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Apenas los miembros de la corte junto a algunos guardias Kang llegaron al edificio, sintieron la noticia ser aún más impactante para ellos mientras que para los guardias fue una sensación amarga tener que volver al campo de batalla y lecho de muerte de su líder.

Los miembros de la corte se mantuvieron firmes, rodeando el edificio con pasos cortos, mirando todo alrededor, ocultando en silencio el nudo en sus gargantas.

El proceso de la muerte de un líder no era fácil para nadie, mucho menos cuando ese líder había sido catalogado como uno de los mejores en décadas.

—No hay ni un heredero —murmuró uno de los miembros lamentando que TaeHyun no hubiera dejado por lo menos un hijo para continuar su linaje.

—Eso no importa... Un hijo de Kang no nos asegura que fuera tan bueno como él —siguió la conversación otra mujer, mirando el edificio en ruinas, el fuego había sido apagado antes de incluso llegar a la corte gracias a los guardias que se movilizaron para apagarlo.

Habían pasado tantas cosas en menos de un par de horas que las mentes de la mayoría se encontraban en un enredo total, y lo peor, era que seguirían ocurriendo cosas, después de todo la vida sigue cursando luego de una muerte, no importa quien había muerto, ni qué tan importante era, la vida seguiría avanzando y los sucesos seguirían presentándose.

Ellos solamente debían avanzar y superar esa situación. Además, eran miembros de la corte, no podían flaquear tan fácil, si no, el pueblo vampiro igualmente se volvería inestable.

—¿Cuantas muertes hubo? —preguntó otro miembro recibiendo un promedio de la cantidad de guardias que habían muerto.

—Debemos movernos, el señorito Kang ya debe haber contactado al señor DakHo, debemos organizar las siguientes horas... —decidió una de las mujeres inhalando con algo de dificultad.

Ellos eran la corte, debían hacerse cargo de hasta el más mínimo detalle, y lamentaban muchísimo no tener nada del líder, no estaban sus restos puesto que habían sido consumidos por las llamas, por lo que deberían llevar un homenaje de una manera diferente.

De vuelta a la corte vampiro, a los miembros les extrañó la ausencia de BeomGyu, tanta, que preguntaron por él.

—Se fue apurado con uno de los guardias, señores, no sé más sobre ello —informó el hombre de la puerta, los miembros asintieron encaminando sus pasos a la sala de reuniones de antes.

Ellos no tenían nada en contra de BeomGyu, aún menos cuando las órdenes del líder Kang fueron respetarlo, aceptarlo y protegerlo por sobre todas las cosas, estaban consientes de que era el total heredero, y respetaban ese hecho.

Aún así, no dejarían que la tierra vampiro se hundiera por un humano con la falta de capacidades para liderar, por eso DakHo sería su salvación momentáneamente.

Por otro lado, en la mansión Kang las cosas no estaban del todo relajadas.

La señora Che había visto a BeomGyu llegar apurado, ansioso y con la respiración algo errática.

—¿A dónde vas? —preguntó quedándose de pie entre BeomGyu y las escaleras.

La puerta de la mansión había quedado abierta, por lo que Ken se tomó el atrevimiento de entrar a la mansión y cerrar la puerta a sus espaldas, quedándose de pié allí.

—N-necesito... Necesito mi teléfono —balbuceó BeomGyu apretando los anillos en sus manos, lastimando sus palmas— Él... N-no puede estar-... Muerto... —habló con una voz temblorosa e inestable, un nudo en su garganta que no desaparecía así gritara y llorara.

La señora Che frunció el ceño, tomando a su sobrino de la muñeca.

—¡Acepta que se murió de una vez, BeomGyu! ¡Deberías estar más calmado ahora que murió! —gritó la mujer tomando de las mejillas a BeomGyu, secó con sus pulgares un par de lágrimas que se deslizaron por sus mejillas enrojecidas.

—N-no...

—¿¡Por qué!? ¿¡Por qué te afecta tanto su muerte!?

—¡PORQUE LO AMO, SEÑORA CHE! ¿¡ACASO NO LO ENTIENDE!?

—¿¡Después de tanto daño que te hizo lo amas!? ¡BeomGyu, escúchame! —la mujer miró a su sobrino esquivarla y empezar a subir las escaleras con rapidez, ignorando a la mujer que hizo ademán de seguirlo pero sintió una mano en su hombro.

Ken la observó unos segundos antes de hablar.

—Usted no tiene porqué opinar en estos momentos, señora Che —opinó Ken con una expresión neutral y un tono suave, la señora Che se removió de su tacto con brusquedad.

—Soy su tía.

—Sigue siendo del servicio —contestó mirando a la señora irse a pasos molestos y rápidos hacia la cocina.

La señora Che pasó sus manos por su cara, recostando su cuerpo de la encimera.

No tenía palabras para explicar la cólera que sentía en esos momentos, tenía impotencia y una rabia inexplicable que le hacía temblar las manos.

¿Por qué BeomGyu simplemente no veía la calma que conllevaba la muerte de TaeHyun?

¿Por qué debía sufrir por ese hombre que tanto daño le hizo?

TaeHyun la había ayudado a ella, incluso ayudó a BeomGyu en cierta parte.

Pero eso no opacaba todo lo que hizo, todo el llanto, los golpes, abusos de diferentes tipos, ¿Eso ya había quedado olvidado por todos?

La muerte de TaeHyun, ¿Era merecedora de un llanto tan amargo como el de BeomGyu?

No, no lo merecía. Lo único que para la señora Che en realidad merecía era la muerte, por manipulador, abusador, agresivo, muchísimos términos despectivos que iban a su cabeza en esos momentos.

Odiaba ver a su sobrino sufrir, y aún más, odiaba ver a su sobrino ser tan cambiante en cuanto a TaeHyun.

La señora Che no estaba en absoluto de acuerdo con BeomGyu, quería hacerlo entender la situación, quería hacerlo abrir los ojos y demostrarle que TaeHyun merecía morir, mucho más que morir, y que no debía llorarlo, más bien, debería sentir calma, liberación, satisfacción.

La mujer se mantuvo en la cocina, pasando sus manos por su cara, exasperada, alzó la mirada cuando escuchó un estridente golpe en la planta de arriba.

—¡ENCIENDE, MALDITA SEA! —gritó BeomGyu mirando su teléfono en manos, el aparato completamente apagado.

Desesperado, abrió los cajones con rapidez, arrojó todo al suelo mientras buscaba el cargador.

Conectó el teléfono con rapidez, su ansiedad aumentó aún más cuando observó la pantalla encender con lentitud, mostrando que había empezado a cargar desde el cero por ciento.

Encendió el aparato sin importar nada, mordió sus uñas con ansia esperando que el objeto encendiera, resultando ser demasiado lento para ese momento.

El aparato encendió luego de una eternidad, lo tomó en sus manos con fuerza al verlas temblar, y por ende, casi dejar caer el teléfono.

—Enciende, enciende... Por favor —murmuró mirando al aparato procesar la información e iniciar correctamente. Rápidamente movió sus dedos para ingresar la contraseña del aparato, de inmediato se movió hasta una aplicación.

Tal vez estaba siendo paranoico, tal vez era su negación la que lo hacía actuar de esa manera, pero no podía controlarlo y tampoco intentaría hacerlo.

La herida de su abdomen dolía muy a lo lejos, gracias a los movimientos bruscos del llanto, además de haber estado encogido un buen rato llorando.

—No, no, no, ¡MALDITA SEA! —gritó cuando al aparato se apagó en sus manos, sin poder funcionar mientras estaba cargando y en cero por ciento, BeomGyu dejó el teléfono en el suelo antes de dejar una certera patada en el armario, pasó sus manos por su cabello mientras tomaba asiento en el suelo, frente al teléfono que cargaba.

Debía esperar a que tuviera mínimo un dos por ciento para encenderlo.

Abrazó sus rodillas y recostó su barbilla en ellas soltando un pequeño sollozo, aferrando sus manos a él mismo mientras seguía llorando con desespero, ansioso y angustiado.

Nuevamente miró los anillos en sus palmas, temblorosas y sudadas.

Ken se mantuvo en su lugar, en la entrada de la mansión, apretando los labios al escuchar el llanto del humano, era un llanto agudo, adolorido y desesperado. Hipaba al quedarse sin aire y a pesar de que tuvo el mínimo impulso de ir con él se quedó en su lugar estático.

Él era un guardia, no tenía porqué relacionarse de esa manera o simplemente tener ese tipo de acercamientos por muy empáticos que fueran.

Solamente esperó el tiempo necesario en su lugar, aveces dando pasos a los lados para pasar el rato.

Por otro lado, BeomGyu sostuvo su estómago, algo adolorido por el movimiento del llanto, caminó hasta el baño sorbiendo su nariz.

Abrió la llave y llenó sus manos de agua, lavando su cara en un intento fallido de despejar sus lágrimas, se observó al espejo mientras se apoyaba del lavabo.

Sus ojos estaban hinchados, enrojecidos y cristalizados, su nariz roja al igual que sus pómulos, sus labios tenían marcas de sus propios dientes de tanto morderlos y el aspecto de su cabello no era el más agradable de todos.

Estaba completamente destruido.

Lo había estado antes, igualmente se había visto en un espejo y era la misma escena, sus mirada y postura decaída decía mucho más de lo que pensaba.

Secó su cara sin cuidado y volvió a acercarse al teléfono, notando que ya tenía la suficiente energía para encender.

Fue cuestión de minutos, tal vez cinco minutos fue lo que calculó Ken antes de ver a BeomGyu bajar las escaleras con rapidez, trastabillando en el último escalón, aún con atisbos de llanto en su rostro.

—Trae un auto, necesito salir —ordenó sorbiendo su nariz con el teléfono en manos.

—Si, señor —asintió saliendo para solicitar el auto a los guardias de garaje, aquellos que no habían ido a batalla y estaban en zonas estratégicas.

BeomGyu tomó las llaves en cuanto se las ofrecieron, hizo una seña cuando observó a Ken avanzar con él.

—Iré solo —informó abriendo la puerta de su camioneta, Ken no se sintió muy convencido con esas palabras.

¿Qué tan seguro era dejarlo ir solo?

—Señor, no creo que-...

—Iré solo, Ken, no tengo porqué pedirte permiso y más les vale que no me sigan, es una orden —contestó antes de subir al auto, arrojando la puerta con fuerza.

Tomó una profunda respiración antes de encender el auto y avanzar con velocidad, obligando a que las rejas se abrieran más rápido de lo usual, pasó el dorso de su mano por sus mejillas mientras se concentraba en el camino, pisando el acelerador hasta más no poder.

—¿Lo seguimos, Ken? —preguntó uno de los guardias.

Ken miró la salida de la mansión antes de negar poco a poco con la cabeza.

—La orden fue que no lo siguieramos, solamente esperemos a que vuelva mientras atendemos a los heridos —decidió empezando a caminar hasta el lugar en donde estaban los heridos y algunos donantes para poder reponer energías.

Pero la voz de una mujer, lo detuvo.

—¿¡Por qué no lo sigues!? ¿¡Qué pasa si ocurre algo con él!? —preguntó la señora Che bajando las escaleras con rapidez, acercándose al vampiro que la observó sin expresión.

—Su orden fue no seguirlo, nosotros debemos cumplir.

—¿¡Y si no vuelve, Ken!? ¿¡QUÉ PASARÁ SI MI NIÑO NO VUELVE!? —preguntó a gritos sujetando la ropa del guardia que solo suspiró, quitando las manos de la mujer con respeto y cuidado, sin suficientes energías para ser agresivo.

—Será su decisión el no volver, señora Che, nosotros no tenemos porqué meternos en eso por mucho que deseemos... Una disculpa, pero tenemos asuntos que atender —y sin más, se dió la vuelta para seguir con su camino, sin escuchar a la mujer.

La señora Che soltó un pequeño sollozo, angustiada de lo que podía pasar con BeomGyu fuera de la mansión.

BeomGyu dependía emocionalmente de TaeHyun, y si TaeHyun no estaba, ¿Qué haría BeomGyu?

¿Se iría? ¿Atentaría contra su vida?

—No la dejen salir, solo causará más problemas —ordenó Ken cuando observó a la mujer avanzar a la salida de la mansión entre lágrimas.

—¡DEJENME SALIR! —gritó empuñando las ropas del guardia de la entrada en manos, llorando con angustia.

Había esperado tantos años, tantos meses estando a su lado, ¿Para terminar así?

No, no era justo para ella, tampoco era justo para BeomGyu.

BeomGyu, quien se encontraba en medio de un bosque, sin bajar la velocidad de la camioneta, mirando a los lados. Soltó un jadeo antes de esquivar un árbol, su corazón dió un vuelco cuando se vió cerca de otro árbol más grande, reaccionó pisando el freno con rapidez.

Su frente impactó contra el volante, soltó un quejido adolorido antes de tomar unos respiros.

Tomó su teléfono y bajó de allí, avanzando con desespero hacia una cabaña de dos pisos, algo sucia en la fachada, pero no era algo que le importara en ese momento.

Caminó, sintiendo la grama llegar a mitad de su pantorrilla, evitó algunas piedras para no tropezar.

Al llegar a la puerta, empujó con fuerza, haciendo a la bisagra chillar y la puerta tambalearse.

Miró el lugar rápidamente, ahogándose un poco con el polvo que levantó el hecho de abrir la puerta, pasó sus manos por su cara sintiendo su corazón latir lo más rápido que podía. En la esquina izquierda, había unas escaleras iluminadas por la luz del atardecer, se sujetó del barandal para subir, prestando atención a lo que iba viendo a medida que iba subiendo.

Al llegar a mitad de las escaleras sintió un escalofrío.

—¿Quién es el bizcochito más dulce de este mundo?

Se detuvo, su mano apretó el barandal.

Soy yo.









































































OMG 😱

¿Qué opinan de este cap? ¿Tienen teorías?

Espero les haya gustado este capítuloooooo, gracias por el apoyo! 💓 Nos vemos en el siguiente!

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Nos vemoos

The_Dark_Diamond04

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