XXXII

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"Nadie puede ocultar para siempre la miseria de un pobre corazón".

Observo fijamente a Richard Gärtner. Continúa sentado frente a la mesa, se encuentra totalmente concentrado mirando unas hojas blancas, junto a las cuales se encuentran algunas rosas rojas. En su mano sostiene un lápiz de dibujo y comienza a utilizarlo en una de las hojas. Mientras realiza el acto, tararea una canción con una melodía bastante macabra, la cual hace que mi cuerpo se llene de escalofríos.

Doy un paso atrás, pero no me percato de que hay una rama que al parecer a caído de un árbol, y la majo, provocando un crujido bastante agudo para los oídos. Inmediatamente el conserje me dirige la mirada, sus ojos se abren enormemente al verme. Casi enseguida, se levanta y cierra bruscamente la cortina de su ventana.

Camino hasta la puerta de la cabaña y pienso dos veces antes de tocarla. La observo fijamente, su madera se ve muy vieja, bastante descuidada y sucia. Finalmente me decido por tocarla, no haré el viaje en vano.

—Señor, disculpe. Soy Keyland Blood; compañero de habitación de su hijo Dressler —digo mientras toco la puerta levemente.

—Sí, un momento —responde agitado y nervioso. Se escuchan algunos ruidos dentro.

En la textura de la puerta se pueden apreciar algunas manchas rojas que desconozco de qué sean, así que las miro fijamente y con mucha concentración para tratar de averiguarlo, pero en ese instante Richard abre la puerta.

—Discúlpeme por lo de hace un momento, me sorprendió verlo por mi ventana, casi nadie ronda por estos sectores, por eso mi reacción. Pero bueno, dígame, ¿qué lo trae por acá joven? —me pregunta fingiendo una sonrisa. Puedo notar su nerviosismo, además de que de su frente se derraman algunas gotas de sudor.

—Una estudiante tuvo un problema y ha vomitado. Sólo vengo por un trapo de piso.

—Sí, claro. Con mucho gusto. Espéreme un momento y enseguida se lo traigo joven, los tengo en esa pequeña bodega —dice mientras mira hacia una edificación más pequeña que se encuentra bajo unos árboles, muy cerca de la cabaña de él, aunque esta parece ser de latas y está pintada por completo de color rojo.

—Está bien, lo acompaño —sugiero.

—¡No! —vocifera de inmediato—. Quiero decir, no es necesario. —Baja su tono de voz—. Es un lugar muy sucio y está bastante descuidado, lo mejor será que me espere aquí, vuelvo enseguida. No me tardo.

Me sonríe y se retira hacia la pequeña bodega donde guarda los materiales de limpieza. Lo he notado muy nervioso y como si tratara de ocultar algo, él tendrá sus razones.

Aunque creo que no era su intención, ha dejado la puerta de su cabaña abierta. Miro hacia el interior de ella y la curiosidad se apodera de mi ser. Algo me dice que debo entrar y ver qué hay dentro, pero me controlo. No debo usurpar su vivienda, a mí no me gustaría que alguien me hiciera lo mismo, además de que podría verme.

Inhalo y exhalo constantemente, trato de controlar mis ansias, pero me es imposible. Doy un último vistazo a la bodega y veo que el señor Gärtner aún no sale, así que sin pensarlo dos veces, me adentro en su pequeña vivienda de madera. Un olor profundo a rosas me da la bienvenida a su hogar, y no es para menos con la abundante cantidad de rosas que hay dentro.

Desde floreros con rosas rojas por todos lados, hasta rosas sueltas por doquier en cada sector de la casa. Observo detalladamente el lugar, es una cabaña bastante pequeña pero acogedora, aunque su tamaño es suficiente para una sola persona. En una de las paredes hay una fotografía colgada, la cual me llama mucho la atención. Me acerco hacia ella y veo que se trata de una foto familiar, o eso supongo. Aparece Richard Gärtner junto a una mujer de cabello negro y ojos achinados, y en medio de ambos un pequeño niño con lentes.

Inmediatamente me doy cuenta de quiénes se tratan, son Dressler y su madre. Él ya me contó que su madre murió en un accidente. Los rostros de los tres se miran muy felices y sonrientes, en especial el del señor Gärtner; nada comparado con lo que expresa su rostro ahora. Empiezo a sentirme un poco triste, ya que la fotografía me recuerda a mi familia, así que aparto mi vista de ella por completo.

Me acerco hacia la mesa de madera en la que estaba Richard cuando lo observé por la ventana. Las rosas que vi a través del vidrio puestas sobre la mesa ya no están, ni tampoco las hojas blancas sobre las que él escribía. Rodeo la mesa y veo que junto a ella hay un cajón de madera. Su perilla de metal se mira tentadora, la curiosidad me está ganando la partida y algo me dice que debo abrirla cuanto antes.

Siguiendo mis impulsos, abro el cajón y veo que adentro contiene unas hojas blancas, aunque todas están limpias, o eso parece hasta que encuentro una que no lo está. La tomo en mis manos y la miro.

Una tremenda impresión se apodera de mí al ver el dibujo. Trato de analizarlo, mis ojos pueden ver un corazón humano dibujado, mientras que de su interior sobresalen algunas flores.

Confundido y sin entender lo que quiere decir este dibujo, le doy la vuelta a la hoja para ver si hay algo más detrás, y en efectivo sí. Hay unas letras escritas.

"Hasta la tumba me llevaré la culpa
de los corazones que he apagado
porque con estas manos indecentes
de la tierra los he expulsado".

Enseguida mi mente se pone a procesar lo que acabo de leer. Me cuesta creerlo, pero según lo que analizo, él es un asesino.

—¿Qué hace en mi casa? —me pregunta Richard sorprendiéndome con su llegada. Le dirijo la mirada y veo que en su rostro sólo se refleja enojo y rabia, además de nerviosismo. Aprieta su puño con mucha fuerza.

—Señor, yo... —Intento decir algo, pero él me interrumpe.

—¿Quién le dio permiso de usurpar mis cosas? —me pregunta con enojo mientras me arrebata la hoja con el dibujo plasmado.

No es lo que piensa, yo sólo recogí esa hoja porque una ráfaga de viento hizo que cayera al suelo, es más, ni siquiera alcancé a ver lo que hay en ella —miento. No me queda de otra, además de que empiezo a sentir un poco de temor en este lugar, algo difícil de que ocurra en mí. La mala vibra aquí es predominante.

Discúlpeme joven, sólo estoy un poco alterado. No he dormido bien en estos días. —Baja su tono de voz.

—Tranquilo señor, no pasa nada.

—Y cuénteme, ¿cómo has estado mi hijo Dressler? Tengo que hablar con él un día de estos, hemos estado muy alejados últimamente.

—No sé, supongo que bien señor Gärtner.

—Eso espero sabe... Él suele ser muy servicial, muy atento con los demás, tanto así que muchos se aprovechan de él fácilmente. Hacen de él como si fuera de su propiedad, incluso muchos abusan de su bondad, y eso me preocupa. Usted sabe que no se puede confiar en nadie, ni siquiera en las sombras. —Me mira fijamente. En sus ojos puedo apreciar una maldad que no he visto antes. Siempre que he estado cerca de él, me ha parecido un hombre bastante extraño, pero no peligroso, ni mucho menos un asesino.

—Yo mejor me voy —le digo mientras intento caminar hacia la puerta, pero me detiene.

—No se vaya, me gustaría hablar más con usted sobre mi hijo —sugiere con una sonrisa—. Cuénteme, ¿él tiene más amigos parte de usted? La vez anterior que vino a la piscina llegó con unas amigas, muy lindas por cierto.

En eso, mis ojos captan algo que no habían visto. En la cobija blanca de la cama hay algunas manchas rojas, bastantes llamativas y de un color muy profundo, lo cual me hace recordar a la sangre.

—¿Se encuentra bien, Blood? —pregunta con su tono de voz bastante misterioso.

Empiezo a pensar que ha sido un tremendo error entrar a su cabaña.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro