𝟏.𝟎𝟑; 𝐜𝐫𝐢𝐛

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*。𝐁𝐈𝐆 𝐓𝐈𝐌𝐄 𝐀𝐒𝐒𝐈𝐒𝐓𝐀𝐍𝐓 💿 。˚
003.┊GARITO
Big Time Rush E3 T1

NO ERA MUCHO, PERO ERA SU HOGAR.

El apartamento 3J es donde residía Emily Moore cuando no trabajaba en el estudio.

Su rutina nocturna consistía en un baño caliente y ver un poco un reality show en la tele después de un día de trabajo.

Esa rutina cayó una vez que los chicos se mudaron.

Esta vez la habían convencido para pasar el rato junto a la piscina después del trabajo. Los chicos, en fila, se arrastraron perezosamente hasta el exterior y cada uno se dejó caer en una tumbona.

Emily se quedó en la puerta, observando al equipo de cámaras y los signos evidentes de que se estaba rodando un anuncio junto a la piscina. La productora gritó e hizo que sacaran a los chicos del plató y los llevaran al vestíbulo.

—¿No podías habernos avisado? —preguntó Carlos a Emily, que estaba sentada a su lado en el brazo de uno de los sofás.

—Soy de las que aprenden con la experiencia —respondió ella, con una expresión de diversión en la cara.

—Al menos podemos recargar las pilas en este lujoso vestíbulo —dijo Kendall sonriendo ligeramente, cuando él y sus amigos se dejaron caer en los sofás.

Bitters se acercó, fijándose en los adolescentes que estaban en su vestíbulo.

—Ah —se rió—, los cuatro jugadores de hockey de Minnesota —Un puntero voló hacia su mano, Emily se preguntó de dónde había salido. Bitters empezó a señalar hacia una pizarra blanca que describía las normas del vestíbulo—. Nada de zanganear después de las nueve. Oh, es una pena, las nueve y un minuto.

Bitters echó a los chicos del vestíbulo. Emily pulsó el botón de la tercera planta.

—¿A dónde vas? —preguntó Carlos, viendo sus acciones.

—¿A mi apartamento? —respondió ella, confundida de por qué no estaba claro.

Vio que una bombilla se encendía en los ojos de cada uno de ellos, pero antes de que ninguno pudiera hablar, les cortó el paso y empezó a empujarlos fuera del ascensor cuando éste se detuvo en la planta 2.

—No, no podéis subir —les dijo, empujando a los chicos a pesar de sus caras tristonas.

En su acogedor apartamento, se preparó un baño caliente. Tenía una cocina abierta y un salón de tamaño decente con muebles bonitos, teniendo en cuenta que Gustavo lo paga todo a cambio de un porcentaje de su sueldo.

Antes de que pudiera meterse en el agua y relajarse, llamaron a la puerta. Se puso una bata de baño y fue a abrir la puerta con vacilación, preguntándose quién podría estar allí tan tarde.

Una fuerza procedente del otro lado empujó contra ella y la puerta se abrió de golpe, tirando a la chica hacia atrás.

—¿Puedo ayudaros? —remarcó al ver que los cuatro chicos se invitaban ellos solos a entrar.

—Bonito apartamento —dijo Kendall en voz alta, mientras los chicos miraban a su alrededor.

—Bonita bata —comentó James, sonriendo pícaramente. Ella se limitó a poner los ojos en blanco, mientras los chicos encontraban su sofá y se colocaban en él.

—Estaba a punto de darme un baño, así que ¿os importa? —preguntó ella retóricamente. Logan negó con la cabeza mientras Carlos empezaba a pasar los canales de televisión.

—¡No, no nos importa!

Suspirando, Emily caminó de nuevo hacia la puerta y la abrió, haciendo un gesto a los chicos para que se largaran.

—Iros.

Una vez más, los cuatro chicos salieron perezosamente por la puerta en contra de sus deseos. Una vez todos fuera, Logan se giró sobre sus talones para protestar, pero Emily le había cerrado la puerta en las narices.

—¡Nos vemos por la mañana! —gritó a través de la puerta, cerrándola con llave, y se dirigió al baño para olvidar todo el estrés del día.

Al día siguiente en el trabajo, Emily fue sacada bruscamente de la cabina de sonido y puesta en la larga mesa de reuniones junto a la banda y Gustavo frente al equipo de Griffin.

Una mujer empezó a describir una "Casa Para Adolescentes", que realmente llamó la atención de los chicos. Estaba llena de tecnología, juegos y un tobogán.

—Mola, ¿eh? —Griffin asintió a los chicos, que sonrieron y asintieron. Griffin se dirigió hacia uno de sus agentes/ayudantes—. Pon uno en mi despacho.

—Griffin, no sé de qué va esto, pero tengo que trabajar con mis perros en las armonías a fondo —le dijo Gustavo, que no había mencionado por qué estaban allí.

—Cambio de planes —respondió él—. Nuestro fundador japonés, el señor Fujizaki, quiere cerrar la división de música —les contó, sembrando el pánico entre los únicos adultos de la sala—. Pero tus chicos le harán cambiar de idea.

—Queremos vivir ahí —dijo Kendall de repente, señalando hacia el dibujo del proyecto.

—Sí... —contestó Griffin—. Durante dos horas. Mientras grabamos un vídeo de promoción de los productos de RCM/CBT/Global Net y Sanyoid, eso demostrará a Fujizaki que nuestras futuras estrellas son perfectas para vender sus batidoras, sus teles de plasma, y sus sistemas de defensa antimisiles.

Sobresaltando a Emily que estaba delante, levantó rápidamente la mano.

—No les darás un sistema de defensa antimisiles, ¿verdad? —aclaró, ganándose las miradas de los chicos que hablaban, pero ella estaba preocupada por la seguridad del mundo.

—Claro que no —respondió Griffin, calmando sus nervios—. No pegan con el tono de la habitación. Ah, y quiero entrevistas. Por qué les gusta cantar, por qué lleva ese casco, y por qué les encantan los videojuegos, los toboganes industriales de RCM/CBT/Global Net y Sanyoid, y el nuevo microportátil XZ5. Mira qué pequeñito.

James golpeó la mesa con la mano.

—Podríamos llevar bandanas. Como rasgo distintivo. Bandanas —propuso él moviendo la mano en el aire de un lado a otro despacio, dramáticamente, provocando una burla mental de la asistente cerca de él.

—Griffin, no puedes seguir entrando en mi estudio a diario e interrumpir su adiestramiento —protestó Gustavo.

—Sí que puedo —replicó él—. Haced las entrevistas junto al agua. Fujizaki cree que el agua da suerte. Es un tío raro.

Kelly, que había estado tomando notas todo el tiempo, tomó la palabra:

—Pero quiere que canten en la casa para adolescentes.

—Exacto. Y lo necesito en dos días, o la división musical desaparecerá —dijo Griffin, haciendo que se les cayera la mandíbula a los del otro extremo de la mesa—. Divertíos mucho —Se marchó sonriendo, sin darse cuenta del estrés innecesario que les había generado.

—A ver, construiremos el garito en el Estudio A. Y buscaré una playa para las entrevistas —le dijo Kelly a Gustavo.

—Yo puedo hacer unas llamadas y buscar un director conocido —dijo Emily, levantándose dispuesta a ponerse a trabajar.

—Soy un director conocido —replicó Gustavo, como siempre gritando—. Lo haremos todo aquí, es más rápido, más fácil, y más barato. Tú —Señaló a la diseñadora—, te enseñaré dónde vas a construir esto —informó, llevando a Kelly y a la diseñadora al Estudio A.

—Así que, ¿yo no tengo responsabilidades, entonces?

A la mañana siguiente se presentó en el trabajo y se encontró con Gustavo practicando su toma delante de una horrible playa como telón de fondo y una falsa gaviota volando por delante colgada de una cuerda.

—¿No pensarás grabar con esto? —le dijo Kelly a Gustavo.

—Claro que sí.

—Fujizaki verá que el agua es de mentira —Señaló, llamando la atención de la joven ayudante, que se acercó de un salto.

—Pero la gaviota parece real, ¿no? —bromeó, ganándose una fulminante mirada de su jefe.

—Fujizaki tiene 200 años. Sólo sabe qué yogurt le gusta. Y, por cierto, ¡yo mando aquí!  —les gritó Gustavo a las chicas.

—Mira, ya tenemos el equipo y la playa es gratis, así que ¿qué hay de malo en una pequeña excursión? —señaló Emily, mientras Kelly obligaba a Gustavo a mirar fotos de la playa.

Los chicos se acercaron a ellos. Sin levantar la vista del teléfono, Gustavo les tendió la mano

—Alto. Quietos. Hablad —les ordenó, como si literalmente fueran perros.

—Traemos fotos de la piscina del Palm Woods, es la mejor piscina del mundo, y el agua trae suerte —les dijo Kendall, entregándoles unas fotografías recién impresas de ellos junto a la piscina—. Es perfecta para las entrevistas.

—Directores conocidos ruedan allí continuamente. ¡Mi tobogán! —habló Carlos, ganándose una colleja de James, que no pasó desapercibida para Emily.

—Oh, los perros han decidido dirigir mi vídeo. Os diré cómo funcionan las cosas aquí. Vosotros sois los perros, y yo el adiestrador. Ahora, sentaos —ordenó Gustavo, haciendo que los chicos se quedaran como estaban, de pie—. No os sentéis —ordenó otra vez, en un intento de dejar claro su punto de vista.

Los chicos sonrieron y se sentaron en el respaldo del sofá. Emily esbozó una sonrisa divertida y Gustavo se llevó las manos a las sienes, frustrado.

—La piscina es perfecta. Y está cerca, podrás volver aquí a las tres y rodar el videoclip en el garito adolescente —le dijo Kelly a Gustavo, poniéndose al lado de los chicos.

—¡Haréis lo que yo diga, y yo digo que no! —Para entonces, Emily se había dado la vuelta hacia el telón de fondo y había pateado un soporte— ¡No, no! —Todo el decorado se vino abajo con un estruendo, dejando sólo a un hombre subido a una escalera que sujetaba en alto con un palo y una cuerda atada a él el pajarraco de mentira.

Kelly y los chicos se rieron en silencio de las acciones de Emily. Gustavo permaneció en silencio y se volvió hacia el grupo:

—Haremos las entrevistas en el Palm Woods.

Kelly y él se marcharon para reubicar al equipo. Los chicos, en un movimiento astuto, chocaron los puños y las manos.

Emily, eligiendo a Carlos debido a su extraño comportamiento, lo detuvo.

—Carlos —llamó, haciendo que el chico se volviera con los ojos muy abiertos—. ¿Quieres decirme qué está pasando?

Se tropezó con sus palabras y tartamudeó hasta que sus amigos le apartaron de Emily, hablando por encima de unos y otros e inventando excusas obviamente falsas por el comportamiento de Carlos.

Fuera, en la piscina, Emily se quedó apartada, vigilando a los chicos que estaban sentados, listos para salir, en sus sillas.

No empezó a sospechar hasta que Camille se acercó a conversar con ellos, vestida con un traje pantalón. Los demás se dispersaron y se marcharon cuando Gustavo llamó a James para que fuera el primero.

Mientras era retocado por las maquilladoras, Emily se acercó a él.

—¡Hola, James!

Era la primera vez que le hablaba gratamente.

—Eh, hola —respondió él, pillado por sorpresa por la repentina formalidad.

Ella puso una dulce sonrisa en la cara.

—Si terminas esto pronto, ¿quizá tú y yo podríamos ir a tomar un café juntos hasta que grabemos el videoclip? —preguntó, sabiendo perfectamente que él haría cualquier cosa con tal de salir con ella.

James empezó a tartamudear y se tomó un momento para responder:

—¡Eh, claro! —aceptó, poco convencido.

Él se encaminó rápidamente para sentarse junto a la piscina y comenzar la entrevista.

—Quítate la bandana —le dijo Gustavo. James sonrió, quitándose la bandana para revelar otra debajo—. Quítate esa bandana —Una vez más, apareció otra bandana, haciendo que Gustavo empezara a gritar.

Dos horas más tarde

James no había hecho nada utilizable para el vídeo.

James Diamond se daría prisa en pasar esa entrevista como un profesional para salir con Emily Moore, excepto, por supuesto, si un plan dependiera de que entretuviera para hacer tiempo.

Tras otro intento evidente de hacer tiempo, Gustavo empezó a gritar y a perseguir al chico alrededor de la piscina.

Poniendo los ojos en blanco, Emily se dirigió al ascensor para buscar a los otros chicos y averiguar qué estaban tramando.

Se cruzó con un Bitters igualmente molesto en el vestíbulo que sostenía una patata frita con ketchup.

—¿Jugadores de hockey? —preguntó él.

—Por supuesto —respondió ella, de pie frente al ascensor con él, de brazos cruzados, esperando a que se abrieran las puertas.

Una vez que lo hicieron, ahí se encontraban Kendall y Logan, que gritaban de terror y tenían una raya negra pintada en cada mejilla.

—¿Por qué las Jennifers están poniendo perdido de ketchup mi Palm Woods? —preguntó él, con la patata bañada en ketchup en alto.

—¡¿Las Jennifers están metidas en esto?! —exigió Emily ante la repentina noticia de que los chicos habían metido a sus amigas más íntimas en el plan diseñado para engañarla.

Gustavo se acercó por detrás, robó la patata frita de la mano de Bitter y sacó a los dos chicos de los ascensores, arrastrándolos fuera.

—¡Perros, entrevistas, ahora!

Emily se apartó para respirar hondo, frustrada y francamente dolida por la situación.

Cuando fue a volver a salir a la piscina, chocó contra el pecho de un hombre más alto. Un hombre cubierto de bandanas.

—¡Ah! —gritó él, dando un paso atrás ante la colisión.

—¿James? —preguntó Emily, con severidad.

Él tosió.

—No, soy Bandana Man —mintió James, poniendo la voz grave.

—¿Creéis que soy tan estúpida? —preguntó, ignorando el patético intento de engañarla.

—No, nunca pensaríamos eso —le aseguró James, dejando caer la fachada.

—Entonces explícame qué está pasando.

James permaneció en silencio. Emily, asintiendo para sí misma, pasó junto al chico y salió a la piscina justo a tiempo para que Gustavo empezara a gritar.

Los chicos manipularon la situación y a todo el mundo para que el garito pudiera construirse en su apartamento. Gustavo no había parado de gritar en todo el camino hasta allí.

El equipo, Kelly y todo el mundo se quedaron parados mientras los chicos y Katie jugaban emocionados en el nuevo apartamento.

—Ha quedado genial, ¿eh? —le preguntó la diseñadora a Gustavo, contenta con su duro trabajo.

—¡Está precioso! —respondió Kendall, jugando al juego de hockey en el centro de la habitación.

Carlos y Katie empezaron a gritar, bajando juntos por el tobogán en espiral.

Gustavo se volvió hacia Kelly, desesperado por encontrar una solución.

—No hay tiempo para llevar el decorado al estudio —le dijo ella con pesar, negando con la cabeza.

Él no podía hablar, sólo dejaba escapar varios gemidos y sonidos de frustración y estrés.

—Y tenemos que grabar este videoclip ahora, de lo contrario, estaremos los tres en el paro —mencionó Emily, con desagrado ante la estafa que podría haber salido mal y haber arruinado su carrera.

Gustavo, gruñendo, se adelantó con paso airado y agarró a Kendall por los hombros.

—¡Luces, cámara, acción!

El videoclip terminó. Los chicos cantaron y actuaron Big Time Rush en la Casa Para Adolescentes.

—¡Corten! ¡Editadlo! ¡Y fuera el decorado! —gritó Gustavo.

En cuestión de segundos, la gente salió del apartamento y empezaron a derribar el lugar que tanto les había costado a los chicos conseguir. A pesar de sus protestas, los trabajadores siguieron llevándose su nuevo apartamento.

—Oh, disculpad, —les dijo Emily sarcásticamente— perros, ¿creíais que os ibais a quedar con todo esto? —preguntó con dureza, utilizando el término que sólo usaba Gustavo para llamarlos.

Gustavo se echó a reír, victorioso ante la misión fallida de los chicos.

—Los perritos creían haber engañado al perrazo —les dijo Gustavo, de pie junto a su ayudante. Entonces empezó a ladrar y Emily tuvo que poner una cara fuerte y apartarlo de los chicos.

Todo había desaparecido. Empezaron a colocar los muebles asquerosos y a repintar las paredes.

Cuando todo desapareció y la habitación quedó restaurada, los chicos se desplomaron en el sofá roto, con Emily, Gustavo y Kelly de pie ante ellos.

—Pero, he de confesar que hoy habéis hecho cosas muy buenas —les felicitó Gustavo.

—Lo único que importa es lo que Fujizaki piense mañana —le dijo Emily, antes de darse la vuelta y salir e ir hacia su apartamento para relajarse en un baño caliente antes de que el videoclip fuera presentado delante del fundador de la empresa.

Parcialmente un videoclip, parcialmente una entrevista, el vídeo se reproducía en un monitor ante Fujizaki, que, efectivamente, era muy viejo y apenas podía mantenerse recto.

A un lado de la pantalla estaba la banda y al otro Emily junto con los adultos, mirando de un lado a otro para ver la reacción de Fujizaki.

Mientras veía el videoclip, Emily disfrutaba en secreto. Le encantaba lo auténticos que eran los chicos.

Terminó y todas las miradas se dirigieron al anciano.

—Me caen bien.

La sala se llenó de vítores. Emily chocó los cinco con Gustavo y recibió un abrazo por detrás de Kelly.

Los chicos dieron las gracias a los hombres de negocios que empezaron a marcharse mientras los demás se quedaban atrás para ver la reacción de Griffin.

—Nunca le había visto emocionarse. Y es la primera vez que le he visto moverse —les dijo Griffin. Puso una mano en el hombro de Gustavo—. Te has portado bien, Gustavo —Le agarró la cara con ambas manos y acercó la suya—. Buen chico —Como si fuera un perro, le dio una palmadita en la cabeza y se marchó enseguida con su equipo.

Gustavo, Emily y Kelly se giraron y se acercaron a los chicos.

—Bueno, hoy hemos aprendido un montón, ¿verdad? —preguntó Kendall, con una gran sonrisa, sabiendo todos los chicos que a pesar del final feliz, Gustavo seguía sin estar contento con ellos—. Tú has hecho unas cosas. Nosotros otras.

—¡Diez horas de harmonías! ¡Sin descansos! ¡Fuera de aquí! —gritó Gustavo.

El grupo, con las cabezas gachas, marchó perezosamente hasta el estudio y Gustavo se giró hacia Emily.

—Tú. Vete a casa —le dijo, haciéndola mirar dos veces. Ella nunca había salido temprano.

—¿Perdona?

—Buen trabajo, ahora vete —respondió, con la expresión que pone cuando quiere ser amable pero no sabe cómo expresarlo. Emily sonrió para sus adentros, se echó el bolso al hombro y salió del estudio.

Las Jennifers y Camille se disculparon por participar en el plan diseñado para embaucarla.

Emily, incómoda con la confrontación, le restó importancia, explicando que no puede evitarlo si los chicos les ofrecen un trato.

Estaba acurrucada en su sofá cuando recibió un mensaje de Kelly para quedar en la segunda planta del Palm Woods.

Salió del ascensor, encontrándose con ella y Gustavo.

—¿Qué ocurre?

—Les hemos devuelto el garito a los chicos —explicó Kelly, sonriendo mientras le daba un codazo a Gustavo para que él también fuera agradable.

Un estallido de gritos y entusiasmo llegó del final del pasillo, concretamente del 2J, la residencia de los chicos.

Emily siguió a sus dos jefes al apartamento abierto.

—Ay... —anunció Gustavo al entrar, haciendo que los chicos se dieran la vuelta—. Hoy habéis hecho un buen trabajo —les dijo, de la misma manera que le había dicho antes a Emily que se fuera a casa.

—Es alucinante —le dijo Kendall.

—Esto es un hueso —le corrigió Gustavo, quitándose las gafas de sol—. Hoy me he dado cuenta de que... si quieres adiestrar perros como es debido, debes darles una galleta de vez en cuando. Así que, disfrutad la galleta. No habrá más.

—Hemos perdido un día de ensayo por culpa del videoclip, os veo en el estudio a las siete de la mañana —dijo Kelly, señalando a los chicos y a Emily, que simplemente asintió, haciéndole saber que estaría allí.

—Iremos, no te preocupes —respondió Kendall por los cuatro.

—¡Os prometemos que no habrá más sopresas! —prometió Carlos antes de que unos golpes en la pared detrás de ellos cobraran vida.

Todo el mundo se quedó mirándola y una figura la atravesó, siendo reconocida como la del señor Bitters.

Sin decir nada, enseguida se dio cuenta del cambio que había sufrido la habitación.

—Habéis alterado la habitación. Habéis dejado deshecho el apartamento. No habéis cumplido el contrato —les dijo a los chicos, alterado, distrayéndose brevemente con el tobogán, sonriendo un poco—. Vaya, cómo mola el tobogán. ¡Quiero veros fuera de aquí mañana!

Kelly suspiró, abriendo su talonario de cheques.

—¿Qué tal otros mil por los gastos de remodelación? —preguntó, arrancando el cheque del talonario y tendiéndoselo al hombre.

—Bienvenidos al Palm Woods, que disfrutéis —dijo Bitters a la sala antes de marcharse, entusiasmado con el dinero que había reunido en el día.

Los chicos volvieron inmediatamente al juego en el centro de la habitación.

—Te caen bien —comentó Kelly, sonriendo a Gustavo—. No son como el resto de los grupos que has producido.

—Son perros, los estoy adiestrando —le corrigió Gustavo, poniéndose otra vez las gafas de sol y saliendo del apartamento, seguido por una divertida Kelly—. ¡No me caen bien! —lo oyó gritar Emily en el pasillo.

Ella permaneció en la habitación, los chicos se miraron, dejaron de jugar y se acercaron a la chica.

—¿Lo metisteis en el armario de los trastos? —preguntó, en cuanto estuvieron cerca.

—Fue Bandana Man —la corrigió Logan, señalando con la cabeza a James.

—Ah, sí, él y yo nos conocimos hoy —contó sarcásticamente a los chicos, echándole una mirada a James.

—¡Oye! No te encerré en un armario, ¿verdad? —replicó James.

—No —interrumpió Kendall—. Pero te mentimos, y nos metimos con tu trabajo, y lo sentimos —se disculpó por todos, y los demás asintieron con la cabeza y le dirigieron miradas sinceras.

A Emily le encantaba recibir disculpas, pero sólo si ellos supieran que no puede permanecer enfadada con nadie. Pero ellos aún no lo sabían.

Emily, con ganas de sacarles algo más, aprovechó el drama y se quedó callada.

—Em, por favor, lo sentimos mucho —le dijo Logan.

—A partir de ahora, siempre te ofreceremos un lugar en nuestros planes —prometió James.

—¿Qué podemos hacer para que te volvamos a caer bien? —Carlos hizo la pregunta de oro.

Sonriendo, Emily respondió:

—Una taza de café cafeinado y quiero tirarme por el tobogán.

Todos los chicos se sonrieron.

—¡Hecho!

Logan corrió a preparar el café, mientras Carlos la guiaba hasta el tobogán.

Su cuerpo se deslizó por el tubo, con una sonrisa de felicidad en la cara al llegar al fondo.

Katie, la hermana de Kendall, se acercó a ella.

—No estabas realmente tan enfadada, ¿verdad?

—Claro que no —contestó Emily, adorando cómo Katie era más lista que los chicos—. Pero ahora tengo café.


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