Last Interlude: Behind Him

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"El hombre que no conoce su
historia está condenado a repetirla."

•••

Persuadir a las personas nunca fue un reto para Yoongi.

Era simple, solo debías decirles lo que querían oír, fingir tantita amabilidad, mostrar empatía, presionar un poco y caían rendidos.

Una de las ventajas de haber pasado parte de su niñez observando a las personas era el haber desarrollado una habilidad sorprendente para leerlas. Sus gestos, parpadeos, pisadas, todo, absolutamente todo tenía una razón de ser.

No fue difícil convencer a la señora Park para que esta hablara con su esposo acerca de un ficticio "viaje escolar". Fue demasiado sencillo arrinconar a la mujer para que accediera, solo tuvo que mostrar un poco de compasión con respecto a su situación actual como ama de casa y sus problemas con su marido.

«Prométame que cuidará al descarriado de mi hijo» fueron las palabras dichas por la mujer antes de finalmente ceder, rindiéndose completamente a la sonrisa encantadora del hombre frente a ella.

«Por supuesto» fue su respuesta.

Si tan solo supiera que aquel viaje escolar en realidad no existía, que simplemente era él, solo Min robándose a su hijo por un fin de semana.

Aunque por lo que conoce a través de su alumno, en realidad a ninguno de sus padres le importaba mucho su bienestar.

El semáforo cambió a rojo, Yoongi detuvo el auto.

A través del espejo retrovisor pudo notar la figura de Park dormida. Recordó cómo le insistió en que se sentara en el lugar del copiloto, resultándole extraño cuando el menor se negó rotundamente.

Subió el volumen del autoestéreo, lo suficiente para que la música se escuchara pero no tan fuerte como para despertar al menor. La canción poco a poco fue aumentando de intensidad, le fue imposible no cantar un pedazo de ella.

—Don't you think it's kind of cute that I die right inside your arms tonight...

Realmente amaba esa banda.

Continuó conduciendo durante otra media hora; el hotel estaba algo alejado, casi al otro extremo de la ciudad. Realmente fue una suerte conseguir una reservación, ya que, debido a su prestigio, muchos surcoreanos y extranjeros añoraban pasar siquiera una noche en ese lugar.

Y agradece también a su nivel de persuasión el que Park se decidiera más rápido, pues de no haberlo hecho, probablemente ahora no estarían en camino hacia el hotel.

Finalmente llegó a su destino, solamente tuvo que mostrar un código QR para acceder al estacionamiento en donde un lugar reservado le esperaría. Estacionó el coche y después de apagarlo, salió del mismo para abrirle la puerta a Park.

—Ángel, despierta, ya hemos llegado.

El menor hizo un puchero, parecía estar demasiado cómodo en ese asiento como para siquiera abrir un ojo. Yoongi sonrió ante eso, en verdad era un niño.

Pensó, por un segundo, en simplemente cargarlo estilo nupcial y así llevárselo hasta la recepción para hacer el check-in.

Por supuesto, no lo hizo.

Después de batallar un poco para despertarlo, Jimin bajó del choche.

—Es enorme...

Yoongi no pudo ocultar una sonrisa burlona. Él ya estaba acostumbrado a ese tipo de estructuras pretenciosas, pero Jimin... él lucía sorprendido, como si apenas pudiera creer lo que estaba presenciando.

—Cuenta con 52 pisos —agregó, como dato curioso—. Hay más de setecientas habitaciones ahí.

El menor le observó, boquiabierto.

—¿Tantas? Han de ganar mucho dinero...

—Con lo que cobran por noche me imagino que sí.

La expresión de Jimin se volvió tímida.

—Me siento mal, seguramente pagó una fortuna por este fin de semana.

—Mh, en realidad no fue demasiado. Puedo permitírmelo.

Y antes de que Jimin pudiese agregar algo más, dos empleados bien trajeados se acercaron a ellos para tomar sus maletas. El menor observaba con curiosidad la recepción, estaba muy bien iluminada y contaba con una buena decoración, aunque algo pretenciosa para el gusto de Yoongi.

—Puedes ir a curiosear, ángel —le dijo, sacando su cartera—. Yo iré a que nos entreguen la llave de nuestra habitación.

Y como si esas fueran las palabras que Jimin estuvo esperando, se encaminó a pasos rápidos hacia una pequeña sala de espera.

Entretanto, Yoongi se dirigió hacia la recepcionista.

—Bienvenido a Seoul Illusion Hotel, ¿en qué puedo ayudarle?

La mujer portaba un pequeño gafete dorado que mostraba su nombre, lucía un poco más joven que él.

—Buen día, Yongsun —le llamó por su nombre—. Vengo a hacer check-in.

La recepcionista pareció sonrojarse al escucharle hablar.

—S-sí, permítame su nombre y número de reservación.

Bastaron solo unos cuantos minutos para que todo estuviera listo. El servicio del hotel realmente era muy eficiente y directo. Cosa que Min agradecía.

Antes de poder vocear el nombre de su acompañante, este vino corriendo hacia él como si acabara de hacer un gran descubrimiento.

—¡Tienen una pecera gigante! —exclamó Jimin, completamente sorprendido—. ¡Nunca había visto tantos peces!

Min enarcó una ceja, era sorprendente cómo el muchacho se asombraba con tan poco.

—Ya me han entregado la habitación, vamos.

Se encaminaron al ascensor con los empleados que llevaban sus maletas siguiéndoles. Jimin lucía un poco reacio ante la idea de subir al elevador pues este era completamente transparente. Quizá había desbloqueado alguna especie de fobia.

Finalmente lograron instalarse, Yoongi se encontraba dándoles una propina generosa a los empleados mientras el menor curioseaba por el lugar.

—Apenas puedo creer que una habitación de hotel sea tan inmensa...

Yoongi le dio un vistazo rápido: el suelo contaba con suaves alfombras de felpa, las paredes estaban decoradas con tonos suaves y cálidos, creando una atmósfera relajante.

El punto focal de la habitación eran esos tres ventanales de piso a techo que se extendían a lo largo de una de las paredes. A través de estos, se podía contemplar la bulliciosa ciudad. La vista era realmente impresionante, debía reconocerlo.

—Estamos muy arriba.

—¿Te molesta la altura? —Yoongi preguntó con curiosidad, quitándose el saco de su traje.

—No realmente, solo me parece... curioso.

Min tarareó, observando por el rabillo del ojo las acciones de su menor. Park se encontraba mirando a través del ventanal; lucía extremadamente complacido con la vista, disfrutándola al máximo.

Entrecerró los ojos, analizando la imagen de su alumno un poco demasiado. Los tenues rayos de sol que se colaban por los ventanales apenas rozaban su rostro, provocando que sus hebras doradas lucieran aun más resplandecientes de lo que eran. Aunado a ello, no pudo evitar notar aquella mirada serena, repleta de paz.

Y al ver eso, un sentimiento amargo se extendió por su pecho. No quería pensar en ello.

Más bien, no le convenía hacerlo.

—¿Y bien? ¿Qué quieres hacer?

La pregunta pareció tomarlo por sorpresa. Los labios de Jimin formaron una pequeña "o", luciendo algo incrédulo.

—Pensé que usted haría los planes.

Yoongi sonrió.

—Claro que los tengo —afirmó, extendiendo su sonrisa—. Son para la noche.

El rostro de Park se enrojeció, pareciendo notar las dobles intenciones de esa oración.

—¿Y bien? Desde ahora eres el dueño de mi tiempo por el resto del día. Voy a complacerte en todo, ángel, no seas tímido.

El ceño del menor se frunció, parecía estar pensando en algo. Su rostro se iluminó.

—Cuando salimos del coche pude notar un parque aquí cerca... —murmuró, tímido—. ¿P-podríamos ir a dar una vuelta?

Las cejas de Min se elevaron.

Habiendo tantas cosas que ver y hacer en uno de los hoteles más lujosos del país, ¿prefiere salir a un lugar común que podrías encontrar en cualquier parte?

—¿No le agrada la idea?

De nuevo ese puchero...

—No es eso, simplemente... me sorprende que escogieras ir a un simple parque —se sinceró, alzando los hombros—. Pero si es lo que quieres, con gusto iremos.

Jimin sonrió.

Tal como se esperaba, no había mucha gente al rededor.

La brisa de los primeros días de invierno se dejaba sentir. El sol parecía luchar por salir, siendo cubierto por algunas nubes traviesas. Yoongi ajustó su bufanda mientras caminaba junto a Jimin, quien observaba detenidamente a los árboles escasos de sus hojas.

—¿Cuál es su estación favorita? —cuestionó el menor, de forma repentina—. Yo amo el otoño, pero el invierno me hace ojitos.

—¿"Hace ojitos"? —repitió, conteniendo una risita—. ¿Qué clase de expresión es esa?

—Mis amigos suelen decirla mucho —confesó, riéndose tímidamente—. P-pero ese no es el punto, ¿cuál es su estación favorita?

Min tarareó.

—Probablemente el otoño —dijo, dándole un vistazo rápido al cielo—. Detesto cuando hace demasiado calor pero el frío en exceso suele ser igual de molesto. En cambio el otoño es... perfecto, en ese sentido.

—Pienso lo mismo —dijo, con una sonrisa—. Aunque es triste ver cómo los árboles pierden sus hojas.

—No lo considerado triste, de todas formas crecerán. Tomará un tiempo, pero eventualmente lo harán.

—Alguna vez leí que el otoño guarda similitudes con las experiencias humanas —Jimin habló, llamando la atención del mayor—. En ocasiones, transitamos por etapas en las que nos sentimos marchitos, como las hojas de los árboles en esta estación. Sin embargo, con el tiempo, renacemos y florecemos de nuevo, entonces puedes decir que la primavera llegó a nuestra vida.

—Es... sorprendente escucharte decir algo así —exclamó el mayor, incrédulo—. Una reflexión interesante.

Jimin sonrió.

—N-no me considero fan de la lectura, pero en la primaria nos hicieron leer una especie de antología. Fue lo único con lo que me quedé de esa experiencia.

Yoongi no respondió.

Continuaron caminando durante un tiempo más, de vez en cuando detenían sus pasos para concentrarse en la belleza de la zona o porque Park notó algo que llamó su atención.

Y aunque no lo pareciera, Min tenía un conflicto interno. De alguna forma la extraña comparación del otoño con las experiencias humanas logró hacerle ruido.

¿Alguna vez experimentó la primavera, de forma metafórica? Desde su nacimiento hasta ahora, ha estado atrapado en un perpetuo invierno melancólico. No puede recordar cuándo fue la última vez que sintió algo distinto a la frialdad. Aunque, tal vez, haya un recuerdo...

De nuevo ese sentimiento amargo.

Sus pensamientos se cortaron cuando sintió algo frío tocar el dorso de su mano: el dedo de Jimin.

—¿E-está bien, profesor? —el rostro del menor lucía confundido y preocupado—. P-podemos volver a la habitación, creo que ya hemos caminado mucho...

Min detuvo sus pasos, Jimin igualmente lo hizo.

El mayor encaró al más bajo, no dijo nada, simplemente... lo analizaba.

Nunca antes había sido tan sencillo leer a las personas como con este joven ante él.

Y eso, de alguna forma, no le parecía absurdo en lo absoluto.

—¿Profesor?

Jimin comenzaba a sentirse algo cohibido, estaba seguro de eso. Probablemente le intimidaba tener su filosa mirada sobre él sin decirle alguna palabra.

Una suave brisa los rodeó a ambos. Yoongi entrecerró los ojos al notar cómo la pequeña nariz de Jimin se enrojecía al igual que sus mejillas. Maldita sea. Lucía tierno. Angelical.

Y por un momento, lo pensó.

¿Debería hacer algo al respecto?

—¿Eh... profesor?

Apretó los puños.

—Regresemos al hotel.

No, no debía.


[...]


Jimin estaba sorprendido.

Cuando su profesor le anunció que cenarían en la habitación, imaginó algo simple: bandejas de comida, quizá algunas mesitas de madera para cada uno o simplemente platos para cenar en el sofá cómodamente.

Por lo que realmente fue una sorpresa encontrarse con una mesa perfectamente decorada para una ocasión especial: un mantel fino, cubiertos elegantes y dos copas de vidrio.

Al parecer su mente aún no procesaba los alcances de un "hotel lujoso".

—Pensé que en nuestra primera noche juntos en este hotel te sería más cómodo cenar en la habitación —exclamó su profesor—. Por lo que pedí un servicio privado del restaurante.

—Entiendo...

Realmente no lo hacía.

¿Cómo podían realizar estas cosas en tan poco tiempo? Probablemente nunca lo comprendería.

Ambos tomaron asiento, uno frente al otro. La mesa había sido colocada estratégicamente junto a los ventanales, brindándoles una vista panorámica de la ciudad cubierta por la noche. Era un cuadro realmente estético, hermoso. Digno de fotografiar.

Un mesero apareció (Jimin no tiene la menor idea de dónde se ocultó); y dejó sobre la mesa dos platos de Filete Mignon. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, ¿acaso su profesor estaba en alguna especie de mafia? Tener tanto dinero no podía ser normal, ¿o si?

—Esa expresión que tienes ahora es divertida —Yoongi sonrió, pareció haberse percatado de su extrañeza—. Por favor come, si no es de tu agrado puedo cambiar el platillo.

—Me está malcriando —bromeó, tomando con cuidado los cubiertos.

—Puede ser.

La cena transcurrió más amena de lo que creyó. Yoongi era una excelente compañía, hablaba lo necesario, nunca interrumpió a Jimin y tampoco lo presionaba para hablar durante los pocos minutos de silencio que compartieron.

—¿Algo más que necesite, señor?

Jimin masticaba lo más silencioso que podía mientras escuchaba al mesero dirigirse a Min.

—Tráigame el Cabernet Sauvignon.

—Enseguida, señor.

El menor frunció el entrecejo, la botella de aquel vino llegó demasiado rápido para ser verdad.

—¿Se le ofrece algo más?

—Sería todo.

Después de eso, los platos vacíos que estorbaban fueron desapareciendo hasta que solo quedaron las copas de vidrio. El mesero abandonó la habitación, no sin antes llevarse una merecida propina.

—Hace tiempo que no tomo vino —Yoongi exclamó, destapando la botella con una sonrisa—. Siempre es grato tomar en compañía.

—¿Sugiere que debo tomar? —cuestionó, incrédulo.

—No sugerí nada, puedo tomar una copa mientras disfruto de ti —sonrió, provocándole un sonrojo—. Es decir, de tu compañía.

Jimin suspiró, Yoongi estaba sirviéndose vino en su copa.

—¿Realmente es tan bueno? —preguntó en cuanto notó la expresión de felicidad en Yoongi al beber de su copa.

—El Cabernet Sauvignon es conocido como el rey de las variedades tintas. Cuando está plantado en condiciones adecuadas, entrega un vino de cuerpo potente, complejo y con un alto potencial de guarda —respondió el mayor—. Así que sí, sabe exquisito.

—¿Podría... probarlo?

Una sonrisa irónica crispó los labios de Yoongi, pero no osó decir algo al respecto. Antes de que el menor pudiera retractarse, su profesor le cedió la copa.

Jimin, con curiosidad y entusiasmo, sostuvo la copa frente a sus labios. Observó el profundo color rojo oscuro a contraluz y giró delicadamente la copa, notando cómo las lágrimas de vino se deslizaban por el cristal. Bajo la atenta mirada de Yoongi, inhaló profundo, dejando que los aromas de frutas negras, tabaco y especias llenaran sus sentidos.

Con cautela, llevó la copa a sus labios y probó el vino. Su primer sorbo fue suave pero lleno de sabor: las notas de grosella negra y ciruela se desplegaron en su paladar, seguidas de un toque de vainilla y un sutil regusto a pimienta. Jimin sintió cómo el tibio líquido se extendía por su garganta, dejando una sensación cálida y agradable.

El rostro de Jimin se iluminó con una sonrisa de satisfacción.

—¿Y bien?

—Me gustó... —confirmó las sospechas del mayor mientras le regresaba su copa—. Nunca había probado el vino antes, pensé que sabría igual de extraño que la cerveza.

Su profesor hizo algo parecido a una mueca.

—No soy un gran fanático de la cerveza convencional —alzó los hombros, tomando otro sorbo de su copa—. Prefiero los vinos o whiskys de calidad.

—Imagino que ha probado muchísimos como para decir eso.

—No soy un alcohólico, pero sí, conozco distintos tipos: Merlot, Château Margaux, Pappy Van Winkle's Family Reserve, Petrus... varios de ese estilo.

—Me gustaría poder conocer tanto como usted —admitió con una sonrisa tímida.

—Quizá algún día pueda darte una clase como catador de vinos —le guiñó el ojo.

—Esa idea no suena mal...

La noche siguió su curso, en algún punto la copa de Jimin reemplazó su agua por vino. Yoongi le explicó que debía tomárselo con calma o podría subírsele el alcohol que contenía, por supuesto, el menor no le tomó la seriedad que necesitaba.

Sus mejillas tomaron ese característico sonrojo que solamente alguien ebrio podría tener. Es decir, no estaba ebrio, ebrio, pero sí algo más... relajado.

—¿Alguna vez... le han dicho que tiene bonitos ojos?

Yoongi se carcajeó, odiaría admitirlo, pero tal vez a él también se le había subido el alcohol. Solo un poco. Cosa de nada. Y culpaba rotundamente al tiempo que había pasado sin ingerir alguna bebida de ese estilo.

—Muchos lo han hecho.

Jimin formó un puchero, algo encaprichado.

—No es justo.

—¿Qué no lo es?

—Me hubiera gustado... ser el primero en decirle... lo bonitos que son sus ojos...

—Tal vez no lo fuiste, pero el que lo digas precisamente tú lo hace más especial.

Jimin se rió, mirando hacia el ventanal.

—Aunque hay algo que no entiendo...

—¿Puedo saber qué es?

—La gente dice que... los ojos... son las ventanas del alma —dijo, volviendo su atención al mayor—. ¿Por qué los suyos lucen... tan tristes?

Yoongi boqueó.

Definitivamente no se esperaba eso.

—Es extraño, ¿sabe? Un momento están apagados, al otro lucen tristes. Luego... no sé, brillan, pero no precisamente de felicidad...

Al ver el rostro estoico del mayor, mordió su lengua, maldito Cabernet Sauvignon y sus ingredientes afloja lengua.

—L-lo que quiero decir es que... usted parece estar fingiendo siempre... —al no escuchar respuesta alguna del mayor, prosiguió—. ¿No es cansado?

—¿Realmente crees que finjo?

—A veces... otras creo que es más honesto...

Sin esperar reproches, Jimin se levantó de la silla y, tambaleándose un poco, logró llegar al regazo de Yoongi, quien lo ayudó a sentarse sobre el.

—Usted no tiene que fingir conmigo, lo sabe.

—Lo sé.

Jimin tomó una mano del profesor, apretándola suavemente.

—Por favor... no finja conmigo —hipó, mirándole fijamente a los ojos—. No lo necesitas, Yoongi...

Los ojos de Jimin se abrieron de golpe al notar algo.

—¿Se está sonrojando?

—No —respondió al instante, sosteniéndole la mirada—. Es por el alcohol.

Jimin sonrió, negando suavemente con la cabeza.

—Está bien si se sonroja, yo lo hago todo el tiempo... me gusta como se ve en usted...

Yoongi chasqueó la lengua, vaciando en su boca todo el líquido que quedaba en su copa.

Pero Jimin no le vio tragar.

La fuerte mano de su profesor le sostuvo por la nuca, manteniéndolo quieto. Antes de que pudiera preguntar, un fuerte temblor sacudió su cuerpo cuando los labios de Min reclamaron los suyos.

Jimin jadeó por la sorpresa, facilitándole la tarea a Yoongi quien introdujo su lengua para obligarle a beberse el vino.

El mayor movió sus labios, besándolo con necesidad y algo más. El líquido escurría por las comisuras de sus labios, siguiendo su curso hasta el cuello del menor. No les importó, simplemente querían seguir besándose.

«No comprendes lo que acabas de hacer, Jimin» pensó Yoongi en medio de la tormenta.

***

Considero oportuno recordar una cosa en este momento.

Esta NO es una historia de amor. Aquellos que la interpretan de esa manera (aunque sea solo por un segundo), posiblemente han sido manipulados por algún personaje...

Claro, no puedo evitar que cada persona piense lo que desee, ya que cada cabeza es un mundo. No obstante, es importante que quede clara mi posición como autora de este libro.

—Cherry. 🍒

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