31

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Elizabeth Thompson. 13 de febrero del 2017, Orlando.

En un momento estaba observando un cuadro sobre la chimenea de su antigua casa, y al otro, lo estaba lanzando a la rubia desconocida que la había intentado atacar por la espalda.

Sus cabellos dorados estaban atados en una trenza apretada, tenía una mascarilla que le cubría la nariz y los labios, así que lo único que se podía ver eran sus ojos color miel y su piel clara.

Era alta, casi le sacaba una cabeza a Elizabeth, la espada en su mano giraba con destreza, aguardando, esperando una reacción por su parte. La miraba de una forma depredadora, y, por sus ojos, supo que estaba sonriendo.

—Así que... ¿decidiste volver a casa? —su voz fue modificada por la tela sobre sus labios, y su tono era burlón.

Elizabeth no respondió, incapaz de pronunciar una palabra, tenía miedo y sus manos le temblaban. En toda su vida, nunca había estado de frente al peligro, y ahora que lo estaba, sin armas y sin compañía, estaba paralizada por el terror.

—¿No vas a responder? —se hizo a la ofendida—. Luego de tantos años contigo, hablándote bonito e incluso riendo junto a ti y... ¿así me tratas?. Qué desagradecida.

Elizabeth la miró, la escaneó, y pronto la reconoció.

Cristell. Esa chica con espada negra que amenazaba con matarla, no era nada más que la única amiga que siempre tuvo.

Su rostro debió mostrar la sorpresa ya que Cristell se bajó la mascarilla, sonrió, giñó el ojo, y se volvió a poner la tela negra.

Y ahí empezó a atacar.

Cristell golpeaba y Elizabeth esquivaba, lanzando jarrones prácticamente hechos pedazos, cuadros, trozos de vidrio... estaba segura de que moriría ahí mismo a manos de la que fue su amiga. Sus ojos se cristalizaron.

Y en eso llegó Evan, abrió la puerta de forma silenciosa, como ya le había mostrado tantas veces, sus miradas chocaron y Evan se movió con el ceño fruncido.

Su espada atravesó el torso de Cristell, los ojos de la chica se abrieron por la sorpresa y el dolor, por el borde inferior de la mascarilla goteó la sangre y de la herida también, más cuando Evan retiró el filo.

La sangre salpicó su ropa y sus tenis, Evan la dejó caer y le cortó la cabeza, la sangre salpicó su rostro.

Una lágrima cayó por su mejilla y Evan no lo notó, estaba ocupado sacándolos de ese lugar que era un faro para la Sombra.

Evan. 13 de febrero del 2017, el Olimpo.

Estúpido, era un total y completo estúpido al permitir que Elizabeth fuera sola y sin armas.

Evan estaba en la puerta del cuarto de Elizabeth esperando a que saliera, se había metido a bañar por la sangre que la cubría de pies a cabeza y él solo estaba ahí, con los dientes apretados y mirando sus botas cubiertas de sangre, como si recién lo notara.

No dejaba de recriminarse por lo que había sucedido en esa construcción abandonada, probablemente hubieran matado a Elizabeth si él no llegaba a tiempo, e incluso peor, quizás la hubieran secuestrado.

No quería hacerle caso al terror que inundó su cuerpo cuando la vio tan indefensa frente a aquella rubia alta, tampoco al temblor que recorrió sus manos cuando levantó la espada para cortarle la cabeza.

Elizabeth salió, tenía unos pantalones de cuero, una camisa blanca que le llegaba a medio muslo y unas botas marrones a la rodilla. Su cabello húmedo y largo caía por su espalda y ya no habían rastros de la sangre que la había manchado.

Notó sus ojos rojos, un tanto irritados e hinchados, por el miedo o el alivio, no lo sabía.

Empezaron a caminar hacia el salón del trono.

—¿Te dijo algo? —preguntó Evan al darse cuenta de su error.

Pudo haberla inmovilizado, quizás la pudo haber dejado inconsciente y llevado al Olimpo para interrogarla, de todas formas, ya era tarde para lamentarse por eso.

—Su nombre era Cristell Diamond, hija de una familia poderosa, llena de dinero. Solían decir que sus padres eran de la mafia, nadie supo si era cierto o no, pero ella decía que eran simples abogados —comentó en voz baja, temblorosa incluso.

Evan no quiso hacerle caso a la duda que se sembró en su mente cuando Elizabeth le dijo aquello como si lo supiera de toda la vida, pero aún así preguntó:

—¿Cómo lo sabes?.

Pasó un minuto, dos, cinco y llegaron a la puerta del salón del trono. La voz de Elizabeth interrumpió su movimiento de abrir.

—Cristell... ella era mi amiga.

Arsen Makri. 13 de febrero del 2017, el Olimpo.

—Creo que Evan está en problemas —dijo Astra mientras apuntaba con su arco a la diana al otro extremo de la habitación.

—¿Porqué lo dices? —cuestionó Arsen deteniendo su propio entrenamiento de espada.

Astra hizo lo mismo.

—Estaba por entrar al salón del trono, pero oí una discusión entre él y Zeus, parece que hubo problemas con la chica. ¿Cómo se llamaba?...

—Elizabeth —respondió recordando el azul eléctrico de sus ojos—. ¿No oíste nada más que la discusión?.

—Creo que Evan dejó que la chica fuera a la tierra —confesó, importándole poco el saber el nombre de la albina.

Arsen se atoró con su propia saliva.

—¿La dejó ir a la tierra? —sus ojos se abrieron—. ¿Sola?.

—Sí. Él salió del salón del trono y casi me rompe la nariz con la maldita puerta. Idiota —murmuró volviendo a apuntar con su arco.

—Creo que no eres la única molesta —mencionó Arsen al notar las fuertes olas que se aporreaban con las rocas a la orilla de la playa por la ventana.

—Para no conocer a la chica por más que de nombre y cara, piensas mucho en ella —suspiró al fallar su blanco por cinco centímetros.

—Yo no pienso mucho en ella —resopló.

—Tu interés en este tema y tú enojo por saber que Evan la dejó ir sola a la tierra dicen mucho al respecto —volvió a apuntar.

Arsen gruñó en desacuerdo y blandió su espada para atacar al muñeco de metal frente a él, el sonido del metal contra el metal rompió el silencio que se instaló sobre ellos.

Un silencio que no le agradó del todo a Astra ya que volvió a hablar.

—Dicen que Evan y Elizabeth podrían tener una relación más allá que de amistad —Arsen se detuvo en seco—. Evan ya casi no está con sus amigos, dice que debe de estar con la chica para entrenarla pero piensan que es porque Evan tiene sentimientos por ella. O porque ya son pareja.

—¿Por qué me dices esto? —preguntó con la mandíbula apretada.

Astra detuvo su entrenamiento otra vez, volteó hacia Arsen con una expresión sería, pero en sus ojos no había más que preocupación.

—No quiero que te ilusiones. Eres mi mejor amigo, y una vez fuiste más que eso, pasé mucho tiempo entre las mundanas durante la misión como para saber que a ellas no les importan los sentimientos de nadie más que de ellas mismas. No quiero verte lastimado —se acercó a él y le palmeó el hombro—. No sé porqué te llama tanto la atención si ni siquiera la conoces, antes la odiabas, piénsalo bien, de seguro solo te atrae su apariencia, no es como si fuera tu alma gemela.

Astra salió del salón de entrenamiento dejándolo sólo con sus pensamientos.

Arsen aventó su espada a la pared provocando un fuerte sonido metálico. Se sentó en el suelo y se agarró el cabello con ambas manos.

[ EDITADO ☑️ ]

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro