𝐃𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞: Los conflictos venideros

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       —— KIM SUNWOO TENÍA MUCHOS PROBLEMAS, pues, por más que lo intentaba deshacer, había una parte suya que se sentía terriblemente mal. Tal vez era porque sus días anteriores habían resultado ser una completa basura, o quizás porque el realizarse de que sentía algo por Nishimura Riki lo había puesto de un terrible mal humor y una inquietud abrumadora.

Había evitado al bailarín peligris durante toda la semana, aunque en realidad, Sunwoo se había aislado de todos, incluidos sus amigos. Al menos, hasta que estos irrumpieron en su habitación a la fuerza. Jay ingresó escandalosamente, reprochándole el hecho de que se había vuelto a escabullir del gimnasio donde le había pedido estar, Sunghoon simplemente observaba como habitualmente hacía, eso, hasta que unos débiles sollozos y un pequeño azabache envuelto entre las mantas captó su atención.

— Jay... — Sunghoon le llama, tomándolo del hombro y señalándole al bultito en la cama.

El mayor palidece.

— Oh, cielos. ¿Sunwoo? ¿Qué ocurrió? — Pregunta, sentándose en el borde de la cama junto con el peliazul.

La pregunta causa que los sollozos se intensifiquen.

— Noono, ¿Qué ocurre? — Jay insiste, hablando sutilmente.

— Amigo, nos estás preocupando. — Sunghoon posa su palma sobre donde creé que se encuentra la cabellera de su menor y deposita un par de caricias, intercambiando una mirada inquieta con el azabache de mechas.

— L-lo siento... — Murmura con voz rota. Ambos Park se miran extrañados.

— Sunwoo, ¿Qué ocurre? ¿Por qué te disculpas? — Jay hace el amago de tomar el extremo de la manta y retirarla un poco para al menos verlo a los ojos, pero el más joven se incorpora de golpe revelando su rostro enrojecido y lloroso.

— ¡Soy un pésimo amigo! — Exclama, procediendo a llorar con aún más intensidad.

— ¿Por qué dices eso? — Sunghoon cuestiona.

Kim tarda unos instantes en responder debido a sus lloriqueos.

— P-porque no quiero que se vayan. — Responde entre débiles sollozos. — ... escuché cuando le contaste a Jay de tu aceptación en York University.

Oh, mierda...

Sunghoon abre sus párpados con fuerza y Jay desvía la mirada con pesadumbre. Ese día el peliazul le había contado con una enorme sonrisa de la buena noticia, pero también, le pidió no decirle al menor, al menos no por el momento. Jay no rechistó, pues entendía al bailarín. Sunwoo y él se habían conocido antes, eran amigos desde que ambos cursaron la preparatoria juntos y sabía que tal vez la noticia de tener que dejar ir a su mejor amigo de años no resultaría tan grata para el pequeño por más que este pusiera una sonrisa y dijera lo contrario, por eso Sunghoon quería buscar una manera de contárselo que le resultara fácil de digerir.

Pero no resultó como anhelaba, claro estaba.

— Yo lo siento, deseaba decírtelo pero... Quería que fuera de una manera que no te lastimara. — Confiesa, tomándolo de los hombros para atraerlo en un abrazo.

— Me siento terrible. Sé que debería estar feliz por ti, ¡Y juro que lo estoy, de verdad es genial, sé que anhelabas con todo tu corazón esa oportunidad! — Sunwoo le sonríe débilmente y a ambos amigos se les estremece el corazón con dolor, el azabache se veía completamente roto y eso les quemaba por dentro porque estaban acostumbrados a ver a Kim con una sonrisa de alegría permanente.

Pero ellos sabían que en muchas de esas ocasiones, aquel gesto brillante no era más que una máscara para esconder toda su debilidad.

— Está bien, Noono, entiendo cómo te sientes. — Sunghoon musita, peinando los cabellos del menor con sus dedos.

Jay se aproxima a ellos para también unirse al abrazo que compartían.

— No quiero que se vayan. — Balbucea, escondido entre ambos mayores.

— Sunito, yo no me iré a ningún lado. — El Park mayor dice, repartiendo suaves caricias sobre la espalda del pequeño.

— ¡Pero tu novio sí y seguramente tú lo acompañarás! ¡Toda la universidad sabe que lo quieren en York University y por los pasillos dicen que seguramente tú irás con él! ¡No necesito que me mientas para hacerme sentir bien! — Espeta, apretando sus puñitos con fuerza. — Odio que me tengan pena.

Jay hace una mueca.

— Sunwoo, ni Sunghoon ni yo te tenemos pena. — Dice recto, separándose del abrazo para otear seriamente al azabache. Kim sorbe su nariz y lo mira haciendo un mohín. — Sobre Jungwon, si te soy completamente honesto, no lo sé. No hemos hablado de la distancia, pero si tú me necesitas, no te dejaré.

— ¿Lo prometes? — El menor lo mira suplicante.

— Lo prometo.

Los tres vuelven a compartir un corto abrazo que se rompe únicamente porque el menor murmura algo que impresiona a los dos mayores.

— Creo... Creo que siento algo demasiado fuerte por Riki. — Confiesa, sintiendo la mandíbula temblarle hasta que no puede retenerlo y acaba rompiendo en lágrimas nuevamente.

Gracias a esas palabras, ahora lo comprendían.

— Oh, Sunwoo... — El diseñador susurra, Sunghoon hace una mueca y procede a apretarlo más fuerte entre sus brazos.

Su mayor miedo había detonado, por eso buscó aislarse inmediatamente en un intento de escapar de aquellas emociones que le aterrorizaban tanto y eso, combinado con el temor a quedarse solo con el que lidiaba desde infante, lo convirtieron en una bolita de llanto. Con eso, Jay supo que no podía dejarlo solo, Sunghoon se iría y por eso, Sunwoo lo necesitaba más que nunca.

Debía ser un buen amigo antes que cualquier otra cosa.







Dos semanas después.


Jimin analiza una vez más los exámenes recientes que se le acababan de realizar al joven bailarín y los compara con los hechos hace un tiempo, sacude su cabeza satisfecho una vez que termina de detallar todo.

— Bien, todo está avanzando excelente. — El rubio informa, Jungwon sonríe y voltea a ver con emoción al azabache de mechas que se encuentra acompañándolo en su revisión. — En unos días más te retiraré el cabestrillo, pero recuerda que aún debes ir a terapia de rehabilitación, ¡Y nada de esfuerzos! Mucho menos andar en motocicleta, al menos hasta que sanes por completo. — Advierte, señalándolo acusatoriamente. Yang asiente a regañadientes.

— Mejor díselo a Jongseong para que se asegure de que Jungwon obedezca. — Namjoon, quien está ocupado organizando un par de cajas dentro de la oficina de Jimin, habla con una ceja alzada. El castaño aprieta sus párpados y patalea ligeramente en un gesto de reproche.

— Hyung, ¡Estoy haciendo caso! — Exclama, formando un mohín tras su rabieta. Jongseong esboza una sonrisa enternecido, pues hace poco se percató de que las únicas personas a las que Jungwon les permitía ver su lado infantil era su abuela, Namjoon y más recientemente, él. Estaba agradecido de que el menor le permitiera ver todos sus lados, desde el más vulnerable y roto hasta el más feliz y tierno. — Todo con tal de que me quiten esta cosa antes de la gala. — Señala su brazo.

Park asiente sin borrar su enorme sonrisa, afirmando a sus palabras.

— Es cierto. Se está portando bien. — Dice.

Jimin sonríe complacido.

— En vista de eso, puedes venir el miércoles y te lo quitaré con la condición de no realizar ningún esfuerzo excesivo. — Condiciona a lo que Jungwon asiente frenéticamente.

— ¡Sí, Jimin Hyung! — Acepta, esbozando una sonrisa tan amplia que le permitió a sus hoyuelos asomarse.

Namjoon rueda los ojos con diversión para después, pasar por detrás del lugar donde el chico estaba sentado a fin de revolverle la cabellera en un gesto cariñoso. Jungwon protesta bajito, pero acaba riendo junto con el mayor.

— Entonces eso sería todo por hoy, pueden irse. — Jimin dice incorporándose. — Nos vemos el miércoles y ese día me cuentan los detalles del evento, Namjoon y yo estaremos ahí, también varios de nuestros colegas y conocidos asistirán. — Informa, viendo de reojo a su pareja quien asiente lentamente. Jongseong chilla emocionado.

— ¡Eso es genial! Mientras más gente asista, mejor. — Habla con alegría, Jungwon se aleja del peligris tras despedirse con un gesto y se posa al costado del diseñador, quien inmediatamente lo recibe tomándolo de la mano.

Jungwon aprieta el agarre con suavidad.

— Seguiremos difundiendo la voz, entonces. Jungwon, ¿Irán a visitar a tu abuela hoy? Para darles el pase. — Namjoon inquiere, revisando un par de papeles entre sus manos.

Las tres miradas de sus cercanos se posan sobre él, expectantes a su respuesta.

— ¿Qué dices, Wonie? — Jongseong pregunta bajito, haciéndolo casi en un murmullo.

— Uh, hoy no, Seonggie. Lo más seguro es que continúe insistiendo en que te convierta en un Yang lo antes posible. — Murmura, rodando los ojos y apoyándose contra el hombro del diseñador.

Jay muerde su labio, tentado por lo dicho por el menor. Una sonrisa torcida se asoma por sus comisuras tras unos segundos de dudar si hablar o no.

— ¿Y no quieres? — Inquiere, desviando su mirada a un costado al unísono en que sus mejillas enrojecieron ligeramente.

Jungwon abre sus párpados con fuerza y se coloca recto de golpe. Boquea un par de veces, sin poder creer del todo lo que acaba de oír.

— Uy. — Namjoon dice, buscando molestar al menor. Jimin le da un codazo discreto, aunque tiene que admitir que se ha contenido de soltar una risita por la reacción frenética del chico.

Jungwon les lanza una corta mirada que gritaba "cállense" y tras su amenaza visual, se enfoca en el diseñador.

— Yo... ¿Tú quieres? — Habla torpemente. — Es decir, es muy pronto para hablar de eso, ¿Verdad? Pero...

Hay unos segundos de silencio en donde Yang se mantiene callado, únicamente analizando al mayor. Jungwon se siente tan hipnotizado por Park Jay que no duda cuando suelta:

— Es algo que me gustaría en el futuro. — Habla en un susurro. El aliento a menta y cerezas de Jungwon choca contra su rostro debido a la cercanía inconsciente que tomaron, enviándole un escalofrío que lo estremeció entero.

Yang Jongseong sonaba muy bien para Jungwon.

— Bueno, pajaritos amorosos. — Jimin dice, dando una fuerte palmada que sobresaltó a los menores. — Ambos se aman y están locos el uno por el otro. Pero si no les importa, tengo otros pacientes que atender.

El rubio señala la puerta y alza las cejas. Los dos chicos enrojecen por completo.

— C-cierto. — Jungwon aprieta los labios, tira levemente de la mano del mayor y ambos torpemente se dirigen al umbral. El castaño hace un corto asentimiento a modo de despedida.

— ¡Nos vemos! — Jongseong dice, agitando su mano libre.

Una vez que se encuentran en el pasillo y sus ojos chocan, sueltan un par de risitas sin romper el agarre tan cálido que mantenían.

— Vamos, Wonie. Tengo que seguir ajustando tu vestuario de la gala y los de la feria. — El mayor lo hace avanzar y Jungwon lo sigue hasta que salen del hospital, sin embargo, cuando cruzan las puertas de cristal y un tenue atardecer los recibe, el castañito tiene una idea.

Frena al diseñador dándole un pequeño tirón, aquello provoca que Jay se de la vuelta para verlo y Jungwon aprovecha para atraerlo a él.

— ¿Qué sucede, cariño? — Pregunta, contemplándolo con los ojitos brillosos.

A Jungwon se le descontrola el corazón y no puede contenerse más, se abalanza sobre los labios ajenos con algo de brusquedad, pero siempre buscando transmitir todas las fuertes emociones que tenía por él. El mayor se aferra a su cuello y Yang a su cintura, repartiendo pequeñas caricias sobre el abrigo oscuro de éste. Ambos pares de labios chocan, hay tenues jadeos y mordiscos presentes, hasta que el mismo castaño es quien rompe el contacto al separarse de golpe.

— Quiero llevarte a un lugar. ¿Me dejarías hacerlo? — El castaño le ofrece su mano, dedicándole una sonrisa tan brillante, que Jay se sintió deslumbrado.

Le da un asentimiento de inmediato y sin una pizca de duda, entrelaza ambas palmas.

— Pero yo conduzco. — Condiciona, pellizcando la nariz del menor con sus dedos a lo que Jungwon responde arrugándola tiernamente, aceptando así lo dicho.



[ ... ]



Les toma cerca de cuarenta minutos trasladarse desde el hospital de Richmond hasta el lugar que Jungwon marca en el GPS como su destino. Una vez que Jay aparca el automóvil, Yang no espera y desciende con emoción, corriendo directamente a la puerta del conductor para abrirla y permitirle al mayor descender.

Jay enrojece, aún así, le agradece el gesto en un susurro, permitiendo que el menor lo tomara de la mano para guiarlo. Pronto, sus ojos se topan con un letrero enorme que oraba en grandes letras verdes "Puente colgante de Capilano".

— Oh, wow. — Se le escapa decir.

La noche había caído, sin embargo, el lugar estaba bellamente iluminado por múltiples lucecitas de variadas tonalidades que le aportaban un aura encantadora al ecosistema que los rodeaba. Park apartó la mirada para observar a Yang, dándose cuenta de que este lo contemplaba a él en lugar de los alrededores.

Eso lo hizo enrojecer un poco más.

— ¿Entramos? — Jungwon le pregunta, haciendo un suave movimiento con su cabeza para apuntar la entrada, Jay asiente y se deja hacer por el menor, no sin antes conducir sus manos unidas a uno de los bolsillos de su abrigo. Hacía algo de frío, pero con el castaño a su lado todo se volvía sumamente cálido.

— Nunca había venido aquí. Ni siquiera sabía que este lugar existía. Es genial. — Confiesa el azabache. — Tomaría una foto, pero mi celular se quedó sin batería.

— El mío aún tiene un poco de carga. — Dice, soltándose unos instantes de su mano para tenderle el aparato. Jay lo agarra, esbozando una sonrisa enternecida por completo cuando ve que el fondo del castaño es una foto de él. No recuerda en qué instante se la tomó, así que asume que lo hizo cuando se encontraba distraído, pero por el vestuario y el lugar que se veía al fondo, creé que es de aquel día en donde se dieron su primer beso juntos.

— ¿Conoces muchos lugares así? — Pregunta, poniendo especial atención en la mirada miel del castaño.

— Un par, este lo conocí porque mis abuelos me traían de pequeño. — Cuenta, sonriendo nostálgicamente al recordarse de infante corriendo con emoción entre los puentes colgantes. Con eso, se da cuenta de que jamás le tuvo miedo a las alturas y esperaba que el mayor no lo tuviera o sería un pequeño conflicto en su recorrido. — Si no los he visitado, al menos he oído de ellos porque siempre he vivido aquí.

El azabache abre su boca con sorpresa.

— Qué increíble, yo llevo años aquí pero jamás me había dado el tiempo de conocer bien el lugar. — Admite lastimero, teniendo muy presente aquellas palabras que Sunwoo le dijo hace tiempo. — Es algo triste, ahora me doy cuenta que pasé mucho tiempo viendo adelante que nunca me di cuenta lo que había alrededor. — La mirada de Jongseong encima suyo es intensa, tanto que Jungwon se siente flaquear por unos cortos instantes.

Traga en seco antes de hablar.

— Yo no diría eso. Ahora lo estás haciendo. — Habla bajito, ligeramente intimidado por todo lo que los ojos del chico le transmitían, pero no era de una mala manera. Le fascinaba y le alocaba el corazón y él quería sentir y apreciar esos sentimientos desbordando por siempre.

— Tal vez tengas razón. — Sus ojos recaen sobre sus labios y por inercia Jungwon hace lo mismo.

— Jay... — Intenta decir, pero la atención de Park se desvía al reparar en una linda atracción.

— ¡Mira! ¡Un túnel de luces! — Apunta al arco enredado de bombillas blanquecinas ubicado sobre uno de los tantos puentes colgantes del destino turístico. — ¡Tomemos una foto dentro!

Bueno, eso significaba que su chico no le temía a las alturas pues estaban dirigiéndose a uno de los puentes colgantes considerablemente altos y pese a la interrupción, Jungwon sonríe, permitiéndole al de mechas rubias jalarlo a dónde quería. Jay alza el aparato de funda azul y anaranjado y activa la cámara para tomarse un par de selfies juntos, después, Yang le pide a una pareja de turistas que les ayuden a sacarse unas cuantas fotos más. Park confirma que le fascina cualquier aspecto del castaño cuando lo escucha hablar con un perfecto coreano (pues estos lo hablaban) que casi parece nativo en lugar del usual inglés que empleaban en la universidad.

— Salió muy linda. — Yang opina, abrazando al mayor por los hombros.

El diseñador asiente felizmente.

— Sí. La enviaré a mi teléfono y la usaré de fondo. — Dice, haciendo lo dicho. Abre la aplicación de mensajería y se manda todas las imágenes de un junto. — Me servirá para verla cuando te extrañe. — Comenta distraídamente, sin embargo, cuando repara en lo que ha dicho se congela.

— Jay... — Jungwon murmura, buscando conectar sus miradas.

El mayor aprieta unos segundos sus ojos y los vuelve a abrir lentamente.

— Lo siento, arruiné el momento, ¿Verdad? — Dice apenado.

Jungwon suelta un suspiro.

— No, lindo. De hecho, quería hablar de eso. — Busca su mano y la aprieta delicadamente. Park se mantiene viendo el agarre de sus extremidades pues ahora no se siente capaz de enfrentar directamente al bailarín.

— ¿Tiene que ser ahora? — Jay hace un pequeño mohín el cual provoca que Jungwon esboce una sonrisa chiquita. Le da un corto beso en los labios, deshaciendo con ese tierno gesto su puchero.

— No podemos seguir postergándolo. — Dice. El mayor suspira y acaba asintiendo.

Pega su mirada al suelo, debatiendo dentro de su mente sobre cuál de todas sus dudas que le provocaban una enorme incertidumbre era la que más le causaba necesidad sacar.

Al cabo de unos segundos murmura, sin separar sus ojos del piso de madera:

— ¿Qué es lo que somos, Jungwon? — Jungwon no responde, lo guía por otro rumbo que conduce a un par de cabañas ocultas entre los árboles. Una vez que se ubican en una mesa de madera, Yang deja que Park se siente mientras él se arrodilla, abriéndose un espacio entre sus piernas.

Jay traga en seco y posa sus palmas sobre sus muslos, haciendo pequeños movimientos inquietos, Jungwon los nota y para transmitirle calma entrelaza sus dedos.

— ¿Qué quieres que seamos? — Pregunta, viéndolo directo a sus orbes marrones. El mayor lame sus labios nerviosamente.

— Es grosero responder con otra pregunta. — Habla bajito, sin embargo, lo hace con una pizca de diversión escapándose en su tono. Jungwon ríe levemente.

— Está bien, lo siento. — Alza sus manos por unos instantes, sonriendo travieso. Después, su gesto pasa a uno de completa seriedad para preguntar algo que deseaba decir desde hacía tiempo. — Jay, lindo. ¿Quieres que yo sea tu novio?

Ambos corazones dieron un vuelco y corrieron como locos. Uno por la expectación que sentía por la respuesta del contrario y el otro, a causa de todo el amor que le provocaba el ajeno.

Una sonrisita traviesa se asoma por las comisuras del azabache.

— Creo que las quince veces que nos besamos dejan bastante claro lo que quiero. — Habla con picardía, alzando sus cejas en un gesto algo sugerente. Jungwon siente sus mejillas calentarse y por poco se ahoga con su propia saliva.

Yang rueda sus ojos, divertido.

— Cielos, Jongseong. ¿Qué haré sin ti? — Se incorpora para tomarlo de las mejillas con una mano y conseguir pegar ambos labios en un contacto efusivo. Jay lo toma por la solapa de su abrigo y lo jala para pegarlo más a él. — Siento que no soportaré el tenerte tan lejos. — Susurra una vez que se han separado y sus frentes se han unido, permitiéndoles verse a los ojos.

— Podemos intentarlo, una relación a distancia no me suena tan mal.

Y realmente no le temía a la distancia. Jongseong confiaba en que todo saldría bien. Ambos lucharían por que así fuera.

— ¿Estás seguro? — Jungwon pregunta, inseguro. Pero su temor no era por sí mismo, él tenía miedo de que aquello no resultara ser algo cómodo para el mayor. A penas habían comenzado su relación y tener que encontrarse a millas de distancia no era algo fácil de afrontar, ¿Realmente estaría bien con eso?

Jay asiente firmemente. Su mirada desborda tanta decisión que le hace a Jungwon apartar su incertidumbre de un manotazo.

— Me falta solo un año para terminar la universidad, después de ello podría... Solo si quieres, tal vez pueda rentar un apartamento cerca de donde tú estés. — Propone, pero titubea cuando los párpados del menor se expanden con sorpresa. — ¿O suena muy precipitado? Dios, lo siento, creo que me adelanté mucho. — Rasca su cabeza con torpeza, maldiciendo su costumbre de lanzarse de lleno a las cosas.

— ¡No! No, lindo. Está bien. — Hace un par de ademanes inquietos. — De hecho nos estamos precipitando al asumir que me iré, ni siquiera he pasado la audición. Probablemente no lo logre. — Habla con pesimismo, alzando sus hombros al final.

Jay frunce el ceño y abulta sus labios, enfurruñado.

— Yang Jungwon, ¡No digas eso! Lo tienes en tus manos, estoy seguro. — Lo regaña, picando su mejilla con su índice repetidas veces, hasta que Jungwon lo frena, tomando su mano para dirigirla a su pecho y recostarse sobre su hombro. Realmente amaba hacer eso pues así podía aspirar todo el aroma natural del mayor y sentir su calidez.

— No lo sé... — Murmura, causándole unas pequeñas cosquillas al azabache cuando su aliento cálido chocó contra su piel. — Quiero decir, sé que puedo. Aceptaron mi vídeo y habría pasado directamente si fuera actual, pero... Los cambios que significará el lograrlo... Me dan miedo. — Admite. Jay hace una mueca chiquita, comprendiendo más de lo que deseaba el sentimiento.

Le toma un par de minutos el formular una respuesta que cree correcta y una vez que la tiene, habla lo más delicado posible.

— Estarás bien, Wonie. Ya llegaste hasta acá. Es hora de ir mucho más lejos. — Le da un par de caricias sobre sus hebras marrones y sonríe cuando Jungwon responde restregando suavemente la punta de su nariz contra su cuello. El contacto le causa ligeras cosquillas, por lo que ríe bajito.

— Te amo. Demasiado. — Confiesa tras dejar en paz su cuello y separarse para verlo frente a frente. Jay esboza una sonrisa encantadora.

— Yo también, Jungwon. — Contesta con alegría. De verdad que se sentía tan feliz de tener a Yang Jungwon a su lado. Jamás esperó formar algo así con alguien, mucho menos estar haciendo planes tan grandes a sólo meses de conocerse, pero el amor nos hace hacer locuras, ¿No?

Locura o no, Jay estaba demasiado enamorado y escogía vivir el sentimiento con plenitud, no importaba si al día siguiente terminaba, aunque en el fondo, esperaba que jamás lo hiciera.

— Ven conmigo a Toronto después de graduarte, por favor. Déjame tenerte en mi vida. — Pide, aferrándose a su cintura. El azabache cruza sus brazos por detrás de su nuca y lo besa rápidamente.

— Solo si tú prometes que mantendrás tu corazón únicamente ocupado por mi. No dejes entrar a nadie más. — Ahora besa la punta de su nariz y después su mejilla, haciendo que Jungwon sonría mostrando todos sus dientes blanquecinos.

— Eso será fácil. Has sido el dueño de mi corazón desde hace tres años, lindo. — Admite, acariciando la cintura del azabache.

Jay alza las cejas, descolocado. ¿Qué había dicho su chico?

— ¿Q-qué? ¿Nos conocimos antes? — Chilla confundido, sin embargo, no se mueve ni un milímetro. Mantiene sus brazos alrededor de su novio.

Su novio.

Qué bien sonaba eso para Park Jongseong.

Jungwon asiente, respondiendo a la interrogante del mayor.

"Prométeme que volverás ahí dentro y lo intentarás. ¿Qué más da si entras y lo arruinas? Es mejor que no haberlo intentado. Así al menos dirás, «lo hice» y no vivirás con un «¿Y si lo hubiera hecho...?»" — Cita las viejas palabras dichas hace mucho tiempo por Park y el oírlas nuevamente lo transportan de golpe a sus recuerdos empolvados.

— Oh mierda, ¿Eras tú el de ese día? — Yang afirma nuevamente, feliz de que el mayor recordara los hechos. Parecía que no era el único que cargaba con esos sucesos en su memoria. —¡Lucías tan pequeño! ¡Como un algodoncito de azúcar! — La imagen de un pequeño azabache de mejillas abultadas y unos años menor se plasma en su mente. En ese entonces desconocía el nombre del chico, pero sabía que era lo más tierno que había visto en sus (en ese entonces) dieciocho años de vida. Ahora sabe que ese pequeño bailarín llevaba por nombre Yang Jungwon y seguía siendo de lo más adorable, solo que ahora con ropas negras y con una afición por hacerlo enrojecer constantemente.

— Sí, era yo. — Le da algo de vergüenza, pero lo afirma.

— ¿Por qué no me dijiste antes?

Jungwon lo piensa unos segundos y después se alza de hombros, apartando por segundos la mirada.

— Creo que me daba algo de vergüenza hablarle a mi crush. — Habla, sintiéndose aún más avergonzado de admitir eso que de confesar que solía vestirse como un pastelito glaseado cuando recién iba a ingresar a la universidad.

— ¿Yo era tu crush? — Pregunta, sonriendo en una mezcla de diversión e impresión.

Jungwon alza una ceja.

— Cielos, bonito, ¿Nunca te diste cuenta?

Yang creía que había sido muy obvio en sus sentimientos pese a que en contadas ocasiones se toparon y el diseñador parecía no reparar con mucha atención en él, aún así, la mirada del castaño siempre gritaba cuán cautivado estaba por el mayor y eso, sumado a los intentos para nada disimulados de sus dos mejores amigos para acercarlo a él, convertían su crush por Park Jongseong en un secreto a voces.

— ¡No! Soy algo distraído en ese aspecto, ¿O.k.? — Exclama, pataleando levemente. Jungwon suelta una risita que provoca que arrugue suavemente la nariz.

— Está bien, así te amo. — Dice, dándole un piquito en los labios. — Sí, desarrollé un crush por ti desde que me alentaste a entrar a la audición. Fuiste como un ángel que me iluminó en uno de mis peores momentos, si no hubiera sido por ti, probablemente ni siquiera lo habría intentado. En ese entonces... Me sentía muy culpable. — Lo último lo dice bajando el volumen, sintiendo una pizca de melancolía pincharle el pecho, sin embargo, la aparta en cuanto esta comienza. Eso ya era cuestión del pasado, debía dejarlo ir, aunque eso no significaba que dejara de dolerle, al menos con el tiempo sería menos.

— Entiendo. Me alegra haberte ayudado. — Habla, acariciándole con delicadeza el rostro. Pasa sus dedos con suavidad por toda la extensión de su barbilla hasta detenerse en su mentón, donde los deja descansar. — ¿Y alguna vez intentaste hablarme? — Pregunta, estando realmente curioso por eso.

Jungwon suelta una risa que resulta sonar más a un bufido.

— Uff. Más de una vez, pero siempre me acobardaba. Riki y Jake constantemente estaban tratando de empujarme hacia ti, pero yo me negaba. — Sacude su cabeza de lado a lado. Se ha cansado de estar de pie, así que se sienta a un costado del azabache en la banca, quien lo recibe gustoso.

— ¿Por qué?

— Pues... El sentimiento de culpa, supongo. — Se alza de hombros. — No sentía que yo fuera bueno para ti. — Hace una mueca, pero no se siente triste. Solo ligeramente melancólico. Cuando recordaba lo mal que lo pasó, unas ganas inmensas de abrazar a su yo del pasado lo invadían.

— ¿Y aún lo sientes? — Jay le aparta unos cuantos mechones que le han caído sobre la frente gracias a una corriente de aire y pasa los más largos detrás de su oreja.

Jungwon exhala con tranquilidad.

— A veces hay una voz en mi cabeza que me lo dice, pero es cada vez más débil. — Decir aquello lo hizo sentir demasiado bien. Sonrió por ello.

— Me alegro de eso. — Jongseong dice con sinceridad.

Le enorgullecía que el menor estuviera avanzando paso a paso para librarse de todas esas cargas que no le correspondían y a medida que pasaban los días, su mirada se veía cada vez más brillante, demostrando todo su progreso. Jungwon tenía unos ojitos que delataban todas sus emociones.

— Wonie, ¿Puedo preguntar algo más? — Inquiere tras unos segundos de silencio en donde se mantuvieron únicamente observándose.

— Claro, bonito. — Accede con gusto.

— ¿Por qué el cambio de imagen tan abrupto? — Pregunta y Jungwon alza las cejas, definitivamente no había esperado esa pregunta en específico.

— Oh, eso. — Abulta sus labios, pensativo. Estaba repasando en su memoria los hechos con exactitud y cuando logra ver todo en su mente, sonríe. — Fue algo gracioso en realidad. En primer año Riki me reto a que te invitara a salir o si no tendría que vestir como un badboy por toda una semana entera. Creo que es evidente que no lo logré. — Señala sus prendas. — Cuando terminó la semana me di cuenta de que me gustaba vestir así y pues... Lo mantuve. — Termina haciendo un ademán con su diestra.

— Oh... — Musita, pensativo.

Yang lo mira ligeramente preocupado. Tal vez había metido la pata.

— ¿Te molesta? Lo siento. — Se disculpa de inmediato.

Jongseong comienza a negar frenéticamente.

— ¡No! Digo, me parece algo tierno. — Se apresura en aclarar. — No es como si hubieras apostado jugar con mis sentimientos o algo así. ¿Verdad?

Jungwon lo mira horrorizado.

— ¡Por supuesto que no! Dios... — Sacude su cabeza haciendo una negativa. — Yo jamás haría algo así, realmente te amo.

— Lo sé, Wonie. Solo estaba bromeando. — Jongseong ríe, completamente enternecido por los gestos de Jungwon.

— No bromees así, casi se me sale el corazón. — Lloriquea, recargándose en su hombro. Jay pasa su brazo por detrás de su nuca y lo abraza, permitiéndole apoyarse mejor.

— Está bien, no volveré a hacerlo, gatito. — Promete y el castaño sonríe satisfecho, comenzando a sentirse cada vez más relajado por el perfume del mayor y la calidez que emanaba de este, hasta que una tonada musical proveniente de su propio celular rompen su estado de calma con brusquedad. Ambos jóvenes dan un respingo.

— Wonie, te están llamando. — Jay informa, tanteando entre los bolsillos de su abrigo para dar con el objeto perteneciente al menor.

— ¿Quién es? — Pregunta, tallándose un ojo con su puño, Jay encontró ese gesto demasiado adorable.

Park sacude su cabeza, regañándose internamente y diciéndose que debía concentrarse. ¡Pero es que su novio era tan bonito! No podían culparlo por perder el hilo de vez en cuando por estar enfocado en él.

— No lo sé, no está registrado.

— Déjame ver. — Pide que le entregue su teléfono al extenderle su palma abierta y Jay obedece. Yang lo toma y sin mucha preocupación, responde, creyendo que se trataba de alguna clase de vendedor telefónico o algo similar.

Sin embargo, no era nada en lo más mínimamente parecido.

— ¿Hola? — El castaño habla tras no escuchar nada más que silencio en la línea, frunce el entrecejo cuando alcanza a distinguir un par de forcejeos y algunos murmullos incomprensibles.

Hasta que finalmente escucha una voz conocida.

— ¡Jungwon!

— ¿Sunghoon? ¿Cómo es que...? — Estaba por cuestionarle al peliazul sobre cómo había obtenido su número, empero, este no se lo permitió al interrumpirlo bruscamente.

— ¿Jay está contigo? No atiende mis malditas llamadas, ni las de Sunwoo. — Dice ligeramente molesto. Al fondo escucha al otro mencionado hablar, pero no comprende lo que ha dicho.

— Se quedó sin batería. — Le informa al par de amigos para que reduzcan su inquietud o al menos, ese efecto desea tener. — Está conmigo. ¿Por?

— ¡Ponme en altavoz! — Sunwoo irrumpe su conversación con voz demandante. Jungwon da un leve respingo y separa el aparato de su oído por unos segundos pues se sintió aturdido.

— Bueno, ya voy. — Acata lo pedido y extiende el teléfono de modo que ahora el diseñador y él puedan escuchar y hablar cómodamente.

Jay, demasiado extrañado, acerca su boca al micrófono del aparato.

— ¿Qué sucede, Sunghoon? — Pregunta, viendo de reojo al bailarín.

— ¡Jay Hyung! ¡Por favor no entre en crisis! — Sunwoo chilla. Jay alza una ceja ante los honoríficos, sabiendo lo que significaban, molestia o una metida de pata, definitivamente. Jungwon simplemente se limita a escuchar y observar a su ahora pareja.

— Si, amigo, no te vayas a alterar. — Sunghoon pide, mordiendo su labio del otro lado de la línea.

El Park mayor se exaspera inevitablemente.

— ¡Voy a entrar en crisis y me voy a alterar si me siguen diciendo que no lo haga! — Exclama.

— Es mejor que lo digan de una vez. — Yang dice con hartazgo, ¿No podían simplemente soltarlo? ¡Podían alterarlo negativamente con tanto divague! Yang en ese instante maldijo en demasía el tener su brazo izquierdo inmovilizado, pues si no lo estuviera, el mayor ya se encontraría siendo abrazado por él para calmarlo, pues Jungwon veía el repiqueteo de sus piernas ansiosas contra el suelo terroso, una seña clara de inquietud.

Hay unos segundos de silencio que hacen rechistar al castaño.

— Filtraron tu identidad en internet, Jay. — Sunghoon se atreve a decir y tras analizar lo dicho, a ambos se les detiene el corazón abruptamente, uno por la sorpresa y otro, por la preocupación por el contrario.

— Ahora todos tus seguidores saben quién está detrás de bluejay. — Sunwoo dice y Jungwon en un movimiento desesperado corta la llamada de golpe para, tras guardar su teléfono, tomar al mayor de los hombros.

— Oh... — Musita ido. Su mirada está perdida, por lo que el menor sostiene su mentón con su índice y su pulgar para llamar su atención.

— ¿Estás bien? — Pregunta con cautela, procurando no detonar ninguna reacción negativa en él. Quería ser cuidadoso pues se le rompería el corazón si su novio volvía a caer en un punto igual a cuando lo llamó desesperado.

— No lo sé... Yo... Es algo inesperado. — Habla con sus ojitos divagando sin saber a qué punto enfocarse, hasta que terminan por caer sobre el castaño que lo analizaba con preocupación. — No tengo ni la menor idea de cómo debería tomarlo.

Jungwon exhala y después asiente con lentitud.

— Ven, vamos a tu auto. — Dice y Jay no protesta, deja que Jungwon lo conduzca hacia la salida del lugar pese a que una parte suya no quería irse. Reconocía que ese no era el mejor instante y era mejor partir, pues la atmósfera mágica se había quebrado en segundos.

— Lamento que todo haya terminado así, estábamos pasando un buen rato. — Susurra, apretando el agarre sobre la mano ajena en búsqueda de reducir los temblores que comenzaban a azotarlo.

Una vez que cruzan el letrero de la entrada, el castaño niega.

— Está bien, bonito. No es tu culpa. — Deposita un par de caricias sobre la espalda ajena, haciendo movimientos circulares que espera resulten reconfortantes para él.

— Quiero ir a mi dormitorio. — Ruega en un susurro, sintiendo la mandíbula empezar a flaquearle.

Jungwon hace una mueca de dolor, no le gustaba ver al mayor así, pero no era capaz de protegerlo de todo. Eso era algo que escapaba por completo de sus manos, empero, lo que si estaba a su alcance era procurarlo en esos instantes.

— No sé si sea buena idea que conduzcas así, Seonggie. Estás temblando. — Habla con delicadeza. — Llamaré a Jake y Riki, ¿Sí? Jake nos llevará y Riki tomará tu auto. ¿Estás bien con eso?

El mayor asiente, buscando refugiarse en el pecho del castaño. Jungwon se lo permite abrazándolo con fuerza y dejando un cálido beso sobre su cabellera.

— Perdona que te lo pregunte mucho, pero me preocupa. ¿Cómo te sientes? — Cuestiona como el novio preocupado en demasía que es en ese instante y Jay exhala, desconociendo que responder con exactitud.

— N-no lo sé. Soy un gran no sé en este momento. — Habla desde su refugio y pese a que su voz suena ahogada, consigue comprender lo que habla. — Quiero decir... En algún momento deseaba revelar mi identidad pero no así.

— Entiendo.

— No tuve la oportunidad de decidir cuándo ni cómo. — Hace un mohín que Jungwon no alcanza a ver por culpa de la posición en la que se encuentran, sin embargo, por el movimiento que siente sobre su pecho y sus palabras, asume que ha hecho ese gesto.

— Lo siento por eso. — Dice, pero Jay sacude su cabeza de lado a lado.

— Está bien, no fue tu culpa. — Una vez que se siente más calmado, se separa solamente lo necesario para poder verlo a los ojos. Jungwon aún lo mantiene aferrado con su brazo así que quedan a solo unos cuantos centímetros de distancia. — Creo que fue mía.

— ¿A qué te refieres? — El menor pregunta, intrigado.

— No quiero asegurar y de verdad espero equivocarme, pero creo saber quién lo hizo. — Tuerce sus labios en una mueca de decepción pura.

La imagen de un pelirrojo que le sonreía con hipocresía desbordante se plasmó en su mente.

Jay tragó en seco.

De verdad esperaba estar equivocado por que de ser lo contrario, los conflictos venideros que se desatarían serían intensos.


[ Penúltimo capítulo. ]





Sintonícenos el próximo domingo para el gran final;)

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