your mess is mine

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¡ADVERTENCIAS!
Simplificación y romanización del Trastorno de Identidad Disociativo (TID)
✓ Interacciones un poco cuestionables
✓+18

Beomgyu se catalogaba a si mismo como el anfitrión o protector principal del sistema —de su cuerpo compartido—, pero Yeonjun toda la vida lo consideraría como su chico, su vida, su amor.

En cambio con Gyu, Yeonjun tendría una manera más cariñosa de referirse a él; mi niño, mi pequeño.

Los otros tres alters, mal llamados personalidades, que componían el
trastorno disociativo de Beom, no salían regularmente; como Minjeong, el único alter femenino. O podían no ser cercanos con Yeonjun, como lo fue Ben en un principio.

No es que Yeonjun no intentara ganarse la confianza de cada uno, en todo momento siempre los quería hacer sentir seguros, pero simplemente podían no conectar a veces y se alejaban.

La alter Minjeong en principio tenía una especie de aversión a los hombres y solo tomaba el frente en entornos en los que únicamente hubieran personas del sexo femenino o género no binario rodeándola.

Ben, el alter persecutor, era demasiado fácil de irritar, así que todas las primeras conversaciones que Yeonjun trató de tener con él terminaron en peleas, por lo que Beomgyu o Gyu terminaban apareciendo para disolver la discordia.

Aún con toda la complejidad que conllevaba mantener una relación así,
Yeonjun estaba tan enamorado de Beomgyu —y de todas sus personalidades, a pesar de su rechazo— que habían conseguido sobrellevar su relación en sus años de adolescencia, y habían llegado a alquilar juntos su pequeño departamento soñado.

Para Yeonjun, ocho años en los que descubrió, aprendió, y comprendió,
todas las partes que conformaban al chico de cabellos castaños que conoció en primero de preparatoria a los dieciséis años, y que en la actualidad había tenido múltiples cambios que considerar.

Estaba por ejemplo Beomdan, un alter que se disoció después de un episodio de acoso que Beomgyu sufrió en la escuela por su físico desaliñado. Yeonjun no estuvo ese día para sacarlo de esa situación y, posteriormente, el castaño acabó disociándose en una personalidad exclusivamente utilizada en contextos donde la imagen del cuerpo era lo más
importante. Por esto, Beomdan constituyó el rol de protector del cuerpo del sistema.

Yeonjun lo conoció un día en el que visitó a Beomgyu para hacer una maratón de películas dos años después de conocerse. Cuando la señora Choi le abrió la puerta, Yeonjun lo vio haciendo abdominales en la alfombra de la sala.

—¿Beomgyu haciendo ejercicio? —le preguntó Yeonjun a la señora Choi en
un susurro.

Ella soltó un suspiro algo cansada.

—Te presento a Beomdan —dijo ella guiándolo a la sala—. Cariño, Yeonjun vino a verte.

Los bonitos ojos cafés de su mejor amigo lo escrutaron y luego apartaron la
mirada, siguiendo con su rutina de ejercicios sin prestarle ni el mínimo de atención.

Pero su madre volvió a probar una última vez.

—Yeonjun es tu amigo cielo, no seas grosero —ella sonaba tan apenada,
incluso con un ligero deje de frustración.

—¿Si es mi mejor amigo por qué no estaba conmigo cuando me golpearon?

Yeonjun tragó grueso y sus labios temblaron. La culpabilidad arrasando
en su pecho.

Él no asistió a la escuela ese día porque tuvo que cuidar a su abuela, ya que sus padres debían trabajar y ella había enfermado.

La madre de Beomgyu rodó los ojos y se retiró al patio trasero. Ella había estado bastante irritada desde que llevó a Beomgyu a su terapia del mes y descubrieron ese nuevo alter. En realidad, ella estaba irritada desde que lo diagnosticaron con el trastorno de identidad disociativo a los doce años.

No quería tener que lidiar con cosas para las que no estaba preparada. Sobre todo porque la relación de abuso con el padre de Beomgyu antes de que este fuera arrestado todavía estaba fresca en su mente, y ella tenía muchos traumas que enfrentar también.

Lo llevaban lo mejor que podían.

Yeonjun se arrodilló en el suelo y sujetó con fuerza la mano de Beomgyu entre las suyas, tratando de expresarle con ese contacto y una mirada intensa la disculpa más sincera que su corazón albergaba.

—Perdóname... Beomdan. Te prometo que de ahora en adelante estaré ahí para ti.

Beomdan pestañeo sin comprender por qué esa persona que estaba en las
fotografías de su habitación, y en todas las páginas del diario de los
demás alters, parecía tan afectada por lo que a él pudiera ocurrirle.

Era el mejor amigo de Beomgyu, no suyo.

Contempló un momento su mano y la de Yeonjun juntas antes de decir—: Te perdono.

Sorprendentemente no fue necesario que comprendiera la actitud del chico de labios abultados para aceptar sus disculpas. Con solo una mirada Beomdan supo que con él estaba a salvo.

Yeonjun tenía ese efecto.

Lógicamente no consiguió ganarse su absoluta confianza ese mismo día, sino que Yeonjun la fue obteniendo a base de acciones, defendiendo a Beomgyu en la escuela lo suficiente como para que Beomdan no tuviera que hacer acto de presencia.

Un año después, cuando Beomgyu tomó la responsabilidad por si mismo de
encargarse de la salud del cuerpo —hacer ejercicio diariamente y no dejarse intimidar por otros— la disociación que provocó la aparición de Beomdan desapareció. O mejor dicho, se integró de nuevo temporalmente.

Yeonjun lo extrañó, claro está, pero por lo menos ya no se veía obligado a hacer ejercicio con él los fines de semana.

Con esa resta, quedaban dos alters además de Beomgyu: Minjeong y Gyu.

Minjeong siempre había existido, o más bien fue una disociación provocada por la violencia que sufrió Beomgyu de niño por parte de su padre.

Yeonjun creyó al conocer a Beomgyu que él era una persona de genero fluido o no binario, porque a veces se refería a si mismo como ella y otras veces como él. O también porque su voz se agudizaba un poco y sus ademanes eran más delicados de repente.

Pero resultó que no. Al conocer a la señora Choi esta le explicó detalladamente que Beomgyu y Minjeong eran dos identidades distintas que compartían el mismo cuerpo.

¿Yeonjun se lo creyó? No, pero era lo suficientemente astuto como para
comprobar la veracidad de esa información con sus propios métodos.

Conversó con Beomgyu respecto a Minjeong.

—¿Cómo es ella? —preguntó un día recostado en la cama de la habitación
del menor, cinco meses después de que se hicieron amigos.

Beomgyu ya le había comentado antes que cada alter se percibía de una
manera diferente, por esto, a pesar de que compartieran un cuerpo de 1,70, cabello corto castaño y un aparato reproductor masculino, dentro del mundo interno cada uno tenía una apariencia especifica y un tipo
de voz diferente.

Distintas percepciones de si mismos.

—Ella tiene mi misma edad —procedió a detallarle a Yeonjun—. Es mucho más bajita, con el cabello negro hasta la cadera y ojos grises. Y solo le gusta hablar con mujeres. Quiere mucho a mamá.

Yeonjun contuvo una risa.

—¿Y qué dice ella de mi?

Beomgyu procesó la pregunta por un rato en su cabeza, luego dijo con un deje de incomodidad.

—A ella no le agradas, Junnie —y agregó— ...me lo acaba de decir.

Yeonjun frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Eres demasiado alto, la intimidas.

Bueno, eso explicaba el pánico de la otra vez... En medio de clase de matemáticas cuando la nueva alumna Karina fue incluida en el salón.

—Ella es linda —había dicho el castaño con una voz repentinamente aguda—, muy linda.

Yeonjun se sintió confundido por ese comentario de "Beomgyu".

—¿No dijiste que solo te gustaban los chicos?

—A mi no me gustan los chicos.

Al finalizar la clase Yeonjun se dio cuenta de que "Beomgyu" no había apartado la mirada de la chica nueva en ningún momento.

—¿Quieres que la llame? —por supuesto, él seguía sintiéndose confundido porque "Beomgyu" estuviera repentinamente interesado en las mujeres cuando le había dejado muy claro que era gay hace a penas unos días.

—¿Podrías hacerlo?

—Claro.

Y Yeonjun se levantó de su asiento para saludar a la chica nueva. Lo siguiente que pasó fue que "Beomgyu" se le quedó viendo con ojos amplios y asustados. Procedió a tener un ataque de pánico.

Yeonjun aprendió después de varias ocasiones en las que Minjeong huyó
de él, que Beomgyu tenía razón, y que lo mejor era mantener distancia si ese alter tomaba el mando.

Totalmente lo opuesto ocurrió con Gyu.

A medida que tanto Yeonjun como Beomgyu crecieron hubieron episodios
en los que "Beomgyu" repentinamente se comportaba de manera muy
infantil.

Al cumplir los veinte, esa actitud tan cariñosa y extrovertida del castaño se disoció en Gyu, un pequeño de siete años que se presentaba al frente con bastante regularidad solo para jugar y charlar con Yeonjun. Siendo especialmente afectivo y necesitado de atenciones.

El día que Yeonjun lo conoció fue en su primera cita con Beomgyu.

Él esperaba, después de unas semanas tensas ocasionadas por su declaración de amor a su amigo, que finalmente Minjeong lo hubiera aceptado y los
dejara a él y a Beomgyu tener una relación romántica sin restricciones.

Todo resultó bien, ellos pasearon, bromearon y fueron a comer, pero
durante la tarde Beomgyu empezó a tener dolores de cabeza porque Minjeong soltaba muchas quejas. Ella quería que la salida acabara lo más pronto posible a pesar de que este se reusara. Por lo visto, Minjeong estaba a punto de hacer switch con la intención de arruinar la cita, pero en vez de eso Beomgyu tuvo un blockout: se quedó paralizado y en blanco.

Instantes después sí que ocurrió un cambio de identidad, pero...

—¡Quiero ir al parque! —dijo de repente con voz aniñada y un puchero.

—¿Al parque?

—Sí, labios de patito ¡Gyu quiere ir al parque!

Cabe recalcar que este alter se refería a si mismo en tercera persona, así que para Yeonjun fue un poco extraño acostumbrarse.

De todas las identidades Gyu era la más transparente. Por un tiempo tomó un rol de mediador entre Minjeong y Beomgyu. Cuando estos no estaban de acuerdo en algo Gyu tomaba el control para resolver —o aplasar— los conflictos de la manera más fácil y pura.

Casi siempre si dichos conflictos estaban relacionados con Yeonjun, o eso fue lo que les dijo el terapeuta.

Parecía ser una disociación impulsada por dos cosas: Primero, el verse inmerso en el mundo adulto de manera tan abrupta y no haber experimentado una infancia normal. Segundo, el acuerdo o punto medio entre el rechazo de Minjeong y los sentimientos románticos de Beomgyu por Yeonjun.

Gyu amaba a Yeonjun tanto como Beomgyu, pero era un niño, por lo que
estaba completamente prohibido y equivocado que tuvieran un tipo de
relación romántica, así que Minjeong se sentía segura con sus interacciones.

Yeonjun estaba encantado por tener que cuidar de Gyu. Era pegajoso, adorable, inocente e intuitivo.

A veces cuando Yeonjun afrontaba una situación difícil y Beomgyu no se sentía lo suficientemente capaz de consolarlo, Gyu llegaba al rescate para calmar a Yeonjun con sus pláticas sobre caricaturas o juguetes.

Increíble que un niño fuera capaz de controlar tantas cosas. Su mundo interno y su mundo externo.

Todo les fue relativamente bien por varios años. Los alters se acostumbraron a la presencia de Yeonjun y su protección. A la vez que él aprendió poco a poco a tratar muy bien a cada uno.

Hasta que se mudaron juntos a los veintitrés años y Ben apareció.

Por supuesto Yeonjun ya estaba preparado mentalmente por si un alter
nuevo se presentaba de imprevisto. Para lo que no estaba preparado era para su complejidad.

Consideraba a Beomgyu la parte neutra y relajada, caracterizaba perfectamente su rol de protector principal. A Minjeong la reconocía como desconfiada y asertiva, una identidad más pensativa que de acciones. Y Gyu tomaba el rol extrovertido y consentido. En conjunto, cosas positivas y razonables.

Ben por otro lado parecía más bien un torbellino de cosas que rayaban lo negativo, explosivo, y peligroso. El alter llegó a su ordenada y sistematizada vida cuando todo parecía ir bien.

O más o menos bien.

Un tema que habían aplazado Yeonjun y Beomgyu por bastante tiempo fueron las relaciones sexuales. Tanto por Minjeong como por Gyu.

Yeonjun tenía miedo de que Minjeong apareciera en medio de la intimidad teniendo un ataque de ansiedad, o peor aún, que Gyu tomara el frente del cuerpo en el peor momento y desarrollara un trauma.

La primera noche juntos a solas en su hogar compartido hubo mucho silencio y tensión. Después de que tomaron una ducha cada uno Beomgyu tomó la iniciativa de acercarse a Yeonjun y besarlo, acto que el contrario correspondió con un poco de inseguridad.

—Vamos a hacerlo Junnie —susurró Beomgyu rodeando su cuello con sus
brazos y mirándolo a través de la oscuridad. Tenía mucho calor, muchas
ganas de tocar y ser tocado.

—No quiero asustarlos —susurró Yeonjun con nervios, pero igual de necesitado.

—No lo harás, hemos llegado a un acuerdo.

Yeonjun tragó saliva.

—¿Qué tipo de acuerdo?

Beomgyu pestañeo y sonrió de lado.

—Solo confía en mi, ¿sí?

Pedirle eso era demasiado. Yeonjun siempre tenía mucho cuidado con sus
acciones para no afectar a ningún alter. Dejarse llevar era algo que no se podía permitir tan fácilmente, ya que cometer cualquier error acarrearía consecuencias graves y a largo plazo.

Por esto, con todo el dolor de su corazón —y no solo su corazón...— tuvo que negarse.

—Amor —retiró las manos de Beomgyu de su nuca y las entrelazó con las suyas, dando un beso en sus nudillos—. Nuestro deber, el tuyo y el mío, es protegerlos a todos. Como lo hizo Beomdan ¿recuerdas?

Los ojos de Beomgyu se cristalizaron y sus párpados pesaron, tomándose
un largo momento para después asentir.

A Yeonjun lo destrozó ver la resignación dolorosa en su expresión. Sabía que Beomgyu era la identidad que más se esforzaba por mantener la normalidad en su vida diaria, solo quería experimentar una relación normal y completa con él. Pero no se podía, y eso le afectaba más de lo que quería aceptar.

A pesar de ese desalentador momento, la noche y la mañana siguiente transcurrieron con normalidad. En poco
tiempo consiguieron organizar un patrón.

Yeonjun siempre se levantaba temprano a estudiar para sus exámenes de la universidad. Esto era a propósito para que los alters no tuvieran problema en reconocer quién llevaba el mando del cuerpo al despertar sin sentirse juzgados. Entonces, una vez que la puerta de la habitación se abriera, significaba que ya lo habían digerido
correctamente como para presentarse ante Yeonjun, así él podría hacer
un desayuno acorde.

Las mañanas con Minjeong eran muy silenciosas, Yeonjun no le hablaba y
preparaba huevos hervidos y algo de arroz, luego ella podía agregarle lo que se le antojara. Comían separados; ella en la cocina y él en su estudio, pendiente por si necesitaba algo.

Las mañanas con Gyu Yeonjun encendía la televisión para que viera caricaturas mientras le preparaba panqueques con miel y frutas picadas, acompañado de malteada o leche chocolatada. Luego se sentaban juntos en la sala a charlar sobre los programas infantiles.

Las mañanas con Beomgyu eran, por supuesto, las favoritas de Yeonjun, y afortunadamente las más recurrentes. Beomgyu lo buscaba y le daba su beso de buenos días, juntos preparaban el desayuno y se sentaban en la cocina a platicar sobre cualquier cosa hasta que tuvieran que alistarse para ir a la universidad.

Con el tema de los estudios no había problema, ya que Beomgyu y Minjeong estaban preparados para asumir su rol social de estudiantes. Gyu no saldría durante sus clases porque solo se presentaba en la intimidad del hogar o en salidas con el labios de patito.

Para las terapias Yeonjun les acompañaba, a veces entraba al consultorio si se requería su presencia, y si no era así se ponía a leer en la sala de espera. Después de las dos horas de la consulta iban por un dulce y volvían a casa.

Así se repartía el tiempo, la costumbre ayudó a preservar la calma.

Pero había algo raro, algo fuera de lugar...

Yeonjun tardó bastante tiempo en saber qué era.

Beomgyu no volvió a insistir en ir más allá de los besos nocturnos, tampoco insinuó que debían dar el "siguiente paso", y mucho menos se tomó libertades con Yeonjun ni en público ni en privado. Esto estaba bien, parecía que ellos no necesitaban tener sexo para expresarse su amor, a pesar de que querían tenerlo.

Siempre fue fácil para ellos —según Yeonjun— anteponer las cosas necesarias y dejar de lado los caprichos por el bien mayor.

Pero un día pasó algo imposible de procesar para el de labios gruesos.

Al igual que el día en el que Minjeong mencionó su atracción por aquella compañera, "Beomgyu" expuso un interés similar por alguien sin siquiera utilizar palabras.

Comían en una heladería a un par de cuadras de su casa cuando un chico
entró al local y "Beomgyu" se le quedó mirando.

Yeonjun solo lo observó con una incomoda sensación ácida en su pecho
mezclándose con el sabor a limón de su helado.

—Beomgyu... —lo llamó, pero este no volteó.

Como si ese fuera un nombre con el que no se identificaba.

—Beomgyu —Yeonjun repitió incómodo, porque se estaba volviendo demasiado obvio que el castaño se estaba prácticamente comiendo con la mirada a ese guapo extranjero de cabello color menta en la fila de pedidos.

Resultó que hasta que el chico no se marchó el escrutinio no se detuvo, y el animo de Yeonjun recayó bastante. Cuando los bonitos ojos cafés que amaba lo localizaron de nuevo Yeonjun tenía la mirada clavada en el filo de la mesa.

—¿Junnie?

Pero Yeonjun no alzó la mirada.

—Yeonjun...

Seguía sin reaccionar, demasiado deprimido y ahogado por los celos y la inseguridad como para afrontar a su pareja.

—¿Labios de patito?

No fue hasta que escuchó ese tono aniñado que logró salir de su estupor y comprobó que Beomgyu había hecho un switch a Gyu.

—¿Le pasa algo a labios de patito? —extendió una mano en la mesa para
acariciar la de Yeonjun.

—No pequeño...  Nada.

Ese "nada" provocado solo por una apreciación a un desconocido, se
volvió más grande y más difícil de sobrellevar.

Obviamente si Yeonjun estaba ocupado sintiéndose mal al respecto no podía detenerse a analizar lo que ocurría. Él solo veía que "Beomgyu" —no Minjeong, no Gyu— estaba empezando a exponer muy abiertamente su atracción sexual por otras personas.

Otros hombres, específicamente.

Cuando veían películas con personajes masculinos atractivos Beomgyu se
quedaba inmerso en ellos, ignorando todo lo demás del filme. Cuándo veía chicos con un físico envidiable pasar por la calle no podía evitar voltear a pesar de seguir sosteniendo la mano de Yeonjun.

Era un interés aparentemente superficial. No era tan grave, Yeonjun
podía pasarlo por alto mientras este comportamiento no afectara a los
otros alters.

La única regla siempre fue proteger a los demás.

Pero por la ruptura de esa regla fue que discutieron cuando después de una larga noche de estudio Yeonjun entró a la habitación que compartían completamente agotado y se encontró a "Beomgyu" viendo porno gay y dándose placer a si mismo en la cama.

Yeonjun corrió a cerrar la laptop que reproducía el obsceno vídeo y lo
miró con reproche.

—¡¿Qué rayos estás haciendo?!

—¿Auto exploración? —respondió el otro estirando sus extremidades desnudas en la cama como si eso no fuera un asunto delicado.

—¡No puedes hacer eso! ¡Las imágenes explícitas que almacenas en tu cerebro pueden llegar a verlas Minjeong o Gyu!

—¡Los demás no tienen que meterse en mis asuntos!

—¿Qué idioteces estás diciendo Beomgyu?

Sus miradas estaban prácticamente apuñalando al otro.

—Dame la laptop —exigió el castaño, pero Yeonjun no iba a devolvérsela.

—No.

—¡Dámela!

—¡Que no Beomgyu!

—¡No me llames Beomgyu!

Yeonjun se quedo inmóvil, procesando rápidamente lo que implicaba el
grito que acababa de recibir.

—No soy Beomgyu, soy Ben.

Y Yeonjun no tuvo ni un instante para sentir alivio de que toda esa altanería no fuera de Beomgyu, porque al final, en realidad, sí que lo era. Todas las partes eran la original, todas importaban. Lo que dijera o hiciera un alter afectaría a todos los demás independientemente de cuál fuera el culpable.

Curiosamente el alter que salió en ese momento para calmar la situación fue Minjeong, quien a pesar de ser reservada alrededor de Yeonjun se sentía atacada por el conflicto provocado por el nuevo
alter y necesitaba solucionarlo.

Ella se cubrió con una manta y levantó la mirada.

—Yeonjun... ¿Podrías esconder la laptop? —pidió súper bajito.

Yeonjun asintió y se llevó el aparato, le dio un tiempo para que se calmara y luego le llevó una taza de té.

Así como ese incidente la afectó a ella, Ben siguió haciendo cosas que afectaron a los demás.

Gyu tuvo un ataque de pánico muy fuerte cuando una mañana se levantó y
sintió una extraña molestia en su parte trasera.

—Labios de patito.

Yeonjun lo envolvió en sus brazos en cuanto este entró a la sala tan
temprano. El pequeño era de los que siempre se despertaban al medio
día.

—¿Qué pasa pequeño?

—A G-gyu...

—¿Qué?

—A G-gyu le d-duele...

Yeonjun se llenó de preocupación y esperó impaciente por una clara explicación.

—¿Qué te duele?

La respiración del menor se volvió irregular y empezó a temblar, las
lágrimas se aglomeraron en sus ojitos y Yeonjun ya estaba al borde de la angustia cuando Gyu le reveló en un susurro roto:

—A Gyu le duele... L-la colita, arde mucho.

La ira no tardó nada en estallar en su pecho cuando más tarde Gyu hizo un switch y Ben hizo declaraciones sin ningún grado de culpa.

—Conseguí un dildo hace unos días, esa cosa hace autenticas maravillas.

Yeonjun nunca creyó que odiaría una identidad del castaño. Pero Ben estaba sorteando los limites de su paciencia cada vez que saboteaba o hería a los demás alters sin miramientos.

Si Yeonjun no había querido ir más allá en la cama con Beomgyu era precisamente para evitar que esas desastrosas situaciones ocurrieran.

Habló por teléfono con el terapeuta e investigó a fondo las características de ese nuevo alter en busca de una solución, una forma de controlarlo.

Lo que encontró fue un rol dentro del sistema de alters.

El persecutor.

Ben conformaba una parte agresiva, molesta, y destructiva. Una disociación que en principio pretendió proteger algún sentimiento o emoción dentro del sistema que no estaba siendo bien expresado, y que concluyó en una personalidad disconforme y apática dispuesta a hacer lo que sea con tal de filtrar esa emoción mal gestionada.

La cosa es que Yeonjun no tenía forma de averiguar cuál era esa emoción.

Se decía que para poder mitigar la ira del alter persecutor se debía erradicar la molestia de raíz sin provocarle más inestabilidad en el proceso.

Yeonjun conversó todo esto con Beomgyu, puesto que él era el encargado
de traducir las emociones de los demás alters al mundo externo. Cosa que le salía bastante natural, a diferencia de otras personas con TID que sufrían de amnesia con más regularidad que Beomgyu.

—Amor, ¿hay algo que a ti o a los demás les esté incomodando? —preguntó mientras preparaban juntos la cena.

Beomgyu tardó bastante tiempo en responder. Yeonjun relacionaba esto
con el hecho de que a veces los alters debatían entre si antes de dar una respuesta.

—No, ninguna Junnie.

—Creo que Ben tiene una grave inconformidad y por eso tiene actitudes
tan impulsivas —Yeonjun explicó cuidadosamente su teoría, esperando
que su comentario no detonara el switch del aludido.

A veces cuando un alter se ofendía, hacía switch y enfrentaba la acusación por su cuenta.

Pero Beomgyu seguía allí.

—Puede ser... Él ha estado colocando imágenes muy invasivas en nuestra cabeza.

—¿Qué tipo de imágenes?

Beomgyu tanteó antes de responder.

—Sexuales.

El ruido del cuchillo contra la tabla de corte y el siseo de Yeonjun después de cortarse un poco el pulgar rompió la tensión en el ambiente. Beomgyu se apresuró a socorrerlo.

A Yeonjun se le estaba empezando a acabar la paciencia y el control.
Claramente, al tratarse de algo muy interno él no podía hacer nada al
respecto para proteger a los alters. A penas y podía controlar lo que ocurría en el plano físico —como esconder la laptop una y otra vez para que Ben no tuviera la oportunidad de hacer algo irresponsable—, pero si les hacía daño desde adentro, sólo ellos podían luchar contra
eso.

Yeonjun incluso empezó a levantarse al mismo tiempo que ellos, con el previo permiso de Minjeong, para que Ben no hiciera nada indebido con el cuerpo que todos compartían.

Pero el problema se fue haciendo más complicado de sobrellevar mientras más retenían al persecutor.

Junnie, él nos intimida —decía Beomgyu.

—Me amenaza, Yeonjun —decía Minjeong.

Labios de patito ¡A Gyu le da miedo! —decía el pequeño.

Y a Yeonjun... A Yeonjun lo volvía completamente loco.

Que Ben siempre lo retara, que hiciera lo que le daba la gana sin pensar en las consecuencias, que se pusiera en peligro, que no cuidara de su integridad. Y por supuesto, que desechara sus sentimientos con sus ácidas declaraciones al final de cada día.

—Hoy besé a un chico de la universidad —dijo Ben un día mientras volvían a casa en el auto.

Yeonjun se imaginó los labios que también eran de Beomgyu, su novio,
siendo besados por los de alguien más sin tomar es cuenta la opinión de los demás alters.

—Hoy dejé que otro chico me manoseara en los baños —notificó con sorna en otra ocasión.

Yeonjun a penas podía contener la rabia que la imagen le producía encajando sus dedos en el volante del auto.

Se repetía una y otra vez en su cabeza que antes ya había acordado con Minjeong que ella podía tener pareja al igual que Beomgyu. Yeonjun había estado de acuerdo, lo respetaría. Así que Ben también podía ser un libertino desconsiderado siempre y cuando no
afectara a los demás.

Ben tenía a los demás alters tan retenidos que ellos no podían negarse
a nada que él quisiera. Yeonjun, con toda la impotencia del mundo, lo tuvo que aceptar porque tampoco sabía qué hacer para cambiarlo.

—Hoy voy ir a un club gay a ligar —notificó Ben entrando en el departamento después de haber ido juntos al parque por sugerencia de Gyu.

—Bien... —Yeonjun respondió, aunque no lo sintiera correcto, aunque su pecho ardiera—. ¿A qué hora vas a volver?

—¿Acaso crees que voy a volver hoy?

Eso ya estaba siendo demasiado para que Yeonjun lo aguantara: su descaro. Que alguien más se acostara con Beongyu...

No iba a ser Beomgyu como tal, sino Ben, pero que los dos compartieran el mismo cuerpo no ayudaba a que Yeonjun se lo tomara con calma.

—¿Por qué tienes tanta prisa por tener sexo? —Yeonjun se atrevió a preguntar tratando de no sonar tan afectado y dolido como se sentía.

—¿Por qué no la tendría? —y se rió con su característico tono sínico—. No es mi culpa que Beomgyu y tu sean tan estúpidos que no han hecho nada en todos estos años.

La bala apuntó justo en su corazón. Una lágrima impotente se deslizó por la mejilla de Yeonjun. Solo una, amarga y destrozada.

—De acuerdo... —dijo con la cabeza baja— solo llámame si alguno de los demás tiene problemas.

Y se encerró en su estudio.

Ben fue a ducharse, cambiarse de ropa y prepararse. Se echó colonia y puso algo de brillito en sus párpados, resaltando sus bonitos ojos antes de recoger lo que iba a necesitar y lo guardó en su bolsillo.
Justo antes de cruzar la puerta sintió una parte de él querer hacer switch.

Pensó que sería Gyu, ya que después de ver a Yeonjun tan decaído seguro querría consolarlo, pero en realidad era Beomgyu.

—Oh no —negó enojado—. ¡No vas a manifestarte ahora! ¡Esto lo hago por
nuestro maldito bien!

Y se fué, cerrando la puerta de golpe.

Cada hora desde ese momento fue como una lenta y tortuosa eternidad para Yeonjun.

Intentó concentrarse en estudiar pero los pensamientos que albergaba su cabeza eran tan variados y contradictorios que le empezó a doler y tuvo que tomarse un respiro.

Se preparó una bebida caliente con manos temblorosas e impacientes, y fue al balcón a tratar de darle un sentido a todo lo que le preocupaba.

El pánico de que Gyu se asustara por el entorno ruidoso y agitado.

Que Minjeong tuviera un ataque de ansiedad al notar que solo habían hombres en el club.

Que Beomgyu lo necesitara y no estar allí para calmarlo.

Dejarlos a su suerte después de que le había prometido a Beomdan que estaría ahí siempre.

Pero luego estaba Ben, al que no le gustaba que Yeonjun frustrara su libertad.

Pero solo podía pensar en Ben tomando una mala decisión, que el chico con el que decidiera divertirse esa noche fuera peligroso y un completo patán. ¿Cómo iba a perdonarse por no protegerlo?

¿Los demás se sentirían ultrajados, violados, violentados?

Por la mañana no habría alguien dispuesto a preparar un desayuno
especial, no habrían mimos. Solo la inminente y seca despedida que
implicaba un encuentro casual.

¿Cómo convencería a Beomgyu de que esa no fue su primera vez? ¿De que
eso no tenía nada que ver con él y por lo tanto no debía sentirse mal?

¡Porque sí tenía que ver con él! Y por eso es que Yeonjun estaba llorando como un desgraciado en el jodido balcón, sintiéndose engañado y culpable al mismo tiempo.

Cambió su bebida por cinco cervezas que se encontró en el refrigerador y se permitió emborracharse para lidiar con el peso de la responsabilidad.

Por primera vez, sus alarmas se apagaron.

Escondió en el fondo de su ser al Yeonjun protector y dejó salir al Yeonjun que se merecía unas vacaciones emocionales. Encargarse de su propia persona y sus propios sentimientos.

Porque Beomgyu, Minjeong, Gyu, Ben e incluso Beomdan eran la complejidad encarnada en uno solo. Pero joder, Yeonjun también era complejo, también era humano, con pensamientos buenos y malos, con deseos, exigencias, y objeciones.

Cerca de las dos de la madrugada se acabó las cervezas y entró de nuevo al departamento, justo en el momento en que Beomgyu —o quien demonios sea— entraba por la puerta. Solo, con una cara enojada, y las malas vibras flotando a su alrededor.

Yeonjun pasó de largo con piernas inestables y fue a tirar a la basura las latas de cerveza. El castaño lo siguió.

—Estás borracho —dijo Ben. Yeonjun lo sabía por el tono ligeramente altanero. Se lo había grabado de memoria.

—Algo... —respondió indiferente.

—Eres un completo idiota.

Yeonjum rió atontado por el alcohol.

—¡Vaya! yo soy el idiota —dijo irónicamente, con una sonrisita tonta.

—Sí, lo eres —Ben frunció el ceño aún más.

—Soy taaaan idiota —arrastró las palabras mientras se giraba para ir a
la sala—. ¡Tan taaaan idiota que me enamoré de un alter imbécil!

Ben tragó saliva y jaló del brazo de Yeonjun para que lo mirara.

—Tu no estás enamorado de mi, estás enamorado de esta cara —señaló su
rostro, y Yeonjun lo escaneó con deleite, asintiendo.

—Es un rostro muuuy bonito —afirmó— pero no. ¡Yo les amo a todos ustedes!

—Tyun es un niño.

—Lo sé —su cara de repente se puso sería—. Jamás le haría nada malo.

—Y yo te odio —agregó Ben— los odio a todos, en realidad.

—Minjeong también me odiaba —Yeonjun soltó un hipido y luego rió— pero yo la quiero muuucho... ¡Es como una hermana menor!

—Eres tan patético...

—¡Por supuesto que lo soy! —Yeonjun se soltó del agarre con un jalón— ¡D-dejo que me rompan el corazón siempre que q-quieren!

Ben se cruzó de brazos.

—¿Cómo?

—Tuuuu —lo señaló con su dedo, casi tocando su frente.

—¿Yo?

Yeonjun asintió, inevitablemente empezando a llorar de nuevo.

Sí, era patético.

—T-tu te vas, m-me engañas con otro, ¡Y rompes mi c-corazón!

—No me acosté con nadie —Ben aclaró irritado dandole un manotazo a su dedo para apartarlo de su cara— ¿Y quieres saber por qué? ¡Por que los demás te aman tanto que no me dejaron! ¡No entiendo qué es lo que les gusta tanto de ti!

Yeonjun abrió sus ojos sorprendido a pesar de su embriaguez.

—Beomgyu repetía una y otra vez que no quería engañarte, que no quería ser tocado por nadie que no fueras tu. Y Gyu solo chillaba "¡Labios de patito! ¡Gyu quiere ver a labios de patito!" Y joder, incluso Minjeong estaba enojada diciendo estupideces de que tu no aprobarías eso, que el único hombre en el mundo en el que ella confía eres tu.

El corazón de Yeonjun latía a mil por hora escuchando todas esas cosas que Ben no paraba de escupir lleno de rabia e incomprensión, furioso porque le resultaba absurdo, pero a la vez no podía oponerse. Como si sus otras mitades se pusieran todas en su contra tratando de que viera algo que él no quería afrontar.

—No paran de hacerme sentir culpable, de decir que eres todo lo que está bien... —de los bordes de sus lindos ojos empezaron a escaparse lágrimas. Le daban espasmos que no lo dejaban continuar hablando.

—B-ben.

—¡Tu no puedes ser bueno! ¡Cada vez que te veo solo me siento feo y rechazado!

—Tu...

—¡Te detes..!

No terminó de gritar porque una boca hizo contacto con la suya.

Yeonjun se inclinó, tomó sus húmedas mejillas entre sus manos y estampó sus bocas sin cuidado en un beso arrasador.

Ben tembló y sus brazos trataron de empujarlo lejos. Pero mientras más
resistencia ponía Yeonjun volvía el beso más profundo y castigador, haciendo que gimiera con impotencia y le fuera imposible resistirse.

Yeonjun acortó toda distancia, sus manos se dirigieron a sus caderas y las presionó contra su cuerpo.

Quería unirse a Ben, hacerlo suyo, y que no pudiera pensar en nadie más que en él. Que entendiera a través de sus toques que no debía sentirse rechazado, porque era totalmente lo opuesto.

El cuerpo de Ben se tensaba y en instantes se amoldaba contra el
contrario. Yeonjun se agachó para sostenerlo de los muslos y alzarlo,
solicitando que lo rodeara con sus piernas para poder cargarlo.

Sosteniéndolo para que no cayera Yeonjun los dirigió a la habitación. Sin separar sus bocas ambos se tumbaron sobre el colchón de la cama, Ben debajo del cuerpo de Yeonjun, incursionando con sus lenguas y mordiendo los labios del otro hasta dejarlos rojizos.

Eran un desastre de extremidades enredadas y manos inquietas. Ben
exploraba el pecho de Yeonjun debajo de la camiseta y el contrario presionaba con sus manos sus muslos y sus glúteos a su antojo, jaloneando la pretina de los pantalones ajustados que llevaba para
bajarlos. Fue así como notó que en su bolsillo trasero Ben llevaba tres sobrecitos.

Yeonjun los sacó y dejó un último beso sobre sus labios antes de comentar algo al respecto.

—¿Qué es esto?

—Lubricante y un condón.

Yeonjun ojeó los sobrecitos un instante más antes de dejarlos a un lado y con un fuerte jalón desprender a Ben de sus pantalones y su ropa interior. Este soltó un jadeo ahogado, sintiendo el viento frío de la noche chocar con su piel desnuda.

La embriagues de Yeonjun seguía bastante a flote. La adrenalina, la
posesividad y el deseo eran muy intensos, pero aun así, el destello de
conciencia en el fondo de su mente todavía lo hacía recordar que debía
tener cuidado.

Iba a proteger ese exquisito cuerpo, pero a la vez iba a arruinarlo a su antojo.

Cada parte, mental y física, que conformaba a la persona debajo de él,
era su posesión más preciada. Le pertenecía para amarlo de todas las
maneras; como un hermano, como un amigo, como un amante, como un todo.

Cualquier cosa que ellos quisieran a partir de ahora él se las daría.

Alzó y flexionó una de esas largas piernas y dio un recorrido lento de
besos desde el tobillo hasta la rodilla, dando una larga lamida desde allí hasta el hueso de su pelvis. Ben no pudo controlar los temblores de su cuerpo y se sacó la camisa para quedar totalmente expuesto, con su abdomen bajando y subiendo en aceleradas respiraciones.

Yeonjun atacó sus pezones, mordiendo y pellizcando, sacándole gemidos agudos que conseguían aumentar su libido y sus ansias de tratarlo con rudeza.

Todas la palabras se le enredaban al castaño antes de poder pronunciarlas, todos los apodos. Gemía: "Junnie" "Yeon" "labios de patito" sin saber exactamente por qué, sólo que debía llamarlo hasta
quedarse sin voz.

Al escuchar ese tierno desastre Yeonjun se sintió inmensamente amado.

Cómo si cada parte de él fuera un complemento de cada parte de Beomgyu.

Se deshizo de su ropa en un santiamén, tirándola al suelo y fundiéndose contra el cuerpo hirviendo del castaño. Ben abrió sus piernas y lo dejó frotarse contra él. Sus penes duros y chorreando
presemen se tocaron. Con una de sus manos Yeonjun maniobró el falo contrario y el suyo juntos, produciéndole gemidos a los dos.

—P-por favor... —murmuró el castaño.

—¿Qué? —Yeonjun interrogó sin detenerse.

—T-tocame aquí —dijo Ben dirigiendo una de sus manos a su entrada y tocando superficialmente su agujero.

—Volteate.

La demanda fue rápidamente realizada e instantáneamente cumplida, Ben se dio la vuelta y alzó su culo. Yeonjun abrió uno de los sobres de lubricante y lo esparció en medio de sus nalgas.

Gruñó grave por el descubrimiento que tuvo.

—Te preparaste antes de salir.

Eso era evidente, Yeonjun consiguió meter uno de sus dedos de golpe sin esfuerzo, sacándole a Ben un jadeo contra la almohada.

—Dime una cosa —Yeonjun habló mientras movía el dígito—. ¿En serio dejaste que te besaran y manosearan en tu universidad?

La pregunta estaba cargada con algo de rencor. Yeonjun sudaba esperando por una respuesta negativa. Pero eso no fue lo que recibió.

—S-sí... Es v-verdad.

—Bien.

Yeonjun le dio una nalgada con su mano libre. Ben se estremeció abriendo la boca para soltar un grito, pero nada salió.

—Dime otra cosa ¿lo disfrutaste?

—S-sí.

Otra nalgada.

Los ojos de Yeonjun se habían oscurecido considerablemente.

—¿Y qué hiciste las últimas cinco horas en el club?

Ben se recargó de sus antebrazos y giró su cabeza para mirar de reojo a Yeonjun antes de responder jadeante.

—Hice que un tipo se corriera con mis manos en el baño.

La mandíbula de Yeonjun se apretó. Metió de golpe tres dedos más y perforó la entrara de Ben hasta sacarle chillidos. Sus dedos eran tan largos que alcanzaron su próstata y la sobre estimularon. El castaño estaba al borde del orgasmo, pero Yeonjun no se lo permitió.

—Nada de eso —dijo y escupió en su otra mano, adelantándose a presionar con
una caricia el miembro del castaño para detener su corrida. Ben chilló frustrado.

Yeonjun alcanzó a colocarse el condón y se inclinó hacia adelante, rozando su abdomen contra la suave y arqueada espalda del contrario.

—¿Entonces no pensaste en mi? —susurró con voz grave en su oreja.

—Y-yo no... L-los demás sí —respondió inestable.

El miembro de Yeonjun rozaba su entrada con parsimonia haciendo a sus
piernas sufrir espasmos. Su garganta se secaba de solo anticipar lo siguiente.

—¿En quién piensas ahora? —inquirió en tono burlón—. ¿Qué es lo que quieres?

—M-más... —Tartamudeaba.

—¿Más qué?

—M-mete... ¡Metelo!

La sombra de una sádica sonrisa vislumbró el rostro de Yeonjun antes
de enterrarse por completo dentro del castaño con una bestial y certera embestida.

Yeonjun tragó grueso, esperando que eso no detonara un switch. Se quedó inmóvil unos segundos, embriagado por la deliciosa presión alrededor de su pene, conteniéndose con cada fibra de su cuerpo para no impulsarse hacia atrás o más adentro, si es que eso era posible.

Pasaron alrededor de dos tortuosos minutos. Ben parecía estar teniendo
un momento de introspección, quizás de debate con los demás alters, y Yeonjun respetaba eso lo suficiente como para no interrumpirle a pesar de estar a punto de enloquecer.

Pero después de la espera, las caderas del castaño se movieron por si solas contra las de Yeonjun, empujándose hacia atrás.

—Junnie...

Junnie.

Ese tono apacible, estable y familar solo podía ser de su Beomgyu.

—Amor —jadeó.

Los dos emplearon un ritmo perfectamente cincronizado y desesperado en los embistes. Beomgyu enterró su rostro en la almohada amortiguando sus gemidos, pero le resultaba casi imposible porque se sentía
demasiado bien, fuera de este mundo.

Él sentía una de sus nalgas ardiendo, como si la hubieran azotado, y eso le puso la piel de gallina.

No supo cuánto duró, pero disfrutó cada segundo a pesar del ligero e
incomodo dolor. Agradeció que Ben le cediera el mando.

Fue un borrón de placer. Yeonjun también perdió un poco la noción del
tiempo y el espacio. Quizás porque el estar con Beomgyu lo hacía sentir más seguro, más dispuesto, y menos susceptible al miedo y la preocupación.

Con Beomgyu, el primer alter que conoció y por el que desarrolló verdaderos sentimientos con rapidez, era simplemente un click. Tan fuerte, que incluso las otras partes llegaban a encajar con él.

Beomgyu y Gyu eran las identidades que Yeonjun comprendía como una respuesta positiva a sus estímulos. Minjeong era la identidad cautelosa, con respuestas muy agudas a la mínima cosa, y Beomdan y Ben eran las identidades que respondieron de manera negativa a las
acciones descuidadas de Yeonjun; su rechazo o su ausencia.

En ese momento de intimidad, deleitándose con el mismo intenso placer
de Beomgyu, Yeonjun podía sentirse casi como una parte de ese complejo sistema de identidades.

¿Uno solo? Un todos.

Más de una hora después ambos se recostaron de lado viéndose a los ojos. Beomgyu repartía caricias en el cabello azabache de Yeonjun y este hacía lo mismo en la curva de su cintura.

La embriaguez había disminuido y había una punzada de dolor en la cien de Yeonjun. La resaca probablemente.

Él la ignoró.

—¿Te asustaste cuando Ben tocó a ese hombre en el club? —preguntó con voz ronca a Beomgyu.

—Un poco... —exhaló lentamente antes de agregar— ...Beomdan nos sacó de allí.

—¿Beomdan?

Beomgyu asintió, restregando su mejilla contra la almohada.

Yeonjun estaba bastante impresionado por esa noticia, miles de preguntas se formularon en su cabeza, pero esperó a que Beomgyu las contestara por su cuenta.

—Ninguno de nosotros fue capaz de sobrellevar el shock de lo que estaba ocurriendo. Ni siquiera Ben. Así que Beomdan dejó de ser un alter interno e hizo switch. Nos sacó corriendo del baño.

La pesadez y la culpa empujaron a Yeonjun a mortificarse.

—Lo he vuelto a decepcionar —murmuró con dolor.

Él no estuvo ahí para ellos.

—Ha sido nuestra culpa por permitir que Ben boicoteara nuestro modo de vida —razonó Beomgyu para calmarlo—. Es una lección aprendida.

Yeonjun negó y rodeó el cuerpo de Beomgyu con sus brazos para que se
sintiera seguro.

—Ben dijo que se sentía feo y rechazado por mi... —murmuró con tono lastimero—. ¿Cuál crees que es el motivo por el que se disoció?

—Mi miedo... —declaró Beomgyu, pero luego lo pensó mejor—. No, nuestro miedo a que un día nos abandones.

Ciertamente, Beomgyu siempre sintió pánico de que Yeonjun de repente ya no quisiera formar parte de sus vidas. Cuando contempló que no podrían relacionarse sexualmente jamás, teniendo que preservar la integridad de los otros alters, su inseguridad terminó de proyectarse y disociarse en Ben. Su primer persecutor.

Yeonjun podría conseguir a alguien más simple, alguien que sí pudiera
complacerlo y no llenarlo de angustia.

Alguien que fuera una sola persona.

Ben solo trataba de cuidar a los demás alters del inminente rechazo de Yeonjun rechazando a Yeonjun primero, y al mismo tiempo, dándole pistas a través de su comportamiento que explicaba la causa del problema.

Habían muchos otros problemas y traumas que erradicaban en los demás
alters, Yeonjun estaba consciente de eso, y a todos los apoyaría, pero, siempre que pudiera evitar detonar otro trauma que le cause otra disociación, él lo haría. No erradicarlas, sino prevenir la fragmentación que vendría cada vez con más y más complicaciones.

—¿Todos están bien? —preguntó Yeonjun suavemente.

—Todos estamos bien, Junnie —le respondió Beomgyu con una amplia
sonrisa satisfecha.

—Entonces yo estoy bien.

Sí, él estaría bien siempre y cuando las identidades que amaba también se sintieran a salvo.

Algunas cosas cambiarían de ahí en adelante, con un alter de vuelta al
frente después de varios años y otro que tendía a ser auto-destructivo.

Yeonjun incluyó a Ben y Beomdan en la rutina de la mejor manera posible, creando un lugar físico conformado por su pequeño departamento donde ellos no
tuvieran miedo ni necesidad de reprimir sus emociones u opiniones.

Aunque a veces algunos eran un poco...

—¡Ben! —reprendió Yeonjun con un gritó después de sentir en medio de su profundo sueño unos deliciosos cosquilleos en su parte baja. Despertó de golpe, encontrándose con una boca que engullía su miembro de manera magistral.

El castaño se quitó la sabana que cubría su cabeza y lo observó con sus bonitos ojos juguetones. Yeonjun se mordió el labio inferior, hipnotizado con la imagen.

Ben procedió a lamer su miembro erecto con coqueta diversión, sin romper en ningún momento el contacto visual.

A él le encantaba despertar a Yeonjun de esa manera, era el único alter lo suficientemente atrevido.

—¡Joder! —una descarga eléctrica recorrió toda la columna vertebrar de
Yeonjun antes de correrse en la boca del castaño.

Ese caliente despertar lo dejó seco, relajado, y con una sensación agradable pululando por todas partes.

—Buenos días, Jun —saludó el castaño sentándose de rodillas sobre la cama.

"Jun" fue el apodo que él eligió.

Yeonjun cerró los ojos y se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano, regulando su agitada respiración.

—Buenos días a ustedes también —respondió con una brillante sonrisa.

¡Hola! Espero que les haya gustado mucho esta pequeña y un poco compleja historia.

Quizás algunos ya la reconocen porque este one shot forma aparte de Lovesong, mi libro de pedidos, solo que decidí cambiar la ship y algunas cosas más ya que pensé que sería una buena forma de darle más visibilidad. Escribirla fue un reto y me sigue gustando, por eso aquí está.

De todas maneras su versión anterior sigue en mi libro de pedidos.

Les recomiendo que no tomen simplemente la información de este one shot para hacerse una idea de las personas con TID, es un trastorno muy complejo que no debe ser estereotipado.

Aún así terminé escribiendo esto...

Pero bueno, el morbo es infinito u.u

Es cierto que hay cosas que preferí pasar por alto para no alargarme tanto, pero espero que a pesar de todo les resultara una lectura entretenida.

So, les quiero mucho
¡Nos leemos! <3

12/08/2022

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