El almuerzo con las chicas no estaba siendo para nada agradable, se sentía la tensión entre Lia y Ningning. La pelinaranja aún no entendía por qué su novia sentía tantos celos de su compañera. Ella se iría en una corta semana, después de eso volverían a ser Yeji y Lia, claro más el pequeño creciendo dentro de su amada novia.

Todas comían concentradas, con la vista en sus platos sin decir una palabra, el único sonido proveniente de la mesa era el de los cubiertos al chocar con los platos de porcelana.

—Y dime, Yeji... ¿Cómo estuvo Londres? —preguntó Ryujin, para iniciar una conversación y tal vez así, eliminar la tensión casi palpable.

—Agradable —sonrió—, pero no volvería a ir, a menos que vaya Jisu.

—Oh, bueno, entonces, ¿dices que Ningning trabajaba en la misma área que tú? —siguió cuestionando a la vez que cortaba un pedazo de su carne marinada y se la llevaba a la boca.

Lia rodó los ojos al escuchar tal nombre, para todas estaba claro de que aquella muchacha no era para nada de su agrado.

—Sí, prácticamente yo era su jefa —se burló Ningning y río.

—¡No digas eso! Se supone que nadie debería saberlo —negó riendo. Yeji en verdad se divertía hablando con su amiga nueva.

La pequeña castaña suspiró sonoramente llamando la atención de Hwang.

—¿Pasa algo, amor? ¿Te sientes mal? —se volteó a verla con cierta preocupación, la chica negó con una pequeña sonrisa. La más alta se acercó a su cara y beso su mejilla castamente repetidas veces, causando en Lia una risilla infantil—. Termina de comer, quiero ir a casa a descansar —ordenó a su novia.

—Yeji... —susurró cerca de su oído, la nombrado volteó levemente y alzó las cejas, dándole a entender que tenía toda su atención—. El jueves tengo una cita con el doctor, quería saber si, ¿quieres venir conmigo?

A Yeji se le iluminó la cara, claro que quería ir, de ahora en adelante no se perdería ni una sola oportunidad de ver a su bebé.

—Claro que sí, amor —asentía y sonreía efusivamente, su alegría era notoria.

Jisoo pico uno de sus hoyuelos con su dedito y río.

—Perfecto.

Se re-acomodó en su asiento para seguir comiendo. Se sentía feliz, segura y tranquila de tener a Yeji ahí a su lado, le gustaba su presencia, le hacía sentir cálida por más que estuviera lejos. Con el simple hecho de saber que su novia estaba en la misma habitación que ella, la ponía alegre y de buen humor.

Suspiró, comiendo y pensando en su bebé, ya quería saber si sería niño o niña, quería tener su pancita abultada y que Yeji la mimara todo el tiempo sin chistar, la castaña estaba muy segura de que lo haría con gusto.

Yuna fue la primera en terminar su almuerzo, dejó el dinero necesario para pagar y dar un poco de propina y sin más, salió del establecimiento dejando a cuatro chicas confundidas y una triste y cabizbajo. Decidieron no darle importancia, tampoco es que lo vayan a dejar pasar, pero esperarían a que ella diga cuál es su preocupación.

Preocupación la cual sólo Lia estaba enterada.

—Bien, nos vamos, adiós —se despidieron todas parándose ya pagando la cuenta, dejando una jugosa propina para el mesero.

Yeji manejó nuevamente, ésta vez se dirigió a la casa de Jisoo. En ese mismo instante recordó que no contaba con muchas cosas ahí, pronto se iba a ver obligado de pasar unas cuantas cosas hasta ahí.

—¿Cómo se conocieron? —Ningning sentanda en la parte trasera del auto, preguntó.

La castaña recordando la loca noche que conoció a Yeji, sonrió.

—En la comisaría —contestó Lia, serena.

—Inusual, loco —rió—. ¿Cuánto llevan saliendo? Yeji me ha comentando que no mucho.

—Estamos yendo por los cuatro meses, algo así —Yeji asintió con la cabeza, viendo por el espejo retrovisor a Ningning y sonriéndole.

—No es tan poco, cuatro meses es muy bueno —le devolvió la sonrisa a Hwang—. ¿Cómo vas con tu embarazo, Jisu?

—Jisoo —corrigió—. Hasta ahora bien, no he tenido molestias.

—Asombroso... —no volvió a hablar en todo el camino, Jisoo pareció agradecida con eso.

No es que odiaran a Ningning, pero había algo que no le hacía confiar del todo en ella. Lia no era una persona prejuiciosa, claro que no, sólo que sentía que algo iba mal con la amiga de su novia. No desconfiaba ni un poco Yeji, de Ningning sí.

Suspiró relajada, se sentía bien llegar a casa. Yeji le mostró a la inquilina la habitación que ocuparía el tiempo que tardaría ahí, dijo que era agradable y mejor de lo que esperaba.

Al entrar al cuarto que -ahora- compartía con Lia, escucho el sonido de la regadera prendida. Su novia se estaba dando una ducha, ella como buen ciudadana que ahorra agua, se unió. Quitó su ropa completamente sin hacer mucho ruido, corrió la cortina de baño azul con franjas verdes y entró.

Puso los brazo alrededor de las caderas de Jisoo, quien primero se vio asustada, después de darse cuenta quien era se relajó y apoyó su cabeza con cabellera castaña en el hombro de la otra.

Yeji acariciaba el vientre de Lia, besando a lo largo de su cuello y hombro, no era nada sexual, sólo aprovechaba y disfrutaba ese momento acompañado de la persona que más quería.

—Ya quiero verte con tu pancita —dijo bajito en su oído, haciéndola sonreír. 

—¿Segura? Estás a tiempo de arrepentirte —bromeó la bajita, volteándose para quedar cara a cara.

—Sabes que jamás haría eso —comentó, regalándole en tierno beso esquimal. Besó sus labios pausadamente, acariciando a lo largo de su espalda hasta su trasero.

Le gustaba sentir cerca a Jisoo, demasiado cerca, a decir verdad. Tenerla entre sus brazos, suspirando por los cálidos besos y abrazos que le brindaba a su pequeña.

—Es hora de salir, no queremos que te enfermes, nena —estiró la mano, alcanzando la llave y la cerró. Buscó unas toallas blancas en los cajones debajo del lavamanos y envolvió en ellas a Lia como si de una recién nacida se tratase, ella se enrolló una en la cadera y con mucho cuidado ayudó a Lia a salir para que no cayera.

—Eres muy dulce, Yeji —dijo una vez ya cambiada y acurrucada con su chica.

—Todo por mis bebés —besó sus labios, suspirando por el dulce sabor a casa que tenían, cuanto la había extrañando...