━ eleven: the blue moon

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CHAPTER ELEVEN
THE BLUE MOON

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LAUREL CROUCH ESTABA más encantada de decir que sus hijos — su hijo y su hija, Livvy y Briar — se criaron de la forma en la que sus padres nunca sintieron la necesidad de adoptar. Por supuesto, sus padres nunca pensaron que deberían adoptar una forma diferente de ser padres. Hacer lo mejor, ignorar a los otros. Criar a un verdadero héroe. Siempre funciona.

Podría ser la descendencia de ambos que se terminaba, o que empeoraba, ¿pero quién se preocupaba de eso? ¡Barty Sr. y Bernice dieron la mejor educación que tenían que ofrecer! ¡No era culpa de ellos que sus hijos no actuaran como ellos querían! ¡No era culpa de sus hijos tener opiniones y creencias y que se desviaran por otro lugar! ¡Eso era horrible!

Cuando nació Briar, el uno de agosto, la decisión entre Laurel y Remus fue finalmente dicha en voz alta, ella no dejaría de sentirse como si pudiera fallar, debido a que sus padres dejaron de amarla. Ella nunca se iba a sentir como si pudiera decirle algo a sus padres si quería. Ella nunca iba a sentir como tendría que decir todos sus cambios a lo largo del año escolar en voz alta, ya que sus padres no querían escuchar.

Laurel estaba a medio camino de evaluar uno de los exámenes cuando Remus abrió la puerta de su despacho, llamando al abrirla. Ella levantó una ceja—En realidad es primero golpear y luego abrir —dijo. Remus se encogió de hombros y se puso al lado opuesto de la mesa—. ¿Cómo va la temporada de exámenes? Es un horror ser profesora. Estoy a punto de morir.

—¿Has visto a Briar? —dijo él. Con el ceño fruncido, Laurel negó con la cabeza—. Fred y George la están buscando. Al parecer se ha saltado el almuerzo y tuvieron que dejarla en Adivinación porque su examen se prolongó bastante y el resto de la clase quería cenar. ¿Crees que ha tenido una visión? ¿Estará en la enfermería?

Laurel se puso en pie, dejando el examen por el momento—Cálmate, en primer lugar, me estás estresando con sólo mirarte. Y eso es una lástima, porque me gustaría verte y pensar, oh, que hermoso. No, oh, ahora estoy jodidamente estresada. Usualmente, ella va a la enfermería. Pero, entonces, si sucede, Minerva o Poppy me buscan para decírmelo...

Remus se había levantado también y Laurel se puso de puntillas para tocar su hombro indicando que se sentara—Debemos encontrarla, con todo lo que está pasando con Sirius. No es que ella esté en peligro —Laurel levantó las cejas. El secreto sobre la inocencia de Sirius había sido un secreto desde que James y Lily murieron, por lo que Laurel no podía volver a molestar a su marido—. Debí decírtelo antes, pero tengo el mapa de Harry y vi el nombre de Peter en él.

—Lo sé —dijo ella—, estaba con Sirius cuando descubrimos los cuerpos. Te lo quería decir, pero no quería que te sentaras peor. Ya estabas luchando con James y Lily y después nuestro mejor amigo fue acusado injustamente y no podíamos ayudar... —Laurel pausó y suspiró para sí misma—. Sirius es inocente. Peter tiene la culpa. Y estoy segura que Briar ha estado ayudado a Sirius desde el año pasado.

—Espera, ¿qué demonios...?

Laurel dijo—Ella dijo algo hace un par de meses que básicamente implicaba que ella le estaba ayudando. Qué pequeña tan inteligente. Sigue nuestros pasos. Adorable.

Mientras hablaba, Remus sacó el mapa del merodeador de su chaqueta y lo colocó encima del escritorio de Laurel. Ella frunció el ceño, mirando cuando él tomó la varita y dijo un "juro solemnemente que mis intenciones no son buenas." Mientras que las líneas manchadas de tinta del mapa revelaban el pergamino, Remus dijo—Sobre el tema de nuestros hijos, ¿crees algún día que Livvy nos lo contará?

Ella torció los labios, pensando la misma idea—No lo creo. Teniendo en cuenta que Aster nunca me lo dijo y la única razón por la que ellos se enteraron es porque yo lo dije por accidente después de que se marchara. Y luego me echaron. Por una razón totalmente sin relación. Y entonces, Briar fue creada.

—Lo sé —dijo Remus—. Estuve allí para eso.

Laurel sonrió y dijo—Pero, ¿has visto a Blaise con Livvy? Están tan enamorados, es adorable.

—Bueno, no sé sobre Briar, pero Fred tiene algo hacia ella —dijo Remus. Laurel asintió frenéticamente, tratando de llegar a un acuerdo lo más posible.

—Oh, Dios mío, sí...

Ella se interrumpió, su mirada se centró en los nombres que aparecieron en el mapa. BRIAR LUPIN. SIRIUS BLACK. HARRY POTTER. HERMIONE GRANGER. RON WEASLEY. PETER PETTIGREW. Laurel miró a Remus y Remus miró a Laurel, y los dos se quedaron en silencio.

El punto que representaba a Sirius chocó con el de Harry. Entonces, el punto de Sirius corrió hacia Ron y Peter, arrastrándolos hacia el Sauce Boxeador, dentro y fuera del mapa.

—Hace un rato vi a Harry, Ron y Hermione allí, iban a la cabaña de Hagrid y se fueron una vez llegaron Dumbledore, el Ministerio y los otros dos magos —explicó Remus. Laurel asintió, con el ceño fruncido en la forma de que un profesor le explicaba algo—. Sí Peter está aquí...

La puerta se abrió de golpe. Livvy entró corriendo, jadeando—¡Mamá, papá! ¡Estáis aquí! ¡Gracias a Dios que miré aquí antes de ir a la tuya, papá! —dijo él. Se tomó un momento para recuperar el aliento—. Bueno, eso es mentira. Miré tú oficina, luego el comedor, la sala común y luego aquí.

—¿Tú sala común? —preguntó Laurel.

Livvy asintió—A lo largo de una semana de exámenes, cada año hacen muchas tortitas para comer. Hoy fue nuestro turno y Draco se hizo cargo. Él hace las mejores magdalenas del mundo. Lo siento, pero no podía faltar... creo que utiliza ingredientes veganos, vegano en el caso de cualquier persona, y su sabor es como el esponjoso cielo.

—Eso es lo más bonito que he escuchado en toda la semana —mencionó Remus.

Laurel frunció el ceño—¿Qué pasa, Livvy?

—Briar dijo de salir fuera... parecía que estaba a punto de llorar —explicó. Tan pronto como lo dijo, frunció el ceño—. Probablemente no debería haber perdido el tiempo con una magdalena. Esperad... bueno, lo siento, pero tenía que hacerlo... Briar dijo que Sirius estaba involucrado.

—¿Él qué?

—Involucrado —repitió Livvy.

Laurel resopló. Remus frunció el ceño.

—Livvy, quédate aquí —dijo Remus. Livvy parecía confundido—. Se lo explicaremos al resto más tarde, pero esto es una emergencia. No queremos que te hagan daño.

Livvy asintió, diciendo—Si ese es el caso, si hacen un toque de queda, dormiré aquí, porque estoy familiarizado con la cultura y será destruida si mis padres me envían a mi habitación.

Laurel puso un brazo alrededor de él, abrazándolo fugazmente. Livvy le devolvió el abrazo y Remus hizo lo mismo, antes de que Laurel agarrara la mano de Remus para salir del despacho. Ella le dijo—El Sauce Boxeador.

✪ ✪ ✪ ✪

Briar se secó las mejillas para frotar las viejas lágrimas, al darse cuenta de que había sido herida ya sea por el Sauce Boxeador o por algo del túnel, mientras sus dedos trazaban un contorno pastoso a lo largo de su mandíbula. Trataba de no sonreír. Tenía una herida de guerra. ¡Qué emocionante!

Sirius cerró la puerta detrás de ellos. Miró a Briar, que le sonrió suavemente, y se volvió hacia los otros tres, levantando su varita y diciendo un "¡expelliarmus!".

Las varitas de los otros salieron de sus manos. Sirius las atrapó con facilidad y se acercó a ellos. Briar intentó no suspirar. Podría haber intentado al menos actuar como si él no fuera el malo—Pensé que vendrías a ayudar a tu amigo. Tu padre habría hecho lo mismo por mí. Habéis sido muy valientes por no salir corriendo en busca de un profesor. Muchas gracias. Esto lo hará todo mucho más fácil...

Harry, Ron y Hermione miraron a Briar, todos con la misma mirada de traición. Los labios de Briar se mantuvieron cerrados. Harry se lanzó hacia delante, para atacar a Sirius, pero Ron y Hermione tiraron de él—¡No, Harry! —exclamó Hermione, en un susurro.

Ron miró directamente a Sirius—Si quiere matar a Harry, tendrá que matarnos también a nosotros.

—Échate —le dijo Sirius— o será peor para tu pierna.

—¿Me ha oído? ¡Tendrá que matarnos a los tres! —dijo Ron, haciendo todo lo posible por verse amenazante, pero el color había desaparecido de su rostro. Miró a Briar—. ¡Y tú! ¡Se supone que eras la mejor amiga de Fred y George! Mis hermanos se van a enfadar contigo... van a dejar de ser tus amigos... todo por éste idiota...

Briar soltó—¡No estoy haciendo nada malo!

Sirius sonrió y dijo—Sólo habrá un asesinato esta noche.

Los ojos de ella se abrieron. Una de las margaritas que Fred había puesto en su pelo durante el descanso de la mañana cayó, pendiendo del pelo y colgando delante de su frente. En silencio, ella tomó la margarita y la colocó en la superficie más cercana. Su vida estaba rodeada en torno a encontrar los símbolos de sus sueños y visiones. Parecía extrañamente simbólico que ella pisara una flor que él había puesto en su pelo, porque ella había estado tratando de trenzar el de él.

—¿Por qué? —preguntó Harry, tratando de soltarse de Ron y de Hermione—. No le importó la última vez, ¿a que no? No le importó matar a todos aquellos muggles al mismo tiempo que a Pettigrew... ¿qué ocurre, se ha ablandado usted en Azkaban?

—Por el amor de Leia—se quejó Briar.

—¡Harry! —sollozó Hermione—. ¡Cállate!

—¡ÉL MATÓ A MIS PADRES! —gritó Harry. Se había soltado del agarre de Ron y Hermione y saltó hacia delante para llegar hasta Sirius. Hermione y Ron gritaron, y Briar se quedó a un lado, frotándose las sienes de la cabeza y rodando los ojos. Un destello de luz casi golpea a Harry en la cara.

Con el tiempo, la mano de Sirius se puso alrededor del cuello de Harry.

—No —susurró—, he esperado demasiado.

Hermione dio una patada a Sirius y Ron se lanzó contra él, el sonido de las varitas golpeando el suelo sonó en toda la habitación. Harry intentó coger la suya. Crookshanks saltó, sus garras hirieron a Harry. No fue hasta que Briar vio a Harry cuando golpeó al gato antes de saber que podía hacer, teniendo en cuenta que no iba a contribuir a la pelea que actualmente estaban teniendo.

—¡NO!

—¡Apartaos!

Ron y Hermione salieron del camino, justo cuando Harry se acercó a Sirius, apuntando su varita en su corazón—¿Vas a matarme, Harry? —preguntó Sirius.

Briar se echó hacia delante, hacia la breca entre Harry y Sirius. Sirius dio un paso hacia atrás, para darle espacio. Ella apuntó con su varita a Harry y entrecerró los ojos—Ni lo intentes —le dijo ella.

—Usted mató a mis padres —dijo Harry mirando a Sirius.

Sirius dijo—No lo niego. Pero si supieras toda la historia...

—¿Toda la historia? —repitió Harry. Parecía furioso y continuó frunciendo el ceño hacia Briar. Briar podía sentir que Ron y Hermione le miraban. No le importaba—. Los entregó a Voldemort, eso es todo lo que necesito saber.

—Tienes que escucharme —dijo Sirius con un dejo de apremio en la voz—. Lo lamentarás si no... si no comprendes...

—Comprendo más de lo que cree —dijo Harry. Briar podía oír su voz temblorosa. Ella bajó la varita para que se sintiera más relajado, pero también desconfiaba que terminara lanzando una maldición a ella o Sirius. Ella había perdido una infancia junto a su padrino. No podía arriesgarse a eso—. Tú nunca la has oído, ¿verdad? A mi madre, impidiendo que Voldemort me matara... y tú...

Briar dijo—Lo escuché, Harry. Soñé con ella y no lo he olvidado. Sé como sonaba, Harry, y era horrible.

—Entonces, ¿por qué lo ayudas?

—Porque...

Detrás de ella, Sirius dijo a Crookshanks—Vete.

Pero Crookshanks le hundió las garras a Sirius en la túnica, como un afecto de protección. Briar miró por encima de su hombro. Ella no había amado a ningún gato tanto como a ese. Volvió a mirar a Harry, quién se alejaba de ella, para conseguir su objetivo en Sirius. Briar levantó las cejas.

—Por el toque vegetariano de esta sala, si matas a personas inocentes, los gatos también son personas, voy a tirarte por la ventana.

Hubo pasos en el piso de abajo. Hermione gritó—¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! ¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! ¡SIRIUS BLACK! ¡DENSE PRISA!

En el momento en que ellos no miraban, Briar les señaló y gritó—¡Expelliarmus!

Sus varitas volaron lejos de ellos y luego miraron a Briar, sintiéndose orgullosa de sí misma. ¡Ella tenía derecho a utilizar ese hechizo! ¡De hecho, fue el primer intento! Una parte de su cerebro, sin embargo, ya se había centrado en la próxima cuestión de su mano. Briar estiró su brazo libre y apartó a Harry, antes de que unas chispas rojizas impactaran en él.

Luego, vinieron. Chispas rojas aterrizaron en el marco de la puerta. Laurel y Remus irrumpieron en la habitación, los dos miraron a los tres, a continuación, a Briar y Sirius. Y también a Crookshanks, pero eso fue mucho más rápido.

Remus preguntó—¿Dónde está, Sirius?

Poco a poco, pero sin pausa, Sirius señaló a Ron. Remus siguió mirando como si estuviera luchando para entender la situación. Laurel, por el contrario, esperó hasta que Crookshanks estuviera fuera de Sirius para correr hacia él y abrazarlo.

Sirius dijo—¡Príncipe!

Laurel exclamó—¡Princesa!

—Pero entonces... —murmuró Remus, mirando a Sirius. Briar echó un vistazo a los tres, quiénes parecían sorprendidos que la esposa del profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras estuviera abrazando a un criminal—. ¿Pero por qué no se aha manifestado antes? A menos que... a menos que fuera él quien... a menos que te transmutaras... sin decírmelo...

Sirius apoyó la cabeza en el hombro de Laurel y asintió. Laurel se apartó de él y Remus se quedó mirando a Sirius.

—Profesor —dijo Harry—, ¿qué pasa?

Remus bajó la varita y abrazó a Sirius de la misma forma que Laurel. Briar vio a Remus sonreír a Laurel, quién devolvió la sonrisa—¡NO LO PUEDO CREER! —gritó Hermione—. Usted... usted...

—Hermione...

—¡... usted y él!

—Tranquilízate, Hermione.

—¡No se lo dije a nadie! ¡Lo he estado encubriendo!

—¡Hermione, escúchame, por favor! —exclamó Remus—. Puedo explicarlo...

—Yo confié en usted —gritó Harry. Laurel había dado un paso hacia delante, viéndose como si estuviera lista para pelear en el nombre de Remus—, y en realidad era amigo de él.

—Estáis en un error —explicó Remus—, no he sido amigo de Sirius desde hace mucho, pero ahora sí... dejadme que os lo explique...

Hermione dijo—¡Y usted, Crouch! ¡Pensé que eras genial! ¡Te admiraba por el hecho de que veías a los muggles como iguales, pero le has estado ayudando!

Laurel frunció el ceño—Si nos dejáis explicarlo...

—¡NO! —gritó Hermione—. Harry, no te fíes de él. Ha ayudado a Black a entrar en el castillo. También él quiere matarte. ¡Es un hombre lobo!

Laurel, Sirius y Briar se congelaron.

—Yo no dije nada —dijo Briar—. Lo juro.

Por un momento, Remus miró directamente a Laurel, como si los dos estuvieran tratando de averiguar la prueba. Luego miró a Hermione y dijo—Estás acertando mucho menos que de costumbre, Hermione. Me temo que sólo una de tres. No es verdad que haya ayudado a Sirius a entrar en el castillo, y te aseguro que no quiero matar a Harry —se detuvo por un momento, mirando hacia Laurel de nuevo, el silencio era alentador. Briar no podía verlo. Su madre estaba mirando a su padre, como siempre lo hacía, como compañeros intercambiando votos—. Pero no negaré que soy un hombre lobo.

Tratando de ponerse en pie, pero cayendo, Ron hizo un ruido de dolor. Briar vio como Remus fue en su ayuda, pero Ron espetó—¡Aléjate de mí, licántropo!

Briar vio la expresión de Remus, también de Laurel y Sirius. Remus se había detenido en seco. Laurel parecía triste en su nombre. Sirius tenía una mirada de asombro agridulce, sorprendido de que su mejor amigo todavía estuviera trantando con aquello.

—¿Cuánto hace que lo sabes?

—Siglos —contestó Hermione—. Desde que hice el trabajo para el profesor Snape.

—Estará encantado —dijo Remus—. Os puso ese trabajo para que alguno de vosotros se percara de mis síntomas. ¿Comprobaste el mapa lunar y te diste cuenta de que yo siempre estaba enferme en luna llena? ¿Te diste cuenta de que el boggart se transformaba en luna al verme?

—Las dos cosas —respondió Hermione.

Cuando Remus forzó una risa, Laurel dijo entre dientes—Remus.

—Laurel —devolvió, y eso fue todo. Briar frunció el ceño. El cambio del nombre entre los dos parecía proporcionar tanta conversación como cualquier otra sentencia—. Nunca he conocido una bruja de tu edad tan inteligente, Hermione.

—No soy tan inteligente —susurró Hermione, temblorosa. Briar pudo sentir su estómago caer. Tenían miedo de su padre. Pensaban que su padre era un monstruo como Greyback, cuando era todo lo contrario. Su padre no mataría ni a una mosca—. ¡Si lo fuera, le habría dicho a todo el mundo lo que es usted!

—Ya lo saben —dijo Remus—. Al menos, el personal docente lo sabe.

—¿Dumbledore lo contrató sabiendo que era usted un licántropo? —jadeó Ron. Briar continuó mirando a sus padres, quiénes se seguían enviando miradas. Remus parecía tranquilo, mientras que Laurel estaba esperando la palabra que pudiera defenderle—. ¿Está loco?

—Hay profesores que opinan que sí —admitió Remus—. Le costó convencer a ciertos profesores de que yo era de fiar.

—¡Y ESTABA EN UN ERROR! —gritó Harry. Briar se encogió y desesperadamente esperó que nadie lo hubiera visto. Él señaló acusadoramente a Sirius—. ¡HA ESTADO AYUDÁNDOLO TODO ESTE TIEMPO!

Los labios de Briar se habían separado, cerca de estar a punto de decir que ella había sido la única ayudante, pero su padre ya estaba hablando—Briar, por favor —dijo Remus. Ella frunció el ceño y le pasó sus varitas—. No he ayudado a Sirius. Si me dejáis, os lo explicaré. Mirad... —arrojó las tres varitas de nuevo hacia sus propietarios—. Ya veis. Ahora vosotros estáis armados y nosotros no. ¿Queréis escucharme?

Con aspecto sospechoso, Harry soltó—Si no lo ha estado ayudando, ¿cómo sabía que se encontraba aquí?

—Por el mapa —explicó Remus. Miró a Laurel—. Por el mapa del merodeador. Laurel y yo lo examinamos...

—¿Saben utilizarlo?

—Por supuesto —respondió Remus—. Yo colaboré en su elaboración y Laurel supervisó los hechizos. Yo soy Lunático... es el apodo que me pusieron mis amigos en el colegio.

Harry frunció el ceño—¿Y cuál es el suyo, profesora Crouch...?

Laurel dejó escapar una risa—La condición era que mantendría mi nombre lejos, muy lejos, si querían que les ayudara. Tengo incluso a mortífagos apegados a mi nombre.

—Sí, porque Aster es idiota —murmuró Sirius.

—¿Usted hizo...?

—Lo importante es que esta tarde lo estaba examinando, con Laurel, porque tenía la idea de que tú, Ron y Hermione intentaríais salir furtivamente del castillo para visitar a Hagrid antes de que su hipogrifo fuera ejecutado. También me enteré por tus hermanos mayores, Ron, que no habían visto a Briar desde el descanso de la mañana, así que supuse que había pasado, Briar tuvo una visión. Y estaba en lo cierto, ¿a que sí?

Briar frunció el ceño—No estaban preocupados, ¿verdad?

—No tienes derecho a cuidar de mis hermanos...

—Oh, venga ya, Ron —dijo Briar—, ¿crees que sería capaz de hacer algo que pudiera herir a Fred o George?

Ron se quedó en silencio, viéndose enfadado. Ella tenía razón. Él lo sabía. Todo el mundo lo sabía. Las margaritas todavía en su cabello lo demostraba. Remus se paseó de arriba a abajo, mirando a los tres. Laurel estaba de pie a un lado de Sirius y Briar, ligeramente por delante de ambos.

—Supuse que os cubriríais con la vieja capa de tu padre, Harry.

—¿Cómo sabe lo de la capa?

—¡La de veces que vi a James desaparecer bajo ella! —dijo Remus con desdés. Laurel miró a Sirius y él devolvió la mirada, con la misma expresión vacilante que solía poner en las fotografías, antes de que fuera drenado por los dementores—. Que llevéis una capa invisible no os impide aparecer con el mapa del merodeador. Os vi cruzar los terrenos del colegio y entrar en la cabaña de Hagrid. Veinte minutos más tarde dejasteis a Hagrid y volvisteis hacia el castillo. Pero en aquella ocasión os acompañaba alguien.

—¿Qué dice? —interrumpió Harry—. Nada de eso. No nos acompañaba nadie.

—No podía creer lo que veía —prosiguió Remus—. Creía que el mapa estaba estropeado. ¿Cómo podía estar con vosotros?

—¡No había nadie con nosotros!

—Y entonces vi otro punto que se acercaba rápidamente, con la inscripción «Sirius Black». Entonces vi a Briar y a vosotros, vi que arrastraba a dos hasta el interior del Sauce Boxeador.

—¡A uno de nosotros!

—No, Ron —dijo Remus—, a dos —Remus dejó de caminar y le preguntó—. ¿Me dejas echarle un vistazo a la rata?

—¿Qué? —preguntó Ron—. ¿Qué tiene que ver Scabbers con todo esto?

—Todo —respondió Remus—. ¿Podría echarle un vistazo, por favor?

Dudando, Ron le entregó a Scabbers. Briar, por el rabillo del ojo, vio que Laurel y Sirius intercambiaban miradas y Laurel codeó a Sirius mientras sonreía maliciosamente—¿Qué? ¿Qué tiene que ver la rata con todo esto?

—No es una rata —graznó Sirius.

Laurel inclinó la cabeza—No, yo sí le llamaría rata.

—¿Qué quiere decir? ¡Claro que es una rata!

—No lo es —dijo Remus—. Es un mago.

—Un animago —aclaró Sirius— llamado Peter Pettigrew.

Hubo una pausa. Laurel había dado más pasos hacia Briar, como si dejara espacio para que Sirius se moviera hacia Peter la rata. Harry, Ron y Hermione tenían el mismo aspecto de asombro en la cara, como si alguien hubiera tomado un pincel y untado las tres caras diferentes en un lienzo.

—Están ustedes locos.

—¡Absurdo!

—¡Peter Pettigre está muerto! ¡Lo mató hace doce años!

Con un suspiro, Laurel dijo—Nadie está muerto a menos que hayas visto su cuerpo.

—Tal fue mi intención —dijo Sirius, y echó una mirada en dirección a Laurel—. Pero el pequeño Peter me venció. ¡Pero esta vez me vengaré!

Crookshanks fue arrojado al suelo. Sirius se lanzó contra Peter la rata y Ron soltó un grito de dolor. Remus se lanzó hacia delante para alejar a Sirius, ya que había caído y había empujado todo su peso sobre la pierna herida de Ron.

—¡Sirius, no! —gritó Remus—. ¡Espera! ¡No puedes hacerlo así! ¡Tienen que comprender! ¡Tenemos que explicárselo!

Sirius gruñó—Podemos explicarlo después.

—¡Tienen derecho... a saberlo... todo! ¡Es la mascota de Ron! ¡Hay cosas que ni siquiera yo comprendo! ¡Y Harry...! ¡Tienes que explicarle la verdad a Harry, Sirius!

—¡Princesa! —gritó Laurel. Sirius se detuvo—. Siéntate. Ya estás dando mal ejemplo. Como miembro del personal de la escuela, tanto Remus como yo tenemos la capacidad de defender a los estudiantes si es necesario. Por favor, sólo siéntate y deja de ser tan estúpido.

Él se apartó de Remus, quién miraba afortunadamente a Laurel. Sirius siguió mirando a Peter la rata—De acuerdo, pues —dijo Sirius—. Explicadles lo que queráis, pero daos prisa, Remus, Príncipe. Quiero cometer el asesinato por el que fui encarcelado...

—Están locos los dos —dijo Ron—. Ya he tenido bastante. Me marcho.

Briar murmuró—Hasta luego, cocodrilo.

Ron trató de incorporarse sobre su pierna sana, pero Remus apuntó su varita hacia Peter la rata—Me vas a escuchar hasta el final, Ron. Pero sujeta bien a Peter mientras escuchas.

—¡NO ES PETER, ES SCABBERS!

Peter la rata trató de salir del agarre de Ron cuando él trató de esconderlo en su bolsillo delantero. Ron perdió el equilibrio y Harry lo atrapó y lo guió hacia la cama. Haciendo caso omiso a Sirius, Harry se volvió hacia Remus.

—Hubo testigos que vieron morir a Pettigrew. Toda una calle llena de testigos.

Sirius dijo—¡No vieron, creyeron ver!

—Todo el mundo creyó que Sirius mató a Peter —confirmó Remus—. Yo mismo lo creía hasta que he visto el mapa esta noche. Porque el mapa del merodeador nunca miente... Peter está vivo. Ron lo tiene entre las manos, Harry.

Briar pensó, qué lugar menos romántico para una cita.

—Pero, profesora Crouch... profesor Lupin... Scabbers no puede ser Pettigrew... sencillamente es imposible, lo saben.

—¿Por qué no puede serlo? —preguntó Remus. Briar frunció el ceño. Sonaba como un profesor. Se recordó que lo era y sería por un tiempo, a menos que por los hechos actuales fuera despedido. El estómago le dio un vuelco. Se sentía culpable por esa posibilidad. Ella le había dicho a Livvy que buscara a sus padres. Si sus padres tenían problemas por estar aquí, sería culpa de Briar.

—Porque si Peter Pettigrew hubiera sido un animago, la gente lo habría sabido. Estudiamos los animagos con la profesora McGonagall. Y yo los estudié en la enciclopedia cuando preparaba el trabajo. El Ministerio vigila a los magos que pueden convertirse en animales. Hay un registro que indica en qué animal se convierten y las señales que tienen —explicó Hermione—. Yo busqué «Profesora McGonagall» en el registro, y vi que en este siglo sólo ha habido siete animagos. El nombre de Peter Pettigrew no figuraba en la lista.

Remus se echó a reír. Briar levantó una ceja—¡Bien otra vez, Hermione! Pero el Ministerio ignora la existencia de otros tres animagos en Hogwarts.

—Si se lo vas a contar, date prisa, Remus —gruñó Sirius—. He esperado doce años. No voy a esperar más.

Laurel suspiró—Es más largo que poner el té sobre la taza, Sirius.

Remus miró a ambos—De acuerdo, pero tendréis que ayudarme, Sirius, Laurel. Yo sólo sé cómo comenzó...

Hubo un fuerte crujido detrás de él y la puerta se abrió. Todos en la sala se miraron, y Laurel rodó los ojos, murmurando algo acerca de Star Wars o fantasmas. Se dirigió hacia el rellano.

Laurel dijo—No hay nadie aquí, sigue hablando.

—¡Este lugar está encantado! —dijo Ron.

Ella volvió a entrar en la sala, pasando al lado de Remus y palmeándole el hombro. Hubiera sido mejor si ella no lo hubiera tenido que hacer—No lo está —dijo Remus—. La Casa de los Gritos nunca ha estado embrujada. Los gritos y aullidos que oían los del pueblo los producía yo. Con eso empezó todo... cuando me convertí en hombre lobo. Nada de esto habría sucedido si no me hubieran mordido... y si no hubiera sido yo tan temerario.

Remus se detuvo por un momento. Laurel, quién había estado a punto de quedarse junto a Sirius y Briar, intercambió una mirada con Sirius y él asintió con la cabeza, de pie ligeramente al lado de Briar. Sonriendo a Sirius, Laurel tomó las manos de Remus.

(Sirius no sonrió, pero le habría gustado.)

(Briar rodó los ojos hacia él.)

Ron fue a interrumpir, pero Hermione le calló—¡Chitón!

—Era muy pequeño cuando me mordieron. Mis padres lo intentaron todo, pero en aquellos días no había cura. La poción que me ha estado dando el profesor Snape es un descubrimiento muy reciente. Me vuelve inofensivo, ¿os dais cuenta? Si la tomo la semana anterior a la luna llena, conservo mi personalidad al transformarme... me encojo en mi despacho, convertido en un lobo inofensivo, y aguardo a que la luna vuelva a menguar. Sin embargo, antes de que se descubriera la poción de matalobos, me convertía una vez al mes en un peligroso lobo adulto. Parecía imposible que pudiera venir a Hogwarts. No era probable que los padres quisieran que sus hijos estuvieran a mi merced. Pero entonces Dumbledore llegó a director y se hizo cargo de mi problema. Dijo que mientras tomáramos ciertas preocupaciones, no había motivo para que yo no acudiera a clase —explicó Remus. Suspiró y miró a Harry—. Te dije hace meses que el Sauce Boxeador lo plantaron el año que llegué a Hogwarts. La verdad es que lo plantaron porque vine a Hogwarts. Esta casa, el túnel que conduce a ella... se construyeron para que los usara yo. Una vez al mes me sacaban del castillo furtivamente y me traían a este lugar para que me transformara. El árbol se puso en la boca del túnel para que nadie se encontraba conmigo mientras yo fuera peligroso.

Peter la rata continuó haciendo chillidos aterrorizados.

—En aquella época mis transformaciones eran... eran terribles. Es muy doloroso convertirse en licántropo. Se me aislaba de los humanos para que no los mordiera, de forma que me arañaba y mordía a mí mismo. En el pueblo oían los ruidos y los gritos, y creían que se trataba de espíritus especialmente violentos. Dumbledore alentó los rumores... Ni siquiera ahora que la casa lleva años en silencio se atreven los del pueblo a acercarse. Pero aparte de eso, yo era más feliz que nunca. Por primera vez tenía amigos, tres estupendos amigos: Sirius Black, Peter Pettigrew y tu padre, Harry, James Potter. Mis tres amigos no podían dejar de darse cuenta de mis desapariciones mensuales. Yo inventaba historias de todo tipo. Les dije que mi madre estaba enferma y que tenía que ir a casa a verla... Me aterrorizaba que pudieran abandonarme cuando descubrieran lo que yo era. Pero al igual que tú, Hermione, averiguaron la verdad. Y no me abandonaron. Por el contrario, convirtieron mis metamorfosis no sólo en soportables, sino en los mejores momentos de mi vida. Se hicieron animagos.

Harry preguntó—¿Mi padre también?

—Sí, claro —respondió Remus—. Les costó tres años averiguar cómo hacerlo. Tu padre y Sirius eran los alumnos más inteligentes del colegio y tuvieron suerte porque la transformación en animago puede salir fatal. Es la razón por la que el Ministerio vigila estrechamente a los que lo intentan. Peter necesitaba toda la ayuda que pudiera obtener de James y Sirius. Finalmente, en quinto, lo lograron. Cada cual tuvo la posibilidad de convertirse a voluntad en un animal diferente.

—Pero ¿en qué le benefició a usted eso? —preguntó Hermione.

—No podían hacerme compañía como seres humanos, así que me la hacían como animales —explicó Remus—. Un licántropo sólo es peligroso para las personas. Cada mes abandonaban a hurtadillas el castillo, bajo la capa invisible de James. Peter, como era el más pequeño, podía deslizarse bajo las ramas del sauce y tocar el nudo que las deja inmóviles. Entonces pasaban por el túnel y se reunían conmigo. Bajo su influencia yo me volvía menos peligroso. Mi cuerpo seguía siendo de lobo, pero mi mente parecía más humana mientras estaba con ellos.

—Date prisa, Remus —dijo Sirius.

—Ya llego, Sirius, ya llego... al transformarnos se nos abrían posibilidades emocionantes. Abandonábamos la Casa de los Gritos y vagábamos de noche por los terrenos del colegio y por el pueblo. Sirius y James se transformaban en animales tan grandes que eran capaces de tener a raya a un licántropo. Dudo que ningún alumno de Hogwarts haya descubierto nunca tantas cosas sobre el colegio como nosotros. Y de esa manera llegamos a trazar el mapa del merodeador y lo firmamos con nuestros apodos: Sirius era Canuto, Peter Colagusano y James Cornamenta.

—¿Qué animal...? —comenzó Harry, pero Hermione lo interrumpió.

—¡Aun así, era peligroso! ¡Andar por ahí, en la oscuridad, con un licántropo! ¿Qué habría ocurrido si les hubiera dado esquinazo a los otros y mordido a alguien?

—Ése es un pensamiento que aún me reconcome —respondió Remus. Hasta ese momento, Briar realmente no se había dado cuenta de la falta de preocupación de su padre, mientras que todos estaban en Hogwarts, probablemente, le habría dado tiempo a reflexionar. Tenía sentido, porque Laurel utilizaba la Red Flu para la mayoría de los almuerzos y los fines de semana en su casa, antes de que Remus trabajara en la escuela—. Estuve a punto de hacerlo muchas veces. Luego nos reíamos. Éramos jóvenes e irreflexivos. Nos dejábamos llevar por nuestras ocurrencias. A menudo me sentía culpable por haber traicionado la confianza de Dumbledore. Me había admitido en Hogwarts cuando ningún otro director lo habría hecho, y no se imaginaba que yo estuviera rompiendo las normas que había establecido para mi propia seguridad y la de otros. Nunca supo que por mi culpa tres de mis compañeros se convirtieron ilegalmente en animagos. Pero olvidaba mis remordimientos cada vez que nos sentábamos a planear la aventura del mes siguiente. Y no he cambiado...

Hermione dijo—¿Cómo se enteró Laurel?

Sirius resopló. Laurel se cruzó de brazos, ocultando su cara con la mano—Bueno, en el verano de nuestro sexto año, el hermano mayor de Laurel desapareció —dijo Remus, reduciendo la velocidad para mirar a Laurel. Ella lo miró, asintiendo para que continuara con Aster Crouch—. Y Sirius se procuró de que Laurel estaba demasiado atrapada en tratar de averiguar que pasó con su hermano y porque era consciente de que eh... tenía un crush con Laurel, y nos intentó juntar.

Laurel continuó—Yo, la genio residente, se preguntó porqué actuaba tan raro, entonces Snape me engañó para reunirme con él en la luna llena y me di cuenta de porqué fue apodado Lunático. Así que, si Snape decía que le intentaban matar, cometería la venganza patética intentando conseguir que el hermoso de Remus me atacara.

A su lado, Briar dijo—Y aquí estoy.

Remus miró a sus familiares. Briar deseó con amargura que Livvy estuviera presente, sólo para que todos pudieran estar juntos, pero entonces sintió una punzada en el estómago y se dio cuenta de lo terrible que era al decirle a su hermano que se mantuviera al margen de la situación. Él estaba mucho más seguro con sus amigos.

—Todo este curso he estado pensando si debería decirle a Dumbledore que Sirius es un animago. Pero no lo he hecho —decía Remus—. ¿Por qué? Porque soy demasiado cobarde. Decírselo habría supuesto confesar que yo traicionaba su confianza mientras estaba en el colegio, habría supuesto admitir que arrastraba a otros conmigo... y la confianza de Dumbledore ha sido muy importante para mí. Me dejó entrar en Hogwarts de niño y me ha dado un trabajo cuando durante toda mi vida adulta me han rehuido y he sido incapaz de encontrar un empleo remunerado debido a mi condición. Y por eso supe que Sirius entraba en el colegio utilizando artes oscuras aprendidas de Voldemort y de que su condición de animago no tenía nada que ver... Así que, de alguna manera, Snape tenía razón en lo que decía de mí.

El movimiento fue repentino cuando Sirius apartó la mirada de Peter la rata para fijarse en Remus—¿Snape? ¿Qué pinta Snape?

—Está aquí, Sirius —respondió Remus—. También da clases en Hogwarts.

Sin dejarse impresionar, Briar murmuró—Sirius, literalmente fuí a verte cuando me castigó.

—Ah —dijo él, rascándose el cuello—, había olvidado eso.

Laurel dijo entre dientes—Bendita sea tú alma.

—El profesor Snape era compañero nuestro. Ha intentado por todos los medios impedir que me dieran el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo Remus. Un tanto irritada, Laurel se quejó—. Le ha estado diciendo a Dumbledore durante todo el curso que no soy de fiar. Tiene motivos... Sirius le gastó una broma que casi lo mató, una broma en la que me vi envuelto.

Así cómo Laurel dijo, "No te involucra, por el amor de las cosas buenas," Sirius dijo, "Le estuvo bien empleado. Siempre husmeando, siempre queriendo saber lo que tramábamos... para ver si nos expulsaban..."

Laurel envió una mirada a Sirius—No le estuvo bien empleado, y sin duda no sonaría tan mal si tú me lo hubieras dicho primero.

—Sí tiene que actuar como un idiota delante de tú hija, Laurel, y del hijo de James y Lily, sí se lo merecía —espetó Sirius. Briar mordió un poco su lengua para mantenerse en calma. Laurel parecía estar de acuerdo, pero no podía decirlo estando alrededor de estudiantes—. La única razón por la que Livvy se queda fuera de eso es porque es un Slytherin, y sus madres se enfadaron contigo cuando se fueron. No ha cambiado desde la escuela.

Briar quería asentir, pero algo la detuvo. Ella, sin embargo, miraba a Sirius, viéndose agradecido por decir eso.

—Severus estaba muy interesado por averiguar adónde iba yo cada mes —explicó Remus a Harry, Ron y Hermione—. Estábamos en el mismo curso, ¿sabéis? Y no nos caíamos bien. En especial, le tenía inquina a James. Creo que era envidia por lo bien que se le daba el quidditch... de todas formas, Snape me había visto atravesar los terrenos del colegio con la señora Pomfrey cierta tarde que me llevaba hacia el Sauce Boxeador para mi transformación. Sirius pensó que sería divertido contarle a Snape que para entrar detrás de mí bastaba con apretar el nudo del árbol con un palo largo. Bueno, Snape, como es lógico, lo hizo. Si hubiera llegado hasta aquí, se habría encontrado con un licántropo completamente transformado. Pero tu padre, que había oído a Sirius, fue tras Snape y lo obligó a volver, arriesgando su propia vida, aunque Snape me entrevió al final del túnel. Dumbledore le prohibió contárselo a nadie, pero desde aquel momento supo lo que yo era...

Algo lamentado, Harry dijo—Entonces, por eso lo odia Snape. ¿Pensó que estaba usted metido en la broma?

De la pared detrás de Laurel y Remus, alguien dijo—Exactamente.

Severus Snape se desprendió de la capa invisible y apuntó a Remus con la varita.

Laurel exhaló—Tú estúpido grasiento.

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