19- Fiesta de Samhain - Parte 1

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Sientan la magia, sientan el poder oscuro, ¡Halloween está por doquier! 🎃✨

Hola a todos, aquí Coco, quien les agradece de corazón por acompañarme otra vez en nuestro tradicional Maratón, y quien viene a sorprenderlos con una nueva actualización de su historia de vampiros favorita. Me encanta escribir capítulos especiales para la temporada ^u^ 💕 aunque en este caso creo que me excedí un poquito, fufufu. Verán, el texto completo rebasaba las quince páginas, más de seis mil palabras, por lo que dije, ¡no por las diosas, los voy a indigestar! 🤣 

Por tanto, decidí dividir este Especial de Halloween de Bloodties en dos partes. Hoy será el preámbulo, la verdadera "Fiesta de Samhain" la celebraremos, por supuesto, la noche del treinta y uno de octubre. Prepárense para sentir escalofríos, porque lo que se viene está potente 😲Les mando un abrazo grande, así, apretado para soportar este frío otoñal y, si las brujas lo quieren, nos veremos pronto por acá.

Posdata: no olviden pasarse por mi nueva obra, Travesura de Halloween, y también disfruten de los especiales de temporada en Sonidos del Alma y Lo que tod@ chica/gato debe saber. Ahora sí, los dejo para que vayan a disfrutar, ¡ya saben qué hacer! 

***

—Por favor... —suplicaba la voluptuosa pelirosa amarrada a la camilla—. Se lo suplico —sollozaba, pero él no entendía lo que pedía. Meliodas se le acercó con rostro de piedra para analizarla y, al mirar sus ojos, no le cupo ninguna duda de que anhelaba era la muerte. Pero no le sería tan fácil escapar.

Su padre tenía muchos defectos. Era cruel, tirano, egoísta de una forma que nadie podía entender. Sin embargo, siempre decía la verdad. El rey de los vampiros jamás mentía, y nunca rompía su palabra, ya fuera para cumplir una amenaza o una promesa. Esa mujer no era inocente. Asesinato, secuestro, contrabando, era una mala persona, y él debía hacerse cargo rápidamente. Desplegó los colmillos dispuesto a terminarlo, pero apenas la prisionera vio sus afiladas puntas, se soltó a gritar.

—¡No! ¡No quiero! ¡Ayudaaa! —Era increíble que pudiera luchar tanto estando amarrada y sedada.

—¿Quiere que le demos otra dosis, alteza? —preguntó el médico asignado para la ejecución.

—No —suspiró el rubio—. Yo me encargaré. Le daré una muerte dulce. —Lo sabía. No importaba que fuera culpable, igual sintió compasión por ella. A esas alturas, ya le habrían dado a beber varias dosis de su sangre y estaría muy intoxicada. Una mordida, y sería todo. Meliodas desplegó su encanto mientras le sonreía, y la mujer pareció relajarse de inmediato, hipnotizada por su belleza—. ¿Cómo te llamas, querida?

—Ne... —empezó mientras su respiración se iba ralentizando—. Nerobasta.

—Nerobasta. ¿Eres culpable de todo lo que se te acusa? —Un momento de silencio, un parpadeo lento, y entonces su ceño se frunció ligeramente mientras susurraba su respuesta.

—Sí, y volvería a hacerlo. Odio a los vampiros, los odio... los mataré a todos, así sea lo último que haga. —Ahí tenía su respuesta. El rey nunca se equivocaba en su sentencia, y él debía acabar con eso pronto.

—Ya no necesitas odiar más —le dijo con una voz dulcísima mientras desplegaba su don de "Abeja Reina"—. No necesitas sentirte enojada o triste. No tienes que seguir peleando.

—Uuuuuh... —gimió ella mientras todo su cuerpo se relajaba y una sonrisa soñadora se formaba en sus labios—. ¿En verdad? ¿Puedo descansar?

—Sí —aseguró el rubio siendo totalmente honesto mientras se acercaba a su cuello—. Un día, lograré que la paz entre nuestras especies sea una realidad. Te lo prometo.

—Mi señor... —sollozó cerrando los ojos y entregándose. Entonces Meliodas finalmente la mordió, empezando con esto la reacción en cadena que la llevaría a la ruleta entre la vida y la muerte.

—Entró en shock —anunció con frialdad el doctor mientras el cuerpo de la joven convulsionaba y se agitaba contra sus ataduras—. Está por entrar en paro —confirmó. Un instante después, la pelirosa se quedó completamente quieta, el electrocardiograma marcó una línea, y todo fue silencio—. Hora de la muerte, seis con... —Eso es lo que pasaba cuando no se seguían los pasos completos del protocolo de transformación, era lo que ocurría cuando alguien consumía más sangre suya de la que debía. Falla general de órganos, descomposición del tejido, destrucción celular. Casi nadie sobrevivía tras beber su sangre de esa forma, y él soltó un largo suspiro mientras le daba la espalda a su víctima.

«Soy venenoso. Mi sangre es puro veneno».

—Alteza, ¡mire! —lo detuvo de pronto el vampiro de bata blanca. La chica había abierto los ojos, y un segundo después, el electrocardiograma se disparó mientras soltaba un rugido y se liberaba de las ataduras con fuerza sobrehumana.

«Sobrevivió», pensó con tristeza el príncipe, y sintió verdadera lástima de ella, pues al final recibió un castigo peor que la muerte. Había resultado compatible, y ahora, se acababa de transformar en el ser que odiaba.

—Amo... —gimió arrastrándose por el piso y mirándolo con adoración—. ¡Amo!

—Silencio —le ordenó tratando de evitar que se aferrara a su ropa—. Tienes que descansar. —La pelirosa continuó su gemir frotándose sensualmente en él hasta que los guardias la contuvieron.

—¡No! ¡No pueden apartarme de su lado! Debo servirlo. ¡Amo!

—Descansa, pequeña —le ordenó colocando la mano sobre sus ojos—. Y prepara tu corazón para la cruel realidad que enfrentarás al despertar. —Su último acto de compasión por la prisionera fue regalarle el sueño más profundo que podía, y apenas cayó inconsciente, Meliodas dejó la sala de ejecución. Ya estaba. Había cumplido la primera orden del rey, la mitad de la misión estaba hecha. Le faltaba la otra mitad, y solo le quedaba prepararse para su propia ejecución, la cual probablemente se daría en el baile de Samhain.


*

Aquella había sido la llamada más extraña, y eso que era el mes de lo extraño. Halloween estaba por todas partes, en cada rincón de la ciudad, pero por más que aquellas fiestas siempre hubieran sido sus favoritas, Elizabeth no conseguía alegrarse del todo. Calabazas sonrientes, fantasmas llorones, sombreros de bruja, nada de eso calmaba su incertidumbre al ver que el rubio parecía haber huido de nuevo.

«¡Justo cuando creí que estábamos avanzando!», se angustió mientras apuraba el paso hacia su cita. Tras más de una semana de mutismo total, había recibido una invitación de Meliodas a un evento por parte del Proyecto Bloodties, y solo tres días después, aquello: Zeldris Demon los invitaba a ella y a Ban a tomar un café. El hermano menor de su "casi novio" los había contactado solicitando tiempo para hablar de la misteriosa "Fiesta de Samhain" y ella, desesperada por saber qué rayos pasaba, había aceptado sin más.

Llegaron al lugar acordado buscando a alguien con su descripción, y al dar con la única persona que tenía los ojos verdes, ella sintió una extraña mezcla de dejavu, ternura y asombro. Eran al mismo tiempo idénticos y distintos, de la misma forma que el sol y la luna. El muchacho era tan bajito como él, e igual de apuesto. Era bastante pálido, su cabello intensamente negro, y tenía un aura gentil que cautivaba, impresión que comprobó al ver que sonreía y agitaba la mano en su dirección.

—¿Qué hay, Doc?

—Es un gusto verte fuera del hospital, Ban. Usted debe ser la señorita Renard.

—Elizabeth. Un placer, doctor...

—Por favor, llámeme Zeldris. Es un gusto conocerla por fin —dijo estrechando su mano, y la pobre no pudo evitar sentir que se le formaba un nudo en la garganta. Era igual de formal y caballeroso que él—. Lamento molestarlos a ambos, pero este asunto es de suma importancia, y me urgía hablar con ustedes.

—Claro. ¿Meliodas está bien? —preguntó ella, incapaz de contenerse por más tiempo.

—No —declaró el pelinegro tras un segundo de pensarlo—. No lo está. De eso quiero hablarles. De eso y de la invitación que ambos recibieron para asistir a la Fiesta de Samhain.


*

—¿Un castigo? —preguntó Elizabeth incapaz de dar ni un trago al pumpkin spice latte que tenía entre las manos—. ¿Escarnio público?

—Así es —dijo Zeldris concentrando su atención en ella y apartando el capuchino que había pedido—. Mi hermano nunca, nunca va a las fiestas de ex-aspirantes. Las aborrece, y no se había visto obligado a asistir a una en años. Ahora mi padre lo envía como representante. No tengo idea qué pudo haber hecho para molestarlo, pero no hay duda. El rey está furioso, y quiere usar su reunión para darle un castigo ejemplar.

—Creo que sé hacia dónde va esto —lo cortó Ban dejando su cerveza de mantequilla—. "Viejos codiciosos" y "mujeres vanidosas". Su historia con algunos de sus aspirantes es terrible, seguro quiere hacer que reviva todo mientras lo mira una multitud y sonríe ante las cámaras. Vaya forma de humillarlo.

—No es solo eso —se sumó Elizabeth, sintiendo un nauseabundo acceso de culpa—. Quiere ponerlo en su sitio, que entienda que su lugar es entre la clase alta.

—¿A qué se refiere, señorita?

—Nosotros... —empezó, insegura de contestar—. Nuestra primera cita fue en un comedor de beneficencia. Lo reconocieron y tuvimos que escapar, pero no creí que eso le trajera tan graves consecuencias. —Los hermanos se quedaron estupefactos ante esta confesión, y cada uno fue interpretando lo que significaba.

Ban estaba seguro, Elizabeth definitivamente se había enamorado de su colaborador. No sabía cómo sentirse al respecto, pero incluso si hacía a un lado sus celos de hermano y su instinto protector, aún le parecía que estaba cometiendo un gravísimo error. Acababa de elegir a la persona más complicada, oscura y peligrosa del país para empezar una relación, ¡era una locura! Por otra parte, nunca la había visto tan preocupada por alguien que no fuera de la familia, y estaba destrozada por saber que tal vez corría peligro por su culpa.

—Oh, no... —soltó Zeldris tras terminar de ver el panorama completo—. Señorita, ¿quién le envió la invitación? ¿Fue un correo oficial, o mi hermano?

—Él me invitó. Llevaba días sin hablarme, y luego de la nada me mandó un mensaje.

—Esto es peor de lo que pensé. Elizabeth, no se trata solo de lastimarlo. Parece ser que el verdadero objetivo de mi padre no es él, sino tú.

—¡¿Qué?!

—Lo sabe. El rey sabe lo que hicieron, y solo puede estar buscando dos cosas: o espera encontrarte en la fiesta para amenazarte, o no le importas en absoluto, y lo que espera es que te decepciones y lo abandones.

De nuevo silencio, y fue el turno de la albina para atar cabos. Aún recordaba muy bien el ataque de celos que sufrió cuando Meliodas le confesó que tenía más aspirantes, ¿qué pasaría si veía, en vivo y a todo color, cómo decenas de personas iguales a las del restaurante le coqueteaban y lo acosaban delante de sus narices? Eso no era una fiesta de ex-aspirantes, ¡era una fiesta de ex-novias! Y ex-novios, ex-amantes, parejas de todos los géneros y especies, cada uno despreciándola por ser la aspirante en turno y una humana común.

—Creo que lo mejor es que no vayan. —les suplicó el moreno.

—Es cierto, Elizabeth. Esto es muy peligroso, lo mejor es que te apartes un poco hasta que...

—No —soltó de golpe, y hasta ella se sorprendió de la firmeza de su voz—. Creí que me conocías más, hermano. En cuanto a usted doctor, creo que toda su familia me subestima. Iré. No voy a dejarlo solo cuando más me necesita, ¡no dejaré que lo castiguen y humillen así!

«Él idiota me estuvo alejando para protegerme», pensó con lágrimas ardiéndole en los ojos. «No dejaré que vuelva a sufrir por mi culpa».

—Voy a ayudarlo —declaró—. Y si tengo que hacerlo sola...

—No lo harás —la cortó Ban—. Yo voy a acompañarte.

—¡Señor Ban! ¡No puede hablar en serio! —se horrorizó Zeldris mientras el vampiro albino sonreía de oreja—. Esperaba que me ayudara a convencerla de lo contrario, ¿y ahora dice que va a apoyarla con esto?

—No hay poder en este mundo que la detenga una vez que se decide, Doc —aclaró tras terminar su bebida—. Además, necesito ir. No voy solo para proteger a Ellie. El Jefe le salvó la vida a la persona que amo, y se lastimó por ir a rescatar mi estúpido trasero. Debo pagar mi deuda, solo así estaré tranquilo.

—Además, los Renard sabemos divertirnos en una fiesta de Halloween, ¿verdad Ban?

—¡Claro que sí! Parece que esta será una especialmente espeluznante—sentenció el ojirojo mientras chocaba los puños con su hermana. No había manera. Zeldris se resignó a que sería incapaz de detenerlos y, completamente conmovido por la lealtad que esas personas sentían hacia su hermano mayor, decidió hacer a un lado sus miedos y enfrentar el problema con todas las armas de las que disponía.

—En tal caso, permítanme que me encargue de todo. Conozco al encargado de la agenda de mi hermano, lo convenceré para que les dé pases de acompañantes, y me encargaré de preparar los vestidos que llevarán.

—¿Vestidos?

—Después de todo es una fiesta de disfraces —sonrió Zeldris con una expresión misteriosa—. Más específicamente, una mascarada. Les diré cómo comportarse para sobrevivir en ese mundo, y también claves para actuar en caso de emergencia. Solo les pido una cosa —dijo poniendo una cara tan seria que Elizabeth sintió que estaba viendo a Meliodas—: no importa lo que escuchen o vean, no abandonen a mi hermano. Este castigo de mi padre se enfoca en sacar a la luz sus peores errores, así que hará cualquier cosa para desacreditarlo ante sus ojos. Aunque se decepcionen de él, aunque al final de la noche lo repudien, tienen que jurarme aquí y ahora que no lo abandonarán hasta que termine la fiesta.

«¿Qué será eso tan terrible que tanto Zeldris como Meliodas temen que nos enteremos?», se cuestionó Elizabeth, pero de todas formas asintió con la cabeza enfáticamente al mismo tiempo que Ban.

—Correcto. Nos vemos mañana para cerrar los detalles.

—No vayan a llegar tarde. 


 ***

¡Uuuuuuuh! *0* Pronto estaremos bailando el vals de los vampiros. Pero, no aún UwU Muchas gracias por haberme acompañado como siempre en otro domingo, les mando un beso, un abrazo y, si las diosas lo quieren, nos vemos el 31 para más 🦇💕



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