XXXIX

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La mirada de Luck está fija en mis ojos, sé lo que quiero darme a entender. Está tratando de intimidarme. Los demás se dan cuenta de que él mantiene su mirada fija en mí, así que me vuelven a ver con confusión.

—Pero prefiero no decir nombres. Diré quién es, pero eso será hasta que demuestre si es culpable o no. —Luck me muestra una sonrisa mientras entrelaza sus manos—. Y si mis sospechas son realmente ciertas.

Exhalo aliviado. Si bien no debo dejar intimidarme de él, tampoco tengo que confiarme mucho. Él es un humano, debo tenerlo presente.

Los humanos no son confiables.

—Sigamos en lo que estábamos. —Ámbar toma la iniciativa del habla, ya que desde las últimas palabras de Luck, todos nos quedamos en silencio—. Sigo pensando que es mejor hablar esto con todos los estudiantes de la universidad, ellos también querrán colaborar con nuestra investigación, ya que es algo que también les incumbe —sugiere Ámbar, dudosa.

—Apoyo tu idea. —Dressler sonríe y guiña su ojo izquierdo.

—No lo creo Ámbar. —Keren cruza sus brazos.

—Aunque no me caiga bien, apoyo la idea de Keren. A los demás alumnos parece que no les importa esto, andan caminando libremente por toda la universidad como si nada hubiese pasado, y a los que quieren hacer algo, les consume el miedo. Necesitamos gente que esté dispuesta a luchar, sin nada a qué temerle —manifiesta Luck, dando su punto de vista.

—¿A qué te refieres con luchar? —titubea Dressler—. No están pensando utilizar armas contra la directora... ¿O sí?

—Obviamente no tonto. No me refiero a luchar como si fuera una guerra, sino a una lucha de investigación e indagación —le explica Luck. Mi mente se enfoca en su nariz, en ella aún permanecen algunos rastros de sangre. Aparto mi mirada de su rostro, no quiero caer en la tentación de nuevo—. Eres un gran idiota —espeta hacia Dressler.

—No le digas así. Más idiota es el que lo dice —le digo serenamente, pero reclamándole por su comentario despectivo hacia Dressler. No lo hago por defenderlo, sino porque Luck me cae mal.

—Tranquilicémonos y no insultemos. Estamos aquí para discutir sobre lo que haremos, no para pelear —habla Ámbar, en tono autoritario, tratando de tranquilizar el ambiente.

—Como usted diga, "señora" —reprocha Keren con una pizca de sarcasmo.

El mesero interrumpe la conversación y coloca los desayunos sobre la mesa.

—Gracias —agradece Ámbar mientras envía los rizos rubios que tiene sobre su pecho hacia su espalda.

—Que disfruten su desayuno muchachos, y especialmente usted joven, disfrute su vaso de agua. —El mesero intenta burlarse de mí. Lo miro y veo que sus labios contienen una gran risa que desea expulsar.

—¿Por qué mejor no lo disfruta usted?

Me levanto de la silla, tomo el vaso con agua y se lo tiro sobre la cara, empapándole el bigote café que adorna su rostro.

—¡¿Qué es esta falta de respeto?! —exclama molesto.

—Antes de pedir respeto, primero debe darlo.

El mesero se retira hacia los baños con su rostro enfurecido.

—Se lo tiene bien merecido ese mesero, no aguantas nada Keyland. Por eso nadie debe meterse contigo —me dice Keren entre risas, mientras dirige su mirada a Luck. Él toca su nariz y boca; las cuales aún permanecen hinchadas como producto del golpe que yo le di—. Tú sabes cómo defenderte. Eres decidido, serio, tranquilo, guapo... Eso me gusta —Muerde su labio inferior.

—¡Bueno, ya! —espeta Ámbar mientras se pone bruscamente de pie—. Quiero decir, desayunemos. —Finge una sonrisa y se sienta.

Tomo asiento nuevamente y ellos comienzan a injerir sus respectivos desayunos.

—Yo opino que, si dicen que no debemos involucrar a nuestros compañeros, primero tenemos que hablar esto con nuestros padres. Ellos pueden orientarnos acerca de lo que debemos hacer —sugiere Ámbar mientras bebe un sorbo de té.

—No creo que sea buena idea. Los padres siempre exageran las cosas, es capaz que si les comentamos algo de esto nos sacarán inmediatamente de la universidad, y esa no es la solución. Al menos eso harían lo míos, más mi madre, ya que siempre vive pendiente de mis hermanas y moriría si algo les llega a pasar. A mí no me voltea ni a ver —expresa Luck mientras mastica.

—¿Tienes hermanas aquí en la universidad? —pregunta Ámbar sorprendida.

—Sí, dos.

—Tengo revuelto mi estómago, me da asco ver a Luck mientras desayuno. —Keren voltea su cara.

—¡Keren! —Ámbar trata de calmarla.

—Es la verdad. No le ves esa nariz toda llena de sangre y mocos... Debería limpiarse con una servilleta por lo menos. —Keren hace mal gesto.

Ámbar enseguida toma una servilleta y se la entrega a Luck. Él la toma y se limpia rápidamente su nariz, pero no dice nada, a pesar de que su rostro muestra el enojo que siente por dentro.

—Siguiendo con el tema de los padres... yo es como si no los tuviese. Para empezar, mi mamá siempre está borracha, tiene una gran empresa de licores y dice que tiene que probarlos todos porque es parte de su "trabajo". Y mi papá... bueno, no sé ni quién es. —Keren toma un sorbo de café.

—Si quieren podemos hablar con el mío. Es el que está más cerca de todos, y además es muy comprensivo —propone Dressler, mientras se lleva un trozo de manzana a la boca con un tenedor.

Si Dressler supiera que su padre es uno de los sospechosos, y por ahora, es de quien más estoy sospechando.

—Es una buena idea —contesta Ámbar mientras embarra un poco de mermelada en su panecillo—. Podemos ir a hablar con él más tarde.

—¿Y tus padres Keyland? ¿Son comprensivos? ¿Pueden colaborar en algo? No has hablado nada de ellos —me pregunta Luck.

Aprieto mi puño con fuerza, debo contener mi enojo.

—Mejor dejemos este tema de los padres hasta aquí, creo que Keyland no quiere hablar de eso. —Dressler detiene la conversación y me guiña el ojo como señal de apoyo.

Él sabe de mis problemas, y el porqué no quiero hablar de ello. Se lo conté la otra vez.

Me levanto bruscamente de la silla para irme de ahí, no puedo resistir un minuto más. Prefiero retirarme antes de armar un escándalo si me enojo.

—¡No te vayas! —Ámbar trata de detenerme con su llamado, pero no le hago caso.

—Déjalo, está loco. No le he dicho nada malo —dice Luck mientras cruza sus brazos.

—Eso crees —le responde Dressler mirándolo con enojo.

Camino hacia la puerta de vidrio que da la salida de la cafetería para retirarme.

—Espere joven, aún no ha pagado la cuenta. —El cajero que se localiza a una esquina de la entrada de la cafetería me impide la salida.

—No Carl, déjalo, él solo pidió un vaso con agua —le explica entre risas el mesero con el cual tuve el incordio.

Inmediatamente le dirijo mi mirada amenazante, así que deja de reírse.

—Que tenga buen día joven —pronuncia el mesero, serio, luego de aclarar su garganta.

Abro la puerta y salgo de la cafetería.

Camino lentamente, sin rumbo alguno, bajo el gran e imponente cielo berlinés. Miro a mi alrededor, puedo observar la gran cantidad de naturaleza presente en la colina sobre la cual está construida la cafetería. Me acerco hacia un árbol de tamaño mediano, y me quedo mirando sus hojas por un momento.

No recordaba que estábamos en otoño. Con tantos problemas que he tenido en mi cabeza ni siquiera me he interesado por saber qué día es.

Las hojas de dicho árbol empiezan a dejar atrás su tono verdusco para transformarlo en un tono amarillento, algo característico de estas fechas, pero ya se había tardado en suceder. Algunas hojas aún permanecen verdes, y el clima no está tan adaptado a la época. La temperatura poco a poco va bajando y los vientos helados aumentan su intensidad, provocando la caída de algunas hojas.

Visualizo una gran piedra bajo un frondoso árbol, así que tomo asiento en ella. Todavía faltan algunos minutos para la próxima clase, así que tengo tiempo para meditar un poco.

Estamos en el mes de octubre, y siempre que se acercan esta fechas me pongo más sentimental. Aunque yo me considero un vampiro frío y serio, pero bueno, las personas me catalogan como egocéntrico y arrogante, ya que confunden mi personalidad, y eso que no saben que soy un vampiro, pero es algo que no me interesa.

Octubre siempre fue un mes común y corriente en mi vida, o al menos así fue hasta aquella noche de otoño. Desde el 31 de octubre de 2013 mi vida no volvió a ser igual.

Es imposible continuar tu vida normalmente y con la felicidad de antes cuanto pasas por una tragedia, y eso es lo que me sucedió a mí. Si bien en un pasado fui demasiado feliz y amaba vivir, hoy soy infeliz y el único motivo de vida que me queda es la venganza, y no descansaré hasta lograrla.

Aún con un poco de nostalgia, levanto mi mirada y observo con dirección al gran comedor. Su estilo barroco es bastante misterioso, y no me extrañaría que ocultara algún secreto también.

A través del gran ventanal de vidrio celeste puedo observar a la directora Teressa Mörder. Se encuentra con un grupo de ayudantes que siguen sus ordenes mientras acomodan algunos adornos en distintos sectores del lugar.

Me quedo extrañado al ver tanta decoración, con lo que acaba de suceder creo que no es lo más adecuado de hacer.

La directora nota mi mirada fija a través de la ventana del comedor. Nuestros ojos azules desde cierta distancia, quedan frente a frente, mi par con el suyo, mirándose fijamente.

Ella traga saliva al verme.

Sé que algo esconde.

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