Capítulo 29

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¿Pero cómo se le ocurría? Corría un grave riesgo al ir y sobre a todo a esas horas tan intempestivas. Luna, toda nerviosa se acercó a la chica:

— Le recibiré en el despacho y por favor, ruego discreción, el señor Woods no debe saber nada.

La chica asintió y como había sido ordenada, dirigió al señor Blake hasta el despacho. Luna cerró con pesillo la puerta tras de sí y comenzó a susurrar para que nadie del servicio les escuchara:

— ¿Qué haces a estas horas aquí?— dijo Luna toda nerviosa— si Gustus se entera de que has estado aquí...

— Me importa una mierda— dijo Kane con decisión— llevó callando muchos años Luna, llevo siendo privado de mi hija años.

— ¿sabes lo traumático que sería?

— Y ¿tú sabes que se siente al ver crecer a tu hija a través de unas fotos?

— No hagas locuras Kane— decía la mujer mientras se retorcía las manos— a cada años que pasa Gustus está más paranoico y loco. ¿Y tú matrimonio? ¿Tú hijo? ¿Cómo crees que actuarían?

Kane se acercó con paso decidido y agarró con sus grandes manos los brazos de Luna. Nada fuerte eso sí, más bien para fijar su mirada en la mujer. Que rápidamente se retorció quejumbrosa. Blake, la soltó enseguida, nada más ver el gesto afligido de ésta. Tiró de la bata de Luna y se mostró grandes hematomas por sus brazos y espalda:

— ¿Te los ha hecho él?

— este no es el tema de conversación Kane— dijo tapándose rápidamente— debes irte y seguir guardando silencio.

Kane apretó fuertemente la mandíbula, vaya un gesto muy típico Lexa como el gesto tenso que puso el hombre:

— Tienes que denunciarlo. Luna— sonó más suplicante— si al menos la hubiera tenido cerca, pero os la llevasteis.

— Kane, Gustus es peligroso.

— Le dijiste que su padre biológico era Jake, se le ve muy intacto

— Y al poco tiempo de decirle aquello intentaron secuestrar a su hija. Kane, por favor mientras esté contento no hará nada, pero si le enfadamos, no te hará daño ni me hará daño a mí, se lo hará a Lexa.

— No sé cómo lo haré Luna, pero ese hombre no puede salirse con la suya.

— Gustus Woods ya no es el mismo que conocimos cuando éramos jóvenes, ni es un hombre que tiene las espaldas descubiertas, Kane.

— ¿Prefieres vivir con miedo?

— Si es para que deje en paz a Lexa— agachó la cabeza— aguantaré todo lo que sea.

Kane se acercó a la mujer y alzó su cabeza agarrándola del mentón:

— Si es cierto lo que me has contado, ni si quiera Lexa está a salvo. Sabes que tengo contactos con las autoridades haría lo posible por protegeros.

— Déjalo estar Kane.

(Lexa sueño)

Lexa esperó a que la rubia se quedara dormida en sus brazos para apagar la luz. Intentando no despertarla se movía suave y con lentitud. Incluso después de apagar la lámpara quedó durante un rato contemplándola. Escuchando como respiraba. ¿Por qué le encantaba verla dormir? ¿Se había convertido en su nuevo fetiche? Unos segundos, unos míseros segundos los que cerró los ojos. Cuando los abrió ya no era su cama, ya no era cálido ni bonito. Estaba oscuro y maniatada. La cabeza pesaba como plomo, mareada en plan resacón del siglo, aun así seguía manteniendo su cuerpo actual, a pesar de que se sentía como una niña asustada:

— Este es tu tercer día cariño— escuchó la voz de un hombre en su oído antes de notar como le lamían la oreja— ya sabes lo que tienes que decir.

La ojiverde reteniendo las lágrimas complació a aquel hombre:

— ¿Qué quieres que te haga?

El hombre le agarró de la mandíbula y giró su cabeza. Al otro lado de la habitación había otro hombre. Ese si tenía un pasa montañas, pero vestía más elegante que todos los demás, tenía unos guantes de cuero muy caros, pero quedó fija en un detalle, en el pasador de la corbata, era dorado y tenía una figura poco inusual, como si fuera personalizado y único:

— Tenemos visita, así que vamos a enseñarle lo que has aprendido— miró al desconocido— ¿enserio que no quieres probarla?

El desconocido negó con la cabeza. El chico comenzó a soltar las muñecas de Lexa:

— ha pagado una fortuna por verte en acción putita

Se arrodilló y después de desabrocharse el botón, bajarse la bragueta, lentamente procedió a subirla el vestido.

(Fin del sueño)

Lexa se incorporó gritando a pleno pulmón, sobresaltando a Clarke, que acabó agazapada en el cabecero de la cama. Ahora, ¿debía seguir las instrucciones que le dio Lexa en el hotel? Estaba muy alterada, no solo eso temblaba prácticamente. Murmuraba sin cesar:

— Ya he visto ese pasador de corbata— se llevó las manos a la cabeza, antes de volver a gritar desesperada— ¿PERO DONDE?

Provocando que la rubia cerrara los ojos a la vez que volvía a sobresaltarse. Lexa toda nerviosa saltó de la cama para sacar su Tablet y comenzar a buscar por internet. Pasadores de corbata como ese solo había uno, personalizado, miró todas las tiendas que había en Portland que se dedican a ese tipo de trabajos. Cabía la posibilidad de que hubieran cerrado o que no se acordaran de ese encargo. Pero había que intentarlo, ese hombre era de su entorno y estuvo involucrado. Sacó unos folios y un lapicero:

— Clarke— dijo inquieta— ven, necesito tu maravilloso don para el dibujo.

Le colocó los folios sobre el escritorio y esperó a que la rubia, algo desconcertara se sentara. Le enseñó un pasador de corbata e intentó describirla el logo o la imagen. Pero siempre acababa descontenta y le quitaba el dibujo con un No rotundo. Una y otra vez, hasta llegar a la desesperación:

— No, Clarke— dijo quitándola el folio y rompiéndolo— el trébol es más pequeño

Clarke tomó aire y acabó respondiendo histéricamente:

— Joder, Lexa. Hago lo que puedo.

Lexa gruñó fuertemente y se sentó al borde de la cama, llevándose las manos a la cabeza, parecía que le iba a estallar de un momento a otro. ¿Dónde había visto ese maldito utensilio? Tomó aire, intentaba recuperar la calma. Clarke, fue hasta a su lado y con mano temblorosa la posó en su hombro. Estaba comportándose de manera salvaje, como al principio y todo podía ser que la estallara en la cara. Pero se mantuvo con la cara oculta tras sus manos:

— No me acordé hasta ahora— dijo restregándose el rostro con nerviosismo— pagó por mirar, era rico y ese puñetero pasador sé que lo he visto en más de una ocasión.

— Lexa, no se de lo que estás hablando.

— Hablo— dijo con la mandíbula apretada— de que alguien de nuestro entorno pagó para mirar cómo me...— se levantó y fue hasta la puerta para salir— déjalo, vuélvete a dormir.

La morena pensaba que se había desecho de todos sus fantasmas y no hacían más que aparecer nuevos. Estaba convencida, de que junto a Clarke se esfumarían.

Clarke quedó toda cortada en la habitación. De nuevo había interpuesto un muro entre ambas. ¿Por qué? ¿Acaso no había demostrado que podía confiar en ella? Pues si pensaba que la iba a dejar tranquila en su pozo de sufrimiento y castigo lo llevaba claro, para cabezota e insistente no la ganaba nadie. Ya podía gritarla, gruñirla, levantarla la porra de Bamm Bamm (Hijo de Pablo Mármol y Betty Mármol personajes de Los picapiedra) que no se iba a dar por vencida. Con decisión salió de la habitación, tenía el pensamiento de que había bajado al piso de abajo, pues no, la puerta de la habitación del fondo estaba abierta y la luz dada. Tomó aire y fue hasta asomarse. La morena estaba sentada en el columpio y bueno en la mano no tenía una porra pero si una fusta:

— Clarke— dijo con amargura— estoy inestable y con una fusta en la mano mala combinación, te recomiendo que me dejes sola.

La rubia se apoyó en la pared y se cruzó de brazos:

— ¿Otra vez estamos como al principio?

— Ya te dije que cargaba con demasiado equipaje emocional.

Respondió con martirio. Clarke, aun arriesgo de que se le fuera la pinza y llevarse un latigazo, se acercó hasta la morena y la agarró de las mejillas:

— Pues libérate de ese equipaje hablando conmigo.

Lexa le rodeo con los brazos por la cintura y la aferró fuertemente:

— No

Negó de forma cortante:

— ¿Por qué no?

Preguntó algo dolida. Lexa se levantó, para mirarla fijamente a los ojos. Ambas estaban a centímetros escasos, encaradas:

— Emerson te comió el coco— retiró un mechón rubio y lo colocó detrás de la oreja— diga lo que te diga acabarás sintiéndote culpable, cuando no tienes culpa de nada.

Clarke agachó la cabeza ceñuda:

— Sé que no tengo culpa de nada.

— Sin embargo, cuando te quieres descuidar le tienes aquí

Dijo poniéndole el dedo índice entre ceja y ceja. Comenzó a dar vueltas a su alrededor, con la fusta a su espalda y agarrada con las dos manos:

— Niña mala, nacida para dar placer— ladeo la cabeza— ¿Qué quieres que te haga? ¿Cómo quieres que te lo haga?— quedó enfrente, todavía muy cerca, puso la punta de la fusta en la boca de Clarke— ¿quieres que mi lengua te de placer aquí?— luego la puso en uno de sus pechos— ¿Aquí? O ¿aquí?— terminando en su entrepierna— mis servicios costaban dinero, Clarke. Y después de aquello seguí siendo igual de niña mala con las mujeres. ¿Qué quieres que te haga? Quedando complacidas— volvió a caminar a su alrededor, mientras se daba con la fusta en la mano— y muchas veces ni hacía falta quitarme la ropa. Incluso sin pagarme un duro seguí siendo igual de puta, ¿Por qué?— alzó un poco la voz— Porque nací para dar placer. ¿Qué quieres Lexa?— se acercó hasta una Clarke que había comenzado a llorar y acariciarla— Tuve que esperar a que volvieras a mi vida para escuchar esa pregunta. Emerson te condicionó para sentir culpabilidad— esbozó una sonrisa nerviosa— no me engañas. A mí me condicionó para ser un consolador andante.

— Lex— comenzó a decir la rubia a la vez que le agarraba la mano que tenía sobre la mejilla— como me dijiste somos víctimas.

— Necesito saber quién es, el que llevaba ese pasa corbata.

Clarke la rodeo con los brazos por la parte de atrás del cuello y la abrazó antes de darle un beso y juntar sus frentes:

— Lo averiguaremos juntas.

Lexa suspiró sonoramente, pasó sus manos por la cintura de Clarke, haciendo todo el recorrido por su espalda:

— Clarke— tragó saliva— Portland no es Ontario. Aquí somos tú y yo. Pero allí, están tus padres, los míos y mucha gente que señala con el dedo, está Bellamy el que aún es tu prometido.

La rubia se separó para mirarla fijamente a los ojos, con cierto miedo:

— ¿Te estás echando atrás?

— No. Te estoy diciendo que no te vayas con Raven, te estoy pidiendo que vengas a vivir conmigo si tan segura estas de lo nuestro.

El labio de Clarke tembló, como su voz o los latidos de su corazón acelerado. Que Portland no era Ontario de eso ya era consciente. Oregón era otra vida fuera de aquella burbuja, sin embargo, quería mantenerse pegada a Lexa. Le daba igual Bellamy o el qué dirán:

— Mejor, si tu propuesta de casarnos era enserio— entrelazó sus dedos en la nuca de Lexa— vayámonos mañana a las Vegas y casémonos

Lexa puso ambas manos en las mejillas de la rubia y fijó su mirada en aquellos ojos azulados que la perdían tanto:

— No juegues conmigo, ¿estás hablando enserio?

— ¿Lo haces tú?

— Tan enserio como que le pedí la jodida bendición a tu padre sin que supieras una mierda, Clarke

— Entonces no se hable más y bésame de una puñetera vez.

Una forma muy curiosa de llegar a la conclusión de querer casarse. Tan sibarita todo, muy a Clarke la remilgada si señor. Lexa se inclinó y chocó sus labios salvajemente, Clarke para nada tímida se pegó más a ella abriendo la boca invitando a la lengua de la morena entrar. La ojiverde gruñó, la rubia gimió, la cavernícola le aferró fuertemente levantándola, las piernas agiles de Clarke acabó rodeando por la cintura. Uno se esperaría que usase el columpio que estaba a sus espaldas, o que valiéndose de su gran fuerza la llevará hasta la habitación y echarla sobre la cama. Ni lo uno ni lo otro. Antes de que Clarke quedara empotrada contra la pared, Lexa ya se había encargado de quitarla la camiseta de tirantes dejándola desnuda de cintura para arriba. En sus cabezas había una barra horizontal anclada a la pared con un par de cintas:

— confía en mí

Dijo mientras que le agarraba de una muñeca y la ataba con una cinta, era ancha y suave, color rojo a juego con la pared y casi todo lo que había ahí, no la apretó demasiado para que no se le cortara la circulación. Hizo el mismo procedimiento con la otra muñeca y tiró un poco de ambos brazos para comprobar que no podía soltarse:

— ¿Va a salir Heda a jugar?

Preguntó desconcertada Clarke:

— No llevas el collar de esclava— dijo agachándose para quitarle el pantalón del pijama y la ropa interior— Heda no sale hoy.

Apartando las prendas a un lado. ¿Procedería a desnudarse? No, fue hasta un mueble y agarró una cuerda gruesa color azul y comenzó a rodearla primero por debajo de los senos, cruzándolo, luego pasándolo a un lado por su hombro un poco cerca del cuello. Clarke realmente no sabía cómo lo estaba haciendo, pero poco a poco sentía como sus senos, entre cruce de cuerdas, nudos y de más acababa aprisionados entre cuerda y cuerda:

— El bondage no es tan fácil, no solo trata de inmovilizar pies y manos, privar la vista— comenzó a explicar terminando de envolverla con esa cuerda— el cuerpo del ser humano tiene muchas terminaciones nerviosas, solo hay que saber aprovecharlo— retomó sus besos a la vez que comenzaba a estimular sus pechos, primero con las manos y luego con la boca— el placer se siente de una manera diferente.

Clarke, cerró los ojos y se mordió los labios. Instintivamente movía las manos, para tocar a la morena, que hacía con su cuerpo lo que le daba la gana:

— Heda lo haría también con tu parte inferior— dijo pasando a estimular el otro pecho, haciendo que Clarke suspirara más sonoramente, las manos de Lexa fueron hasta su pelvis que la movía involuntariamente— uno de los puntos presionados— decía mientras llevaba la mano hasta su sexo, provocando un suspiro por parte de la morena— siempre tan caliente— empezó a torturar su clítoris— sí este es uno de los puntos presionados, pero no sabes lo que deseo hacer esto.

Dicho aquello fue agachándose de nuevo iba a atacar su fuente de deseo, cuando frunció el ceño y se volvió a levantar, fue hasta por otro par de cuerdas. Y se entretuvo a rodearla unas cuantas veces por un muslo por una punta y con la otra la llevó hasta una clavija de la pared. Con la otra pierna procedió hacer lo mismo, quedando totalmente inmovilizada:

— Intenta cerrar los muslos— Clarke obedeció y negó con la cabeza, Lexa esbozó media sonrisa— ya no puedo morir con el cuello roto.

De nuevo regresó a su entrepierna y esa vez sí que comenzó a atacar hambrienta. Clarke echó la cabeza hacía atrás. Leches, es que la lengua de Lexa era perfecta y ágil, en un principio prácticamente la acariciaba, llamando todas aquellas corrientes eléctricas que había por todo su cuerpo, haciendo que se dirigieran a un punto, esas caricias se volvieron más agresivamente placenteras, succionaba y lamía, usando desde su punta hasta parte del dorso, o viceversa desde el dorso de la lengua hasta la punta, llevó sus manos hasta los glúteos masajeándolos. Y cuando toda la electricidad terminó por acumularse en su pelvis hizo bum:

— Joder Lexa— dijo entre gemidos y agarrándose fuertemente a la barra— no, no aguanto más, siii

Emitiendo su gruñido salvaje y aprovechando de que Clarke no la retorcía el cuello, que ya hizo el amago de cerrar los muslos mientras se retorcía, succionó toda su rica esencia. La rubia suspiró con una sonrisa de oreja a oreja, estaba en el puto cielo en esos momentos. La morena esbozó una pequeña carcajada al levantarse. La cosa no acabó ahí para la rubia, ni mocho menos. Lexa tenía muchos juguetes y de todos los tamaños. La maleta solo era su kit de viaje, pero en esa casa había más. Abrió un cajón de uno de los armarios, toma arnés. Clarke quedó ojiplatica. Se desnudó y se colocó el arnés. Los ojos azules permanecían fijos a su entrepierna mientras se acercaba. En esa ocasión si liberó sus piernas y retiró las cuerdas de sus muslos, teniendo más libertad:

— Te voy a levantar y quiero que te sostengas un poco agarrada a la barra

Clarke, que estaba sin habla prácticamente, asintió. Pero no estaba segura de que le fuera posible, su cuerpo estaba como un flan todavía por el orgasmo anterior. Lexa la levantó y la agarró de sus piernas, sintiendo la punta del consolador en su obertura:

— Déjate caer

Zas, toda ella llena. Clarke jadeo sonoramente, su gritó fue tan sonoro, que si fuera aquello un piso todo el puto edificio la abría escuchado. Enseguida la ojiverde comenzó a moverse y a moverla, subiéndola bajándola, otras veces la sostenía y la rubia la ayudaba sosteniéndose en la barra para que moviera la pelvis en plan péndulo para tocar su punto g. Gemidos, jadeos, suspiros. En esa ocasión era un arnés simple, aunque sentía el roce en su clítoris. Y entre los jadeos, se escuchaba la humedad de su sexo chocar contra la cadera de Lexa:

— Lex— gritó mientras su cuerpo comenzaba a tensarse— me voy a correr

Dicho aquello, sin piedad Zas, más tensión, Zas espalda curvada, Zas grito gutural, Zas orgasmo, Zas, Zas y por si acaso otro Zas. Saliendo de ella, casi dejándola en el puto vacío. Porque estaba atada si no, acaba de morros contra el suelo, no sentía las piernas prácticamente:

— Joder— decía casi sin aire— joder

Lexa riendo por lo bajo se deshizo del arnés y procedió a liberar a la rubia, primero de la cuerda que oprimía ligeramente su pecho y luego de las cintas. En esa escena, solo faltó el rugido de una leona, puesto que fue quedar liberada y lanzarse como una felina sobre la morena. Para ser honestos también estaba exhausta y sin poder evitarlo acabó de culo en el suelo mientras su boca era devorada apasionadamente:

— ¿estás bien?

Preguntó Clarke apenas separándose de sus labios:

— Si— respondió Lexa atrayéndola para intensificar sus besos— pero ¡ay!

— Bien— añadió la rubia empujándola contra el suelo— porque es mi turno.

Ferozmente fue descendiendo por el cuerpo de la ojiverde hasta quedar entre sus piernas. Toma sota, caballo y rey. Primero la saboreo de arriba abajo. Haciendo que Lexa alzara la pelvis mientras esbozaba un gemido, estaba caliente, era todo un pozo de deseo, jugo a rebosar. La lengua de Clarke halló el punto que la haría retorcerse y sin más dilación llevó sus dedos corazón e índice hasta su obertura. Y a dar caña hasta que la morena acabó por esbozar su grito orgásmico. Quedando ambas sobre el suelo, totalmente sudadas, casi sin aire y riendo:

— Vaya, ha sido...

Comenzó a decir Lexa:

— Intenso

Respondió Clarke casi sin poder moverse:

— ¿aceptaste para echar el polvo de tu vida? O ¿por qué realmente quieres casarte conmigo?

— Acepte porque quiero que "hasta que esto dure" sea hasta que seamos unas viejas que no se soportan viviendo en esta puta casa.

— Genial, porque nada más entrar a mi casa después de trabajar lo primero que diré— dijo con tono jocoso— será "follaar a Clarke"

Clarke carcajeo:

— te responderé, ven aquí cavernícola mía que vas a ver lo que es bueno.

Lexa la miró curvando las comisuras de sus labios:

— Bueno, pues ves haciendo las maletas, antes de ir a Portland haremos una visita a las vegas.

Flashback

Lexa Woods regresó a la ciudad después de haberse recluido en Ontario. Gustus se había empeñado en que entrase a trabajar en la empresa. Eso hizo que padre e hija tuvieran más de una discusión. Tantos años ignorándose mutuamente para luego darle el venazo de que debía seguir con las tradiciones familiares. Que debía de encargarse de su futura herencia. Lexa nunca quiso eso. Pero al final y a regañadientes acabó accediendo.

Ya tenía un trabajo, que consiguió gracias a Anya y no estaba dispuesta a dejarlo. Para colmo, debía de permanecer en la empresa sola por un año. Iba paseando por las calles, con las manos metidas en los bolsillos, cuando pasó por una librería. "Viaje a Venecia" por la escritora Clarke Griffin. La morena alzó una ceja. Vaya, si la rubia era una escritora de éxito. Sintió arduos deseos de entrar en esa librería y comprar libro. No solo los sintió, literalmente lo hizo:

— Ya verás, te va a gustar

Dijo la dependienta emocionada:

— No es el estilo de literatura que suelo leer— miró la parte trasera del libro, donde salía una foto de Clarke— pero iba al colegio con la autora.

— ¿enserio?— la chica era muy efusiva— el Lunes viene hacer firma de libros.

— ¿A qué hora?

No supo las verdaderas razones de esa pregunta. Había pasado muchos años y en el fondo, le tenía un poco de rencor por la última vez que la vio. Más bien, la última vez que la escuchó, ya que Clarke había ignorado su presencia. Toda una decepción. Se despidió de la dependienta y salió de la librería con el Betseller debajo del brazo. Convencida de que no iría a la firma de Libros. Total, ya eran dos auténticas desconocidas.

Sin embargo, no pudo resistirse. Agarró el libro que se leyó en tres días, no porque le gustara la historia le pareció de lo más vomitivo. Pero era escrita por Clarke, parecía una historia escrita por alguien soñador y lleno de inocencia. Poco a poco se asomó al escaparate, la vio en el fondo la librería. En persona era más hermosa que en la foto. Tan llena de vida, sonriente y con el azul de sus ojos tan increíblemente llamativos, como cuando eran pequeñas. Tragó saliva y estuvo a punto de entrar. Pero justo en ese momento salía dos chicas, a las que les había firmado el libro:

— Qué guapa y que maja que es

Lexa esbozó media sonrisa al escuchar aquello:

— Su prometido no se queda atrás— susurró confidencialmente— tengo entendido que el protagonista está inspirado en el señor Blake

La morena paró en seco. Bellamy Blake. Se había prometido con el mohíno de Bell. Volvió a mirar por el escaparate, efectivamente, ahí estaba uno de los empresarios más ricos y considerados más guapos de todo Oregón. Barbie y Ken, la pareja perfecta.

Esbozó otra sonrisa nerviosa, negó con la cabeza y pasó de largo. Pensando que esa sería la última vez que vería a la irritante de Clarke Griffin.

Fin del Flashback

Wells estaba en su piso jugando a Need for Speed con la PS3 e hinchándose a birras, cuando una llamada al teléfono móvil interrumpió su sesión de vicio Gamer. Mirando la pantallita de su Smartphone vio que era uno de sus contactos en Europa. Pulsó el Start y dejó el mando sobre la mesa:

— ¿Qué pasa piolín? ¿Qué noticias hay por Madrid?

De fondo se escuchó los frenos de un vehículo chirriar y disparos a lo lejos:

— Wells— se escuchó la voz nerviosa de un chico al otro lado del teléfono— escucha, nos están dando caza a todos, alguien se ha ido de bocas.

Wells ceñudo y con el corazón a mil por hora se levantó del tirón. Corrió a la ventana y se asomó, un vehículo ligeramente sospechoso aparcó enfrente de su edificio y de el salió un par de hombres vestidos de negros. No tenían pinta de hacer una visita cordial. Con el móvil aun en la oreja fue hasta el mueble de la televisión, de un cajón agarró una pistola y documentación falsa:

— ¡Joder! Piolín ten cuidado

— el primero en perder contac...

No le dio tiempo a terminar cuando la llamada se cortó, no sin antes escucharse unos disparos más cerca. Wells maldijo de nuevo. Salió del piso y en vez de ir hasta las escaleras, cruzó el pasillo y llamó insistentemente al vecino. Que no tardó en abrir, por suerte para el detective privado. Antes de que el chico se quejará, fue empujado e introducido en el piso cerrando su puerta:

— Escúchame, Nathan— susurró mientras le tapaba la boca con la mano— no puedes hacer ruido— el chico asintió, Wells le quitó la mano de la boca y se asomó por la mirilla— ¡Joder! — Ya estaban en su puerta intentando forzarla— necesito que me hagas un favor— dijo agarrándole del brazo y llevándole al salón— va a llegar un paquete muy importante, este es mi número, mándame un mensaje en cuanto llegue. Ahora me tengo que ir, voy a usar las escaleras de incendios— había comenzado a sudar— si viene alguien preguntando por mí, no me conoces— Nathan no hacía más que asentir como un gilipollas— gracias colega eres un buen chico

Dicho aquello se dirigió hasta la ventana que daba a las escaleras de incendios. Justo era la parte trasera del edificio, pudiendo evadir el vehículo que estaba en la entrada, corriendo por el callejón oscuro.

En Alemania no quedaba mucho de Polizón, entre amenazas y palizas le sonsacaron nombre, por nombre y país por país que había algún parasito espiando. Llegando hasta Wells, aún no había mencionado a Lexa Woods e intentaba apañárselas para no mencionar tal nombre. Hasta que uno de sus torturadores le enseñó una grabación, habían grabado a su hermana desde la distancia, mientras jugaba en el parque con su sobrino. Polizón, agachó la cabeza dándose por vencido:

— Woods, Lexa Woods

— Has sido un hueso duro de roer— dijo el matón— enhorabuena salvaste la vida a tu hermana— sacó su arma y le apuntó la cabeza— sin embargo, no corres la misma suerte.

Gustus estaba en la zona vip de un club, bebiendo y disfrutando de la compañía femenina que tan asquerosamente se había atrevido a pagar. Cuando uno de sus hombres le llamó por teléfono. Éste molesto por haberle interrumpido la diversión:

— Ahora, ¿Qué coño pasa?

— Señor— dijo dando la espalda al cadáver de Polizón— ya sabemos quién está detrás de todo este lio.

— ¿Y a mí que me cuentas? — preguntó irritado— ya sabes lo que tienes que hacer.

— Verás señor, creo que deberías saber de quién se trata

Gustus puso los ojos:

— ¿quién es?

— Su hija Lexa, Señor

Woods empujó a la chica que tenía sentada sobre sus piernas y emitiendo un rugido se levantó:

— ¿Qué hacemos?

— Escúchame bien— dijo autoritario— de Lexa me encargo yo. Todo esto fue por el incompetente de Theloneus Jaha. Le quiero muerto.

En un principio la rubia dijo SI con convicción, pero mientras observó como la ojiverde dormía plácidamente entre sus brazos, pensó, pensar es malo muchas veces, que a lo mejor se estaba precipitando. Habían convivido una semana de las cuales estaban ajenas a la realidad, alejadas de Portland, quizás debió de haber dicho que si a vivir con ella. Pero casarse, era un paso muy importante. Bellamy se pasó un año detrás de ella proponiéndoselo, al igual que le costó todo un año que fuera a vivir con él. Lexa consiguió que dijera si, sin pensárselo, un si para ser su esclava, si para acostarse con ella, si para serle infiel a Bellamy, si para irse de viaje a espaldas de su prometido, si, si y constantemente sí. A pesar de que no era presionada, siempre sí.

Al inicio de aquel viaje Clarke tenía que esperar para que Lexa le diera un poco de afecto. De nuevo en el avión, con la única diferencia de que no tenía que esperar para una sonrisa, un abrazo o un beso. Lexa se había transformado, era más cálida y a su vez no corría el riesgo de ser rechazada si por el contrario era la misma Clarke quien se acercaba para besarla. Iban como dos auténticas adolescentes enamoradas. Lexa sentada y con Clarke encima suya, siendo rodeada por los brazos de la morena:

— Vamos— decía suplicante Lexa— déjame echarle un vistazo a ese libro que estas escribiendo.

— No— respondía Clarke con decisión— te esperas y si me lo publican te lo compras

— Quiero ser la primera en leerlo

Dijo quejumbrosa Lexa en plan niña pequeña y poniendo morritos:

— Para que me critiques, como si lo estuviera viendo— Imitó la voz de Lexa poniéndola ruda y gesticulando exageradamente con las expresiones de su rostro— Tu protagonista busca emoción Clarke, la describes como una ancianita, lo que quieres es que la pongan a cuatro patas y gima sin cesar, por cierto sé que a Bob le mandó a la porra y como soy una egocéntrica de mierda sé que la co-protagonista estará basada en mi— carraspeo con exageración y siguió imitando a Lexa— dicho esto, te lo preguntaré de forma delicada ¿Follamos o no?

Lexa rompió a carcajear antes de comenzar a poner voz pija:

— Ay Lexa eres tan cavernícola y me lo propones así me cortas el rollo— apartó mechones de su pelo rubio para dejar su cuello expuesto y pegar sus labios, aun imitando a la rubia— calla y bésame de una puñetera vez. Te quiero, Lexa

Clarke se giró un poco para poder acceder a los labios de la morena y perderse en la mirada verdosa de aquella maravillosa mujer:

— Mi querer a Clarke— parecía que les gustaba intercambiarse los papeles, esbozó una sonrisa divertida— sácate una teta.

Dijo esto último emitiendo un gruñido. Lexa sin dejar de perderse en aquel azul claro, ni borrar su sonrisa, acarició la mejilla de Clarke. La atrajo con delicadeza, para fundirse con un beso lleno de sentimiento. Aquel avión siempre había sido como un pecado para la rubia:

— ¿Hoy también me vas hacer masturbarme? — Preguntó apoyando su cara en el hombro de la ojiverde que la miraba con tanta adoración— o ¿hoy te toca a ti?

Lexa riendo por lo bajo negó con la cabeza:

— Verás no sé por qué— dijo apoyando la mano en el muslo de Clarke— pero tengo el absurdo pensamiento de reservarme para esta noche. Podemos emplear este tiempo para sacarnos los trapos sucios antes de dar el sí quiero.

— ¿Preguntas personales incluidas?

Preguntó emocionada Clarke:

— Todas tus preguntas acaban siendo personales. A ver, que se te pasa por la cabecita.

Clarke se acomodó sobre Lexa, para mirarla mejor y quedar agarradas de la mano:

— ¿Alguna alergia?

Lexa esbozó una carcajada:

— ¿Enserio? Todas las preguntas que puedes hacerme y resulta que me haces esa

— Quiero empezar desde la más trivial

— La única alergia que tengo es a hacienda por lo demás ninguna que yo sepa— Esbozó media sonrisa— yo no te pregunto, sé que tienes alergia a la piel de melocotón

Clarke achicó los ojos:

— Te odio por esos detalles, solo consigues que te quiera más

— Cuanta bipolaridad

— siguiente pregunta ¿Animales de compañía?

Lexa hizo un mohín y negó con la cabeza:

— Los animales no me desagradan, pero bastante tengo con que Anya ocupe mi casa algún que otro día a la semana.

Clarke frunció el ceño. Anya era guapa, bueno en palabras mayores parecía una jodida modelo. Y desde que le dijo que había sido su ama y luego su tutora, no sabía si le iba a gustar que fuera a su casa, porque a fin de cuentas ya no iba a ser solo el piso de Lexa, también iba a ser de ella. Lexa también estaba buenorra y le costaba creer que en ningún momento las dos se hayan sentido atraídas. Con lo sexual que podía llegar a ser la morena:

— Pero ¿Vas a seguir dejándola dormir en casa?

— Es mi amiga— dijo seria— ¿por qué le voy a negar que se quede en mi casa siempre que lo necesite?

— Es que ya no solo es tu casa, ahora va a ser nuestra casa

Clarke tenía la ligera sospecha de que aquello acabaría en discusión. Sin embargo, una sonrisa se ensanchó en el rostro de la morena, que sin quererlo ni beberlo se lanzó a los labios de la rubia, que entre beso y beso curvó la comisura de sus labios:

— ¿Y eso?

— ¿tiene que haber siempre una razón para besarte? — Suspiró— pero si el día de mañana viene Raven necesitando un techo, yo no tendría problema en aceptarla en casa, porque es tú amiga y la quieres. Anya es mi amiga, es más, como una hermana, es bienvenida a mi casa siempre que quiera. Al igual que Octavia. ¿Algún problema con Anya?

Clarke negó con la cabeza:

— Más preguntas

— ¿Tú no tienes ninguna?

— prefiero ir descubriendo las respuestas con el paso del tiempo.

— Hijos ¿Te gustaría tener?

Lexa siguió sonriendo, pero el brillo de sus ojos se apagó un poco:

— Si no te importa tenerlos, los querría y aceptaría como si fuesen míos.

Clarke frunció el ceño:

— ¿Qué pasa piensas usarme de incubadora? No soy una fábrica de niños.

Lexa esbozó una sonrisa nerviosa, bajó la mirada hasta su mano que se mantenía inmóvil en el muslo de la rubia:

— Sí, creo que es un dato que debes saber antes de decir sí quiero— dijo después de haberlo meditado durante unos minutos— Clarke, yo no puedo...— era algo que le costaba decir— no puedo tener hijos, pasé por una intervención quirúrgica algo complicada

— ¿Puedo preguntar qué clase de intervención?

Lexa alzó una ceja:

— Analiza la pregunta— soltó una risita— lo acabas de hacer. Fuera culpabilidades Clarke, te responderé todo, porque lo quiero todo contigo y para ello he de ser trasparente. Pasé por un embarazo complicado, abortaba o moría, la matriz quedó dañada, mirándolo por otro lado me liberé de sufrir las terribles menstruaciones.

Y de nuevo Clarke sintió como si hubiera metido la pata. La dolía y mucho, escuchar todo aquello, tanto como para sentir culpabilidad, aunque la morena claramente pidió que no se sintiera así. Pero como bien le dijo en la madrugada, era difícil no escuchar la voz de Emerson cuando menos se lo esperaba. Todo lo que vivió Lexa, tenía que haber sido ella. Un puto secuestro con rescate. Lo que no entendía porque con Lexa fueron distintos. Era una Woods, ¿Qué pasa? ¿con una Griffin hubieran sido más considerados?:

— Deja de hacer eso

Dijo Lexa abrazando a la rubia:

— ¿El qué?

— Te estas sintiendo culpable.

— Intento no hacerlo, pero...

— Pero nada, eso es el pasado— pasó el dedo índice por la punta de su nariz— te quiero.

Clarke curvó la comisura de sus labios y se abrazó, ocultando su rostro en el cuello de la morena, como siempre olía tan bien:

— Yo también lo quiero todo contigo

— ¿alguna pregunta más?

— ¿Enserio que Anya y tú nunca?

Lexa puso los ojos en blanco:

— Por dios Clarke, ¡no! — esa vez si movió su mano para acariciar suavemente su muslo— ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

Los dedos índice y corazón comenzaron a moverse por el hombro de la ojiverde, mientras ponía voz inocente:

— Y ¿con Octavia?

— Clarke— dijo algo irritada— ¿te pregunto si te has liado con Raven? Octavia es como una hermana.

— Vale, no preguntaré más sobre las tías que te has podido enrollar— Lexa curvó una comisura de sus labios, esa preciosa media sonrisa— ¿alguna del trabajo que deba saber?

Lexa volvió a poner los ojos en blanco y gruñó:

— Clarke, que te quede bien claro— juntó su rostro con el de la rubia, hasta que las puntas de sus narices se rozaban— tú eres la única mujer a la que me he entregado al cien por cien.

De eso era consciente la rubia, pero le gustaba escuchárselo decir. Le podía el temor, que, quitado sus miedos a ser tocada, le diera por experimentar con otras. Era Lexa Woods, la que corrió por todo un supermercado huyendo de una chalada porque se había tirado a todas las mujeres de su vida, exceptuando a su madre y abuela. Y si aparecía alguien con la misma paciencia para conocerla, en el fondo era una mujer de ensueño.

Después de estar mirándose durante unos segundos, volvieron a chocar sus labios. De nuevo, la morena cambió su repertorio de besos. Desde por la mañana sus besos habían sido afables, pura miel sobre sus labios, lengua suave explorando su boca, caricias entre aquellos músculos húmedos. Pero el beso de ese instante era fogoso, su lengua se volvió ruda penetrando en su boca, en busca de su compañera, para batallar tan apasionadamente. La rubia acabó a horcajadas sobre ella, a pesar de lo incomodos que eran los puñeteros asientos. Besos llenos de fuego, aunque las manos parecían estar discordes, paseando inocentemente por la espalda de esta:

— Clarke— dijo recuperando algo de aliento— a este paso, eso de reservarse a la noche lo mando a la mierda— esbozó una sonrisa y puso voz jocosa— sácate una teta

La rubia se mordió el labio mientras carcajeaba, paso sus manos por la nuca:

— Dilo Lexa

Ambas se miraron y rompieron a reír, antes de decir de manera sincronizada y fingiendo rudeza:

— Follaaar a Clarke

— Follaaar a Clarke

Era temprano, pero debían irse preparando y pillar buen lugar para el festival de Rock. Octavia estaba esperando en la puerta del edificio dentro de su coche. No sabía por qué, pero mientras esperaba a que la morena bajara, se llevó la palma de la mano a su boca expulsando aliento para olerlo y verificar que no le apestase. Maldijo, porque ella no hacia esas cosas, no se esforzaba por ir detrás de las chicas, eran ellas quienes la perseguían. Pero, Raven estaba rompiendo todos los esquemas. Inteligente, alegre, divertida y viendo como salía de su portal, joder tremendamente atractiva. Tenía una camiseta de los Scorpions que dejaba ver su ombligo, unos pantalones vaqueros ajustados con agujeros en las rodillas, el pelo suelto, sujeto por unas gafas de sol y botas militares. En su espalda llevaba una mochila y una bolsa con la tienda de campaña. Ambas quedaron que una pondría sacos de dormir, tienda de campaña y la otra pondría, bebida y comida. Total, que Octavia quedó boquiabierta.

La morena metió todas las cosas en el maletero y montó rápido en el coche:

— ¡Buenos días! — siempre tan enérgica— O. estoy tan excitada me sudan hasta las cejas, ¿Tú estás igual?

— ¿de excitada? Si

Dijo mientras encendía el coche, claro que Raven lo decía en plan de emoción y Octavia lo decía, porque en cuanto tenía a la de los ojos castaños cerca se le encendía el termo tanque:

— Este es el plan, me interesan My Chemical romance, system of a Down y Disturbed

— Lo vas a dar todo

Dijo Octavia esbozando una sonrisa:

— Ya te digo— dijo poniendo cara picarona, introdujo la mano en el bolsillo y sacó un par de condones— Festival de Rock, sexo asegurado

En ese instante la ojiverde apretó fuertemente el volante. ¿De verdad? Iban a ir juntas a un puto festival y tenía pensado ir de ligoteo, encima con tíos. Eso le pasaba por fijarse en una bisexual:

— ¿No tienes una sensación extraña?

Preguntó ladeando la cabeza y pensativa. Sacó el móvil y miró si tenía llamadas perdidas o mensajes. Hacía días que no hablaba con Clarke. Dio por hecho que lo habían arreglado, porque de lo contrario ya habría recibido un SOS:

— ¿Cómo qué?

Siguió cuestionando Octavia con amargura:

— Siento como si estuviera pasando algo o va a pasar algo que deba saber— miró ceñuda a Octavia— ¿has hablado con Lexa?

— Si te preocupa tu amiga...

Era de entender que desconfiase de Lexa:

— No digo que sea una sensación mala, si no, una no sabría decirte...— miró el móvil— y ¿si llamo a Clarke?

— No— negó con decisión— es su ultimó día juntas Raven, no jodas seguro que estarán dándose azotes— esbozó una carcajada— conociendo a Lexa, tu amiga regresará más relajada tardará un año en acumular estrés.

Raven achicó los ojos:

— Vaya, como la pintas ¿tan buena es en la cama? Y ¿Cómo lo sabes? ¿es que la folladora bipolar y tu...?

Octavia hizo un mohín de asco:

— Por dios, es como una hermana para mí.

Flashback

Las autoridades detuvieron a los padres de Octavia cuando tan solo tenía doce años. A su padre por posesión de drogas y a su madre por prostituir a una menor. Desde que tenía uso de razón, la vida de la ojiverde nunca había sido como la de una niña normal. Nunca tuvo derecho a conocer la inocencia. Cuando quedó en manos de la justicia y los servicios sociales un especialista dictaminó que debía ser tratada en un centro psiquiátrico donde recibiría apoyo y compartiría con gente que había vivido lo mismo. La cosa es, que Octavia pasaba y prefería guardar silencio.

Cuando llegó al centro la llevaron hasta la habitación donde la tocaría dormir. En su fuero interno deseaba que le tocara una habitación sola, pero tuvo la mala suerte de que le tocó junto a una muchacha que ni se atrevió a mirarla cuando entro. Estaba sentada sobre una de las camas, apoyada en el cabecero de la cama, estaba vestida con el pijama del centro y en sus manos tenía un libro, la recién llegada giró la cabeza:

— Edgar Allan Poe— frunció el ceño— ¿no eres muy joven para un autor como ese?

La chica no levantó la vista del libro:

— ¿No eres muy joven para conocer a Edgar Allan Poe? — Negó con la cabeza, totalmente seria— Cuando un loco parece completamente sensato, es el momento de ponerle la camisa de fuerza— Alzó la mirada en ese instante, ojos verdes como ella— pareces muy cuerda para el sitio donde estás ahora mismo.

— Lo mismo se puede decir de ti

Dijo Octavia que aún permanecía de pie con sus pertenencias en las manos. La otra chica cerró el libro y lo dejó a su lado, para prestarla más atención, aun sin moverse de su cama:

— Puedes sentarte en tu cama que no te voy a comer

La recién llegada fue hasta su cama, tiró sus cosas y la ropa que le dieron para que se cambiara y se sentó:

— No busco ser tu amiga

Dijo Octavia con bordería, la otra chica se encogió de hombros con cierta indiferencia:

— Tampoco pretendo que lo seas.

— Tú también pareces muy cuerda para estar aquí

Siguió comentando:

— Tengo doce años y estoy leyendo a Allan Poe, demasiado morbo con la muerte para mi edad, niña

Se levantó por fin y se acercó hasta Octavia, joder que mirada más intensa, se acercó tanto hasta quedar a centímetros:

— Oye— dijo incomoda Octavia— ¿Qué haces?

— Puedo verlo en tu cara, tú también eres una niña mala

— ¿Niña mala?

— Que tienes pinta de ser puta

Lo dijo así sin más. Toda la frialdad con la que hablaban se esfumó. Y sin previo aviso Octavia se lanzó sobre la otra chica para tirarla de los pelos:

— Retira eso maldita zorra

Gritaba Octavia que en un principio parecía estar ganando, pero en un momento se vio contra el suelo y recibiendo ostias por parte de la otra. No tardaron en aparecer los encargados de esa planta para separarlas:

— Lexa otra vez no

Decía una de las mujeres mientras tiraba de ella. El otro sostenía fuertemente a Octavia que miraba con fiereza a Lexa:

— No la quiero como compañera

Gritaba mientras peleaba con la enfermera:

— Será mejor que os tranquilicéis— dijo el celador— ya no quedan más habitaciones ni camas vacías.

La primera que fue soltada fue Octavia, que se dirigió hasta su cama de mala leche mientras se recolocaba el pelo:

— Me ha llamado puta— dijo a pleno grito— quizás aquí la única puta sea ella

Dijo señalándola. Lexa comenzó a reír, con temor la soltaron. De nuevo regresó a su posición inicial, agarró el libro y lo abrió, no sin antes añadir una última cosa, que descuadró por completo a Octavia:

— Nací para ser una niña mala— se encogió de hombros— nunca lo voy a negar.

Fin del Flashback

Al llegar a las vegas ambas se separaron para vestirse. A Lexa le daba un tanto lo mismo, directamente se puso uno de sus trajes que se ponían en la oficina. Clarke, miró su repertorio de vestidos, todos coloridos, floreados, por suerte tenía uno blanco. Al menos eso, casarse de blanco. Era romántico casarse en clandestinidad, pero echaba en falta a una madre que la peinase y la sonriese, a una amiga que la sostuviera de su mano y la diera ánimos, mientras que saltaban juntas pegando brincos como histéricas.

Miró la hora, quedaba poco para reencontrarse en la capilla. Estaba bien ese sitio, se intentaba convencer, podían elegir temáticas. La típica vestidos de Elvis Presley. Se sentó, sentía que se quedaba sin aire... mierda, sentía no, prácticamente se estaba quedando sin aire y comenzando a hiperventilar. Agarró el móvil y ya que no podía enviar el mensaje SOS, hizo la llamada SOS:

— Ya decía yo que estaba pasando algo hoy

Respondió la voz de Raven, a lo lejos se escuchaba música heavy. Clarke, comenzó a hablar mientras hiperventilaba:

— Raven— cogía y soltaba aire rápido— Estoy— hiperventilación— en las— mano al pecho, se iba a desmayar— las vegas

— eh, eh — dijo preocupada Raven— tranquilízate y dime que haces en las vegas

— Lexa— sin aire— yo— agarró una bolsa y se lo llevó a la boca— casarnos

— ¿Qué? Dios mi Clarke, me estás diciendo que te has casado

— No— tomo aire soltó aire— me voy a casar ahora, o me iba a casar— comenzó a llorar histérica— no sé qué hacer me ha entrado el cánguele.

— Relaja pezones— intentaba calmar Raven— ¿Cómo llegaste a la conclusión de hacer esa locura? Joder que polvos debe de echar para acabar en las vegas.

— RAVEN

Gritó Clarke, aun con la respiración acelerada:

— A ver, pero cuando aceptaste lo hiciste ¿por qué te sentiste presionada o algo? ¿te ha obligado?

— NO— se tapó la cara— nunca me ha obligado a nada, es más la primera vez que me lo propuso me negué y lo respetó, luego fui yo quien dijo de venir a las vegas

— ¿Entonces?

— Me ha entrado la inseguridad— se levantó y comenzó a caminar de un lado para el otro— y si nos vamos a vivir juntas y no estamos echas la una para la otra, o si ocurre todo lo contrario me enamoro todavía más de ella y llega a la conclusión que no me quiere y se va con otra.

— A ver Clarke, ¿quieres a Lexa?

— Si

— Mira si te sientes insegura creo que debes hablarlo con ella y si no, pues te casas y si la cosa no funciona pues para algo el diablo inventó a los abogados. Hagas lo que hagas te apoyaré.

Clarke se llevó la mano a la boca y comenzó a morderse las uñas:

— Y si hago la de Julia Roberts— se asomó por la ventana— creo que hay un caballo fuera puedo darme a la fuga, salvo que aún no me he puesto el vestido.

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