━ thirty: smells like (the lack of) teen spirit

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CHAPTER THIRTY
SMELLS LIKE (THE LACK OF) TEEN SPIRIT

✪ ✪ ✪ ✪ ✪ ✪ ✪ ✪

BRIAR NO — CÓMO UN montón de adolescentes, magos o no— quería volver al colegio en septiembre. Mucha gente sabía su nombre. Su padre era un hombre lobo y su madre era la hija del trabajador del Ministerio recientemente fallecido, el que la gente solía pensar que se convertiría en Ministro. Además, en la escuela, su apellido dio luz a un legado — en primer lugar, su padre era uno de los merodeadores, y los profesores se tenían que recordar cuando ella se volvería tan mala como ellos. Y en segundo, en su primer día de colegio, había entrado a Comedor junto a Fred y George. Había pasado alrededor de una semana antes de su primer castigo, y eso fue porque en el primero no fueron pillados.

(Y estaba aquello de que la gente pensó que era una mujer lobo por un par de semanas, pero eso fue sellado por el grupo de Slytherins, animado por Livvy, quiénes aterrorizaban a cualquier persona que apoyaba la mentira.)

Por lo general, las vacaciones de verano eran con Briar visitando la Madriguera a menudo, o Fred y George visitando y quedándose con ella, o iría a la piscina del pueblo de al lado y fingiría que estaba en un país diferente más cercano al ecuador. Pero, hasta ahora, las vacaciones de verano en su mayoría habían sido gastadas con Briar manteniéndose a sí misma. Los Weasley habían estado en Grimmauld Place, la casa de la familia de Sirius, y Briar iba a menudo con su padre a las reuniones de la Orden del Fénix, las cuales eran a menudo en el comedor.

Y, a pesar de que deseaba estar feliz por saberlo, no lo estaba. No podía contarlo a cualquier otro que no tuviera permitido estar en las reuniones — y para ser justos, ella no era parte de la Orden, solo participaba en las reuniones hasta que tuviera la edad de ayudar realmente — que daba lugar a varios argumentos cada vez que se le preguntaba. Después de la primera reunión se le permitió entrar, Briar había subido donde los demás estaban escondidos, después de tratar de usar una de las orejas extensibles de los gemelos.

Ellos le habían preguntado que pasó, y Briar explicó que no podía contarlo. Molestos, aceptaron. Preguntaron la próxima vez y Briar dijo lo mismo. Tres días más tarde, Briar estaba enfadada de que preguntaran y los otros se cabrearon porque no les contaba. Otros dos días más tarde, hicieron que Fred la engatusara para descubrirlo y Briar finalmente se rompió.

(Y por eso, no quiere decir que ella les dijera algo. En cambio, Fred y Briar tenían un argumento masivo y no hablaron alrededor de una semana.)

(Qué se sintió más tiempo del que era.)

(Pero el silencio terminó cuando salió de una de las reuniones, lo vio en la escaleras y ambos desaparecieron durante media hora para besarse.)

Entre las reuniones, Briar se mantenía a sí misma. Ella seguía viendo a los gemelos, pero en su mayor parte, los debates se trataban de averiguar que ocurría en las reuniones. Y, cada vez que el tema crecía, tanto Briar y Fred eran hostiles entre ellos — o más cariñosos, tratando de olvidar el viejo argumento.

Ella también fue a la piscina del pueblo de al lado. Sin embargo, eso se debía al hecho de que había conseguido el trabajo de socorrista, y Briar se había dado cuenta de que sería bastante bueno si pasaba unos cuantos días de la semana rodeada de muggles, en lugar de magos que llevaban clase de ropa que los muggles llamaban "disfraces."

Hubo una ola de calor que recorrió el Reino Unido. Esto significaba que la piscina al aire libre se utilizaba mucho más que la cubierta, la melodía de la furgoneta de helados estaba a casi cada hora en los lugares frecuentados por niños y Briar realmente se estaba derritiendo. Lo cual tenía sentido, teniendo en cuenta que ella era la única bruja del lugar.

Muchos de los niños llegaban a la piscina en la mañana y dejando un poco de tiempo para la hora del té. En su mayor parte, la gente que ella destinaba a "socorrista" eran niños y sus padres o tutores — con excepción de un par de veces, como el día que un grupo de adolescentes apareció y el cabecilla intentó invitarla a salir, pero Briar levantó una ceja y él y sus amigos se asustaron.

Había una chica, sin embargo, que siempre se tumbaba en las tumbonas junto a la escalera de la parte menos profunda y siempre miraba a Briar cuando estaba en la ciudad durante los descansos, con Sergeant alrededor. O, a veces, Briar era recibida por Laurel y Teddy, y no tenía que aparecerse en casa para que su perro le hiciera compañía.

Su madre, a través de su imitación de Ray Bans de un muelle de España, veía a su hija como un halcón. Briar pensó que la chica era linda, pero eso fue todo porque Briar le recordaba a Bella de La Bella y la Bestia.

Lo que Briar tuvo que recordarse a sí misma, sin embargo, fue el hecho de que todos los niños se reían y sonreían, mientras que allí estaba ella, la única que parecía ser consciente de que la muerte era algo y era jodidamente terrible por los que se quedaron atrás. Ninguno de los niños sabía lo que había sucedido a Briar. No se les ocurría. Briar sintió como si todo el mundo se hubiera detenido cuando Cedric murió.

Esto estaba mal. Era el mundo que ella tenía.

El dolor, la destrucción y la tristeza eran de esperar los únicos componentes en la vida de alguien de diez años y más. El mundo de los adultos daba miedo. Briar podía entender porqué Molly quería que sus hijos se quedaran al margen de las reuniones de la Orden, ya que le había tomado un tiempo a ella comprender toda la idea. Todo lo que ella había levantado se sentía distante, en términos de guerra, pero se sentía mucho más real cada vez que los adultos hablaban de ello en serio, más que de pasada, el relato de una mujer que lavaba.

Fue alrededor de las doce y media cuando Briar se reunió con el otro socorrista, un adolescente que iba a la escuela secundaria local. Briar saltó de la silla y se apretó la banda para el cabello roja en el pelo cuando comenzó a alejarse de la piscina.

—Um —dijo una voz pequeña—, se te ha caído esto.

Briar se dio la vuelta. La niña que siempre la miraba y a Sergeant curiosamente estaba mirando hacia ella, con los ojos un poco ensanchados y sus dedos entrelazados en la varita de Briar—Oh, mierda... —Briar se detuvo—. Mierda, no quería... ¡mierda! ¡No, mierda! —se detuvo. La niña la miró, tratando de no reír—. Muchas gracias, pequeña.

—Soy Imogen —dijo la niña.

Ella sonrió y dijo—Briar.

—¿Briar? —la voz de Imogen hizo eco—. Es un nombre muy bonito.

—Igual que Imogen —dijo Briar. Tomó de nuevo su varita, guardándola rápidamente. Imogen miró a su alrededor, haciendo girar un mechón de cabello castaño alrededor de su dedo—. ¿Vives por aquí cerca?

Imogen asintió—Sí. ¿Por qué tienes una varita? ¿Eres mágica?

Hubo una pausa. Briar se arrodilló, sintiendo que estaba forzando la superioridad mirando hacia ella.

—Puedo ver el futuro —dijo Briar. Ella era consciente del hecho de que nadie iba a creer a Imogen, porque ella estaba en la edad en la que ningún adulto la creería. (Bueno, con excepción de los padres de Briar, porque los padres de Briar habían sido utilizados para la mierda random de Briar que se hacía realidad poco después.) Tomó su varita de vuelta—. Puedes tener una oportunidad, si quieres. No soy buena en la magia, tu podrías ser cómo yo.

Imogen agarró la varita y la agitó. Una pequeña grieta apareció en el hormigón. Los ojos de Briar se abrieron. Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda...

—¡Guau! —Imogen soltó—. ¡Eso es increíble!

Briar tomó su varita de nuevo. Miró a Imogen, quien todavía estaba impresionada por la pequeña grieta que había hecho—Si en tú undécimo cumpleaños te hablan de una escuela mágica, menciona que conoces a Briar Lupin —dijo a Imogen—. Podrás tener cualquier cosa que te guste.

Imogen dijo—Guau, ¿en serio?

—En serio —dijo Briar.

✪ ✪ ✪ ✪

—Eso es completamente ridículo, Lunático, Junior —murmuró Sirius. Él, Remus y Briar estaban en un extremo de la mesa. Briar rodó los ojos. Al parecer llamarla Lunática Junior era demasiado, y por lo tanto se denominaba simplemente cómo Junior—. Si Laurel viera esto, el infierno se desataría.

Remus respondió—Laurel está cuidando de Teddy y Livvy, desde que Livvy tiene más amigos y yo siempre he cuidado de Briar desde que era pequeña, así que voy a las reuniones de la Orden por los dos.

—Tu me llevas a las reuniones de la Orden —dijo Briar.

Él la miró y suspiró.

—Sí, pero eso fue sólo porque había chicos de tu edad —dijo Remus.

Sirius asintió.

—Sí, cuando vosotros estabais molestando me fui a sentar con Briar y sus amigos —recordó. Briar sonrió. Él miró hacia la parte baja de la mesa—. Sin embargo, no entiendo porqué no dejáis que Harry entre aquí.

Molly suspiró—Otra vez no, Sirius.

Briar frunció el ceño—¡Él tiene un punto! Harry fue el que lo desafió...

—Si alguien tiene derecho a saberlo, es Harry —Sirius se quebró. Briar asintió con la cabeza. Remus no parecía impresionado—. Si no fuera por Harry no sabríamos que Voldemort ha vuelto, ¡igual que con Briar! No es un niño, Molly.

Molly gritó—¡Pero no es un adulto! Él no es James, Sirius.

—Bueno, no es tu hijo —dijo Sirius.

Con rabia, Molly argumentó:

—Cómo si lo fuera —estaba en la parte de la cocina de la sala, tratando de preparar la cena, mientras gritaba a Sirius quién era la mejor figura parental en la vida de Harry. Briar tenía la sensación de que la cena estaba casi lista y que sus amigos estaban fuera con una de las orejas extensibles—. ¿A quién más tiene?

—A mí —dijo Sirius.

Snape comenzó:

—Que conmovedoramente paternal, Canuto. Quizá Potter crezca y llegue a ser un delincuente cómo su padrino.

Briar abrió la boca, pero Remus le envió una mirada. Miró a su padre y dijo—¡Sirius tiene un buen maldito punto! Yo estoy aquí... ¿así que por qué no Harry? Yo lo predije, pero Harry lo vio... Voldemort apareció frente a él, Cedric...

—Tal vez tus padres no tengan piedad contigo y tu pérdida...

Su expresión se suavizó al instante, volviendo a la antigua frialdad que había sido descongelada de ella desde el comienzo de las vacaciones. Remus comenzó a decir, "Espera, Severus..." pero Sirius estaba gritando, "¡Ahora quédate fuera de esto, Snivellus! Harry debería estar aquí, Laurel y Remus son los mejores padres que jamás hayas conocido, ¡y Harry es tanto de mi familia cómo de la tuya, Molly!"

Brair compartió una mirada con su padre. Molly miró a su alrededor, dejó escapar un suspiro y miró a Briar—Briar, querida, ¿podrías decirle a los demás que la cena está lista? —ella preguntó—. ¿Y podrías asegurarte de donde vienen todas esas bombas fétidas?

Ella asintió con la cabeza, se deslizó fuera de la sala antes de Aparecerse en las escaleras. Briar había pasado su prueba unos días antes, y estaba al tanto de que los adultos se estaban enfadando ya que Fred y George la uasaban para Aparecerse en todos lados. Sin embargo, ella se mareaba cuando lo hacía, así que lo usaba lo máximo que podía sin molestar tanto como los gemelos.

Briar apareció en el dormitorio de Ron. Inmediatamente, Fred saltó hacia delante y envolvió los brazos alrededor de su cintura—La reunión está a punto de terminar, chicos —dijo Briar. Miró a Harry—. Hola, hermano —su miraba recorrió la habitación—. La cena está casi lista, vuestra madre me ha preguntando de donde vienen las bombas fétidas... Merlín, Fred, deja de pisar mi maldito pie...

—¿Entonces la boda es algún día de estos? —dijo Ginny. Al instante, Briar saltó alrededor de un metro de distancia de Fred. George y Ginny chocaron los cinco. Harry parecía confundido—. Están aterrados al compromiso. O mamá los pillará y no dejará que compartan habitación...

—Wow, ahora, la única razón por la que hicimos una fiesta de pijamas fue porque George invitó a Angelina, así que tuve que cubrir eso fingiendo que los dos estaban en mi habitación —dijo Briar. Se cruzó de brazos—. Además, él ya ha visto Heathers.

—Me gustaría no haberlo hecho.

—¡Te encantó!

—No, claro que no.

—Sí, es cierto. Es una obra maestra.

—Es muy rara, Briar.

Briar se detuvo—Está bien, es rara, pero fantástica.

Ginny dijo—¿Ves? Casados.

—Bueno, la cena está lista, y vuestra madre me dijo que os lo dijera, así que seréis asesinados si no bajáis —dijo Briar—. Ron, Hermione, Harry... no tardéis. Vuestra madre ha estado gritándole a Sirius y yo traté de no hacerlo. Lloro por la confrontación.

Fred y George asintieron. Cogieron el final de las orejas extensibles y la tomaron de las manos antes de Aparecerse fuera de la habitación de Ron y al rellano de su piso. Ella rodó los ojos.

—Todo el maldito rato... —Briar fue cortada cuando Fred puso una mano sobre su boca. Ella lo miró y lamió su palma.

George dijo—Briar, calla, queremos escuchar.

Briar se cruzó de brazos. Idiotas.

Un grupo de miembros de la Orden salió del comedor. Fred y George estaban tratando de utilizar las orejas extensibles para escuchar la conversación. Pero, antes de que pudieran, la puerta principal se abrió y se cerró.

—Maldita sea —murmuró Fred. Echó hacia arriba la oreja extensible y Briar se sintió un tanto triunfante. Él le lanzó una mirada.

Briar dijo—¿Podemos bajar ya?

Hubo un grito desde abajo. Briar dejó escapar un suspiro. Pero, para su sorpresa, el cuadro de Walburga Black comenzó a chillar—¡CERDOS! ¡CANALLAS! ¡SUBPRODUCTOS DE LA INMUNDICIA Y DE LA COCHAMBRE! ¡MESTIZOS, MUTANTES, MONSTRUOS, FUERA DE ESTA CASA! ¡CÓMO OS ATREVÉIS A CONTAMINAR LA CASA DE MIS PADRES! —un bebé empezó a llorar. Entonces, ella oyó jurar a Laurel, a continuación, juró porque ella había jurado y luego volvió a maldecir porque ella seguía jurando...

—Entonces Livvy se ha ido con Pansy —dijo Briar.

Hacia el cuadro, Sirius gritó—¡Cállate, horrible y vieja bruja, cállate!

—¡TÚUUUUUUUUUUUUUUUU! TRAIDOR, ENGENDRO, ¡VERGÜENZA DE MI ESTIRPE!

Los chillidos finalmente se calmaron. En la planta baja, Remus y Sirius habían puesto las cortinas de nuevo sobre el cuadro y Laurel había dejado a Teddy abajo, su pelo cambió de rubio a castaño y a verde brillante. Tonks parecía muy contenta. Briar miró a los gemelos y se Apareció en el piso de abajo.

Tonks sonrió.

—¡Briar! —exclamó en voz baja—. ¡Me encanta tu hermano pequeño! ¡Míralo, es cómo yo!

—Vidente y Metamorfomago —dijo Briar. Miró a Laurel—. Su ADN es raro, mamá.

Tonks dijo—Estoy de acuerdo. Sin ofender, Laurel.

Laurel se encogió de hombros—Bueno, quiero decir, bien estaba Bambino para convertirse en un hombre lobo, o en uno de los genes que tengo al azar —dijo. Sus ojos se abrieron—. No es que los hombres lobo sean malos. Los hombres lobo son fantásticos. Mira estoy casado y tengo hijos con uno.

Remus murmuró—Sí, estaba allí.

Sirius juntó las manos y declaró—¡El destino!

Briar se frotó las sienes—Parecéis unos críos.

✪ ✪ ✪ ✪

Molly había dado a Fred, George y Briar el trabajo de remover el estofado y cortar el pan, pero los gemelos habían decidido que podían tener cerveza de mantequilla mientras estaban en ello. Briar se había nombrado para remover el estofado y estaba tratando de intentar que los gemelos cortaran el pan, pero se utilizaba el volumen de los otros dos en la sala como una excusa para verter la cerveza de mantequilla en una jarra que encontraron.

A mitad de su intento de mover la cuchara de madera por el interior de la olla sin descansar sus manos en el caldero, y quemándose, ella dejó escapar un suspiro—Si pudiérais encontrar una toalla sería genial, por que es eso o tendremos que arrastrar las cosas hasta la mesa...

—¡Buena idea!

Sus ojos se abrieron—No, claro que no. No...

George puso las manos sobre los hombros de ella para ponerla a un lado y Fred usó la varita para flotar el estofado por la sala y sobre la mesa. Antes de que Briar pudiera cuestionar o detenerlos, George comenzó a hacer lo mismo con la tabla del pan y la cerveza de mantequilla. Los tres se pusieron en línea, Briar inclinó la cabeza mientras miraba el caldero, la jarra y la tabla volar hacia el centro de la mesa. Ella observaba con cautela el cuchillo mientras se deslizaba a través de la tabla, sus labios se torcieron con nerviosismo.

—Uh, el cuchillo va a...

Un fuerte golpe cortó a Briar. Ella, al igual que los gemelos, se congelaron, mirando la hoja de cuchillo fuera de la tabla, aterrizando en el punto donde Sirius tenía antes la mano. Briar miró hacia Molly, cuya mirada saltaba hacia cada gemelo y haciendo caso omiso a la rubia por completo—¡AY, MI MADRE! —gritó ella—. ¡NO HACÍA FALTA... YA NO LO AGUANTO MÁS... QUE AHORA OS PERMITAN HACER MAGIA NO QUIERE DECIR QUE TENGÁIS QUE SACAR LA VARITA A CADA PASO!

—¡Sólo pretendíamos ahorrar un poco de tiempo! —farfulló Fred, alejándose de Briar y George para intentar conseguir el cuchillo de la mesa—. Perdona, Sirius, no era mi intención...

Sirius y Harry habían estallado en risas, cuando Fred se volvió hacia los otros dos, llevando cuidadosamente el cuchillo, en la forma que Briar había enseñado como sujetar unas tijeras; nunca corras, y asegúrate de que las tijeras estén apuntando al suelo para que no puedas apuñalar a nadie.

Fred se quedó atrás, de pie al otro lado de Briar, los cuales ya estaban de pie junto a George. Arthur comenzó a echar un vistazo a sus dos hijos, pero esquivando a Briar—Niños —dijo Arthur, tratando de dejar el estofado de nuevo en su sitio—, vuestra madre tiene razón; ahora que habéis alcanzado la mayoría de edad se supone que tenéis que dar ejemplo de responsabilidad...

—Briar, querida —comenzó Molly, causando que Briar se congelara en su sitio de nuevo. Briar miró con una ligera preocupación preguntándose si iba a ser regañada por murmurar la idea en primer lugar aunque ella no pensara que fueran a hacerlo—, ¿eras así en casa?

Briar hizo una mueca, sabiendo que su respuesta verdadera no iba a llegar a ninguna parte; pero, después de recordar cómo sus mejores amigos se irían a la completa mierda si se obligaba a ser la modelo a seguir, sonrió débilmente.

—Oh, Dios —dijo Laurel, poniendo a Teddy con Remus—, es terrible. De vez en cuando es silencio, tranquila... bueno, tanto como puede, teniendo en cuenta que ha estado escuchando a Nirvana cada momento desde el fin de la escuela... y escuchas un crujido y la caldera hirviendo o ves que el paquete de cartas del tarot de la planta baja ha desaparecido.

Fred y George estaban radiantes.

—¡Ninguno de vuestros hermanos ha causado nunca estos problemas! —Molly estaba rabiosa, gemelos, dando un porrazo mientras ponía otra jarra de cerveza de mantequilla y arreglar el desorden—. ¡Bill no se pasaba el día apareciéndose a cada momento! ¡Charlie no encantaba todo cuanto encontraba! ¡Percy...!

Briar, después de haber pasado el último momento entre los gemelos, sintió que ellos se ponían rígidos. Arthur murmuró algo a los gemelos que Briar no logró entender y sintió que Fred sujetaba su brazo, diciendo que se sentara con ellos.

—Vamos a comer —dijo Bill, mientras que los tres tomaron sus lugares en los únicos asientos vacíos uno al lado del otro. En un extremo de la mesa, Laurel ya estaba sentada al lado de Sirius, la mirada nerviosa en su cara estando en la casa parecía una versión descolorida de la expresión de Sirius cuando Briar y Remus aparecieron por primera vez y fueron recibidos por él.

—Esto tiene un aspecto estupendo, Molly.

—Se parece mucho a una receta muggle que encontré en un libro... ¿has oído alguna vez hablar de ella, Molly? Creo que la usé en una clase hace un par de años...

Los siguientes minutos consistían en silencio. Briar hizo todo lo posible para no mirar demasiado a su alrededor, obligándose a mantener su mirada en los cubiertos en sus manos mientras comía. No estaba acostumbrada a las comidas silenciosas — en casa, siempre había alguien hablando sobre su día, o la radio encendida y alguien comentaba lo mucho que le gustaba la canción. En la escuela, en el Gran Comedor siempre charlaban. No estaba segura de si le gustaba el silencio, o si ella lo encontraba raro.

Con el tiempo, la sala estalló en conversaciones separadas, los gemelos al instante comenzaron a preguntar a Mundungus Fletcher acerca de su floreciente carrera. Briar siguió mirando hacia abajo en Laurel, que sonreía cada vez que Briar miraba a Mundungus.

—... y entonces... —decía Mundungus, su historia hacia que los gemelos y Ron se rieran. Briar observaba y escuchaba, ligeramente impresionada—. Entonces me dice, en serio, me dice: «Oye, Dung, ¿de dónde has sacado esos sapos? ¡Porque un hijo de mala bludger me ha robado a mí los míos!» Y yo le contesto: «¿Te han robado los sapos, Will? ¡No me digas! Y ahora, ¿qué? ¿Piensas comprarte unos cuantos?» Y esa gárgola inútil, chicos, podéis creerme, va y me compra sus propios sapos por mucho más dinero del que le habían costado la primera vez...

—Gracias, Mundungus, pero creo que podemos pasar sin los detalles de tus negocios —interrumpió Molly. Ron seguía riendo al lado de Briar, al igual que Fred y George, pero Briar sentía la necesitad de darle las gracias a Molly.

—Perdona, Molly —respondió Mundungus—, pero es que Will se los había robado a Warty Harris, o sea, que en realidad yo no hice nada malo.

—No sé dónde aprendiste los conceptos del bien y del mal, Mundungus, pero creo que te perdiste un par de lecciones fundamentales —dijo Molly.

Briar, la cuál estaba tratando de beber su cerveza de mantequilla, se tapó la boca para detenerse a sí misma de reírse del comentario y escupir la bebida. Los gemelos se dieran cuenta y se echaron a reír, su diversión crecía cuando Briar los miraba tímidamente.

Tazones de pastel de ruibarbo con crema se pusieron alrededor. Fred le dio unas palmaditas en el hombro y ella rodó los ojos, cogiendo con su cuchara un montón de pastel de ruibarbo que se había deslizado frente a ella en el minuto anterior.

Un tiempo pasó, y todo el pastel de ruibarbo había sido devorado por la mesa de brujas y magos, todos los cuáles parecían tener sueño. En la mesa, Briar podía ver a Ginny levantándose de su asiento para sentarse en el suelo y jugar con Crookshanks, y por el otro lado de la mesa, Sirius y Laurel se quedaron murmurando algo entre sí, viéndose más como hermanos que nunca.

—Creo que ya es hora de acostarse —bostezó Molly.

—Todavía no, Molly —intervino Sirius, apartándose de Laurel para alejar su plato vacío lejos de él y mirar a Harry, asegurándose de que estaba hablando lo suficientemente alto cómo para que el resto pudiera escuchar—. Mira, estoy sorprendido. Creía que lo primero que harías en cuanto llegaras aquí sería empezar a hacer preguntas sobre Voldemort.

Briar envió la mirada hacia arriba, mirando a Fred.

—¡Lo he hecho! Les he preguntado por él a Ron y a Hermione, pero me han dicho que como ellos no pertenecían a la Orden no...

—Y tienen razón —lo interrumpió Molly, quien ya no estaba cansada. Fred y George se miraron. Briar evitaba las miradas—, sois demasiado jóvenes...

—¿Desde cuándo tiene uno que pertenecer a la Orden del Fénix para hacer preguntas? —terció Sirius—. Harry se ha pasado un mes encerrado en esa casa de muggles. Creo que tiene derecho a saber qué ha pasa...

En ese momento, Fred y George piaban en la conversación.

—¡Un momento!

—¿Por qué Harry puede hacer preguntas?

—¡Nosotros llevamos un mes intentando sonsacaros algo y no habéis soltado prenda!

—Sois demasiado jóvenes, no pertenecéis a la Orden —continuó Fred, el tono de su voz se volvió agudo, intentando imitar a Molly. George asintió a lo largo, inclinándose un poco más cerca, como para demostrar que eran un equipo y que no les echaran argumentos sin expresar todos sus sentimientos—. ¡Harry ni siquiera es mayor de edad! ¡Y Briar también lo vio volver! ¡Los padres de Briar dejan que ella vaya a las reuniones!

La mención de sí misma causó que Briar se aclarara la garganta, continuando el razonamiento que los tres habían conseguido—¡Exactamente! —añadió Briar, señalando hacia los gemelos—. Sí yo puedo, ¿por qué ellos no?

Laurel dijo—Briar, por favor...

—Yo no tengo la culpa de que no os hayan contado a qué se dedica la Orden —explicó Sirius, quien parecía intentar buscar un punto. Fred se aferró a la mano de Briar—, eso lo han decidido vuestros padres. Harry, por otra parte...

—¡Tú no eres nadie para decidir lo que le conviene a Harry! —saltó Molly—. Supongo que no habrás olvidado lo que dijo Dumbledore.

—¿A qué te refieres en concreto?

—A lo de que no teníamos que contarle a Harry más de lo que necesita saber.

Los adolescentes sentados en la mesa cambiaban sus miradas de Molly a Sirius, dependiendo de quién estaba discutiendo en ese momento. Briar, mientras movía su mirada de Molly a Sirius, se dio cuenta de que tanto Remus y Laurel miraban hacia Sirius, aunque Laurel parecía estar dispuesta a ponerse en pie y sacarlo si el argumento se iba de las manos, mientras que Remus parecía más tranquilo, pero debía ser porque Remus era quién tenía a Teddy.

—No pretendo contarle más de lo que necesita saber, Molly. Pero dado que fue él quien vio regresar a Voldemort, tiene más derecho que nadie a... ¡Briar lo sabe!

Molly envió a Sirius una mirada de enfado.

—¡Los padres de Briar la dejan! —exclamó. Briar se echó hacia atrás, apoyándose en el brazo de Fred—. ¡Harry no es miembro de la Orden del Fénix! Sólo tiene quince años y...

—Y se ha enfrentado a situaciones más graves que muchos de nosotros.

—¡Nadie pone en duda lo que ha hecho!

—¡No es ningún niño!

—¡Tampoco es ningún adulto! ¡Harry no es James, Sirius!

Briar, mientras miraba hacia Sirius, vio a Laurel quitar su mirada fuera de él, viéndose como si estuviera tratanto de quedarse en silencio. Briar lo encontró extraño, su madre nunca gritaba, porque sus palabras podrían ser un buen aporte sin volumen añadido.

—Sé perfectamente quién es, Molly, muchas gracias.

—¡No estoy muy segura! A veces, por cómo le hablas, se diría que crees que has recuperado a tu amigo.

Harry frunció el ceño—¿Y qué hay de malo en eso?

—¡Lo que hay de malo, Harry, es que tú no eres tu padre, por mucho que te parezcas a él! —argumentó Molly, mirando a Sirius.

Apartando la mirada de Remus, Laurel dijo:

—¿Qué tal si dejamos a James fuera de esto?

Molly continuó—¡Todavía vas al colegio, y los adultos responsables de ti no deberían olvidarlo!

—¿Significa eso que soy un padrino irresponsable?

—Significa que otras veces has actuado con precipitación, Sirius, y por eso Dumbledore no para de recordarte que debes quedarte en casa y...

Briar se hundió más en la silla. Obviamente, nadie sabía que Briar transfiguraba a Sirius para que se viera como Sergeant para sacarlo fuera a escondidas.

—¡Si no te importa, vamos a dejar a un lado las instrucciones que he recibido de Dumbledore!

—¡Arthur! ¡Apóyame, Arthur!

Él miró reacio para agregar:

—Dumbledore sabe que la situación ha cambiado, Molly —explicó Arthur—. Está de acuerdo en que habrá que informar a Harry, hasta cierto punto, ahora que va a quedarse en el cuartel general.

—¡Sí, pero eso no es lo mismo que invitarlo a preguntar todo lo que quiera!

—Personalmente —comenzó Remus, apartando la mirada de Sirius y mirando a Laurel por un segundo antes de continuar—, creo que es mejor que nosotros le expliquemos a Harry los hechos, no todos, Molly, sino la idea general, a que obtenga una versión tergiversada a través de... otros.

A partir de eso, Briar decidió que su padre era consciente de que solo la mayoría de las orejas extensibles habían sido destruidas. Su mirada parpadeó a los gemelos de nuevo, los cuales se veían como si estuvieran pensando, ohhh.

—Bueno —dijo Molly, mirando a su alrededor en busca de apoyo, pero no recibió ninguno—. Bueno... ya veo que mi opinión queda invalidada. Sólo voy a decir una cosa: Dumbledore debía de tener sus razones para no querer que Harry supiera demasiado, y hablo como alguien que desea lo mejor para Harry...

De nuevo, el mismo intercambio comenzó:

—Harry no es hijo tuyo.

—Como si lo fuera. ¿A quién más tiene?

—¡Me tiene a mí!

Briar permaneció sentada, su único movimiento era igual al de sus amigos, cuyas cabezas se movían al unísono. Se preguntó por qué Sirius había esquivado una discusión, pero parecía gustarle el continuar sus exclamaciones para provocar el argumento de nuevo, pero no quería ponerlo en duda—Sí, pero no te ha resultado nada fácil cuidar de él mientras estabas encerrado en Azkaban, ¿verdad? —dijo Molly.

Sirius estaba empezando a ponerse de pie—Molly, tú no eres la única de los que estamos aquí que se preocupa por Harry —intervino Remus. Miró a Sirius—. Siéntate, Sirius.

Molly parecía como si estuviera a punto de llorar, su labio inferior comenzó a temblar. Laurel se quejó, agarró la manga de Sirius y murmuró—Sirius, por el amor de Merlín, siéntate.

Ella tiró de la manga hacia abajo, rodando los ojos por la mirada que él envió.

—Creo que Harry tiene derecho a opinar en este asunto. Es lo bastante mayor para decidir por sí mismo.

—Quiero saber qué ha estado pasando.

La decisión de Harry —que había salido de su boca con demasiada rapidez como si no hubiera estado debatiendo las opciones de los últimos momentos— causó que Molly se desalentara, mientras que el resto de adultos en la mesa parecían entenderlo y estaban de acuerdo con su decisión.

—Muy bien —Molly asintió. Miró a los demás clasificados como niños, menos a Briar—. Ginny, Ron, Hermione, Fred y George: salid ahora mismo de la cocina.

Antes de que alguien pudiera callarlos, Fred y George se miraron, reanudando la discusión de antes—¡Nosotros somos mayores de edad! —gritaron ellos.

Cómo había hecho Sirius antes, Fred se levantó, pero Briar se movió para sentarlo de nuevo.

—Si a Harry le dejan, ¿por qué a mí no?

—¡Mamá, yo quiero oírlo!

—¡No —gritó Molly. Al instante, los cinco se quedaron en silencio—Os prohíbo terminantemente...

—Briar vio lo que pasó —interrumpió Remus. Sus cejas se fruncieron—. Si ella ve algo como esto, debe saber que está pasando porque si lo ve de nuevo ella nos lo dirá... Nosotros dejamos que Briar escuche las reuniones...

Molly dijo bruscamente—¡Bueno, es tu hija, tu hiciste la decisión!

Laurel levantó una ceja y cuestionó—¿Cómo cuando mantienes al joven en la oscuridad cada vez que ayuda?

Arthur miró a Fred y George.

—Molly, a Fred y a George no puedes impedírselo, son mayores de edad.

—Todavía van al colegio.

—Pero legalmente ya son adultos.

—Pero ¿cómo...? Bueno, está bien, Fred y George pueden quedarse, pero Ron...

—¡De todos modos, Harry nos lo contará todo a Hermione y a mí! —exclamó él al instante. A Briar no le sorprendió que tal vez Ron tenía una cadena de respuestas que se sentaban en su lengua, a la espera de ser elegido para la más apropiada—. ¿Verdad?

Miró a Harry con incertidumbre y Harry asintió—Pues claro —Ron y Hermione sonrieron radiantes.

—¡Muy bien! ¡Muy bien! ¡Ginny! ¡A la cama!

Después de eso, Ginny se puso en pie protestanto, utilizando todos los medios para hacer que su partida fuera audible. Los portazos hicieron eco en la casa, junto con sus protestas enfurecidas cuando hizo su camino hasta el dormitorio que compartía con Hermione. El retrato de Walburga comenzó a chillar.

Cogiendo de nuevo a Teddy, Laurel vio a su marido en pie y rápidamente le dijo a su hija—Briar, ¿podrías...?

Briar asintió y entró en el pasillo con Remus para solucionar lo del retrato. Ella no culpó a Laurel por el pánico, teniendo en cuenta que el retrato gritó cosas desagradables a Briar sólo por tener un hombre lobo como padre.

—Irá bien —murmuró Remus.

Al instante, al darse cuenta de ellos, el retrato de Walburga chilló—¡HOMBRE LOBO! ¡ASQUEROSO MONSTRUO! ¡SUCIA MESTIZA! ¡SI TU ABUELO PUDIERA VER ESTO... LA ECHÓ POR UNA BUENA RAZÓN!

Briar y Remus tardaron diez minutos en mantener las cortinas cerradas, ya que se veían algo afectados cada vez que el retrato les gritaba algo. Volvieron a comedor, las protestas de Ginny también cesaron. Aún cabreada por las cosas que había gritado el retrato, Briar se sentó, echando humo. Se aferró a la mano de Fred de la misma manera que él tomó la de ella.

Sirius se volvió hacia Harry, preguntando:

—Está bien, Harry... ¿Qué quieres saber?

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Una vez que las explicaciones se habían dado a los adolescentes, Molly anunció que todos ellos debían estar agotados y comenzó seguirlos hasta sus habitaciones. Laurel, sosteniendo a Teddy para dormir, dijo que los cuatro tendrían que hacer su camino a casa y salió del comedor.

Remus y Laurel estaban diciendo adiós a Sirius. Aferrándose a Teddy, Laurel entró en la sala para utilizar la Red Flu, mientras Remus y Briar aparecían en casa. Tan pronto como llegaron a casa, Briar soltó—¡Me voy directamente a la cama! ¡Buenas noches!—subió las escaleras, cerrando la puerta detrás de ella y cogió el montón de pijamas que estaban en la parte inferior de la cama.

Briar conocía a sus padres. La habían comprobado y dejaron que se fuera a la cama. Si ella se cambiaba en el pijama y ordenaba la ropa sucia, no volverían a comprobar. Conociendo a Laurel, sin embargo, estaba la pregunta de si Briar estaba pasando por su rutina habitual antes de acostarse, que consistía en cambiarse, coger agua de la planta de abajo, dejar que Sergeant orinara y subirlo hasta su habitación. Laurel preguntaba a Briar si no lo hacía, por lo que Briar planeó vestirse y hacerlo todo.

Ella conocía a sus amigos. Ella sabía que Fred y George se Aparecerían en la habitación de Harry y Ron para discutir lo que acababan de oír y ella quería estar allí para eso. Briar recogió su pijama y se cambió tan rápido como pudo y trató de bajar por las escaleras sin levantar ninguna sospecha.

Remus y Laurel pasaron a su lado, ambos saliendo de la habitación de Teddy—Buenas noches, mamá, buenas noches, papá —dijo Briar.

—Buenas noches —los dos murmuraron.

Laurel se cruzó de brazos—Es rara.

Briar dejó salir a Sergeant, dejando la puerta trasera abierta mientras se servía un vaso de agua. A un lado, Briar vio un bote de helado. Briar miró hacia las escaleras, donde sus padres estaban cerrando la puerta del dormitorio y miró el helado. Cuando Sergeant regresó, Briar sacó una cuchara y subió con el agua y el helado y con su perro.

Apagó la luz de su habitación, fijó sus almohadas para que se asemejasen a un cuerpo bajo el edredón, dejó el agua en la mesita de noche y sonrió a Sergeant. Sergeant ya estaba acostado junto a la puerta; le gustaba dormir cerca, así que estaría alerta si se abría. Al menos eso pensaba Briar.

Briar tomó el helado y se apareció de nuevo en Grimmauld Place.

—Estoy segura de que las madres de niños aterrorizados ya no estarán preocupadas debido a la buena gente que están tratando de detener a los malos en el crecimiento —murmuró Briar, comiendo helado. Harry y Ron se volvieron a mirarla. Ron también parecía retorcerse lejos de ella desde que había aparecido en su cama. Briar se trasladó a sí misma hasta el extremo de la cama—. ¿Qué? Sé el proceso, y no es mucho. Ellos intentan hacerlo más ¿verdad? Porque si esto se intensifica en algo peor, prefiero luchar y ser útil que tratar de evitar las cosas. Es patético y no nos va a llevar a ninguna parte.

Ron dijo—¿Qué haces?

Briar dijo—Tus hermanos aparecerán en un minuto. No quería perderme la oportunidad —miró su helado—. Maldición. Tendría que haber traído cucharas para todos. Igualmente... ¡Harry! ¿Cómo estás? Me enteré del ataque de los dementores.

—Estoy bien —dijo Harry—. ¿Qué llevas puesto?

—El pijama —dijo ella. Briar miró hacia abajo—. Está bien, sabes qué, es un camisón, hay una ola de calor fuera y me veo hot con esto —se volvió hacia Ron—. ¿Has puesto ya el cerrojo?

—Sí —explicó Ron. Ella asintió con la cabeza en señal de aprobación—. ¿Por qué estás aquí?

Pero, antes de que pudiera explicarse, aparecieron los gemelos. Aterrizaron también en la cama de Ron, y Ron dejó escapar un grito cuando George apareció en sus rodillas. Fred había aparecido en la parte de la cama en la que Briar estaba sentada, los cuales se miraron con burla cuando al ver que él estaba sentado en el regazo de ella. George, quién ya había saltado hacia la cama, parecía el más sorprendido por la imagen. Briar empujó a Fred fuera de su regazo al tiempo que él salía de sus muslos.

—Baja la voz, Ron, si no quieres que venga mamá.

—¡Os habéis aparecido encima de mis rodillas!

—Sí, bueno, es que a oscuras es más difícil.

Briar continuó sujetando firmemente su bote de helado. Fred la abrazó y le dijo—Te estás volviendo muy prevesible, Lupin.

George dijo—Gracias a Dios que te Apareciste en su habitación porque no quiero que me veas poniéndome los jim jams...

—Jim jams —dijo Briar—. ¿Qué demonios, amigo?

Fred frunció el ceño—¿Cómo los llamas tú?

—Um, ¿pijama? —dijo ella.

George dijo—Briar, tienes helado, no puedes hablar de quién es raro...

Briar le lanzó una mirada—Lo tenía al lado, mis padres ya dormían, ¿qué otra cosa iba a hacer? —dijo ella—. Y de todos modos, en su mayoría como brócoli y pastel de ruibarbo para la cena, ya que lo otro más parecido a mí en la mesa era de ardilla o algo así...

Ron lanzó miradas a los tres, especialmente a Briar, quien rodó los ojos en él mientras seguía comiendo de su helado. Podía ver a George sentado en el extremo de la cama de Harry y ella captó la mirada molesta que Ron envió a Fred, quién se aproximó al extremo de la cama, así Ron no podría quejarse de que uno de sus hermanos se había sentado en sus rodillas. Briar hizo todo lo posible por no poner los ojos en blanco. Él no era tan pesado.

—Bueno, ¿ya lo habéis captado? —preguntó George, cuando Briar sacó su varita y encendió las velas más cercanas a las camas.

—¿Lo del arma que Sirius ha mencionado?

—Yo diría que se le ha escapado —Fred responió a Harry, tratando de coger del helado que comía Briar. Ella frunció el ceño y suspiró, y metió una cucharada en la boca de él y siguió comiendo—. Eso nunca lo habíamos oído con las extensibles.

—¿Qué creéis que es?

—Podría ser cualquier cosa.

—Pero no puede haber nada peor que la maldición Avada Kedavra, ¿verdad? ¿Qué hay peor que la muerte?

Briar se encogió de hombros—La inmortalidad. El saber cuando vas a morir. Saber cuando un ser querido va a morir. La falta de amor. La falta de calor. La falta de chocolate. Oooh, o la falta de chocolate caliente cuando el pastel es suave y el chocolate pegajoso y...

—Quizá sea algo capaz de matar a muchísima gente a la vez —sugirió George, interrumpiendo la cadena de helado de Briar.

—A lo mejor es una forma particularmente dolorosa de matar.

—Para causar dolor tiene la maldición Cruciatus —recordó Harry, con una expresión sorprendentemente libre de miedo o preocupación, sobre todo en cuenta que era la que hacía daño a la mayoría—, no necesita nada más eficaz que eso.

—Podía torturar a sus seres queridos.

—Briar, ¿has bebido cerveza de mantequilla o whisky de fuego? —cuestionó Ron, que parecía a la vez temeroso y divertido por las respuestas que tenían que ver con la pastelería. Los gemelos rieron y Briar les sacó la lengua.

Los demás se quedaron en silencio, como si hubieran empezado a preguntarse que podrían hacer. Briar todavía estaba luchando por imaginar a Voldemort como algo más que un dictador de una historia muggle, cosa que no le importaba, si decía la verdad. Al menos ella lo imaginaba como un ser humano, no como la mayoría de magos del mundo.

Briar frunció el ceño y se aclaró la garganta, esperando que alguien pudiera iniciar la conversación de nuevo—¿Y quién creéis que la tiene ahora? —preguntó George.

—Espero que alguien de nuestro bando.

—Si es así, debe de tenerla guardada Dumbledore.

—¿Dónde? ¿En Hogwarts?

—¡Seguro que sí! Allí fue donde escondió la Piedra Filosofal.

—Pero ¡esa arma debe de ser mucho más grande que la Piedra!

—No necesariamente.

—Sí, el tamaño no es garantía de poder. Y si no, mirad a Ginny —dijo George.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Harry.

—Nunca te ha echado uno de sus maleficios de los mocomurciélagos, ¿verdad?

George miró a Briar—Ella es tan mala como Briar —remarcó. Briar quitó la mano de su rostro con el ceño fruncido. Miró hacia ambos gemelos, su mirada confusa se centró en Harry por un momento.

—No es que sea malo —continuó Fred—. Es bueno que tu, ya sabes, puedas levantarte por ti misma, especialmente cuando las personas te llaman mestiza...

—Lo dice el que interviene, porque ser sangre pura significa que sin duda escuchan...

Por segunda vez, él puso su mano sobre la boca de ella y sus ojos se ampliaron al instante, tanto en confusión como delito. Parecía que estaba a punto de decir ¿qué diablos te crees que estás haciendo? pero no pudo, a menos que quitase la mano de su boca o ella la lamiera para que la quitase—¡Chissst! —susurró Fred. Briar todavía se veía confundida en cuando quitó la mano—. ¡Escuchad!

Tan pronto como sonaron las pisadas, Fred besó a Briar, los dos se fueron de la habitación. Ella Apareció de nuevo en la parte susperior de su cama en su propia casa, con ahora Sergeant durmiendo al lado de las cortinas.

El sonido de su llegada hizo que Sergeant se despertara y levantara. Briar dejó escapar un suspiro. Se arrastró por debajo del edredón; dejó el helado y cuchara en la mesita de noche, pero se congeló cuando su mano tocó el marco de una foto al revés. Encerrada dentro de cuatro barras de madera, el marco enseñó una foto de Briar y Cedric en el Baile de Navidad.

Todo el estado de ánimo de Briar cayó. Se sentía mal por sentirse contenida. Se sentía mal por no pensar en él. Su mejor amigo había muerto y ella se quedó atrapada en otras cosas que no se molestó en pensar en ello.

Se sentía horrible.

Su mirada se dirigió a la puerta de nuevo. Briar dejó escapar un suspiro y se volvió a Aparecer en Grimmauld Place. Había perdido la cuenta de cuantas veces lo había hecho en las últimas doce horas.

Briar apareció en el pie de la cama de Fred. Él la miró y susurró—¿Qué haces?

Casualmente, Briar susurró a su vez—Quiero un abrazo.

—Te has colado aquí otra vez porque quieres un abrazo.

—Sí, me colé aquí otra vez porque quiero un abrazo.

—¿Estás bromeando?

—No, quiero un abrazo. Imaginé que sería mejor venir aquí que venir a pedirle un abrazo a Fleur, porque no creo que ella tenga su propia cama.

—Verdad... Oh, Dios...

—Abrázame. Estoy triste.

Así que, aunque vacilante, él lo hizo.

Ella cerró los ojos distraídamente, casi acurrucada junto a él, y él trató de no reírse cuando ella le hizo caer encima de la colcha.

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