Capítulo 8

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No sabe por cuánto tiempo el profesor Min estuvo conduciendo, aunque no era como si le importara con tal de seguir en el mismo espacio que él.

El mayor no dijo nada después de que arrancó el carro, de hecho, ni siquiera había volteado a ver a su pobre alumno que estaba a punto de vomitar debido a la tensión latente. O al alcohol.

Jimin se mantuvo mirando por la ventana del coche con la luz de la luna acompañando la noche. Al pasar por una curva, de repente pudo ver el perfil del profesor Min reflejado con ayuda de la luz de los faros, fue como un fugaz destello que iluminó el interior del vehículo.

A pesar de la oscuridad, Jimin a través del rabillo del ojo pudo ver con claridad la armonía de los rasgos de su profesor: su cabello negro y largo, su piel pálida, esa nariz pequeña y sus ojos que lucían gatunos. Fue como si el corazón de Jimin se detuviera por un segundo mientras contemplaba la belleza de su profesor; la calma que irradiaba su rostro al conducir le hacía sentir que no había nada en el mundo que pudiera afectarlo.

Sacudió la cabeza, ¿en qué estaba pensando? Debía conocer su lugar y mantenerse al margen. Aunque, bueno, admirar la belleza de los demás no contaba como pecado, ¿verdad?

Después de otra media hora más y a punto de quedarse dormido, sintió cómo el vehículo dejó de moverse. Cerró los ojos con fuerza cuando la luz de cortesía se encendió de golpe.

—Llegamos —habló Min por primera vez en mucho tiempo.

Jimin bajó del coche con una expresión confundida en el rostro al notar el edificio lujoso frente a ellos: era grande y moderno, quizás unos 26 pisos. Contaba con grandes ventanas de cristal que reflejaban los destellos de la luz nocturna, el patio de entrada estaba bien cuidado, con una gran fuente y un sendero de losas de piedra que conducían a la entrada principal.

¿Un lugar así podría ser real?

Jimin se quedó parado sin poder creer lo que estaba viendo, sin tener las palabras exactas para poder describir lo que tenía ante sus ojos. Quedó tan impresionado que no se dió cuenta de que el profesor estaba parado a su lado, esperando a que él se moviera.

—¿Qué es esto? Es decir... —su propio asombro no le permitió hablar.

—Entremos —respondió Min, aunque fue más como una orden.

Al ver cómo su profesor se encaminaba tranquilamente, Jimin le siguió con pasos torpes. Una vez dentro, pudo vislumbrar que el lobby también era una obra de arte: las paredes estaban cubiertas de vinilo y los pisos de mármol brillante. El techo contaba con algunos candelabros de cristal.

Cristo, él jamás podría permitirse un lugar así.

—Sé que puede tener algunas preguntas —dijo su profesor, mirándolo por encima del hombro—. Las responderé cuando lleguemos, sígame.

Jimin simplemente asintió, no se recordaba tan obediente.

Ambos se dirigieron hacia el ascensor, una vez dentro, pudo ver a su profesor apretar el botón que tenía por número "20". El ascensor comenzó a subir y Jimin no pudo evitar sentirse incómodo pero al mismo tiempo con una sensación de confort. El rostro de su profesor no indicaba nada, lucía absorto en sus pensamientos al igual que él.

De pronto la escena de una película japonesa que vio con Taehyung hace tiempo vino a su mente, en ella dos hombres también se encontraban dentro de un elevador completamente solos, después, uno de ellos detuvo el ascensor para lanzarse a besar al otro chico de una forma muy lasciva.

Tragando saliva ruidosamente, el rubio pensó en cómo sería si su profesor hiciera lo mismo, si justo ahora detuviera el ascensor para acorralarlo contra la pared, aprovecharse de que se encontraba todavía borracho para acercarse a sus labios y...

Las puertas se abrieron, deteniendo las extrañas imágenes que su imaginación tuvo la decencia de hacer.

«Última vez que tomo alcohol de esa manera» pensó un avergonzado Jimin, siguiendo tímidamente los pasos del mayor.

Jimin entró al departamento con la boca abierta, impresionado por la lujosa decoración. La luz de la ciudad nocturna entraba por los ventanales creando sombras de colores fríos. Aún con la escasez de luz, Jimin pudo notar perfectamente que en el centro del salón había un piano de cola de color blanco, la luz de la luna se reflejaba en el teclado, creando una atmósfera mágica y relajante.

Luego de unos segundos que le parecieron eternos, Min finalmente encendió la luz, ayudando a Jimin a admirar mejor el lugar.

—Lamento haberle traído a mi departamento sin antes consultárselo —dijo su profesor mientras se quitaba el saco del tuxedo para colgarlo en el perchero—. Pero me pareció más prudente si tomaba una ducha aquí antes de llevarlo a su casa.

—¿Prudente? —preguntó Jimin aun distraído por la belleza del lugar.

—Sí, si está sobrio creo que podrá sobrellevar mejor el regaño de sus padres —bromeó, pero al ver cómo el cuerpo de su joven alumno se tensaba, su sonrisa se desvaneció—. Lo lamento, no quise...

—Está bien —dijo Jimin sonriendo como pudo—. Igual no es algo que se pueda evitar, después de todo sabrán que les mentí.

—¿Les mintió? —Jimin asintió—. ¿Por qué?

Mirando hacia el techo, Jimin suspiró, qué más daba si también su profesor se enteraba.

—Les dije que me quedaría hasta tarde en la escuela para hacer un proyecto con una amiga, Ryujin, usted la conoce —el mayor asintió a sus palabras—. Obviamente no pensé que me fueran a dejar, pero finalmente mi padre aceptó. La cosa es que en realidad acompañé a un amigo a una fiesta, quise acoplarme con sus amigos y el ambiente en general, pero me emborraché y bueno, aquí estoy.

—No voy a juzgarlo, pero... —Min hizo un ademán a su alumno para que tomara asiento en uno de los sillones, él hizo lo mismo—. ¿Por qué no le dijo la verdad a sus padres?

—Porque me matarían, no les gusta que salga de fiesta y si se enteraban que saldría con Taehyung todo resultaría peor. Ellos odian que hable con mi amigo y-

—¿Por qué lo odian?

—Porque una vez mi padre... —se detuvo, avergonzado.

¿Qué pensaría su profesor si se enteraba de la razón? ¿Lo dejaría de ver de la misma manera en la que lo ve ahora?

—Discúlpeme —se disculpó Min al notar al más joven ponerse nervioso—. Creo que fui muy imprudente, no tiene que decirme si-

—Una vez mi padre me encontró besándolo —confesó de sopetón y fue hasta que se encontró con la mirada sorprendida del mayor que entendió lo que había dicho—. N-no, es decir... ¡fue un beso en la mejilla! Bueno, fueron varios, p-pero...

Se mordió la lengua para evitar decir más idioteces, sintió sus mejillas arder debido a la vergüenza.

«En serio, no vuelvo a tomar en mi vida» se regañó nuevamente.

Min carraspeó la garganta, una risa incómoda salió de sus labios: —Entiendo, sus padres son homofóbicos, ¿no es así? —Jimin asintió, tristemente—. Pero dijo que fue un beso en la mejilla, ¿qué hay con eso? Cualquier hombre puede besar a otro en la mejilla y no por eso es homosexual.

Ahí su profesor tenía un punto. Pero él sí era homosexual.

—Digamos que yo... bueno —no dijo nada más pues su profesor pareció entender. Contrario a lo que esperó, el mayor solo sonrió.

—Entiendo.

Quedaron en silencio, Jimin no sabría decir si era incómodo pero no le molestaba en lo absoluto. Su profesor parecía estar analizándolo, como buscando un indicio de algo, aunque no sabía exactamente qué.

—¿Y bien? —Min interrumpió el silencio, ladeando la cabeza—. ¿Gusta bañarse o prefiere-?

—Acepto el baño.

No sabía en qué estaba pensando al aceptar, quizás se dejó llevar por un impulso pero ahí estaba Jimin, entrando en el lujoso cuarto de baño.

Le echó un vistazo, el suelo estaba hecho de una loseta de mármol blanco que se extendía por toda la habitación, con una alfombra roja en el centro. Las paredes están revestidas con paneles de madera de cerezo, con un espejo de cuerpo entero colocado directamente encima de una encimera de mármol negro. Una amplia bañera yacía en la esquina, con una ducha de cromo y una cabina de vapor. Observó una variedad de accesorios de lujo, como toallas con bordados, jabones perfumados y una amplia selección de shampoos.

Un sonrojo adornó sus mejillas al darse cuenta de que saldría de ese departamento con el aroma de su profesor impregnado en su piel.

¿Era raro decir que tan solo la simple idea le había gustado?

Suspiró, seguro ya era pasada la media noche y tenía que apurarse para no hacer esperar al mayor quien seguro estaba cansado como el infierno. Se quitó la camisa mientras observaba su reflejo por el espejo, ya no lucía tan ebrio como antes, es más, se sentía cómodo y relajado, disfrutando del momento.

De pronto la puerta se abrió, Jimin estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta del reflejo del cuerpo de su profesor ni de los golpecitos en la puerta que pedían permiso para entrar.

—¿Park? Quise traerle ropa lim-

Al escuchar esa voz, Jimin quedó inmóvil.

Giró lentamente su rostro hacia atrás, encontrándose con la mirada sorprendida y avergonzada de su profesor.

—Oh, yo... —Min intentó disculparse, siendo totalmente inútil pues no podía concentrarse.

Un poco descaradamente barrió con la mirada el torso y espalda desnudos de su alumno, frunciendo el entrecejo al notar algo.

—P-profesor —Jimin le llamó, igual o más incómodo que él—. Eh...

Min giró el rostro para dejar de verlo, aún paralizado por la sorpresa.

—Le dejo esta ropa limpia —como pudo, la colocó en un lugar seguro—. Discúlpeme por entrar así.

Y después de esa disculpa algo incómoda, Min salió del cuarto de baño dejando atrás a un avergonzado Jimin, completamente rojo por la vergüenza.

¡Su profesor lo había visto semidesnudo!

Es decir, no era como si Min hubiera visto algo nuevo, ambos eran hombres después de todo. Pero eso no quitaba el hecho de que un hombre mayor lo había visto semidesnudo y pero aún, no era cualquier hombre, fue su profesor.

Mientras tanto, el mayor aún se encontraba detrás de la puerta del cuarto de baño, sosteniendo con fuerza la perilla.

Hermoso...


[...]

Mientras Jimin se secaba el cabello aprovechó para mandarle mensaje a su amigo, Taehyung quizás estaba en el hospital debido a los infartos que su ausencia debió causarle, pero se había olvidado por completo de responderle.

Culpaba al profesor Min y a su belleza.

Jimin:
Tae...
Estoy bien, lamento no
haber respondido tus llamadas.

El mensaje fue leído al segundo, aquello no le sorprendió en lo absoluto pues sabía que su amigo estaría preocupado. Y furioso, también.

Tae-tae💕:
Maldito seas Park Jimin.
Voy a matarte.
Pero antes que todo, gracias
al cielo que estás bien.
Mañana hablaremos.

Suspiró, ahora también tendría que soportar el regaño de su mejor amigo además del de sus padres.

¿Qué se supone que le diría a Taehyung? Es decir, no toda la historia sería mentira, pero definitivamente no podría decirle que prefirió pedirle ayuda a su profesor en lugar de a él, que Min lo llevó hacia su departamento y que encima le permitió darse un baño.

Que lo había visto semidesnudo...

—Dios —bufó exasperado, el recuerdo de ese momento lo mantendría humilde durante todo lo que le quedaba de vida.

¿Qué habrá pensado el mayor cuando lo vio?

Probablemente nada, quizás solo lo normal: incomodidad y vergüenza, posiblemente sería algo de lo que no hablarían jamás, quedándose como un incidente del pasado.

Pero ahora que lo pensaba...

¡Las heridas en su espalda!

Probablemente su profesor alcanzó a observar aquellas heridas que se había esforzado por mantener en secreto, aquello solo lo hacía más vergonzoso si es que eso era posible. Pero Jimin no diría nada, a menos que saliera al tema. Después de todo, al profesor Min no podría ocultarle nada.

Se colocó la camisa que Min le había hecho el favor de traerle, claramente era de él pues le quedaba amplia, incluso podría usarla como vestido. También le trajo un short y no pudo evitar sentir algo de alivio, al menos no andaría solo en bóxers, eso haría todo peor.

Salió del cuarto de baño, tomando la ropa sucia y se dirigió hasta la planta baja donde su profesor lo esperaba con la mirada perdida en algún punto de la habitación. Al notar la presencia del menor, le sonrió como si nada hubiera pasado.

—Discúlpeme si le queda grande, fue lo mejor que pude conseguir —dijo con una sonrisa tímida—. Aunque si gusta puedo buscarle algo más.

—N-no, es algo amplia pero me queda bien —por nada del mundo se lo quitaría.

El profesor asintió, tomando la ropa de Jimin.

—Lavaré esto, si gusta puede quedarse aquí —dijo, encaminándose hacia el cuarto de lavado—. Siéntase como en casa, puede encender el televisor si gusta.

Jimin agradeció la confianza aunque no se atrevería a tocar nada, probablemente todo costaba el quíntuple de lo que él podría ganar cuando comenzara a trabajar por lo que no se arriesgaría a quebrar algo. En cambio, se sentó nuevamente en el sillón, completamente incrédulo.

Todo parecía ser un sueño, uno demasiado surrealista. Jamás se imaginó que podría visitar el lugar donde su profesor vive, tomar un baño donde él lo hace y mucho menos vestir su ropa.

Aunque hubiera preferido usar lo que él vestía en este momento, para traer consigo su olor de diario...

Mierda, de nuevo esos pensamientos bizarros.

El sonido de una lavadora se escuchó por todo el lugar debido al silencio, Jimin observó a su profesor regresar a la sala para sentarse frente a él, lucía... serio.

—Park... —Jimin notó algo en su voz que no le gustó—. ¿Cómo fue que se hizo esas heridas en la espalda?

Joder.

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