BAJO LA LLUVIA

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"Bajo la lluvia, los sentimientos salen a flote".

Una de las cosas más dolorosas que existen para el ser humano es el hecho de pelearse con su familia y peor aún cuando esa pelea es entre padres e hijos.

Era una tarde nublada y oscura, el cielo de Royal Woods se tornaba de un color gris profundo deprimente y apagado, parecía que iba a llover, parecía que el cielo gris iba a descargar todo ese líquido puro y cristalino que estuvo almacenando en sus grandes nubes durante mucho tiempo.

Por las calles de Royal Woods se podía ver a una chica de cabellos negros caminando sin rumbo mientras mantenía sus manos en sus bolsillos y su mirada era fría, apagada y, claramente, se podía notar la tristeza.

¡Maggie regresa ahora mismo, es una orden! –Se escuchó una voz femenina en el aire.

—¡No! ¡Tú siempre estás ocupada y nunca me prestas atención! ¡Nunca estás para mí! ¡Adiós! –Se pudo escuchar otra voz en el aire solo que esta voz, era la voz de Maggie.

—¡Maggie, vuelve! –Ordenó la mamá de Maggie.

—¡No, adiós! –Fué lo último que se escuchó en el aire ya que ella, había salido de su casa.

Maggie tuvo una discusión con su mamá, y esa discusión era la tercera de la semana, tercera vez que discutan por lo mismo, tercera vez que ellas se peleaban por lo mismo, a Maggie  no le dedicaba el tiempo suficiente su mamá, no le dedicaba el tiempo que ella se merecía, el tiempo que ellas se merecía compartir como madre e hija.

¿Acaso escuchar un como estás hija es mucho pedir?.

¿Acaso pasar un pequeño tiempo con tu mamá es mucho pedir?.

¿Acaso... reírte a lado de tu mamá, mientras le cuentas como te el fué el día de hoy es mucho pedir?.

Eran las cosas que se preguntaba Maggie, ¿todo eso que ella pensó era mucho pedir?.

Había tantas cosas que ella quería decirle, había tantas cosas que ella le quería contar a su mamá, mucha cosas, decirle que ella se sentía sola, quería decirle que ella se sentía triste, quería revelarle que ella se sentía vacía por dentro sin su presencia; y que solo quería compartir con ella un momento, darle un abrazo.

Solo quería sentir un beso en la frente de su mamá.

Pero lamentablemente, no se podía, el trabajo de su mamá no le permitía verla mucho, a duras penas la veía cuando llegaba a casa en la noche, o cuando se iba en la mañana a su trabajo, Maggie nunca le podía preguntar...

¿Cómo té fué en el trabajo el día de hoy, mamá?.

Ella nunca tuvo ese privilegio de compartir un rato agradable con su mamá, pero, aunque el trabajo de su mamá sea extenuante, Maggie se merecía un poco de cariño maternal, un poco de atención y de amor, ella quería un poco de su mamá.

A paso lento y melancólico, Maggie caminó entre lágrimas, hasta que envuelta en sus pensamientos tristes, llegó a un pequeño parque de la ciudad de Royal Woods, parque en dónde curiosamente no estaban paseando muchas personas, quizás por el clima y por el cielo gris, y ese momento de soledad, Maggie lo aprovecharía para estar sola.

Sin mirar a nada ni a nadie, caminó hasta llegar a los columpios empapados por la lluvia, juegos donde ella se divertía de pequeña y le traía bellos recuerdos de los muy pocos momentos que compartío con su mamá, antes de volverse una familia separada.

—Como me encantaba jugar aquí con mi mamá, que tiempos aquellos –se dijo Maggie a sí misma.

Maggie miraba con mucha pena y nostalgia esos columpios en dónde jugaba y compartía tiempo con su mamá, cuando era más pequeña, cuando eran amigas.

Decidió sentarse en uno de ellos, más específicamente en el columpio de enmedio, y solo quedarse ahí, sintiendo el frío de la lluvia que se aproximaba, y percibiendo ese olor tan distintivo que todos nosotros podemos oler y percibir cuando está a punto de llover.

A la par que se sentó en ese columpio empezaron a caer pequeñas gotas de agua desde el cielo, pequeñas gotas que poco a poco fueron haciéndose más y más fuertes hasta que se desató una fuerte lluvia por completo en la ciudad.

Maggie se quedó ahí, sentada en ese columpio, inmóvil, con sus manos puestas en las cadenas de este último, y su rostro empezando a ser cubierto por su pelo mojado gracias a la lluvia, dejando ver meramente su tristeza.

—No quiero volver a ahora, no quiero, no –pensó Maggie mientras se mojaba con la lluvia.

Maggie nunca pudo compartir tiempo con su hermano menor, nunca tuvo la oportunidad de pasar tiempo con el puesto que las cosas se complicaron el día del parto y, desgraciadamente, no pudieron salvarle la vida al pequeño, cuando ella solo tenía dos años de haber nacido.

Su papá se separó de su mamá casi a los tres días de que eso pasara, no quiso pasar más tiempo con ellas dos, y, antes de que eso pase, a la matriarca de la familia le dijo esta frase antes de irse, y cito.

"No quiero estar alado de una inútil como tú, que perdió a mi hijo, ¡A mi hijo! Si hubiera sabido que ibas a perder a mi hijo, no te hubiera conocido y mucho menos me hubiera quedado contigo... adiós".

—No pude compartir tiempo con mi papá, y ahora, tampoco puedo compartir tiempo con mi mamá....yo....estoy sola en este mundo –pensó Maggie, mientras se mojaba en la lluvia.

Las lágrimas de esta chica se mezclaban con la lluvia, haciendo difícil ver si estaba llorando o no, aunque por la tristeza de su mirada se podía notar claramente que sí.

No conoció a su hermano, no compartió tiempo suficiente con su papá, y ahora sentía que estaba perdiendo a su mamá, sin duda, se sentía sola contra el mundo.

Pero, no todo en la vida es tan malo como la mayoría de nosotros pensamos, no, no es así, porque incluso aún estando metido en el problema más difícil de superar, siempre habrá alguien que estará a nuestro lado, y para muestra solo hace falta un botón.

Fuera del parque, en la cera, se podía distinguir entre la lluvia un jóven de cabellos blancos, tan blancos como la nieve recién caída, el cual venía de regreso de un lugar especial para él, la tienda de cómics.

—Lisa tuvo razón, fué una buena idea haber traído este paraguas porque si no, me hubiera tocado caminar y mojarme –pensó el chico caminando bajo la lluvia.

Este chico, Lincoln Loud, había salido de su casa para ir a uno de sus lugares favoritos de entrenamiento, la tienda de cómics, lugar donde podía leer aventuras de su héroe favorito Ace Savvy.

Envuelto en sus pensamientos, Lincoln continúo su camino por la cera fuera del parque, hasta que logró ver por el rabillo del ojo, a un chica de cabellos negros, sentada en los columpios.

—¿Y esa chica? –pensó el albino–. ¿Qué hace sola en los columpios? –Preguntó Lincoln mientras se detenía a observar a esa chica.

Cualquiera que estuviera en esa situación, seguiría su camino sin prestarle atención a esa chica, pero Lincoln no era así, Lincoln tenía un buen corazón y, al verla sola, decidió acercarse y preguntarle qué le pasaba.

¿Qué podía perder? No podía perder nada, al contrario, haría una buena acción al hacerle compañía a esa chica, así que, sin dudarlo Lincoln entró en el parque. Caminó suavemente, no había apuro, caminó y caminó hasta colocarse enfrente de esta chica, Maggie.

Maggie no pude ver a Lincoln gracias a dos cosas, una, su cabello cubría su rostro que estaba agachado, y dos, tampoco quería ver a nadie.

—Hola –saludó Lincoln con suavidad.

Ella alzó su mirada con pesadez y sin ánimos, no quería ver a nadie, pero cuando escuchó esa suave voz, lo hizo, lo malo fué cuando ella lo miró y no lo pudo reconocer, no porque no quería si no porque el agua que corría por todo los costados de ese paraguas totalmente mojado no permitía verlo con claridad.

Hola –respondió Maggie con pesadez.

Cuando alzó su mirada, Lincoln la pudo reconocer, esa chica era Maggie Johnson, esa chica emo que hace tan solo una semana atrás fué su cumpleaños. Cumpleaños que por cierto, casi lo arruina por sus tonterías.

—¿Tú eres Maggie, verdad? –preguntó Lincoln.

—Si, yo soy Maggie –respondió ella–. ¿Cómo sabes mi nombre? –preguntó Maggie al chico que tenía al frente.

—Descuida, no vayas a pensar mal de mí –respondió Lincoln–. Yo sé tú nombre porque yo fuí el chico que... casi arruina tú fiesta de cumpleaños, hace una semana –explicó Lincoln con calma.

—¿Tú? –Preguntó Maggie– ¡Ah sí! Ya lo recuerdo, tú eres ese chico tonto que se caía encima de su trasero queriendo ser gracioso ¿Verdad? –Preguntó Maggie al albino.

Si, yo soy ese chico tonto jeje, me llamo Lincoln, Lincoln Loud –se presentó Lincoln con total respeto ante Maggie.

—Si, así veo –dijo Maggie.

—¿Y dime, qué hace una chica como tú aquí sola en medio de la lluvia? –Preguntó Lincoln mirándola a sus ojos.

—¡Eso es algo que a tí no te interesa! ¡Adiós! –respondió Maggie con frialdad y siendo grosera.

—¡Wow! tranquila, no te enojes –dijo Lincoln–. Yo solo quería saber por qué estabas aquí sola, nada más.

—Bien, entonces si no quieres que te traten así, ¡No te metas en lo que no te importa! –exclamó Maggie empezandose a enojar.

—Vaya, si que estás de humor oh día... ¿verdad? Jaja –rió con gracia el albino.

—¿Te parezco qué estoy de humor? –preguntó Maggie.

Con esa pregunta, Lincoln decidió quedarse ahí, quería averiguar qué le pasaba a esa chica, así que no se movió de ahí, se quedó quieto hasta que Maggie le diga que hacía ahí sola bajo la lluvia.

—Me gusta estar sola –respondió Maggie–. Quiero estar sola, así que por favor vete –Maggie agachó su rostro.

—¿Te gusta estar sola?.. que gusto tan particular, no es bueno que una persona esté sola y peor en esta situación –dijo Lincoln siendo amable con Maggie.

—Si, quiero estar sola así que te pido que te va... –dijo Maggie pero se quedó callada.

Maggie dejó de hablar porque vió como Lincoln se sentó a lado de ella, para hacerle compañía porque como había dicho antes, no es bueno que nadie esté solo o sola.

—¿Eres terco verdad? –preguntó Maggie.

—Dígamos que sí, si lo soy jaja –respondió Lincoln con una sonrisa.

Maggie solo giró su rostro hacia otra dirección, no quería ver al albino, no quería hablar con el, quería estar sola pero, ella cambió de opinión al darse cuenta que Lincoln tomó su paraguas y lo cerró delante de él, para también mojarse con la lluvia.

—Oye, te vas a enfermar, si te mojas –dijo Maggie con su voz apagada.

—No lo creo, me gusta mojarme bajo la lluvia, aparte también me quedo aquí porque quiero hacerte compañía, Maggie, o hasta que me digas porqué estás sola –el albino lo dijo con tanta amabilidad que su voz era cálida y amigable.

—Al parecer no te vas a ir... ¿Cierto? –volvió a preguntar Maggie al curioso albino.

Lincoln solo guardó silencio, y con ese silencio confirmaba que no se iba a ir de ahí hasta que Maggie le hable, y bueno, dadas esas circunstancias no tuvo más remedio que hacerlo, decirle porque estaba ahí sola, giró su rostro lentamente y le respondió.

—Yo, discutí con mi mamá –habló suavemente Maggie.

—¿Ah, sí?... ¿y por qué? –preguntó el albino aún manteniendo ese tono amable.

—Por lo mismo de siempre –respondió ella– Mi mamá nunca me dedica tiempo a mí, nunca me pregunta cómo estoy, o como fué el día de hoy, para ella, yo no existo –respondió Maggie con pena en su voz.

—¿Enserio?... ¿no crees que estás exagerando Maggie? –preguntó Lincoln– Si hace un semana atrás fué tú cumpleaños, y tú mamá al parecer te hizo tu fiesta con mucho cariño... ¿por qué dices que no te dedica el tiempo suficiente?.

—Mi fiesta de cumpleaños ¡Ja!, fué un milagro que ella se haya acordado de eso, y me hizo una fiesta rápida, pero una vez que terminó esa fiesta, otra vez se olvidó de mí –lo Dijo volviendo a mirar el suelo mojado bajo sus pies.

—¿Hablas enserio? –preguntó el albino.

—Si, vive siempre con su celular a la mano, hablando y hablando de trabajo y, a mí me deja de lado, para ella yo no existo –respondió Maggie.

No me imagino lo que se ha de sentir, yo en cambio vivo rodeado de mis hermanas y de mis padres, no sé lo que se siente estar así, sola –dijo el albino mirando como Maggie miraba el suelo.

Hubo unos segundos en dónde ningún de los dos mencionaron nada más, solo se podía escuchar el sonido del agua cayendo en el suelo, ese sonido agradable para el oído se podía escuchar en todo el lugar.

Tanto Lincoln como Maggie ya estaban totalmente empapados por el agua que caía y caía, ninguno de los dos tenía la intención de irse, y así continuaron con ese silencio hasta que Maggie lo rompió diciendo...

—Como me gustaría tener por lo menos un amigo, solo quiero tener un amigo, que me escuche, que me hable, que este ahí para mí, solo pido eso...ya que no tengo amigos –comentó Maggie mientras sus manos las depositaba suavemente encima de sus rodillas.

Lincoln al escuchar eso dibujó una pequeña sonrisa en su cara, sabía perfectamente lo que le iba a decir ahora a Maggie, así que, mirándola a ella le dijo...

—¡Pero claro que tienes un amigo Maggie! –dijo Lincoln soltando una amigable sonrisa.

—¿Qué?. ¿Y... quién es? –preguntó Maggie girando su cabeza.

—Pues....soy yo –respondió Lincoln.

—¿Tú? –preguntó Maggie mirando al albino a los ojos.

— Claro Maggie –respondió Lincoln–. Bueno si no te molesta que lo sea, pero tú dijiste que querías a un amigo que te escuche, que esté ahí para hablar contigo y bueno, yo te escuché, y hablé contigo... creo que es me convierte en tu amigo ¿No lo crees? –preguntó el albino.

—Bueno yo...

—Creo que eso me convierte en tu amigo Maggie, si no te molesta que lo sea claro está –sonrió Lincoln.

Maggie al ver la amabilidad de Lincoln y la forma en la que la trataba poco a poco fué dibujando una sonrisa, pequeña, pero sonrisa en su rostro y eso, indicó que la compañía del albino, no le había desagradado por completo.

—Yo...no...no lo había visto de esa forma, pero...¿D..de verdad quieres ser mi amigo? ¿Estás hablando enserio? –preguntó Maggie a Lincoln.

—Si, sería un placer ser tu amigo, Maggie –respondió Lincoln siendo amable y amistoso con Maggie.

Yo...e..está bien, si quieres ser mi amigo pues, que así sea....Lincoln –Dijo Maggie con una pequeña sonrisa en su rostro.

—Oye recordaste mi nombre, ¡Genial! Vamos por buen camino Maggie jaja.

Después de eso, la lluvia que estaba cayendo a cántaros comenzó a parar poco a poco, llevándose consigo las nubes grises que se posaban sobre el cielo de Royal Woods, terminando un día lluvioso.

—Oh que pena, ya terminó la lluvia pero bueno, fué genial mientras duró, me mojé toda la ropa pero, esto lo vale.

Lincoln en ese momento se puso de pie, sus zapatos estaban empapados producto de la lluvia y su ropa estaba toda mojada, así que no tuvo más remedio que ir a su casa y cambiarsela.

—Bueno ya me tengo que ir a mi casa a cambiarme de ropa, no quiero que mi mamá me vaya a regañar por estar mojado.

—Si, no creo que eso sea genial.

—Pero si quieres Maggie, tú y yo podemos vernos de nuevo, aquí mismo si tú gustas, recuerda que somos amigos desde ahora.

—Si Lincoln, podemos vernos mañana si tú quieres, aquí mismo después de clases.

—Bien Maggie, entonces nos vemos mañana aquí mismo, por este mismo canal, y a la misma hora jaja –rió Lincoln–. ¡Ah! Y una cosa antes de irme Maggie, trata de hablar con tú mamá y dile lo que sientes, no te quedes callada, habla con ella.

Trararé de hacerlo, Lincoln.

—Muy bien, estoy seguro que ella te escuchará si le hablas con el corazón, ¡Muy bien entonces nos vemos mañana Maggie adiós! –se despidió Lincoln de Maggie con la intención de ir a su casa.

—Adiós Lincoln, adiós. –se despidió Maggie.

Maggie solo miró al albino alejarse del lugar, para después hacer lo mismo e ir a su casa, a hablar con su mamá y decirle de una vez lo que ella sentía, o que al menos trate de escucharla.

Maggie mientras caminaba rumbo a su casa le causaba algo de gracia el sonido que hacían sus botas mojadas al hacer contacto con el suelo, y así continúo hasta que llegó a su casa, y quedó parada enfrente de su puerta.

—Bien, lo intentaré –pensó Maggie.

Maggi tomó la perilla de la puerta de la casa y le dió vuelta suavemente hasta abrirla. Pero la sorpresa de Maggie sería grande al ver cómo su mamá estaba casi saliendo, para ir a buscarla.

—¡¡¿Se puede saber dónde te habías metido?!! ¡Me tenías muy preocupada! No sabía dónde ir a buscarte con esta lluvia, ¡¿Dónde rayos te fuiste y por qué lo hiciste?! –preguntó la mamá de Maggie a su hija.

—¿Enserio te preocupaste por mí? –preguntó Maggie.

—¡Claro que sí! No sabía dónde ir a buscarte con esta lluvia que pasó. ¿Por qué te saliste así a la calle Maggie?... ¿por qué?.

Maggie recordó lo que le dijo Lincoln, de que le hable a su mamá sobre lo que ella sentía, y esa era la oportunidad perfecta, porque tenía ahora la atención de su mamá.

—¿De verdad lo quieres saber?....¡Fué porque tú ya no me dedicas tiempo a mí! –Respondió Maggie.

—¿Qué?.

—Lo que escuchaste, tú ya no me dedicas tiempo a mí como lo hacías antes, mírate, pasas casi todo el día con ese celular en la mano hablando de trabajo, y a mí...me has olvidado –lo dijo Maggie con una voz totalmente quebrada.

—Ma...Maggie...

—Mírate, pasas casi todo el día con tu celular en la mano, y a mí no me prestas atención.

La mamá de Maggie en ese momento se miró su mano y se dió cuenta que su hija tenía razón, que no estaba exagerando, tenía su celular y gracias a eso no le dedicaba el tiempo suficiente a su hija y eso, la hacía una mala mamá.

—Dime...¿Tanto trabajo te cuesta dejar a un lado tú celular y hablar conmigo...por un minuto? ¿Tanto trabajo te cuesta dejar a un lado tú celular y volver a ser....mi mamá? –preguntó Maggie siendo un mar de lágrimas de nuevo.

—Hija.

La mamá de Maggie se dió cuenta de su error en ese momento, y de verdad había cometido uno muy grande, prefirió su trabajo que a su hija, así que depositó su celular a un lado, en una mesita, y se acercó a su hija.

Extendió sus brazos con la intención de abrazarla, no le importó que ella esté mojada por la lluvia, solo la abrazó, y mientras la abrazaba le comenzó a pedir perdón...

—Perdóname, perdóname Maggie por favor perdóname, tienes razón, eh sido una mala mamá, lo siento mucho hija –dijo la mamá de Maggie abrazando a su hija con fuerza.

—Yo solo quiero que vuelvas a ser mi mamá.... –respondió Maggie.

Eso hizo que el corazón de la mamá de Maggie se hiciera pequeño, esa frase le llegó y le dolió, tanto que incluso soltó un par de lágrimas, había cometido un grave error, y tenía que solucionarlo.

Pero, sucedería que mientras estás dos se abrazaban, el celular sonó de nuevo, era otra llamada del trabajo y Maggie dijo...

—¡Ahí está otra vez!...anda...contesta....

—¡No! No hija, no lo haré, tú eres más importante que mi trabajo, me equivoqué antes y no voy a repetirlo de nuevo....¡Lo siento! –dijo la mamá de Maggie sin soltar a su hija para nada.

Maggie soltó una sonrisa, entre lágrimas soltó una sonrisa, ella tampoco quería que su mamá conteste esa llamada, solo quería abrazarla, y poder decirle lo que sentía.

Así quedó esa escena, madre e hija abrazándose y mientras eso sucedía, Maggie abrió sus ojos poco a poco y pensó...

—Gracias....Lincoln –pensó Maggie mientras abrazaba a su mamá.

Maggie y su mamá pudieron hablar de lo que sentía ella, y eso fué muy hermoso para ambas ya que volvieron a compartir algo de tiempo juntas, desde hace mucho tiempo que no lo hacían...

Porque como dicen por ahí..."Bajo la lluvia, los sentimientos salen a flote".

Fin...

One Shot creado para la competencia del usuario...

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Espero que les guste...adiós.

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