fifty ──── between the skies

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─────────── CHAPTER FIFTY,

BETWEEN THE SKIES ───────────



Zadkiel fue el primero en encontrar la camioneta, dejando que Sahily se sentara adelante con sus armas mientras el resto se acomodaba en la parte trasera.

No tenían ningún lugar en mente por lo que siguió manejando. Ithiel y Ezer hablaban sobre los puntos ciegos en Áureos, eran pocos, pero difíciles de encontrar cuándo estaban en el mundo de los humanos.

──── Dobla a la izquierda ──── Raisa recomendó, inclinándose hacia adelante ──── Llegarás a un campo abierto, ahí es donde deberán de subir.

Ezer frunció sus cejas ──── ¿Cómo lo sabes?

──── Solo lo oí ──── dijo, encogiéndose de hombros ──── Vayan a ese lugar, es su punto invisible.

Zadkiel asintió, girando justo donde le indicó. Su alrededor fue cambiando, solo se podía notar las colinas verdosas y el cielo tan oscuro donde las gotas seguían cayendo. Sahily dirigió su mirada arriba, viendo que todo estaba despejado para que los áureos entrarán.

Ella bajó de la camioneta, sin importarle que estuviera mojándose. Su ropa ya estaba empapada igual que el cabello, pero aun así se acercó a Zadkiel, poniendo sus manos en las mejillas del áureo con dulzura.

──── Regresa ──── le pidió, mirándolo como si fuera la primera vez ──── Voy a esperarte el tiempo que sea necesario.

Zadkiel sonrió, pasando su pulgar por los labios de ella. Su pecho se apretó, deseando quedarse a su lado porque no tenía idea de lo que podría ocurrir arriba.

──── Te amo ──── confesó en voz baja, apenas oyéndose su voz ronca ──── Te amo, Sahily.

Una lágrima se deslizó por la mejilla de ella, camuflándose entre las gotas de lluvia que seguían mojándolos.

──── También te amo, Zadkiel. Por favor, cuídate ──── rogó.

Él asintió, inclinándose para juntar sus labios. No era un beso suave o gentil como usualmente, esa vez iba cargado de pasión y de una promesa que solo los dos conocían.

Él pasó su mano por la cintura de ella, pegándola a su cuerpo. Refugio su cabeza en el cuello de Sahily, respirando su suave esencia.

──── Voy a volver ──── le prometió.

Dejarlo ir fue una de las situaciones para Sahily, pero lo hizo, soltando su mano. Se quedó junto a la camioneta, cruzando sus brazos en una forma de sostenerse a sí misma.

No iba a quebrarse enfrente de él, no en el momento donde necesitaba que se mantuviera firme.

Los áureos se alejaron, encontrando los cielos abiertos para su encuentro cuándo un grito los alertó. Sahily también giró, deteniendo el filo que iba directo a su pecho.

Siseó de dolor, hiriendo su mano cuándo quito la daga de las manos del demonio. Con un solo golpe la derribó, enfrentándose a otro que quería derribarla.

Solo fueron unos segundos donde se vio envuelta de demonios, intentando hacerla ceder. Ella peleo, golpeando y haciendo uso de la daga como su única arma. El aire ya no llegaba a sus pulmones al esforzarse y sus piernas estaban ardiendo por los repentinos movimientos.

En un ágil salto, pasó sus piernas por el cuello del demonio que estaba atacando a Raisa, derribándolo al suelo. Metió la daga en su pecho, evaporándolo en cenizas.

Se levantó, estrellando su puño en el rostro de otro demonio, aturdiéndolo lo suficiente para herirlo. Oyó el choque de las espadas, no tuvo necesidad de ver para saber qué se trataba del resto de áureos.

Sahily agarró a Raisa, manteniéndola atrás. A pesar de las circunstancias, estaba en su deber resguardarla de esos demonios.

──── ¡Haz algo con tus dones! ──── Sahily le gritó con cansancio ──── ¡Despierta de una vez por todas!

Un golpe en la mejilla de la áurea la aturdió, haciendo que escupiera sangre. Se levantó, fijando sus ojos grises en el demonio que se atrevió a tocarla.

No necesito hacer ningún movimiento cuándo todos los demonios a su alrededor quedaron en cenizas. Sahily sonrió con orgullo a Raisa, finalmente demostrando que podía ser la criatura capaz de acabar a todas las razas.

El sonido de unas alas llamó la atención de Sahily, fijando su atención en el hombre que apareció rodeado de demonios. Las sombras se movieron por todo el suelo hasta llegar a sus pies.

Vigthon la miraba con una expresión fría que haría que cualquiera se doblegara menos ella, en cambio, levantó su mentón con superioridad.

Las sombras se convirtieron en demonios, sorprendiendo a las dos áureas que estaban solas. El cuerpo de Raisa salió suspendido en el aire hasta golpearse contra la camioneta donde no se levantó.

Sahily peleo, dando toda su energía en poder derribarlos, pero eran demasiados. Un gruñido de frustración salió de sus labios al sentir como agarraban sus brazos.

Intentó golpearlos, pero no pudo cuándo los demonios hicieron que se pusiera sobre sus rodillas. Agarraron su cabello, alzando su mirada a Vigthon.

Un escudo oscuro pasó por encima de sus cabezas, encerrándolos tal como Raisa lo hizo una vez. Vigthon se acercó, abofeteando a la áurea con enojo.

──── Es una decepción tener que quitarte mi esencia ──── él siseó, apretando sus manos ──── Fuiste la primera en aceptarlo, pero los demonios mayores se dieron cuenta.

──── ¿Tienes miedo de que también porte sus esencias? ──── bromeó la áurea, jalando sus brazos ──── ¡Suéltame!

Vigthon rio secamente, dando un paso atrás ──── ¿Miedo? Que tan equivocada que estás, mi áurea, ellos van a robarte mi poder ──── replicó con enojo ──── No puedo permitirlo.

La mirada de Sahily brillo, entendiendo lo que había sucedido. El recuerdo volvió a aparecer en su mente, tan nítido como si nunca hubiera ido, solo lo estaba manteniendo muy lejos.

Movió su brazo, sintiendo como los demonios no estaban sosteniéndola tan fuerte así que lo aprovechó, sacudiéndolo una vez más.

Pudo sacarlo, golpeando a los demonios que la sujetaban e incluso los pateó, tirándolos a la camioneta. Dio una mirada a sus hermanos que seguían batallando, entendiendo lo que debía de hacer.

──── No sabes el poder que me acabas de otorgar ──── ella siseó, dejando que la oscuridad apareciera en sus ojos ──── Voy a enviarte al infierno.

Sahily se tiró encima de Vigthon, colocando sus manos en las mejillas del demonio. Enterró sus dedos en su piel, llenándose de la espesa sangre oscura e hizo lo que nunca imaginó.

Extrajo toda la esencia del demonio, llenando su interior de esa oscuridad y maldad que las sombras enloquecieron. Vigthon intentó separarse, pero sus piernas temblaron, perdiendo toda la fuerza y protección.

La áurea dio un paso atrás al no poder seguir aguantando esa esencia. Estaba tan llena, sintiéndose embriagada que tuvo que sacudir su cabeza para alejar esa molestia.

Agarró la daga del suelo, enterrándola en el pecho del demonio. Su mano tembló, oscureciendo sus venas al igual que sus ojos que batallaban por quedarse en grises.

──── No vas a revivir ──── ella negó, sonriéndole ──── Ahora tu esencia es mía.

Vigthon gritó, quemándose por dentro. Su piel fue abriéndose, convirtiéndose en cenizas que nunca volverían a tener forma y explotó, sin quedar ninguna señal de aquel ángel que cayó.

Sahily dio un paso atrás, sintiéndose mareada. Su corazón latía con fuerzas y las sombras estaban rodeándola, llamándola por su nombre para que los ayudará.

Ella puso sus manos sobre sus oídos en un intento de callarlos hasta que gritó, mirando el cielo. De su nariz brotó sangre oscura, tan espesa que estaba ahogándose al no tener como respirar.

──── ¡Sahily, no lo hagas!

La áurea se negó a girarse al oír la voz quebrada de Zadkiel. No quería ser vista de esa forma, no como la áurea que fue llenada de oscuridad.

Cerró sus ojos, dejando que su cuerpo cayera al suelo. Las gotas de lluvia golpeaban su rostro, mezclándose con la sangre que seguía saliendo.

Los golpes de Zadkiel fue el único sonido que llegaba a sus oídos al igual que sus gritos de lamentos como si habían arrancado su propio corazón.

El escudo no cedía ante los intentos del áureo de traspasarlo. Protegía a lo que quería salvar, a lo que le pertenecía.

Antes de dar otro golpe, una mano sostuvo su muñeca. Los ojos oscuros de su padre lo miraban sin ninguna expresión, tratando de entender qué le sucedía.

Zadkiel siempre fue uno de sus hijos a los cuáles seguía sin entender. Tan lleno de ira contenida que podría ser perfecto para sus misiones, pero a la vez de tanta amabilidad que arruinaría sus planes de acabar con cualquier ser que quisiera interponerse.

──── Solo los demonios mayores pueden pasar ──── él dijo, mirando a la áurea en el suelo ──── ¿Quieres que la salve?

El áureo tomó una profunda respiración, asintiendo ──── Hazlo. Tú me lo debes, sálvala ──── pidió, golpeando el escudo ──── ¡Ayúdala!

──── ¿Tú la amas? ──── cuestionó, frunciendo sus cejas ──── ¿Piensas pasar el resto de tu vida con esa áurea?

──── Por supuesto que lo hago. Baje al infierno por ella, no pienso renunciar a ella ──── murmuró, apretando sus manos ──── ¿Eso es suficiente para ti?

El hombre traspasó el escudo, notando el gran desastre que había dentro. Las sombras se movían por todo el suelo, inquietas por llegar a la áurea ya que ella era su amo.

Se acercó con cuidado de no alterarlas, no era muy agradable sentir el dolor que podían infringir. Se agachó a un lado del cuerpo de Sahily, colocando sus dedos en la vena que seguía latiendo.

Aún seguía con vida, ahora era decisión de la áurea si despertaba o no.

Puso su mano encima del pecho de ella, cerrando sus ojos. Pudo sentir esa oscuridad, saliendo poco a poco y se metió en él, un verdadero demonio que podía poseerla.

Un suspiro brotó de los labios de Sahily, sin despertarse. Una luz brillante surgió de su pecho, haciéndose cada vez más intensa que tuvo que ocultar sus ojos. El aire empezó a tornarse más fuerte al igual que la lluvia.

Solo fueron unos minutos cuándo todo se calmó, quedando en silencio.

Sahily seguía en la misma posición, pero tenía algo más. Dos largas alas doradas se encontraban encima de su cuerpo, protegiéndola.

Shain bajó su mano, apartando el cabello mojado del rostro de la áurea. Sus mejillas estaban blancas, sin ningún color y tampoco se movía.

──── Vuelve, viviste tanto tiempo en el infierno para darte por vencida ──── él le susurró ──── Lucha, hazlo por ti.

El escudo iba rompiéndose, dejando que los áureos pudieran entrar. Zadkiel corrió, tirando las armas a un lado cuándo se lanzó a un lado, sosteniendo la cabeza de la áurea.

──── Sahily ──── la llamó, su voz llenándose de pánico ──── Sahily, despierta.

No hubo ninguna respuesta haciéndolo sentir con miedo. Su pecho se apretó, disgustándole ese sentimiento de soledad que estaba apoderándolo.

Miró al hombre, sin saber que estaba sucediendo. Sus alas estaban afuera, su sanidad volvió, pero ella seguía inconsciente, sin ninguna fuerza.

Zadkiel volvió a mirarla, recorriendo la mejilla pálida de ella con sus dedos. Ithiel se había quedado atrás, incapaz de mirar a su hermana mientras Ezer ayudaba a Raisa.

Un suspiro hizo que todos los áureos se pusieran en alerta, fijando su mirada en Sahily. Ella abrió sus ojos, tan grises como la tormenta, pero cálidos.

──── No estoy segura de lo que acaba de suceder ──── murmuró, frunciendo sus labios ──── Pero no quiero volver a sentirlo.

Zadkiel soltó una fuerte carcajada que terminó en un suave sollozo. Puso su cabeza en el hombro de ella, necesitando estar cerca.

No podía creer que estuviera cerca de perderla. Si no fuera por su padre, Sahily se hubiera ahogado en esa maldad.

Había sido una de las peores experiencias de su vida y no quería volver a repetirla. Sahily limpió sus lágrimas, inclinándose para dejar un suave beso sobre sus labios.

──── Estoy bien ──── le prometió, sonriéndole ──── No me iré a ninguna parte.

Zadkiel asintió, reteniendo los sollozos. No podría seguir adelante si volvía a perderla, simplemente su vida no tendría sentido.

Él la ayudó a levantarse, agarrando su brazo cuándo se tambaleó. Haber estado tanto tiempo sin sus alas hizo que olvidara el peso, pero igual sonrió, agradecida de tenerlas de nuevo.

Nirelle también lo hizo, feliz de que Sahily hubiera vuelto a ser ella misma. Siempre tuvo una admiración por sus alas, tan grandes y doradas, difícil de no notarlas cuándo se encontraba volando en los alrededores.

──── Era exactamente lo que necesitabas ──── Shain habló, colocando sus manos detrás de su espalda ──── Sanar desde tu interior, solo que tomaste tu tiempo.

Ithiel no se movió, queriendo darle espacio a su hermana. No era el momento para lamentarse sobre lo sucedido así que solo agarró la mano de Nirelle, apoyándose en la áurea.

──── ¿Estás del lado de los demonios que tomaron Áureos? ──── Zadkiel cuestionó a su padre, frunciendo sus labios.

Shain ladeó su rostro, pensativo ──── No, no lo estoy. Reuní mi propio batallón para pelear, si no les molesta ──── ofreció con una media sonrisa ──── El príncipe del infierno está ahí arriba y no es un ser de agrado así que lo queremos abajo, donde haremos que pague.

──── Si nos traiciona, te irá muy mal ──── Ezer amenazó, a un lado de Raisa.

──── Cálmate, áureo, sé lo que hago ──── Shain replicó con burla ──── ¿Nos vamos? Quiero llegar temprano a la cena.

Zadkiel rodó sus ojos ante la impaciencia de su padre. Ayudó a Sahily a colocarse la armadura, ajustándola a su cuerpo y le entregó su espada, viéndose como la guerrera que era.

Todos estaban bajo el punto ciego, incluida Raisa que los siguió sin decir ni una palabra. Sahily extendió su mano, haciendo que las nubes se abrieran, mostrándole a Áureos.

La lucha empezó sin aviso, apareciendo docenas de áureos por diferentes sectores que tomaron por sorpresa a los demonios que estaban cómodos, sin pensar en lo que vendría.

Sahily fue una de los áureos más veloces, yendo directamente a los demonios mayores junto a Ithiel y Ezer. Su larga espada brillaba a pesar de la tormenta que los demonios atrajeron.

Raisa también fue veloz, rompiendo los candados que tenían prisioneros a muchos áureos. Con su poder de sanación, recobraron las fuerzas, dispuestos a luchar para recuperar lo que les fue robado.

Sahily fue detenida por uno de los demonios, interponiéndose en su camino. Mothand la observaba con molestia, apretando sus dientes cuándo ella sonrió, engreída.

──── Oh, ¿los príncipes del infierno dejaron salir a su mascota? ──── ella bromeó.

Aunque Mothand pertenecía a los demonios mayores, era uno de los pocos reconocidos y eso era una de sus debilidades. No le gustaba que el resto fuera conocido y él no.

──── Se supone que debiste morir en el infierno ──── él mencionó, sin perder su fuerte expresión de molestia ──── Eso es una gran traición a mis órdenes.

──── ¿Tus órdenes? ──── replicó, arqueando una de sus cejas ──── A los demonios ni siquiera le importas.

Sahily supo que sus palabras no fueron buenas, haciendo que el demonio se lanzará a ella. Sus espadas chocaron, creando un gran eco de aire que lanzó a varios demonios lejos.

La áurea no se detuvo, moviendo su espada para seguir adelante. Mothand retuvo cada uno de sus golpes, apretando sus dientes ante la fuerza que emanaba.

La pelea entre los dos ya estaba siendo demasiado cansada, no cedían ante el otro hasta que otro áureo apareció, golpeando al demonio por detrás.

Sahily aprovechó la distracción de su hermano para encajar el filo de la espada en el abdomen del demonio, lo suficiente para debilitarlo.

Iba a dar el segundo golpe cuándo una trompeta los distrajo. El cielo se abrió, revelando a los ángeles que iban dirigiéndose a ellos, los Ophanim finalmente estaban ahí.

──── Maldición ──── masculló el demonio.

Una sonrisa apareció en el rostro de ella, sabiendo que no podrían perder esa pelea. Golpeó repetidas veces a Mothand, tratando de debilitarlo, pero al ser un demonio mayor, su fuerza era mayor.

De reojo, observó como Raisa se acercó, alzando sus manos al cielo donde varios rayos aparecieron. Fue veloz al quitarse de su camino cuándo todo ese poder se estrelló contra Mothand.

Sahily no perdió tiempo en quitarse la pesada cadena y la pasó por el cuello del demonio, reteniéndolo antes que fuera por Raisa. Zadkiel apareció como un ángel en el cielo, alzando su espada para insertarla en el pecho de Mothand.

Solo un demonio podía acabar con los mayores y Zadkiel hizo exactamente lo que debió.

El cuerpo de Mothand fue convirtiéndose de piedra, cada centímetro fue cubierto hasta que finalmente explotó, dando un fuerte grito que alarmó a todos los demonios.

Sahily respiraba con fuerza, sintiendo sus manos quemar por las pesadas cadenas. Miró como el resto de áureos pudieron someter a los demonios.

Raisa se encargó de sanar a los áureos que se encontraban heridos, a excepción de los que estaban demasiados débiles por las heridas y golpes.

Un áureo captó su atención, acercándose sin poder creerlo. El líder Izan tenía sus alas manchadas de sangre y estaba postrado en el suelo, bajo su cuerpo estaba un gran charco de sangre dorada.

──── Tío ──── ella llamó, sin poder creerlo. Sus ojos grises cambiaron, mostrando la tristeza ──── Déjame llamar a Raisa, puede ayudarte y con mi sanación...

Él negó, apenas pudiendo abrir sus ojos ──── No, está bien. No merezco que compartan su don en mí.

──── ¿Por qué? ──── Zadkiel cuestionó, poniéndose a un lado de Sahily ──── ¿Qué hiciste?

──── Yo... los engañe, a todos ──── contó, intentando respirar ──── Sabía de la profecía mucho antes y sobre esta guerra. Intenté retenerla, lo suficiente para buscar una solución, pero no pude, en cambio, los expuse a un mal.

──── ¿Por eso Raisa pudo vivir todo ese tiempo en el mundo de los humanos? ──── interrogó ella, frunciendo sus cejas

──── Si, dejé que se desarrollara como una humana y así perdiera sus dones, pero no pude. Los demonios la querían así que tuve que mandarlos a la misión ──── informó, cerrando sus ojos ──── Por mi mala decisión, perdí a muchos áureos y a ti, te hice pasar un mal momento.

Sahily se agachó a su lado, negando ──── Pero ya estoy mejor, tío ──── lo tranquilizó, agarrando su mano ──── Hemos ganado. Áureos ya está a salvo.

Una lágrima recorrió la mejilla del líder Izan, asintiendo ──── Esperó que pueda verlos en el cielo ──── susurró ──── Ayuda a todos los áureos, está en ti ser una buena líder.

Poco a poco, las respiraciones del áureo fueron disminuyéndose hasta que todo su cuerpo perdió fuerza. Sahily no tuvo necesidad de confirmarlo cuándo sintió como su alma salió, siendo dirigido al cielo.

Ella se levantó del suelo, agarrando la mano que Zadkiel le ofreció y así les dio espacio a sus primas que lloraron encima del cuerpo de su líder.

Camino junto al áureo en silencio, viendo como Áureos seguía portando su belleza, aunque estaba llena de demonios. Las casas seguían iguales, incluso sus jardines y la cascada estaba intacta.

Era como si nunca se fueron.

──── Así que, ¿todo termino? ──── Zadkiel preguntó, mirándola ──── ¿Volveremos a nuestras vidas como antes?

Sahily sonrió, entrelazando sus dedos sin importar que el resto de áureos estuvieran a su alrededor. Se acercó, apoyando su cabeza en el hombro de él.

──── Podemos conseguir un lugar solo para los dos ──── ella propuso ──── No me molestaría pasar el resto de mi vida contigo.

Una sonrisa de orgullo apareció en el rostro de Zadkiel, agradándole esas palabras. Iba a hablar cuándo su padre se acercó, palmeando su hombro.

──── Parece que todo fue muy bien. No estaba tan seguro cuándo vi que Mothand nunca moría ──── él bromeó, soltando una carcajada ──── Dio buena pelea, ¿no?

El áureo se deshizo de su toque, alejándose ──── Nada que no se pudiera controlar. ¿Ya van a volver al infierno?

──── Si, no queremos contaminarnos de la buena voluntad de los áureos ──── dijo, fingiendo un escalofrío ──── Fue bueno verlos. Supongo que hice mi acción de buen padre del año.

──── Espero que sigas comportándote bien y no amerites que te visitemos en el infierno ──── Sahily habló, cruzando sus brazos ──── No seré tan amigable.

El hombre rio, llamando la atención de los que se encontraban a su alrededor.

──── Me comportaré si llegan a visitarme. Lleva a Odette, probablemente le guste estar en la oscuridad ──── dijo con una sonrisa burlona.

Zadkiel solo rodó los ojos, sin querer caer en su provocación. La conocía lo suficiente para saber que terminaría muy mal.

──── Tendré que pensarlo. Odette no es muy fácil de manejar, pero si quieres conocerla, deberás de darle todo lo que desea.

Shain asintió ──── Lo acepto. Mándenme un mensaje, así les haré un tour completo de lo que construiré con este poder ──── dijo, ladeando su rostro ──── Vigthon no fue muy inteligente, yo sí lo seré.




llegamos al final de Áureos con cincuenta capítulos y con todos nuestros personajes hasta el final.

sinceramente es una de mis historias en la cuál todos siguen vivos y me alegra que eso haya pasado ya que tengo muchas ideas y en un futuro, quiero poder escribirlas.

gracias y gracias por aquellos que se quedaron conmigo, en cada lectura y cada palabra, los quiero y espero que está historia les haya encantado!

recuerden que todavía falta el epílogo donde verán un personaje del cuál no hay que olvidarse.



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