Capítulo 23

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Flashback

Cage, se infiltró por la ventana en medio de la noche. Lexa se acercó a la puertecita. Como la vez anterior cargaba con una mochilita negra. Y es que, si no fuera por Cage, la pequeña ojiverde ya se hubiera desfallecido. Pero como bien ya había prometido el chico, la cuidaba. Le llevaba agua, comida y cuando le comunico que no se encontraba bien, también medicamentos, analgésicos para la fiebre y antibióticos para la infección. Por lo menos le llegaba a aliviar un poco su mal estar. Desde lo ocurrido en el baño, el chico apenas la miraba de pura vergüenza. Lexa no entendía mucho lo pasado, pero después de cómo se comportaba su amigo, supo con certeza, que era vergonzoso. Un niño malo, como dijo Emerson y que ella sería como Cage, igual de mala. ¿Acabaría sintiendo esa misma vergüenza?:

— Lexa, sé que me dices constantemente que no lo haga— dijo Cage mirando al suelo— pero, de verdad perdóname.

— Cage— dijo Lexa mientras hincaba el diente al mendrugo de pan— cerré los ojos y me tapé los oídos. Tú me cuidas, no creo que seas un niño malo como dice Emerson.

Cage cerró fuertemente los ojos y negó con la cabeza enérgicamente:

— sí lo soy Lexa, todos acabamos siendo niños malos, sucios, mugrosos, llenos de pecado

— Él te obligó, tú no tienes la culpa

— Dice que, aunque no me obligue acabaría haciéndolo igual— se sentó enfrente de la jaula— Lexa eso no es lo peor de todo. Créeme, antes prefiero la furia y latigazos de Pike— rodeo sus piernas con los brazos y escondió su rostro— me gustaría escapar Lexa, irme lejos y convertirme en astronauta. ¿Cómo es la vida fuera de estos muros? ¿La gente es igual de mala?

Lexa extendió el brazo:

— Cage— el chico curvó un poco la comisura de sus labios y le agarró la manita— No sé cómo lo haremos, pero escaparemos, en el mundo sí que existe gente buena. ¿Por qué quieres ser astronauta?

— Justamente para eso. Para escapar de la gente.

— Pues nos haremos niños astronautas.

— Me lo prometes Lexa, ¿que siempre estaremos juntos?

— Siempre, Cage.

Fin del Flashback

Parece ser que Lexa no quería conducir y pidió un taxi. No era la primera vez que estaba en chicago, ya le toco ir a una librería para hacer firma de libros. Aprovechando aquel viaje dio un paseo por la ciudad. Cualquiera estaría contento de ir a ver el musical o después dar un paseo. La rubia estaba contenta porque iba hacer esas cosas en compañía de Lexa Woods. Que no tardó en volver a comportarse como una niña infantil.

Estaban en uno de los balcones, en un principio Lexa se comportaba viendo el musical. Empezó a moverse inquieta cuando comenzó el drama y el romanticismo. Comenzó tamborileando los dedos en su pierna, luego a moverla nerviosamente. Clarke ya vio ese movimiento aunque no recordaba donde, lo siguiente que hizo fue echar la cabeza hacia atrás y suspirar. Por último cerró los ojos y comenzó a fingir que roncaba:

— Pero— la miró irritada Clarke— ¿quieres parar de una vez?

— Es que— dijo Lexa poniendo una mueca— es un coñazo, si al menos hubiera una escena de sexo o yo que se una escena gore llamaría mi atención.

— Sexo y violencia. ¿Siempre piensas en lo mismo? Eres peor que un tío

— Se me hace más divertida la idea de habernos quedado en el hotel.

Clarke suspiró sonoramente de los nervios:

— ¿Por qué has accedido a ver el musical?

— Porque tu querías venir a verlo.

Respondió mientras se encogía de hombros y se removía en el asiento, cansada de estar en la misma postura:

— Si te digo tírate por un puente ¿también lo harías?

— Si es para hacer puentin— rompió a reír— pero si es para deshacerte de mí, lo siento guapa pero no lo tendrías tan fácil.

Clarke sonrió bobalicona. Lexa había hecho todo lo imposible para apartarse e incluso para que la odiara y obligarla a alejarse. Pero esa noche había dicho todo lo contrario. No se desharía tan fácilmente de ella. Eso le encantaba. No pudo resistirse más se inclinó y la besó. Esos labios, se conocían muy bien el idioma de la pasión, de la excitación y la humedad. Así describiría Clarke los besos de Lexa. Eran pura electricidad que viajaba desde su boca por todo el cuerpo. Y cuando puso su mano en la mejilla que fue deslizándose hasta la nuca para atraerla e intensificar sus besos. Invadiendo esa lengua que parecía usar tan bien siempre y cuando no decía vulgaridades, aunque la rubia lo negaba, en el fondo aquello le excitaba, que acercara sus labios a su oído y con su voz erótica la susurrase toda clase de guarradas. Recordar todo aquello hizo que se excitara aún más. Terminando por gemir en la boca de Lexa. Todo un error, pues ésta abrió los ojos, oscurecidos, dilatados muertos de hambre. Y a pesar de que Clarke no se podía ver en ningún espejo, ella también estaba igual. Bueno no se podría ver en ningún lado pero si sentirlo en su cuerpo y en su sexo. La morena, se acercó al oído de Clarke y dio comienzo a su perdición:

— ¿Alguna vez has practicado el voyerismo?

— No— dijo Clarke con un hilo de voz— ¿Qué significa?

Lexa sonrió atrevida e incluso con cierta malicia. Siguió susurrándole, a la vez que acariciaba con la yema de los dedos su muslo:

— ¿Te excita decirme guarradas en el oído?— besó debajo de su oreja, para emitir un gruñido— porque a mí me pone que me las digas.

— ¿quieres que te digas guarradas en el oído ahora?

Preguntó sorprendida. Al estar en un balcón tenían privacidad, pero no dejaba de ser un sitio público. Lexa rio para sus adentros. Apoyó la espalda en el respaldo y se abrió un poco de piernas:

— Se mira, pero no se toca

Le dijo a Clarke. Los ojos de Lexa recorrieron el cuerpo de la rubia, poco a poco fue acariciándose por todo el cuerpo a la vez que su respiración aumentaba el ritmo. Se mordió el labio inferior cuando quedó fija en el escote de la rubia. Clarke tragó saliva. Mirar como Lexa se acariciaba, caricias que profundizaba cada vez más, sus pechos, se los comenzó a masajear por encima de la ropa. Emitiendo un suspiro más sonoro, se desabrochó dos botones de su blusa blanca y se introdujo su mano, se bajó un poco el sujetador, solo para que Clarke viera lo erectos que tenía sus pezones:

— Por favor Lexa— los ojos de la rubia estaban dilatados, se aferraba en el reposabrazos de la silla, para evitar lanzarse sobre la morena. Se relamió los labios, mirando como a través de su blusa se notaba lo duros que tenía sus pezones— deja de hacer eso.

— ¿Te pone cachonda?— decía mientras seguía acariciándose— ¿Te gustaría que mis manos fueran las tuyas?.

Echó la cabeza hacia atrás, ahogando sus propios gemidos:

— Si— dijo con voz entrecortada— me está excitando mucho.

— Pues disfruta el espectáculo cariño.

Bajo sus manos al botón de su pantalón y lo desabrochó. Lo normal sería que gimiera Lexa, pues con ese gesto hizo que Clarke esbozara el leve jadeo:

— Oh, sí Clarke— dijo Lexa introduciéndose la mano dentro del pantalón y acariciándose el clítoris, hinchado por la excitación— acércate y vuélveme a gemirme así al oído. Dime guarradas y todo lo que te gustaría que te haga.

Clarke se acercó sin dejar de mirar su entrepierna se veía el movimiento debajo de su tela. Como se acariciaba tan suavemente. Lexa suspiraba, mordiéndose el labio para no gemir más alto de lo debido:

— Joder Lexa, me está costando contenerme, imaginarme como tu mano está sintiendo tu humedad, se me hace la boca agua.

— ¿Si? ¿Te gustaría follarme? Vamos Clarke sé que lo puedes hacer mejor.

— Joder— susurró Clarke antes de inclinarse pero desde un ángulo donde podía seguir viendo cómo se tocaba Lexa y comenzar a hablarle bajo— me gustaría comenzar acariciando tu monte venus, acercar mis labios y darle pequeños mordisquitos antes de recorrer con mi lengua los labios vaginales y poco a poco empacharme con todo tu jugo, disfrutando de tu sabor, ese que me muero por probar— la morena cerró los ojos y se mordió más fuerte para que no se las escuchase jadear. Clarke, desinhibida y totalmente excitada, tapó la boca de Lexa con una mano y se acercó todavía más a su oído— torturaría tus pechos con mi boca, los lamería, los succionaría y ummm daría pequeños mordisquitos mientras te retuerces debajo de mí— la ojiverde con sus dedos buscó la obertura de su sexo para penetrarse a sí misma— si, Lexa no pares de tocarte, como me gustaría ser yo la que se desliza dentro de ti, ser la causante de toda esa electricidad que se expande por todo tu cuerpo, para regresar a tu caliente y húmedo coño— Lexa comenzó a gemir fuertemente en la mano de Clarke— me gustaría que me folles como bien sabes hacer, con tus perversiones, con esa lengua que sabes usar la mar de bien. Correrme en tu boca, en tu mano, en tu coño, en todo tu cuerpo. Dios Lexa— Clarke observaba como la morena movía su pelvis. Apunto de explotar— córrete, quiero ver cómo te corres.

Lexa asintió con la cabeza, su gemido gutural ahogado con la palma de su mano mientras que tensaba todo su cuerpo y alzaba la pelvis, penetrándose un par de veces más antes de dejarse caer sobre el asiento. Clarke quitó su mano de su boca para besarla. Justo cuando todo el mundo aplaudió:

— Es la primera vez que tengo un orgasmo y toda una sala aplaude justo en el momento que termino.

Clarke rio por lo bajo, aun casi sin separar sus labios:

— ¿Dijiste que querías probarme?— preguntó a la vez que sacaba su mano de su entrepierna, sus dedos estaban totalmente impregnados de su propio flujo— abre la boca.

Clarke con cara de viciosa y sin dejar de mirar lujuriosamente a Lexa obedeció. Dejó que introdujera sus dedos en su boca, saboreando la esencia de la ojiverde, apretó sus dedos con los labios mientras que jugaba con la lengua en su interior. El sabor de Lexa era dulzón, un sabor que sorprendentemente seguiría deleitándose con mucho gusto, lentamente fue sacando los dedos sin dejar de mirarla a los ojos:

— Eso ha sido— decía Lexa sin dejar de mirar la boca de Clarke— muy porno.

Curvando la comisura de sus labios, volvió a besar a la rubia. Antes de abrocharse los pantalones:

— debería de sentirme escandalizada— decía Clarke apoyando la cabeza en su hombro— pero lo haces todo tan excitante.

— Eres morbosa Clarke— comentó la ojiverde pasando el brazo por encima de sus hombros— y me encanta. Me pierdo cuando te desinhibes, eres tan sensual.

— imagina que alguien hubiera mirado

La morena rio entre dientes:

— Pues que hubiera disfrutado de un auténtico espectáculo, de eso se trata el voyerismo de mirar y en mi caso me excita correr el riesgo de que me pillen.

— Eres una pervertida

— Tú también

— Porque me seduces con tus libertinajes

— No, yo consigo sacar a la luz quien realmente eres

Clarke frunció el ceño:

— ¿desde cuándo no hay música?

Las chicas se incorporaron un poco y observaron que el espectáculo había acabado, la gente se levantaba de los asientos despejando la sala. Intercambiaron miradas y rompieron a reír. Salieron del auditorio y comenzaron a caminar por la calle. Agarradas de la mano, de vez en cuando se miraban y sonreían tontamente. En ese instante, Clarke se fijó en un letrero que se le hizo de lo más tentador:

— Mira Lexa— dijo animada— vamos ahí.

Lexa puso una mueca:

— Un karaoke— negó con la cabeza— ni hablar

Acabaron en el karaoke y Lexa maldiciendo por no poder negarle nada. Se habían sentado en una mesa para pedir algo de beber. Clarke, sorprendentemente acabó pidiendo un mojito y la morena, muy simple ella, una cerveza. En la mesa había un libro de canciones:

— ¿Te animas a cantar una?— preguntó Clarke desafiante— tú fuiste quien estudiaste en el conservatorio.

— Sí, pero para tocar el violonchelo. No canto ni en la ducha.

Clarke rio burlona:

— Bueno cuando te echaron MDMA en la bebida bien que te dio por cantar without you de Mariah Carey

Lexa puso los ojos en blanco. Y maldijo eso también:

— Bien, rubia— dijo alzando una ceja mientras bebía casi toda su cerveza de un trago— canto una canción, si tú te atreves a cantar la que yo te pida.

Clarke hizo un mohín:

— eso no es justo, canto la canción que me pidas, si tú haces lo propio.

— Eso está hecho pequeña viciosilla

Levantó su copa para brindar. Clarke asintió toda valiente y chocó su copa con la cerveza de Lexa:

— Por cierto, no vuelvas a llamarme así

Lexa agarró el libro de canciones y comenzó a mirar la lista. Parecía no contentarse con ninguna. Hasta que comenzó a carcajear. Miedo le dio a Clarke:

— Ya di con la canción que me vas a cantar.

— Yo también

— Tu primero— dijo riendo sin parar Lexa— eres quien lo ha propuesto.

Clarke se bebió el mojito del tirón, por lo menos para quitarse un poco la vergüenza. Sobre todo cuando descubrió la canción que había elegido Lexa. Con micro en mano, comenzó a cantar el tema de Madona like a vergin. Lexa no dejaba de sonreír, en un principio la rubia achicó los ojos. Hasta que empezaban a dejarse llevar por la música. Clarke meneaba las caderas en un principio en el escenario, conforme avanzaba al estribillo comenzó a bajar de la tarima e ir acercándose seductoramente a la ojiverde:

Como una virgen

Qué ha sido tocada por primera vez

Como una virgen

Cuando tu corazón, late junto al mío.

Cuando llegó hasta donde se encontraba Lexa, se sentó encima de la mesa y cruzó las piernas para que pudiera ver algo de carne y posó encorvando su espalda para que se pudiera contemplar su figura. Lexa mordiéndose el labio inferior, fue a acariciar su pierna, cuando se llevó un manotazo y meneó su dedo índice de un lado para el otro, dándole una negativa mientras seguía cantando. Que por cierto, sorprendentemente lo hacía muy bien. Y tal como se acercó, se alejó hasta subir al escenario moviendo el trasero:

— Como una virgen, nena

Gritó Lexa. Clarke la miró y le sacó la lengua:

Como una virgen

Como una virgen

Sintiéndose tan bien por dentro

Cuando me abrazas

Y tu corazón late

Y me quieres

Los pocos que había aplaudieron. Clarke dejo el micro en el escenario y se acercó hasta Lexa. Aunque por dentro se moría de vergüenza no le daría el gusto de verla ruborizarse, ni de esconderse, ella podía ser igual de descarada que la ojiverde. La morena se terminó su copa y fue hacerla el relevo, toda gallito ella. Si bien, Clarke escogió un tema de lo más sorprendente. Lexa esperaba una canción de Pop vomitivamente empalagoso. Pues no, la rubia también tenía su vena rockera. Sobre todo sentía debilidad por Marilyn Manson, ya que su voz le parecía de lo más sexy y erótico. Muy a lo Lexa. Quería que la susurrase mientras cantaba. Quería que se moviera de forma caliente. O al menos eso esperaba. Lexa abrió la boca sorprendida, al ver el tema que le tocaría cantar:

— Pero si la repipi entiende de música.

El tema Tainted Love comenzó a sonar. No fue una decepción, Lexa era igual de caliente que la canción. Se movía sexy, provocativa. Tanto que hasta los presentes quedaron en silencio, viendo aquel espectáculo lleno de erotismo. Hasta las mujeres quedaban boquiabiertas. No se limitó a seducir en el escenario. Se movió por todo el local, moviendo cadera, apoyándose en mesas mostrando escote, e incluso en una, en la que solo había un grupo de chicas, agarró un vaso de agua y se lo tiró por encima, mojando sus escotes y transparentándoselo todo. Clarke sorprendida abrió la boca. Maldita sea sí que era descarada y la gente disfrutaba, solo las faltaba menear el cabello y restregarse las unas a las otras. Por último, la ojiverde con mirada lujuriosa se acercó a Clarke.

Amor corrompido

Amor corrompido

Como la miraba, como cantaba tan jodidamente sexy, ya justo donde estaba sentada Clarke se sentó encima quedando cara a cara. Ahí la única que entraría en convulsión espontanea era la propia rubia, que inevitablemente llevó su mano hasta su glúteo y Lexa aprovechó justo la frase que la tocaba cantar para retirar su mano a la vez que la bailaba sensualmente, como si fuera una stripper profesional.

No me toques por favor

No puedo soportar la manera que tú fastidias

Te amo aunque me hieres tanto

Ahora voy a empacar mis cosas y me iré

Dicho aquello se levantó dejando a una rubia violentamente ardiente. Maldiciendo ella se lo había buscado al escoger aquel tema. Tenía claro que se la tenía que volver a cantar pero más en la intimidad.

Amor corrompido

Amor corrompido

Tócame nena, amor corrompido

Lexa fue quedando de rodillas en el escenario, abierta de piernas y de una manera obscena, pasó su mano por su entrepierna. Sin dejar de mirar lasciva a la rubia. Ninguna engañaba a nadie, ambas tenían los ojos oscurecidos y dilatados.

Tócame nena, amor corrompido

Una vez corrí hacia ti

Ahora huiré de ti

Amor corrompido

Cuando acabó de cantar todo el mundo se levantó a aplaudir. Sí, Clarke no era la única cachonda en el lugar:

— Dios nena me has puesto todo palote

Gritó un chico que estaba en la mesa más alejada del lugar. Clarke le miró fulminante, mientras que Lexa sin dejar de reír regresaba a su asiento. Las chicas que habían sido bañadas por el vaso de agua también alabaron:

— A mí también me ha puesto cachonda y eso que soy hetero.

Definitivamente, la rubia quería salir de aquel maldito lugar. Primero, porque estaba jodidamente caliente y necesitaba con urgencia liberarse, segundo, porque no era la única que miraba con hambre a la morena. Así pues, dejó un billete encima de la mesa, la agarró de la mano y salieron de la guarida de animales salvajes a punto de lanzarse a su yugular.

La arrastró hasta el borde de la acera y paró el primer taxi libre que pasaba:

— Joder, Clarke que casi me traes arrastras.

Subieron al taxi y no la dio tiempo a decir nada más. Cuando dominada por sus deseos carnales, se lanzó a los labios de Lexa. Que sinceramente estaba flipando. Solo faltaba arrancarla la ropa y violarla ahí mismo:

— Clarke— dijo empujándola un poco por los hombros— contrólate un poco fiera.

Clarke bufó y se apartó, apoyándose en el respaldo del asiento, al ponerse de brazos cruzados resaltó su escote. El taxista, justo miró al retrovisor quedando prisionero ante aquella visión divina. Incluso se le escuchó tragar saliva. Lexa, que se dio cuenta enseguida, se interpuso en el reflejo de mala manera:

— ¡Eh! Deje de mirar así a mí...— cerró los ojos, rectificando a la burrada que iba a decir— miré a la carretera hombre.

La rubia esbozó una sonrisa. Ese "mí" podía significar muchas cosas. Conocida, amiga, amante, novia... aunque tenía fe en que fuera la ultima palabra. Después de que el taxista obedeciera y volviera a prestar atención a la carretera. Lexa dirigió su mirada a Clarke:

— No sé qué mirada me da más miedo— dijo con el ceño fruncido— la que tenías antes o la de ahora.

Clarke sonrió y negó con la cabeza. Llevó su mano hasta la mejilla de Lexa y la otra hasta su nuca para atraerla y besarla. Obvio que en esta ocasión fue mucho más suave, aunque con su toque picante. Siempre ardiente y a pesar de haber cedido a la ternura, a pesar de comenzar a dejarse llevar, la morena seguía teniendo su parte posesiva. Y eso le derretía a Clarke, le encantaba todo su repertorio de besos, desde los más posesivos hasta los supuestamente inocentes, le gustaba como la tocaba, desde una caricia, o sus dedos entrelazándose en sus manos al caminar, hasta sus yemas ardientes en sus momentos más apasionados en el que poseía todo su cuerpo, y sus juegos, esos que todo el mundo tacha de enfermizos y pervertidos. Misma opinión que tenía la rubia, pero Lexa el mismo demonio disfrazado de cordero, logró seducirla de todas las maneras posibles. No solo las carnales, que eran las más evidentes. Abrió en su corazón una grieta y como un parasito se infiltró en el... si, es una forma extraña de explicar el amor de Clarke hacia Lexa, vamos que esto no son los puentes de madison, incluso el amor, explicado de forma oscura y tortuosa tiene su romanticismo. Los labios de Lexa eran suaves, su lengua se introducía en su boca, saboreando la cerveza y al contrario, la morena saboreaba el frescor del mojito, posó su mano en el muslo descubierto de la rubia, aunque no la movió de aquel lugar, respetándola por completo. Aunque en el fuero interno, Clarke sentía esa mano como pura llama ardiente y moría porque la acariciara por todo su cuerpo. Inconscientemente, ante los estímulos de aquellos besos terminó por gemir en su boca. Incitándola aún más a profundizarlos:

— Ya hemos llegado

Dijo el taxista después de haber carraspeado. Lexa se separó unos centímetros de Clarke y curvó una comisura de sus labios, durante unos segundos la miró con auténtica adoración. Provocando que se le encogiera el estómago a Clarke:

— Tú has pagado las bebidas yo pago el taxi

Dijo girándose, a la vez que sacaba la billetera y pagaba al taxista:

— Hoy me ha pillado de buen humor— dijo entregándole el billete— pero si en otra ocasión nos volvemos a cruzar y la mira otra vez como antes, puede que no sea tan pacifica, quédese con el cambio.

La rubia puso los ojos en blanco, aun así sonrió encantada. Sin embargo, el taxista mientras agarraba el billete, tragó saliva y asintió. Ambas caminaban hasta los ascensores sin ninguna prisa. ¿Por qué tenerla? Tenían toda la noche por delante y los siguientes días para disfrutar de su compañía.

Mientras tanto, en portland se bullía otra historia. Jake tuvo una reunión muy importante con unos ejecutivos extranjeros. Como empresario anfitrión lo suyo es invitarles a salir para tomar unas copas. Abby estaba acostumbrada y nunca habían tenido problemas en ese asunto. Ni ella era celosa y Jake que la amaba tampoco. Pero desde que Johnny llegó a la casa, la madre de Clarke comenzó a sentirse como una adolescente. Ese chico, a pesar de ser mucho más joven que ella, la hacía sentirse de nuevo como una joven. Apenas habían cruzado cuatro palabras, era muy trabajador. Pero tenía una forma de mirar tan seductora y las pocas veces que la había hablado había sido tan adulador y una voz tan erótica. O como se había desenvuelto estando ella cerca. Que sin poder evitarlo siempre se ponía en sitios donde podía observarlo o podía ser vista por aquellos ojos tan penetrantes, tan posesivos:

— Señora Griffin— dijo Cage alias Johnny a la vez que se apoyaba en el marco de la puerta— ¿se le ofrece algo más?

A Abby le tembló el labio al verle esbozar una sonrisa pícara. Tuvo que acordarse de respirar, porque de un momento a otro se iba a desmayar:

— Has terminado muy tarde— lo suyo sería decirle que volviera al día siguiente y agradecerle su gran labor de jardinero— estaba a punto de servirme una copa de coñac ¿quieres otra?

Johnny ladeo un poco la cabeza, aun con su sonrisa matadora, haciendo que Abby sintiera el corazón acongojado:

— Bebida fuerte— dijo dando unos pasos hacia ella— es una mujer de armas tomar, señora Griffin.

— Por favor— dijo con voz entrecortada la madre de Clarke— puedes llamarme Abby

— Estaría encantado— dijo con voz melódica, como la de una sirena salida de la odisea, Abby había sido atrapada por sus canticos e iba a chocar contra los acantilados— de tomar esa copa, Abby

Abby curvó la comisura de sus labios, aun temblorosos. Fue hasta el mueble bar, y comenzó a servir dos copas de coñac. Johnny para nosotros Cage, se puso por la espalda y sin esperar a que le diera el vaso, se sirvió solito cogiéndolo. Casi rozando la piel de Abby, aspirando y embriagándose con el aroma de su perfume. Mientras que el, olía a sudor. No le importó, más bien la excitó aquel olor a hombre. Ese hombre que últimamente llevaba despertando en ella auténticas fantasías lascivas:

— Puedes— dijo con un hilo de voz— apartarte un poco Johnny.

— ¿Quieres que me aparte señora Griffin?— no se movió de su sitio, más bien se acercó más a su oído— realmente ¿quiere eso ahora que me tiene tan cerca?

Abby poco a poco fue girándose para queda atrapada en la mirada seductora de aquel desconocido:

— ¿Qué tienes Johnny que me atrae tanto?

Johnny curvo aún más la comisura de sus labios, agarró de sus caderas, de forma posesiva:

— Soy un niño malo, Abby— pasó su mano por la espalda baja, dispuesta a descender más— vine al mundo lleno de pecado— aquello sí que no lo entendió, Johnny comenzó a inclinarse y a acariciarla con la nariz el cuello— nací para dar placer a mujeres como tú. Así que, te lo preguntaré solo una vez. ¿Qué te gustaría que te hiciera? Pídemelo y lo tendrás.

Ya en el ascensor, Lexa abrazó a Clarke por la cintura y la acercó, pero no para besarla, si no para hacer algo que realmente la extasiaba por completo. Susurrarla en el oído:

— ¿Te lo has pasado bien hoy?

Olía tan bien y su cuerpo desprendía tanto calor. Abrió sus ojos azules y miró su cuello. Marcado por ella. Nunca se llegó a quejar realmente por hacer tal cosa, ni mirarla mal e incluso las dos veces sintió la presión en su cabeza incitándola a hacerlo. No se lo admitiría en voz alta, pero Lexa Woods ya era suya. Atraída comenzó a besar aquella parte de su anatomía:

— Sí, me lo he pasado bien.

Respondió entre besos húmedos. La morena suspiró y la pegó aún más. Sus manos subieron por su espalda, consideradamente dulce:

— Clarke— dijo ladeando la cabeza para que la rubia disfrutara de su cuello— ¿quieres...?

— No tienes por qué pedir permiso

Respondió Clarke dando por hecho de que la pediría un beso o le propondría que pasara a su habitación. La estaba besando en el cuello y casi gimiendo, toda dispuesta para ella, era absurdo que se lo volviera a pedir. Lexa frunció el ceño y la apartó un poco para mirarla a la cara. No era nada de lo que había dado por supuesto Clarke:

— No es eso lo que te iba a proponer— dijo nerviosamente— Clarke, ¿quieres...?

¿Ser mi novia? Pensó fugaz la rubia con el corazón acelerado ¿casarte conmigo? No, eso no lo diría Lexa ni loca. Para ser inocente muchas veces, solía pasar millones de cosas por su cabeza, a cada cual más descabellada, para algo tan simple como:

— ¿quieres dormir conmigo esta noche?

Clarke quedó con la boca abierta, intentando procesar aquello que acababa de oír. Aunque la ojiverde no parecía convencida:

— Pero no quieres

Dijo cayendo en la cuenta Clarke. Lexa tragó saliva, permanecía aún muy cerca:

— No, no quiero— respondió con sinceridad— ni hoy, ni mañana, ni nunca

Auch eso dolió. Clarke sintió como si le tiraran otro jarrón de agua fría, sin embargó, la morena rápidamente explicó aquella respuesta tan sumamente negativa y corta rollos:

— No tiene nada que ver contigo— agachó la cabeza— es que no tengo buen despertar, no quiero decir o hacer algo que te hiera. Pero he pensado, consigues que me controle y me tranquilizas estando despierta, a lo mejor durmiendo a mi lado me das algo de paz también en los sueños— Clarke, la acarició y porque negarlo, aquello contrarrestó lo que le dijo anteriormente, llenándola de calor nuevamente, la iba a besar cuando apartó un poco la cara— pero esta noche es de prueba— Clarke asintió— no seas la primera en hablarme mañana, deja que sea yo— siguió asintiendo— y si ves que soy fría no me lo tomes en cuenta, si notas que me muevo violentamente no me toques y te apartas...

— ¿Me pongo un casco también?

— Te estoy hablando enserio

Dijo totalmente seria. Clarke la aferró de las mejillas:

— De acuerdo, esperaré a que hables tu primero, no haré caso a tus oscas palabras, no tocarte si te comportas como una Neandertal, me apartaré y te quiero Lexa Woods.

Lexa cerró los ojos, de nuevo con expresión afligida. Se inclinó y besó a Clarke, apenas unos roces:

— Deja de hacer eso

Pidió con ojos vidriosos:

— ¿Por qué?

Preguntó la rubia:

— Porque no se puede querer a alguien que no se conoce.

Las puertas del ascensor se abrieron, aun así estaban estáticas, abrazadas la una de la otra:

— Pues déjame conocerte

Lexa se apartó y puso el brazo para impedir que las puertas se cerraran de nuevo. No dijo nada, solo se limitó a salir del ascensor, seguida de una rubia mortificada. Vaya, solo podía decirla que la quería en una ocasión. Pero no la engañaba, Lexa la quería de eso estaba segura de como la llegaba a besar últimamente, como la miraba y mierda, es que le había pedido que durmiera aquella noche con ella, toda la santa noche para luego "no me digas que me quieres":

— ¿Otra vez vas a castigarme con tus silencios?

— No— dijo con voz suave— ¿quieres quedarte en medio del pasillo? Porque yo no

— Al menos respóndeme a lo último que te he dicho

La ojiverde alzó una ceja:

— Me has preguntado ¿otra vez vas a castigarme con tus silencios?— abrió la puerta de la habitación y espero a que Clarke entrase— y yo te he respondido

— me refería a antes de salir del ascensor

— eso no era una pregunta, por lo tanto no me siento en la obligación de seguir argumentando nada.

Clarke puso los ojos en blanco. ¿De verdad después de una noche perfecta acabarían discutiendo?:

— Está bien, me expresaré de otra forma— dijo acercándose a Lexa— ¿Por qué no me dejas conocerte?

— Te estoy permitiendo mucho— Lexa no mentía cuando la decía a Clarke que la calmaba, en otra ocasión hubiera saltado como una fiera, sin embargo, ahí estaba, hablándola con sosiego— te he permitido invadirme los pensamientos, transformar partes de mi personalidad e incluso mi cuerpo, lugares donde nadie— cerró los ojos para luego abrirlos mientras rectificaba— casi nadie ha llegado a estar. Lo que te muestro es lo máximo que puedes llegar a conocer de mí.

Clarke la rodeo con los brazos por el cuello, sin apartar la mirada de aquellos ojos verdosos, menos brillantes, de nuevo atormentados:

— Al menos permíteme decirte, que amo todo lo que me muestras

La morena acarició sus brazos:

— ¿No puedes conformarte con un "hasta que esto dure"?

— ¿Es la forma que tienes de decirme que me quieres?

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