Vivir o morir con honor

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Si la información de la anciana era correcta, Sambra estaba en serio peligro.

Inmediatamente se comenzó a armar cuadrillas de hombres, para por la noche salir en búsqueda de la joven hechicera.

El guerrero lamentó el deceso de la anciana.

Sowar, era muy distinto al rey Azarius, no compartía la forma de tratar a sus sirvientes, ni a la gente del pueblo.

Estaba con él por la lealtad a su padre, El Rey Darío.

De regreso al reino, Sowar comentó el relato de la anciana.

Cuanto llegó a oídos del rey, se molestó en demasía y decidió formar un batallón de fuerza mayor, con 300 hombres armados, listos para la batalla.

"¡Vivir o morir con honor..!!"

Dijo el Rey Azarius...

Mientras el batallón le seguía, repitiendo fuerte y claro...

¡Vivir o morir con honor..!!

Azarius El Rey, despidió al batallón.

Quedaba al mando de su mano derecha, Sowar.

La estrategia ya estaba lista.

Debían atravesar el Valle de los Lamentos y atacar de madrugada a los hombres de Scaryu, que merodeaban el valle.

La lluvia y el viento no cesaban aún,
parecía que la maldición estaba dando una tregua al Rey Azarius.

Pasaban y pasaban los días, sin esperanza alguna para detener la lluvia y el fuerte viento, que por las noches azotaba al reino con más fuerza, entre tormentas de rayos, solo faltaban bolas de fuego, caer desde el cielo, para que se diera comienzo a un encuentro apocalíptico.

Sambra, se encontraba prisionera en el reino del Rey Scaryu.

Mientras tanto en el Valle de los Lamentos, la batalla entre los dos reinos fue mortífera, la estrategia del Guerrero Sowar dió resultado.

Fueron muertos, todos los hombres de Scaryu esa madrugada.

No quedó rastro alguno de ellos.

En el ejército de Sowar, las pérdidas fueron mínimas, alrededor de 40 hombres perdieron la vida en la cruenta batalla.

Sambra, podía presentir débilmente lo que estaba ocurriendo en el reino del Rey Azarius.

La fuerza de Sambra poco a poco comenzaba a debilitarse, pero aún así no se daba por vencida.

Llevaba varios días sin comer ni dormir.

Llevaba días encerrada, en una pequeña jaula de acero, que estaba protegida por un eficaz hechizo, que le impedía a Sambra usar sus poderes.

Pensando en como poder escapar, lo veía cada vez más imposible, pero no sé daba por rendida.

Mientras tanto los hombres de Sowar recorrían parte de la ladera norte, por si algún hombre de Scaryu había escapado dejando alguna huella en el camino.

El rey Azarius, cansado de esperar, mando buscar a Dorkan y su perro rastreador, Kuzar.

Era inevitable la caída del imperio, si las condiciones del tiempo se mantenían de esa forma, aunque al parecer la maldición les estaba dando una pequeña tregua.

Casi la mitad del pueblo de Zirka estaba hundido por el constante azote del agua.

Casas destruidas por las fuertes ráfagas de viento, cientos de cuerpos enterrados bajo el barro, cientos de niños llorando buscando a sus familias.

Era desolador el ambiente para el pueblo de zirka.

Los pueblos que rodeaban a Zirka pretendían ir en su ayuda, pero el rey era difícil de tratar.

De alguna u otra manera intentarían llegar para brindar apoyo al pueblo de zirka.

Mientras tanto en el reino, Azarius le encomendaba una misión a Dorkan.

Dorkan, dijo el rey: necesito que busques en el pueblo, una caja pequeña que ha sido encontrada entre las aldeas, con unos trozos de fragmentos, los cuales contienen información reservada de los hechos que están aconteciendo en el reino.

También necesito que traigas al palacio, el trozo de un mapa que se encuentra en la casa del Patriarca del pueblo, la casa de Acor...

Dorkan enmendó su camino hacia el pueblo....

Allí en el pueblo, recordaban los antiguos ancianos, que unos mapas se encontraban escondidos en una de las antiguas aldeas del pueblo.

Esos mapas contenían información sobre todos los reinos.

Túneles subterráneos para llegar a cada uno de ellos.

Esa era la estrategia perfecta para invadir los reinos.

Así lo hacían antiguamente los antepasados.

Una parte de aquel mapa lo tenía Acor, el patriarca de Zirka, uno de los hombres más longevo del pueblo, con 102 años en el cuerpo, seguía viviendo entre la maldad del rey Azarius, pero no sabía de la importancia que contenía ese antiguo mapa, que el aún conservaba.

El mapa había llegado a manos de su padre dentro de un cántaro muy antiguo, hecho de barro por sus abuelos.

Era un cántaro muy especial.

Allí estaba escondido ese mapa, pero nunca le llamó la atención.

Hasta que un día, un hombre que venía desde un lejano reino, les habló de la importancia de ese trozo de mapa.

Decía que llegaría el día en que un rey, estaría dispuesto a matar muchas vidas por intentar conseguir ese mapa.

Era importante que lo conservara bajo secreto.

Pero como todo secreto sale a la luz, no faltó la persona que escuchó sobre aquel mapa y así comenzó a correr la voz de boca en boca en el pueblo.

Hasta llegar a oídos del Rey Azarius.

Aquí era donde entraba en acción Dorkan y su perro Kurza, el rastreador.

Era la misión perfecta.

El mapa constaba de tres partes...

Una de las partes estaba en manos de Acor, el anciano más longevo del Pueblo de Zirka.

El cuál conocía parte del camino por donde podían estar los subterráneos, para cruzar al reino o para cruzar al siguiente pueblo.

Ese mapa tenía información completa y muy bien detallada.

Al caer en manos enemigas sería fácil para ellos conseguir el Reino del Rey Azarius, y no tan sólo de Azarius, también podrían apoderarse de los otros reinos.

Los subterráneos también se estaban viendo afectados por las intensas lluvias, había que actuar rápido para conseguir ese mapa.

La responsabilidad de conseguir ese mapa era de Dorkan y su perro rastreador, Kurza.

La segunda parte del mapa se encontraba en manos del patriarca del pueblo de Niza, Abomadul, pueblo no enemigo de Zirka.

El patriarca Abomadul, el cuál al escuchar la situación que estaba viviendo el pueblo de Zirka, decidió enviar el mapa con uno de sus mensajeros, azkabur, uno de los Guerreros más rápido del pueblo.

Abomadul sabía que había llegado la hora de entregar el trozo faltante del mapa.

Esta era la señal que había dicho aquel hombre que venía desde un lejano reino.

Azkabur, no tan sólo llegó con la segunda parte del mapa, si no que también traía valiosa información para el Rey Azarius.

La tercera y última parte del mapa, se encontraba entre los tesoros del rey Azarius.

Allí debía buscar un cántaro dorado que contenía el dibujo de un mapa.

Allí estaba escondida la pieza faltante.

El Rey Azarius, al escuchar lo dicho por el Joven Corredor Azkabur, y de la valiosa información que le había entregado, le recompensó con treinta monedas de oro.

Pero había un pequeño gran detalle que no había pensado aún el Rey Azarius.

Era imposible ingresar hasta la habitación que contenía sus tesoros.

Estaba sobrepasada de oro...

¿Estaba llena de cántaros de oro y solo en uno de ellos podía estar el mapa..?

En cuál de todos podía estar escondido ese mapa, se preguntaba una y otra vez el Rey.

¿Mi Rey..?

dijo Masek, uno de sus sirvientes.

Creo tener la solución para encontrar ese cántaro dorado y la pieza faltante del mapa.

Dime cuál es esa solución Masek, y más vale que sea necesaria tu intervención o sólo verás como tu cabeza rueda ante los ojos de todo el reino, para después colocar tu cabeza sobre una estaca en la entrada del Pueblo.

La solución es Kuzar mi Rey, el perro rastreador de Dorkan, podría encontrar la parte faltante de ese mapa.

Solo tenemos que esperar a que regrese con la parte faltante que a ido a buscar al pueblo.

Kuzar puede oler uno de esos mapas antiguos y así llegará hasta el cántaro dorado original.

El Rey se levantó rápidamente de su trono y caminó hacia su sirviente Masek y le dijo unas amables palabras...

¡Pero que buena idea Masek..!!

Al fin alguien usa la cabeza para pensar y no para usarla como comida de carroñas.

¿Cómo no se me ocurrió antes..?

¡Es la maldita solución que estábamos buscando y estaba antes mis ojos..!!

Masek, recuerda que si te equivocas, tu cabeza será lapidada, por mi propia espada.

Los tesoros de Azarius eran infinitos, incalculables, inimaginables ante la mente humana.

No podía ser que todo esté tiempo, una de las partes importante del mapa, era la que estaba en manos del rey.

Solo Acor, el patriarca del pueblo, sabía de la existencia de esa parte del mapa, dentro de los tesoros del Rey.

Recordaba muy bien ese trozo de papel dentro de un cántaro dorado.

Acor, trabajó casi toda su vida ante la lealtad de su rey, El Rey Darío.

Acor, era el encargado de guardar y resguardar los tesoros del Rey Darío.

Mientras tanto, Sowar, defensor del reino y mano derecha del rey Azarius, seguía camino al reino de Scaryu para rescatar a la joven Sambra.

Lo que no sabía Sowar, era de la existencia de aquel mapa para ingresar al reino enemigo a través de túneles subterráneos.

Sowar iba camino a una batalla, de la cual no sabía si lograrían salir vivos de allí.

Iban directo a la boca del lobo.

Llevaban tres días ideando un buen plan, para lograr que la mayoría de los guerreros saliesen con vida de allí.

Estaban planeando el ataque, cuando escucharon venir a lo lejos, el galope ferviente y punzante de unos caballos.

Todos los guerreros estaban listos para cortar el camino y luchar.

Pero no eran caballos enemigos, eran dos sirvientes del Rey Azarius, que venían a detener al batallón antes de la pelea.

Uno de los sirvientes le explicó a Sowar la situación y todo lo que había dicho su rey.

La orden de luchar contra el reino de Scaryu, se cancelaba hasta encontrar la tercera parte del mapa.

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