☪ ✙CAPÍTULO 49✙ ☪

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Hacía ya unas cuántas horas que sus invitados se retiraron y el sol ya había caído totalmente, siendo reemplazada por una brillante luna iluminando escasamente el oscuro cielo sin estrellas en lo alto de este.

Apareciendo en la habitación de su hermano tras perder de vista a Jimin su buen tiempo, lo que, por supuesto no auguraba nada bueno, Hoseok supo que su mal presentimiento era justificado cuando encontró a Minnie vistiéndose para salir.

"¿Qué es lo que crees haces?" cuestionó contemplando como se colocaba nuevamente el cabestrillo luego de colocarse una camiseta.

—Me preparo, que más —contestó cogiendo la jeringa con su insulina que el señor mayordomo MinJu había preparado para él tras pedírselo y dejado encima de la pequeña mesa al lado de la cama sobre una bandeja de brillante plata.

Inyectando la aguja en su abdomen, contempló el pequeño bolsito nuevo que Yoongi había mandado hacer para él, el cual había sido mejorado para tener su insulina protegida y cuidada.

Eso había ocurrido luego de que el doctor advirtiera que no debía de tener la insulina en un pequeño bolso en el cual el calor se podía concentrar fácilmente.

La insulina se tenía que guardar en un lugar temperado.

¿Quién lo sabría? Porque seguro que él no tenía ni puta idea de ello. Era un simple frasco después de todo, ¿por qué iba a tener que tratarlo como si fuera un jodido diamante?

Claro que, tras esa advertencia, Yoongi se había deshecho de su bolsito, comprado uno nuevo con aquella capacidad y por supuesto, había dejado a su mayordomo a cargo de entregarle la insulina para que su abogado pudiera colocársela, asegurándose así de que no se saltaba ni olvidaba de ninguna mientras comprobaba su salud utilizando aquella maquinita para medir la azúcar en su sangre.

Pensando en todo, Yoongi sólo dejó un par de frascos en su nuevo bolsito y unas jeringas en caso de que salieran o de emergencia.

Y su plan estaba funcionando, porque hasta el momento no se había saltado ninguna y solo se estaba colocando esa porque era por una causa especial.

"¿Prepararte para qué?" insistió Hobi.

Suspirando, Jimin arrojó a la basura la jeringa utilizada y observó a su amigo mientras intentaba colocarse su bolsito alrededor de su cintura.

Solo por si acaso.

—Es obvio, para ir a atrapar a ese hijo de mi abuela que se hace llamar mi padre —respondió luchando por colocarse el bolsito con una mano—. ¿Me ayudas? —pidió a su amigo.

"¡No!" gritó Hoseok.

—Ay ya, qué sensible —bufó sentándose en la cama—. Puedo hacerlo solo —aseguró acomodando las tiras del bolsito en la cama.

"¡No puedes ir a ese lugar! Se lo prometiste a mi hermano" acusó.

—Seeeh... Crucé los dedos por lo que no cuenta —respondió acostándose en la cama sobre las tiras del bolsito, logrando finalmente que estas rodearan su cintura sin caerse para así juntarlas por el seguro.

"¡Jimin!" gruñó. "No puedes ir allá, será peligroso"

—No iré solo, Kookie y Tae me harán compañía —aseguró.

"Ajá, ¿y ellos lo saben?" cuestionó enojado.

—No, pero pronto lo sabrán —sonrió—. Si no quieres ir entonces quédate y cúbreme con tu hermano —pidió guiñándole un ojo mientras buscaba su chaqueta—. Ah, por cierto, ¿me ayudas a pasar los guardias? —pidió—. Necesito una distracción para cuando Taehyung vuelva a dejar a su hijo, y así pueda subirme a su auto.

Y sin escuchar más el estúpido plan, Hoseok salió silenciosamente de la habitación y directamente en busca de su hermano, quien parecía estar hablando por celular.

Sin dejar que terminara de hablar, empujó el teléfono fuera de su mano y cortó la llamada antes de comenzar a escribir en este.

—Estaba en una llamada importante, Hoseok —regañó Min con el ceño fruncido mientras contemplaba su celular flotar frente a él.

Cuando el aparato apareció frente a su rostro, explicando el estúpido plan de su idiota pareja, maldijo entre dientes mientras sus manos se hacían puños a sus costados.

—Creo que ya se encuentra lo suficientemente bien si está planeando cosas estúpidas —anuncio oscuramente.

Tomando su teléfono celular nuevamente, lo metió en su bolsillo y salió de su despacho agradeciendo a su hermano por avisarle.

—Señor —le detuvo Minju en las escaleras—. El señor Kim ya ha vuelto —anunció.

—Permítele entrar y dirige a Taehyung a la habitación preparada para su hijo, enseguida vuelvo —anunció siguiendo su camino como un hombre en una misión.

Cuando finalmente llegó a su habitación, respiró profundamente y ocultó dentro de sí mismo cada centímetro de molestia, despejando su rostro para no revelar nada.

Abriendo la puerta, contempló al joven pelinegro recostado en la cama bajo las mantas, dándole la espalda, fingiendo dormir.

Y tenía que admitirlo, hacia un maldito buen trabajo actuando, pero lastimosamente, de nada servía cuando sabía lo que estaba planeando.

Había esperado de hecho que hiciera un estúpido movimiento, no sería su Jimin si no lo intentara, y por ello mismo había estado preparado colocando guardias alrededor de la casa y por fuera rodeando la propiedad, eliminando así cualquier salida posible.

Y tan impredecible como era su pareja, prefería tomarlo antes de que hiciera cualquier estupidez.

—Oh, ¿ya estás durmiendo? Y yo que tenía una sorpresa para ti —anunció cruzando los brazos sobre su pecho.

No pasó mucho tiempo antes de que su pareja bostezara y girara sobre su espalda, observándolo.

—¿Ya vienes a dormir, mi dulce corazón? —exclamó bateando sus pestañas.

—No dormiremos esta noche —anunció con simpleza—. Arriba —ordenó.

—No gracias, estoy bien aquí —respondió.

—No lo pregunté —advirtió.

—Tengo sueño, quiero dormir —se quejó con un puchero—. Sabes que me da sueño cuando me tomo las pastillas.

—¿En serio? —dijo de forma pensativa—. Y yo que tenía planeado finalmente estrenar esos dulces pezones perforados —anunció captando todo interés en Minnie—. Incluso había comprado unos juguetes nuevos especialmente para ello. Quería mostrártelos.

—Descuida, el sueño ya se ha ido completamente —aseguró Jimin con entusiasmo, tirando las mantas hacia atrás—. Muéstrame esos nuevos juguetes, bebé —ronroneó.

—Está en la habitación de juegos —dijo contemplado con una ceja alzada la vestimenta del pelinegro.

—Si... Tenía frío —se excusó al saber lo que anunciaba la ropa que estaba utilizando.

—Por supuesto que lo tenías —asintió Min—. Arriba, quiero mostrarte este juguete.

Extrañado por la calmada reacción de su rubio abogado, Jimin se levantó y salió de la habitación, siguiéndolo por el pasillo hasta la habitación privada llena de juguetes pervertidos.

Entrando, observó a su pareja cuando este se quedó bajo el marco de la puerta.

—Quiero que estés desnudo para cuando vuelva y preparado para tu castigo —anunció y cerró la puerta.

Jimin se quedó unos segundos parado ahí mismo antes de comprender lo que estaba sucedido, había sido completamente engañado.

—Maldito cabrón hijo de Dios malparido —gritó enojado—. ¡Y tú también eres un jodido traidor, Hobi!

Del otro lado de la puerta, Yoongi sonrió y caminó por el pasillo, encontrándose a Taehyung cargando a su dormido hijo, siendo guiado por su mayordomo.

—¿Seguro de que no hay problema con que se quede aquí? —preguntó el detective Kim al verlo.

—Mejor que dejarlo solo en casa o con esa niñera que tenías —expresó encogiéndose de hombros.

—Ex niñera —corrigió entrando a la habitación que señaló el mayordomo.

—¿Jeon sabe que vas con él? —preguntó Min entrando a la habitación también.

—No me dejaría de ser el caso —resopló—. Pero ese imbécil irá solo y no lo puedo permitir —expresó acariciando la cabeza del pequeño luego de acomodarlo bajo las mantas—. Volveremos antes de que el sol salga.

—Kang te seguirá con otros guardias —anunció cuando este se enderezó.

—No es necesario, mejor tenlos para que Minnie no intente escaparse —le sonrió divertido.

—Él no podrá hacerlo, estará ocupado esta noche —sonrió malvado.

—Si, como que no quiero saber la razón —pronunció Taehyung arrugando su nariz—. Nos vemos después —se despidió saliendo de la habitación.

Observándolo bajar las escaleras y despedirse de Minju, Yoongi se dirigió a su habitación privada y contempló la puerta antes de respirar profundamente.

—Hobi, si estás cerca, ve ayudar a ese par de idiotas, por favor —pronunció con sus ojos cerrados—. No me agradan, como muchas personas, pero son más aceptables que otros.

Una pequeña sonrisa surcó en sus labios al escuchar la suave risa de su hermano, imaginación o no, había sido agradable volver a escucharlo.

Volviendo a su habitación privada, abrió la puerta y contempló a Jimin parado frente a esta exactamente en el mismo lugar en el que había quedado, observándole con sus labios fruncidos y por supuesto, completamente vestido.

—Me dejaste encerrado aquí adentro —acusó apuntándole con su dedo—. ¿Qué crees que soy? ¿Un animal que puedes dejar en casa porque quieres u ordenarle algo esperando que obedezca?

—Tenías pensado salir de la casa —respondió con simpleza.

—¡Eso es mentira! —alzó la voz.

Yoongi cruzó los brazos y alzó una ceja.

—Bueno, tal vez sí, pero esa no es razón para encerrarme aquí —refunfuño.

—Te dije que quería probar tus pezones, no mentí —anunció—. Tampoco cuando dije que compré algo especialmente para usarlos en ellos.

La pose del pelinegro se relajó y el interés volvió a brillar en sus hermosos ojos mientras una coqueta sonrisa surcaba entre sus labios.

—¿Oh? —pronunció y humedeció sus labios—. ¿Y qué esperas? Quiero verlo.

—¿Quieres verlo? Pensé haberte ordenado algo antes de salir de aquí —expresó.

—Te juro que lo intenté, pero es difícil hacerlo con una sola mano —dijo con un puchero.

—No tuviste problemas para ponértela con una mano —indicó.

Chasqueando la lengua, el hermoso pelinegro murmuró algo parecido a un "mierda" Antes de comenzar a trabajar en su ropa.

Cruzando la habitación, Min fue directo a los juguetes escogidos a utilizar durante la noche, con ellos esperaba mantener lo bastante entretenido a su terca pareja para que olvidara su tonto intento de escape para ir a exponerse al peligro, para esos estaban los otros.

—Y antes de que lo intentes, Taehyung ya se fue y tengo guardias rodeando la casa entera por dentro y fuera, cortesía de Namjoon —informó tomando una cuerda negra de su colección colgada en la pared—. Y Hoseok tampoco está dispuesto a ayudarte.

—Joder, ustedes no me dejan vivir —se quejó a sus espaldas.

—Corrección, no te dejamos hacer estupideces en las cuales puedes lastimarte o morir —aclaró dejando sobre la cama los otros objetos elegidos.

—Hey, conozco esos juguetes, ya lo has utilizado en mí antes —observó todavía a medio vestir, solo con un simple bóxer en su cuerpo—. ¿Dónde está mi juguete nuevo? —exigió volviéndose a colocar el cabestrillo con una ligera mueca en sus labios.

—Yo decidiré cuándo lo utilizaremos —anunció—. Por ahora, jugaremos con las esposas de cuero, las cuerdas, la venda, la paleta y por supuesto, el vibrador —sonrió.

—En realidad no tienes ningún juguete para mis pezones, ¿no? —se burló jugando con la joya que los traspasaba.

—Te lo mostraré —dijo con simpleza, dirigiéndose a un mueble y sacando una cajita terciopelada, plana y alargada—. Es algo bastante interesante —pronunció abriendo la caja, revelando el brillante contenido—. Estas dos argollas se conectan con las de tus pezones, la cadena los une y baja a una argolla más grande que va directamente en tu pene y tus bolas, cada vez que tu polla se mueva, esta tirara por consecuencia tus pezones —explicó.

—Cásate conmigo, amorcito —pidió observando completamente enamorado su nuevo juguete.

Y luego contempló embobado a su abogado cuando este se carcajeó sueltamente en un sonido oscuro y profundo, cosquilleando en su interior.

Oh si, finalmente estaba convirtiendo a su pareja en un humano con emociones, y aunque no creía que las mostrara abiertamente como él, estaba seguro de que ambos formaban el equilibrio perfecto con el otro.

—No puedes utilizar el banquillo por tu brazo y porque no puedes ejercer mucha presión en tus costillas ni demás heridas, por lo que irás a la cruz —indicó señalando dicha forma hecha de sólida madera y forrada con cuero para la comodidad de quien la usaba.

—No sé por qué siento que el karma me vino a morder el culo por decir tantas maldiciones incluyendo al señorcito Dios, su hijo y sus putas —expresó dirigiéndose a la esquina donde estaba ubicada.

—Te dije que algún día probaríamos todas las cosas en esta habitación —le recordó deteniéndolo frente a la cruz, quitándole el bóxer.

—Seh, y yo te dije que algunas mierdas que tienes aquí dan miedo y no lo haría —le recordó—. ¿Es que acaso todo aquí tiene grilletes? —observó las cuerdas para sus muñecas y pies en la cruz.

—No todo —respondió Yoongi, colocando las bandas de cuero rojo en sus pies y su mano buena—. Y lo interesante de esta cruz, es que se puede inclinar —anunció y Jimin gritó cuando esta se fue hacia adelante inclinando su cuerpo ligeramente.

—Joder, creí que no podía poner peso sobre mi hombro o costillas —se quejó.

—Y no lo estás haciendo exactamente —indicó—. Estás inclinado, no recostado.

—Puta madre, odio que seas un abogado, siempre puedes doblar tus palabras como quieras —refunfuño intentando observar sobre su hombro—. ¿Entendiste mi juego de palabras? —movió sus cejas.

Min Yoongi solo sonrió negando con su cabeza mientras tomaba el vibrador de la cama, que no eran más que tres pequeñas bolitas ovaladas conectadas por un cable y acompañadas de un pequeño control inalámbrico.

—¿Irá a mi culo? —preguntó esperanzado.

—¿Dónde más si no? —se burló y las envolvió en lubricante antes de volver al lado del hermoso pelinegro.

Con sus dedos resbaladizos por el lubricante, acarició entre ambas nalgas en busca de aquel arrugado y pequeño orificio.

Jimin gimió cerrando sus ojos mientras aquellos dedos rodeaban su entrada y la acariciaban, preparándolo superficialmente.

—Y esto va aquí —murmuró en su oído, empujando las bolas ovaladas en su interior, una por una.

—Bueno, fue un buen comienzo, pero no parecen tener nada especial —expresó en un suspiro, girando su rostro hacia Min mientras este se presionaba en su espalda.

Besándolo, Yoongi sonrió sobre sus labios y apretó un botón del pequeño control, logrando que las pequeñas bolitas vibraran en su interior.

—Dulce madre bendecida del señor Lucifer —jadeó frunciendo sus cejas y mordiendo su labio inferior.

—Mi pequeña mascota rebelde, este es solo el inicio de lo que tengo planeado para ti esta noche —expresó oscuramente Yoongi, besando su hombro en el proceso.

—Por favor, lo quiero todo —rogó empujando su culo por más.

Sí, realmente lo hacía y no le importaba si eso lo convertía en una puta o cualquier otra cosa, si se trataba de Min Yoongi, nunca lo haría mientras lo siguiera trabajando tan exquisitamente hasta el punto de perder la razón.

Solo disfrutaría un poco más de ello, y luego se escaparía en busca del hijo de su padre que tenía.

—Comencemos —pronunció Yoongi mordiendo su cuello al sentir que lo estaba perdiendo en sus pensamientos.

—Oh, por favor —gimió relamiendo sus labios.

Solo un poco más, jugaría hasta que su pareja estuviera satisfecho y entonces se iría detrás de sus amigos detectivescos.

Sí, definitivamente se escaparía luego.

Una lástima que su infierno de abogado no tuviera los mismos pensamientos, ¿no?


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