capítulo 34

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Como dijo Lexa, Anya fue enseguida al piso. Aunque para la rubia era algo innecesario, estaba de duelo, no se iba a suicidar. Pero aun así se empeñó que estuviera acompañada. Lo cierto es que la chica no la molestó en un principio, se encendió la televisión y se lio a beber cervezas en el salón. Aún era temprano, decidió quedarse en la cama otro rato, incluso volvió a quedarse dormida.

Cuando abrió los ojos se encontró a esa larga mujer, apoyada en el marco de la puerta cruzada de brazos y observándola dormir. Eso le perturbó un poco la verdad. Al ver que había abierto los ojos esbozó una sonrisa amable:

- duermes como un lirón- ¿por qué siempre tenían que compararla con un animal? - te he preparado desayuno.

Se separó del marco y salió al salón, dejándola sola de nuevo.

Flashback

Llevaba un mes de convivencia con Raven. La chica era un poco bala perdida, todo lo contrario, a lo que era Clarke. Iba a la universidad, en eso sí que era aplicada, no se perdía ninguna clase, pero tampoco se perdía una sola fiesta y en cuatro semanas se llevó a la casa tres amantes diferentes. Dos chicos y una chica. Por separado claro. Si ya se escandalizaba al descubrir que mantenía relaciones sin estar casada o comprometida, sumándole que los mantenía con ambos sexos, si le hubiera dado por hacer una orgia ahí se le da algo. Con el paso del tiempo se fue haciendo a la idea, más que nada, porque la chica tenía otras facetas que irritaba a Clarke, era desordenada. Odiaba el desorden y en más de una ocasión acabó regañándola, mientras se liaba a limpiar como una loca:

- Raven, vivimos dos en esta casa, podrías ayudarme a limpiar

Raven estaba jugando al Tekken con la PS2 e ignorándola casi. Curiosamente siempre jugaba con el mismo personaje, llamado como ella Raven:

- Claro que puedo- aporreaba el mando- pero no quiero

Clarke gruñó de pura frustración. La primera semana intentó buscar otro piso, pero a buen precio, cerca de la universidad y en alquiler solo estaba ese. Comenzó a pasar la aspiradora por todo el salón, interponiéndose entre la visión de la chica con la pantalla de la tele:

- Ohh Nina Williams me ha ganado pisoteándome los huevos- tiró el mando al sillón- muchas gracias, Clarke.

- No hay de que- se puso con los brazos en jarra- ahora que te han clavado un tacón en los huevos ¿por qué no te dejas llevar por los estrógenos y limpias la cocina? Tengo que estudiar

- Si mamá- dijo con parsimonia la morena apagando la consola- Por eso no tengo nada serio, las mujeres demasiado obsesivas con la limpieza y los hombres demasiado gorrinos.

- Habló la hibrido

Raven abrió el frigorífico y agarró una manzana que comenzó a comer cuan gorila hambriento:

- Eh- dijo mirando a Clarke- limpio no es el que más limpia si no el que menos ensucia, no quitaré el polvo, pero te recuerdo quien cocina eres tú bonita. No ando con ñoñerías, si comida al horno o al vapor, solo mancho una sartén, tú ensucias veinte

- exagerada y te estas comiendo mi fruta, otra vez.

Terminó de pasar la aspiradora, la guardó en el trastero y se apoyó en la barra americana, observando como su compañera fregaba:

- ¿por qué eres bisexual?

Clarke tan curiosa como siempre. Raven frunció el ceño y miró a Clarke:

- ¿Por qué eres heterosexual?

- Porque solo me atraen los hombres y no me imagino acostándome con una mujer- puso cara de asco- aunque me estoy reservando para el amor de mi vida, tampoco me he acostado con un hombre.

Raven puso expresión de sorpresa y rompió a reír:

- Punto uno, soy bisexual por la misma razón que tú eres heterosexual. No me levanté un día y dije "oh dios mío quiero hacerme bisexual" y no quiere decir que me sienta atraída por todos los hombres ni todas las mujeres. Muchas y no quiero mirar a nadie, se piensan que por mi condición sexual me voy a insinuar- se apoyó a la encimara con una mano mientras miraba a Clarke- o las voy a violar, que se bajen del carro que no son miss universo. Punto dos, ¿enserio Clarke? Pero que no estamos en la época de la inquisición. Los orgasmos solitarios están bien, pero cuando es con otra persona- fingió que le temblaba el cuerpo, emitiendo el sonido de Homer Simpson cuando piensa en rosquillas- es fabuloso

- Tampoco- se ruborizó y le daba cosa decir la palabra masturbación, así que bajó la voz avergonzada- me he tocado

Raven puso los ojos como platos y cruzó los dedos haciendo una cruz:

- Aléjate de mí bicho raro, saca tu vena koala y vete a dormir

- Yo no duermo como los Koalas- se levantó para irse a la habitación y estudiar- aun quedamos las que creemos en el amor.

- demasiados años a pan y agua Clarke. Si ya de adolescente piensas que has malgastado demasiados años conservando la virginidad, imagina de adulta. Vas a ser una ninfómana

- hay cosas más importantes que el sexo

Dicho aquello fue a la habitación para estudiar. Al rato acabó echándose una siesta.

Fin del Flashback

Solo se había cruzado con Anya una vez. La otra no contaba, ya que estaba esposada y con los ojos tapados. Quizás era buen momento de conocerla. Octavia tenía la misma fama de mujeriega que Lexa y aunque no había profundizado con su vida personal, estaba claro que su pasado era igual de turbio que de su mujer. De nuevo juzgó mal por las apariencias. Porque resultó ser de lo más leal:

- No te acostumbres- le dijo la chica al salir del cuarto- yo nunca hago el desayuno, me lo hacen a mi

Típico de dominante o amo. Vaya, fue muy amable, pero aquel desayuno era el más grasiento que había visto en su vida. Huevos fritos, beicon, huevos revueltos, sándwiches y tortitas. ¿pero qué pensaba que comía hasta por los codos? Fue hacerse esa pregunta y recordar que apenas había comido el día anterior:

- Gracias

Se sentó enfrente de Anya, que tan solo se iba a beber un café:

- No hacía falta que vinieras de verdad

- Sin problema- le regaló una sonrisa- Lexa me ha dejado dormir muchas veces aquí, que de menos que devolverla el favor

Clarke asintió mientras sostenía el vaso de zumo encima de la mesa:

- No habrá tenido problemas Lexa al dejar ya sabes, de ser ama

Anya soltó una risita:

- Heda sigue existiendo bonita, eres su esclava- se abrió el periódico- te refieres al rincón del castigo- se encogió de hombros- bueno ha bajado un poco la clientela, pero sin problema.

- ¿No te enfada?

La chica la miró con una ceja alzada:

- ¿por qué? Ella es feliz contigo, nunca hay que interponer el trabajo ante la felicidad personal y ya iba siendo hora de que esa cabezota se diera la oportunidad.

Clarke se mordió el labio inferior intentando ocultar una sonrisa y llevarse el vaso a la boca, pegó un buen trago del zumo. No había olvidado que la gritó y echó en cara muchas cosas, de las que no tenía culpa, aun así, la ha seguido apoyando:

- Anya- llamó la atención de la mujer- ¿puedes explicarme como es la perfecta sumisa?

La chica puso expresión picara y dibujó una sonrisa, enrollando el periódico y dejándolo encima de la mesa:

- ¿quieres que te enseñe?

Clarke negó con la cabeza:

- Ya tengo ama

Anya puso los ojos en blanco y chistó con la lengua antes de seguir:

- Ya lo sé, porque la conozco y por ese anillito que llevas en el dedo- se apoyó en el respaldo- no es lo mismo un tutor que un amo. El tutor no practica BDSM con el alumno, puede hacer demostraciones sí, pero mayormente es teórico y quien diga lo contrario es que se está aprovechando de ti. Seguro, sensato y consensuado, grábate esas palabras en la cabeza, cualquiera que falte a eso, es que no entiende una mierda.

- Bueno antes de conocer nada de este mundo pensaba que os dedicabais a maltratar a las personas.

- Demasiada ignorancia o mente cerrada- dio un sorbo a su café- hubo un estudio que demuestra todo lo contrario. Que la gente que practica el BDSM está más equilibrada que uno que no lo practica. Existe mucho respeto hacía la otra persona - suspiró- ni todos los amos somos iguales ni todos los sumisos. Está el sumiso que se entrega al cien por cien, hay a amos que eso les encanta, pero no es de mi gusto, poco juego, están las rebeldes, me encantan los sumisos rebeldes, porque siempre anhelan más. Hablando de consenso, no me metería en el metaconsenso ni loca, a no ser que tenga una relación de años y conozca al sumiso o sumisa.

Ya lo comentó una vez Lexa. Que al entregarse como esclava su relación debía de ser metaconsenso:

- Mi relación con Heda es de metaconsenso

Anya negó con la cabeza:

- Que no se engañé ojitos verdes, lo intentó, pero le puede el miedo a hacerte daño sin saber tus límites. Ya le eché la bronca en su día ¿a quién se le ocurre? Primero debes saber hasta que eres capaz de soportar y que es lo que te gusta. No a todos los sumisos les gusta que les azoten, le susurren guarradas. Los hay quien le gusta hacer de muebles, hacer de muebles, que les peguen patadas en los genitales e incluso que les pisen la cara- esbozó una carcajada- controlando la fuerza claro. No todo se basa en látigos y fustas, está lo más básico, como los juegos de rol, unas esposas o unos simples arañazos en la espalda. La mayoría del mundo ha llegado practicar BDSM sin ser conscientes, solo que nosotros lo vemos como otro tipo de vida- se encogió de hombros- los hay que lo incluyen para no aburrirse, a nosotros nos llena, lo que nos falta en una relación vainilla, lo encontramos adquiriendo estos tipos de papeles, porque no deja de ser rol, dominante sumisa- amplió su sonrisa- toma nota pequeño saltamontes. Vamos a conocer tus límites, tus gustos y como de sumisa eres, como salgas swich Heda lo lleva chungo.

- ¿Por qué?

Preguntó apartando el plato a un lado y apoyando ambos codos en la mesa. Al menos estaba consiguiendo entretenerla:

- Hasta ahora has sido sumisa

Clarke asintió con la cabeza:

- El Swich adquiere los dos roles, dominante y sumiso. ¿alguna vez has sentido curiosidad por dominarla?

- A Heda no- sincerándose- pero a veces me gustaría llevar más la voz cantante con Lexa, que es igual de dominante.

- pues lo llevas claro, intentó ser mi sumisa y lo único que consiguió fue castigos de verdad.

- ¿eso qué significa?

Volvió a suspirar y dejó caer los hombros:

- pero que verde estás. Está bien, confunden los azotes, latigazos y toda la parafernalia con los castigos ¿Cómo va a ser un castigo cuando el sumiso siente placer? Los castigos son como, por ejemplo, mandar hacer abdominales, ponerle mirando contra la pared, hacer flexiones y luego está el del silencio, un poquito de juego psicológico. En eso lo tiene chungo Lexa, vives con ella.

Estuvieron un buen rato hablando sobre diferencias, juegos y reglas del mundo BDSM. Luego profundizaron un poco más conociendo los gustos de Anya, lo que se entretiene en su tiempo libre. Hay un día a la semana que se la dedica a desconectar, a salir de fiesta y no quiere decir que siempre sea a clubs, también se divierte en casa de amistades, es el día donde se bebe y se fuma, luego prefiere ser de lo más profesional el resto de la semana, también le contó batallitas que vivió junto a Lexa el último año:

- una vez salíamos de ver un partido de baloncesto- comenzó a gesticular con las manos animada- y se acercó una loca con una mano gigante de gomaespuma y comenzó a darla, la tocó correr por todo el recinto al parecer era la madre de una chica a la que partió el corazón.

- por qué no me extraña

- ¿De quién es la culpa?

Dijo Anya defendiendo a su amiga:

- Lexa siempre iba con la verdad por delante, a todas les decía lo mismo, nada serio ni nada de amor- apiló las cosas para recogerlas- pero siempre acababan loquitas por sus huesos. Quitando lo evidente, por su fama de que folla como los demonios y que está buena, luego en el fondo es un cacho de pan y eso que no la has visto cuando está cerca de un niño, se derrite prácticamente se convierte en uno.

- Soy testigo

Dijo carcajeando cuando recordó el día en el hotel, cuando se puso a jugar con aquel niño vestido de sheriff. Una de sus tantas facetas que la sorprendió y le encantó. Miró la hora, ya habían pasado muchas horas. ¿Cuánto tiempo se pasaría hablando con Gustus? Preocupada agarró el móvil y se debatió en si llamarla o dejar pasar más tiempo. Lo cierto es que se pasaban mucho tiempo juntas. Sopesó la idea de que hubiera quedado con Octavia o entretenido con temas de la empresa.

Pasó otro par de horas y la que comenzó a preocuparse fue la misma Anya. Le dijo que solo estaría fuera un par de horas, pero no se imaginaría tanto. Tenía cosas que hacer, tampoco podía tirarse todo el día acompañando a Clarke, aunque había hecho buenas migas:

- ¿te dijo que tardaría tanto?

Preguntó Anya mirando su reloj:

- No, solo dijo que iba hablar con su padre y que regresaba enseguida

- A mí también me dijo lo mismo

Ya no esperaría más, la llamaría por teléfono, pero que mierdas no se lo cogía. Llamó a Octavia, le aclaró que no había hablado con ella en todo el día. Llamó a su despacho, Harper que salió hacía muchas horas. Aquello ya la estaba estresando y mosqueando. No había ni 48h. que sus padres murieron y no tenía buen presentimiento con esa incertidumbre. Con decisión, fue hasta el cajón donde tenía las llaves de los vehículos y pilló la primera que estaba más a mano. Cuando bajó hasta el garaje ¿de cuál era? Apretó el botón y esperó algún pitido o luz que chivase el coche adecuado. Me mato pensó Clarke al ver tremendo Ferrari rojo. Pero no quería perder tiempo en cambiar las llaves así allá que fue. Todo su interior olía a nuevo, estaba regulando el asiento cuando tocó tela, levantó la mano para ver de que era. Unas bragas uy que raro, puso una cara de asco y las tiró en el asiento de atrás. Pero cuanto fetichismo tenía esa mujer por la ropa interior.

Fue hasta la empresa con el corazón en un puño, ese coche se ponía a 100 a la mínima. Y cuando llegó lo que vio solo consiguió alterarla más, había coches de policías. Aparcó en el parquin exterior y fue a mirar de que se trataba. Dios no, era lo único que pensaba. Rezaba que el retraso de Lexa fuera para arreglar aquel estropicio, pero no la vio a ningún lado. A quienes si vieron. ¿Ese era Finn? Y ¿Cómo se llamaba? Así Ontari. Con decisión se coló por las cintas de plástico. Y fue hasta el chico moreno como una exhalación, esquivando a tres agentes que quisieron pararla:

- ¿Clarke qué haces aquí?

- eso me pregunto Finn ¿qué haces tú aquí? ¿Dónde está Lexa?

- Sácala de aquí Finn

Ordenó Ontari, mientras estaba agachada al lado de un pequeño charco de sangre. Dejando pálida a la ojiazul:

- Finn ¿De quién es esa sangre?

El chico moreno le agarró del brazo la arrastró hasta a fuera:

- Soy el agente Finn Collins- comenzó a explicarla- estábamos investigando ciertas ilegalidades en esta empresa por eso nos tocó hacer de agentes en cubierto, pero nos hemos visto obligados a salir a la luz- suspiró y apoyó la mano en el hombro de la rubia- lo siento, tengo malas noticias que darte...- la cabeza se la iba- Lexa Woods ha sido...- se tambalea- ¿Clarke?

Se desmayó. Gracias a que Finn estaba cerca y la pudo sostener, alzándola en brazos la llevó hasta una de las ambulancias que había en el lugar y la tumbó en la camilla. Ontari le hizo señas para que fuera a su lado. Debajo de un coche habían encontrado el maletín que llevaba por la mañana con los documentos, solo que ya no estaban, tan solo el micro y la grabadora. Ambos agentes se miraron. La morena rebobinó un poco de cinta y le dio al Play:

- debiste haber muerto hace mucho tiempo

La voz de Gustus:

- Eres un enfermo- decía con rencor la voz de Lexa- maldito hijo de puta.

- Cuidado- sonó amenazante- o puede que acabes muerta antes de tiempo

- Inténtalo, te aseguro que no será tan fácil

Ahí acabó la grabación:

- Agentes

Les atrajo la atención uno de los compañeros del FBI. En su mano llevaba un walki:

- Estamos recibiendo señal.

Los dos se intercambiaron miradas durante unos segundos y echar acorrer. Ontari le dio el maletín con el equipo de escucha:

- envíalo al equipo técnico y que lo analicen- comenzó a ordenar con rapidez la chica- todos al furgón. Quiero que me digan de donde proceden las señales y que manden un equipo ¡YA!

Clarke despertó en el hospital, en una de las habitaciones de urgencias, esperaba ver primero a Lexa, pero a su lado solo se encontraba Raven y Octavia. Con el semblante preocupado. La rubia trató de incorporarse temprano, pero las chicas la detuvieron:

- no te levantes Clarke

Dijo Raven:

- tienes que tranquilizarte, acabarás enfermado

Añadió Octavia:

- ¿Dónde está Lexa?

Dijo con un hilo de voz Clarke. Las chicas intercambiaron miradas, pero la que terminó por hablar fue Raven:

- Clarke, por favor tienes que estar tranquila

- No voy a estar tranquila- comenzó a decir histérica- hasta que me digáis de una puta vez lo que está pasando.

- No ayudas comportándote así

Dijo ceñuda Raven. La rubia, ya pasó de la preocupación a la histeria y el cabreo, cegada se incorporó y agarró de la pechera a su amiga, encarándola como una loca:

- Y tú no ayudas ocultándome las cosas- dijo entre dientes- Donde. Está. Lexa

- Díselo Raven

Al final solicitó Octavia mientras la ayudaba a soltarse de su agarre. Ya fuera de sus zarpas, la morena suspiró e iba abrir la boca, cuando el teléfono móvil de O. comenzó a sonar. Salió hasta el pasillo, justo donde podía ver a las dos amigas, por si tocaba intervenir de nuevo. Aunque ambas estaban con la mirada fija en ella.

Clarke sentía el corazón desbocado y cuando vio la reacción de Octavia todavía más:

- Mierda- dijo colgando el teléfono y mirándolas desde el pasillo- no os mováis enseguida vuelvo.

Seguidamente comenzó a haber ajetreo por los pasillos. Muchos de los celadores pasaron corriendo, detrás también unos guardias de seguridad y algún que otro médico de guardia. ¿no iban a tener un segundo de descanso? En el mostrador del frente, se pudo ver a una enfermera con un teléfono, el cual se la escuchó:

- ¿Psiquiatría? Una mujer alterada está armando jaleo en urgencias

Tanto Clarke como Raven se miraron y como si hubieran metido un petardo en el culo, echaron a correr. ¿qué horas serían? Temprano no, desde luego ya que por la ventana se veía que era de noche. Estaba claro, que a cada día que pasaba era peor. Anhelaba regresar a Ontario. 

El medico dictaminó que al menos debía quedar ingresada una noche, para estar en observación. Eso no le gustó a Lexa cuando despertó, pero tampoco armó el mismo jaleo que cuando llegó a urgencias. Raven y Octavia tan cabezotas se pasaron la noche acompañando a Clarke. Era obvio que no estaba bien. Ninguna de las dos lo estaban. En los últimos días eran como si hubieran atraído a la mala suerte como imanes. Menudo comienzo de matrimonio.

Raven quedó acompañando un rato a Lexa, en lo que Octavia y Clarke fueron a por café. La morena despertaba y dormía, también por los calmantes para aliviar el dolor de las heridas. El medicó insistió una última vez para que la chica fuera evaluada psiquiátricamente, pero la rubia seguía negándose. Bastante accedió para la noche de observación. Las chicas estaban enfrente de la máquina expendedora cuando, O. nerviosamente carraspeó:

- Clarke- la pobre totalmente ojerosa y demacrada miró a la ojiverde- Lexa acaba de vivir una experiencia que ha abierto viejas heridas.

- Eso no hace falta que me lo digas.

- Creo... que debes saber algunas cosas para cuando la den el alta- se removió- bueno es una petición por mi parte

- Octavia por favor no andes con rodeos- se llevó la mano a la sien- me va explotar la cabeza.

- está bien, sentémonos

Vaya, pues sí que va a ser larga la petición para solicitar que se sentasen. Otra vez, a plantar el culo en aquellas sillas tan incomodas:

- Habla

- Clarke quiero pedirte que tengas paciencia con Lexa ahora.

Clarke frunció el ceño, pero ¿qué insinuaba? Siempre había sido paciente con Lexa. Bueno en un principio la irritaba mucho más. Cerró los ojos y dejó que Octavia se explicase:

- Tú no la viste cuando la conocí- le agarró de la mano- se cerrará en banda, incluso que dejé de hablar, días incluso semanas. Te lo digo porque sé que la puedes ayudar, pero no la obligues deja que sea ella la que te hable a ti, no la trates como una inútil que no sabe hacer nada, los libros la distraen y de alguna forma la ayudan, se vuelve una autentica devoradora así que ya puedes tener un repertorio de libros.

- ¿y Yo? ¿A mi quien me ayuda? Quiero a Lexa, pero...

- Raven y yo estaremos ahí para ti- le apretó fuertemente de la mano- siempre y te ayudaremos con Lexa. Le gusta Edgar Allan Poe, Jane Austen, Shakespeare, Alejandro Dumas, Emily Brontë

- No tiene pinta de leer ese tipo de literatura

- Es muy profunda cuando se lo propone.

Dijo ampliando una sonrisa:

- Eres una buena persona.

Octavia tenía razón, Lexa lo poco que habló en el hospital fue para dejar claro que ni Luna y ni Clarke saldrían solas a ningún lado y que contrataría guardaespaldas. Sobre todo, para Clarke. Gustus dio a entender cierta obsesión para ella. También lo movió todo y pagó un funeral para Cage. Del cual acudió sola, no dejó que Clarke fuera con ella. Ni si quiera la dijo que era el asesino de sus padres. Pero Cage despertó solo, no le dejaría irse al infierno o al cielo solo. Era su hermano el niño malo. Incluso conservaba la chaqueta de cuero.

La primera semana la rubia hizo lo que le aconsejó Octavia, no la presionaba para hablarla, aunque ella si lo hacía. Lo primero que hacía al despertase era darle los buenos días y besarla. Aunque no tuviera respuesta. Le dio un libro Flores en el ático de V.C Andrews. Algo que no sirvió de nada. Debido a los puntos dormía boca abajo, mayormente mirando dirección contraria a Clarke.

Debido a la frustración, a la rubia le costaba conciliar el sueño, y acababa durmiendo tarde, en ocasiones por seguir escribiendo y otras se sumó a leer confesiones de una sumisa que le recomendó Anya. Claro que lo hacía siempre que Lexa dormía, no quería que lo tomase como una insinuación.

Así día tras día. Ya estaba a punto de terminar el libro, así que comenzó a tener más reuniones con las editoriales. Lexa decidió delegar en Octavia y sorprendentemente Harper. Su secretaria tenía estudios y era inteligente, capaz de adquirir el puesto de vicepresidenta. La mayoría de las veces cocinaba la rubia. Comida sosa, demasiado verde y libre de grasa. Por eso, siempre que se iba, llamaba a Octavia y la pedía que la llevara hamburguesas o pizzas:

- Algún día tendrás que salir Lexa

Dijo Octavia mientras agarraba un trozo de pizza:

- No estoy preparada

- Clarke existe ¿Sabes?

- Lo sé

Respondió mientras devoraba su trozo de pizza:

- ¿Enserio? Ha pasado mes y medio - siempre que iba la echaba los sermones de siempre- llegará el día que se canse. Ella también es humana y sufre, deja de ser una cabezota egocéntrica.

- No llamo la atención de nadie- sonó molesta- yo no voy lloriqueándole a nadie, no pido nada, solo que me dejen en paz.

- ¿quieres que Clarke te deje?

- No, tan solo digo que no hago nada para llamar la atención

Octavia tiró la corteza en la caja:

- ¿qué te pasa Lexa? ¿Por qué no hablas de lo que se te pasa por esa cabeza?

- Mañana también tiene reunión- refiriéndose a Clarke- quiero hamburguesa.

La chica rompió a reír:

- Ni hablar- se levantó y agarró el trozo de cartón, para que Clarke no lo supiera- quieres hamburguesa, se lo pides a tu mujer. Porque te recuerdo que todavía sigues teniendo mujer.

Hasta la mismísima Clarke se había alejado un poco, ya no había buenos días, ni buenas noches y no le culpaba. Era cierto que a veces echaba de menos ese gesto. Por la noche estaba repasando uno de sus capítulos, cuando giró la cabeza y se encontró con la mirada verdosa, totalmente fija en sus piernas. Vaya si aún existía en su campo de visión. No fue mucho más allá de una leve mirada, puesto que al rato cerró los ojos para quedarse dormida. La observó durante un rato. Echaba de menos sus payasadas, su sonrisa, el sonido de su risa, sus abrazos cálidos incluso sus besos. ¿Hasta cuándo tenía que ser paciente? Mes y medio ni si quiera había tocado el libro.

Se levantó antes para hacer la comida, ni si quiera sabía porque la cocinaba, apenas lo tocaba. Iba a enchufar la maquina al vapor cuando Lexa apareció en la cocina y le entregó un papel:

- ¿Qué es esto?

- La lista de la compra- vio la bolsa de judías verdes e hizo un mohín- es que siempre haces comidas insípidas y demasiado verdes, para comer hierva me voy a pastar al campo

La rubia la miró con enfado:

- Llevo semanas haciéndote la comida y me lo agradeces diciendo que es insípida- miró la lista- chuletas, hamburguesas, pizzas, patatas fritas... vamos que te quieres morir con el colesterol alto.

- Clarke, prefiero morir con el colesterol alto y haber vivido sin privación de nada

- el día que salgas a correr y vuelvas hacer deporte te compro estas guarradas

- La carne es proteína- ya picada- tengo un metabolismo rápido, además que no he engordado

- No se trata de engordar- la rubia se puso con los brazos en jarra- se trata de cuidar tus arterias- se giró y se lio a guardar las cosas- si es que aun tienes corazón.

Llegó a susurrar, últimamente la rubia estaba presionada por la editorial para que terminara la novela y sentía que vivía con una desconocida. Se dejó llevar por un impulso, volvió a mirar a la morena, sí, aquello le hizo pupa:

- Lex- dijo con arrepentimiento- perdona

La ojiverde agachó la cabeza y salió de la cocina. Eh hizo lo que mejor se la daba en los últimos días, tumbarse en la cama. Clarke fue hasta la habitación:

- Intento tener paciencia contigo, Lexa- ya no podía callar más- pero... no puedo esperar a que hables cuando ni si quiera veo que pones de tu parte- Lexa seguía sin mirarla- apenas cruzamos cuatro palabras al día- suspiró intentando retener la humedad de sus ojos- hice lo que me aconsejó Octavia, paciencia, te he demostrado que estoy aquí, incluso busqué un dichoso libro para ti, que ni has tocado...

- comprendí entonces el secreto que llevaba tanto tiempo tratando de penetrar, ese botón secreto que hace surgir el amor..., el deseo físico, sexual, no dependía de estar en absoluto desnudo, dependía de los ojos- se sentó al borde de la cama, agarró el libro y fue hasta Clarke para dárselo- el secreto del amor estaba en los ojos, en la manera que tenían las personas de mirarse las unas a las otras, en la manera en que se comunicaban y se hablaban los ojos cuando los labios estaban inmóviles sus ojos me habían dicho más de mil palabras- Clarke agarró el libro boquiabierta- me lo leí al poco de dármelo y luego me lo releí, una y otra y otra vez- se apartó para volver a sentarse en la cama, cerró los ojos y siguió recitando- y no era únicamente su forma de tocarme, acariciarme, tiernamente; era la forma de tocarme al tiempo que me miraba de aquella forma... -abrió los ojos- ya me lo sé de memoria.

Clarke asintió agarró fuerte el libro:

- Te traeré otro

- No hace falta. Con verte, escribir o leer me es suficiente.

- Será que nunca te pillo haciéndolo

- Visión panorámica amplia- pareció curvar algo una de las comisuras de sus labios- incluso cuando te pusiste a leer confesiones de una sumisa.

- Esa fue porque me lo recomendó Anya- dijo totalmente ruborizada- para informarme y añadirlo al libro

Lexa alzó una ceja:

- ¿siempre me vas a saltar el mismo cuento? - aquello fue como un deja vu, como cuando Clarke fue a ver a Heda por primera vez miró el reloj de la mesilla- vas a llegar tarde a tú reunión.

Bueno al menos es día habían hablado el doble de lo que hablaron la última semana. Puede que sea un avance. Quizás era lo que necesitaba, sacar algo de carácter:

- No tardaré

- ¿está Henry abajo?

Henry era el guardaespaldas. Siempre que Clarke salía la esperaba en la puerta con el vehículo ya preparado para acercarla donde fuese. Al menos en que fuera acompañada a todos lados en eso era insistente:

- Si desde hace un buen rato

Lexa se levantó y agarró sus cosas de aseo, no sin antes decir una última cosa:

- Ya sabes qué hacer si ves algo raro

- Llamar a Finn o a Ontari

- Confió más en Ontari- la rubia la miró ceñuda, Ontari no era santo de su devoción. Pues iba apañada porque Finn no era santo de devoción para Lexa- Finn es un capullo que solo quiere meterse debajo de tus bragas.

- Mal vamos porque Ontari pretende hacer lo mismo contigo

Lexa pasó de seguir hablando, sabía que dijes lo que dijes aquello acabaría en pelea. Era consciente de la forma en que la miraba Ontari, incluso desde la primera vez que se vieron. La diferencia es que Finn se despistaba siempre que tenía a Clarke cerca o sacaban el tema de su mujer. Ontari seguía manteniendo su profesión por delante. Por eso confiaba antes en ella.

Clarke apretó los dientes, agarró el bolso y salió del piso. Aquel gesto le recordó las primeras veces que había ido aquel lugar. Cuando se topaba con el muro invisible de Lexa. Paciencia. Se repetía una y otra vez. Ya había conseguido algo aquella mañana. Lo que no sabía cómo tomar su último comentario. No quería que se acercara Finn a ella por su lado posesivo o porque aun la seguía queriendo. No la besaba, no la tocaba nada. ¿Qué cojones la estaba pasando que no se abría a ella?

Lexa regresó a viejas "costumbres" duchas frías, restregarse cada centímetro de piel, topándose con una nueva cicatriz, cerrada pero su color rosado dictaminaba que estaba a flor de piel. Una nueva cicatriz echa a órdenes de aquel que fue su padre. Cuantas veces deseo de pequeña que la abrazara como el resto de padres a sus hijos, jugara con ella o la aplaudiese cuando tocaba el violonchelo. Las heridas físicas se cierran demasiado antes que las internas, y todo su interior era pura hiel, feo, sucio... demasiado temprano para dejar entrar a Clarke.

Ejercicio. Eso es lo que la pidió a cambio la compraría las dichosas hamburguesas. Quería darle judías. Joder antes se volvería a comer la pasta pegajosa de patatas que servían en el centro psiquiátrico. Agarró el teléfono para hacer una llamada. Octavia estaba trabajando, Raven tenía no sé qué reunión de trabajo, ¿Quién quedaba?:

- ¿Otra vez comida basura?

- Se saluda antes- dijo Lexa poniendo los ojos en blanco- no, te quiero pedir un favor. ¿Estás muy ocupada? Necesito que me acompañes a hacer unas compras.

- NO- dijo animada Anya- vas a salir, enseguida voy.

- Sin alegrarse demasiado, que ya me está dando ansiedad de solo pensarlo.

Por suerte había unos almacenes de deporte cerca de donde vivía, incluso no hacía falta ir en coche, pero no estaba preparada para pasar tanto tiempo fuera. Sí, había desarrollado cierta agorafobia. Y cierta obsesión paranoica de que podían estar siguiéndola. En el momento que un extraño se acercaba ésta rápidamente se apartaba:

- ¿dime que estamos buscando?

Preguntó Anya a la vez que agarraba una mancuerna de un kilo:

- Clarke dice que no me compra chucherías si no hago ejercicio

Anya comenzó a carcajear:

- Para quemar calorías ya sabemos cuál es el mejor ejercicio- se llevó las manos a la parte de atrás de la cabeza y comenzó a mover la pelvis hacia delante y detrás- en vertical, horizontal, de costado hasta haciendo el pino puente ¿Dónde está Heda?

Lexa puso expresión afligida y se sentó sobre un escalón de step, se llevó las manos a la cara:

- voy a perder a Clarke

La sonrisa de Anya se le borró y enseguida se sentó a su lado:

- ¿por qué dices eso? Ella te quiere

- Que no llore no quiere decir que no me duela- apoyó los codos en las rodillas- ella espera de mi todo. Y aunque no llegaron a mucho, me siento, sucia, asqueada y violada. No sé si puedo dar a Clarke... necesito tiempo. Ella merece algo mejor que esto, soy un puto lastre.

- Habla con ella y explícaselo, seguro que lo entenderá

Lexa era cabezota y negó con la cabeza:

- O intenta... - se mordió el labio, pensativa- no tienes que ser que le des todo de sopetón. Poco a poco. Quieras o no Clarke es un gran apoyo para ti y si el día de mañana te falta, aunque no quieras admitirlo eso lo único que va a conseguir es hundirte más.

- ¿Y si le doy un poco y exige más?

- La comunicación es una gran herramienta cariño. Mira no he conocido a una mujer que te quiera y te adore más que Clarke. Por el amor de dios- dijo sonriendo- se merece el puto cielo por todo lo que está aguantando- le dio una palmada en el muslo- ¿Qué tal si seguimos buscando? Todo sea por las hamburguesas grasientas.

- Amen- dijo levantándose- ¿Sabes que la dije esta mañana?

- ¿el qué?

Preguntó levantándose y pasándose las manos en el culo para limpiarse de polvo:

- que en vez de darme de comer me daba de pastar como las cabras

Anya carcajeo:

- Pues el genio que se gasta Clarke seguro que no le ha gustado

Lexa esbozó media sonrisa y comenzaron a caminar por el pasillo:

- No- miró ceñuda a Anya- ¿Diario de una sumisa?

- Buscaba un libro y le recomendé ese

- ¿Y a mí no me recomiendas ninguno?

- Pídeme lo que quieras de Megan Maxwell ¿qué te parece ese?

La morena puso los ojos en blanco:

- Empresario rico, dominante, se enamora de una secretaria sumisa... No, demasiado comercial.

- ¿Dime en que se diferencia de tu vida? Empresaria rica, dominante y se enamora de una sumisa.

- No me he enamorado de mi secretaria- se encogió de hombros- y puede ser muy dominante cuando se lo propone.

Anya frunció el ceño. Lexa era el ser más dominante que había conocido. Hablando en la intimidad o una sesión BDSM:

- ¿Dejarías que Clarke te dominara?

- Ya lo hace- pero dejando claro- en la vida cotidiana, la cama es otro mundo.

- Por qué me da en la nariz que esa mujer acabará cambiando las tornas.

Lexa paró para mirar unas barras para hacer dominadas. Estaban bien, se podían sujetar con el marco de la puerta, aunque otras con un taladro podía anclarlo a la pared. Bueno, y también se podía aprovechar para otro tipo de juegos:

- Creo que meas fuera del tiesto Anya, sabes que eso de ser dominada no me va.

- Lo que tú digas

Al final compro la barra para las dominadas, unas mancuernas, un banco para hacer abdominales y ropa de deporte, ya que estaba, la que tenía estaba muy vieja. Y como lo tenían bien merecido hicieron parada en un restaurante chino.

Clarke se esperaba al llegar, el cenicero lleno y una peste a tabaco que no podía con ello. Es lo que pasaba muchas veces cuando salía. Que Lexa aprovechaba para hincharse a fumar y no es porque le llevara tabaco, no, de eso ya se encaraba Octavia, Anya e incluso Raven alguna que otra vez. Señor le dolía los ovarios le tenía que bajar. Genial un plus para su estado de ánimo. Sorpresa, cenicero vacío y Lexa se hallaba subida a unas escaleras anclando una barra a la pared:

- ¿qué haces?

Bueno, estaba sorprendida si, esa cosa era anti estético para el salón. La morena paró la taladradora y miró a la rubia:

- Querías que hiciera ejercicio a cambio de traer comida a casa- señaló la barra y las cosas que había comprado en los almacenes- bien pues esto es para hacer dominadas y he comprado más cosas. No saldré a correr, pero quemaré calorías ¿te vale ese trato?

Clarke alzó las cejas:

- Eres una glotona

Lexa bajó de las escaleras y desenchufó la taladradora:

- tírate un mes a base de agua y pan duro, acabarás valorando la comida por muy poco sana que sea.

Eso fue una puya muy certera. Clarke cerró los ojos y suspiró, no de abatimiento, si no que no lo había mirado de ese modo. Ni Lexa le hizo entenderlo de esa forma. Siempre con sus escusas del tema de la estética. Cambiando de tema, abrió su bolso y sacó otro libro:

- Sé que me dijiste que no te trajera ninguno- se lo tendió para que lo cogiera- aun así te lo he traído.

- Gracias- miró el título y alzó una ceja- el lado explosivo de Jude

Dijo con cierta mofa mientras curvaba levemente la comisura de los labios. Vale, ahí sí que Clarke hizo trampa. Se le quería leer y esperaba hacerlo después de que terminara Lexa, el rubor no taró en hacerse notar en su rostro. Dejó el libro encima la mesilla y señaló la barra:

- ¿Qué gustaría probarla?

Clarke abrió los ojos como platos y se puso más colorada, la última vez que tuvo una barra de ese estilo sobre su cabeza acabó atada a ella:

- ¿qué?

Lexa apretó los labios para no reír y bajó la cabeza, la rubia siempre pensando mal:

- Hacer dominadas- se puso debajo mirando a la ojiazul, pegó un brinco y comenzó hacer dominadas trabajando lo que era los bíceps y dorsales- Así adquieres un poco de fuerza en esos bracitos tan flojos

Clarke achicó los ojos y en lo que bajaba le incrusto suavemente en su abdomen, joder en ese momento estaba tan duro como una piedra. Al menos eso pensó Clarke. Lexa se soltó dibujando media sonrisa. Vale ahí se derritió la rubia, hacía mucho que no veía esa sonrisa:

- Vamos- dijo empujándola hasta quedar debajo de la barra- podemos hacer un circuito, yo hago dominadas, tú con las pesas, luego paso con tabla de abdominales y tú con las dominadas, así sucesivamente- Clarke miró con miedo la barra- así te quitas de tonterías con las cositas al vapor.

Clarke la señaló con el dedo índice. ¿Por qué siempre acababa dejándose convencer para hacer esas cosas? Ya lo sabía, eran sus ojos verdes, su media sonrisa, sus labios. Mierda como echaba de menos besar esos labios:

- Una dominada o como se llame el ejercicio ese

Pegó un brinco y hasta ahí bien, después de eso no era capaz de subir ni encogiendo las rodillas:

- Cuando hay una cadera entre tus piernas bien que sabes sostenerte en lo alto

Y la fuerza se la fue soltándose de golpe. Lexa se mordió el labio inferior, bajo la cara e intentó ocultar lo chistosa que le pareció Clarke en ese instante. Con que facilidad se perdía con un comentario como aquel:

- Si me distraes así- dijo colorada entre el esfuerzo y la vergüenza- normal que no pueda

- Un último intento

Clarke gruñó y volvió a saltar. No, Lexa tenía razón era una floja. ¡Jesús! Sintió las manos de la morena en sus caderas ayudándola a subir. Demasiado acabó sintiendo flojera y resbalando. Apunto de darse la cabeza con la pared, pero de nuevo, la ojiverde toda ágil y rápida puso su mano en medio, pillándose y pelándose los nudillos. Aunque su atención no estaba en aquel golpe, su otra mano rodeaba la cintura de la rubia y sus ojos azulados la tenían atrapada en otro mundo. Muy despacio fue incorporándola sin dejar de mirarse:

- ¿Me sigues queriendo?

Preguntó de sopetón la rubia, apenas tenía aliento, estar tan cerca de Lexa sentía que se lo estaba robando. Se lamió los labios y tragó saliva:

- Eres mi vida, Clarke

Dejando se llevar por el consejo de Anya, le tocó comenzar de nuevo. Poco a poco. Cerró los ojos y mue lentamente se inclinó hasta que sus labios se rozaban tímidamente, hasta quedar pegados, moviéndolos con delicadeza, las manos de Clarke subieron por su espalda hasta llegar a su nuca y atraerla aún más. Notando la humedad de su tímida lengua acariciando sus labios, que deseosa aceptó entreabriendo su boca para dejarla entrar. Clarke, con respiración acelerada y pulso disparado se pegó mucho más a su cuerpo, de nuevo recorrió su espalda, descendiendo sus manos, hasta querer introducirlas debajo de su camiseta. Aquel gesto hizo que Lexa reaccionara separándose unos centímetros:

- ¿Quieres ver una película?

Eso sí que no se lo esperaba ¿Qué había hecho mal?:

- Octavia me trajo la saga de pesadilla en Elm Street

- Luego te quejas de que no te dejo dormir

- No pasa nada- dibujó media sonrisa- además, no sé qué tiene de terrorífico Freddy Krueger al final de todas las películas la protagonista le pega una paliza, en una la tía aprende karate le patea el culo que no veas.

- Está bien- se dio por vencida la rubia- total no hay mejor cosa que hacer.

Y porque negarlo, le hacía ilusión hacer algo con Lexa después de tanto tiempo y algo de terror seguro le baja el calentón de ese beso.

Eso era peor que la película de zombis que vio en el autocine. Clarke comenzó abrazada al cojín y esconderse en el momento vísceras. Lexa mirando la televisión curvaba sus labios. Ya no sabía si era por la película o porque con su súper visión la veía cagarse de miedo:

- Clarke- dijo riendo por lo bajo- anda ven- levantó el brazo para que la rubia tuviera más acceso para un abrazo- no me puedo creer que te de miedo ese moñas.

Clarke no dijo nada, pero sin pensarlo aceptó encantada el poder rodearla con sus brazos y poder esconderse en su regazo. Llegado la escena en que muere Johnny Deep, cuando es tragado por una obertura en la cama y lo único que se ve es un gran chorro de "sangre":

- Mira, esa será tu entrepierna en un par de días cuando te baje la regla.

- Aj- dijo Clarke poniendo un mohín de asco- pero que ordinaria.

- Eres una cavernícola Lexa- dijo imitando a Clarke mientras apretaba los labios para no reír- te vas a morir de colesterol, estoy empezando a ovular y estoy irritable.

Ese tipo de comentarios incitaban a Clarke para seguir con el juego e imitar a Lexa. Joder, hacía tanto tiempo que no la escuchaba decir gilipolleces como esas, lo único que la salió era abrazarla más fuerte y reír:

- te echo de menos

Acabó diciendo, cerrando los ojos dejando a una lágrima deslizarse por su mejilla, acabando su recorrido en la comisura de sus labios, saboreando la humedad salada de aquella gota:

- Y yo tengo miedo

Clarke alzó la cabeza para mirarla:

- Darán con Gustus- trató de tranquilizar a la morena- tengo fe en ello

- No es ese tipo de miedo. Solo hace falta un día de felicidad para que ocurra alguna desgracia- puso expresión afligida- el secuestro- tragó saliva- tengo miedo a decepcionarte ¿y si me vuelve a ocurrir lo mismo? Y si no puedo darte lo que necesitas.

Clarke juntó su frente con la mejilla de Lexa:

- Un abrazo, un beso y escuchar tur payasadas, creo que no exijo mucho.

Abrazos, eso sí que podía darla, todos cuantos necesitase. La estrechó entre sus brazos y beso sus cabellos rubios:

- No soy independiente porque así me saliese- tenía su barbilla apoyada en su cabeza- me ha tocado ser independiente porque nunca he tenido lo que la mayoría de los niños, una madre que me soplara una herida antes de ponerme una tirita o un padre que me protegiera de mis pesadillas. Y aunque lo desafiara- la voz se le quebró- aunque me ignorase, a mis ojos era mi padre, me hizo esto Clarke- Lexa había recibido tantos golpes en su armadura que acabó rota, todas las lágrimas que no había derramado desde que tenía diez años aparecieron de golpe, como un tsunami de dolor imparable- la única figura paterna, dejó que me secuestraran, me convirtió en niña mala, miró mientras me formaban como puta...

- Lex

Clarke comenzó a llorar. La ojiverde se aferró al dolor y ahora lo estaba expulsándolo, un dolor que se podía sentir de todas las maneras posibles. Las tornas cambiaron ahora era la morena quien estaba abrazada sobre su regazo:

- Mi padre me marcó física y emocionalmente. Mi padre me usó como chivo expiatorio y mató a mi mejor amigo. Volvió a secuestrarme, dispuesto a ver de nuevo como abusaban de mí. Estoy rota por cada costado, y cada fragmento rajado fue por su culpa. Por el que fue mi padre. Dime que haces amando a un lastre roto como yo.

- ahora lo ves así, pero eres mucho más que eso, solo date tiempo.

La sesión de películas terminó en ese instante. Lágrimas, más lágrimas hasta que su alma quedó seca, tan seca que acabaron durmiendo. Completamente abrazadas.

-----------

Cuatro de la mañana, aun con los ojos pegados fue hasta el baño. Estaba hecha mierda, nunca en la vida se había sentido así, pero con cierta ligereza, su interior ya no pesaba tanto. Se lavó las manos y se acostó de nuevo. Le reventaba levantarse tan temprano para ir tan temprano. Clarke siempre con su sueño profundo, podía caer una bomba que no se enteraría. Se arropó y se dispuso a dormir de nuevo, pero al abrir los ojos quedó paralizada:

- Cage

Cage estaba agachado al lado de su cama, mirándola con cierta decepción:

- ¿Vas a dejar que ganen Lexa?

- ya han ganado

- No- rugió Cage- eres Heda, sobreviviste perdida en el parque forestal de Portland, con fiebre que pudo haberte matado, si te caes te levantas

- Aj- hizo un mohín la morena- vete al infierno y déjame en paz

- No lo haré niña astronauta- en sus manos tenía un libro- saca tu genio y empieza a salir de tu escondite. Eres mejor que Gustus Woods- le dio el libro- cabréate.

Lexa se sentó al borde de la cama y miró con el ceño fruncido el libro. Era el conde de Montecristo. Alzó la cabeza, pero Cage ya no estaba. Suspiró fuertemente:

- Me siento como Whoopi Goldberg en ghost- musitó- posiblemente esté loca

--------------

Cuando abrió los ojos ya era de día y vio a Clarke tratando de no hacer ruido mientras se vestía. Sin éxito, ya que se encontraba maldiciendo al darse que sus medias estaban rotas. Se subió al vestido y de manera torpe comenzó a quitárselas, para no caer tuvo que apoyar una mano en la cómoda:

- pero que mierda, joder- abrió el cajón- ¿Dónde estaban las otras?

Lexa se sentó sobre la cama y dibujando media sonrisa:

- me parece que las vi en el cesto de la ropa sucia.

Clarke se sobresaltó, girándose con una mano en el pecho:

- Mierda, ¿te he despertado?

La morena negó con la cabeza, se levantó y fue hasta su cajón. Sacó una caja de medias sin estrenar y se las dio a su mujer. Clarke sonrió mientras abría la caja para ponérselas, ya llegaba tarde. Se sentó en la cama cruzando las piernas. Lexa se arrodilló y le quitó las medias de las manos:

- ¿Me dejas?

Con delicadeza, comenzó a deslizar aquella fina tela color carne por una de sus piernas. Sus dichosas manos eran puro fuego sobre su piel, tuvo que aferrarse fuertemente a la cama. Sus ovarios la iban a estallar y solo la estaba poniendo unas medias, no quitándoselas:

- Tienes unas piernas preciosas

- ¿No era mi culo lo que te gustaba?

Preguntó Clarke antes de morderse el labio. Lexa comenzó a ponérselo por la otra pierna, esbozó una sonrisa:

- Me gusta todo de ti, levántate- pidió para terminar de subírselas por debajo del vestido- tu culo solo me crea fetiche

Se incorporó hasta ponerse a la altura de la rubia y le colocó un mechón rubio detrás de la oreja. Clarke al completo era su fetiche, curvó la comisura de sus labios:

- ¿Es normal que me haya puesto cachonda al ponerte unas medias?

La rubia rompió a reír mientras negaba con la cabeza, sorprendiéndose al verse atraída por unos fuertes brazos, a la vez que chocaba sus labios, que respondió encantada entreabriendo su boca. Un beso esperado pero leve:

- Lo que exiges, besos y abrazos, quiero añadirle un plus- aferró sus mejillas- te quiero- se sonrieron bobaliconas- ahora vete antes de que me odies por llegar tarde.

- Joou- musitó quejumbrosa- vale, no tardo

- ¿está Henry abajo?

- Lex- dijo Clarke agarrándole de las mejillas- como todas las veces que salgo, sí, y como siempre te digo sé a dónde llamar si veo algo raro. Te quiero

Al descubrir que Gustus era el nuevo cabecilla de la mafia, la interpol dio por hecho de que había regresado a Europa para esconderse de las autoridades. Lo que no sabían es que era un hombre muy rencoroso. Él no se iría a Europa, tenía otros planes y era invadir Estados Unidos. Concertando reuniones con matones de poca monta, con chorizos, camellos, lover boys, creando alianzas y los que no, iban al pozo de los cadáveres. Pero su guerra, era con la única persona que se le había escapado dos veces. Tiempo al tiempo. Se decía o aconsejaban:

- señor, está ampliando su imperio- decía uno de los empleados más fieles- las venganzas para cuando ya esté establecido.

Gustus había cambiado su aspecto físico, había engordado, cortado la barba y el pelo, también se tiñó de castaño claro y comenzó a usar lentillas.

- Lo sé y créeme que la próxima vez esa perra no me pillará tan descuidado.

- ¿Por qué tanta obsesión? Tan solo es una chica.

Comentó otro de los hombres. Bueno tan solo era un jovencito. Gustus suspiró y negó con la cabeza:

- Romero

No le hizo falta que dijera nada más, giró la cabeza hasta el otro chico, sacó su arma y PAM, un disparo entre ceja y ceja. Hizo señas a los otros dos hombres que estaban a cada lado de la puerta que enseguida acudieron para recoger el cadáver. Era un crio y por segundos sintió compasión, era un comentario ¿por qué matarlo por esa estupidez? Fácil, porque podía. Europa era suya y Estados Unidos comenzaba a serlo:

- Señor- dijo entrando otro al despacho- chicas nuevas

- Romero- Miró a su empleado- ve a divertirte con los chicos, mañana vendrán los encargados de los clubs a por ellas.

- Gracias señor Woods

Gustus miró al recién llegado y sacando un habano de su caja de puros:

- ¿Alguna virgen?

- Casi todas son vírgenes, señor

Woods rio para sus adentros:

- Bien, en ese caso me apunto a la fiesta.

Lexa estaba desfogando adrenalina intentando analizar su sueño, llevaba un buen rato machacándose, estaba empapada de sudor y eso que llevaba un top negro bien ajustado y un pantalón de chándal a juego igual de ajustado, realzando sus glúteos. Gustus Woods seguía prófugo de la justicia, era un dichoso capo de la mafia. Diez dominadas, diez abdominales, trabajo con mancuernas trices, deltoides y piernas. Otra vez a las dominadas. Que se cabrease ¿para qué? Lo único que le causaría sería úlceras. Siempre había pensado que sus secuestradores, que todos sus secuestradores habían muerto. No todos. Se soltó de la barra y fue hasta la estantería, ahí tenía una edición del conde de Montecristo. Se le pasó por la cabeza un poco loca y para nada acorde a sus principios. Bien ahora sabía porque debía cabrearse. Se secó un poco el sudor con la toalla y agarró el teléfono. Pero fue interrumpida por el timbre. Con precaución observó por la mirilla. Ese sí que era una visita sorpresa, abrió la puerta:

- Ontari

La agente le recorrió la mirada de pies a cabeza:

- Wau, si algún día lo tuyo con Clarke no funciona, por favor llámame

Lexa puso los ojos en blanco y se hizo a un lado para que ésta pasara:

- ¿Alguna noticia de Gustus?

- No- dijo mientras iba directa al sillón, sentándose al sillón y cruzándose de piernas- es una visita social- miró a su alrededor- ¿desfogándote? Conozco un gimnasio mejor que esto

- Gracias, pero estoy bien así

Pegó unos buenos tragos de su bebida isotónica:

- ¿qué ha sido de la Lexa que conocí?

- Quizás no fuese esa la verdadera Lexa, ¿has parado a pensar eso?

Ontari esbozó una sonrisa:

- metería la mano en el fuego por que sí

- Te puedes quemar- regresó hasta la barra de dominadas esta vez para hacer diez negativas, antes era una mujeriega que huía de todo.

Ontari se levantó y se puso delante suya con los brazos cruzados:

- Y ahora también huyes recluyéndote aquí

Lexa frunció el ceño, dejó las dominadas:

- Tú también vas a venir con los sermones.

Ontari sacó un cuadernito de su bolso y apuntó una dirección, arrancó la hoja y se la entregó:

- Eres fuerte Lexa, despierta de una puta vez- se iba a dirigir a la puerta, pero de nuevo la encaró- no es un secreto que me gustas, me gustaste desde un principio, pero no te confundas no soy Finn, como miras a Clarke sé que estás a años luz de que pueda tener nada contigo, pero al menos déjate ayudar, es un gimnasio muy bueno, dile al encargado que vas de mi parte y no habrá problemas. Regresa Lexa.

Dicho aquello salió del piso. Lexa apretó la mandíbula suspiró fuertemente con los brazos en jarra. Eso ya no había sido un sueño. Ontari si había sido real. Pegando un gruñido fue hasta el teléfono y realizó la llamada:

- Octavia- dijo con seriedad- mañana voy a la empresa, quiero tener una reunión contigo y Harper, no tan temprano- en ese instante entró Clarke y no traía buena cara- sabes que no me gusta madrugar.

- ¿Ocurre algo?

- Nada, avisa a Harper

Colgó el teléfono y miró con temor a la rubia, que estaba ceñuda y con esas arruguitas que solían formársele cuando se enfadaba. Aunque lo que llevaba en sus manos captó su atención, dibujando una sonrisa:

- ¿Eso es para mí?

- Si- dijo dándole la bolsa de mala gana- me encontré con Ontari, pregunté si era por la investigación, no, era porque la apetecía verte

Lexa estaba abriendo la bolsa sonriente:

- ¿celosa?

- No es un secreto que esa está loca por tus huesos.

La morena se llevó cuatro patatas a la boca y en plan cavernícola habló con la boca llena:

- Lo sé me lo acaba de decir

- ¿Y lo dices así? - La recorrió con la mirada, joder toda sudada y su abdomen definido al descubierto- ¿Y la recibes así?

La ojiverde entre carcajadas se acercó a la rubia:

- ¿Qué culpa tengo yo de que sea tan atractiva para volverlas todas locas? Debías de haberlo sabido antes de casarte conmigo- le agarró de las manos- Clarke, no debes preocuparte Ontari no me atrae, ninguna mujer me atrae, solo tú

Clarke se mordió el labio y comenzó a balancearse de un lado para el otro como una niña pequeña:

- ¿Lo prometes?

Lexa rompió a reír. Música para los oídos de la rubia. Soló sus manos de deportista atractiva sudada, las posó en su cadera y la atrajo, embriagándola con su dulce aroma mezclada con el sudor. Eso no era bueno para Clarke, despertaba partes de su anatomía que creía olvidados y cuando acercó sus sexys labios para besarla. Joder, tenía que controlarse para no colgarse de su cuello y rogarla que la llevara al cuarto.

Gracias a que la hamburguesa recuperó toda su atención. Parecía una niña chica comiendo esa guarrería. Vaya, no hacía falta un libro para sacarla una sonrisa, sino una dichosa hamburguesa del McDonald:

- ¿te has machacado mucho hoy?

Preguntó mientras se sentaba a su lado y agarraba un par de patatas para comérselas:

- Primero me desgasté masturbándome salvajemente, ya que unas simples medias me pusieron cachonda.

Ay que Clarke se nos ahoga. Lexa carcajeando le dio unas palmaditas en la espalda:

- Estaba bromeando- Clarke la dio un empujón- leí un poco el libro que me disté.

- Con esas cosas no se juega- dijo irritada Clarke- por casi ardo en combustión espontánea imaginándote

Lexa puso expresión picara:

- ¿Y qué imaginaste?

- No voy a decir nada

Respondió Clarke ruborizada:

- ¿Por qué? - Preguntando con su voz erótica- vamos escritora- se acercó para susurrarla con sensualidad- sé que me lo vas a saber detallar muy bien.

- Mejor no jugar con fuego

Dijo Clarke tragando saliva e intentando controlar el ritmo de su respiración:

- ¿Por qué? - Puso su mano en su muslo- ¿temes entrar en combustión espontánea?

- comenzabas rozándote los labios...

- Quiero todos los detalles, Clarke, soy tu ordenador y estas escribiendo una escena de sexo, comencé a rozarme los labios ¿aquí? O ¿En la cama? Vestida o desnuda, ¿emplearía algún juguete? - Su aliento le rozaba el rostro, no le ayudaba si no hacía más que excitarla- cada detalle.

- Lexa ayudó a su mujer poniéndola las medias, el roce de su piel le resultó excitante, como la tela subía por sus piernas desnudas le pareció de lo más erótico- tenía que esforzarse para estar concentrada, ya que su mano no paraba de acariciarla la pierna- sitió ganas de poseerla de forma salvaje en ese instante, mierda...

se distrajo cuando la morena empezó a besarla en el cuello, de forma suave, la humedad de su lengua y luego el cálido aliento acariciando su piel, totalmente de gallina:

- No pares- ordeno la morena con un susurro- sigue, Clarke

- Clarke también se excitó mucho, las manos de Lexa sobre su cuerpo era como un rayo cayendo sobre el océano, la electricidad viajaba a cada centímetro de su cuerpo hasta despertar la humedad de su sexo, pero muy a su pesar se tiene que ir a una reunión, quejumbrosa y maldiciendo sale del piso- se humedeció los labios, cerró los ojos y ladeo la cabeza- Lexa se quedó sola en la habitación, todo su interior ardía, la excitación se podía notar en su entrepierna palpitante, necesitaba desahogarse...

- ¿En la habitación?

Preguntó dándole un mordisquito en el lóbulo:

- Si- dijo con un hilo de voz- si

Lexa se separó un poco, mirándola con deseo, sus pupilas oscurecidas y comenzaban a dilatarse, le agarró de la mano y comenzó a guiarla hasta la habitación:

- Si ocurría en la habitación tendremos que ir ahí, pero no pares Clarke, sigue relatando

Joder no era fácil cuando lo único que pensaba era, "por dios follame de una puta vez":

- de forma sensual, solo esa que la caracterizaba comenzó a desnudarse.

Lexa se sentó al borde de la cama, Clarke se iba a sentar a su lado, pero la morena se lo impidió:

- No- su expresión estaba llena de picardía- demuéstrame como me hubiera desnudado.

- ¿Cómo?

Preguntó Clarke sorprendida. Joder, Lexa y sus juegos, con lo fácil que era bajarla las bragas en esos instantes:

- Que te desnudes pensando que soy yo, quiero verlo

Lo había descrito como sensual, pero obvio que sus ansias no la ayudaban a ser paciente y mucho menos sensual. Se quitó los zapatos e iba a quitarse el vestido:

- No- dijo Lexa levantándose- ¿Así te imaginas que lo hubiera hecho?

Se colocó detrás de la rubia y agarró sus manos, para guiarla y demostrarla como lo hubiera hecho:

- Hay que sentirse- con sus palmas en el reverso de las manos de Clarke, comenzó a moverlas por todo su cuerpo, por el abdomen, fue subiéndolas, una la llevó hasta su rostro he hizo que se acariciara los labios con las yemas de los dedos, mientras que la otra seguía vagando por cada parte de su anatomía- despertar el deseo aún más aparte del que se tiene, por encima de la tela- no dejaba de susurrarla al oído- pasar las manos por los senos y hallar los pezones erectos, incitando a ser tocados y pellizcados- comenzó a masajear los pechos aun por encima del vestido, Clarke con los ojos cerrados esbozó un suspiro sonoro- tan irresistible el placer tus manos cobran vida, ellas solas buscan la manera de encontrar el camino hasta rozar directamente esos duros picos que te llenan de electricidad- decía introduciendo sus manos por el escote, hasta rozar con la yema de los dedos sus pezones erectos. Clarke notaba la excitación de Lexa al sentir su respiración entrecortada y su necesidad estar a cada vez más pegada a su espalda- cuando ya no puedes más con la estimulación y el calor corporal aumenta, las prendas de ropa sobran, quítate el vestido, pero sin ansias, lentamente descubre tu cuerpo y adorarlo- y como hasta el momento, Clarke obedeció y muy despacio fue quitándose el vestido, quedando su torso desnudo. La rubia sufría por el calentón, pero el gruñido de Lexa dejaba claro que también lo hacía- mierda- dejó el juego de guiar las manos de la rubia para acariciarla directamente- ponte el collar.

Clarke abrió los ojos:

- ¿Ahora?

Lexa la giró bruscamente para quedar cara a cara, para besarla con fiereza, esos besos que llevaba sin darla y que echaba de menos. Clarke gimió demasiado caliente para aguantar una sesión de BDSM:

- Si, póntelo- se separó para mirarla de pies a cabeza- y termínate de desnudar, ahora vengo.

¿La daría tiempo a darse una ducha de agua fría? Buscó su collar que estaba guardado debajo de su cama, junto al resto de... ¡Joder! nunca se había fijado en todo lo que había debajo de la cama, ahí estaba todos los utensilios y juguetes de Heda, incluso la bolsa que solía llevarse en sus sesiones. Lexa entró con un cuenco lleno de hielos, de los que hacía ella, no entendía porque los hacía si compraba también de los industriales. Clarke que todavía no tenía puesto el collar no estaba en el juego, pero Lexa ya estaba en el papel de Heda, sobre todo cuando se desnudó y se cambió de atuendo. Dejando a la rubia con los ojos bien abiertos, se estaba poniendo un corsé medias con unas ligas, pero dejando su intimidad a la vista. Lo dicho, Clarke comenzaría a convulsionar y se calcinaría por su propio calentón. Lexa seguía a lo suyo, poniéndose su famoso antifaz y como hizo en el hotel colocó un espejo a los pies de la cama. Dejó todas sus cosas a mano, a cada lado de la cama:

- ¿Aún no te has puesto el collar? - Suavizó su voz- ¿No te apetece? Puedo cambiar el juego si quieres.

Clarke tenía el collar en las manos, arrodillada en la cama totalmente desnuda:

- Claro que me apetece, solo que me sorprende es ¿por qué ahora?

Lexa o Heda curvó la comisura de sus labios, la empujó sobre la cama y se las apañó para inmovilizarla de manos y con una mano le tapó la boca. Y no la quitaría porque a Clarke le encantó, como explicárselo a una persona que no practicaba esos juegos, que pensaran lo que les diese la gana era excitante y no pasó desapercibido para Lexa:

- Vi cómo te turbabas cuando leías El diario de una sumisa, como tu piel se ponía de gallina- joder su puta voz, era capaz de correrse escuchando solo esa voz- las veces que tenías que beber agua para enfriar tus deseos. Siempre lo deseas, te encanta que te ate, que te amordace- puso su muslo en su entrepierna, aquel contacto hizo que Clarke arqueara la espalda- que te azote, someterte a mí, sea solo sexo o con juegos siempre sometida- pegó mucho más su muslo ahogando un gemido de Clarke con su mano- apuesto que siempre que dejabas el libro sobre tu mesilla deseabas que Heda regresara. ¿Quieres solo sexo? Te lo daré, pero ambas sabemos que los placeres son más intensos cuando jugamos fuerte- le fue retirando la mano lentamente terminando por acariciar sus labios- tu siempre vas a tener la última palabra

Clarke embobada con su mirada tras ese antifaz que la intensificaba muchísimo más. Se lamio los labios para humedecer su boca seca:

- Solo aclárame una cosa- solo conseguía susurrar- ¿lo haces por el placer? O ¿piensas utilizarme para recuperar el control?

Lexa se acercó y la volvió a besar, pero sin dejar sus manos libres:

- ¿crees que recuperare el control con Heda? En el fondo quien lleva los limites eres tú, nunca haría algo que no te gustase, ni que no te resultase placentero- liberó sus manos para abrir sus piernas y colocarse en medio, apoyando las manos en la cama- en el momento que hiciera eso no sería una ama, estaría abusando de ti, no Clarke, nunca te utilizaría. Amo someterte, amo follarte y lo que nunca pensé que experimentaría, amo hacerte el amor. Te amo con cada una de las facetas. Te amo, Clarke- beso a beso hizo recorridos por su mentón, mejilla, cuello- me he perdido estos días y falte mi palabra dejándote sola.

Clarke obligo a mirarla, ojalá se pudiera decir que, con firmeza, pero sus ojos estaban humedecidos como sus sentimientos a flor de piel:

- Estabas sufriendo

Comentó la rubia, la ojiverde cerró los ojos y juntó su frente con la de Clarke:

- Tú también sufrías, aun así, has arrastrado de mí- palpó la cama en busca del collar y lo tiró lejos- físicamente seré rápida, fuerte y soporto mucho más el dolor, no lloro si sangro. Emocionalmente de las dos, tu siempre serás la más fuerte.

Clarke curvó la comisura de sus labios a la vez que una lágrima caía por sus mejillas:

- En más de una ocasión estuve a punto de mandarte a la mierda.

- No te hubiera culpado, pero sí que habría terminado de morir- guio la mano de Clarke hasta la cremallera de su corsé y la incitó para que la bajara- ya no puedo imaginarme mi vida sin ti.

Llegó el momento en que las palabras ya no eran necesarias. Clarke quitó el corsé de Lexa y como había hecho ésta con el collar, lo tiró lejos, fijando su mirada la una a la otra, era como si se acariciaran o besaran con aquello forma de mirar. No se trataba de un acto físico, no se trataba del placer hasta llegar al orgasmo, prácticamente ignoraban sus zonas más erógenas y húmedas, incluso cuando entraron en el juego el movimiento de sus labios. Besos, abrazos, caricias, sintiendo cada centímetro de piel, adorando cada centímetro de su ser. Clarke rodó encima de Lexa, colocándose a horcajadas sobre ella, ésta se sentó para poder abrazar a la ojiazul y aun teniendo sus senos más cerca, prefería deleitarse con su cuello. De nuevo intercambiaban liradas, se besaban y sonreían. Eran dos amantes cuyo amor no solo era un sentimiento, sino un estado, caricias intensas que despertaban las neuronas de su epidermis alimentando su fuego interno, incluso sin ser acariciadas en su sexo o senos llegaban a gemir.

Lexa recorrió a besos estando Clarke tumbada boca arriba, luego boca abajo y viceversa, hasta acabar en la posición inicial. Con la rubia debajo de Lexa:

- ¿Cómo es posible? Al comienzo de la noche solo quería que me follaras de una puta vez- dijo Clarke acariciando con la yema de los dedos su espalda- ahora solo deseo que la noche nunca termine para tenerte así entre mis brazos.

- al comienzo de la noche solo quería azotarte jugar con ciertos contrastes frio y calor, durante un rato montarte como si fueras mi pony y me pasearas por el piso- carcajeo- y por último, follarte hasta que nuestros cuerpos dolieran, pero todo se vino al traste cuando pasé de solido a liquido- beso húmedo- tus besos derriten cada resquicio helado de mi alma- su mano descendía su cuerpo- convirtiendo todo el amor en un inmenso océano capaz de cubrir hasta el pico más alto de la tierra- hasta alcanzar su sexo y comenzó a acariciarlo, Clarke cerró los ojos gimió y echó la cabeza hacía atrás- siempre tuya

Dicho esto último, se deslizó con dos dedos dentro de ella, aunque penetraciones poco profundas, lo suficiente para alcanzar el punto que le volviera loca, con cada entrada y salida acariciarla con su palma de la mano el clítoris, hinchado, muy hinchado por la excitación, del rudo comienzo de la noche, hasta las placenteras caricias del medio para culminar de esa manera tan satisfactoria. No había ningún "Oh Dios Clarke como me pones" pero si le susurraba de vez en cuando un "Oh Dios Clarke como te quiero" y llegado el turno de Clarke, incluso siendo mucho más suave, delicada al acariciarla y buscar el punto que le haría llegar hasta su orgasmo sonoro, también esbozaba algún que otro "Te amo, Lexa"

Terminando tumbadas de costado mirándose la una a la otra sin dejar de sonreír:

- Me has convertido en una ñoña

Clarke carcajeo:

- ¿Yo? No te obligo a decirme esas cosas

- Si lo haces- la sonrisa no se le borrara la cara y no era la de recién follada no, era una sonrisa de felicidad- siempre que me miras así, me embrujas- carcajeo- ves me vuelves una ñoña

- Amo cuando te pones ñoña

La morena negó con la cabeza riendo, miró el reloj, ya era tarde y al día siguiente tenía que ir a la empresa, la iban a tener que sacar de la cama a palos, después de mes y medio sin salir de ella:

- Mañana tengo que ir a la empresa, tengo una reunión con Octavia y Harper

Clarke hizo un sonido quejumbroso:

- El día que no tengo ninguna reunión decides volver a tus responsabilidades.

- Bueno- paso el dedo por la punta de su nariz- que tal si buscas algún plan para cuando salga de la reunión ¿Cine? ¿Teatro? - Esbozó otra carcajada- ¿Club de Striptease?

- Ya veré que podemos hacer

Al final acabaron dormidas abrazadas. La leche, hacía tiempo que no lo hacían completamente desnudas. Ahí la única que seguía acostumbrada a despertar temprano últimamente era la rubia. Que se levantó para querer dar una sorpresa a Lexa la golosa, nunca en su vida había hecho unas tortitas, la sorpresa estaba resultando un auténtico desastre, sobre la salten caía masa y de la salten salía puro carbón. Ni con la campana puesta era capaz de retener el humo. Dándose por vencida retiró la salten, totalmente negra:

- Eres un puto desastre

Escuchó la voz de Lexa a sus espaldas, que no dejaba de reír, Clarke se giró con la frustración en el semblante:

- esto es misión imposible, he separado las que tienen mejor pinta

Lexa se acercó, agarró a la rubia y la subió en la parte de la encimera que estaba limpia, miró al plató y dijo con cierta parsimonia:

- Ah- forzó una sonrisa- morenas. Me encantan. Que estén. Todas morenitas- agarró el bote de nata y vertió un buen montón, cortó un cacho con el tenedor y para la boca, se tapó los labios con una mano mientras intentaba fingir- que, ricas

Clarke puso los ojos en blanco:

- no hace falta que finjas sé que están horribles

Lexa se sacó de la boca el cacho y lo tiró al fregadero:

- Asquerosas- rompió a reír- pero gracias por el detalle- miró a su alrededor nunca había visto su cocina tan sucia- un detalle que ha llenado de suciedad la cocina, pero muy bonito gracias.

La morena estaba de pie entre sus piernas sin parar de carcajear, Clarke picada abrió la boca y sin avisar llevó su mano hasta la nata que estaba en el plato y zas, cara de Lexa pringada de nata, iniciando una guerra de pringues, hasta las cejas de nata:

- déjame bajar que me lavo las manos

Lexa negó con la cabeza y le agarró de la muñeca, de forma sensual lamió sus dedos recogiendo la nata, imagen erótica fue cuando se introdujo su dedo corazón en la boca, esos sexys y gruesos labios aprisionándolo a la vez que le acariciaba con la lengua. Clarke se mordió el labio, rodeo con las piernas su cintura:

- ¿Cuándo tienes la reunión?

Lexa miró el reloj que había en la pared:

- Da tiempo a uno rápido

Dijo agarrándola fuertemente y comenzando a trasladarla a la habitación, rio para sus adentros antes de gritar:

- Follaaar a Clarke

A lo que Clarke respondió entre carcajadas:

- Oh si cavernícola mía

Lexa ni loca aparcaría en el parquin de dentro, así que optó por el de fuera, al menos ya estaba más a la vista. Aunque si estaba algo agobiada y ansiosa, entre el tener que estar fuera de las paredes seguras de su casa y porque hacía tiempo que no llevaba puesto uno de sus trajes. La mayoría de sus empleados se sorprendían al verla "hola señora Woods", cuando pronunciaban su apellido, aj le entraba los siete males, incluso pensó en cambiarse el apellido de su madre cuando era soltera. Directa al despacho presidencial, angustia recordar la última vez que estuvo ahí, pero Octavia hizo buenos cambios en aquel despacho. Harper ya se encontraba ahí esperando. Lexa entró con decisión:

- Buenos días señoritas- como la empresaria que debió haber sido desde un principio- me gustaría comunicaros que a partir de hoy regreso a la empresa- se quedó pensativa- bueno a partir de mañana, hoy es para mi mujer

Octavia sorprendida pero feliz asintió sonriente. Había vuelto su amiga:

- Os quiero a las dos a mi lado. Gustus Woods a hundido la empresa, pero estoy segura que uniendo fuerzas sabremos sacarla a delante. Quiero propuestas- se fue hasta la silla que perteneció a Gustus- seré un bicho malo, pero todos los ejecutivos contratados por mi padre los quiero fuera, obviamente serán indemnizados por una buena suma de dinero. Quiero gente nueva y con visión de futuro- miró a Harper- seguirás en mi antiguo despacho- luego a Octavia- ocuparás el que tenía Finn. Ahora si nos disculpas Harper ¿puedo hablar a solas con Octavia? Y habla con los de recursos humanos. También quiero hacer un comunicado con la prensa anunciando que soy la nueva presidenta

- Si señora Woods

- llámame Lexa

Harper asintió y salió del despacho para dejarlas solas. Octavia animada se sentó en el borde del escritorio:

- ¿Cómo es qué has tomado esta decisión?

- No es porque me guste el cargo Octavia- dijo con seriedad Lexa- pero esta empresa ha pertenecido a generaciones de Woods- esbozó media sonrisa- imagina el disgusto de Gustus cuando sepa a manos de la prensa que su empresa está siendo dirigida por alguien que no es de su sangre, eso le va a doler

Octavia se levantó con el semblante preocupado:

- Estas buscando el modo de cabrearlo

Lexa fijó la mirada en su amiga, con voz fría y dibujando una sonrisa desafiante:

- Ya veremos que hace papaíto cuando se enfade, estoy segura de que va a querer asomar la cabecita. Heda is back, bitch.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro