Capítulo 02

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—Encárgate, Lucas, no puedo hacerlo. No puedo hacerlo ahora.
Lucas frunció el ceño, la respiración frenética al otro lado de la línea lo hizo pensar que el corazón de Nathan podría detenerse en cualquier segundo y explotar. Alarmado por las consecuencias, y aún bajo el shock inicial, luego de lo que el doctor había dicho, no tenía idea de cómo proceder. Su mejor amiga acababa de morir. Y aún le quedaba darle la noticia a Brooke, quien, por si fuera poco, seguía en la sala de cirugías...
Nada estaba bien.

—Nate...Hombre, no puedes ser injusto ahora. Se trata de tú hija. Es lo que Hales—su voz se quebró un segundo.

Demasiado pronto. Dolía pronunciar su nombre y tan solo habían pasado unos minutos como para asimilar que era real. Tragó pesado antes de continuar, se sentía como bilis en su garganta—. Es lo que Hales habría querido, Nathan. 

—Ya te dije que no puedo hacerlo. Ella debería estar aquí, ella sabría que hacer, yo...La necesita a ella, pero ya no está, Luke. Se ha ido.

—Sé que es duro, pero...

—Te estoy pidiendo un favor. ¡Soy tu maldito hermano, ella era tu mejor amiga! Compénsala por los días que no estuviste cerca y vé. ¡Solo ve! ¡¿De acuerdo?! Ve...

Lucas sintió que no tuvo más opción que asentir. Para entonces, Nathan ya había colgado, cerrando las puertas a cualquier otra opción que lo implicara en el momento.
Y debería entenderlo. Se suponía que el nacimiento de un hijo que esperas era el momento más feliz en la vida de una persona, y, en cambio, para Nathan se había convertido en una pesadilla. Comparado a su situación... Brooke todavía seguía dando pelea allí adentro, y por un instante, a pesar del dolor que sentía en el pecho y las lágrimas picándole los ojos, se sintió afortunado de tenerla.
Haley siempre sería esa constante inconclusa. Las cosas entre ellos no estaban mal, pero no era como si estuvieran del todo bien. Hablaban casi a diario, todavía se preocupaban el uno por el otro; sin embargo su descontento por lo que sucedió con Brooke era notorio, sus reproches eran cansinos, le habia ocultado dónde habia estado Brooke todo ese tiempo...y por si fuera poco, no le habia hablado de las complicaciones de su embarazo.
Aunque,¿Qué derecho tenía él de saber? Si alguien debía enterarse antes, esa persona era Nathan. Estaba seguro de que le habría dolido al principio, pero... Él elegiría a Haley. Él lo haría...
Apenas una hora más tarde estaba fuera de la sala de recién nacidos; frente a él descansaban Lilian y Lorraine Scott, juntas la una con la otra.
No había tenido noticias de Nathan desde entonces, y no había llamado a su madre o Deb, o a los padres de Haley porque no estaba preparado aún para enfrentarlos y dar esa noticia.
Prefirió quedarse ahí. Una sensación de paz lo abordó al verlas dormir que luego fue cubierta con nostalgia. Su corazón no había dejado de estrujarse de dolor todo ese día fatídico y, aún así, algo hermoso había crecido de ello. Ellas eran absolutamente perfectas. 

—¿Desea cargarlas?
La voz de la enfermera lo sacó de su estupor. La mujer le dirigía ese tipo de sonrisa amable y comprensiva, casi rozando la lástima. Quizá ella vio en sus ojos el miedo inicial. Él solo era un adolescente y ya había padecido lo suficiente hasta el momento. Casi fue en contra de su propia voluntad que la siguió a la sala, estaba repleta de cunetas. En medio de todas esas, estaban Lilian y Lorraine.
Por instinto, Lucas se inclinó sobre la cubeta y extendió sus manos hacia su hija. Sintió como todo sucedía en cámara lenta, casi dudando, sus manos temblando; pero ansiosas por conocerla. Y, cuando la tuvo, cuando Lorraine se acomodó perfectamente entre sus brazos inexpertos y sus pequeñas manos se aferraron a él, comprendió...
La razón por la cuál Haley tomó esa decisión. Haley necesitaba, ella quería que Nathan experimentara la sensación de ver al amor de su vida por primera vez, y al mismo tiempo, todavía tener algo de ella.
Era surreal. En tan solo un segundo, un ser que no llevaba en la tierra lo suficiente y al que no conocía en absoluto, había robado su corazón de la manera más dulce que pudiera existir y lo habia desarmado, volviéndolo devoto.
Él suspiró y luego, obviando todo lo demás, soltó un sollozo ahogado, sus ojos se nublaron en lágrimas. Era perfectamente hermosa. 

—Bienvenida, cariño. Creo que no lo sabía, pero te he estado esperando toda mi vida.
En ese momento, Lilian despertó. 

Lucas miró a la enfermera y le pidió que lo acompañara hasta la habitación de Brooke donde estaba guardando reposo.

Con ambas niñas en brazos, se sentó en el sofá junto a la camilla. Brooke lucía algo más pálida y claramente exhausta. No pudo evitar sentir la punzada de culpa al verla así, después de todo, producto de su discusión fue que el parto de adelantara y no había sido cosa fácil. 

Todavía seguía enfadado, eso era algo que no podía evitar. Sentía que ella lo quería alejar de la vida de Lorraine. Ahora más que nunca quería participar de ello, Brooke no podía solo irse. Si lo hacía, al menos necesitaban un acuerdo justo.
Otro lado de él aún se preocupaba por ella. En realidad, ese lado nunca dejaría de preocuparse por Brooke, el amor no se había ido, simplemente ya no estaba enamorado. Realmente, ¿Alguna vez lo estuvo? Asumir que podía no ser así, lo hacía verse como un bastardo. Le había hecho daño. De alguna manera ella siempre sería importante en su vida, y ahora que le había dado a Lorraine, no podía estar más que agradecido. Desde como la había tratado la primera vez, hasta su convivencia caótica, Brooke fue bastante tolerante y piadosa para no tomar una decisión por impulso. 

—¿Lucas? ¿Qué...?

Su voz ronca y apagada denotaban su cansancio, entre abrió los ojos y se encontró con la expresión indescifrable de Lucas. Le dolía todo el cuerpo, incluso sentía el dolor más allá de los huesos...le dolía el alma. Era algo extraño, pesado, la aturdía y le preovocaba unas irremediables ganas de soltarse a llorar. Pero él estaba allí cargando a dos bebés consigo. Sabía que una de ellas era su hija, la otra solo podía ser...

—Descansa, solo estábamos aquí por si se te ofrecía algo luego—su mirada firme y limpia, honesta, amable...la hizo pensar en el viejo él por un instante—. Hiciste un gran trabajo, Brooke.— un intento de sonrisa apareció en las comisuras de sus labios. 

—Creo que ya he descansado lo suficiente, ¿Dónde está Lorraine? 

Ella se reclinó contra el espaldar de la camilla y Lucas se puso de pie con cuidado, llevándole a ambas bebés cerca de su regazo.

—Es ella. Es...

—Preciosa.—sonrió. Su rostro se iluminó una vez que la sostuvo delicadamente entre sus brazos.

—Lo es. Es igual a tí—miró a Brooke con cierto orgullo—, tiene esa expresión de querer arrasar con todo a su paso. Es sorprendente. Y es tan pequeña que cuesta creerlo. Su cabeza mide menos que la palma de mi mano.

Brooke se fascinó con el rostro sereno de Lorraine, sus pequeños ojos apenas se podían distinguir; pero parecía estar tomando notas mentales de todo aquello que captaba con ellos. De pronto, Brooke se fijó en la otra pequeña entre los brazos de Lucas, se removía inquieta y casi parecía estar reclamando algo de atención. 

—Lucas, estoy muy segura de que solo tuve un bebé.— exigió sutilmente una explicación.
Lucas pasó de sonreír a, radicalmente, parecer abatido. Tan azotado y triste que Brooke sintió náuseas una vez más. Eso no auguraba nada bueno, y en el fondo quería mantener la esperanza de que había llevado a esa bebé hasta ahí solo porque Haley estaba en reposo y Nathan estaba cuidando de ella. Esa idea la hacía sentir mejor, esa idea la hacía sentir que todo estaba bajo control.
Pero no era así...pronto Lilian comenzó a llorar. Cuando Lucas no dijo nada, Brooke le pidió que cargara a Lorraine. 

—¡Dámela!—él parecía aturdido, parpadeando de la bebé en sus brazos y hacia Brooke—. ¡Lucas, dame a Lily! 

Cuando él pareció reaccionar, se preguntó cómo lo sabría. Negó casi al instante. Era obvio, ¿Por qué tendría que llevar a otra bebé consigo? En realidad, no tendría, Brooke solo suponía por qué lo hacía y eso lo hizo caer en cuenta de que ella también se imaginaba lo peor. Podía verlo en su rostro.
Ella colocó por instinto a Lily contra su pecho, dándole suaves palmadas en la espalda, casi como una caricia para intentar calmarla...
La escuchaba susurrarle, le decía "calma, estoy aquí". Y luego le daba esa mirada cargada de profunda ternura, tratando de proporcionarle paz. Por un momento, Lucas pensó en Karen; su madre siempre llevaba los nervios a flor de piel, Pero siempre le daba esa seguridad.
Lily se calmó. Estaba encogida contra su pecho, todavía balbuceando, buscando algo de calor mientras Brooke la mecía hasta que se quedara quieta. La conexión fue casi inmediata, Lucas estaba asombrado, si era algo de instinto maternal o no...no lo sabía. La cosa era que, si en algún momento Brooke pensó que no tenía un solo hueso maternal en su cuerpo, esa era la prueba de que estaba equivocada. Tanto Lorraine como Lilian la aceptaron sin chistar una sola vez. 

—Dime que pasó. Solo dime.— ella susurró. 

—Ella murió, Brooke. 

Cerró los ojos con fuerza, las palabras de Lucas golpeándola tantas veces que se sentía al borde de un desmayo. Negó tanto como le fue posible, como si con eso tratara de revertir lo sucedido.
Sabía que era imposible, en su interior lo sabía. Quería tener esperanza, excepto que Haley le dió a entender que no había forma. Haley la preparó para ese momento de un modo tan apresurado que, al llegar, no quedó otra alternativa que aceptar. Le hizo una promesa. ¿Y que pasaba con todos ellos? ¿Simplemente quedaban con los corazones destrozados y ya?

—¿Nathan? 

El control que mantuvo Brooke sorprendió a Lucas por un segundo, la conocía lo suficiente para saber que estaba levantando un muro de hierro a su alrededor para evitar sus emociones tanto como podía, cuando incluso él quería echarse a llorar. 

—No lo sé. Solo se fue. Me dijo que cuidara de Lilian. 

Nathan. Lo primero que le vino a Brooke a la mente de Brooke fue Nathan, y no porque entre las últimas promesas a Haley se encontrara él. Necesitaba saber cómo estaba Nathan, su amigo. No Nathan el esposo de su mejor amiga. Había perdido, posiblemente, lo que más amaba en el mundo...estaba destrozado y no tenía que verlo o preguntárselo para saberlo.
Asintió lentamente. Él necesitaba tiempo y espacio. 

—Él volverá, Luke. Cuando esté listo... él...él volverá.—la voz se le quebró apenas, justo en ese instante. Y, cuando alzó sus ojos hacia él, vio a un Lucas desconsolado. 

Hasta el momento ella solo se había mantenido concentrada en la pequeña Lily. Necesitaba algo nuevo en que centrar sus pensamientos. Solo fue hasta que las lágrimas bañaron el rostro de Lucas Scott, que se permitió liberar el llanto que no había soltado hacía horas, desde que Haley platicó con ella esa última vez. 

Solo por ahora, ambos podían dejar las rencillas. Necesitaban un consuelo antes de afrontar lo que se avecinaba. 

Lucas se acercó hacia ella, con Lorraine entre sus brazos y la rodeó por los hombros, beso su frente con fuerza, como si no quisiera que se fuera nunca. Eso, para Brooke, fue todavía más doloroso. Pero él no lo sabría. No lo sabría nunca. 

La peor parte de haber amado a Lucas Scott y que todo haya terminado en desastre, es que no importaba cuántas fueran las veces que ella dijera que no lo quería más, ella lo querría siempre. Siempre estaría para él. Aún si fuera el peor de los hombres. 

—La extrañaré tanto, Brooke. 

—Y yo...¿Sabes? Antes de...Antes de que Haley entrara al quirófano, me dijo que habían decidido colocarle Brooke como segundo nombre a Lily. Eso me pareció genial, ¿No crees? Nadie nunca me había demostrado tanto aprecio, excepto ella. Nadie...Siempre ha Sido tan malditamente cursi. Daría lo que fuera por oírla ahora mismo decir que todo fue una broma—sollozó—. Y aunque sé que eso no pasará, prefiero cerrar los ojos e imaginar que es así. Fue la única que estuvo cuando más necesité de alguien. Supongo que no tengo como pagar eso. 

—Ella te admiraba, Brooke. 

—No. Yo la admiraba a ella. Antes yo solía ser la jodida Brooke Davis, sola estaba perfectamente bien. Tenía que llegar una tutora mojigata sin ningún gusto por la moda que llevaba sus emociones expuestas como en una revista de seventeen para darme cuenta de que no debía así. De que no estaba sola. De que estaba bien necesitar de alguien a veces. Alguien diferente, alguien que te haga creer en tí mismo y te haga querer ser una mejor persona. Haley era eso. Ella era una gran persona.

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