La Maldición Del Reino

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La peor de las tormentas jamás antes vista azotaba el reino de el Rey Azarius, llamado también "Azarius El Terrible".

Recientemente ha ascendido al trono tras la muerte de su padre, el Rey Darío.

Azarius jamás pensó que una maldición estaba escondida en aquella corona. Sólo bastó colocarla sobre su cabeza para que todo cambiase.

Se convirtió en un hombre poderoso pero  con un corazón lleno de maldad. Un hombre ambicioso de poder.
Idolatrado por pocos, odiado por muchos.

Su cruenta manera de cómo tratar a los esclavos, la herejía que causaba a las esclavas que reclutaba del pueblo de zirka y de las mujeres que secuestraba desde los reinos vecinos, después de saquear aquellos pueblos.

Reclutaba mujeres para que sus hombres, su batallón de guerra, saciara su apetito sexual.

Las mujeres eran salvajemente abusadas, violadas, ultrajadas hasta más no poder.

Utilizaba a las mujeres como verdaderas prostitutas, cuando ya no las necesitaba las enviaba a matar o simplemente las vendía a bajo precio por plata, bronce y una que otra a precio de oro, para que las llevasen lejos del pueblo.

Todas las mujeres le pertenecían solo a su reino. Era celoso con todos sus séquitos.

Estaban todas sometidas al yugo de la esclavitud, sometidas bajo el manto de maldad.

Las mujeres que se rehusaban a sus vejaciones, podían encontrar sus cabezas clavadas en estacas en el Valle de los Lamentos.

Azarius lo hacía para haullentar a sus enemigos, para que todo aquel que se atreviese a cruzar el valle viese la crueldad del rey con su pueblo.

Si alguna esclava resultaba embarazada,
Y si ese hijo era mujer, la enviaba al pueblo hasta que esa niña tuviese una edad suficiente para trabajar en el reino. Otras mujeres eran sacrificadas junto a ese hijo.

Allí debían ser criados, amamantados y alimentados, hasta que se cumpliese la edad propicia para ingresar a las filas del ejército de guerra del reino si era niño y si era niña, debía servir al rey como una empleada.

Cuando ya estaban en edad de aprender a usar una espada, debían ser entregados sí o sí a las Fuerzas Guerreras del Rey.

Todo niño debía cumplir con esa ley, desde los cinco años de edad comenzaba su entrenamiento.

Tenían que hacer de ellos unos hombres de pelea, hombres de batalla, guerreros sin temor a la muerte. Allí se luchaba cuerpo a cuerpo y espada contra espada.

La familia que rechazaba la orden del Rey Azarius, era enviada a la horca, como señal de amenaza hacia el resto del pueblo.

Azarius y su manera repudiante de pensar hacia la sociedad, las ratas, como el llamaba a los pobres aldeanos, mendigos y enemigos.

Eran un verdadero sacrilegio.
Un verdadero estorbo, no servían para nada, eran todos una manada de ineptos.

Cuando más enfurecido estaba tomaba de su espada y comenzaba a cortar cabezas y las cabezas rodaban, no importaba quién estuviese delante de él, para él todo era imperfecto.

Todos los sirvientes le temían.

El rey tenía la fórmula para amedrentar al reino.

Enviaba a sus Fuerzas de Guerra a saquear los pueblos vecinos y mandaba a matar a todos los rebeldes que opusiesen resistencia. No importaba el género, fuera hombre, mujer o niño daba igual.

En el Valle de los Lamentos yacían miles de cabezas ensartadas en estacas. Así demostraba su mal llamado poderío, el Rey Azarius.

La maldad se percibía a leguas cuando el rey salía a recorrer los prados y montañas cercanas a su reino. La maldad estaba desatada, pero en cuanto al reino, era el reino que todos los demás reyes deseaban conquistar, era el castillo más grande en cuanto a riquezas, mujeres hermosas, hombres fornidos, plantaciones en abundancia. Etc.

El sótano real estaba en un búnker subterráneo, allí estaba lleno de monedas de oro, plata, bronce, vasijas, cántaros, candelabros, joyas, gargantillas... Etc

La plata, el bronce y oro obtenido en los saqueos era utilizada para forjar las armas del rey y de sus guerreros. Todo obtenido a través de los años, a través de las ciudades saqueadas bajo el mandato de su linaje y bajo la oscura mancha de su reinado.

La riqueza del Reino De Azarius sobrepasaba toda imaginación terrenal, sobresalía de toda imaginación lógica.

El Guardián de la entrada de aquél búnker, era su leal compañero de batallas, Fazzu, como perro fiel, siempre leal.
Guerrero incansable que luchó al lado del joven Azarius, bajo el mandato de su Padre, el Rey Darío.

Nadie podía derrotar a las Fuerzas guerreras del Rey Darío, en los demás reinos se comentaba que había una mujer muy poderosa dentro de ese castillo y la verdad era así.

Una Poderosa magia protegía hasta el último confín del reino. Una poderosa piedra que sólo podía ser manipulada por una persona, una hechicera que tenía el poder suficiente para gobernar ese inmenso poder que emanaba desde el interior de la piedra. Los demás reinos tenían la razón.

Cuando comenzaron las terribles tormentas, todos pensaban en que se trataba de una maldición sobre el Rey Azarius, por su codicia que era la gran fortuna que escondía bajo el castillo o por la terrible maldad que imponía a través de sus actos.

Nadie daba su brazo a torcer, todos comentaban que sobre el reino había una gran maldición.

(Estaban en lo cierto...)

Podía ser una antigua leyenda que entre los más ancianos del reino se comentaba.

Se decía que un hechicero muy poderoso había dejado una maldición predestinada para el Reino de Azarius.

Había llegado la hora, era el momento de llevar a cabo la promesa no cumplida por el linaje real.

Azarius prometió a su padre, el Rey Darío, en el lecho de su muerte que siempre protegería su reino. Aún con su vida si así fuese necesario.

Pero el Rey Darío no contaba con que el corazón de Azarius estaba maldecido, estaba predestinado a ser el rey de la maldad en toda su expresión.

El Rey Arkham, antiguo rey del mal había dejado todo predestinado, absolutamente todo planeado para cuando el joven Azarius ascendiera al trono que dejaría su padre.

Por otra parte la maldición del Mago Mensaquir se estaba llevando a cabo, pero no precisamente a través de sus hechizos.

Si no que a través de uno de sus descendientes, un infiltrado dentro del palacio del rey azarius.

La maldición impuesta al Rey Arkham estaba ascendiendo al reinado de Azarius, el terrible.

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