 17, 18, 19, 20

Al terminar de leerlo quedé obviamente confundido, porque según yo el libro otra vez, tenía más de 20 páginas. ¿Tendría al menos unas 300?.

Lo abrí en la última, la 20 y en el lado derecho que seguiría a la 21 estaba todo oscuro. Sin una sola palabra. Las que restaban estaban igual. Traté de ver si estaban pegadas, pero eran asi.
El sueño me estaba empezando a abrumar, se reflejaba en mis constantes bostezos, que eran de la magnitud de los de un ogro. Caminé hasta la cama y me tiré, sobre las sábanas.

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