𝑜𝑜. 𝑝𝑟𝑒𝑓𝑎𝑐𝑒 𝘁𝗵𝗲 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲𝘀 𝗮𝗻𝗱 𝘁𝗵𝗲 𝗸𝗻𝗶𝗴𝗵𝘁

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LA PRINCESA Y EL CABALLERO
( 🏐 ) ; song — do i wanna know ?

Habían casi diez chicas vestidas de rojo y dos chicos con los mismos colores. Todos y cada uno de ellos usaban la misma ropa como si fuesen un equipo de algo como lo era el suyo, el que era de nada más y nada menos que de su pasión y su todo: el voleibol. Supo con rapidez que no eran del mismo deporte, pero se le cayó la cara por la sorpresa cuando una de las chicas, que tenía cabello naranja y ojos azules, fue lanzada en los aires con unos pompones rojos en cada una de sus manos.

—¿Cambiamos el gimnasio por un circo? ¿Dónde está el entrenador? —preguntó uno de sus compañeros.

Porristas. Supo por la forma en que la de cabellos naranjas estaba gritando cosas extrañas como números y unas frases tan raras, que eran los animadores de su equipo, a los que nunca había visto en ningún partido si no era importante y a los que curiosamente saludaba cada que moría un judío por lo engreídos que eran. Tenían bonita cara, buenas notas y una vida social tan arreglada, que daban la impresión que serían los primeros en tener un trabajo apenas dejasen la escuela. Claro, Kuroo Tetsurou era inteligente, grandioso en la escuela y sumamente atractivo para las señoritas; pero el conflicto con los animadores no era por ellos, sino por ella.

Conocía a la cabecilla del grupo: Akizakura Momijigari. Era la abeja reina, la que todos allí seguían como si fueran perros callejeros con hambre, como si ella fuese un trozo de carne o una botella de agua en el desierto. Era bonita, tenía notas perfectas y todos querían amigos de esa jovencita.

No él.

Detestaba a Momijigari como nunca había odiado a nadie más en el mundo. Momijigari esto, Momijigari lo otro y lo otro; o como los amigos de la fémina le habían apodado: Momi. No podía con ese nombre. No toleraba oírlo, ya que sabía que la poseedora de esa marca estaba cerca de donde lo dijeran o los famosos halagos a la chica.

Pero ese rencor era justificado.

—El equipo con más puntos tendrá una medalla, la que le dará la autorización de usar el gimnasio de deportes para lo que gusten —dijo la profesora—. ¿Con eso ya los motivo?

Iban a ser las competencias estatales y, de no ser porque los dos representantes de cada equipo eran tan buenos en todo lo que abarcaba la química y no tenían los ánimos para ser quienes fueran a simbolizar al instituto al estar centrados y enamorados de los deportes, el director y la profesora de la asignatura de química no habrían puesto en juego lo único que les beneficiaba a ambos: la cancha.

Claro, le era más importante a los de voleibol que al equipo de porristas, pero el aula en el que las animadoras estaban todo el día con el fin de practicar sus movimientos no era más que hostigadora. A Momi le daba igual. No era la capitana del equipo ni tenía mucho qué hacer, sin embargo, ya tenía su futuro planeado para el día en que le dieran acceso al grupo de animadoras, pues aún no se lo habían otorgado.

Ya era la mitad el ciclo escolar y no deseaban darle entrada a Momi por nada más y nada menos que sus actitudes muy rebeldes, sus notas bajas y su poca actitud positiva. Era tan mandona, egocéntrica y fastidiosa, que simplemente no la deseaban en el equipo de porristas. Aún así, tenía su jugada para hacer que la aceptaran sin alternativa.

—Momijigari. —La fémina de cabellos anaranjados fue jalada por una de las mangas de su chaleco a uno de los pasillos no habitados. No se sorprendió, de hecho, lo había visto venir desde el día en que avisaron quienes serían los capitanes de cada equipo—. Tenemos que hablar.

—Perderé a propósito —le dijo Momi. Kuroo, quien había abierto la boca para poder explicarle sus motivos para ganar, la miró con sorpresa—. Los porristas me rechazaron muchas veces ya. Oí que me dejarían entrar si les ganaba la cancha, pero me da igual. No quiero estar en el equipo que me da visto la cara muchas veces.

—¿Qué? —preguntó Kuroo sorprendido—. ¿Lo dices de verdad?

—Claro —le dijo Momi con una sonrisa. Palmeó el brazo de Kuroo y luego sostuvo sus manos—. Además, se que quieres impresionar a los de último año para que te den más protagonismo en el equipo de voleibol. Te ayudaré y te dejaré ganar.

—¿Estás de broma?

—¡Claro que no! Dah. —Momi rodó los ojos y le soltó.

—¿Entonces hablas en serio? —cuestionó él.

—No tengo razones para mentirte o dañarte, niño gato. Así que puedes confiar —le dijo Momi— «en que te voy a ganar, idiota...» —Pensó.

—¡GRACIAS, MOMIJIGARI! —El chico le abrazó con fuerza y la estrujó con sus músculos hasta levantarse. A Momi se le salieron los ojos por el apretón. Él la bajó y seguidamente salió disparado a correr hacia las canchas de deportes—. ¡Nunca lo olvidaré, Momi!

«Al menos le dejara una lección a ese pobre torpe». Momi se intentó convencer que no era un acto tan cruel, sino uno que le beneficiaba a costas de las ilusiones de alguien más. Pero él no lo necesitaba, pensó. Lo había visto jugar y era grandioso; además, ya estaba dentro del equipo. Solo quería de un empujón para ser magnífico. Ella, por otro lado, solo dijo entre sí misma que no pasaría nada, así que se giró sobre sus pies y se encogió de hombros.

—¿Momi? —murmuró la fémina de cabellos anaranjados—. Uh, ¡queen mommy Momijigari! —La chica lanzó un beso al aire y, para entretenerse, comenzó a caminar como modelo en los pasillos de forma exagerada al tararear una canción—. Gracias, Gatito.

—¡Oye, cabeza de zanahoria! —exclamó Kuroo. Su voz se mostraba tan seca y exponía una mirada fría, que parecía que en cualquier momento aquellos ojos gélidos arderían de tanta nevada. Parecía que fue ignorado, ya que no recibió respuesta alguna—. ¡MOMIJIGARI! —le gritó molesto. Y aún así, la fémina no actuó más que con desdén para hacerlo a un lado de su existencia. Él así supo qué cosa era necesaria para llamar su atención—. ¡CAPITANA!

—Ya te llevaste mi atención, Tetsurō. —Tanto tiempo sin haberla visto por las vacaciones, y se sorprendió un poco de lo cambiada que estaba. Curvas más acentuadas, un rostro fino y de pómulos marcados, y de mirada atractiva igual que siempre—. ¿Se te ofrece algo, capitán?

—¿Qué haces en mi cancha, Momijigari?

—¿No te parece algo obvio o no solo eres inferior a mí en la química? —cuestionó ella con una sonrisa soberbia.

—No es su hora ni su sitio. ¿No sabes leer los calendarios, o también su cerebro es un vegetal?

—¿Eres analfabeta o solo estúpido por naturaleza? Anda ve y lee, tonto.

Ella tuvo la razón. Apenas él se acercó a la hoja pegada en la pared de la cancha techada y cerrada, notó que los horarios habían cambiado de pies a cabeza. Ahora ellos solo tenían una hora en la cancha y los otros una también, pero antes que ellos cuando siempre estaban después y con solo cuarenta minutos para hacer sus bailes exóticos, como él le decía.

—¿Qué carajos...? —murmuró Kuroo enojado. Sostuvo el balón de voleibol en sus manos, lo lanzó al aire luego de darse la vuelta, y golpeó este a dirección de la pirámide que los porristas habían hecho. Sin embargo, su plan no salió como lo esperado y, cuando menos lo pensó, exclamó el último nombre que jamás creyó volver a decir—. ¡MOMI, CUIDADO!

LES HABLA LA BELLA NIRVANA !! 🩶

únanse a mi canal si desean saber más cosas de Momi y Gato, como ellos se dicen desde siempre | https://whatsapp.com/channel/0029VahuZGMLdQei3vEnas44
Y QUE VIVAN LOS ENEMIES TO LOVERS🥱

en el siguiente capítulo la cosa se pone más candente, un poco más seria y... fogosa 🫦

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