Capítulo XI: Augsvert (II/III)

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Séptima lunación del año 304 de la Era de Lys. Aaberg, reino de Augsvert.

II

Aren

Como todos los días desde que volví a Augsvert, me encontraba en el palacio Flotante. Esa noche, por sugerencia de lara Moira y mía, Englina había convocado una reunión de emergencia con el alto mando militar del ejército negro, pues considerábamos prudente prepararnos lo antes posible en caso tal de que el hechicero oscuro decidiera atacar junto a los alferis.

Nos encontrábamos en la sala protocolar donde la reina resolvía los asuntos más apremiantes, sentados alrededor de la larga mesa de madera pulida. Sobre esta descansaban las copas de plata de cada uno de los reunidos, que previamente un joven copero había llenado con vino de pera. A través de las cortinas recogidas podía verse el extenso prado verde perfectamente cuidado del jardín exterior, salpicado de muchas luminarias de Lys.

El general Gunnar desplegó sobre la superficie un enorme mapa que mostraba en detalle cada relieve y accidente geográfico de la frontera con Ausvenia, así como las posiciones exactas de los pilares y los baluartes que los custodiaban.

—El explorador que envíamos días atrás ha vuelto y dice que los alferis han montado un campamento aquí. —El hombre señaló un punto en las laderas de las montañas cerca del pilar del oeste.

—Es ahí donde está la gran falla del domo —dijo Englina inclinándose sobre la mesa para verel sitio señalado en el mapa.

—Hemos enviado tropas a reforzar el pilar, Majestad —intervino lars Christenssen, comandante de todos los ejércitos de Augsvert.

Englina suspiró y volvió a sentarse.

—¿Cuándo creen que ataquen? —preguntó la reina.

—No hay manera de estar seguros.

Ella tamborileó sobre la mesa, luego volvió a hablar:

—Tengo entendido que los alferis utilizan la fuerza de la naturaleza; es pleno invierno y por lo general no hay tormentas en esta época del año. Si están acampando tan cerca de nuestras fronteras, deben estar esperando algún otro tipo de ayuda.

—Al hechicero oscuro, su aliado —dije yo.

Lars Herdensson sonrió con un gesto burlón que me desagradó bastante, luego añadió:

—No os ofendáis, lars Grissemberg, pero no tenemos certeza de que ese hechicero en realidad desee atacar Augsvert. Los alferis bien podrían simplemente estar espiando para documentar el movimiento en la frontera.

—¿Cómo no tienen certeza? ¡Tienen mi palabra! ¡Un hechicero oscuro se prepara para unir fuerzas con los alferis y atacar Augsvert!

—¿Y quién es ese misterioso hechicero oscuro? ¿Sabéis su nombre, acaso?

—No, pero...

Antes de que pudiera terminar de hablar, tocaron a la puerta. El joven copero atendió el llamado y regresó portando un pequeño pergamino que le entregó a la reina Englina. Ella lo leyó con atención y luego dirigió una mirada interrogativa hacia mí.

—Bien mis generales —dijo la reina poniéndose de pie—, confío en vuestra capacidad y en que tomaréis sabias decisiones por el bien de nuestro reino. Informadme si hay algún indicio de movilización por parte del campamento alferi.

—Sí, Su Majestad. Que las flores de Lys desciendan sobre vuestra cabeza —murmuraron todos al unísono mientras se inclinaban.

Uno a uno los generales fueron desocupando la sala, yo iba a hacerlo también, cuando ella me detuvo.

—Aren, quédate, por favor. —Englina esperó a que no hubiera nadie en la sala para volver a hablar—: Tenemos visitantes de la Liga de Heirr. Han solicitado una audiencia conmigo, pero desean que tú también estés presente.

Aquella noticia me extrañó, al parecer tanto como a Englina, pues ella me miraba con el ceño fruncido. ¿Qué podría querer la liga de Heirr conmigo? Entonces recordé e Ivanara. ¿Sería posible que la mujer continuara con su obsesión de apresarme y me hubiera perseguido hasta Augsvert?

Si era Ivanara y venía a capturarme, ella le contaría a Englina sobre Soriana.

—¿Deseas que me entreviste a solas con ellos primero? —pregunté rezando internamente porque Englina aceptara.

—No. Los recibiremos de inmediato.

Ella dio una señal y uno de los sirvientes salió del salón.

¡Mierda!, si Ivanara venía a capturarme tendría que explicar muchas cosas.

Englina esperaba sentada y yo de pie a su lado. Veía con aprensión la puerta, las cosas estaban por ponerse difíciles. Me recriminé internamente por no haber roto el compromiso con Englina desde el mismo instante en el que pisé suelo augsveriano, ahora todo se complicaría.

Las altas hojas de madera se abrieron y, tal como temía, la capitana de la liga de Heirr cruzó por ella acompañada de dos hombres más. La mujer inclinó la cabeza delante de Englina y luego fijó en mí sus ojos castaños.

—Majestad, lars Grissemberg —dijo.

—¡Que las flores de Lys desciendan sobre vuestra cabeza! —la saludó la reina—. Contadme, capitana, ¿cuál es el motivo de vuestra visita?

Ivanara volvió a mirarme, tuve que reprimir el impulso de suplicarle con mis ojos que no dijera nada.

—Vengo a hablaros de un hechicero oscuro que su lars conoce, Majestad.

¿El hechicero oscuro? ¿Es decir que Ivanara no venía apresarme? Englina giró hacia mí y me miró antes de volver a encarar a la visitante.

—Muy bien, ¿qué tenéis que decir al respecto?

—Tengo motivos para pensar que este hechicero oscuro es un miembro de la liga de Heirr que ha utilizado la organización como fachada para proveerse de criaturas mágicas para su beneficio personal.

Tanto sus palabras como la firmeza y resolución en el tono de su voz me sorprendieron, ella no dudaba ni por un instante de lo que decía. Tal vez Ivanara había decidido investigar por su cuenta, como le pidió Soriana cuando huimos de Vergsvert.

—¿Cómo lo comprobasteis, Ivanara? —le pregunté.

—Cuando os marchasteis de Vergsvert, aquella nota en la que el karl de la liga solicitaba vuestra ejecución inmediata me pareció muy sospechosa. Viajé a Ormholm, deseaba entrevistarme con el karl y que él mismo me explicara el motivo de una decisión tan abrupta y arbitraria, tomada sin juicio previo.

»Pero no pude hablar con el karl, él no estaba en Ormholm. Sin embargo, yo necesitaba encontrar respuestas, saber si, como ustedes decían, la liga estaba involucrada en actos turbios. Decidí hacer algo que va en contra de mis principios, pero de lo cual no me arrepiento: entré en las dependencias del karl sin ser vista. No encontré nada raro allí, hasta que usé la piedra de Sýna. Sus aposentos privados, su sala de trabajo, todo se encuentra impregnado de magia oscura.

»Puse la denuncia en el comité de la liga de Heirr y lo que obtuve fue una orden de encarcelamiento, pero no para el karl, sino para mí. Antes de que pudieran arrestarme, hui de Ormholm y vine hasta acá.

—Así que ahora también sois una fugitiva.

No pude evitar el sarcasmo de mi comentario. A Ivanara no le hizo gracia, tuve la impresión de que si pudiera me arrancaría la cabeza con sus propias manos.

—Capitana —dijo Englina—, ¿estáis diciendo que el hechicero oscuro que perseguía a Aren es el karl de la liga de Heirr?

—No puedo asegurar que sea el propio karl de la liga, pero sí que él está involucrado en todo esto.

—Ivanara —dije—, ¿sabéis quien es el karl de la liga? ¿Conocéis su nombre?

—No. Son pocas las personas que lo saben, supongo que los miembros del comité de cazadores lo conocen.

—Majestad —dije—, ¿sabéis lo que esto significa? Que el hechicero oscuro esté involucrado en la liga de Herir y que pueda incluso ser el karl, implica que varios cazadores deben ser sus aliados. No nos enfrentaremos a un solo hechicero oscuro, sino a varios.

—Por eso he venido —dijo Ivanara con la rabia tiñendo sus palabras—, deseo luchar junto a vosotros contra esa liga corrupta que nos ha utilizado para su propio beneficio, ha irrespetado todos los preceptos en los cuales creía.

—Os agradezco enormemente, capitana —dijo Engelina llevando la mano a su frente, lucía preocupada—. Supongo que necesitaremos toda la ayuda posible si, además de los alferis, tendremos que enfrentar un enjambre de cazadores convertidos en morkenes. Aceptad mi hospitalidad y quedaos en las dependencias del palacio Flotante, capitana.

—Gracias, Majestad.

Dando por terminada la reunión, Ivanara y sus hombres salieron acompañados de uno de los sirvientes. De inmediato, Englina se volvió hacia mí.

—¿Debo creer en ella, Aren? ¿De dónde la conocéis?

Pensé bien lo que le diría antes de hablar. Sabía que la recalcitrante honestidad de Ivanara la hacían de confianza, pero no quería poner en evidencia a Soriana, al menos no todavía.

—Mientras huía del hechicero oscuro, la liga de Herir me perseguía. La sorcerina que me acompañaba tenía problemas con los cazadores, Ivanara, por extensión, comenzó a perseguirme también. Me apresó primero en las afueras de Doromir, pero me logré escapar. Luego ella nos apresó en Vergsvert y como dijo, el karl mandó a ejecutarnos sin juicio previo. A Ivanara eso le pareció sospechoso y nos dejó ir. Es una mujer con principios, apegada a la ley, no creo que esté mintiendo, mucho menos que sea capaz de traicionarnos una vez que ha decidido ser leal.

—Parece que la conoces bien, y ella también confía en ti, pidió que estuvieras presente durante esta entrevista.

—Seguramente para que yo te dijera todo esto y pudieras creer en sus palabras.

—Tienen una relación extraña ustedes.

Las palabras de Englina y el tono en el que fueron pronunciadas me hicieron fruncir las cejas. ¿Estaba celosa? Quería romper el compromiso con ella, pero su actitud me dejaba claro que no era el mejor momento para hacerlo.

Por otro lado, comenzaba a inquietarme el hecho de no tener noticias de Soriana. El ataque de los alferis parecía inminente. ¿Dónde estaba ella? ¿Por qué no había llegado a Augsvert? Ella debía haberme enviado hacía mucho tiempo una flor Vesa contándome cómo iban sus averiguaciones. Tenía el presentimiento de que algo había salido mal.

—Hay otra cosa que tenemos que hablar, Aren —Englina se acercó más a mí, hasta colocar su mano delgada en mi mejilla—. El Heimr ha solicitado que dé una fecha para nuestro enlace matrimonial.

Los ojos azules de ella se clavaron en los míos, estaba tan cerca que sentía su respiración, Englina esperaba un avance por mi parte, sus labios entreabiertos me lo pedían. Me sentí desleal con ella, conmigo y con Soriana, debí sincerarme hacía mucho tiempo.

—Englina yo... yo no puedo casarme contigo.

Su mano se petrificó sobre mi mejilla.

—¿Qué? —Ella frunció el ceño—. ¿Romperás el compromiso? No puedes hacer eso, la estabilidad del reino depende de este matrimonio, ¡Aren, tú me lo prometiste!

—Lo sé —dije tomando su mano y mirándola a los ojos con tristeza—, pero amo a otra mujer. No puedo casarme contigo, Englina.

—¿A otra mujer? ¿A quién? —Englina sonrió con rabia—. ¡Oh! ¡Ya sé! Lo suponía, es a esa capitana cazadora, ¿no es cierto? Esa es la verdadera razón de que ella esté aquí. Vi como te miraba.

—¡¿Qué?! —pregunté sorprendido de su deducción— ¿Ivanara? ¡No, claro que no!

—Entonces, ¿quién es?

—Eso no es importante, Englina. Tampoco lo es un matrimonio en este momento tan delicado. Debemos concentrarnos en hacerle frente a los alferis y sus aliados morkenes.

Los ojos azules de ella se cristalizaron, sin embargo, no derramó una sola lágrima. Englina apretó la mandíbula y asintió.

—Creo que podemos dejarlo por hoy —dijo ella con un tono frío y cortante—. Si te necesito te mandaré a llamar.

—Englina...

—Márchate, Aren.

No quise seguir prolongando el momento ni incomdándola. Hice una reverencia que ella no contestó y salí del salón cabizbajo. Me sentía fatal, Englina no se merecía lo que le estaba haciendo. Lunaciones atrás cuando acordamos el compromiso, yo le aclaré que no la amaba. Realmente pensé que ella lo había entendido, que si yo accedía a ese matrimonio era por la amistad que había entre ambos y porque deseaba que el reino no se fracturara en medio de una guerra civil por la sucesión. En algún momento ella olvidó esa parte del acuerdo.

Caminé por la galería que bordeaba el jardín interior. Las esferas de Lys suspendidas iluminaban los pasillos, desde los arcos de medio punto abiertos al jardín llegaba el aroma a pasto húmedo y flores frescas. Al igual que yo, algunos sorceres todavía deambulaban por el palacio. La imagen de Soriana regresó a mi mente, necesitaba saber de ella. De pronto sentí un llamado, me giré y una pequeña esfera luminosa se materializó a mi lado, extendí la mano para tomarla y me di cuenta de que era una flor Vesa. Tuve la certeza de que era un mensaje de ella.

—Vesa Aren Grissemberg —dije con la flor en la mano.

Ella abrió sus pétalos hechos de energía roja muy oscura, la voz ronca de Soriana llegó a mí como si estuviera a mi lado susurrando:

«Cuando escuches este mensaje Keysa y yo estaremos rumbo al palacio Flotante, espérame.»

¡Keysa y Soriana regresaban a Augsvert! El corazón me dio un vuelco en el pecho, todo lo que había soñado durante los últimos largos trece años se hacía realidad, ella regresaba, mi Soriana.

Entonces el rostro enojado de Englina irrumpió en mi mente y rompió la ilusión como un rayo en medio de la noche. ¿Cómo tomaría ella el retorno de Soriana? ¿Se sentiría amenazada?

Tenía que volver sobre mis pasos y hablar con Englina, prepararla para ese reencuentro.

***

Encontré a Englina en el mismo salón donde la dejé. Tenía una copa en la mano y estudiaba el mapa que el general Gunnar dejó en la mesa. Ella no giró cuando entré.

—Englina...

—No tiene caso que vengas a consolarme por tu desamor, Aren, ni que te sientas culpable. —Ella hablaba de espaldas a mí, colocando pequeñas miniaturas sobre el mapa—. Siempre has dejado muy claro que no me amas, tampoco yo lo hago, nuestro enlace era un acuerdo netamente político, encontraré a otro con quien suplirte.

Su tono de voz era calmado y su actitud, indiferente hacia mí. Me alegré de que ella se estuviera tomando tan bien la ruptura del compromiso. Eso me animaba a hablarle sobre la llegada de Soriana, tal vez no lo tomaría tan mal. Me acerqué hasta la mesa y me detuve a su lado. Ella había desplegado figuritas que representaban al ejército negro en los pilares del oeste.

—Quiero que sepas que nada cambia con respecto a nuestra amistad, eres alguien importante para mí —le dije con sinceridad.

Englina me miró de soslayo con una media sonrisa.

—Hay algo importante que debes saber —continué.

Ella suspiró y por fin se giró para mirarme de frente.

—¿Otra cosa importante? Desde que regresaste cada vez que dices que hay algo importante que debo saber mi migraña empeora.

—Siento mucho que sea así —me disculpé. Tomé aire y me dispuse a revelarle la noticia.

—Soriana está viva.

Se hizo el silencio. Englina me miró a los ojos como si no hubiera entendido lo que acababa de decir.

—¡¿Qué?! —La copa de plata resbaló de sus manos, el vino se derramó en el suelo de heirdsand dejando una mancha de un rojo tan oscuro como la sangre—. ¿Por qué dices eso?

—Ella viene hacia acá.

—¿Ella viene hacia acá? ¡¿Cómo es que Soriana viene para acá?!, y, ¿cómo es que tú sabes eso y solo ahora te atreves a decírmelo? ¡No entiendo nada, Aren! ¡Explícate, por favor!

—Encontré a Soriana en Northsevia unas lunaciones atrás. Ella ha estado conmigo todo este último tiempo, fue ella quien descubrió los planes del hechicero oscuro y también que él tiene esclavizada al alma de la reina Seline.

El rostro de Englina perdió el color, se sentó en una de las sillas forradas de terciopelo y permaneció en silencio más de lo que tarda en consumirse una brizna de paja en el fuego.

—¿Estás bien? —Comencé a preocuparme cuando ella cerró los ojos.

—Has venido diariamente a mi casa en los últimos días y ¿solo ahora te atreves a decírmelo? —Englina abrió los ojos para mirarme furiosa y dos lágrimas cayeron de ellos—. ¡Más de diez años estuvo fuera! ¡¿A qué viene?! ¡Nada le pertenece ya!

—Englina...

—Es por ella, ¿verdad? ¡Es ella la mujer que amas, por quien me rechaza! ¡Me has estado engañando todo este tiempo, Aren! ¡¿También vas a apoyarla cuando reclamé el trono de Augsvert?!

Las cosas estaban saliendo tan mal como temí.

— No es así, Englina. Mi intención nunca fue traicionarte, todo lo que he hecho ha sido por Augsvert. Soriana no viene a reclamar el trono. Si ella ha regresado, es solo para hacer frente al hechicero oscuro y liberar el alma de su madre.

—¡Ja! —exclamó displicente—. Se marchó por trece años. Cuando se fue, Augsvert se sumió en el caos, bien sabes que estuvo al borde de una guerra civil. Mi madre tuvo que hacerse cargo, presenciaste todo lo que hemos tenido que enfrentar, Aren: las luchas constantes con el Heimr, las escaramuzas con los alferis. Dime, ¡¿dónde estaba ella?! ¡Soriana vivía su vida muy lejos, sin obligaciones, sin responder por las consecuencias de sus actos! ¡¿Te parece justo que ahora venga a querer apropiarse de todo?!

—¡Englina, no es así! ¡No sabes nada de lo que ha sufrido Soriana estos trece años! ¡Tampoco sabes todo lo que ha hecho para descubrir la identidad del hechicero oscuro! Si está de vuelta es porque sabe quién es y cómo vencerlo, estoy seguro de eso. Debes dejar de lado todas tus reticencias y trabajar a su lado por el bien de Augsvert.

—¡Por el bien de Augsvert! ¡Já! —Englina me miró con sarcasmo antes de preguntar—: Dime solo una cosa, Aren, ¿es ella la mujer a la que amas?

—Englina, no es el momento...

—¡Solo contesta, maldita sea!

No podía seguir mintiéndole, le debía la verdad.

—¡Estoy enamorado de Soriana desde que puedo recordar! Lo que siento por ella no tiene nada que ver contigo, ni con el reino, ni con nuestro reencuentro, nada.

—¿Nada? —preguntó con amargura—. Soriana siempre tiene todo que ver.

El regreso de Soriana a Augsvert era una pésima idea y solo ahora me daba cuenta de la magnitud del error.

Englina tomó una gran bocanada de aire y luego lo botó con lentitud por la boca, alisó la voluminosa falda de su vestido, se irguió y me miró de frente.

—Soy la reina legítima de Augsvert —dijo—, elegida por el Heimr. Me debo a mi pueblo. Recibiré a Soriana y veré qué tiene que decir y si es como dices, que ella tiene información que puede ayudarnos a enfrentar a los alferis, uniré fuerzas con ella para derrotarlos.

—Me alegra mucho escucharte hablar de esa forma, no esperaba menos de ti.

Englina me miró muy seria, tuve el presentimiento de que algo en ella había cambiado para siempre.

—El regreso de Soriana añadirá más tensión, cuando el Heimr se entere, no sé qué decisión tomarán con respecto a ella. Trataré de mantener esto en la más absoluta confidencialidad, al menos hasta entrevistarme con mi prima.

—Estoy seguro de que podrás mantenerlos al margen mientras se soluciona todo este asunto con los alferis.

—Haré todo lo necesario por mantener la estabilidad de Augsvert, puedes contar con eso.

Tomé sus manos y le besé los nudillos en señal de agradecimiento. Sabía que teníamos por delante una situación complicada, por un lado, la inminente confrontación con los alferis y por el otro el regreso de Soriana y lo que ello significaba con respecto a la legitimidad del trono de Augsvert. Solo tenía que lograr que las cosas tomaran el mejor camino, uno que beneficiara a todos por igual.

—¿Cuándo dices que llegará Soriana?

—Está rumbo para acá en este instante.

—Bien, vamos a recibirla, entonces.

En el momento en el que salíamos del salón, un soldado se acercó corriendo hasta nosotros, en su mano traía un pequeño pergamino que le extendió a Englina, ella lo leyó con rostro impasible.

—Viene en un hipogrifo con lars Percival, —dijo Englina con la nota en la mano—, deben estar arribando al palacio en este momento.

Salimos del salón y tomamos el camino de las galerías, rumbo al patio de armas, a donde descendería el hipogrifo. Mi corazón retumbaba como loco, a pesar de lo que había dicho Englina, no confiaba del todo en ella. Empecé a idear un plan alterno en mi mente, en caso de que las cosas se torcieran. Lo mejor era hacer aliados diferentes a la reina.

****

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué creen que le espere a Soriana cuando esté frente a Englina?

Dejo pequeño glosario que desde hace tiempo no lo añado en caso de que hayan olvidado algunas cositas.

Ausvenia: Cadena montañosa al oeste de Augsvert. Región en la cual se asentaron los alferis una vez fueron exiliados de Augsvert

Heimr: Institución augsveriana formada por uno o varios miembros de las familias mas influyentes de Augsvert. Son elegidos por votacion por los miembros de la Asamblea y su misión es tanto aconsejar como aprobar las decisiones del soberano.

Karl: Lider de la liga de cazadores de Heirr 

Liga de Heirr: Organización conformada por sorceres de diferentes naciones y cuya misión es luchar contra la magia oscura y proteger las criaturas mágicas del continente. La palabra Heirr proviene del lísico y significa lanza.

Ormholm: Isla de la serpiente. Sede de la Liga de cazadores de Heirr. Se encuentra al sur de Doromir. La isla está rodeada de pantanos habitados por serpientes acuáticas venenosas.

Sýna: Del lísico: mostrar. Es una piedra traslúcida que al ser expuesta a magia de Morkes se tiñe de rojo. Es muy usada por los cazadores de la liga de Heirr.

Vesa: Del lísico: Permanecer, quedarse. Son flores hechas de pura energia, toman el color del savje del hechicero que las realiza, con ellas se pueden transmitir mensajes. Normalmente no pueden viajar distancias muy largas, la que usa Soriana es de un hechizo modificado por ella que usa su sangre y de esa forma alcanza distancias mayores.


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