¡Saludos wattpaders amantes de la mitología! Esta vez estamos de regreso con la sección de "Las siete maravillas del mundo antiguo".

En esta ocasión, les traemos una edificación muy compleja y hermosa desde el punto de vista arquitectónico: El faro de Alejandría.

La misma ciudad que albergó la célebre Biblioteca de Alejandría vio también levantarse frente a su costa, en la isla de Pharos, el faro de Alejandría.  Se convirtió en una de la grandes referencias para los navegantes del Mediterráneo en la Antigüedad. Debido al lugar donde estaba ubicado, se convirtió en el origen de la palabra 'faro' presente en muchas de las lenguas románicas.  

Esta bella construcción de al menos cien metros de alto tenía como objetivo asegurar que los marineros pudieran avistar el puerto. Antiguamente, se situó en una isla frente a la flamante ciudad de Alejandría, erigida y planeada por el arquitecto Sóstrato de Cnido, bajo las órdenes de Ptolomeo II (conocido como Filadelfo = "El que ama a su hermana").

Esta edificación, se dice, alcanzaba los 134 metros y en su construcción se utilizaron grandes bloques de vidrio que fueron situados en los cimientos para evitar la erosión y aumentar la resistencia contra la fuerza del mar. El edificio, erigido sobre una plataforma de base cuadrada, era de forma octogonal y estaba construido con bloques de mármol ensamblados con plomo fundido. En la parte más alta un gran espejo metálico reflejaba la luz del sol durante el día, y por la noche proyectaba la luminosidad de una gran hoguera a una distancia de hasta cincuenta kilómetros. 

Era una hermosa obra arquitectónica, tanto que Antípatro de Sidón la catalogó como una de las siete maravillas del mundo.

Este faro duró intacto durante muchos años, pero dos grandes terremotos se ocuparon de derribarlo por completo.

Años después, un sultán de Egipto, Qaitbey, empleó los bloques pétreos de las ruinas del faro para recuperar material y reutilizarlo para la construcción de una fortaleza, razón por la cual este faro no existe más en la realidad.

En la actualidad, los únicos registros de su existencia están plasmados en viejas pinturas y relatos de antaño, de historiadores y viajeros que mencionan el trágico destino de este faro.