Capítulo 13

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« Una hermosa noche floreció
por la sangre derramada. »

•••

Jimin tenía planeado ir a la oficina de Min y disculparse antes de que este terminara echándolo a patadas, no obstante, fue sorprendido por la prefecta Bae antes de siquiera poder acercarse a la puerta.

—¿Park? —el tono de su voz parecía reflejar lo sorprendida que estaba, aunque su rostro no demostrara nada realmente.

—Prefecta Bae, buenas tardes.

Después de eso... Jimin no estaba seguro de qué hablaron después de eso.

Su mente pareció bloquear cualquier tipo de sonido que no fuese el de aquella puerta, solo por si a Min se le ocurría salir antes de que pudieran hablar. Claramente no quería ser grosero con la autoridad que no paraba de hablar frente a él, pero no podía importarle menos lo que sea que estuviera saliendo de ella.

Al menos hasta que mencionó al profesor.

¿Cómo dijo?

—Decía que Min parece estar algo sensible últimamente —dijo mientras daba un vistazo rápido hacia atrás, probablemente para asegurarse de que nadie más pudiera escucharlos—. No sé que sea, pero algo parece estar atormentándolo.

—¿El profesor le dijo eso?

—Lo que se ve no se juzga, dicen —alzó los hombros—. Si piensa hablar con Min le sugiero que no se tome tan personal cualquier cosa negativa que diga; aunque claro, si siente que ya ha sobrepasado la línea no dude en reportarlo.

Si supiera que la línea ya había sido cruzada.

Y no por Min, sino por él mismo.

Las palabras de Bae fueron claras, no debía tomar personal cualquier aspecto negativo que sucediera en esa oficina, aunque estaba seguro que nada como eso había sucedido.

Al contrario.

Después de pactar su "acuerdo", Jimin se encaminó hasta su casa con una sonrisa enorme. Su felicidad era tal que incluso Taehyung hizo mención de ello en una pequeña videollamada que hicieron. 

«Jamás te había visto sonreír así, ¿sucedió algo?» Fueron las palabras de su amigo, a las cuales Jimin solo pudo atinar a responder con un simple: "no es nada, me fue bien en los exámenes".

Cuando Taehyung decidió colgar la llamada después de horas charlando, Jimin abrió la aplicación de mensajes con la ligera esperanza de que su profesor le mandara algún mensaje referente a la situación que vivieron, llevándose una decepción al descubrir que no fue así.

«Quizás esté ocupado» pensó Jimin.

Dejó el celular en la mesita de noche, recostándose a cuerpo extendido sobre su cama. Los recuerdos creados dentro de la oficina de Min se repetían constantemente, provocándole un sonrojo al darse cuenta de la actitud tan confianzuda que tuvo con el mayor. Seguía sin poder creer que había tenido la audacia de ofrecérsele como un apoyo, un apoyo para su profesor.

Y ahora es cuando se preguntaba: ¿apoyo para qué?

«No encuentro alguna situación en la que usted pudiera ayudarme» quizás Min tenía razón en eso, pero se negaba a aceptarlo.

Si las palabras de Bae eran ciertas, entonces realmente había algo en lo que pudiera serle útil a su profesor que por años había sufrido en silencio. Quizás fue ese planteamiento egoísta lo que le llevó a ofrecérsele sin siquiera pensar en las consecuencias, incluso cuando el profesor se lo advirtió.

Aunque siendo honestos las repercusiones que pudieran desencadenarse eran lo que menos le importaba a Jimin. Nada importaba, nada excepto la tranquilidad de su profesor. Si había algo que preocupara a Min, Jimin también quería estar ahí para ayudarlo, no, debía ser el único que pudiese hacerlo. Como si fuera un derecho, solo de él.

Jamás había experimentado la necesidad de un deseo tan codicioso como ese, era extraño, nuevo para él... pero de algún modo se sentía bien. Simplemente quería que su profesor tuviera la felicidad que él merecía a cualquier costo y si estaba en sus manos dársela, definitivamente lo haría.

Jimin continuó perdido en sus pensamientos hasta que el estruendoso sonido de una puerta golpeándose hizo que se sobresaltara en la cama. Observó el reloj que se encontraba colgado en la pared, justo ahora eran pasadas las nueve de la noche por lo que era extraño que alguno de sus padres saliera.

Y no fue hasta que escuchó unos gritos que supo lo que estaba pasando: ninguno de sus padres había salido, su padre acababa de llegar, posiblemente ebrio. Jimin sabía que nada bueno saldría de eso por lo que decidió pararse y cerrar la puerta de su habitación con cerrojo. Solo por si acaso.

Se sintió desolado al reconocer la voz de su padre entre tantos ruidos violentos, un sentimiento de culpa lo invadió al escuchar los sollozos provenientes de la planta baja. Era su madre, estaba seguro de eso.

Ahogó un jadeo cuando los gritos se intensificaron a niveles preocupantes, no estaba seguro sobre qué estaban peleando en esta ocasión, pero decidió ignorarlo.

O esa era la idea.

Cuando fue consciente de algo ya se encontraba bajando las escaleras de forma cautelosa, deteniéndose solo unos cuantos escalones antes de llegar al final. La luz de la cocina era la única que se encontraba encendida por lo que se podía ver perfectamente las sombras de sus padres reflejadas sobre el suelo.

—¿Acaso sabes lo que es tener que trabajar día y noche para mantener a una familia de malagradecidos? —rugió su padre, sonando exasperado.

—C-cariño, yo solo pregunté porqué habías llegado tan tarde...

Jimin cubrió sus labios al escuchar cómo un objeto era lanzado al suelo.

¿Por qué sigues pensando que eres merecedora de explicaciones? ¡Tu único trabajo es atender la casa y cuidar del bueno para nada de tu hijo!

—Jimin también es tu hijo, ¡también es tu responsabilidad estar aquí y cuidar de él!

El rubio quedó boquiabierto ante las palabras de su madre, no podía creer lo que acababa de decir.

Porque sí, quizás había sido una oración simple y llena de razón, pero era la primera vez en años que la señora Park se atrevía a responderle de ese modo a su padre, la primera vez que Jimin la escuchaba decir algo diferente a las típicas frases de "está bien" o "tienes razón".

Sin embargo, su audacia pareció costarle caro.

Escuchó un grito y, después, un golpe sordo. A través de las sombras Jimin pudo apreciar cómo fue que su padre tomó a la señora Park del cabello para posteriormente lanzarla al suelo, como si fuera una especie de basura insignificante.

—Ahora también eres respondona —escupió, riéndose lentamente—. ¿Debería domesticarte nuevamente?

Jimin a pesar de todo no podía dejar que su madre siguiera sufriendo de esa forma por lo que sin pensarlo demasiado corrió hasta la cocina.

El señor Park estaba arriba de su madre a punto de hacer quién sabe qué, pero antes de que escalara a algo más Jimin logró empujar exitosamente el cuerpo de su padre lejos de su madre.

—¡Déjala en paz! —vociferó, posicionándose frente al cuerpo de la señora Park.

El señor Park sacudió su cabeza, disipando un poco el dolor que le provocó el haberse golpeado contra una se las sillas. Cuando su vista logró enfocarse pudo vislumbrar perfectamente el rostro de su hijo quien lucía temeroso pero al mismo tiempo molesto.

—Mira quien acaba de llegar, el pequeño maricón de tu hijo —se burló con ironía—. ¿Qué? ¿Te sientes demasiado hombre por haber empujado a tu padre?

Cualquier sensación de valentía que la adrenalina le había provocado se desvaneció poco a poco cuando su padre (aunque tambaleándose) logró ponerse de pie.

—Jimin... no te metas —logró decir su madre.

Confundido, Jimin volteó a verla.

—¡Pero te está haciendo daño! —dijo, intentando hacerla entrar en razón—. No puedes-

—Jimin, he dicho que no te metas —repitió, esta vez enojada—. Tu padre solo estaba dándome una lección que merezco.

El menor no podía creer lo que su madre acababa de decir.

—¿No escuchaste a tu madre? —la voz de su padre ahora era tan pacífica que daba miedo—. Ha dicho que no te metas.

—N-no puedes seguir lastimándola por siempre —le reprochó, intentando contener sus lágrimas—. ¡Eres cruel! ¡Deberías tratar de ser un mejor hombre!

Si Dios existía, definitivamente abandonó a Jimin en el momento que terminó de hablar.

Todo sucedió demasiado rápido como para ser detallado, de un momento a otro su padre ya se encontraba encima de él, dándole un puñetazo justo en el rostro. Era la primera vez que lo golpeaba directamente en un lugar visible, fue solo un golpe, uno que logró voltearle la cara hacia el lado contrario.

Una lágrima rodó por su mejilla al notar cómo los labios de su madre se movían, formando lo que parecía ser un "te lo buscaste".

Fue entonces que supo que no debía tratar de hacer algo por ella de nuevo. Nunca jamás.

Como pudo logró zafarse del agarre al que fue sometido, importándole poco las palabras que el señor Park gritaba a sus espaldas. Solo podía pensar en salir huyendo de ahí.

Corrió, corrió lo que pareció ser poco más de quince minutos, deteniéndose al llegar a un pequeño parque que se encontraba desolado. Tomó asiento en uno de los columpios y contrario a lo que esperó, no rompió en llanto.

Eso era nuevo.

Logró tranquilizar su respiración al igual que los latidos de su corazón el cual parecía querer profanar su tórax. Hacía un frío infernal y no contaba con un suéter, la opción menos viable era volver a casa para tomar uno ya que, si hacía eso, probablemente no saldría de ahí. Al menos no con vida.

Quizás debía llamar a Taehyung, su amigo definitivamente accedería a ofrecerle su techo esa noche y todas las que fueran necesarias pero rápidamente descartó esa posibilidad, no quería involucrarlo, sobre todo porque si él viera el golpe en su mejilla la situación se saldría de sus manos.

Entonces recordó las palabras de Min.

«Debe prometerme que si de nuevo la situación se pone insoportable en su casa me buscará, sea la hora que sea.»

Y así lo hizo.

[...]

—No se mueva, déjeme verlo bien —dijo, sujetando la cara de Jimin entre sus manos.

Después de inspeccionar el golpe tomó una bolsa de hielo del mostrador de la cocina, la cual enrolló en una toalla y luego la colocó con sumo cuidado sobre la mejilla de Jimin. El menor dejó salir un quejido y cerró los ojos, tratando de resistir el frío.

—Tranquilo, ya pasará.

Min se sentó a su lado en la isla de la cocina, sacando una botella de agua junto a un paquete de algodones; tomó un algodón para sumergirlo en el agua y posteriormente comenzó a limpiar con cuidado la sangre que se encontraba en la comisura del labio.

—¿Le duele?

Jimin sacudió la cabeza, fue imposible para él no sonreír.

Min sonrió al ver la sonrisa de Jimin y continuó con su trabajo. Una vez que el golpe estuvo limpio, aplicó una pequeña cantidad de pomada en la herida para evitar infecciones.

—Ya está.

Los dos se miraron a los ojos durante un largo momento sin decir nada. Finalmente, Min rompió el silencio.

—Debe saber que no creí en lo absoluto ese cuento de que el golpe se lo hizo alguien que trató de asaltarlo.

Jimin tragó saliva, nervioso.

—No fue un cuento... se lo dije, iba por ahí y entonces-

—Park, ¿va a seguir mintiendo?

—No lo estoy...

—Sus ojos se desvían como si tratara de evitar a toda costa el contacto visual conmigo, incluso ha estado jugando con sus dedos además de que solo ha sabido responder con frases cortas y sin detalles.

Jimin se maldijo por dentro, no pensó que fuera tan obvio.

Definitivamente era el peor mintiendo.

—Lo siento.

—Está bien, no puedo obligarlo a que me cuente si no quiere hacerlo —sonrió, aunque Jimin no supo decir si fue un gesto sincero—. ¿Tiene hambre? Quizás pueda hacerle algo de comer.

—N-no, estoy bien, gracias —sus mejillas se tiñeron de un rojo suave.

Min suspiró, caminando hacia la sala. Jimin le siguió poco después.

—Siéntese —le ofreció mientras tomaba asiento en uno de los sofás—. Creo que podemos hablar un poco antes de ir a dormir.

Jimin asintió, sentándose justo frente a su profesor.

Después de unos momentos de silencio, Min decidió hablar.

—Sabe, yo nunca tuve una relación con mis padres.

Jimin abrió los ojos en demasía, sorprendido.

—¿No la tuvo?

—No, mi madre solía siempre estar de mal humor, haciendo esto y aquello, todo salvo cuidar de su único hijo —algo en la voz de su profesor le hizo sentirse triste—. Mi padre, bueno, era demasiado terrible como para siquiera resumirlo en una oración.

Jimin frunció el entrecejo, no sabía porqué Min repentinamente sacó ese tema de conversación pero estaba feliz de que se desahogara aunque sea un poquito con él.

—Debió sentirse tan solitario...

—Lo fue, pero sobrevives —ladeó la cabeza—. No todos los padres nacieron para serlo, pero los hijos definitivamente no deben lidiar con su odio.

—Profesor... no entiendo qué quiere decir.

—Park —se acercó al menor, tomando las manos de este—. No soy idiota, es obvio que su padre tuvo que ver con esto y me duele, duele saber que está en una situación tan horrible en casa.

El corazón de Jimin se derritió al escuchar eso.

Definitivamente estaba cayendo.

Y después de una charla profunda, Min decidió preparar una de las habitaciones disponibles para Jimin a pesar de que este se negó, finalmente cediendo ante la petición del mayor con una condición:

"No me deje dormir solo esta noche".

El corazón de Jimin latió nervioso al escuchar un susurro de sábanas para después sentir cómo la cama se hundía del lado contrario.

¿En qué demonios estaba pensando al pedir semejante cosa y por qué Min accedió como si fuera lo más normal del mundo? Sí, estaban separados a una distancia prudente, pero eso no quitaba lo íntimo que era todo esto.

—Buenas noches, Park.

—Buenas noches, profesor...

La habitación se llenó de un silencio incómodo.

A diferencia de Min quien parecía estar completamente tranquilo, Jimin era un manojo de nervios. Trataba inútilmente de calmarse, fallando en el intento.

Trató de hacerlo concentrándose en la conversación que tuvo con el mayor, resultando contraproducente al recordar las palabras de su profesor sobre cómo no todos los padres nacieron para serlo.

Y tenía razón, los señores Park eran la prueba viviente de ello.

Lo más triste era que a pesar de todo Jimin no podía odiarlos, no importaba cuánto daño le hicieran, él simplemente... no podía. Cosa que lo enfurecía.

Recordó las veces en las que ambos lo insultaron, aquella vez que su madre dijo abiertamente que se arrepentía de no haberlo abortado, los golpes y humillaciones de su padre.

Era abrumador.

Y Jimin se sentía impotente por no saber odiarlos.

Sin darse cuenta comenzó a sollozar, cuando decidió reprimirlo ya era demasiado tarde pues Min se había percatado de ello.

—¿Park? ¿Está todo bien?

Jimin no volteó a pesar de los llamados, limitándose a enterrar su cara en la almohada para controlarse.

Sin esperar respuesta Min se acercó al cuerpo tembloroso de su alumno. Jimin se sobresaltó al sentir unos fuertes brazos rodearlo y un cuerpo muy caliente contra su espalda.

—Shh, está bien... estoy aquí —el aliento del mayor cepilló su mejilla, siendo una sensación agradable—. Cuénteme, ¿qué pasa?

Jimin no respondió, en cambio su cuerpo se volteó hasta que ambos quedaron frente a frente, fue inevitable que el rubio escondiera su rostro en el pecho del mayor, buscando consuelo. Un suspiro de satisfacción abandonó sus labios al sentir la mano de su profesor acariciar su espalda, mimándolo.

Realmente no sabe cómo, no tiene idea de quién se movió primero pero ahora se encontraba bajo el cuerpo de Min, quien para no aplastarlo recargó su peso sobre sus brazos los cuales se encontraban a los costados de la cabeza de Jimin.

Jimin jadeó al sentir cómo la rodilla de Min se abría paso entre sus piernas, llegando hasta su intimidad.

Min sonrió y Jimin se sonrojó al notar ese problema. No era ingenuo, tampoco se necesitaba un doctorado para saber lo que estaba sucediendo.

Tenía una erección.

—Profesor-

—Siempre está llorando... —dijo Min melosamente—. Merece disfrutar un poco, ¿no cree?

—Por favor... —murmuró con timidez—. Hágame sentir bien.

Min se agachó un poco, acercando su rostro al de Jimin y de no ser porque se molestó con él cuando lo besó hace días hubiera creído que lo besaría ahora.

Min sostuvo con una mano la nuca de Jimin mientras que la otra se deslizó hacia abajo por su pecho hasta su estómago; un suspiro de satisfacción abandonó los labios del rubio al sentir algo húmedo trazar una línea sobre su cuello.

El mayor continuó bajando las caricias hasta llegar a la diminuta cintura de Jimin, sorprendiéndose cuando este le facilitó el trabajo quitándose la playera, dejando al descubierto su torso.

Anonado, Min comenzó a mover sus manos libremente sobre el cuerpo de Jimin, pasando por sus brazos, pecho y vientre. El menor se sentía hipnotizado, abrumado por ese hombre que lo tocaba como nunca lo habían hecho, como si fuera una especie de reliquia valiosa hecha de cristal.

Min volvió a inclinarse, su lengua lamió la oreja de Jimin, dándole un travieso mordisco. Sus labios eran tan suaves y cálidos que fue inevitable retorcerse cuando el sinhueso del mayor se deslizaba con maestría por su piel. Jimin gimió, completamente encantado.

—Eres... muy sensible —dijo Min, aunque sonó más como un halago.

Comenzó a besar su cuello, lamiendo y mordisqueando suavemente su piel, inconsciente de las huellas que dejaba. Sus manos, iguales de traviesas que sus acciones, se dirigieron hacia los pequeños pezones marrones de Jimin, jugando con estos. Park ante eso gimió más alto, suspirando con deleite, sintiendo como el calor recorría su cuerpo.

El profesor se separó, mirándolo fijamente. Jimin se obligó a abrir los ojos, encontrándose con las pupilas dilatadas de Min y su respiración errática.

—Park, pídame que me detenga —suplicó, frunciendo el ceño—. Si no lo hace entonces yo-

—No se detenga —le interrumpió—. Y-yo quiero... profesor...

Min suspiró, su mirada pareció oscurecerse.

Tomó el mentón de Jimin con su mano firme y lo obligó a encararlo.

—Llámame Yoongi.

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