𝐍𝐮𝐞𝐯𝐞: Simplemente increíble

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  —— ESTAR DENTRO DEL TALLER DE CORTE Y CONFECCIÓN JUNTO AL DISEÑADOR MAYOR era algo que Jungwon solo había podido experimentar en sus fantasías más vergonzosas, en donde soñaba toda una vida junto a su crush de hace más de tres años.

Santos ángeles danzantes, ¡Que alguien lo pellizque para saber si se trata de otra ilusión de su mente! Aunque si así lo era, ¡Jungwon no quería despertar jamás!

Las palabras del ahora, azabache permanente con mechas rubias (porque sí, Jongseong definitivamente había cumplido con lo que dijo ese sábado en la cafetería), resonaron en su mente por el resto del día y el domingo entero. Sonrojándolo hasta los pies y provocándole unas enormes ganas de brincar de la emoción. Desafortunadamente, ese día no pudo darle una respuesta al mayor, pues su descanso terminó justo cuando él salió de la impresión y uno de sus compañeros de trabajo lo llamó para ir a entregar un pedido a domicilio y pese a que estaba dispuesto a apresurarse para volver y poder concluir esa conversación, el diseñador tuvo que retirarse para arrancar con las bases de la confección de las prendas, pues la revisión era ese mismo lunes y Jongseong debía presentar al menos una tabla que indicara las telas a emplear, además del concepto y la idea.

Jungwon había planeado ir a su dormitorio el día siguiente, pero una llamada sorpresiva le hizo posponer todos sus planes de conversar con el mayor y lo mantuvo todo el domingo en el área de emergencias del hospital de la ciudad, al cuidado de su querida abuela.

— Abuela, ¿Por qué no me había dicho que su visión estaba empeorando? — Inquiere con algo de reproche en su voz en cuanto atraviesa la puerta de cristal de la habitación. Aún llevaba el mandil con el logo de la cafetería Starlight, así que se lo retira y lo arroja sobre el primer asiento que ve antes de aproximarse a la mujer mayor.

La señora Yang esboza una pequeña sonrisa despreocupada y Jungwon siente un pinchazo hacerle doler el corazón cuando ella tantea la camilla en busca de su mano. El joven de mechas coloca su palma sobre la suya y le da un leve apretón.

— Jungwon, mi niño. ¿Cómo has estado? — La mayor ignora su reproche anterior a lo que el castaño hace un mohín, frustrado.

— Abuela. — La llama seriamente. — Por favor no evada el tema. 

La mujer suspira profundamente.

— Sabíamos que ocurriría tarde o temprano, Jungwonie. El tratamiento no estaba funcionando. — Jungwon rechista, sintiéndose sumamente impotente. — La única opción que queda es la cirugía, pero es demasiado costosa...

El castaño la interrumpe.

— Usted no se preocupe por eso, yo me encargaré de conseguir el dinero. ¡Tomaré turnos dobles en Starlight! Me pagarán bien por trabajar de noche los fines de semana, incluso podemos usar el dinero que estaba reuniendo. ¡Recuperará la visión muy pronto, solo déjelo en mis manos! — Exclama acelerado.

— Jungwonie, tiene un costo de mil quinientos dólares. — Informa y el joven siente como se le escapa el aire. — Y ni se te ocurra usar el dinero destinado para tu motocicleta, jovencito. Sé lo mucho que quieres ese cachivache de dos ruedas y lo que te dolió el tener que dejar de usarlo cuando se averió.

— ¡Pero su salud es más importante, abuela! — Protesta, soltando la mano de la mayor y dirigiéndolas a su cabellera, donde tiró levemente de sus hebras decoloradas. Se mantuvo en silencio unos instantes, descargando toda su preocupación sobre su pobre cabellera, hasta que pasó sus palmas por su piel y resopló. — Está bien, no usaré el dinero para la reparación. Pero buscaré otra manera de conseguir lo necesario para la cirugía, trabajaré entre semana. — Dice y la mujer se rinde finalmente, pues conocía lo terco que podía llegar a ser su nieto. Asiente y tras la afirmativa, Jungwon comienza a maquinar dentro de su mente un plan. Dividirse entre su trabajo en Starlight y sus responsabilidades universitarias sería un sacrificio muy grande. Además de considerar el compromiso que tenía con el diseñador, pero ya encontraría la manera de lograrlo, siempre lo hacía. Después de todo, siempre habían sido su abuela y él apoyándose mutuamente desde que su abuelo falleció hace tres años en un desafortunado accidente y todo se descarriló en su vida y su carrera de bailarín en ascenso.

Jungwon aún no podía dejar ir la culpa, por eso, le prometió a un punto lejano en el cielo que no dejaría que la mujer que siempre lo había procurado desde pequeño continuara sufriendo.

Ya no más.

— Hey Jungwon. — El azabache de mechas chasquea sus dedos delante de su rostro, provocándole un ligero sobresalto por el cual el diseñador se disculpa en un susurro, Yang musita que no se preocupe así que Jongseong asiente, ligeramente incómodo.

El ambiente entre ellos se había tornado algo tenso desde la inesperada confesión de Park o al menos de parte del mayor, quien no podía evitar recordar a cada instante el rostro pasmado de Jungwon con sus palabras tan directas.

Jongseong carraspea, intentando deshacer el nudo que se formó en su garganta.

— ¿Estás bien? Luces demasiado cansado y has estado cabeceando repetidas veces. — Inquiere, dejando los patrones de telas y alfileres a un lado para ubicarse al costado del menor, aproxima un banquito y Jungwon termina de reaccionar cuando escucha el chirrido de la madera contra el suelo.

— S-sí. — Musita, restregando su palma por todo su rostro. — Tuve que tomar algunos turnos nocturnos los días anteriores en Starlight, no dormí muy bien por eso. Además de que empecé a trabajar en una tienda de gadgets entre semana. — Confiesa adormilado y en cuanto ve al diseñador aproximarse, deja caer con delicadeza su cabeza sobre su hombro, cerrando sus párpados y relajándose de inmediato al aspirar el perfume del mayor y aunque Jongseong da un ligero respingo por lo inesperado que le resultó aquello y se sintió ligeramente cohibido por las miradas curiosas de sus compañeros en el taller, no se atrevió a apartar al bailarín.

Lo duda un poco, pero acaba dirigiendo su mano a la cabellera castaña, donde deposita suaves caricias que hacen a Jungwon suspirar tranquilamente, las manos de Jongseong son suaves y cálidas, es un gesto protector que hace que su corazón se estremezca felizmente.

— ¿Puedo ser algo entrometido y preguntar por qué trabajas tanto? ¿Está todo bien? — Yang suelta una pequeña risita y aunque Park mantenía su palma sobre su cabeza, asiente en un movimiento suave, rogando porque las caricias no se detuvieran.

— Necesito el dinero. — Dice, refregándose contra la suave tela del suéter de lana del mayor. Su melena revuelta cosquillea en el cuello de Jongseong, provocando que este ría despacio. Jungwon esboza una sonrisa traviesa y continúa, dándole la impresión al diseñador de que se encontraba ante un gatito mimoso.

Uno muy coqueto y travieso, cabe señalar.

— Quiero reparar mi motocicleta para así no tener que estar pidiendo favores, además, al tenerla de vuelta podría comenzar a trabajar como repartidor en las mañanas que no tenga aburridas lecciones de danza. — Habla perezosamente, sin embargo, cuando el mayor lo comienza a empujar levemente su somnolencia desaparece y en cambio, arruga el entrecejo.

— ¿Cuánto te falta para la reparación? — Inquiere. Yang no borra su gesto, pero aún así responde:

— Como cincuenta dólares, ¿Por qué? — Alza una ceja cuando percibe un brillo extraño en los orbes del diseñador, está por preguntar que cruzaba por su cabeza azabache, pero él se adelanta.

— ¡Puedo adelantar la paga que te prometí! No será mucho, pero al menos te alcanzará para cubrir el arreglo. — Habla alegremente, posando sus manos sobre los anchos hombros del menor.

Jongseong estaba fascinado por esos hombros cuando le tomó las medidas al chico...

¡Concéntrate Park!

Jungwon aprieta sus labios en una fina línea.

— Jongseong, no. — Se niega inmediatamente a lo que el azabache hace un mohín, le brinda un rudo apretón al castaño en sus hombros, quien suelta un sonoro quejido. — ¡Auch! ¿Y eso por qué fue? — Cuestiona irritado.

— Por orgulloso que no se deja ayudar. — Replica inmediatamente, picando ahora su mejilla para molestarlo. — Tus amigos me contaron que has estado faltando a prácticas por trabajar. No sé cual sea la razón por la que estés tan desesperado en conseguir dinero, pero independientemente de cualquier cosa, no deberías descuidar la universidad. — Lo reprende sutilmente y Jungwon deja salir un profundo suspiro al recordar que esas fueron las mismas palabras que su abuela le dijo hace días.

Yang lo sabía, era plenamente consciente de que debía ser cauteloso con ello, pues se mantenía a flote en la universidad únicamente porque se encontraba becado y el comenzar a ausentarse repentinamente no le hacía nada bien a su carrera estudiantil, pero la desesperación lo sobrepasaba y quizás también aquello era una forma de escaparse de sus propios demonios.

El bailarín reflexiona unos segundos en silencio bajo la atenta mirada oscura del diseñador, quien se encuentra expectante a cualquier gesto en Jungwon.

— No es por mí. — Acaba por murmurar. — El dinero, no lo necesito para mí. — Aclara y Jongseong no puede evitar ladear su cabeza con confusión, provocando que un par de sus mechones azabaches cayeran sobre su frente, enterneciendo al menor. El castaño no se resiste y acaba por apartarlos con un suave movimiento de su mano. — Es por alguien a quien quiero con todo el corazón. — Confiesa y en cuanto ve al azabache abrir la boca, lo frena posando su mano sobre esta. — Pero ni así cambiaré de idea, no abusaré de la amabilidad del chico que me gusta. Mantendremos el trato que acordamos al inicio. — Yang da por terminada la conversación soltándolo y girándose para acomodar su bolso escolar sobre la esquina de la mesa y recostarse en él, sin darle tiempo al mayor de replicar.

Un segundo...


— ¿Qué yo qué? — Exclama asombrado y Jungwon agradece tener su rostro escondido entre sus brazos cruzados pues así su cara completamente enrojecida no es notada por Jongseong.



Jungwon resopla, exhausto de otra jornada laboral en la cafetería Starlight. Da leves apretones a sus propios hombros antes de impulsarse para abrir de golpe la puerta de la habitación de su mejor amigo pelinegro sin siquiera molestarse en tocar. Avienta su morral repleto con sus múltiples uniformes desagradables de trabajo al primer lugar que ve y se apresura en retirar su propio calzado para arrojárselo con furia al par quienes lo veían a lo lejos.

— ¿Quién de ustedes infernales amigos sumamente comunicativos fue el que le dijo a Jongseong que me estaba saltando clases? ¿Eh? — Exige saber. Si fuese algún otro día, se habría lanzado sobre ellos para sacarles la verdad a pellizcones, sin embargo, en esa ocasión se encontraba tan vacío de energía que lo único que su cuerpo le exigía era encontrarse cuanto antes con una superficie suave, así que dejó de lado sus ganas de ahorcar a sus amistades chismosas y se tiró al sofá-cama que estaba destinado especialmente para él, cortesía de Sim.

— ¡Fue Jake! — Nishimura lo acusa inmediatamente a lo que Jake le dirige una mirada fulminante, solo para terminar volteando a su costado y encontrarse con una aún peor proveniente de Yang.

Sim alza sus manos inocentemente.

— En mi defensa, yo solo le dije a Sunghoon. Él debió contarle a Jongseong. ¡O quizás se enteró por otro lado! — El azabache hace ademanes despreocupados, volviendo a enfocar su mirada a su celular donde estaba llevando a cabo una muy melosa conversación con su tutorado.

Jungwon resopla.

— Maldito montón de cotillas. — Dice entre dientes y se deja caer de cara contra el colchón, cerrando sus ojos y permitiéndole a su cuerpo relajarse y liberarse de toda la tensión acumulada en el día.

Hasta que un sonidito proveniente de su aparato con funda de dos tonalidades lo saca del estado de tranquilidad que estaba por alcanzar. A regañadientes se incorpora para sacarlo, temiendo que quizás se trate de algún mensaje proveniente del hospital donde su abuela estaba ingresada, empero, para su suerte no se trata de nada de eso.

La luz de la pantalla le ilumina el rostro y una enorme sonrisa se asienta en sus comisuras, atrayendo rápidamente la curiosa atención del menor del trío, quien llama con un par de codazos al fotógrafo.

Jungwon abre la conversación con Jongseong y el rosa le pinta las mejillas cuando ve dos pequeños mensajes que tal vez sean sencillos, pero a él le han levantado el ánimo de maneras abismales.

"Espero que ya estés descansando y no en otro trabajo exhaustivo >:(."

Suelta una risita, sintiéndose enternecido por la actitud protectora del mayor.

"Descansa, ojos de gatito." Lee seguidamente y no puede reprimir un chillido emocionado. Jake y Riki lo miran extrañados en el instante en el que este suelta su teléfono y comienza a patalear eufórico, cubriéndose el rostro con las palmas.

Jongseong. Piensan los dos amigos al compartir una mirada cómplice.

Era simplemente increíble la forma en la que el diseñador lo tenía tan encantado.




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