04: Quarto capitolo

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04

Las escaleras parecían infinitas mientras iba subiendo e intentando darle forma a la mezcla de sonidos que en su cabeza resonaban hasta poder darles una guía y luego de eso organizar todas sus ideas hasta unirlas en una magnífica pieza musical donde los gráciles movimientos de baile podrían ser aún más detallados por la música que buscaba combinar elegantemente con su danza etérea.

Al ver el número 135 en su departamento puso su pulgar sobre la pequeña pantalla de reconocimiento y cuando el seguro fue removido abrió y la oscuridad hizo que acostumbrara sus ojos mientras encontraba el interruptor de luz. Al encontrarlo camino al balcón y abrió las puertas recibiendo la brisa fresca de esa temporada, las incontables luces de la ciudad que seguían encendidas, las personas y los autos que se movían sin parar hasta altas horas de la noche.

A veces odiaba vivir en un ambiente como aquel, rodeado de contaminación y personas que buscaban colgarse de su fama por unos días y después mandarlo a la mierda. Muchas veces pensó seriamente en la idea de mudarse lejos de la ciudad donde su tranquilidad no se vería perturbada por nadie, la idea era llamativa, pero sin duda también sería problemática cuando sus conciertos eran una vez a la semana y tendría que hacer un camino excesivamente largo para llegar al teatro donde usualmente se presentaba.

Entonces la idea se ahuyentaba un poco de su mente y soportaba algunos días más con los ruidos de aquel lugar que lo recibió desde hace años cuando seguía siendo un pre-adulto en busca de independización.

Su mente le trajo a la realidad cuando la puerta del departamento fue cerrada casi de golpe y se giró para ver a su compañero entrar casi a rastras y evidentemente ebrio hasta la coronilla. Bufó yendo hacia él y lo sujeto de la cintura al verlo pelear con sus botas de cuero y estando a nada de caer de cara al suelo.

—Por Dios, JungKook. ¿Qué ocurrió ahora? Luces asqueroso —su nariz se arrugó con desagradó al fuerte aroma de alcohol que desprendía como una flor en verano. Aunque JungKook estaba lejos de oler como una flor y parecía un basurero viviente.

—Él... tuvo la culpa, hyung.

YoonGi suspiró al saber que el menor estaría diciendo mil incoherencias durante un buen rato hasta que la coherencia regresará a él y pudiera explicarle qué lo llevo a tener un estado tan deplorable.

—Hyung... aún duele —YoonGi lo miro con tristeza al escuchar su voz rota e inconfundiblemente adolorida por su ruptura con el hombre que fue su pareja durante cuatro años. Lo llevo hasta el sofá y no pudo levantarse cuando el menos cruzó sus piernas sobre las suyas y lo mantuvo preso mientras sus brazos le sofocaban por el pecho.

—Creí que habías comprendido que HoSeok y tú no tenían más futuro. Tú mismo lo dijiste —le reprendió y Jeon subió su mirada de cachorro triste hacía él para verlo con un poco de molestia mezclada en sus orbes negros.

—Eso no significa que no duela aceptarlo.

El menor había terminado hace poco más de un mes con HoSeok; quién era su amigo desde hace años y de alguna forma hizo conexión con JungKook, lo que los llevo a enredarse en una relación hasta que las cosas comenzaron a fallar después de algunos años, con peleas frecuentes por cosas insignificantes, reclamos y una vez recuerda tener que meterse entre ellos dos cuando las cosas se pusieron tan mal que estaban a nada de irse a golpes. Tiempo después de que su pelea más grande ocurriera la pareja se reunió y hablaron durante horas, sacando todo aquel pesar y decidiendo que lo mejor sería separar sus caminos ya que se querían demasiado como para arruinar cuatro excelentes años a la basura solo porque sus sentimientos estaban cambiando.

—Ven, te ayudaré a bañarte y te irás a dormir, mañana podremos hablar —él no era un hombre especialmente fuerte como el que llevaba casi arrastrando por el pasillo, pero al menos podía jalar de sus ropas para llegar a su destino que en esos momentos parecía estar realmente lejos.

—Hyung... —lo llamo cuando su chaqueta desapareció junto a su camisa—, ¿nunca te has enamorado?

YoonGi lo pensó, no era como si sus anteriores relaciones hubieran tenido un final feliz, ya que había descubierto que siempre era utilizado de la manera más vil.

—Estoy enamorado de la música.

—Qué aburrido eres —le lanzó la toalla a la cara cuando su estridente risa lleno cara rincón del baño donde estaba por ser sumergido en la tina, ya que YoonGi no pensaba tocar cosas innecesarias si lo metía a la ducha donde debía estar de pie.

—Bueno, no sé si se puede considerar enamoramiento lo que siento cuando veo a ese patinador —sus palabras captaron la atención del menor y por unos segundos vio las galaxias brillar en la oscuridad de sus orbes.

—¿Angel Black? Llevas tanto tiempo viéndolo que no me sorprendería si me dices que te gusta.

Se perdió un poco cuando las escenas de él observando los vídeos sobre ese patinador liberando toda su pasión sobre el hielo atestaron en sus recuerdos, era cierto que estaba fascinado con él, pero no sabía si era una absurda fascinación por su belleza o la forma tan grácil en que se movía, como si fluyera con el viento y la música siendo una parte de él.

Recordó entonces los sucesos del estadio, todos los reportes que desde hace una semana eran publicados sin parar, las tendencias en redes sociales hablando del suceso y los millones de videos que circulaban de la caída acompañado de gritos, llantos y sobre todo de la sangre que dejaba un evidente camino hasta la salida del estadio.

—Tan sólo debe ser un pasatiempo verlo, JungKook.

—¿Y por eso le estás componiendo una canción? Te he visto más distraído de lo normal, todo el tiempo estás haciendo apuntes en tu libreta —suspiró y se sentó en el piso apoyando su espalda contra la tina, Jeon estaba lavando su cabello mientras esperaba una respuesta de él, pero el mayor ni siquiera sabía si tenía alguna respuesta astuta para escapar del posible interrogatorio que el menor haría si explicaba la marea de sentimientos que lo llevaba rápidamente desde que conoció a Angel Black.

JungKook rio bajo y le salpicó de agua para llamar su atención, lo cual logro cuando el mayor le lanzó una pasta de dientes que golpeó su pecho y lo hizo quejarse en voz alta.

—Debe ser normal que estés obsesionado otra vez, cada que algo te gusta haces algo relacionado a ello. ¿Recuerdas cuando aprendiste a pintar y decoraste una habitación entera con dibujos?

El mayor bufó con una sonrisa queriendo salir entre sus labios, apoyando su frente entre sus rodillas para ocultarse, escuchó el agua moverse y luego sintió las manos de Jeon sobre su cabello al saber bien que comenzaba a sentirse frustrado y esa era una manera de apasiguar sus inquietudes.

—Está bien, hyung. Eres una persona apasionada, te gustan muchas cosas así como otras te disgustan, eso te hace ser tan humano como yo u otros que están allá afuera siguiendo sus vidas.

Asintió, era cierto, pero siempre que algo le gustaba terminaba por dejarlo de lado a pasar de unas semanas o meses, sin embargo con ese patinador su interés no iba en picada como tantas veces le ocurrió, sino que cada vez que repetía los vídeos en su teléfono sentía la ardiente llama que se incrementaba por las ganas de crear algo tan único y sublime como ese chico que exponía el interior de su alma en cada salto y caída perfecta sobre el hielo.

—Termina de bañarte, estaré en el estudio un rato, podemos preparar algo para comer cuando salgas —se levantó dejándole una toalla sobre el lavamanos. El pasillo se veía más extenso que otras veces, tal vez también lo sintió como un largo camino por sus sentidos atontados y cuando la puerta estaba frente a él algo le impedía entrar, divagando si era buena idea o no el seguir pensando en un chico que muy probablemente desistiría del patinaje por un largo tiempo, sino es que lo hacía para siempre y terminaba por retirarse.

Vio los papeles regados en un escritorio, las bocinas tenían un poco de polvo y había bastante desorden por la mesa principal, su piano también tenía las partituras que desde hace un mes vivía practicando y todo aquel ambiente le hizo sentir tanto acogido como frustrado.

Acercó el banquillo al piano y sus dedos se deslizaron con parsimonia sobre las bellas teclas de marfil que encajaban casi a la perfección con sus dedos y le daban la grata sensación de un hogar; un escape.

Nuevamente se sumergió en aquel mundo de melodías, todas trayendo a su mente el rostro de Angel Black y la forma en que patinaba, aunque también se preguntó cómo podría estar y si la prensa los había dejado irse después del incidente fuera del hospital y que toda la ciudad se enterara que su manager había «agredido» a una reportera.

Abandonó el piano por unos segundos para tocar el collar donde colocó el anillo que perdió JiMin después de ser sacado de urgencias del estadio, la loca idea de regresarlo en persona le carcomió el alma hasta intensas horas de la noche, aún cuando salió del estudio para comer junto a JungKook se cuestionó si realmente era una buena idea, claramente no pensaba quedarse con el objeto, pero entregarlo en persona le daba una especie de vértigo como si estuviera al borde de un edificio de gran altura.

Decidió que si realmente quería regresarlo y acabar con su obsesión, lo entregaría cuando su cabeza por fin le permitiera exponer la más bella melodía hecha para ese chico.

Los amo bebés. 💜

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