XIX

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—No le temo a nada ni a nadie, señora directora.

Me quito las gafas de sol, sé que sería un error, pero era mi única opción. Miro el interior de la capilla, es muy amplia, sus paredes son completamente blancas y con detalles dorados en cada sector del lugar, se ve muy limpia y cuidada. Su techo es bastante alto, lo que hace que el lugar sea mucho más fresco, complementado con la fría mañana del día. Además tiene una gran lámpara muy lujosa como detalle principal que ilumina todo el sector religioso.

Posee un altar que destaca por sus grandes detalles, en las paredes hay muchas imágenes religiosas y grandes ventanales que permiten que entre la luz natural al lugar. Una extraña sensación se apodera de mí, haciéndome sentir un poco mareado y con repentinos punzones en la cabeza.

—Muy bien, creo que estamos listos para comenzar —dijo la directora Teressa mientras caminaba de un lugar a otro frente a nosotros—. Primeramente deben saber que esta prueba se evaluará de la siguiente manera: Cada estudiante deberá realizar una pequeña cirugía en el tobillo de estas personas. —Ingresaron unas personas que salieron de una puerta al fondo de la capilla—. Cada uno deberá hacer una pequeña incisión en el tobillo de la persona que se les asigne, la cortada no debe ser muy profunda ya que no queremos heridos de gravedad.

—¡Qué tontería! ¿Por qué estás personas son tan tontas en ofrecerse como voluntarias para que las corten unos inexpertos? —susurró Keren.

—Me imagino que hay dinero de por medio. Nadie hace nada de gratis —respondió Luck en voz baja.

—En conclusión, lo único que deben hacer es cortar a estas personas y luego cocerles la herida. Deberán evitar que derramen mucha sangre, además de que la cortada debe verse muy limpia y casi perfecta. —La directora me dirigía su mirada misteriosa cada cierto tiempo.

—¿Tú sabes algo de cirugías? Yo no sé absolutamente nada —me dijo Dressler al oído nervioso.

—Sí... digo, no —respondí sin prestarle atención, me encontraba perdido, con mi mente anonadada entre tantas tentaciones.

—Como sé que muchos no tienen ni idea de cómo comenzar una cirugía, les pondremos un corto video de cinco minutos donde se explica detalladamente el procedimiento —habló la directora mientras unas personas acomodaban algunos artefactos tecnológicos en el centro de la capilla que nos permitieran ver el video en grande.

—Muy bien muchachos, hagan silencio que ya va a comenzar el video —gritó Judith mientras apagaba la luz del lugar para que pudiera apreciarse mejor el video.

Todos guardan silencio y prestan mucha atención. Intento no ver el video ya que contiene mucha sangre, pero me es inevitable. Lo miro fijamente, se aprecia como un pequeño pero filoso cuchillo hace una incisión en la suave y blanca piel del tobillo de una niña rubia de aproximadamente diez años.

Ver la sangre salir de la piel de aquella pequeña niña me genera una insaciable sed. Puedo sentir como mis colmillos empiezan a sobresalirse cada vez más, necesitan insertarse en alguna piel cuanto antes. Tanta sangre acumulada en los cientos de cuerpos que hay en la capilla me hace pensar que es un desperdicio que sus portadores no la compartan conmigo.

Sigo intentado apartar mi mirada del video, pero al apartarla de allí igualmente aprecio todo lo religioso que habita en la capilla. Aprieto fuerte mi puño y cierro mis ojos, es lo único que me queda por hacer.

—¡Qué asco! Huele muy mal —dijo una estudiante rompiendo el silencio que había en la capilla.

—Tienes razón, huele como a algo podrido—habló Ámbar asquerosa.

—¡Es Dressler, se tiró un pedo! —gritó Keren.

—¡Qué asco! —repetían todos los que estaban allí presentes mientras tapaban sus narices.

—A ver, ¿quién es el gracioso que está tirándose pedos en la capilla? —se pronunció enojada la directora.

—Discúlpeme directora, es que estoy muy nervioso —se defendió Dressler avergonzado.

—Tendré que hablar muy seriamente con su padre, señor Gärtner, vaya al servicio sanitario rápido antes de que comencemos.

Luego de que Dressler sale de la capilla y se dirige hacia el baño, rápidamente los asistentes quitan todos los aparatos tecnológicos que habían colocado y los intercambian por muchas camillas como las de los hospitales, sólo que más pequeñas. Junto a cada camilla colocan una pequeña mesa, sobre ellas hay un tazón de metal que contiene todos los artefactos que nos servirán para realizar la cirugía, desde pequeños cuchillos, hilo para la cosida, algodón por si ocurren graves derrames de sangre y demás cosas.

—Les asignaremos una persona a cada uno de ustedes —anunció Teressa Mörder mientras las personas voluntarias se ponían en fila frente a nosotros.

Poco a poco le van asignando una persona a cada estudiante, yo continúo tratando de calmarme y respirando profundo para resistir por lo menos esta vez la tentación sangrienta, sería un completo desastre si hoy llego a sacar el monstruo que llevo por dentro.

—Keyland Blood, a usted le asigno a la pequeña Hally, cuídela mucho, es la más pequeña de todos los voluntarios —me dijo la directora mientras me miraba fijamente y sonreía levemente.

Camino hasta donde se encuentra la niña, se ve muy dulce y tierna, lo que me provoca aún más tristeza de saber que al estar conmigo expone su vida. Es idéntica a la niña del video, su cabello es rubio y su piel blanquísima con las mejillas rosadas.

—Hola —me dice tiernamente mientras me dirige la mirada con sus tiernos ojos azules.

Sólo le sonrío. Cierro mis ojos y empiezo a tratar de calmarme y controlarme, no me perdonaré nunca si le llego a hacer algo a ella.

—Cada uno recibirá una bolsa que contiene la vestimenta quirúrgica que deberán usar para la cirugía. Pueden ir a cambiarse a los vestidores que están al final de la capilla —anuncia la directora mientras los asistentes nos reparten una bolsa a cada uno—. También de paso se lavan bien las manos en el lavamanos que está en los vestidores, allí hay jabón especial para que se eliminen todas las bacterias.

Abro la bolsa y veo que contiene unas vestimentas celestes como los que utilizan los doctores en las cirugías. Camino hacia los vestidores para cambiarme de ropa pero veo que se encuentran muy llenos, así que me espero a que todos terminen ya que me molestar estar en un lugar con tanta gente.

Luego de unos minutos veo que ya han salido varias personas, así que ingreso al vestidor para cambiarme rápido. Es completamente blanco, pero con sus puertas metálicas. Me coloco la bata celeste y me quedo mirándome en el gran espejo que hay arriba del lavamanos. Miro mi rostro, pero en especial mis colmillos. Se sobresalen de mi boca aunque la tenga cerrada, así que me coloco la máscara quirúrgica para impedir que se me visualicen, seguido de los guantes para tapar mis garras.

—Desde cuando tienes las uñas tan largas —me pregunta Luck, se encontraba junto a mí y no lo había visto.

—Ah, no. Es que los guantes estaban rotos —respondí fingiendo una sonrisa mientras miraba mis manos, las garras habían roto los guantes.

—Bueno que esperas, vamos que ya van a comenzar la prueba —dijo Luck sonriendo, aunque se miraba nervioso.

Salimos del vestidor y vemos que ya todos se encuentran en sus respectivos lugares, así que nosotros nos colocamos en el lugar que nos corresponde.

—Perfecto, creo que estamos listos para comenzar con la prueba. —La directora se instaló en una esquina junto a la guía Judith y otros especialistas que se encontraban supervisando—. Tienen veinte minutos para realizar la cirugía, los estudiantes que terminen después del tiempo establecido estarán fuera de la universidad.

Todos los voluntarios se recostaron sobre las camillas frente a cada uno de nosotros. Cada vez me siento peor, en mi mente se recrean todas las escenas sangrientas que he experimentado, desde el asesinato de Mörder, el video que acabamos de ver y acciones inventadas por mi cerebro que me muestra cómo se vería si chupara la sangre de la niña.

Miro el tobillo de Hally, su piel se ve muy tierna y fresca. Mi mente imagina pequeñas gotas de sangre cayendo de su tobillo hacia la cobija celeste de la fría camilla de metal, tal como miré en el video, así que sacudo mi cabeza para eliminar esa escena de mi mente.

Observo a los demás estudiantes, se encuentran muy concentrados en los tobillos de sus pacientes y observando los artefactos que ocuparán para la cirugía, vuelvo mi mirada hacia Hally, ella no se percata de mi extraño comportamiento. Inspecciono los objetos filosos que se encuentran dentro del tazón de metal, pero yo no necesitaré ninguno. Yo tengo mi propio cuchillo; mis colmillos.

—Comienza la cuenta regresiva estudiantes, prepárense —anuncia Judith, la guía—. En tres, dos, uno...

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