✖╎Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 04╎✖

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ᴍɪ ʜɪᴊᴏ ᴇs ᴜɴ ᴍᴀʀɪᴄᴀ ϙᴜᴇ sᴇ ᴅᴇᴊᴀ ɢᴏʟᴘᴇᴀʀ.

[◆◈◇]

K. Young Soo

     Salí de mi última clase con una sonrisa en el rostro, quería volver a casa junto al hermano más bello que tengo y con eso me refiero a Nam Joon. Los ví junto a la camioneta, esperando por mi presencia con cara de pocos amigos.

     —¿Cómo les fue? —pregunté quitando los seguros.

     Rodeé la camioneta para subirme al puesto del piloto, me puse el cinturón y esperé a que ellos subieran al mismo.

     —¿Entonces, no me dirán cómo les fue? —insistí.

     —Jodes más que mamá cuando llego tarde a casa porque la fiesta se puso buena justo a la hora en la que debía terminar —se quejó Colin.

     Lo fulminé con la mirada, Nam Joon solo se limitó a soltar una carcajada.

     —¿Y bien? —miré a Nam por el retrovisor y al mismo tiempo daba retroceso.

     —Me la pasé con la rectora, la esposa del rector principal, ahora la profesora Ra Yin se hace la delicada y no le gusta que la toquen.

     Miré alarmado a mi hermano menor.

     —¿Tocaste a la profesora de matemáticas? —respondió moviendo su cabeza, afirmando— ¡¿Te volviste loco?! —pero más furiosa me puse al ver que Nam Joon no le decía nada a nuestro hermano menor— ¿No dirás nada? —lo miré por el retrovisor.

     —Yo le dije que lo hiciera, pero no logró acostarse con la profesora, está muy buena y le estaba enseñando como hacerlo —me guiñó un ojo el don Juan que se creía.

     —¡Ustedes son unos asquerosos! —chillé como niña pequeña.

     —Admite que te mueres por probar el pene de Jeon, una rica mamadita no más.

     Rodé los ojos.

     —¿Otra vez con eso? —apreté el acelerador—. Deja a Jeon en paz.

     —Está bien, defensora del pueblo —Rodé los ojos.

     Estás en mi lista negra, Kim Colin.

◆◈◇ ══ ◆◈◇ ══ ◆◈◇

J. Jung Kook

     Me sentía halagado e importante, ¿Qué había hecho para que una chica tan linda se fijara en mi?, Sonreí como un tonto al recordar su insistencia hoy en la hora del almuerzo, resulta que la chica más linda, con hermoso cuerpo y sobre todo popular era ahora mi nueva amiga.

     Mi única amiga.

     Pensaba y pensaba en ello, mientras caminaba al estacionamiento fuera de la universidad, no podían enterarse que era un chico de dinero, porque si no, ¿Qué sería de mí?, Me buscarían por el mismo y estaba harto de que me utilizaran para burlarse de mi.

     —Señor Jeon.

     Giré hacia donde provenía aquella voz. Miré al empleado de mi padre con sorpresa, no me esperaba verlo aquí, saqué mi teléfono para poder comunicarme con él.

¿TomJi?, ¿Qué haces aquí?”

     Le mostré el teléfono esperando su respuesta. TomJi era cinco años mayor que yo, mi padre lo había contratado para que me vigilase las veinticuatro horas del día, como tal niñera.

     Ignorando eso, estaba acostumbrado a mentir sobre mi edad, no quería que supieran mis agresores que tan menor era a diferencia de ellos y menos que estuvieran jodiendo a un niño de dieciocho años, así que solo me hacía pasar por un chico de veinte, el daño sería menor.

     —Tu padre me mandó a buscarte, ya sabes como se pone cuando llegas tarde a casa —donrió con lástima, ya conocía esa cara—. Así que suba al auto, por favor —pidió amablemente. Solo sonreí y subí a el sin negarme.

     En el camino pensé en otras opciones para alejar de mí a Kim Young Soo. Un chico estudioso, preferiblemente llamado "nerd", gustos diferentes a los demás hombres, que usa gafas, ropa holgada y no tiene un cuerpo atlético, no debería estar junto a ella, sólo la avergonzaría, sin contar que era mudo y tenía una fobia social que no la incluía a ella.

     —Llegamos, señor Jeon.

     Asentí y abrieron la puerta de mi lado para bajarme de la gran camioneta negra blindada.

     Hice una reverencia y caminé hacia la gran mansión. Mi padre, Jeon Hansol, el más grande inversionista de todos los tiempos, había comprado una casa tan grande para los catorce hijos que quería criar, el cual mi madre, Jeon Jennie, estaba dispuesta a tenerlos por el amor que ella sentía por él, pero por cosas del destino, solo tuvieron a mi hermano mayor Jung Hyung y a mí.

     —Por fin llega, jóven Jeon —Esa era mi nana, Minha.

     La conozco desde que tengo memoria, una señora de cuarenta y pico de años, que ha dedicado parte de su vida instruyendome al igual que mi madre. Me acerqué a ella y la abracé, podía jurar que sus brazos eran más cálidos que los de mi madre.

     Escribí en mi teléfono para que lo leyera luego del abrazo, por ahora solo quería disfrutarlo.

“Me alegra verte, nana”.

     Le mostré el mensaje con una sonrisa y ella me la devolvió con cierto orgullo.

     —Tu padre te espera en su despacho.

     Asentí sonriéndole una vez más.

     Esa señora que soportó en todo su esplendor a este niño dulce, pero con gran carácter, se merecía el cielo y más allá de ello. Caminé hasta llegar a las escaleras, subiendo por ella, sin prisa, llegué al gran pasillo y caminé por el hasta toparme con la puerta del fondo, justo la puerta de su despacho. Al llegar, toqué dos veces y esperé a que respondiera.

     —¿Si? —dijo alegremente. No podía responder, así que toqué de nuevo—. Que torpe soy, pasa hijo —giré la perilla y entré a la misma, asomando mi cabeza primero y luego el resto de mi cuerpo.

“¿Me buscabas?”

     Escribí en mi teléfono, cerrando la puerta detrás de mí.

     —Sí, esperemos a tu madre, los tres debemos hablar —sonrió, me miraba fijamente, mientras giraba su silla.

     —Estoy aquí —dijo mi madre abriendo la puerta del despacho.

     —Justo a tiempo, cariño —dijo mi padre poniendose de pie, mientras mi madre cerraba la puerta y se aproximaba a sentarse en una de las sillas.

     —¿Qué es tan importante? —preguntó con su característica sonrisa.

     Mi madre era una mujer muy hermosa.

     Mi padre se acercó a su escritorio y abrió una de las gavetas sacando algo de ellas, era un sobre que contenía algo dentro. Abrió el sobre blanco, sacando algunas fotos, tirándolas encima del escritorio con rabia.

     —¿Qué es esto? —eran unas fotos mías siendo ignorado por los demás, estaba sólo en ellas, inclusive en una salían golpeándome. Mi padre se veía molesto—. No lo volveré a preguntar —intentó decir tranquilo— ¡¿QUÉ ES ESTO?!, Ahora resulta que, mi hijo es un marica que se deja golpear.

     —Hansol, cariño, de seguro nuestro hijo tiene una gran explicación del porque no se defiende —intentó interferir mi madre, pero fue inútil.

     —No, Jennie. No puedo permitir que mi hijo sea un marica, primero es mudo y ahora un marica, pero no puede ser ambos —tragó en seco—, necesita una lección, ¿Quieres ser un marica? Bien, no eres mi hijo, nunca lo fuiste y jamás lo serás. Ni mi hijo mayor resultó ser tan marica como tú, él si es un hombre y yo pensando que era todo lo contrario —rió amargamente.

     —¿Hansol, qué harás? —mi madre estaba paralizada, preguntando cosas tan obvias.

     —Le daré una lección —dijo acercándose a mí.

     Me encontraba inmóvil, sentado en aquel sofá viendo a mi padre furioso, podía ver el humo salir por sus orejas, eso no era bueno. Sin previo aviso, me goleó en el pómulo derecho sintiendo un gran dolor, mientras intentaba reincorporarme, después me golpeó en el pómulo izquierdo, pero no podía hacer nada, era mi padre y no iba a golpearlo.

     —¡NO!, ¡CARIÑO, BASTA! —mi madre se acercó a él, intentando pararlo, pero fue inútil, la empujó quedando tendida en el suelo.

     —No te metas, Jennie, nuestro hijo debe aprender a no ser un marica por las malas —sus golpes eran cada vez más constantes, mis labios al igual que mis rostro sangraba, podía sentir como se escurría hasta descender en mi camisa o pantalón— ¡VAMOS, DEFIENDETE! —Gritaba sin control.

[◆◈◇]

     Tras casi una hora en ese despacho, salí gateando hacia mi habitación, casi no podía conmigo mismo, solo escuchaba llantos y gritos, pero estaba tan aturdido, que no podía diferenciar de quién era o de donde provenían.

     —¡No, a mi pequeño no! —escuché, mientras me ayudaban a levantarme.

     Era mi nana, intentaba verla, pero no podía, tenía el rostro tan hinchado e inflamado que se me era imposible verla.

     —Tranquilo, todo estará bien.

     Mi Nana me ayudó a llegar a mi habitación, el cuerpo me dolía, era un dolor imposible de explicar; su mano en un costado de mi cuerpo, justo por donde se encontraban mis costillas, ahí me tomaba fuertemente intentando balancear mi peso, mientras mi brazo estaba por encima de su cuello. Caminamos hasta mi cama y me dejó caer en ella, casi no podía verla, pero podía escucharla llorar, no podía negar que odiaba verla de esa forma, aunque a veces me pregunto que rondará por su cabeza cada vez que me veía así.

     —Por Dios, Jung Kook ¿Qué te hicieron? —habló mi nana en llanto, podía sentir su mirada sobre mí—  Te he dicho que... Jamás desafíes... a tu padre, pero nunca me escuchas —sus palabras se entrecortaban. Me hacía sufrir lentamente, mis ojos se llenaban de lágrimas, sin poder decir nada.

     Con lenguaje de señas le dije: “Lo siento”. Cerrando mis ojos después de eso.

     Después sentí unas manos cálidas y suaves en mi rostro, no sé en qué momento se subió a la cama, comenzando a mimarme en este horrible momento; ella debería de ser mi mamá, una persona que esté ahí para mi, sea lo que sea, pero Jennie jamás estaba para mí y eso no era raro, prefiere complacer a sus hijos con cosas extremadamente costosas que estar pendiente de ellos, supongo que pensará que para eso estaba Minha, mi nana, para que nos dé algo de afecto.

     Te amo, nana.

GRACIAS POR LEER💕

Corregido: 02/06/2024

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