Capítulo 8

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Que un adolescente aún sin presentarse anduviera caminando solo por las calles y bosques era peligroso. Taehyung lo sabía pero aún así, no le importaba en ese momento, lo único que quería era escapar de su manada y de todo aquello que implicaba ser el único hijo del Alfa líder de los Mul. Le advirtieron que podía experimentar pronto su primer estro una vez presentado, podía ocurrir en cualquier momento y por eso huyo de la ceremonia.

Es que él no quería forzar a Jimin, su mejor amigo, a que estuviese con él solo porque era un omega hijo de los miembros del consejo y allegado a él. Si algún día Jimin y él tenían algo, no quería que fuera de esa manera aunque el mayor dijera que todo estaba bien y que no tenía problema con ello. No había mucho que pudiese decir aunque no le agradara porque un omega como él, no tenía voz o voto en el asunto.

Huyó por todo eso y la gran culpa que sintió cuando Jimin se le acercó y él le atacó. No quiso hacerlo, de verdad no quería pero dolía y se congelaba internamente a medida que Jimin se acercaba, no fue él quien le atacó, en serio no fue pero nadie le creyó. A decir verdad, ni él mismo se creía. Con su rostro cubierto de pintura ceremonial, con su cabello aún sin cortar ni una sola vez en todos sus años de vida hecho un moño, salió huyendo en cuanto vio una oportunidad.

No pudo transformarse, desconocía lo que le había hecho la élder de su manada junto al resto de los ancianos y sus padres pero él no pudo transformarse por mucho que lo intentó. Con esto, era lento, se cansaba un poco más rápido y sus pies descalzos dolían mientras andaba por la carretera esperando algún vehículo que pudiera recogerlo y alejarlo de ahí. Esos eran sus infantiles planes que se vieron tronchados en el momento que un fuerte dolor de estómago lo golpeó y su cuerpo comenzó a arder. Sudaba, temblaba y su vista se le comenzó a nublar, todo en cuestiones de minutos.

La noche iba cayendo junto con sus esperanzas, quería rendirse pero no podía hacerlo, no en el medio de la nada. Avanzó por varios minutos aunque le parecieron horas antes de divisar una pequeña casa en el borde de la carretera. Sus sentidos no funcionaban muy bien en ese momento, ni siquiera podía ver a las personas a su alrededor u olfatear correctamente, su piel comenzó a escocer y lo único que podía hacer era jadear desesperado. Cayó de rodillas, intentaba levantarse pero todo lo que vio fue su vista volverse negra.

— Hey, oye, ¿estás bien? ¡Oh apesta a rutina! — Escuchó decir a alguien. — Ayúdame a llevarlo.

— ¿Estás loco? No puedes aparecerte con el alfa de otra manada, apesta a Mul, nuestro padre querrá matarnos si lo llevamos. No cuentes conmigo. — Dijo alguien más.

— ¡Jungkwan! — Esa primera voz que escuchó resonó en su oído.

Quería mirarlo, saber quién era y por ello luchó para abrir sus ojos, encontrándose con un pelinegro que lo miraba preocupado. Le gruñó pero aunque el contrario también le gruñó de regreso, no lo dejó tirado, fue cargado y llevado a un lugar no muy lejos en donde le fue ofrecido un poco de agua.

— ¿Es tu primera rutina? Te estás presentando como alfa, deberías regresar a tu manada para que te ayuden. — Musitó el desconocido acariciando su frente. — Estas pinturas son de la manada Mul, un azul inconfundible. — Sonrió antes de ensanchar sus ojos. — ¿Qué haces?

Ese olor le gustaba a Taehyung, es como si le estuviera dando fuerzas. Su lobo lo estaba obligando a espabilarse, quería lanzarse arriba de ese alfa, por eso estaba olisqueándolo, lamiéndolo.

— Creo que necesitas un omega urgente.

Levantándose, ese pelinegro dio vueltas dentro de aquellas paredes buscando temporalmente alguna prenda de sus hermanos omegas para entregárselo y que esto lo consolara hasta que buscara cómo llevarlo a la manada Mul o encontrarle un omega dispuesto a ayudarlo a pasar por su rutina. No podía ver a detalles su rostro pero parecía que detrás de todas esas capas de pintura se encontraba un joven atractivo. Lo único malo es que era alfa, de haber sido omega, él podría haberlo ayudado a pasar su celo.

— ¡Encontré algo! — Exclamó contento, acercándose con varias ropas de uno de sus hermanos, lanzándolas a cierta distancia por si brincaba a tomarlas y se ponía agresivo.

Sin embargo, todo lo que Taehyung sentía era un olor repugnante, extremadamente dulce y empalagoso que le hizo rechazar esas prendas. El pelinegro quedó confundido, si eso no ayudaba, no sabía qué más hacer.

— Espera aquí, iré por ayuda. — Avisó dirigiéndose a la puerta que fue velozmente cerrada, encontrándose con el alfa que parecía estar muriendo ahí de pie, impidiéndole el paso. — ¿Qué haces?

— A-Ayúdame. — Pidió quien se presentaba casi lamentándose. — Por favor, necesito tu ayuda. — Cerrando sus ojos, Taehyung avanzó hacia ese olor reconfortante, encontrándose con el pelinegro que se quedó paralizado en su sitio.

Esa acción equivalía a que Jungkook atacara, lo había hecho en su manada, no había un motivo para no hacerlo con ese desconocido de una manada enemiga. No obstante, el leve aroma a mar que empezó a invadir sus fosas nasales lo hipnotizó.

— Ayúdame.

— E-Eso intento, solo necesito que me dejes ir para encontrarte un omega. — Musitó.

— No quiero un omega, ayúdame tú.

— Creo que tus sentidos no te están funcionando bien pero yo soy un alfa presentado desde hace dos años. ¿De acuerdo? No puedo ayudarte, lo siento. — Se disculpó poniendo distancia, empujándolo cuando este lamió su cuello.

La reacción de Taehyung fue atacarlo pero no para lastimarlo como ocurrió con Jimin, sino para inmovilizarlo en el suelo. Su único inconveniente fue que el otro alfa no se quedó tranquilo, se defendió, lo golpeó y dejó inmovilizado en el suelo completamente adolorido. Lamentándose, se sentó en el suelo comenzando a llorar y retorcerse.

— ¡Púdrete, imbécil! — Lo maldijo el contrario procurando irse cuando el olor se intensificó y en todo lo que podía pensar era en ir hacia él. — Hueles a alfa, ¿cómo es posible que tus feromonas me estén afectando? — Preguntó cerrando los ojos, acercándose a él. — Nunca había olido nada similar.

— Ayúdame.

— Quisiera ayudarte pero no soy un omega, no puedes perderte en mí y saciarte. — Musitó suspirando. — Ni siquiera sé cómo estás arriba de mí cuando los alfas en rutina se vuelven territoriales con otros alfas pero, yo no soy un omega o siquiera beta que pueda ayudarte.

Taehyung sintió su pecho doler, su lobo no se daba por vencido y lo estaba obligando a hacer cosas que él jamás haría en su sano juicio. Él nunca hubiese tomado el rostro de un alfa para mirarlo a los ojos liberando más feromonas antes de abalanzarse hacia él y apresar sus labios.

Ese no fue el primer beso de ninguno de los dos, el alfa de los Mul ya había hecho travesuras con Jimin e incluso jugado con otros alfas, siempre que ganaba un juego, el castigo era un beso cuando era pequeño y, según fueron pasando los años, el castigo se mantenía igual con la única diferencia de que los beso se iban modificando.

El alfa que fue sorprendido por ese beso repentino había experimentado ya varias rutinas, todas las pasó con omegas. Nunca en su vida había besado a un alfa, ni siquiera por casualidad o juego. Por esto, su primer instinto fue atacarlo pero, hubo algo en esos labios, en esa lengua que abrió pasa hacia la suya que le despertó su instinto competitivo. Él no se dejaría vencer, podía demostrarle que sus besos eran mucho mejores y por eso se relajó, se entregó por completo al otro.

Sería difícil darse cuenta del momento en que sus manos se volvieron más ávidas y atrevidas, tampoco adivinar cuál fue la primera en invadir el espacio personal e íntimo del otro pero ahí estaban. Besándose de manera desenfrenada mientras sus manos masturbaban y sostenían al contrario en su sitio.

— Por favor, ayúdame. — Volvió a pedir Taehyung entre jadeos, moviendo sus caderas hacia el puño que lo apretaba. — Déjame entrar en ti.

— ¿Jungkook, estás ahí? — El castaño ni siquiera interiorizó el nombre escuchado, quería rogarle una vez más que le ayudara. El nombrado, Jungkook, se apresuró a tapar la boca de Taehyung para que no hablara, conteniendo su deseo de reír cuando este comenzó a lamer y besar su palma cuando escuchó la voz de su hermano resonar en el exterior de su casa de juegos. Le hizo algunas muecas para que se quedara quieto, para que no se moviera o agitara su mano mas fue en vano, — Sé que estás ahí, imbécil, puedo olerlos. Ya casi es hora de regresar a casa, ¿qué le digo a nuestro padre?

— Dile que me perdí en el bosque, yo le diré que andaba cazando o algo. — Logró decir escondiendo su dificultada respiración.

— Imbécil, te va a moler a golpes si se entera que estás ayudando a un alfa de los Mul y a mí también por ser tu cómplice. — Escuchó a su hermano resoplar mientras mordía su propio labio mirando al alfa que no dejaba de moverse contra la mano que aún aprisionaba su miembro. — ¿Traigo algún omega?

Jungkook sopesó su pregunta a sabiendas de que su respuesta debía ser "sí", sin discusiones. Sin embargo, la forma en la que latía su corazón junto a esos ojos azules que lo miraban anhelantes y desesperados le dificultaba el habla. Estaba loco por tomar esa decisión pero así como ese que negaba frenéticamente para que no llevaran ningún omega, él también estaba aborreciendo la idea. Extraño, todo era muy extraño pero aún así...

— No es necesario, la situación aquí está controlada, él por ahora está dormido.

— ¿No crees que será peligroso?

— No para mí, descuida, Jungkwan. Ahora déjame solo, si se despierta sí será más difícil. — Guardó silencio hasta que escuchó los pasos de su hermano alejarse, retirando lentamente su mano de los labios contrarios. Su rostro no podía verlo correctamente pero esa sonrisa cuadrada que mostraba, no creía poder olvidarla. — Tú... ¿Eres idiota? Te dije que te quedaras quieto.

— No puedo.

— ¿Por qué no?

— Porque te deseo, mucho. — Respondió con total sinceridad y, si estuviera transformado, Jungkook hubiera podido ver sus orejas gachas y su cola removerse en el suelo. — ¿Me ayudarás?

— Eres insistente. — Comentó elevando sus comisuras, siendo él quien en ese momento se abalanzara hacia el alfa de cara pintada para besarlo y comenzar a desnudarlo sin demasiado tacto.

Rodaron por el suelo entre risas, jadeos y gruñidos sin dejar de desvestirse o besarse. Por un momento no parecían ser dos completos extraños que no habían compartido ni sus nombres. Su comportamiento era como algo más que amigos, empujándose, arañándose, lamiendo e incluso mordiendo en zonas alejadas de sus cuellos pues, cada vez que alguno se acercaba ahí, se notaba el cambio en el comportamiento gruñendo y volviéndose más agresivo.

— Soy un alfa... — Murmuró Jungkook inmovilizando sus manos cuando el contrario rozó aquella zona vedada entre sus piernas. — Te ayudaré como el alfa que soy, no esperes algo diferente.

— P-Pero eso no me ayudará con la rutina. — Repicaba el contrario restregándose contra su muslo, besando su pecho del mismo modo que era besado.

— ¿Siquiera sabrías qué hacer?

— Es mi primera rutina, no mi primer encuentro sexual. — Musitó liberándose de su agarre, corriéndose de lugar hasta colocarse entre las piernas del pelinegro y perder su cabeza ahí.

Jungkook jamás se esperó ver a un alfa haciendo eso por él, mucho menos que se sintiera tan bien, quizás incluso un poco mejor que en sus experiencias anteriores. Le gustaba su rudeza pero también la forma en que retrocedía cuando era necesario teniendo mejor control de su rutina de lo que parecía mostrar en un comienzo.

Según pasaban los minutos comenzaba a preguntarse si realmente estaba tan desesperado o exageró un poco para que él lo ayudase personalmente. Cualquiera que fuera la respuesta ya poco importaba, todo lo que deseaba era impedirle que se detuviera y continuara devorando su miembro de esa forma tan deliciosa.

— Dientes... — Jadeó cuando sintió su piel ser arañada cuando el contrario succionó su pene con fuerza. — Controla tus caninos.

Taehyung alejó su cabeza, pasando su lengua por los caninos que no había notado debido a su propia excitación. Le gustaba las reacciones que obtenía del otro alfa, sus gemidos, como este se movía contra su garganta o como se aferraba a su moño. El olor que manaba era tan fuerte, tan intenso que quemaba sus fosas nasales. Una mezcla de lavanda y almizcle que hacían sus ojos brillar. Un olor agradable para un alfa, distintivo.

El nardo azul estaba catapultando sus sentidos como un peligroso afrodisiaco junto al fuerte y algo amargo olor del almizcle, sentía que se mezclaba muy bien con su propio aroma. Creaba una sensación de comodidad aún si dejaba de lado la pasión que despertaba, como si lo invitara a quedarse.

Mordió el interior de sus muslo con fuerza y debido a esto, Jungkook tiró con gran fuerza de su moño, juraba que había debilitado por completo su cuero cabelludo con ese jalón pero, aunque le dolió, solo se rió acercándose para besarlo. Surcó entre besos, lamidas y mordidas su pecho de regreso a esa zona que rato atrás estuvo degustando, comenzando a dejar resbalar saliva de más por sus labios, preparando disimuladamente aquella zona aún cuando veía al pelinegro removerse cuando la acariciaba.

— S-Solo será un poco. — Musitó el castaño para evitar que protestara pero cuando elevó su mirada, los ojos del contrario se habían vuelto rojos y su olor comenzaba a fortalecerse.

Jungkook en un comienzo estuvo demasiado perdido para notarlo pero de repente, todo le golpeó de vez. Las feromonas del alfa le estaban afectando demasiado, lo estaba precalentando como si lo quisiera mandar a su propia rutina cuando aún no le tocaba.

— ¡Voy a matarte! — Exclamó Jungkook cuando la invasión en su interior le hizo gruñir y regresar a la realidad. — ¿Te atreviste a entrar?

— Te pregunté, no me respondiste por eso pensé que era un sí. — Contestó moviendo sus dedos sin dejarlo acomodarse. El contrario ahora apretaba su cuello con fuerza pero en vez de hacerlo retroceder, solo se excitaban más mutuamente. — No soy un experto, la verdad es que solo he entrado en un alfa antes pero prometo que tendré cuidado.

— ¿Qué alfa en su rutina tiene cuidado? Más en su primera...

— Yo. — Decretó mirándolo fijamente, callando al contrario que no esperaba esa respuesta. — Me controlaré, si no lo hago, no me defenderé aunque decidas matarme.

— Tú... Juro que te mataré.

— Yo... Juro que no necesitarás llegar a eso.

Era muy idiota, fanfarrón o muy confidente, en cualquiera de los tres casos, Jungkook le creyó. Sería algo de una única vez y nadie se enteraría, ayudaría a calmar la rutina del otro licántropo y evitaría que este siguiera arrastrándolo a otro estro.

Todo comenzó a transcurrir muy rápido, cuando se dejó voltear, no esperó que la lengua del alfa de los Mul tocase ese lugar. Se volteó, lo golpeó y este le regresó el golpe colocándolo en la misma posición, aprisionándolo con sus piernas sobre su espalda mientras permanecía sentado preparando su retaguardia con la lengua. Jungkook se sentía expuesto, no le gustaba esa sensación, era humillante estar así como un omega prácticamente pero, sus batallas mentales comenzaron a desaparecer cuando la incomodidad le dio paso a un placer por primera vez experimentado.

Taehyung no supo cómo logró que el contrario le diera entrada, Jungkook mucho menos entendía cómo se lo permitió. Sin embargo, ahí estaba, completamente adentro de ese alfa que apretaba su cuello con fuerza mientras lo besaba con dificultad debido a su posición. Divino, esa era la palabra que explicaba cómo se sentía estar así para el castaño. Para Jungkook, en un comienzo no fue tan satisfactorio pero a medida que el tiempo corría, comenzó a sentirse sorprendentemente bien.

Los dos se vieron envueltos por gemidos y esos gruñidos de advertencia que nunca faltaron en su encuentro. Embestidas bruscas, marcas en sus pieles imposibles de evitar, mordidas en todas las partes de su cuerpo que pudieran alcanzar menos en el cuello. Ninguno quería arriesgarse a volverse o volver al otro delta, eso sería una gran deshonra para ellos y sus familiares, de ocurrir, sabían que uno de ellos no abandonaría ese lugar, al menos no con vida.

Pero había algo en el peligro que lograba que todo se sintiera mucho más intenso y exquisito. — Me anudas y mueres, Mul. — Avisó Jungkook y por primera vez Taehyung supo que no era una advertencia vacía o que podía ignorarse. Por mucho que se desesperó, no anudó al contrario al llegar. — Me toca a mí y espero la misma colaboración. — Fue lo único que dijo el pelinegro antes de intercambiar posiciones, aferrándose a la espalda ajena mientras lo penetraba una y otra vez sin contemplaciones.

El castaño le dio la misma advertencia pero no era necesaria, él no se atrevería a anudarlo, estaba en mejor control de su persona y lobo en comparación con el novato. Fue interesante la forma en que pudo dejarse ir sin reservas, pudo golpear las nalgas de ese alfa, encajar sus garras, morder su espalda y no recibió queja alguna, solo respuestas acaloradas, gruñidos que iban directo a su miembro o intentos de derrumbarlo para dominarlo. La dinámica era totalmente nueva y novedosa, tanto que lo puso eufórico. Ese alfa desconocido era la causa de esa euforia descontrolada que lo azotó hasta que dejó su espalda completamente llena de sus fluidos.

Así transcurrieron los tres días de rutina que le siguieron no solo a Taehyung, sino también a Jungkook porque su precalentamiento terminó en una rutina impulsada por el otro licántropo. Se curaban sus heridas antes de crear nuevas, se besaban, caían dormidos abrazados y luego alguno despertaba al otro cuando la necesidad volvía a golpearlos.

Al cuarto día cuando Taehyung abrió los ojos en total sobriedad, pudo recapitular la mayoría de los momentos. Sonrió acariciando aquel rostro adormilado y, antes de levantarse e irse, depositó un último beso en sus labios. Cuando llegó a su manada fueron muchas las preguntas que recibió, su madre y élder fueron quienes notaron que había pasado su rutina junto a un alfa, inventando una excusa para su padre y así explicar por qué no llevaba el olor de un omega encima.

Jungkook se encontró completamente solo al despertar y si bien en un principio creyó que el otro había salido a cazar o buscar de beber, pronto se percató que no era el caso y que simplemente había marchado. Recordaba su sonrisa, su olor, sus brillantes ojos azules y partes de su cuerpo pero ni siquiera todo su físico estuvo claro para él por esas pinturas que ni con el sudor desaparecieron. No sabía su nombre aunque no entendía para qué podría necesitarlo, no le importaba.

Eso fue lo que se dijo cuando su padre lo golpeaba y el siguiente mes que transcurrió, sin embargo, terminó sin querer buscando a ese alfa por todos sitios, metiéndose incluso en problemas con la manada Mul por acercarse a su territorio. Nunca volvió a encontrárselo, ni siquiera por casualidad.

No hasta aquella vez en el bosque.

— ¿E-Eras tú? — Indagó y el castaño solo asintió. — Te busqué por años. — Fue lo primero que dijo Jungkook al ver esa sonrisa cuadrada y percibir su aroma, no tenía dudas, ese lobo blanco y aquel alfa que una vez se cruzó en su camino eran la misma persona.

Taehyung abrió sus ojos ante esta confesión porque aún recordaba aquel encuentro. Fue rebelde, todos le dijeron que estaba próximo a presentarse y querían ofrecerle a Jimin pero él se negaba a que su primer encuentro fuera planificado de esa forma, menos con Jimin. Ellos no merecían eso. Recordaba vagamente cómo llegó a aquella casa al costado de la carretera en donde tuvo su primera rutina pero en su memoria seguía grabada la experiencia de su encuentro, el disfrute que ambos experimentaron.

Jamás pasó por su cabeza buscarlo, las razones eran muchas, se sintió como un cobarde por huir de allí sin decirle nada. No sabía siquiera por donde comenzar y, aunque encontró el lugar de aquella casa tiempo después, solo quedaban escombros, nadie que le pudiera decir quiénes fueron los dueños o qué pasó con esa propiedad.

Después, con el paso del tiempo, simplemente lo olvidó o al menos dejó de pensar en ello. Eso fue hasta que lo vio en su oficina, había madurado, era un hombre mucho más fuerte e imponente, no se trataba del adolescente con quien se encontró años atrás pero su olor, la forma de mover sus cejas, su mirada... Fue todo y a la vez nada, simplemente lo sintió.

El líder de los Bul era ese chico con quien pasó su primera rutina, el mismo que había estado a punto de matarlo dos veces ya. Por algún motivo, sonrió nuevamente, lanzándose a sus labios para besarlo, sintiendo la rabia con que esta vez su beso fue respondido. Lo recordaba, el pelinegro se acordaba de él también.

— ¿Q-Qué pasó? — Preguntó confundido cuando su castaña cabellera fue tirada para separarlo. Había roto su labio en ese movimiento pero eso dolía menos que la mirada que estaba recibiendo. — J- Jungkook...

El sonido y vibración de un teléfono interrumpieron sus palabras, sin soltarlo o dejar de mirarlo, el contrario contestó la llamada. Lo vio arrugar su entrecejo y sin decir una palabra, terminó la llamada empujando su cabeza a un lado. Se dirigió a la puerta a gran velocidad, quedándose Taehyung sin saber muy bien qué hacer.

— ¡Jeon Jungkook! — Llamó liberando la mayor cantidad de feromonas que pudo, haciéndolo girar sobre sus pasos e ir a él. — Ay... — Se quejó cuando su rostro fue sostenido con gran fuerza.

— Deja de hacer eso... Cuando un truco se repite muchas veces, pierde su encanto y efecto. — Escupió casi con desdén, empujándolo sobre el sofá antes de salir de aquel reservado en donde la alta música volvía a entrar.

— Mierda...

¿Qué les está pareciendo mi primer Omegaverse hasta el momento? 🙈
LORED

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