CAPÍTULO 1

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

乁⁠༼⁠☯⁠‿⁠☯⁠✿⁠༽⁠ㄏ

Cuentan que en un país no muy lejano existe una Princesa peculiar, no sólo porque se trata de la última Princesa del mundo, sino por la forma en que su padre ganó la corona.

Mc Rastas, el famoso rapero mexicano y padre de la Princesa, es un hombre al que le gusta usar gorras y lentes oscuros, anillos y todas las cadenas que pueda cargar su cuello, fue descubierto por un millonario empresario que lo llevó a una de sus disqueras a grabar su primer album, el cual lo llevaría al estrellato; y en los cuernos de la luna conoció el amor paternal.

Una noche de lluvia y granizo del que duele cuando cae, llegó a su puerta una viejecita cargando una canasta con una niña dentro, decía que era su nieta, pero no podía cuidarla porque estaba muy enferma, así que el rapero de buen corazón se quedó con ella.

Una hermosa niña de cabellos azabache y una piel tan blanca como la nieve, y no, no era blanca nieves pero casi casi.

Al cumplir la mayoría de edad la chica solía viajar con su padre a los conciertos, una noche ella tuvo un sueño donde veía a su padre nadando en dinero en una enorme mansión en las islas Fiji, así que se encargó de que a su padre se le cumpliera el sueño, y cada vez que pasaban por un puesto de periódico ella compraba un cachito de lotería, pero no tenía suerte y pensó que era mejor que su padre lo comprara, así que la siguiente vez el rapero compró un cachito de lotería en un puestito de periódicos al final de la milla 8, en medio de una extraña tormenta al final de uno de sus grandes conciertos a lado del rapero Snoop Dogg, el gran premio era el último castillo del mundo en un pequeño pueblo alejado del mal y la civilización, con sirvientes incluidos y todas las comodidades que muchos quisieran tener.

Ahora ambos van en camino a vivir a su nuevo castillo, el rapero Mc Rastas como rey, mientras que su hija es la última Princesa del reino: Forever Alone.

—¿Te lo dije o no te lo dije, apa? —La desenvuelta chica se rasca la cabeza mascando su chicle de yerbabuena—. Ese cachito nos iba a traer la mera mera, el billullo, ¡el premio mayor! —Se escandaliza subiendo sus pies al tablero de la camioneta.

—Si si, mija, pero baja las patas del tablero que me lo ensucias, no estas viendo que traes los tenis más mugrosos que tu conciencia y todavía los subes ahí. —El rapero le empuja los pies para que los baje y ella se ríe—. Obedece, Amy.

—¡Hay apa! Ha ha, no seas payaso, ahora que tenemos más lana, puedes contratar a un sirviente que te limpie la camioneta y todos los carrazos que te vayas a comprar.

—Bueno bueno, pero no hay que despilfarrar el money, que aunque tenemos mucho y el castillo ya es nuestro de a ley, va a costar mantenerlo y yo por nada voy a dejar que regresemos a la miseria, por eso no voy a dejar de cantar. —Se acomoda las gafas de sol, aunque la tarde ya ha caído.

—En ese caso, yo no dejaré de ser tu representante, porque no estudié en valde. —La chica se recarga en la ventanilla y suspira—. ¿Falta mucho para llegar? Ya me duelen las asentaderas.

—Que impaciente eres chamaca, ya estamos entrando al pueblo —señala el arco que anuncia la bienvenida al pueblo: "Bienvenidos a Forever Alone"—. El castillo esta cruzando por todo el pueblo, en una colina alta... O eso me dijo el ruco que me dío las escrituras, también me dijo que en estas épocas había nieve, pero que hace años no cae ni un copo.

—Pues espero que no te haya tomado el pelo, porque hace frío como para arrullar a los muertos pero no veo nieve, lo que si es como que alcanzo a ver una cosa por ahí... —entrecierra los ojos tratando de ver el castillo al final de las casas—. De todas formas este pueblo es muy pequeño.

—Así mejor mija, nos evitamos las miradas chismosas... —Un gran estruendo hace que Mc Rastas se detenga abruptamente—. ¡Achis achis! ¿Qué carajos fue eso?

Ambos voltean a ver a todos lados y observan al pueblo entero alrededor de la camioneta, ondeando banderas y pancartas con el nombre del nuevo rey, dejando escapar algunos fuegos artificiales en el aire, llamando la atención del Rey y la Princesa, a lo que Mc Rastas baja de su camioneta.

—Buenas buenas, ¿cómo estamos? —sonríe incómodo y volteando a ver a todos.

—¡Larga vida al rey! —corean todos los habitantes.

—Sea bienvenido a su nuevo reino, Rey Mc Rastas. —Un agradable hombre de unos cincuenta años se acerca a él y le señala el camino al centro del pueblo—. Hemos preparado un sencillo banquete para usted y su pequeña hija, la Princesa.

—¡A que caray! Pos no se hubieran molestado, faltaba más, si yo soy el rey y yo debería organizar el pachangon —ríe a carcajadas Mc Rastas regresando a su camioneta—. Ya me estaciono por ahí, para convivir con ustedes.

Los aldeanos lo observan extrañado por su forma de hablar y actuar, aunque les agrada que el nuevo Rey sea una persona agradable, así que abren paso y todos se aproximan al centro del pueblo, donde un pequeño banquete los espera.

El nuevo Rey Mc Rastas estaciona su camioneta cerca del camino que lleva al castillo y baja para saludar a su pueblo, lo mismo que la princesa.

—Lo que sea de cada quien, esta comida que nos prepararon los aldeanos, esta de rechupete apa, como para dejar limpio el plato —Amy levanta el plato dispuesta a limpiarlo con la lengua, pero se detiene al notar que todos la observan.

—¿Gusta un poco más, princesa Amy? —Una de las chicas que ayudó a las señoras a cocinar, la ve casi riendo.

Amy pasa la mirada por todos los asistentes, algunos regresan a lo que estaban haciendo y ella se apena.

—Na nais, está bueno pero no es para tanto —deja el plato en la mesa y se limpia cuidadosamente la boca con la servilleta.

Su padre se da cuenta de que su pequeña necesitará lecciones de modales, pero prefiere esperar a estar a solas con ella para comentarlo.
En ese momento llega el padre del pueblo y llama a todos los presentes a prestar atención para dar informes sobre la coronación.

—Buenas noches a todos, hijos míos, como se habrán dado cuenta, tenemos un nuevo Rey, así que el día de mañana asistiremos al castillo para realizar la coronación, espero que reciban con bien al nuevo Rey y a su hija, la última Princesa.

—Claro que si.

—Por supuesto, padre.

—Ahí estaremos, padre.

Responden los presentes y la fiesta continua, aunque el Rey y la Princesa prefieren retirarse ya que el viaje fue largo y cansado.

Acuerdan ver al padre a las dos de la tarde y recibir a todo el pueblo en el castillo. Sin más que decir, se despiden y retoman el camino al castillo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro