Capitulo Único

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¡HOLA A TODOS! Esta pequeña historia me surgió mientras intentaba proseguir con el capitulo de otra de mis historias cleon "COMO EN RACCOON CITY..."
Espero que la disfruten, es corta pero me pareció lindo compartirla con ustedes.
Acepto todo tipo de criticas y siempre muchas gracias por leerme😍⭐
Me encanta poder compartir mi fanatismo por esta pareja con ustedes. ¡Saludos! Los leo...

Bitácora de una familia - Oneshot

Hace exactamente 5 años sus vidas habían cambiado para siempre, habían dado un giro de 360 grados sin posibilidad de volver a lo que eran. Después de Raccoon City decidir hacia donde irían sus caminos no fue sencillo, pero de algo si estaban seguros, continuarían juntos. A su corta edad Claire y Leon, sin saberlo, habían asumido la mayor de las responsabilidades, hacerse cargo de la vida de otro pequeño ser, Sherry.

De ninguna forma iban a dejarla atrás, no sabiendo por todo lo que la pequeña había pasado, lo que sus padres le habían hecho. No podían abandonarla, no ellos también.

La noche siguiente de escapar de la ciudad la pasaron en un pequeño y modesto motel abandonado, al menos ahí podrían estar seguros y pensar en su siguiente paso.

- ¿Qué haremos ahora? – preguntó Claire mientras se disponía a curar el hombro de Leon – No podemos dejarla sola – agregó la pelirroja mientras ambos dirigieron su mirada a la cama donde esta descansaba.

- ¡No lo haremos, eso no es una opción! La pregunta es ¿Qué harás tú? ¿Nos dejaras, Claire? – preguntó el rubio inquisitivamente y atento a las palabras de la joven.

- Pues, ahora todo ha cambiado. Pero también está mi hermano... – respondió dejando el botiquín de lado y sentándose junto a Leon, el tomo su mano suavemente, sin invadir demasiado su espacio.

- Lo solucionaremos, pero juntos, si estamos juntos todo saldrá bien – la ánimo el rubio mientras ella le dedicaba una pequeña sonrisa.

- ¡Somos buen equipo! - agregó ella sin dejar de verlo a los ojos.

- Si, lo somos y al parecer, ahora una familia – y ambos se sonrieron porque así era, ahora tenían esa pequeña que les había insinuado una posible adopción.

La pequeña rubia se había encariñado mucho con ambos, los dos habían dado su vida por sacarla de allí sin importa qué. Ella había visto en la joven pareja, la potencialidad de dos padres que podrían amarla y darle todo lo que no habían podido sus padres biológicos, aun a sus cortas edades.

Ambos intentaron recostarse y descansar un poco, pero las pesadillas no se hicieron esperar, atormentándolos a penas sus ojos estuvieran cerrados.
No fue hasta que el sol comenzó a ponerse que unas cuantas camionetas negras, muy parecidas a las utilizadas por el gobierno para transportar a senadores y presidentes llegaron al motel.

La pareja se levantó de golpe y tomaron sus armas respectivamente, Leon ordenó a Claire que tomará a Sherry en brazos y se ocultaran mientras el averiguaba lo que sucedía. Un grupo de agentes muy bien parecidos se encontraban en la puerta de la habitación, era el gobierno de los Estados Unidos que venía a buscarlos, para ponerlos bajo custodia preventiva debido a lo ocurrido con el virus en Raccoon City. Ambos se opusieron, sobre todo, cuando dos agentes quitaron a Sherry de los brazos de la pelirroja, quien se aferraba a ella como el más preciado tesoro que poseía.

- ¡Claire, Leon... no dejen que me lleven! ¡No lejos de ustedes! – gritaba la pequeña en medio de lágrimas y desesperación, lanzando sus brazos hacia la pareja de jóvenes que eran detenidos por más agentes e intentaban zafarse de ellos.

- ¡No te preocupes, pequeña! Iremos por ti. – le gritaba Leon – ¡Te lo prometemos! -

Y fue lo último que Sherry pudo escuchar de ellos porque la metieron en una camioneta y se la llevaron. Claire derramo un par de lágrimas, no era una persona que llorara, pero esa pequeña se había colado en su corazón de una manera muy particular. Y cierto policía rubio también.
Leon puso su mano en la espalda de ella y susurro un par de palabras que los agentes no oyeron, donde le decía que la encontrarían y no la dejarían ir más. Pocos minutos después de que le explicaran lo que posiblemente serían sus próximos años de vida, se los llevaron del lugar. Leon no se despegó de Claire en ningún momento, ella agradeció el gesto porque realmente temía por el futuro de ambos ahora. Iban aferrados de sus manos, como si la persona que tenían al lado fuera lo único real y seguro en lo que podían confiar. Y, a fin de cuentas, así era.

Después de aquella noche todo se volvió difícil para ambos, les ofrecieron trabajar en el servicio secreto de los Estados Unidos, se los entrenaría como tal para estar al nivel de los demás agentes que la agencia poseía, si bien ellos no eran simples civiles, ya que ambos poseían un poco de conocimiento al respecto. Necesitaban de la experiencia que habían vivido aquella noche y además guardar como un secreto de estado las fallas que el gobierno había tenido.
En ese momento solo pensaban en Sherry, en como recuperarla y les dijeron que quizás después de un tiempo podrían verla si aceptaban el trabajo. No tuvieron demasiadas opciones ni tiempo como para decir asique basto con mirarse a los ojos entre en ellos para saber que habían tomado una decisión sin siquiera tener que decirlo.

Así pasaron cerca de dos años, donde tuvieron que luchar y ganarse el puesto. Pero su única motivación real era Sherry. Claire se enteró por fuentes no oficiales que su hermano estaba a salvo y había comenzado a trabajar en la B.S.A.A, él se había enterado de su situación apenas había llegado de Francia, pudo visitarla en ocasiones programadas hasta que ella tuvo la libertad de vivir su vida. Rarísimas eran las ocasiones donde se los dejaba ver a Sherry, como recompensa siempre de alguna misión exitosa.

Cualquier que veía sus reuniones podía decir a ciencia cierta que parecían una familia, pues si uno prestara atención, Sherry llevaba su cabello rubio que bien podía haber sido heredado por Leon mientras que sus ojos eran azules, muy parecidos a los de la pequeña Redfield. En cada encuentro que tenían los abrazos y las promesa de volver a estar juntos nunca faltaban, pero la peor parte era la de despedirse, cuando un médico les pedía que se retiraran porque ya había acabado el horario de visitas. Sherry se sujetaba con todas sus fuerzas a Leon y viceversa, envueltos ambos por los brazos de Claire. Parecían una familia.

El rubio la calmaba y secaba sus lágrimas, lo rompía dejarla en ese estado cada vez que se iban, sobre todo porque nunca sabían cuando seria la próxima vez. Pero eso no era todo, cuidar de Claire en el después de las visitas era un desafío, ella no era bien conocida por aceptar ser protegida cuando estaba vulnerable, pero en las raras ocasiones que así sucedía, era solo porque esa persona era Leon.

- ¡Claire debes comer algo! – suplicó el rubio mientras ella solo miraba por el ventanal de su hogar mientras veía como la lluvia se golpeaba contra él.

- ¡No puedo! Necesito a Sherry conmigo – le insinuó cabizbaja la joven.

- Te prometo que la tendrás, pero necesito que te cuides, tenemos misiones y no quiero perderte, amor – le respondió alzándole la cabeza de Claire, tomándola por el mentón y haciendo que la mirase a los ojos. Ella lo hizo, busco sus labios y deposito un tierno beso en ellos para luego buscar refugio en sus brazos.

- No lo harás, ni yo quiero perderte ¡Te amo!  – le respondió sin quitar la cabeza de su pecho.

- ¡Tú tampoco, yo a ti! pero ahora come – le ordenó y a la pelirroja le causo risa la insistencia.

En ese lapso, tanto Leon como Claire se volvieron inseparables, sin saber ellos como, comenzaron una relación que funcionaba bastante bien teniendo en cuenta las circunstancias en las que había comenzado. Eran muy diferentes el uno del otro, pero eso los hacia complementarios entre sí. Como equipo en el campo eran excepcionales y eso se dejaba ver en las muchas ocasiones en las que marchaban a misiones en el extranjero, las habilidades tácticas de uno coordinaban a la perfección con las del otro, era indiscutible lo eficaz que resultaba su combinación. Y para ellos, era prácticamente imposible verse cruzando el infierno con alguna otra persona.

- ¿Con un novato? – puso el gritó en el cielo Chris al enterarse de que su hermana salía con Leon. Este último rodo los ojos.

- ¡Ya calla, Chris! Soy mayor, yo quiero esto y ese novato me salvo la vida – lo reprendió su hermana.

- ¡Buuuuff! – se quejó este – Bueno, pero tu Kennedy, a la primera lagrimas veras como es bajar de las montañas Arklay rodando – lo amenazó señalándolo con el índice a la par que Jill se cubría el rostro con su mano. Chris siendo Chris, eso no cambiaría, pero en el fondo sabía que Leon era una excelente opción.

Dia tras dia, ambos fueron creciendo juntos en el campo de lo personal y laboral, ya no eran aquellos jóvenes inexpertos que recién salían al mundo. Eran agentes bien entrenados y claramente expertos en el tema. Habían entregado su vida para terminar con el bioterrorismo, para que no haya más Sherry en el mundo, pero claramente esa guerra estaba lejos de terminarse.

Cuando pudieron ahorrar lo suficiente para irse de las instalaciones del gobierno, consiguieron un bonito departamento, era amplio, con dos habitaciones porque el objetivo era claro, querían a Sherry de nuevo en sus vidas. La cocina y el comedor eran bastante amplios y poseía un extenso ventanal que dejaba apreciar la ciudad de Washington en todo su esplendor.

Para estas alturas ya tenían más la mitad del camino recorrido, ahora faltaba el paso más crucial de todos y ese era conseguir la tenencia de Sherry. Esto fue muy difícil, ya que el estado no creía que ellos pudieran hacerse cargo de la pequeña como deberían, pero la realidad era otra, los científicos solo querían poder experimentar con ella sin restricciones, no les preocupaba realmente la vida de la niña. En cambio, la pareja de agentes quería darle todo y un poco más.

Después de varias citaciones y encuentros con los directivos de la agencia, científicos y el mismísimo presidente, llegaron al acuerdo de darles la tenencia a la pareja. Durante el proceso no se les permitió ver a la pequeña, conflicto de intereses le llamaron. Asique esto hizo que el proceso sea aún más duro de lo que se suponía.

Las puertas de la habitación de Sherry se abrieron y un par de médicos ingresaron en ella.

- ¡Te vas niña! – le aviso uno de ellos. La pequeña no entendía nada.

- ¿Qué? ¿A dónde? … no puedo irme sin que Claire y Leon lo sepan – espetó la rubia

- Pues, precisamente con nosotros te iras – anunció la pelirroja ingresando a la habitación vestida con un pantalón de vestir negro, botas caña alta negras y una blusa color borgoña que se ajustaba a la perfección a su cuerpo mientras iba tomada de la mano de un despampanante rubio cenizo también vestido de pantalones de vestir negros con una camisa azul que combinaba bien con su tan natural personalidad estoica.

- ¡Mamá, papá …! – gritó Sherry y se abalanzo sobre ellos. Fue recibida con los brazos abiertos y las lágrimas no se hicieron esperar. Pero esta vez, eran lágrimas de felicidad.

Esa pequeña les había dado más de un motivo para continuar, no podían tenerla lejos de ellos. Salieron de las instalaciones tomados de las manos como aquella vez, hace dos años cuando salieron de Raccoon City después de haber vivido la que sería una de las experiencias más traumáticas de sus vidas. Porque como mencione antes, esto recién empezaba.

Al llegar al departamento, la guiaron a su nueva habitación, donde pasaría los mejores años de su vida. Con padres que la querrían.

- ¿Esto es para mí? – preguntó incrédula la niña, girando sobre sus propios pies hasta acabar de frente a la pareja. La habitación estaba pintada en tonos blancos y grises, una combinación muy sutil y elegante. El empapelado que había simulaba unas montañas y un par de árboles, muy similares a las montañas Arklay. Ellos querían que, a pesar de todo, Sherry siempre supiera de donde provenía, sus orígenes. La cama estaba en el suelo con un acolchado a juego, y almohadones que tenían su nombre, el dibujo de pinos y un mapache. Con una estructura de madera que simulaba una casa, con una caída de tela gris con pequeñas luces de estrellitas. Todo era delicado, elegante pero sencillo como la niña.

- ¡Siii! Te lo mereces todo, Sherry – le contestó Leon poniendose a la misma altura de los ojos de la pequeña que le estaba dedicando la más brillante y amplia sonrisa que él había visto en esos 23 años.

- Y hay algo más aun … - insinuó Claire trayendo entre sus manos un pequeño cachorro, un Golden retriever.

- ¡Wooow! ¿Qué? – se asombró y corrió a acariciar al perro, ante la sonrisa de sus mayores.

- Todo tuyo, es hembra. Deberás pensar un nombre – le informó el agente, sentándose en la cama donde la pequeña se había sentado minutos antes. Mientras que Claire se sentó en su otro costado.

- Fue difícil conseguir un loro – agregó Claire alzando sus hombros y recordando la inusual petición de Sherry, causando que padre e hija se rieran ante el comentario.

- Quiero ponerle Cleo – dijo sin dudarlo la niña mientras acariciaba al pequeño cachorro con emoción - ¡Gracias papas! -

- ¿Cleo? – preguntó dudoso Leon mientras alzaba su ceja y miraba a su pareja.

- Es la combinación de sus nombres – respondió segura y orgullosa. – las personas que más me importan-

Este gesto hizo que Claire derramara un pequeña lagrima de felicidad y Leon como siempre Leon, se la seco para luego atraer a sus dos mujeres en un tierno y largo abrazo.

- ¡Las amo! – espetó Leon sin dudar, besando la mejilla de ambas.

- ¡Nosotras a ti! – respondió Claire y Sherry asintió.

Sus vidas habían retomado un poco de la normalidad que Umbrella les había quitado, Sherry aun no era libre de decidir ni ellos sobre ella en cuanto a dejar las instalaciones, pero al menos podían estar con ella cuando luego de los miles de análisis, ella se sentía un poco mal por los medicamentos que le administraban. Estar ahí como los padres que eran, sostener su mano cuando las náuseas o vómitos se apoderaran de ella sin remedio, contarles un cuento y calmar sus pesadillas en las noches. De las cuales, cabía destacar, que ni ellos habían podido deshacerse.

En las muchas veces en las que ellos tenían que irse de misión a algún país en conflicto, Hunnigan una nueva amiga que habían hecho, cuidaba de ella. Sherry era un poco resistente a las nuevas personas, pero consideraba que todos los que eran amigos de sus padres, eran confiables. Ya que ellos no se daban con cualquier persona, estas pasaban por una estricta evaluación antes. Y aún más, si estas personas tendrían contacto con su hija. Y despedirse de ella, era siempre la rutina.

- Sherry, debemos irnos a una misión, pero volveremos – le insinuó su padre acomodando un mechan de cabello rubio detrás de la oreja de la niña.

- ¡Prométanlo! – pidió la pequeña ofreciéndole un meñique a cada uno de sus padres.

- ¡Siempre! – dijeron al unísono y aceptando el meñique, cerrando el trato.

- ¿Qué te decimos siempre, hija? – preguntó Claire.

- ¡Que yo soy su todo, su punto de partida! Y que ustedes siempre van a venir a mi sin importar que – respondió Sherry, ese era el lema que sus padres le repetían a diario.
Luego de eso se abrazaban, le recitaban un par de advertencias que la pequeña sabía de memoria y pedían que no enloquezca a su tía. Hunnigan y Cleo la acompañaban en esos días.

Y así fueron sumando años como familia, no siempre era fácil y como toda historia tenía su lado oscuro, había discusiones, amarguras, desgracias y hasta incluso habían llegado a desconfiar el uno del otro. Pero no porque así lo creyeran, sino que las situaciones así lo hacían parecer.
Sherry iba creciendo y para ese entonces ya tenía, cerca de 16 años, y con esos años llegaba la tan preciada adolescencia y millones de preguntas. No se habían tenido que enfrentar a esto hasta que la rubia apareció un dia, envuelta en enojo y rabia. Sus padres no comprendían exactamente el motivo de esto.

- ¡Sherry, abre esa puerta! - pidió Leon apoyando su oído a la puerta para oír la respuesta de su hija mientras su mujer estaba al lado.

- ¡No lo hare, déjenme sola! – insistió la adolescente cubierta de lágrimas. Era bien conocido el carácter terco y duro que se había forjado la rubia, claramente tomado de referencia de su madre. De él había adquirido la habilidad del autocontrol, la fuerza y la seriedad para afrontar adversidades, cosas que su madre también poseía, pero en mejor medida se notaba en Leon.

- Cleo quiere entrar, a ella no le negaras nada – remató Claire sabiendo que era verdad y oyó como su hija quitaba el pestillo para que ingresaran.

- ¡Eso es trampa! – le susurro su marido antes la maliciosa sonrisa de madre de Claire.

Ambos junto a Cleo, ingresaron a la habitación y el interrogatorio comenzó.

- ¿Qué sucedió, hija? - preguntó Leon, sentándose junto a ella y acariciando su mano.

- ¡Hoy se han burlado de que soy adoptada y no llevo el mismo apellido de mis padres, a los cuales casualmente me parezco físicamente pero que no comparten mi sangre – respondió en automático y enfadada! A Leon eso le hizo hervir la sangre, a tal punto que quería salir a buscar a quien dijo eso. Su mujer ya anticipando la situación porque ahora no solo lidiaba con Chris, sino que también con Leon, lo tomó de su mano y lo sentó a su lado.

- ¡Eso es una tontería, Sherry! No llevas nuestra sangre, pero te amamos como si fueras nuestra – le aseguró Leon sin dejar de verla.

Ellos no habían puesto atención en ese detalle, el apellido de Sherry.

- ¡Es como lo dice tu padre! Daríamos todo por ti. No nos importa la sangre, nos importa tú. – agregó a lo que su pareja dijo mientras el asentía.

- ¡Si tener nuestro apellido te hace feliz, eso haremos! - le aseguró Leon nuevamente, poniéndose en cuclillas frente a la rubia y atrayéndola hacia él mientras Claire le acariciaba la espalada en círculo para calmarla.

- ¿De verdad harían eso por mí? – le preguntó sorprendida.

- ¡Por ti lo que sea… tu eres nuestro…! – y no pudo acabar porque Sherry los interrumpió.

- …punto de partida. Los quiero tanto – profeso ella. Y sus padres le correspondieron. Cleo también lo hizo quitando a Leon de su sitio para acercarse a su dueña. Causando la risa de todos en la habitación.

Y así fue como los trámites para que su hija llevara sus apellidos comenzó. En menos de 6 meses, la joven paso de ser Sherry Birkin a ser Sherry Kennedy – Redfield. Eso le alegraba el alma sobre manera a la joven. Aquel dia cuando regreso de la preparatoria, sus padres la esperaban con su sobre en su mano.

- ¡Esto es tuyo! – Leon le extendió un sobre que la joven tomo dudosa.

- ¿Qué es? – preguntó sin muchos preámbulos.

- ¡Ábrelo niña! – le dijeron ambos padres al unísono y la adolescente rodo los ojos. Comenzó a abrirlo y dentro había una documentación. La quito y cuando leyó lo que decía, su alma brincaba de alegría aun sin demostrarlo, otro rasgo heredado de sus padres.

- ¡AHORA SOY KENNEDY – REDFIELD! - gritó de emoción, saltando sobre sus padres. Estos últimos la abrazaron con mucho amor. - ¡GRACIAS, GRACIAS! – y esas palabras hicieron eco en la pareja.

Fue así como 5 años después sus vidas no eran las mismas, pero eran mucho mejor de lo que cualquiera de ellos tres hubiera imaginado. Junto con Sherry, ellos también crecieron, aprendieron de los errores y de los que no lo eran también.

Como pareja eran sólidos, fieles y leales al otro, habían pasado momentos malos en misiones o a veces discutían por cómo debían criar a su hija, pero nada los derrumban. Al final del dia, solo necesitaban mirarse para saber que eran todo lo que el otro necesitaba.
Sabían sobre manera que todo en su vida siempre seria de a dos, hombro con hombro, sin importar que situaciones o personas, no se rendirían porque siempre estaría el otro para recordarles el porqué de lucha.

Como familia destilaban felicidad, pero también conflictos porque por naturaleza así eran las familias, un mundo aparte en el cual solos los miembros oficiales podían opinar al respecto. Por naturaleza, todos ellos, incluyendo a Chris, Jill, Billy, Barry, Rebecca, Helena, Hunnigan, Moira, Piers y otros miembros más, formaban una bonita pero ensamblada familia.

A Chris le tomo poco comenzar a celar a Sherry, ni decir que Leon y Barry se sumaban a la causa. Era su niña.

A nivel laboral, después de cierto tiempo pudieron decir que hacer con sus vidas. Claire se volvió una agente activa dentro de las instalaciones de la B.S.A.A mientras que Leon se volvió jefe de la D.S.O.

Todo marchaba bien para los Kennedy – Redfield. No faltaba mucho para que Sherry les anunciara que ella también quería ser parte de la B.S.A.A cuando sea mayor de edad, cosa que Leon desestimo sobre manera.

- ¡Ni lo creas, señoritas! – se negó el rubio cenizo.

- ¿Pero tú estás loca? – agregó su otro sobreprotector, Chris – ni lo creas-

- ¡Chris deja la niña! - reprendió Jill - ¡Y tu Leon, acepta que ya creció y puede decir! – también lo reprendió y ambos se cruzaron de brazos ante la sonrisa triunfante de la rubia.

- ¡Tu ni sonrías tanto porque deberás ganarte el puesto! – la reprendió también a Sherry ante las burlas de tu tío y padre.

- ¡Si tía! – se limitó a responder, pero sabiendo en el fondo que conseguiría lo que quería.

Nadie hubiera creído que todos ellos acabarían así, pero nadie dudaba de que había sido el mejor resultado, que dentro de toda la locura que era el mundo, aun habían podido rescatar un poco de felicidad. El camino que les quedaba por delante aún era largo, miles de cosas por las que pasar, pero lo harían juntos. Como siempre dijo Leon “Mientras estemos juntos todo irá bien”.

Mucho se dice de que las catástrofes lo arruinan todo, pero poca es la mención que se le da respecto de cómo cambia la vida de las personas, como une grupos de personas que en cualesquier otra circunstancias no hubieran coincidido.
Pero Leon, Claire y Sherry estaban destinados a ser… en cualquier línea temporal o momento. Porque cada uno complementaba al otro. Umbrella había creado a la familia perfecta y como no, a los que querrían derrotarlo en múltiples ocasiones.

Fin... ¡Gracias por leer! Dime que te pareció.

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