7.

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Sabes a lo que me refiero, ¿Verdad?
Trata de olvidarte de él.

Ahora estás conmigo
Solo quiero que te sientas bien.

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Lisa se dirigía al parque luego de un día pesado de entrenamiento. Estaba muy cansada, pero hoy era un día especial y Jennie debía estarla esperando desde hace media hora allí.

—¡Lili! —Un llamado la sacó de sus pensamientos. Apenas reaccionó, abrió sus brazos a la chica que corría hacia ella. Esta se lanzó a estos y ella lo sostuvo gustosamente.

—Bebé, estoy sudada. Apesto. —Susurró, haciendo un puchero contra la cabellera castaña de la menor, quien daba saltitos emocionados al estar entre sus brazos.

—Sabes que nunca me han importado cosas como esas. —Sonrió, mientras miraba los profundos y oscuros ojos de la mas alta.

Justo ese día cumplían seis meses estando juntas y ambas estaban muy felices. Habían atravesado el largo proceso de conocerse y seguían haciéndolo, sin embargo ya estaban más cómodas con como iba su relación. Cada día Lisa confirmaba que Jennie tenía todo lo que ella deseaba en una pareja.

Tenía un sentido del humor muy ligero y relajado, era sensible, dulce, amable, cariñosa, comprensiva y muy muy atenta. Amaba que se preocupara por ella y que también notara los más mínimos detalles. Hace una semana lo había presentado con su familia y esta quedó encantada con su novia.

Rodeó su delgada cintura con ambos brazos, mientras dejaba muchos besos en su rostro. Jennie envolvió su cuello con los propios, atrayéndola más hacia ella. Cuando Lisa comenzó a besarla de manera lenta y dulce, Jennie correspondió tímidamente.

—Traje algunas cosas para comer, Lili. —Comentó al finalizar el beso. Acunó el rostro ajeno, besando la punta de su nariz. —Feliz sexto mesiversario, amor.

—Preciosa, te dije que te llevaría a comer. No era necesario. —Puchereó, acariciando suavemente su cadera.

Jennie bajó la mirada, trazando círculos con su índice en el pecho de Lisa. Infló una de sus mejillas, apenada.

—Quise hacer algo especial para un día especial, así que lo cociné yo. —Murmuró, apoyando su frente en el hombro de la pelinegra. —¿Lo quieres de todos modos?

Lisa sonrió.

—Eso no se pregunta, princesa. —Esta vez tomó las manos de la otra muchacha y entralazó sus dedos tan pronto como le fue posible. —Vamos.

Comenzaron a caminar y se sentaron en el pasto, donde Jennie había puesto un mantel y encima de este una canasta con varios recipientes llenos de comida. Unos minutos después, ya se hallaban comiendo todo lo cocinado por la menor.

—Cuando nos casemos, quiero que cocines mucho ¿Por favor? —Pidió Lisa, mientras un pequeño sonrojo en su rostro comenzaba a ser notorio y sus ojos brillaban ilusionados.

La otra asintió, sonriente.

—Claro que sí, lo que tu quieras, bebé.

Kim observó a Manoban comer con absoluta alegría, por ello fue que no pudo evitar ocultar una sonrisa. Lisa la miró con curiosidad, y de pronto su expresión se tornó sutilmente burlona.

—Oye, linda. —Llamó la castaña, sirviéndose una porción de comida.

—¿Uhm? —La mayor paró de comer para escuchar con atención lo que la contraria buscaba decirle. Aquella fue una linda imagen para la menor.

—¿Sigues odiando a mi novio? —Luego de decir eso, le fue inevitable no sonreír.

Lisa tardó un par de minutos en captar lo que la chica intentaba darle a entender, y cuando finalmente lo hizo, no pudo hacer otra cosa mas que reír.

—No, Jennie, para nada. —Rió casi de manera escandalosa. Su brillante sonrisa dejó hipnotizada a Jennie. —No podría odiar a tu novio.

FIN.

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