𝗨𝗡𝗢

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𝘓𝘰𝘴 𝘚𝘩𝘦𝘭𝘣𝘺 𝘦𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘳𝘳𝘢𝘴

Rusia - San Petersburgo - 1920

(Antes de todo)
Primer día.



🐇

Los hermanos Shelby bajaron de sus autos desorientados, observaron la enorme casa que se encontraba frente a ellos.

—Éstos deben cagar oro. —se burló el menor, John.

—Cállate John —ordenó Thomas, mientras se llevaba a la boca un cigarro—. No solo lo cagan, lo comen, lo vomitan, y hasta lo mean.

—Venimos de estar en carreras y ahora estamos caminando a la realeza —comentó casi en susurro Arthur.

—¿Serán ciertas las historias de miedo que se dicen por ahí? —dijo, algo asustado John, aunque no quería parecerlo.

—No digas idioteces John —replicó con fastidio Arthur—... ¿Pero cuáles son esas historias?

Thomas comenzó a caminar, y los dos que faltaban lo siguieron.

—Sobre que el señor Petrov se baña en la sangre de sus enemigos pata rejuvenecer su piel —comentó john—. Al igual que su esposa, dicen que es una asesina despiadada cruel, y se dice también, que si alguien osa mirar a su hija mayor, les cortan el pene y lo muestran a toda la ciudad como advertencia...

—¿Dónde escuchaste esas historias? —Thomas hizo una mueca.

—Cuando paramos en el bar para que Arthur cague el pastel que mi esposa hizo con tanto sacrificio.

Arthur le golpeó el brazo con brusquedad.

—Oye, ya te dije que solo fui a mear, idiota. —resopló Arthur.

—Bueno, ya basta —Thomas tiró su cigarrillo, viendo que ya habían llegado a su destino; las enormes rejas de la mansión de los Petrov y los miles de guardias que habían—. Lo único que tenemos que hacer, es ganarnos a Petrov, y con ello nos facilitará todo.

Un guardia se acercó a los hermanos, preguntándoles sus datos. Luego de que le dieran la confirmación, estos lograron entrar a el predio, y pensar en como hacer para no cagarla frente a el más grande de los gansters en Rusia y Francia.

Oslo Petrov, era un mafioso de Rusia, de los más temidos, y quien más poder tenía. Éste se casó con una de las hijas de la familia más grande de mafiosos en francia: Rosalie Laurent, entrenada para ser una asesina profesional.

Estos habían tenido 4 hijos; La mayor, de 23 años, Juliette Petrova. La joya más codiciada de toda Rusia, y conocida en Francia. Y no solo eso, sino que de las más consentidas. Cualquiera que se metiera con ella, era aniquilado al instante. Aunque no muchos la veian, su nombre rondaba por todas partes gracias a la fama de su padre.
Los siguientes eran Dmitry Petrov de 16 años; Valiente, leal y muy carismático, demasiado amable, pero para nada ingenuo. Tanya Petrova de 5 años; tierna, alegre, pero demasiado manipuladora y tampoco era ingenua, además de que era demasiado inteligente para su edad. Y por último; Alexey petrov, el bebé de 10 meses, la ternura en vida, y amado por todos lo que lo conociesen.

Eran una familia feliz, rica, y peligrosa.

Y en ese ambiente, los Shelby querían meterse. No para hacer líos, sino, para ganar nuevas alianzas.
A Thomas le serviría un poco de ayuda y tierras del señor Petrov, y es por eso, que solicitó verlo para llegar a un acuerdo. Aunque él había aceptado verlos, Thomas sabía que no sería tan fácil ganárselo.

—Bienvenidos —dijo una de las mucamas—. El señor Petrov los espera en la sala de estar —se le notaba el acento mientras intentaba hablar correctamente el español.

Ésta los hizo entrar, y los guió hacia los asientos. Inseguros, los Shelby miraron los caros sillones de terciopelo dorado, y los bordes que parecían de oro.

—Te dijen que lo cagaban —susurró John, y Thomas le golpeó el estómago de un codazo.

En cuanto se sentaron, esperaron inquietos para la llegada de Petrov.

—Скажи Ирине, чтобы отменила все. —se escuchó como alguien hablaba en ruso.

De pronto, en la puerta, apareció el tan esperado.

Los 3 Shelby's se levantaron de sus asientos, mostrando respeto.

—Señor Petrov, es un placer conocerlo —el primero en hablar fue Thomas.

El señor petrov sonrió, y extendió su brazo para estrechar las manos.

—El placer es mío señor Shelby —prosiguió a sentarse mientras desabrochaba el botón de su saco. A lo cual, Thomas en su cabeza pensaba en cómo este hombre tan temido por todos podía tener un carisma inigualable—. Díganme, ¿Qué los trae tan lejos de sus tierras?

—Alianzas, señor. —contestó con firmeza Thomas. Serio y confiado—. A los Peaky Blinders nos gustaría tener a un hombre como usted de nuestro lado.

—¿Y qué ganaría yo aliandome con ustedes? —la sonrisa del hombre había desaparecido. La mucama apareció y dejó en la mesa uno de los Vodka's más caros de toda Rusia. Mientras se servía una copa y lo mismo a los demás, miró fijamente al mayor mientras bebía con lentitud.

—Bueno, creo que ya sabe que nuestros negoci...

—No hablo de sus negocios Señor Shelby —el señor Petrov dejó su vaso en la mesa de vidrio con detalles de oro y entrelazó sus manos con media sonrisa en la boca—. Se todo sobre sus negocios, sino no los habría aceptado en mi casa. Además, tengo miles de negocios, no necesitaria de otros para satisfacerme. Pero, me gusta lo que hacen, sea con brutalidad o no. Simplemente acepté que viniesen por la manera en que trabaja tu cabeza, esa forma tan inteligente y estratégica. Por eso, vuelvo a preguntarte, ¿Qué ganaría yo, aliandome con ustedes?.

Al mayor de los Shelby le sorprendió la respuesta del gánster. Por primera vez, había pensado por mucho tiempo en que contestar, pero en realidad estaba actuando precavido.

—Para ser sincero, jamás pensé que aceptaría que viniesemos—Thomas optó por empezar a hablar sinceramente, sin estrategia alguna—. Pero lo agradezco, y le digo, que ganaría una alianza leal, sincera, y sin riesgo alguno de traición. Quizá estas son solo palabras, pero sería un honor que nos dejara demostrar lo capaces que somos. Y que nosotros le hacemos tanta falta como usted a nosotros. No queremos su dinero, solo su poder, honestidad, y también quizá amistad.

El señor Petrov se quedó callado, por unos minutos. Thomas había escuchado rumores que mayormente, Oslo no era un hombre que buscaba ganancia, sino, lealtad. Gente en quien confiar. Gente que le fuera leal hasta el final, que si tuviera que darles un trabajo se quedarían callados si los descubriesen. Que su lealtad no fuera comprada por algo tan simple como el dinero.

Y Thomas, había descubierto esto. Que era en realidad, lo que justamente el también buscaba; alguien con poder, en quien confiar cuando las cosas se pusieran mal.

—Muy bien, entonces, han ganado un aliado —levantó su copa hacia ellos, y aunque no habían bebido, también alzaron sus copas—. Por ahora no quiero sus ganancias, quizá un 5 porciento, lo mismo podrían recibir de mi parte dependiendo de si hacen un buen trabajo, o lo que sea. Solamente que cuando necesite de sus hombres o pelear, estén dispuestos.

—Claro, nos encantaría trabajar con usted, señor Petrov —dijo con firmeza y confianza nuevamente Thomas.

Aunque, la cara y el quejido de John al beber el Vodka puro y fuerte de Rusia los distrajo por unos segundos.

—Carajo, esta mierda si que es fuerte. —sinceró casi susurrando el menor de los Shelby.

Pero Petrov lo único que hizo fue reír en vez de enojarse por las palabras de él.

—Perdonen, supongo que están acostumbrados a beber otra clase de bebida, olvidé preguntarles si querían beber otra cosa.

—¿Tiene algo de... Whisky? —preguntó con cautela Arthur.

Oslo asintió y chasqueo los dedos. En un instante un mayordomo apareció, y él le susurró algo en el oído.

—Enseguida, ¿Gustarían pasar a conocer el lugar? Se que han viajado por mucho tiempo y están cansados. Pero aún falta el almuerzo —comentó Petrov.

—Sería un placer señor Petrov —Thomas se levantó de su asiento.

—Por favor, dime Oslo, después de todo seremos socios —este imitó su acto, mientras cerraba nuevamente su saco. El mayordomo llegó con el Whisky y les sirvió a los tres hermanos—. Mientras caminamos, me gustaría aún así que me contasen sobre sus negocios, no es lo mismo preguntarle a alguien externo.

Thomas asintió, tomó el vaso y siguió a Petrov.

🐇

(La siguiente conversación que tienen es en ruso)

Un cuchillo rozó la cabeza de la mayor de sus hermanos.

—Hijo de puta, ¡Eso estuvo cerca! —juliette corrió hacia el y lo tumbó al suelo en un instante.

—Oye, más respeto a nuestra madre. —protestó Dmitry, mientras cambiaba la posición de su hermana encima, colocándola abajo de él mientras la ahorcaba con sus piernas.

Pero Juliette, prosiguió a pegarle una patada en sus bolas.

—Idiota. —bufó tratando de recuperar el aire.

—¡Oye, eso fue juego sucio! —chilló mientras se agarraba sus partes retorcido de dolor en el suelo.

—¿Tu crees que los gansters jugan limpio? Tarado.

Y así fue como Dmitry volvió a lanzarle un cuchillo, pero esta vez clavándolo en su muslo izquierdo.

Juliette chilló de dolor, pero su orgullo era más fuerte que el dolor.

—Ni un cuchillo me detendrá para romperte la...

Pero su hermana menor llegó para detener la peligrosa pelea que se aproximaba.

—Es hora del té —dijo con una voz dulce Tanya, la tercera en la fila de los hermanos mientras sostenía su peluche de conejo.

—Tanya... —juliette sacó el cuchillo de su muslo, y se lo devolvió a su hermano clavándoselo de la misma manera—. ¿El té? Pero si son la 1 de la tar...

—Son las 5 de la tarde —respondió la pequeña con sutileza. A pesar de tener 6 años, su comportamiento era muy maduro para su edad. Su madre le había enseñado a hablar con elegancia y dulzura, para siempre obtener lo que quisiera—. Entrenaron toda la tarde y no comieron galletas conmigo...

Tanya había puesto esos ojos de cachorrito que tanto hacían poner mal a Juliette. Era la única capaz de manipular a la mayor con corazón de piedra.

—¡Debía de estar con nuestro padre hace una hora! —Dmitry corrió como pudo aún soportando el dolor, buscó sus cosas y se acercó a las hermanas tratando de huir de el hecho de que debia de comer las horribles galletas que Tanya hacia—. Gracias por avisar brujita, luego las acompaño a... comer galletas —besó y acarició la cabeza de la pequeña y se apresuró a salir de la "habitación de juegos" como le decían ellos.

En cuanto él desapareció, Juliette se agachó para estar a la misma altura que la pequeña, y mientras acomodaba el cabello rubio de la pequeña ésta prosiguió a hablar.

—Madre comerá con nosotras, quiere que te arregles y estés lista para tomar el té...

—Madre pide mucho pero poco recompensa —susurró la mayor.

Tomó la mano de su pequeña hermana y se dirigió a su habitación para arreglarse.

Pero al pasar enfrente de la oficina de su padre, escuchó unos murmullos que le llamaron la atención.

—Son los nuevos aliados de padre —comentó la pequeña, observando la curiosidad de su hermana—. Llegaron ésta mañana. Madre dice que son... brujos, no - ¡Gitanos! ¿Qué es un gitano Juli?

Juliette siguió caminando de la mano de su hermana, pensativa, hasta que escuchó la palabra "gitanos" y se detuvo a verla.

—Gente maldecida, Tany.

(...)

Vestirse como un ángel no era lo que a Juliette le gustaba. Prefería usar prendas oscuras y sin alma alguna, antes que usar las cosas coloridas que su madre le obligaba a usar.

Caminaba sin ganas hacia la otra punta de la enorme mansión, hacia el jardín con vista al lago, en la "capilla" donde a su madre le gustaba tomar el té o disfrutar de la tranquilidad.

—tu arrives tard —su madre le habló en francés mientras la veía llegar.

Tanya ya estaba allí, había aparecido mucho antes por el simple hecho de que si llegaba temprano su madre siempre le daba alguna golosina como recompensa.

—Háblame en ruso, por favor —protestó Juliette, mientras se sentaba en una de las sillas lujosas y cómodas que su madre había comprado nuevas—. Aún no aprendo bien el francés.

—Solo tú, pues tus hermanos, sobre todo Dmitry, saben a la perfección Francés —comentó con reproche su madre mientras bebía con delicadeza el té de manzanilla—. Si le dieras más importancia a aprender cosas simples como idiomas o comportamiento de una dama en vez de cosas peligrosas y espeluznantes como las que haces.

—Esas cosas peligrosas y espeluznantes me ayudarán con el negocio de la familia, madre.

—Lo haces porque tu padre lo pide, pero nunca me haces caso a mí.

—¿Y qué quieres? ¿Que juegue a las muñecas, baile, cante y hornee pasteles mientras juego a la princesita con otras "damas" falsas? Que aburrido.

—Quiero que seas normal Jules... que te cases con un buen hombre y tengas tu familia....

—O mejor dicho que no siga el camino de papá y me introduzca a una vida con alguien de quien tendré que estar atada hasta el día en que alguno de los dos muera —dijo con ironía Juliette, rodeó sus ojos tomó un sorbo de su té—. Además, ya es tarde para que sea normal, 23 años tarde. ¡Aún no tengo la libertad de salir libremente a las calles! ¿ves eso como algo normal?

—Entiende que queremos protegerte.

—El día en que sea libre de salir a donde yo quiera sin tener que escaparme o pedir permiso, aprenderé los idiomas correspondientes y seré una dama casada y con hijos.

—Sabes que esa no es mi decisión, es la de tu padre —rosalie dejó la taza de té en la mesa, enfadada por la situación, pero respiró con profundidad—. Si nuestros enemigos supiesen sobre tu cara, serias un blanco fácil, a pesar de que sabes defenderte. Es solo por ese simple hecho que no puedes salir mostrándote. Si alguien supiera quien eres...

—Moriría, lo sé, pero no es justo.

—Juliette, hasta tu hermana entiende el riesgo y ella es mucho menor que tú —su madre ya parecía bastante hirritada por la situación—. Cambiemos de tema, siempre es la misma pelea. ¿Tu padre te habló sobre nuestros invitados?.

—Aún no, no lo he visto desde antes de esta mañana —respondió juliette con algo de mentira mientras comía.

—Se quedarán una semana, ya que han viajado demasiado tiempo para lograr esta alianza y es algo que tu padre valora —rosalie se recostó sobre la silla con elegancia y entrelazó sus manos mientras fulminado con la mirada a Juliette—. Esos hombres son peligrosos, y las mucamas dicen que muy atractivos, ten cuidado Juliette, te conozco.

—¿Qué estás insinuando madre querida? —juliette sonrió—. Yo soy una dama pura, sin deseos del sexo opuesto y con la mente ingenua. Imposible de mi parte sería insinuarme a alguno de esos gitanos.

Su madre rió con delicadeza

—Claro, pero aún así, debes tener precaución —su tono volvió a ser serio—. Aún se les está probando la lealtad, no son lo suficientemente confiables. Y quisiera que no te vieran pero...

—Pero la nueva manía de Padre formar alianzas es inevitable —volvió a hablar con ironía Juliette terminando su té—. Primero fue Alfie Salomons, y ahora los Peaky Blinders, ¿Quién sigue madre? En cualquier momento todas las mafias sabrán sobre "mi cara" y los secretos de esta familia.

—Aún no entiendo que planea tu padre, pero debemos confiar, no nos queda de otra. Mientras tanto, tienes prohibido interactuar con esos gitanos.

—Lo sé, padre ya me la había dicho. Pero será imposible si es que ellos pasan una semana en nuestra casa.

—Dije interactuar, hablar como si fueran muy buenos conocidos. Prefiero que te vean y seas educada en saludarlos a que fomenten una conversación con ellos.

Juliette volvió a rodear sus ojos, su mal humor por tantas reglas comenzaba a notarse.

—Veré si puedo cumplir con sus veredictos, jueza —bromeó ésta, y se levantó de la silla mientras se alejaba con rapidez de su madre antes de que otra pelea se aproximara.

Las peleas y contradicciones en la familia Petrov eran muy comunes. Pelear, para ellos, era como hablar con normalidad, sobre todo si en la pelea o discusión se encontraba Juliette, la única que más contradecía absolutamente todo.

Juliette contradecía y desobedecía.
Dmitry obedecía.
Y Tanya era un mixto de ambos, solo que con mucha más inteligencia y manipulación.
Del pequeño Alexey se sacarían las conclusiones en cuanto creciese.

Y ahora, Juliette, tenía pensado en seguir con sus prácticas y travesuras mientras esperaba la noche,

Ya que en la noche, habría una gran fiesta en uno de los bares de su padre, a la cual ella siempre asistía.

Nada era más obvio que saber que ella iría, a pesar de que sus padres ignoraban el hecho de que ella se escapaba para "vivir su vida".

Tenía que pensar en el vestido negro que utilizaría, y en los cuchillos que se escondería.

Sin el claro pensamiento o conocimiento, de sobre quienes estarían también en esa casual fiesta en el bar.

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