☪ ✙CAPÍTULO 12✙ ☪

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Byun Baekhyun ingresó al departamento de investigación e inmediatamente buscó con la mirada a su amigo.

Cuando detectó al sargento Heechul hablando con otros dos detectives, se acercó a él.

—Necesito hablar con ustedes —pidió capturando la atención de los tres hombres.

—A la oficina —anunció Heechul, encabezando el camino.

Cuando los cuatro estuvieron en la sala de reuniones, se aseguraron de que las persianas estuvieran abajo y la puerta bien cerrada.

—¿Qué sucede? —preguntó Heechul finalmente.

—Alguien se ha enterado de que estoy investigando por mi cuenta estas extrañas muertes consecutivas y mi superior me ha pedido que me detenga —anunció el forense.

—¿Pedido? —preguntó Taehyung, alzando una ceja.

—Ordenado —confirmó.

—¿Por qué? —cuestionó Jungkook, cruzando sus brazos sobre su pecho—. Si hay una nueva droga que está siendo probada, ¿no deberíamos de seguir investigándola para sacarla del mercado?

—Solo hay dos razones para esto chico —anunció Heechul—. Miedo de que el público se entere y genere caos además de la obvia mala imagen que tendrá la policía por no haber investigado el caso desde un principio. O alguien de adentro está envuelto en esto.

Jungkook y Taehyung se observaron ante la segunda posibilidad, eso solo complicaría las cosas y un montón.

—Claro que solo son suposiciones —les recordó su superior.

—Cualquiera que sea la razón, no me están permitiendo seguir investigando —suspiro Baekhyun.

—¿Y obedecerás? —preguntó Heechul alzando una ceja.

—Claro que no, pero iba a revisar nuevamente el cuerpo de la última víctima para confirmar algo y me he encontrado con la sorpresa de que ya ha sido entregado —expresó frunciendo sus labios.

—La víctima era el hermano menor de Min Yoongi, no había mucho que pudiéramos hacer si no queríamos una demanda —se excusó Heechul.

—Mierda —exhalo frustrado, pasando su mano por su cabello y luego les observó—. Realmente necesito una muestra de esa droga, chicos.

—¿Has averiguado algo? —preguntó Taehyung, atento.

—Posiblemente —torció sus labios—. En los resultados de los análisis hechos en el cuerpo de Hoseok, encontré una pequeña sustancia que pude reconocer. Y si es así, pronto estaremos en problemas.

—¿Más de lo que ya estamos con muertes causadas por ser sujetos de pruebas? —preguntó Jungkook con cierta ironía en su tono.

—Es una toxina peligrosa descubierta no hace mucho —anunció ignorando lo otro—. Y estoy seguro de que lo están usando como uno de los componentes para esta nueva droga.

—Bueno, al menos hemos avanzado un poco. ¿Qué es lo que sabes de esta toxina? —preguntó Heechul.

—Lo primero, es que en cantidades muy grandes provoca la muerte y en cantidades pequeñas... Tiene un fuerte efecto placebo, además de ser altamente adictiva —explicó.

—Suena como la droga perfecta —bufó el detective Jeon—. Seguramente están buscando la cantidad correcta al combinarla con otra.

—Pero como todo, esta toxina conocida como K3 tiene efectos secundarios graves y perjudiciales a los órganos internos del cuerpo, empieza con el hígado, se extiende a los pulmones y finalmente ataca al corazón —anunció.

—Si, eso no suena bonito —comentó Taehyung.

Baekhyun asintió—. Lo sé, y si están juntando esta peligrosa toxina con otra que no reconozco, no sé cuánto puede diferir en los efectos nombrados, qué tan peor puede volverse. Cuando revisé los otros cuerpos, no noté particularmente si algo estaba mal en sus órganos como recordarán por lo que quise volver a revisar a Hoseok para confirmar esto pero...

—Ya no estaba —comprendió el detective Jeon.

—Bueno, podemos estar seguros que de momento están causando la muerte —espetó Heechul de forma pensativa.

—Y están evolucionando de a poco si contamos con el período de muerte entre las víctimas —les recordó Taehyung.

—Tiene razón, según la última vez que fue vista la víctima y la hora estimada de la muerte —apoyo Jungkook.

—Yo necesito una muestra de esa droga, chicos —pidió el médico forense.

—El problema aquí, es que los bastardos se están escondiendo bien —gruño Heechul—. Mis chicos han estado buscando Byun, pero son como ratas escurridizas.

—¿Conoces a alguien del departamento de narcóticos en quien pueda confiar? —preguntó Baekhyun—. Tal vez pueda hablar con él y saber si sabe algo.

—Conozco a alguien, Park Chanyeol es un conocido mío —respondió sacando su teléfono celular—. Le diré para que se junten a almorzar.

—Bien, dale mi número y dile que me contacte para ver dónde vamos a comer —pidió dando por finalizada la reunión, retirándose de la oficina.

—Ustedes, vayan a hablar con ese informante para ver si nos puede proporcionar más información o consigan infiltrarse, no me importa, solo consigan algo —ordenó su sargento antes de concentrarse en la llamada.

Dando por terminada la conversación, los dos detectives salieron de la oficina siguiendo las órdenes de su sargento.

—Tenemos que ir con él —anunció Taehyung.

—Jimin queda fuera de esto —le recordó Jungkook.

—Personas están muriendo, detective Jeon —le espetó enojado Kim.

Jungkook apretó sus labios y apuñalo con su lengua el interior de su mejilla, sabía que su compañero tenía razón, pero no significaba que le gustara.

—Si no logramos conseguir más información, vamos con Jimin —aceptó entre dientes—. Pero si él se niega, eso es todo —advirtió.

—Bien —aceptó Taehyung.

—¿Creerá en él, señor? —preguntó Kang, todavía sorprendido de que alguien como su jefe creyera en algo que no fuera racional.

En una de las habitaciones de invitados, Yoongi observaba al desmayado chico dormir sobre la suave superficie de la cama.

—No le di la dirección, y aun así llegó aquí —respondió.

—Con un poco de investigación cualquiera podría encontrarla —insistió.

Yoongi asintió en silencio, contemplando la pálida piel del joven haciendo contraste contra el cubrecama rojo escarlata.

Era algo... Llamativo.

El chico era hermoso con su largo cabello negro y su delicada piel pálida como la porcelana haciendo contrastes. Sus ojos extraños pero llamativos, solo eran otro punto a favor de sus atractivas facciones, sus pestañas largas, y con aquellos labios gruesos, brillantes con un tono entre rosado y rojizo que los volvía apetecibles.

Hermoso, excepto por personalidad y boca sucia, eso lo arruinaba completamente.

Pero si no contaba con eso, era un bello espécimen. Bajo, delgado, hermoso... Justo como escogía a sus sumisos mayormente.

Algo dentro suyo se removió, un extraño deseo en su interior, se agitó, deseando enseñarle a aquel diamante en bruto lo que era ser el perfecto sumiso, el chico ya tenía las tendencias, podía verlo y sentirlo.

—Me trajo lo que le pedí —contestó finalmente—. ¿Has averiguado más de lo otro? —preguntó.

—No señor —respondió bajando la mirada.

—Entonces ve a trabajar —ordenó.

Kang asintió y se retiró de la habitación.

Alzando su mano, el rubio hombre tocó detrás de su oreja izquierda la delgada cicatriz que llegaba hasta su nuca, siendo oculta con su cabello.

Esa cicatriz de la cual nadie tenía conocimiento que estaba ahí, ni como había sido causada. Excepto, Hoseok.

—¿Amo? —pronunció Jeonghan cruzando la puerta.

—¿Qué sucede? —preguntó observando como el chico se arrodillaba y se sentaba a su lado, recargando el costado de su cabeza en su muslo.

Frunció el ceño, el chico se estaba volviendo demasiado cariñoso y encimoso para su gusto, siempre buscándolo.

—¿Quiere ir a la sala de juegos, amo? Le ayudaría a distraerse en este momento difícil —expresó valientemente a pesar de la expresión que adornaba el rostro del contrario.

—No en este momento —respondió volviendo sus ojos al chico en la cama.

—Pero amo... —insistió volteando a verlo, a pesar de que sabía que no debía.

Desde la cama, Jimin se agitó y gimió, atrayendo la atención del abogado.

Emitiendo quejidos de dolor y maldiciones, el pelinegro alzó sus manos ejerciendo presión en su sien.

"Te voy a matar, Hoseok, no sé cómo pero lo haré" pensó sintiendo como el dolor de su cabeza había empeorado y los susurros aumentado.

—Despierta, necesito hacerte algunas preguntas —ordenó aquella molesta voz.

Mierda, ¿es que no podía tener un minuto en paz?

—Dios, no grites —se quejó abriendo sus ojos, revelando ese llamativo azul-violeta que parecía resplandecer en ese momento—. Joder, mierda —exclamó volviendo a cerrar sus ojos con fuerza—. ¿Puedes correr las malditas cortinas?

—Dices una maldición más y te lavaré tu boca con jabón —espetó con desagrado Min—. Maldecir es un signo de pereza.

Jimin resopló—. No eres nadie para decirme qué hacer —refunfuñó—. Por favor, ¿puedes cerrar la ventana oh, gran Maestro? —pronuncio cuando no hubo movimiento y el molesto sol que se internaba en la habitación seguía molestando sus sensibles ojos.

Suspirando, Yoongi observó a su acompañante y asintió con su cabeza. Jeonghan se levantó del suelo y se alejó, corrió las cortinas lo suficiente para que la luz no llegara lograr a la cama, quedando así iluminada igualmente la habitación, pero sin molestar al quejoso invitado.

Luego de ello, inmediatamente volvió al lado de su amo, tomando la misma posición de anteriormente mientras observaba curioso al extraño en la cama.

—Buen chico —pronunció Yoongi, apoyando su mano sobre su castaña cabellera y Jeonghan sonrió feliz.

Sentándose en la cama, el pelinegro no pudo evitar distraerse tocando la suave superficie con sus manos, admirando la calidad del cubrecama.

Joder, casi parecía que el cubrecama era más suave y cómodo que su propio colchón.

—Responderás a mis preguntas —anuncio el abogado, como siempre, demandando.

—Oh no, ese no era el trato chico —exclamó observándolo, frotando sus brazos.

¿Por qué jodidos sentía frío?

Un quejido sorprendido atrajo su atención, y Minnie contemplo con sorpresa al hombre casi desnudo a los pies de Min.

¿Qué rayos era eso?

—Silencio, Sum —ordenó Min, retirando su mano—. Respondes mis preguntas y te daré el dinero.

—Ese dinero ya es mío, pensé que era un hombre de palabra, señor Min —se burló observándole directo a los ojos.

Irritado, las manos de Yoongi se hicieron puños a sus costados, resistiendo el deseo de poner en su lugar a aquella pequeña mierda de niño bonito.

Cuando recuperó nuevamente el control de sí mismo, metió la mano en su bolsillo y sacó el fajo de dinero, lanzándolo sobre la cama.

Dejando de frotarse a sí mismo, Jimin se estiró y lo recogió, contándolo antes de aguardarlo en el bolsillo de su chaqueta.

—Ahora nos estamos hablando —sonrió perezosamente.

Un pequeño resoplido llamó la atención del pelinegro nuevamente, bajando su vista se encontró con unos ojos que le observaban molestos.

—¿Está bien tu mascota? Me sigue mirando como si hubiese robado su comida.

Observando al sumiso a sus pies, Min suspiró.

—Sal de la habitación Jeonghan —ordenó Min alejándose—. Y cierra la puerta tras salir.

Apretando sus labios, el castaño chico salió de la habitación observando no de muy buena manera al extraño en la cama.

—Si, creo que eso fue peor —resopló.

—Concéntrate aquí. ¿Cómo está Hoseok? —preguntó parándose a los pies de la cama, sacando otro fajo de billetes.

—Ahora nos hablamos —sonrió nuevamente—. Hoseok está muerto —respondió obviamente el menor.

—No soy una persona de juegos —advirtió.

Jimin frunció el ceño, haciendo caso omiso a los susurros en su mente mientras intentaba recordar.

—Lo sentí... Confuso —pronunció finalmente.

—¿Confuso cómo? ¿Por qué?

—El chico acaba de morir —le observó frotando sus brazos nuevamente—. Creo que con justa razón debe de sentirse confundido, perdido. Aún más al no recordar cómo murió.

—¿Él no lo sabe? —alzó una ceja.

—No tiene recuerdos. ¡Dios! Juro que nunca más te dejaré hacer otra vez esa cosa que hiciste, Hobi —se quejó intentando capturar algo de calor para su cuerpo—. ¿Qué? —preguntó con mal humor hacia Yoongi.

—¿Él está aquí ahora? —preguntó ignorando su mal comportamiento.

Jimin frunció el ceño y trato de concentrarse nuevamente, buscando la esencia de su amigo.

La sentía, también escuchaba un susurro de su voz, pero estaba luchando contra las demás voces para ser escuchada y su jodido dolor de cabeza no ayudaba.

—Agh, está ahí pero hay demasiadas voces como para entenderle ahora —respondió torciendo sus labios en una mueca—. ¿Tienes comida? Con hambre no trabajo bien, y algo para el dolor de cabeza no estaría mal.

Yoongi alzó una ceja en silencio—. Creo que no estás en posición de exigir algo.

—Creo que soy el único que te puede dar las respuestas que quieres, ¿no? —le imitó alzando su ceja.

—No te confíes, siempre puedo encontrar otra forma —espetó arrogante.

Cuando el sonido de un celular comenzó a sonar, Jimin se quejó mientras sacaba el viejo aparato de su bolsillo y contestaba la llamada.

—No es buen momento, Kookie —advirtió.

Necesito hablar contigo otra vez —pidió y no se escuchaba precisamente muy feliz por ello.

—Ya les dije todo lo que sabía respecto a Hoseok —contestó levantándose de la cama.

Si ya no había nada que hacer ahí, tenía que irse.

No se trata solo de eso... Es, otra investigación.

—Es sobre la investigación que estaban realizando el otro día en el callejón, ¿cierto? Detective Jeon —preguntó suspicaz.

—respondió finalmente Jungkook—. Me dices lo que quiero y te compraré el almuerzo.

—Hecho —aceptó observando directamente a Min Yoongi—. Veámonos en mi restaurante favorito y llévame unas pastillas para el dolor de cabeza —pidió cortando la llamada.

Acercándose al rubio hombre que era el hermano de Hoseok, alzó su mano intentando tomar el dinero.

—Gracias, pero creo que ya no hay trato, y esto es mío —anuncio.

En vez de entregárselo, Yoongi lo sostuvo de la muñeca y lo atrajo hacia su cuerpo.

—¿De qué conoces al detective Jeon? ¿De qué estaban hablando? —cuestionó.

Jimin sonrió—. No es tu asunto, encanto.

Quitando su mano del agarre del abogado, el joven chico retrocedió, tomando distancia.

—Fue un gusto hacer negocios con usted, a pesar de lo tramposo que es —anuncio antes de dar media vuelta, alejándose sin más.

Dejando a Min Yoongi, ahí, parado en medio de la habitación, por primera vez sintiéndose agitado y al borde de perder el control por la furia y el... Calor.

Minnie salió de aquella gran casa, con un dulce hormigueo donde el idiota le había tocado, aun sintiendo el agradable calor del firme cuerpo contra el suyo.

Jimin lo había fastidiado, y mientras el pelinegro estaba satisfecho con ello, Yoongi... No.

Min Yoongi era quien tenía la última palabra y el control de la situación.

Y se lo demostraría a la pequeña mierda altanera.

A su manera.

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