16. Destino

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Los dos hermanos se posicionaron cada uno en una orilla del círculo, donde el fuego de aquellas vasijas no los alcanzaba. Truenos caían cual el cielo se estuviese desmoronando y los tambores ceremoniales no dejaban de sonar como una armonía bélica que taladraba en sus corazones.

Damon avanzó y se retiró la camiseta, mostrando un musculoso cuerpo, el cual había adornado con decenas de tatuajes de estilo tradicional japonés, uno en especial en el centro de su pecho, la cabeza roja del demonio Oni. Sonrió y estiró su mano, justo para que uno de sus subordinados le entregara un afilado sable Ninjato.

Jonathan se mantuvo inexpresivo, retiró de igual forma su playera y recibió también un sable igual. Acabados de prepararse, los tambores dejaron de sonar con lentitud, y cambiaron a un ritmo constante, como el trotar de un caballo salvaje. Damon apuntó su espada contra su hermano, colocándose en postura de combate, Jonathan le imitó.

—Recuerda, hermano, un solo asalto, no habrá segundas oportunidades, o vives o mueres.

—Bien por mí —agitó un par de veces la filosa espada y flexionó sus piernas un poco, colocándose en postura de combate.

—¿Preparado?

—¿Y tú?

—Ja, así se ¡habla! —Sin previo aviso se abalanzó contra él, lanzando veloces tajos que Jonathan bloqueó con trabajo. Retuvo la hoja de su hermano luego de su último ataque, resistiendo en fuerza para no ceder—. ¡Tú y yo pudimos haber creado algo mejor!

Le asestó un cabezazo, Jonathan cayó de espaldas, a lo que Damon aprovechó para alzar su espada. Rápido se impulsó hacia atrás y evitó la estocada, maniobró el sable y respondió a sus ataques aún sin poder levantarse del todo.

Damon lanzó una patada y su hermano acabó cayendo del círculo, rodando y destrozando unas cuantas vasijas en su camino. Volteó, y Damon saltó contra él nuevamente, se levantó a toda prisa.
Su contrincante dirigió la punta del sable contra él, se notaba confiado.

—Recuerda, hermano, todo lo que tú sabes, yo lo aprendí antes —maniobró el sable y atacó otra vez.
Jonathan bloqueó los ataques con rapidez y se deslizó bajo la hoja del sable en el último intento de cortarlo, arremetió contra su espalda pero Damon se anticipó, bloqueando la estocada. Retiró la hoja y lanzó un tajo contra sus miembros inferiores, Jonathan a penas y pudo eludir la filosa hoja.

Ambos se mantuvieron alejados uno del otro por unos instantes, moviendo lentamente sus piernas al vaivén del tambor. Jonathan gritó y arremetió con veloces estocadas que su hermano bloqueó sin problemas, y justo en su último ataque dobló su sable y le hizo acercarse lo suficiente como para que pudiese desarmarlo con un golpe.

Al soltar la espada, Jonathan se apartó del tajo que mandó su hermano, pero la punta alcanzó a rajar su carne, dejando una delgada línea de sangre por encima de su ombligo. Sujetó su herida y miró a Damon, quien estaba más que preparado para atacar de nuevo.
Volteó hacia Nahia, quien seguía la batalla con detenimiento, después miró el círculo. Dio un salto y colocándose en guardia lo retó, haciendo un ademán con su mano que lo incitaba a luchar contra él mano a mano.

—¿Así que así será? —Soltó una risita, después arrojó su sable, tomó impulso y llegó otra vez al círculo. Adoptó una postura de combate y fulminó a su hermano con la mirada—. Detecto el fuego de tu interior, es incontrolable y poderoso, pero veo el miedo en tus ojos, nunca has arrebatado una vida antes, ¿acaso la de tu hermano será la primera?

—Eso ya lo veremos, ¿qué esperas?

Gritó y rápido llegó hasta él, lanzando veloces golpes que Jonathan contrarrestó como pudo. Damon mostró una sonrisa y atacó de nueva cuenta, Jonathan atrapó su puño y utilizó su peso para arrojarlo lejos y rematar con una patada a su espalda.

Damon cayó, molestó se levantó con el impulso de sus piernas y lanzó dos golpes y un rodillazo, Jonathan esquivó los golpes y bloqueó el último, saltó a prisa y arrojó a su hermano con una patada alta contra su espalda.
Los dos cayeron por fuera del círculo otra vez.

—¡Ya estás comenzando a fastidiarme! —Rugió y de un salto regresó al círculo.
Jonathan le imitó, y fue cuando Damon aprovechó, sujetó a Jonathan y le lanzó una ráfaga de puñetazos en el tórax y remató con un fuerte golpe a mano abierta en el rostro.

Jonathan se tambaleó y se alcanzó a sujetar antes de caer contra el fuego, volvió a escuchar el grito de su hermano y rápido se lanzó fuera del alcance de su patada, rodando velozmente a través del círculo, Se levantó y con una veloz voltereta lo recibió con una patada, Damon sintió el impacto y toda su cabeza se sacudió.
Entró en alerta, pero no a tiempo, pues Jonathan saltó contra él y ambos acabaron saliendo del círculo una última vez, esta vez cayendo estrepitosamente contra las vasijas que se rompieron, regando el fuego por el suelo.

Damon se levantó, buscó por el suelo hasta que encontró uno de los sables, apretó los dientes y avanzó hasta él.
Jonathan retrocedió, se levantó y casi resbala por el agua, su hermano lanzó erráticos golpes que casi lo cortaban de tajo. Se agachó por completo y arremetió contra su plexo solar con un contundente puñetazo ascendente, Damon tembló y se sostuvo del círculo.

Jonathan se apresuró a atacar una vez más, pero su hermano rompió una de las vasijas y levantó las llamas. Las ascuas volaron a su alrededor como furiosas avispas, bloqueando su vista, y justo como si de un demonio se tratara, Damon lanzó un último corte que perforó su pectoral derecho.
Soltó un gemido y cayó de espaldas, Damon salió de ente las llamas, agitado, cubierto de sangre y con la tormenta estallado en el cielo tras de sí, apuntó la espada y la dejó bajo su mentón.

—Pobre Jonathan Mayers, sin padre, sin madre, siempre has estado solo y así morirás, no eres nadie —alzó el sable y sin más, lanzó el golpe de gracia, pero una hoja apareció repentinamente, bloqueando la estocada y regando chispas por doquier.

Lee Fujimoto movió su Katana y alejó a Damon con un poderoso empujón de palma abierta.

—Él nunca estará solo —mantuvo la espada en alto y sonrió—. Y la caballería ya llegó, infeliz.

Justo en ese instante, luces desde las alturas iluminaron el monasterio, y decenas de policías y agentes de la Swat descendieron desde helicópteros al lugar a toda prisa, abatiendo a todos los guerreros de Oni que trataban de atacar.

En cuestión de segundos el lugar se cubrió con uniformados que tomaban ventaja de la situación. Damon miró en todas direcciones, encontrándose acorralado y sin más opciones.

—Ríndete, Damon, esto terminó.

—No... no... esto no termina hasta que yo lo diga. —Dio media vuelta y salió corriendo del lugar.

Estuvo a nada de ir tras él, pero primero corrió entre el caos de la redada y llegó finalmente hasta ella, Lee cortó las ataduras y Jonathan y Nahia finalmente se reencontraron con un abrazo, estaba bañado en agua entremezclada con sangre, pero no le importó, todo lo contrario, acrecentó la fuerza de su abrazo y sollozó con alegría.

—¡Dios, estás bien, estás bien! —Repitió una y otra vez acariciando el bello rostro de aquella chica. Nahia no dijo nada, solamente lo abrazó y no lo soltó por unos instantes, hasta que Jonathan regresó al momento.

—Lo siento, yo... —farfulló la chica, pero él volvió a hablar.

—Ya no digas nada, estás a salvo y es lo importante.

—Jonathan. —Avisó su sensei, él volteó y aún en la lejanía se podía ver a Damon huyendo a toda prisa en los jardines del monasterio.

—Debemos...

—Anda, ve, y acaba con ese maldito.

Asintió, miró a su sensei y ambos corrieron a prisa en su persecución. Jonathan mantuvo el paso, pero Lee no pudo seguirlo por mucho tiempo, exhausto y malherido se encogió sujetando sus rodillas.

—¡Ve, yo... yo te alcanzo!

Atendió al momento, aceleró el paso y corrió a través de los adoquinados caminos de los jardines de bambú y cerezos. El viento soplaba con fuerza y el frío era absoluto, con agitados ventarrones que hacían sonar las copas de los árboles como susurros espectrales.
Un rayo iluminó su camino, mostrándole momentáneamente que yacía justo en un pequeño cementerio antiguo, rodeando de estatuas y un lúgubre arroyo que pasaba rápido por el lugar.

Miró en todas direcciones, buscándolo a él, entonces escuchó un grito a la par de un trueno rugía, se giró y recibió un corte en su espalda.
Damon atacó de nuevo, estaba enloquecido, arremetiendo con fuerza e intensidad desmedida a cada segundo. En aquellos instantes, toda gota de compasión en él se había esfumado, ya no era un hombre, sino una bestia.
Lee arribó al cementerio, y se emparejó con los hermanos en aquella pelea.

—¡Dos contra uno, me parece perfecto!

Rugió moviendo su espada contra el anciano maestro, él lo bloqueó y lo alejó de una patada, rápido Jonathan le lanzó otra y Lee remató lanzando un corte bastante profundo en su dorsal ancho.
Damon se quejó y bajó la guardia por unos segundos, pero giró su sable con fuerza y lanzó un tajo ascendente contra Jonathan.
Él se lanzó y eludió el ataque, aquel tajo acabó destrozando una estatua.

Lee arremetió contra Damon, pero él contrarrestó con fuerza sus ataques, acercó al maestro y lo golpeó justo en el rostro. Lee se alejó con torpeza, justo para que su aprendiz se lanzara con una patada alta contra Damon, él cayó y rodó de espaldas, rápido tomó su sable y miró al par de guerreros que lo esperaban.

Apretó el mango de su arma y corrió ante ellos, la maniobró con total habilidad, pasándola por su espalda y recibiendo la estocada del maestro, apretó los dientes y lo empujó. Giró sobre su propio eje y acabó asestándole un puñetazo que mando a Jonathan de bruces al suelo.
Lee levantó la espada, lanzó un par más de golpes pero Damon los bloqueó con éxito, acercó al maestro para darle un cabezazo y cuando este se apartó por el impacto, Damon lo atravesó de lleno con la hoja de su sable.

El momento se vio acompañado por la luz de un rayo y su estallido lejano, Lee escupió sangre y acabó cayendo de espaldas en el suelo. Y Jonathan solo pudo rugir preso de la ira y el dolor.

—¡NOO! —Clamó con toda la furia del mundo. Se lanzó hasta alcanzar la espada de su maestro y rápido bloqueó el ataque de Damon, lo empujó con fuerza y arremetió lanzando golpes sin parar, Damon empezó a retroceder, hasta que chocó con una estatua.

Jonathan lanzó un corte horizontal, pero su hermano lo eludió y únicamente decapitó a una de las estatuas del lugar. Damon alzó la espada, pero Jonathan se anticipó, bloqueó su golpe, y ambos se batieron en un duelo de fuerza hasta que Damon lanzó un rodillazo contra su estómago, lo sujetó del cabello y lo estrelló con fuerza contra aquella estatua sin cabeza.

Jonathan sintió la sacudida, el dolor y la sangre llenando su boca, acabó cayendo una última vez, junto a su agonizante maestro que cada vez perdía más y más sangre.
Miró hacia la tormenta que yacía en el cielo y simplemente dejó de escuchar, el tiempo fluyó lentamente como las aguas en un río.

Cerró sus ojos, escuchando los susurros en el viento, voces que conocía a la perfección; Renegado, Mago Universal, el Maestro Lao, el Maestro Ryu, Supernova, Vigilante, Venatrix, Mei, todos, susurrando firmemente que se levantara y peleara una última vez.
Abrió sus ojos, y durante unos ínfimos instantes le pareció ver la figura de un Dragón entre la tormenta.

Damon avanzó arrastrando su sable con una mano y apretando su herida con la otra, tomó la empuñadura con fuerza y la levantó. Entonces Jonathan se impulsó y de un salto regreso a su posición, eludió la estocada y lanzó dos puñetazos que arrojaron a Damon contra otra estatua, rápido tomó su sable y antes de que este pudiera reaccionar lo atravesó por el estómago.

Gritó con todas sus fuerzas y Damon solo dejó escapar un quejido ahogado. Agitado miró a su hermano y como empezó a escupir sangre, así que lo soltó, Damon cayó de rodillas, mirando como su propio sable lo había acabado.
Alzó su temblorosa cabeza y miró a Jonathan, quien devastado tomó la empuñadura, apretó los dientes y soltó un grito de impotencia, acompañado con lágrimas.
Damon suspiró.

—Basta... sé que no puedes... supongo...—escupió sangre con violencia—... supongo que por ello lo mereces —tomó la empuñadura con ambas manos y asintió—. Felicitaciones hermano, ahora eres el último Blazer, el Último Dragón... disfrútalo, mientras puedas...

Hundió entonces el resto de la hoja en su interior, escupió mucha más sangre y finalmente acabó cayendo sin vida sobre el suelo.
Jonathan se quedó unos segundos mirando su cuerpo, mientras las gotas caían sobre él y limpiaban su sangre, pero rápido regresó hacia su maestro, quien luchaba con todas sus fuerzas por mantenerse despierto, lo tomó de la nuca y lo mantuvo en su regazo.

—Tranquilo, tranquilo, maestro, bu-buscaré ayuda y... —su temblorosa y roja mano tomó la suya, Jonathan abrió los ojos y temeroso lo miró.

—Tú... tú nunca estarás solo... —enunció entre ahogos, Jonathan apretó sus labios pero acabó rompiendo en llanto igual—. Lamento... lo que te hice... pasar...

—No diga eso, maestro, ya quedó en el pasado.

—Sé fuerte... y lucha... mi muchacho.

—Lo haré, lo haré, papá... —sostuvo su rostro y lo vio sonreír con ligereza, entonces sus ojos se clavaron en la nada y dejó de respirar. Jonathan apretó su mano y dejó su frente pegada con la suya, llorando desconsolado.

Justo en ese momento la Detective Nakamura y Nahia arribaron al lugar, encontrando así tan fatídica escena. Rápido la joven guerrera llegó con él y lo abrazó con fuerzas, y Jonathan lloró, lloró como nunca.

—Tranquilo, tranquilo —susurró en su oído y acarició su cabello—. Todo terminó, ya todo terminó...

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