Capítulo 5: Equipo azul.

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Adara tenía algo muy en claro cuando formó parte del equipo azul.

Debía conseguir que su equipo ganara, y si era posible, conseguir el número telefónico de cierto chico de cabello azabache.

Lo había visto desde lejos intentar encajar en el campamento; había sido desastroso con el arco, sus clases de griego antiguo y canoa no habían salido tan terribles, pero fue aplastado en las carreras con ninfas y luchas cuerpo a cuerpo... lo que en realidad logró tomarla por sorpresa, fue su manejo en espada.

¿Suerte de principiante?

No. No era eso. Era mucho más.

Era algo que nadie más podía ver, pero que Adara se encargaría de dejar salir del pequeño y asustadizo chico. Le parecía demasiado adorable y tímido, y por ello es que no se había atrevido a acercarse, se asustaría, más porque Adara era ese tipo de personas que eran demasiado intensas.

Y claro, primero estaba viendo sus puntos débiles.

¿Qué? No podían culparla por querer estar preparada.

Desde que era una pequeña niña que deambulaba por las solitarias calles de Londres, con arco y daga en mano; siempre se había encargado de encontrar las debilidades de los extraños. Enemigo o amigo, no importaba. Todos eran potenciales amenazas y todos debían pasar por su riguroso examen de posibles desastres, aún cuando el chico le gustara.

Algo antiguo, pero práctico.

-¿Lista, Aida? -preguntó Irina.

Se encogió de hombros mientras ataba su escudo en su brazo. Ató bien los cordeles de su armadura de cuero y se aseguró que su espada tuviera el suficiente filo como para mutilar.

-Más que lista, niña Hermes.

Irina gruñó descontenta con el apodo absurdo.

-¡Equipo azul, adelante! -exclamó Annabeth.

Adara hizo una mueca, pero sin dejar de verse bien. Era algo natural en ella.

-¡Uh, mira! -exclamó Irina y observó hacia la dirección que apuntaba. Pudo ver como Percy se precipitada al encuentro de Annabeth, quien lo miraba con desagrado.

Adara pudo mirar detrás de toda esa fachada de indiferencia y no le gustó nada lo que veía.

Le gusta.

Detestó el hecho de que fuera así. Si de por sí Annabeth la odiaba por ser el interés amoroso de Luke, la aborrecería aún más cuando Adara revelara su interés por Percy, aunque tampoco se dejó llevar por sus celos al verlos tan cerca, era lo suficientemente segura de sí misma como para haber superado esa etapa de inmadurez.

Era consciente de sus encantos y entendía que era difícil decirle que no a una hija de Eros.

Ignoró las miradas que ambos chicos se lanzaron y siguió con su camino. Su misión era clara, junto con los hijos de Apolo (quienes eran liderados por el líder de la cabaña, Lee Fletcher), debía evitar que cualquier mestizo cruzara la línea invisible que fue trazada por Luke, quién le echó algunas miradas indiscretas antes de ordenarles que puestos tomar.

Le tocó estar en el límite de la frontera, cerca del arroyo y oculta entre las ramas de los árboles. Lo suficientemente cerca para observar lo necesario y poder dejar inmovilizado a cualquiera que decidiera que era buena idea cruzar.

Le excitó la idea de poder dejar sangrando a algún par de mestizos. Necesitaba descargar sus frustraciones con alguien que no fuera su almohada.

-¡Gray! -los ojos de Annabeth estaban clavados en ella, casi con una advertencia silenciosa. Adara alzó una ceja en su dirección mientras aligeraba su paso- Te toca la frontera.

-Lo sé -dijo frunciendo el ceño.

Annabeth respiró profundamente, y fue allí donde Adara notó un par de ojos azules, muy profundos y hermosos, clavados en ella.

No sé inmutó. Tenía experiencia con los chicos guapos, sabía como parecer desinteresada.

-Percy irá contigo -ordenó Annabeth-. Él patrullará la frontera mientras estás cerca.

La comisura de los labios de Adara se alzaron.

Es una perra... ¿así planea conquistar al chico que le gusta? ¿Enviándolo a una muerte segura?

Chica lista.

Annabeth la miró con los ojos entrecerrados cuando vió que no contestaba.

-Bien -dijo encogiéndose de hombros-, pero no te aseguro devolverlo en una pieza.

Ella solo se alejó y sus ojos por fin pudieron mirar con mayor atención al nuevo. Era bajo, más bajo que ella. Probablemente se debía a que los chicos suelen desarrollarse más lento que las chicas y se notaba que Adara era un par de años mayor.

Ladeó la cabeza analizándolo. Notó como el chico empezaba a sonrojarse y Adara se llenó de ternura, sus mejillas estaban demasiado rojizas y era una vista tentadora para cierta hija de Eros.

Se acercó a él y suspiró tratando de disipar sus pensamientos.

-Vamos -le dijo con dulzura, sus ojos se ablandaron y le sonrió con calidez-. Debemos marchar antes de que empiecen sin nosotros.

Percy asintió, rojo y con la mirada atontada. Adara notó que caminaba vacilante y desconfiado debido a la armadura y la espada que portaba.

-No hablas mucho, ¿cierto? -No lo dejó contestar- Te he estado observando. Pareces algo tímido.

Percy la miró sorprendido.

-¿Sabes quién soy? -preguntó incrédulo, y si alguna vez pensó que sus ojos eran lo más hermoso del mundo, debía replantearse la idea. Su voz era envolvente, un tanto aniñada, pero ante sus oídos sonó como el mayor cántico. Algo celestial.

No entendía porque cada cosa que descubría de él, parecía dejarla extasiada.

Adara sonrió.

-¿Quién no conoce al chico que logró mandar al tártaro a un monstruo tan feroz como el minotauro? -respondió con otra pregunta, guiándolo entre los arbustos y los gritos de excitación de los demás campistas- Has sido la comidilla del campamento por algunos días.

Percy se sonrojó. Otra vez.

-Supongo que tienes razón -dijo rascándose la nuca. Adara dirigió a otra parte la punta de la espada del chico al ver que casi le rozaba el brazo-. Lo siento, le dije al señor... -Adara lo miró curiosa-...a Quirón, que no sabía como usarla. Dijo que aprendería.

-Lo harás -le guiñó el ojo con una sonrisa que logró deslumbrar a Percy-. Todos aquí llegan sin saber cómo o el porqué. Pero al final del verano, marchan a sus hogares como verdaderos héroes. Hijos de dioses importantes y otros tantos menospreciados, pero igualmente poderosos.

Adara notó que estaban cerca del arroyo, ya podía escuchar el agua correr y pronto debería alejarse de Percy para tomar su puesto.

Deseó que no fuera así. La conversación estaba resultando mejor de lo que esperaba, había pensado que debería esperar verdaderos resultados hasta la cuarta o quinta conversación con él.

Al parecer, se había equivocado.

-¿Y tú en cuál encajas?

Se quedó sin palabras.

-¿Cómo?

Percy pareció nervioso y pateó una piedra que se cruzó en su camino.

-¿Qué tipo de héroe eres?

Nunca se había puesto a pensar en eso. En realidad, nadie nunca le había hecho una pregunta tan personal, ni siquiera Luke, quien parecía querer averiguar absolutamente todo de su vida, pero no sus pensamientos.

Meditó la pregunta con calma, sin presión aparente.

-Si te soy sincera -finalmente habló-. Aún no lo sé.

Percy volteó a verla y el sol hizo que sus ojos brillaran con majestuosidad. Su aliento se atascó en su pecho... Era una vista asombrosa.

-Tal vez algún día lo averigües.

Adara sonrió.

-Serás el primero en saberlo.

Y fue allí cuando el corazón de la hija de Eros se detuvo por unos segundos, por el simple hecho de que Percy le regresó la sonrisa y su pecho se oprimió con fuerza.

Nunca había sentido nada igual. Era algo que la deslumbraba y hacía que viera un montón de colores cuando estaba cerca del misterioso chico de ojos cual mar.

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Pregunta del momento xD:

¿Esperan avances entre los protagonistas de manera rápida o medio lenta?

Atte.

Nix Snow.

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