Capítulo 41

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Clarke estaba muy a lo ama de casa, ropa informal, pañuelo en la cabeza, quitando polvo a la vez que escuchaba el noticiero. Aunque la mayoría del tiempo estaba sumergida en sus pensamientos o tarareando alguna canción. Hasta que escuchó algo que le llamó la atención. Miró la televisión y subió el volumen. Estaban emitiendo desde la empresa de Lexa. Fue cuando le dio un vuelco el corazón.

.... Los terribles acontecimientos enfrente de la empresa Industrial Medical Woods, cuando un motorista arremetió disparando a la presidenta de la empresa Lexa Woods. Nos han informado que del tiroteo... la presentadora se llevó la mano al pinganillo... salió al menos un herido...

No quedó más tiempo escuchando. Rápida y fugaz apagó la televisión y fue en busca de su móvil, que estaba en la mesilla de la habitación. Tenía siete llamadas perdidas, dos de Raven, uno de Octavia otra de Luna y dos de Lexa. Ver las llamadas de Lexa era algo alentadoras, aunque no le quitaba del todo la angustia. Rápidamente le dio a devolver la llamada. Primeros tonos, no contestaba ¿por qué narices tardaba en contestar rápido? Agarró su bolso y de nuevo pillo la primera llave que pilló. Tenía que comprarse un coche más normalito y dejar de usar los de Lexa. Últimamente siempre había ido escoltada por Henry, obviamente no iba a esperar a que éste fuera a buscarle. De nuevo intentó llamar, cuando ya en el segundo intento Lexa contestó:

— ¡Lexa! Acabó de ver las noticias ¿estás bien?

Apretó el botón de abrir, para ver de cual era, del BMW:

— Sí, estoy bien— la voz de Lexa parecía inquieta también— estamos en Oregón State Hospital-Portland.

— Enseguida estoy ahí.

Dijo mientras montaba en el coche y lo ponía en marcha. Ajustó el asiento, los espejos y salió como alma que llevaba el diablo hasta el hospital. Era el mismo en el que estaba Octavia, razón por la que se enteraron las primeras. Clarke, no había conducido muchos coches lujosos y menos que fuesen rápidos. Pero tenía claro una cosa, los odiaba, con nada que pisaba el acelerador ya sobrepasaba los 110 km/h, una auténtica pesadilla, no entendía como a Lexa si le gustaba, ya, su afición por el peligro. Pero resultó beneficioso para llegar antes.

No habían pasado ni diez horas cuando salieron de urgencias cuando ya estaba de nuevo ahí, ahora entendía porque había tenido toda la mañana mal estar, su intuición no le había fallado, sabía que iba a ocurrir algo malo. Entró como una exhalación a la sala de espera. Raven y Octavia ya estaban presentes y Bellamy, un momento ¿Bellamy? Bueno, que más daba eso, Clarke corrió a abrazar a Lexa, que espantosamente estaba llena de sangre. La morena respondió a ese abrazo temblorosa:

— Estábamos en la puerta cuando comenzaron a disparar— comenzó a responder con un hilo de voz— yo estaba unos metros más atrás, intenté avisar que se pusiera a cubierto, pero fue demasiado tarde.

En esos casos cualquier agente tomaría declaración. Pero en cuanto supo de la noticia, Ontari se prestó para encargarse personalmente. Había vivido mucho con Lexa, en ocasiones le pareció de lo más irritante, pero quisiese o no, ya le había cogido mucho cariño. Aunque en un principio Niylah puso pegas:

— Tenemos que estar preparándonos, en unas horas salimos— dijo deteniéndola cuando estuvo a punto de montar al coche— no puedes estar en todo, Ontari.

— Yo no tengo el corazón de piedra Niylah— dijo plantándole cara— me gusta mi trabajo, sí y quiero ser la mejor, no antepongo el amor al trabajo, pero si mis amistades. Lexa es mi amiga.

Terminó de decir aquello, bordeó a Niylah y montó en el coche. La rubia gruñó con disconformidad, aun así acabó subiendo como copiloto. Ontari no dijo nada más, aunque con disimulo dibujó una sonrisa. Niylah, quería aparentar muchas cosas, pero la tensión estaba ahí, la morena ya dio el primer paso y aunque parecía reticente, esperaba que ella diera el siguiente.

Enseguida llegaron al hospital donde llevaron a Marcus Blake. Ya sus compañeros habían tomado las primeras declaraciones. Pero era su caso y Gustus Woods su objetivo, no pararía hasta verle entre rejas. No como merito, si no, porque hizo una promesa:

— Por cierto— comenzó a decir Niylah en lo que Ontari buscaba aparcamiento— no te lo he dicho, pero ya no te harás cargo de dirigir al primer equipo de asalto.

— ¿Qué?— preguntó sorprendida— ¿Por qué?

— Te quedarás como centralita.

— ¿Cómo el puto ojo de Sauron?— dijo con desavenencia— no, quiero atrapar a ese hijo de puta personalmente.

— Son órdenes de Allie.

Ontari encontró un sitio y se dispuso a hacer las maniobras de estacionamiento. ¿Por qué tenía la sensación de que no había sido decisión de Allie? Hasta ese mismo día estaba muy segura de que se encargara ella, no Niylah. Apagó el motor y miró a su compañera con los ojos entrecerrados:

— ¿has sido tú quien ha solicitado el cambio?

— Soy una mujer de acción— dijo encogiéndose de hombros— Finn o tú teníais que hacer de Sauron.

Pero que frikis sonaban haciendo mención al villano del señor de los anillos. Niylah salió del coche, dispuesta a entrar en el hospital, cuando esta vez, fue la propia Ontari la detuvo para mirarle seriamente:

— ¿Por qué yo y no Finn?

— Es lo que te ha tocado, agente Fish— hizo gesto con la cabeza, señalando al hospital— vamos, tenemos el tiempo limitado

De nuevo le agarró de la muñeca para que parase:

— Le doy mil vueltas a Collins— dijo entre dientes— lo sabes, dudo mucho que Allie le haya elegido antes que a mí.

— Pero así ha sido.

— Dime que no has tenido nada que ver en esto. Te puedo pasar muchas cosas— dijo apretando la mandíbula— pero no irrumpas con mi trabajo.

Niylah se soltó de su agarre, parecía impasible a su comentario:

— Ves agente Fish— se cruzó de brazos— por esa razón no tendría nada con una compañera. Te juegas la vida a diario.

— Tú también y no voy jodiéndote las misiones.

— Tranquilízate, después de que atrapemos a Gustus Woods solicitaré el traslado, será la última vez que trabajemos juntas— antes de ponerse en marcha— y la última vez que me veas.

Ontari se puso en marcha de nuevo. Pero con unos sentimientos de lo más desconcertantes, estaba dolida, en un principio por haber sido relevada del puesto, ahora no estaba segura si era porque le tocaba chupar de banquillo o porque sería la última vez que trabajaría con Niylah.

Luna llegó a los segundos de llegar Clarke. Se estaban juntando ciento y la madre. Bellamy ya estaba soportando mucho. Primero, a Lexa quien le quitó a su prometida, también le culpaba que por su guerra con Woods su padre se había convertido en una víctima colateral, para colmo luego tuvo que ver como Clarke y ella se andaban abrazándose, ya, tener que soportar a la amante de su padre, era demasiado. Por culpa de ellas, sus padres se estaban divorciando:

— Aquí el único familiar de Marcus soy yo— dijo reventando— ¿qué coño hacéis aquí?

— Tranquilízate...

Dijo Lexa mirándolo fulminante:

— ¿Qué me tranquilice?— dijo riendo con ironía— aún estoy haciéndome a la puta idea de que mis padres se están divorciando y que tú seas la bastarda de mi padre— Clarke agarró fuertemente a Lexa para que ésta no saltara— aquí debe estar mi madre, sin embargo— señaló a Luna— esa puta se cree con más derechos ahora que se sabe toda la verdad.

Ya no servía mucho el agarre de Clarke. La morena se cegó por completo y arremetió contra su medio hermano. Como hizo la otra vez que se enfrentaron, éste quedó en el suelo protegiéndose de los golpes que no cesaban de impactar contra él:

— ¿Cómo has llamado a mi madre?

Todos los presentes intentaron separarles pero era imposible. Cuando se trataba de defender lo que era suyo, Lexa Woods no pensaba con claridad. Por suerte recién llegaron las agentes, expertas en situaciones como aquella consiguieron separarlos:

— Lexa para

Dijo Ontari reteniéndole fuertemente por la espalda. Lexa tardó un poco en dejar de luchar:

— Eres una salvaje

Sonaba quejumbroso mientras intentaba incorporarse. Lexa iba a hablar de nuevo. Pero fue la misma Clarke quien saltó:

— Y tú te estas comportando como un capullo.

Bellamy miró dolido a su ex prometida:

— Tú la descarada que me partió el corazón— se sentó en la silla, llevándose una mano al costado— no me miréis como el malo, estoy en mi derecho de querer odiaros— dirigió otra mirada airada a Lexa— te odio.

— Ya vale— Niylah era una extraña ahí, salvo a Lexa no conocía a nadie— hemos venido a tomar declaraciones— dijo esta vez dirigiéndose a Lexa, aun retenida por Ontari, los ojos de Niylah quedaron fijos en sus manos— que sea rápido, tenemos otros asuntos que atender.

Ontari se percató de aquella mirada puesta en sus manos, puestas sobre el cuerpo de Lexa y no era la única. Si las miradas matasen, en esos instantes estaría muerta, porque Clarke estaba dando miedo y Raven, como apoyo también le estaba fulminando. En cero coma, soltó a la morena, que se puso al lado de su madre e hizo un gesto que le dejó estupefacta, darle un beso en la mejilla. Hasta Octavia pareció quedar sorprendida:

— Primero tomaremos declaración al señor Blake.

— Señorito— dijo con amargor— no estoy casado, mi ex prometida decidió irse con mi medio hermana

Raven ya irritada:

— Oh vamos niño llorón— se puso con los brazos en jarra— ya han pasado casi cuatro meses supéralo de una puta vez.

— ¿Queréis parar ya?— dijo Niylah estresada— jauría de salvajes. Ya he dicho que tengo prisa y si no estáis por la labor, os mando derechitos a la sala de interrogatorios. Joder— se cruzó de brazos— como odio los putos dramas familiares— miró con decisión a Bellamy— separémonos, no quiero interrupciones— miró a Ontari— agente Fish, tome declaración a la señora Woods.

Soltó antes de apartarse con Bellamy al otro lado de la sala. Sacó una libreta y comenzó a tomar nota de todo lo que le decía. Ontari también hizo lo mismo. Ésta sí dejó que estuviera presente Clarke, como dijera que prefería estar a solas, le descuajaringaba viva, menos mal que ya estaba en un hospital. Por si llegaba el caso:

— Le están operando— siguió contando Lexa abrazándose así misma— el paramédico que le atendió en la ambulancia me dijo que todo indicaba que no le habían dado ningún órgano importante ni una artería. Por suerte, estuvo consciente hasta llegar al hospital.

Ontari dibujó una amable sonrisa y le acarició el brazo. Ganándose un carraspeo de Clarke, Lexa le miró de reojo, pero que mona se ponía cuando se celaba. La agente Fish puso los ojos en blanco:

— Clarke— dijo con tranquilidad— me parece que no te caigo bien.

— Ahora vengo

Dijo Lexa apartándose, dejando a solas a esas dos chicas:

— Ontari, no es un secreto que te comes a Lexa con la mirada.

— Tan solo somos amigas, no hay nada más y mucho menos me voy a interponer en vuestra relación— con una mano gesticulaba mientras que la otra la tenía en su cadera— deja tus inseguridades, Lexa te ama— soltó con tono jocoso— sé que estoy buena como para verme como una amenaza.

— Baja modestia que sube Ontari.

Dijo con mordacidad Clarke. Ontari sonrió divertida, provocando que Clarke frunciera el ceño:

— ¿qué te parece gracioso?

— Nada— buscó con la mirada a su compañera, que se encontraba esta vez con Lexa— es solo que me caes bien— momento de conexión entre las dos agentes, cuando Niylah giró su rostro hacía su dirección— tienes genio, entiendo porque le gustas tanto a Lex.

Bellamy se alejó hasta la zona de las máquinas expendedoras. Abatido introdujo unas monedas para poder beber un café, aunque sea de ese asqueroso que ponían las maquinas. Aunque la maquina ya estaba en funcionamiento, estaba tan encrespado que terminó por pegar un puñetazo:

— La máquina no tiene culpa de nada— dijo la voz de una mujer, Bellamy le miró ceñudo, era una doctora, ya que llevaba el pijama de hospital y una bata— lo que se rompe se paga.

— Puedo permitirme comprar veinte de estas si quiero

Contestó pesadumbre, se metió las manos en los bolsillos de su pantalón:

— Pero es algo que se puede evitar, es un gasto innecesario, tan solo tienes que controlar ese genio y no arremeter contra la propiedad del hospital.

Bellamy sacó el vaso de la máquina expendedora y se apartó unos pasos para que la doctora pidiese otro café. En ese instante se fijó más en ella. Pelo castaño y rizado, ojos castaños, estatura y envergadura entraba en el promedio:

— ¿Sueles habla con el primer desconocido que te cruzas?

— Soy doctora— sonrió amablemente— atiendo a mucha gente que no conozco. Es cierto que gracias a sus historiales médicos, acabo sabiendo muchas cosas de su intimidad.

— Yo no soy un paciente.

Cada una de sus palabras era pura hiel. Bellamy nunca había sido así. Pero de un día para otro, su vida dio un vuelco. La mujer a la que amaba se fue con otra, descubrió que era su media hermana, sus padres se divorciaban y su padre estaba en el quirófano. Era humano y tenía sentimientos:

— Por eso me pareció más interesante hablar contigo— se encogió de hombros— no tengo tu historial, a veces hablar aunque sea con desconocidos es reconfortador.

— ¿eres loquera?

La doctora rompió a reír mientras extraía el vaso de la maquina:

— Si fuera psiquiatra, ya te habría recetado un anti depresivo y abría alegado que tu ataque de ira de antes había sido provocado por el estrés— carcajeó aún más fuerte— no soy "loquera"

— Entonces estás loca

La doctora estiró la mano que tenía libre:

— Soy Gina

Bellamy contempló a aquella mujer tan charlatana. Había estado con anterioridad en hospitales, en ningún caso ningún médico se había parado a decir, "hola, ¿Qué tal? Que maravillosa es la vida chaval" sin embargo, ahí estaba esa chica, tendiendo su mano para presentarse cordialmente:

— Blake— al final dijo estrechándole la mano— Bellamy Blake

— Presidente de Technology Blake— amplió su sonrisa la chica— ya decía que tu cara me sonaba. ¿Algún familiar enfermo?

— Mi padre— dijo secamente antes de dar un sorbo a su asqueroso café— le están operando.

La doctora pareció entristecerse:

— Vaya, espero que no sea nada grave, si quieres hablar de ello. Ahora tengo mi tiempo de descanso.

Bellamy miró su café, pensativo, hasta que meditándolo sin saber porque esbozó una risita, ya que lo que iba a decir iba a sonar la cosa más absurda que diría en toda su vida:

— El padre de mi hermana, intento asesinarle pero en el proceso quien salió herido fue mi padre.

Gina se le quedó mirando sin entender una mierda:

— sois hermanos de madre, supongo

Bellamy carcajeó más fuerte:

— De padre

— No lo pillo, ¿Cómo pudo herirse así mismo?

— Me parece que tienes razón en eso de charlar— tiró su vaso aun con un poco de café— ¿Vamos a la cafetería? Esto está infumable.

Por otro lado Ontari y Niylah se marcharon en cuanto terminaron con las declaraciones. Luna, estaba charlando con Octavia que estaba horrible después de la golpiza y Raven, apenas conocía a la madre de Lexa, aun así parecía de lo más encantadora. Lexa prefirió estar un rato apartada, acompañada de Clarke:

— Miro a mi alrededor— comenzó a decir Lexa— y lo que veo es muerte. Todo por el odio que me tiene Gustus. Tengo la sensación de que nadie está a salvo estando cerca de mí.

— Nadie está a salvo, esté o no cerca de ti Lexa— le agarró la mano— ese hombre no te odia únicamente a ti, ese hombre es odio puro.

— Quiero que acabe ya, Clarke— le miró con ojos vidriosos— ¿tan terrible soy que no merezco un poco de felicidad? Marcus vino para querer asegurarme un futuro, ese hombre que está en quirófano, ese hombre que hasta hace unos meses era el señor Blake, que ni crecer me vio. Sin embargo, el que si me vio crecer, el que me dio su apellido, el que consideraba mi padre ha hecho esto y tengo miedo que te quiera hacer daño.

— No me va a pasar nada

Lexa le retiró la mirada, le resulto de lo más irónico porque esa misma mañana le había dicho justo lo mismo a Clarke. Ahí estaban, en urgencias, esperando a que Marcus saliera de quirófanos:

— ¿Quién lo asegura? Ya nadie está seguro— le retiró la mano con tono amargado— y mucho menos estando a mi lado.

Clarke frunció el ceño. Ya había visto esa mirada en Lexa, justo como el principio, cuando la apartaba de su lado, queriéndose hacer la mártir para protegerla. Pues no, esa vez no se lo iba a permitir:

— Desecha esa idea absurda de la cabeza, Lex

— Cage murió por salvarme, Marcus está herido por que me quisieron matar, tus padres están muertos, Clarke. Nadie está a salvo y todo por mí.

— ¿Qué coño tiene que ver el accidente de mis padres contigo? ¿Vas a culparte por cada desgracia que pase? Pues ni pienses que me vas a apartar solo porque te ha dado el venazo de víctima.

Lexa se levantó nerviosa, empezaba a tensar todo su cuerpo:

— Me acusas de que soy una inconsciente por que no pienso a la hora de correr peligro, ¿y tú? ¿Qué estás haciendo ahora?

Clarke se levantó y encaró a su mujer:

— Yo no estoy buscando el peligro Lexa, yo estoy a tú lado que para eso me casé contigo. Escúchame bien Lexa Woods, lloriquea todo lo que te dé la gana, durante mes y medio aguanté tus pataletas, para luego esto, me niego. Tienes miedo— le pegó un empujón— te jodes, ahora ya sabes cómo me sentí cuando supe que habías jugado a ser espía. Ahora deja de lloriquear, siéntate y dejas que te cuide para variar.

Ambas volvieron a sentarse. Clarke se cruzó de brazos, mirando al frente, con su cara de cabreo y esas arruguitas que se le formaban en la frente. Después de unos minutos, se miraron, en un principio, serias y ceñudas. Hasta que Lexa dibujó media sonrisa:

— Menudo carácter de mierda que se gasta, Wanheda.

Poco a poco las dos comenzaron a reír, Lexa se inclinó apoyando su cabeza en el hombro de Clarke, mientras dejaba que la rubia le abrazase. Bellamy apareció de nuevo, acompañado de la doctora, pero ésta tenía que regresar a su puesto:

— Ha sido un placer— dijo Bellamy más calmado— espero, que podamos repetirlo algún día.

— Eso es una propuesta ¿Señorito Blake?— Gina sacó una tarjeta— por si realmente te animas.

Gina entró por la puerta de urgencias, cuando el cirujano encargado de operar a Marcus Blake apareció. Tenía cara de cansancio. Todos se acercaron preocupados:

— ¿Familia de Marcus Blake?

— Si

Dijo Bellamy con recelo:

— La operación fue todo un éxito. El señor Blake tardará en recuperarse ya que perdió mucha sangre— todo el mundo intercambiaron miradas sonrientes— le mantendremos ingresado unos días, solo para ver que su estado evoluciona favorablemente.

Romero y Gustus se encontraban al otro lado del rio, justo en una zona alta, apoyados en el capó de su coche. Cada uno tenía unos prismáticos y con ellos podían observar todos los movimientos que se hacía en la casa donde estaban llegando todos los mafiosos europeos:

— Que purga vamos hacer— dijo Gustus carcajeando— No vamos a descuidar Europa— apartó la mirada de los prismáticos— sé que te preocupaba, hay nuevos jugadores y esos pringados de ahí no saben que tienen sustitutos.

— ¿Qué necesidad había de esto?

Gustus miró a Romero. Éste estaba observando por los prismáticos, cada coche que llegaba a la casa:

— ¿Quieres quitarte a esa zorra del FBI de encima? Después de esta noche no solo seré Gustus Woods, cabecilla de la mafia europea— sonrió orgulloso— pasaré a la historia como el hijo de puta que se cargó a muchas ratas con placas.

— También pasará a la historia como el hijo de puta que traiciono a su gente.

— Una batalla perdida, para ganar una guerra— menuda visión del mundo tenía ese hombre— siempre habrá bajas.

Todos los agentes estaban preparándose para actuar. Moviéndose por furgonetas, equipos de FBI y SWAT. Todos uniformados y armados. Niylah, Finn y Ontari viajaron en la furgoneta centralita. El ojo de Sauron, donde debía quedarse Ontari y joderse. Poco a poco los grupos fueron rodeando la casa.

Desde la distancia, Romero y Gustus, vieron el movimiento de los grupos de elite. Ambos rompieron a reír. Habían caído en la trampa.

Finn salió de la furgoneta para reunirse con su equipo. Niylah terminó de colocarse el chaleco anti balas, y revisar las armas que llevaba. Iba a salir también cuando Ontari le volvió a agarrar la muñeca y detenerle, por segunda vez aquel día:

— ¿Ahora qué ocurre agente Fish?

— Era mi trabajo entrar a esa casa— dijo acercándose— es mi puesto, no el tuyo

Niylah puso los ojos en blanco, no tenía tiempo para discutir por esa chorrada:

— Agente Fish, este no es...

— Calla

Dijo sin más, pasó su mano por su nuca y le atrajo para chocar sus labios, de nuevo dejando sorprendida a Niylah. Un beso muy húmedo, casi con furia, obviamente más largo que el de la noche anterior. Que narices, iba a jugarse la vida asaltando una casa llena de mafiosos, rodeo el cuerpo de Ontari con sus brazos y profundizo aquel beso invadiendo su boca con la lengua. Por muy excitante que resultó ser, a regañadientes tuvieron que separarse:

— ¿Y esto?

Preguntó Niylah casi sin aliento:

— Tómatelo como un incentivo para que salgas con vida de ahí.

Niylah sonrió:

— Que nos volvamos a ver, agente Fish.

Ya se habían jurado amor, habían pasado de pasar el día juntas y después de un encuentro sexual a quedarse alguna noche a dormir juntas. Había que reconocer que Raven no era de relaciones serias y Octavia no se quedaba atrás. Esa noche la amiga de Clarke se empeñó en que O. se quedará a dormir con ella.

Justo antes de quedar semi inconsciente cuando le pegaron la paliza. Lo único o más bien, la única que pensó fue en Raven. Quizás ya iba siendo hora de dar un pasito más en su relación. La vida duraba dos días, nunca se sabía lo que podía pasar.

Raven entró antes y fue directa al salón para acomodar los cojines del sofá. Seguida de Octavia, que, aunque dejo claro que no le hacía falta, tuvo que sentarse si o si:

— ¿quieres beber algo? — decía Raven a lo culo inquieto— un refresco... o mejor agua— dijo pensativa— porque es lo único que tengo, no creo que la cerveza sea buena mezclarlo con medicamentos.

Octavia curvó la comisura de los labios y le agarró de la mano:

— Raven, ven siéntate conmigo— dijo indicándole que se sentara a su lado— me gustaría proponerte algo.

Raven se sentó a su lado, aunque algo precavida, achicó los ojos:

— ¿proponer? ¿Vas hacer un Lexa? ¿Me pedirás matrimonio y luego que me saque una teta?

— ¿Qué? — preguntó sin entender nada, bueno para esas cosas Lexa y O. solían ser más reservadas, mientras que Clarke lo desembuchaba todo a Raven— no, pero si quería...— tragó saliva eso no se le daba nada bien— bueno, cuando me ocurrió ayer lo de mis padres— no dejaba de mirarle directamente a los ojos— no dejé de pensar en ti, en todo lo que siento y que, quiero pasar cada segundo a tu lado...

— Dios mío— dijo con cierto nerviosismo— eso me suena a pedida de mano

Octavia rompió a reír:

— Hasta eso no he llegado, no soy tan impulsiva como Lexa... pero si me gustaría que viviéramos juntas— Raven igual a ojiplatica pálida— estamos todo el tiempo libre juntas, hay noches que me quedo y no quiero irme siempre que nos acostamos. Raven, eres la única que me gustaría abrazar cada noche y despertar así cada mañana...— carraspeó— sabes que estas cosas no se me dan bien— Raven igual a ojiplatica pálida— no hace falta que contestes aho... ¿Raven? ¿Estás bien?

Raven igual a mujer intentando procesar todo aquello que acababa de escuchar:

— Vivir juntas...— Octavia asintió— tú y yo...

— No, te estoy hablando de la vecina, claro que estoy hablando de nosotras.

— O. — soltó una risita nerviosa— ¿puedo pensarlo?

Octacvia se esperaba una respuesta como aquella. Aunque le hubiera gustado una respuesta con más seguridad. Al menos no le había dado una negativa:

— Tienes todo el tiempo del mundo— le acarició el brazo— yo de tu lado no me voy a mover— esbozó una sonrisa— a menos hasta que tú me permitas estar.

— Ojalá pudiera decirte que sí, pero yo tampoco soy tan loca como Clarke— le dio un beso en la mejilla— pero vivir juntas, es un gran paso O.

— Lo sé

— Yo no he estado más de tres días con alguien y menos en la misma habitación— siguió explicando— quitando a Clarke, que no cuenta.

— Lo sé. Yo tampoco— Raven, iba a hablar cuando Octavia se lanzó a sus labios interrumpiéndole— algún día teníamos que madurar y apostar en confiar en alguien. Me alegra haber venido, sin saberlo halle mi vida aquí

Raven riendo:

— Has venido porque te obligue cabezota, bien que querías ir a tu casa

Octavia carcajeó:

— No me refiero venir a tu casa— le acarició con la nariz, un besito de esquimal sin dejar de sonreír— venirme de Europa ha sido la mejor decisión que he tomado. Te he conocido.

Raven bajó la mirada a sus manos, aun agarradas, su pechó aguardaba mucho calor, sentimientos que nunca había sentido por nadie:

— Se nos da fatal decir que nos queremos.

— Yo no tengo problema en decirlo— rio más fuerte— pero cada vez que lo hago pones cara de espanto.

Bueno, tenía que reconocer que siempre había sentido cierto escalofrío. Eso no quitaba el hecho de que le desagradase, todo lo contrario, se vio amando cada "te quiero" que había escuchado de aquellos labios:

— Te quiero O.

— Un momento— dijo con tono de sorpresa— ¿qué dijo señorita Reyes?

Raven rio para sus adentros, mientras se dejaba empujar por Octavia quedando ambas tumbadas en el sofá:

— Dije que te quiero

— Creo que eso merece una buena sesión— Raven se mordió el labio— de besos mal pensada.

— jou— dijo con tono jocoso— esta noche te la dejo pasar porque no estas al 100% físicamente.

Niylah salió de la furgoneta para reunirse con los equipos. Finn y el equipo de SWAT:

— Bien chicos— comenzó a decir Niylah— La estrategia que hemos preparado, desplegados— hablaba en susurros, absurdo aún estaban lo suficientemente lejos de la casa para que nadie les escuchara— cada uno en sus puestos rodeando la casa. Esperamos a que los francotiradores den aviso después de indicarnos cuantos hay dentro de la casa por la visión térmica.

— cuando ya sepamos cuantos hay, esperaremos a que des la orden

Añadió Finn, los francos ya estaban ocupando sus puestos. Los hombres comenzaron a desplegarse, quedando ambos agentes juntos, comprobando micros y cámaras. Finn, se quitó el pinganillo, sabía que por lo que diría Ontari rechistaría, le importaba una mierda que le escuchara, pero no quería oír sus quejas:

— Niylah— llamó la atención de su compañera— he corrido riesgo desde que me metí al cuerpo de policía y luego al FBI...

— No me interesa tu vida

Dijo de forma cortante Niylah:

— Sabes perfectamente que esto no es una redada normal— siguió hablando igualmente— es más, incluso reconozco que Ontari es mejor que yo.

— ¿Ha dónde quieres llegar? Agente Collins

— No soy ciego, sientes algo por ella

En ese instante Niylah se quitó el pinganillo igual y trató de silenciar su micro:

— metete en tus asuntos, Collins

— Ontari es mi compañera, entre compañeros nos protegemos y sé que ella, aunque lo niegue también...

— Este no es momento para estupideces...

Finn gruñó y le agarró de la pechera:

— No Niylah— dijo entre dientes— Momentos como este son perfectos para decirles a las personas que te importan que les quieres, porque puede que no tengas oportunidad de decírselo en otro momento— le soltó de un empujón— eres una zorra engreída y no sé qué vio en ti, pero al menos tienes a quien te espere. A muchos nos gustaría tener eso, al menos tendrías un motivo para seguir con vida.

Niylah chirrió los dientes:

— Es mi vida Finn, tú no eres nadie para meterte en ella. Ontari es...— agachó la cabeza— un cuerpo bonito que solo sirve para calentarme y ni eso, tengo mis reglas de no enamorarme de compañeras, ni si quiera de acostarme.

— No sé qué te habrá pasado para que pienses así— se colocó de nuevo el pinganillo— la vida te ha dado la oportunidad de descubrir si Ontari sea algo más que un calentón, quizás sea quien te quite esa cara amargada. Ahora si me disculpas, voy a ocupar mi puesto.

Niylah observó cómo se alejaba, activó de nuevo el micro y se puso el pinganillo. Aún quedaba un rato para que los francos dieran información. Se apoyó contra un árbol y agachó la cabeza:

Apagar tu micro no sirve de nada— sonaba la voz de Ontari, algo dolida— si Finn no desconectó el suyo— Niylah suspiró, aunque no se disculparía— ya me quedó claro, Niylah. Solo compañeras de trabajo.

— Hay cosas que es mejor dejarlo como están, Ontari

Por la línea general ya comenzaba a haber movimiento.

Zona norte­- sonaba la voz de un hombre­- dos hombres fuera, trece en la planta baja

Niylah tomó nota mental de aquel dato, Ontari hizo lo mismo, aunque siguieran con lo suyo por vía privada:

distingue lo que es pasajero de lo que es definitivo, Niylah, las oportunidades son pasajeras, definitivo es cuando tomas una decisión y no puedes regresar para enmendarlo, oportunidad direccional, yo la aproveché tú, no.

Otro agente habló por el general. Haciendo que ambas agentes callaran para escuchar:

Entrada principal, cuatro hombres, desde está parte cuento más de trece hombres en el interior, diviso diecisiete.

O.K

Respondió otro agente.

Flashback

— Primera misión juntas— dijo Jessica saliendo del baño— ¿contenta?

Niylah ya tenía el uniforme, puesto que tenía que ir al departamento antes. Ya que, en un principio no supieron a quién ascender, tanto Allie como Niylah eran de las mejores. Pero se consideraba buena en el campo de batalla, enfrentándose a los malos. No sentarse detrás de un escritorio, dirigiendo desde la distancia. Sin embargo, Jessica pasó a formar parte del FBI apenas unos meses. Claro que Allie hizo el favor de trasladarle junto a Niylah. Era lo bueno de tener enchufe.

Niylah se acercó a su mujer y le rodeo con los brazos:

— A tu lado, siempre soy feliz

Jessica, riendo se lanzó a sus brazos quedando colada de ella como un coala, era más bajita que Niylah y delgadita, apenas pesaba, hizo un puchero:

— pero debo informar de que esta es nuestra primera y última misión juntas.

Niylah frunció el ceño:

— ¿Por qué?

Jessica puso expresión intrigante:

— Bueno, sabes que estamos haciendo las pruebas para ser mamás ¿No?

— Aja

— Puede que no te guste lo que te voy a decir— a cada vez entendía menos, lo que le quería decir esa chiquilla abrazada a ella— bueno, pasé a hacerme la inseminación y...

— ¿Y?

Preguntó Niylah con el corazón desbocado:

— Bueno, me hice la prueba de embarazo y...

— ¿Y?

Volvió a preguntar ya casi sin aire, lo soltaba del tirón o se desmayaría por falta de oxígeno:

— He dado positivo

Ese era uno de esos momentos en que no sabes si se hace un viaje astral, porque sentía su cuerpo volar, a otro universo paralelo, aunque fijamente aún se encontraba de pie, abrazando a su mujer. Que enseguida se le borró la sonrisa:

— Sabía que tendríamos que hablarlo antes, pero me deje convencer por Allie, lo sien...

No dio tiempo acabar, Niylah le calló con un beso mientras abrazándola comenzó a dar vueltas de felicidad. Le soltó en el suelo, para agacharse y besarle en la tripa. De sus ojos emanaba lagrimones de alegría. De pura excitación se levantó rápidamente, aunque más seria:

— No puedes venir a la misión, no en este estado

Dijo poniendo su mano en el vientre:

— Cariño, tan solo voy a estar de apoyo, ni si quiera voy a entrar.

— Jess— dijo ceñuda— aun así es peligroso

Jessica rompió a reír, feliz de ver cuán se preocupaba Niylah por ella. Le aferró de las mejillas y fijó su mirada llena de amor:

— Mírame, no va a pasar nada— le besó en la punta de la nariz— además, tú vas a estar al frente de todo ¿dime cuantos agentes heridos o muertos ha habido en todas tus misiones? Ninguno— Niylah curvó la comisura de sus labios— solo es esta vez, luego hablaremos con tu cuñada y que me pase a un despacho hasta que coja la baja por maternidad.

— Te amo— volvió a abrazarle fuertemente y dar otra vuelta— TE AMO y no me cansaría de gritarlo, seremos madres, yo también me pediré vacaciones. Quiero empezar a planearlo todo, nueva casa, coche familiar, habitación para el niño, todo... ¿te he dicho que te amo?

Jessica fingió quedar pensativa:

— Creo que un par de veces— juntó su frente— pero no las suficientes.

— En ese caso te lo diré siempre que te vea— volvió a mirar su tripa— y a ti también renacuajo— se separó corriendo al ver la hora— me tengo que ir.

Fin del Flashback

Recuento hecho, orden dada, futura relación con Ontari jodida, bonita noche para enfrentarse con la mafia europea. Los francos estaban para apoyar a los agentes, mayormente los hombres pusieron resistencia, menos alguno que se entregó. Tampoco fue tan complicado, botes de gas, botes de humo, invadiendo habitación por habitación hasta que llegaron el despacho donde estaban ¿reunidos los jefes de la mafia? Estaban maniatados a las sillas y amordazados. Encima de la mesa había un ordenador portátil. Finn intercambió miradas con Niylah:

— Tiene una nota.

Niylah quitó la mordaza a uno de los jefazos, estaban todos, menos Gustus:

— Nuestros hombres nos han traicionado, Gustus nos ha traicionado.

Finn movió el ratón del ordenador. Había un video en stand by. El agente Collins dio el play:

— Buenas noches escoria— saludaba Gustus en el video— bueno os entrego en bandeja a mis fieles socios, por cierto— carcajeo— mirar en el mueble que hay junto a la ventana.

Un agente que estaba en la habitación con ellos, se tomó la libertad de abrir el mueble sin permiso de nadie, Niylah estiró la mano:

— NO.

Demasiado tarde, el muy inútil abrió la puerta, tirando de un hilo que puso en marcha la cuenta atrás de una bomba:

— Disfrutarlo, ya nos veremos en el infierno.

Terminó el video. Finn comenzó a gritar y a pedir que evacuaran la casa. Aunque el tiempo era limitado. Veinte minutos. Niylah en vez de salir corriendo, no estaba dispuesta a que muriera gente inocente, tenía que intentarlo. Se acercó a la bomba y comenzó a mirar cables. No pertenecía a los artificieros. Lo poco que sabía era por su difunta esposa, ya que ella si pertenecía a los TEDAX:

¿Qué haces Niylah? Sal ya de ahí.

Escuchó la voz de Ontari toda ansiosa:

— no podemos abandonar a esta gente.

Nadie se había molestado en desatar y en llevarse a los que estaban maniatados:

No eres de los TEDAX— siguió diciendo Ontari— por favor...

— Algo de teoría sé— dijo abriendo con cuidado la bomba— mi mu... — se corrigió— ayude a una amiga a entrar en el equipo de los artificieros.

Era complicada, apenas se acordaba de nada. Cable negro, cable azul y rojo. Si al menos hubiera dos, sería un 50 % de posibilidades, con tres cables se reducía a un 33, 4 %, y el tiempo parecía volar porque ya quedaban quince por ciento:

No pienso quedarme a verte morir

Dijo Ontari, la cámara señalaba el temporizador y los que ya habían conseguido evacuar, los más cercanos a la entrada, estaban con el corazón en un puño por sus compañeros:

— Es nuestro trabajo, Ontari— Silencio— ¿Ontari?

Niylah agachó la cabeza. Quizás fuese lo mejor, si todo salía mal, no quería que le viera morir. Aunque se arrepintió de haber dicho aquello al comienzo de la noche. Ontari era valiente, inteligente y una maravillosa persona, no solo un cuerpo bonito que servía para calentar. Se dispuso a mirar que tipo de circuito seguía el cableado cuando sintió una mano en su hombro. Niylah miró a su lado, el agente Collins se agachó a su lado:

— Los compañeros estamos para apoyarnos— dijo Collins curvando una comisura de sus labios— zorra engreída.

— No— dijo Niylah quitándose una lágrima— necesito que salgas y entregues un mensaje por mi— Ontari había quedado en silencio, pero no se había ido, seguía viéndolo todo y escuchándolo, lo que no quería era que le escuchara llorar— Dile a Ontari, que siento mucho lo que dije antes y que vale mucho la pena.

— díselo tú Niylah, aun estas a tiempo de salir yo puedo intentarlo...

— Vaya dos estamos hechos...

corta ya el puto cable Niylah, será mejor que des con el adecuado y me lo digas personalmente.

"Enamorado estoy de ti,

Enamorado estoy de ti"

Comenzó a canturrear. Finn le miró en plan "quedan menos de diez minutos deja de cantar". Sin embargo, después de haber seguido los cables y después de intentar recordar, todo lo que Jessica le contó sobre bombas, se le vino a la cabeza, esa canción.

"No puedo pasar un día alejado de tu amor,

Tu belleza me ilumina, brilla mucho más que el sol

Eres tú la melodía que robo mi corazón

Me conquistas, me cautivas

El mañana será mejor"

Niylah acercó una pinza a un cable:

— ¿Sabéis de quien es esa canción?

Preguntó Niylah con los sudores cayendo por su frente:

— Me importa una mierda Niylah, corta ya.

Dijo Finn con desesperación:

Joder que quedan dos minutos.

— El nombre del grumo es... ROJO.

Y cortó el cable rojo.

Lexa y Clarke no pudieron entrar a ver a Marcus, ya que seguía con los efectos de la anestesia, acompañaron hasta Luna a su casa. Conduciendo Lexa, ya que la rubia se negaba a conducir el BMW de vuelta. La mujer, les agradeció que le acercaran sin necesidad de llamar al guarda espaldas. Aunque la casa tuviera seguridad, Lexa no estaba muy convencida, después de lo ocurrido ese día, así que estaba dispuesta a poner más gente vigilando a su madre. Ya nadie estaba seguro.

Lo que Clarke se esperaba, es que después de un día tan movido, irían directas a casa. Pero la ojiverde se desvió del camino:

— ¿A dónde vamos?

— Ahora lo verás.

Condujo hasta quedar un poco apartadas de las luces de la ciudad. En una zona un poco alta. Clarke le miró ceñuda:

— ¿Vas a ver como se lo montan las parejitas en los coches?

Lexa esbozó una sonrisa y negó con la cabeza. Hasta que encontró un sitio que consideraba adecuado:

— ¿Entonces qué hacemos aquí? — Alzó una ceja— ¿no me dirás que te apetece un casquete rural?

— Puede— dijo con un toque de mofa— sácate una teta— Clarke soltó un bufido, Lexa paró el motor del coche— ven, salgamos.

Dijo saliendo del coche. ¿Qué hacían ahí? De todo se podía esperar. De todo y de forma sorprendente, porque Lexa podía saltar con la cosa más obscena a la más romántica y hermosa. Clarke se vio amando esas dos facetas. Salió y fue a sentarse junto a Lexa sobre el capó:

— ¿sabes qué día es hoy?

Clarke se puso a pensar. Aún faltaba su cumpleaños. Quedaba más cerca el de Bellamy, solo se llevaban un mes de diferencia. Su aniversario no era y si se lo había preguntado por algo que ocurrió de pequeñas, ya sí que no se acordaría ni, aunque quisiera. Así que se limitó a negar con la cabeza:

— Con las luces de la ciudad no se pueden contemplar.

— ¿El qué?

Clarke estaba tan embobada mirando a Lexa. Siempre tan hermosa, hasta con su expresión llena de cansancio:

— mira al cielo Clarke.

La rubia hizo lo que le pidió la ojiverde. No había una aurora boreal, pero era igual de hermoso, joder, era terriblemente hermoso. Esas cosas, parece mentira, pero nunca se paraba a contemplarlas. Era una autentica lluvia de estrellas. Rasgando la capa de ozono:

— Es la cola de un cometa, Swifft-Tuttle— le decía sin dejar de mirar a Clarke, estaba realmente hermosa admirando el cielo, de hecho, a pesar de tener una lluvia de estrellas sobre sus cabezas, ella era lo más bello a los ojos de Lexa— Son conocidas como las perseidas porque radian la constelación de Perseo.

— ¿Cómo puedes saber tantas cosas? — Preguntó Clarke dignándose a mirarle de nuevo— digo, me siento como una inútil ignorante a tu lado.

Lexa esbozó una sonrisa, se levantó para ponerse enfrente de Clarke, con una mano le rodeó la cintura, mientras que con otra le acarició con ternura:

— Tú no eres inútil, Clarke y mucho menos ignorante— le dio un beso en la frente— estudiaste en Oxford, tú me darás mil vueltas con las prosas, las sintaxis y todo ese rollo aburrido, también dibujas y yo lo máximo que sé hacer es una mierda pinchada en un palo— Clarke curvó la comisura de sus labios— ¿Ves? Tu sabes unas cosas, yo se otras.

Ambas se sonrieron bobaliconas, antes de que Lexa mirase el cielo para contemplar a las famosas lágrimas de San Lorenzo. Clarke le abrazó y miró al cielo también, ¿podía pedir un deseo? Se preguntó. Pero recordó a quien estaba abrazando, no le hacía falta nada más, lo tenía todo:

— solo falta algo para hacerlo prefecto— rompió el silencio apartándose de Clarke y entró de nuevo al coche por la parte copiloto. De la guantera sacó un porta cd's y puso la radio. Clarke sonrió aún más, comenzó a sonar el tema This Life de Bruce Springsteen— Esta mañana tenía pensado traerte aquí, pero con champan, una manta— se acercó y tiró de Clarke para comenzar a bailar con ella— no sé algo romántico— esbozó una sonrisa— nos vamos a tener que conformar con Bruce Springsteen.

Clarke rodeo su cuello con los brazos, mientras que miraba fijamente a los ojos de Lexa, a pesar de la oscuridad, seguían siendo hermosos:

— ¿Cómo puedes ser tan perfecta?

Preguntó la rubia apoyando su cabeza en el hombro:

— No lo sé ¿Lo soy? — esbozó una carcajada— pero si soy de lo más obsceno, ordinario, cavernícola, vanidosa, odiosa, irritable— Clarke puso los ojos en blanco— y cantidad de cosas que me has llegado a llamar.

— Corrijo— dijo bufando— eres perfecta hasta que sueltas alguna joya como esa. Tú también me has llamado remilgada, irritable...

Le cortó lo que estaba diciendo con un beso, esos labios, tenían un puñetero don para dejarle tanto sin aliento como para hacerle olvidar lo que estaba diciendo:

— La perfección es una pulida colección de errores. Te quiero remilgada, te quiero irritable, con tu carácter de mierda, te quiero incluso cuanto más insoportable estas en tus días del mes, por esa razón Clarke, tu eres perfecta.

Clarke ya se había derretido, puro liquido guiado por los brazos de Lexa, derretido por sus palabras, por su voz, su forma de mirar. Lexa Woods no podía ser humana, debía ser un demonio seductor, una vampiresa o una súcubo. Se puso de puntillas y chocó sus labios, de nuevo víctima de aquellos besos, de aquella lengua poseyendo su boca, de aquellas manos vagando por su espalda, atrayéndole y pegándole más a su cuerpo. Suspirando fuerte, separándose tan solo unos segundos para coger aire. Terminando por rodear su cintura con las piernas mientras que le aferraba más fuerte, acabando sobre el capó del BMW:

— El coche se va aboyar.

Dijo Clarke con un hilo de voz, a la vez que desabrochaba los botones de la blusa de Lexa. La ojiverde hizo lo mismo, aunque no esperó a llegar al final cuando ya introdujo su mano para estimular sus senos:

— me da igual el coche.

Clarke echó la cabeza hacía atrás para que tuviera más acceso a su cuello. Las estrellas sobre sus cabezas, Bruce Springsteen de fondo y aunque estaba siendo a pasional. Lexa lo hacía con ternura. Le parecía tan bonito aquel tiendo, muy a lo película romántica de Keanu Reeves en "un paseo por las nubes". Lexa regresó beso a beso, mentón, labios... abrió los ojos y se encontró con una lágrima recorriendo su mejilla:

— ¿Qué ocurre? — Dijo con tono preocupado— ¿quieres que pare?

— No— acarició sus labios carnosos— es que, las estrellas, la música, tú... es solo que me parece, muy...

— Ñoño.

Saltó Lexa carcajeando:

— Ahora soy yo quien pregunta ¿qué me haces? Lexa.

— ¿Ahora mismo? Tocarte una teta.

Clarke miró a sus pechos y carcajeó, tenía su mano derecha posada en uno de sus pechos, aunque no la movía, ya que se detuvo para preguntarle:

— Pero que payasa— quitó su mano de su seno para entrelazar sus dedos— te estoy hablando enserio. La forma que me haces sentir, nadie se ha esforzado tanto por mí.

— No me he esforzado Clarke— dijo riendo— simplemente se me apetecía traerte aquí y lo hice.

Clarke se deslizó hacia atrás del capó hasta dar con la espalda con la luna del coche, terminando de desabrochar su camisa. Y quedar con el torso semi desnudo. Lexa subió sobre el capó, gateando hasta llegar a los labios de Clarke. Esos que sería capaz de besar cada momento, cada día y noche. Clarke rodó hasta quedar a horcajadas sobre Lexa. La ojiverde se incorporó, quedando sentada, intentando quitarse la blusa, pero los botones de los puños seguían cerrados. Rieron tontamente, a la vez que Clarke, de forma torpe se lo desabrochaba. La morena acercó sus labios hasta la clavícula de Clarke, embriagándose con su aroma. Cuando por encima de sus hombros lo contempló. A lo lejos, de un momento a otro, grandes llamaradas elevarse al cielo. Como una fuerte explosión:

— Clarke.

Dijo sin mirar hacía ese punto:

— ¿qué?

Preguntó Clarke a la vez que giraba la cabeza y vio lo mismo que Lexa:

— ¿Qué es?

— No lo sé— respondió Lexa desconcertada— parecía una explosión.

Gustus se estaba impacientando. ¿A caso habían pillado lo que planeaba? Había subestimado a la agente del FBI, era lista. Rechinaban los dientes:

— Tranquilícese jefe, a lo mejor ni encendieron el ordenador.

— Si no lo han encendido ya...

BOOM desde el punto en que se encontraba Gustus y Romero se pudo contemplar de más cerca. Bueno, había tardado un poco más de lo que esperaba. Miró con los prismáticos. Si la casa estaba reducida a cenizas. Arrancándole una carcajada. Miró a su empleado con satisfacción:

— Ahora, el FBI estará de luto.

— Si, jefe debe de haber muerto gran parte de los maderos.

— ¿te acuerdas el plan que me contaste para Lexa?

De nuevo Lexa, Romero estaba empezando a cansarse del mismo tema. Bueno, paciencia, se decía. Él no iba a ser como esos pringados que traicionaron a sus jefes solo para morir, en el momento en que viese algo chungo levantaría el vuelo y que Gustus se las apañase solo:

— Si. Me acuerdo perfectamente.

— el sábado es un buen día para llevarlo a cabo.

— Empezaré mañana mismo a hacer las llamadas.

— Puedo dejarle en paz— dijo pensativo— pero lo cierto es que no puedo. Ha logrado meterse en mi cabeza, Romero. Esa zorrita es mi obsesión— rio por lo bajo— me recuerda a su madre a su edad, pero he de reconocerlo esta buena la condenada— dio una palmada a su empleado— vámonos de putas, que estoy de humor.

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