𝙈𝙚𝙢𝙤𝙧𝙞𝙖𝙨: Tomar las consecuencias

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   Cordura fue algo que Sim Jake perdió en el instante en el que puso un pie fuera de la residencia donde vivía. Desde ese día, corrió a refugiarse en la cabaña desgastada y mohosa de Son Seungwan, aprovechándose un poquito de que absolutamente ningún mágico acudía a visitarla. La mujer lo dejó quedarse, pues el niño prácticamente se lo suplicó aunque ella intentó disuadirlo en diversas ocasiones argumentando que Joohyun debía estar muy preocupada por su paradero, pero en cada ocasión en la que lo hacía, el niño arrugaba el entrecejo y pedía cambiar el tema de inmediato. 

Aquello la descolocaba, pero prefería no interrogarle más al pequeño pues la molestia emanando del cuerpecito le decía que no era el momento y eso, aunado al estado deplorable del chico de sólo catorce años la hacían establecer límites.

Jake no dormía, ni siquiera un mísero segundo. Se mantenía despierto inspeccionando punto a punto cada libro de su gastada cabaña y repasando las hojas que copió en secreto de los archivos del Cruentus Klan de su padre. A duras penas se alimentaba y ni hablar de salir a tomar aunque fuese un poco de sol. En consecuencia, profundas ojeras adornaban su rostro junto a una tonalidad entre amarillenta y anormalmente pálida en conjunto con unos labios resecos, Seungwan tenía que recordarle constantemente el beber algo pues su mente parecía encontrarse en las nubes todo el tiempo.

El Sim menor no estaba bien, pero ella no sabía cómo abordar el tema. No tenía nada de experiencia con infantes y en ella estaba el presentimiento de que sí lo intentaba, el chiquillo iba a molestarse y todo culminaría en desastre, así que se limitaba a orbitar a su alrededor y procurarlo desde una distancia prudente, pues realmente estaba preocupada por el bienestar del menor y no lo hacía solo porque Jake fuera hijo de su antigua alma gemela, el castañito se había ganado su cariño con sus visitas constantes y alegría desbordante, así que lo apreciaba.

Pero en cuestión de un año, lentamente esa chispa fue apagándose, hasta dejar un cascarón semivacío del cual únicamente se distinguía una enorme desesperación.

— Deja eso ya, Jake. ¿No quieres tomar un descanso? — Preguntó, sacando al hechicero de su estado de concentración. Jake alzó la cabeza con el entrecejo levemente fruncido. — Podemos pintar algunas de esas macetitas que tanto te gustan. — Propuso, señalando un par de esos recipientes que se encontraban esparcidos por toda la oscura cabaña. Realmente aquellos eran la única pizca de color que podía encontrarse en ese lugar.

Sim suspiró con cansancio.

— Hoy no, Seungwan. No estoy de humor. — Declinó el ofrecimiento, estando dispuesto a devolver su atención a las hojas con información, pero la huesuda mano de la mujer arrebatándole el libro se lo impidió. El pequeño ahogó un gruñido.

— Eso puede ayudarte a sacarlo, vamos. — Insistió.

— Seungwan... — Jake rezongó, pataleando levemente desde el suelo donde se encontraba sentado. Las cuencas vacías de la mayor puestas sobre él con reproche acabaron por hacerlo ceder. Bufó rendido. — Está bien. Pero sólo una. — Accedió, provocando que Seungwan aplaudiera levemente con satisfacción. 

Se dio la vuelta para buscar los instrumentos que el niño empleaba para pintarrajear toda superficie que encontraba apta mientras que Sim se enfocaba en poner un poco de orden al devolver a su lugar cada volumen tomado, una vez que culminó, ayudó a la mujer a tomar los recipientes de barro que serían su lienzo y los colocó sobre la mesita mohosa ubicada al centro de la habitación y sin preocupación, se dejó caer al suelo.

— Haz lo tuyo. — Dijo y el niño respondió tomando una maceta y un pincel, pero cuando llevó su mirada a las mezclas de colores, se congeló. De verdad que no tenía idea de qué hacer, su mente únicamente podía pensar en que se le acababa el tiempo y el sentirse presionado no favorecía en nada a su creatividad.

Inevitablemente, sus manos iniciaron a temblar, aún así, remojó la brochita de punta redonda en una mezcla azulada y comenzó a hacer manchones sobre el recipiente.

— ¿Está todo en orden? — Seungwan preguntó con discreción. Ella también se encontraba pintando una macetita sentada a un costado del menor. No era la mejor en ello, pero lo hacía para acompañarlo. Los garabatos del niño eran definitivamente mucho mejores que los suyos y estaba segura de que si Jake se dedicaba a pulir su técnica y llevarla más allá a trabajos más elaborados, podría hacer del arte su vida.

— Sí, ¿Por qué la pregunta? — El de ojitos hazel respondió sin mirarla, mordiendo discretamente el interior de su mejilla.

Seungwan notó su gesto, pero eligió no obviarlo.

— No has dormido nada. — Dijo, causando que Jake comenzara a sentirse acorralado. 

Su mandíbula flaqueó, no sabía por qué, pero sentía que a la mayor no podía engañarla. Simplemente no era capaz.

— Si lo he hecho. — Mintió, mordiéndose su labio inferior e intentando tomar ahora un color anaranjado con su manita temblorosa. La mujer alzó una ceja.

— Las bolsas bajo tus ojos no dicen eso. — Señaló y eso lo hizo tensarse y encogerse en su lugar.

El castaño gruñó bajito. La mirada insistente encima suyo no desistía, así que rodó los ojos.

— Ya. No, no lo he hecho. ¿Y? — Habla hosco, dejando el pincel sobre la mesita oscura con un movimiento algo brusco. Las gotas de colores chispearon la madera y la ensuciaron, pero a ninguno de los dos les importó pues su enfoque estaba en la preocupante conversación.

— No es sano, Jake. ¿Está todo bien? — La mayor se aproximó a él y aunque el castaño tenía el enorme deseo de huir, no pudo. Su corazoncito se sentía cansado de eso, por una vez quería dejar de correr, así que se encontró a sí mismo haciéndose un ovillo al abrazar sus piernitas a su pechito.

— No. No lo está. — Suelta, hundiendo su carita entre sus rodillas. Siente el tacto de la mano de la mujer posarse sobre su hombro y pese a que se siente tentado, no se atreve a alzar la mirada. No quiere que lo vea vulnerable, no le gusta mostrarse de esa manera.

— ¿Qué sucede, pequeño? — Inquiere suavemente, con su voz sonando lo más calmada posible, como una suave ola del mar. Eso consigue infundirle la comodidad suficiente para elevar su cabecita y enfrentarla.

— No tengo idea de qué estoy haciendo, siento que todo se me está saliendo de las manos y no puedo hacer nada. — Confiesa, apretando sus puñitos. — Me metí en la hechicería escarlata creyendo que podría encontrar una manera de cambiar el destino, ¡Pero no tengo idea de qué hacer a continuación! — Lleva sus palmas a su rostro y restriega el área con desesperación. — No puedo, por más que intento no logro descifrar qué es lo que detonará la profecía.

Su voz sale ahogada, sin embargo, a la hechicera no le cuesta el entenderlo.

— Quieres cambiar el futuro. — Concluye, pero Jake sacude inmediatamente su cabecita en una negativa.

— No es tan así. Solo... Estoy moviendo algunos hilos, tomando otras posibilidades. — Explica, moviendo sus manitas con inquietud. Seungwan aprieta sus labios en una línea recta y pasa su mano por su cabellera grisácea y enmarañada.

— Jugando con las probabilidades. — Determina al cabo de unos minutos de análisis.

Jake asiente.

— Sí... — Dice en una exhalación.

La mayor suspira.

— ¿A qué costo, Jake?

El niño no respondió, se mantuvo en silencio con la cabeza gacha.

Su cordura y bienestar, ese era el precio que pagar.

— Es un sacrificio por un bien más grande. — Musita, tensando su agarre sobre la tela de su pantalón azulado. Seungwan lo mira horrorizada.

— Jake, por Merlín. ¿Te estás escuchando? — Chilla, haciendo que el menor se tense en su lugar. Jake lleva sus manitas a su cabellera y la revuelve con inquietud. No quería alterarse, no con ella. Cosas malas sucedían si él perdía los estribos. — Suenas como un completo Atlas.

Pero a sabiendas de eso, no se contuvo de gritar desesperado.

— ¡No sé ser otra cosa, Seungwan! No lo sé... No puedo, por más que lo intento. — Murmura ido, siendo aquejado por un enorme vacío que le azotó el pecho. Era la pura verdad, toda su vida había sido conducido a acabar hasta ese punto exacto, siguiendo esos lineamientos y patrones. No poseía ni la menor idea de cómo salir de ello y eso lo mataba por dentro. Quería ser diferente, pero lo sentía sumamente imposible. — Así me criaron.

— No puedes sacrificar tu bienestar para conseguir el de otros. Tú también eres importante. — Dice y Jake ahoga una risa sarcástica. Siente gotitas iniciar a acumularse en las esquinas de sus ojos, por lo que deja en paz sus hebras marrones para apartarlas bruscamente.

— No se siente bien el pensar eso. — Habla y su voz se quiebra al hacerlo. Carraspea buscando eliminar la tensión en sus cuerdas vocales y suspira con pesadez siendo vigilado bajo la atenta mirada de la mayor.

— ¿Por qué, pequeño? — Pregunta, llevando una mano a la cabecita castaña la cual comenzó a acariciar con lentitud. Sim se sintió romperse, pero no la apartó pues en serio necesitaba ese consuelo. Extrañaba tanto a su madre que no podía evitar buscar ese mismo cariño en la Quarius Gélida a pesar de que ésta muchas veces no tenía idea de cómo actuar con él al no tener experiencia pues jamás tuvo descendencia.

— Por qué... N-No lo sé. — Inhala y exhala con frustración. Iba a quedarse sin aire de tan seguido que lo estaba haciendo en una única conversación. — Siento que es egoísta.

— ¿Es egoísta pensar un poco en tu bienestar? — Alza una ceja con una mezcla de extrañeza y horror. ¿Qué le habían hecho al pequeño para que creyera fuertemente tal cosa? A cada palabra soltada, se sentía cada vez más molesta con el entorno en el que se desarrolló y preocupada por él.

— Mhjm. — Afirmó, haciendo un ruidito.

— Ay Jake. Ven aquí. — Dijo, extendiendo sus brazos en dirección al chiquillo. Jake corrió de inmediato a ella y se refugió entre esas extremidades huesudas. De inmediato una calma lo invadió y él quiso lloriquear al saber que Seungwan estaba usando su parte Quarius para darle paz. — No es egoísta pensar un poco en ti, ¿Está bien? Tu bienestar también importa. Tú importas. Olvida lo que diga la profecía y busca lo que sea mejor para ti.

Lo que sea mejor para ti.

Jake solo pudo pensar en dos pequeños pares de ojos que extrañaba demasiado. Unos zafiros y rubíes preciosos que deseaba tanto volver a ver.

— Los extraño mucho. — Chilló con su carita hundida en el pecho de la mujer. Ella continuó deslizando sus dedos entre las hebras marrones del niño en una caricia suave hasta que se animó a preguntar aún sabiendo la posible respuesta.

— Entonces. ¿Por qué no vas a verlos? — Dijo y de inmediato, Jake se separó con un gesto de horror adornando su rostro.

— ¡No puedo hacer eso! — Chilló espantado, como si aquello hubiese sido la peor blasfemia del mundo. Seungwan torció su boca con disgusto.

— ¿Por qué no? — Presionó. Tenía el presentimiento de que el chico reaccionaba así por una razón preocupante, así que insistiría hasta que éste se atreviera a revelarle la verdad.

Jake tiembla bajo su atención escrutadora. Tenía que decirle, al menos un mágico debía saberlo o acabaría enloqueciendo. Si es que no lo había hecho ya. Algo le decía que tal vez, nunca había sido el chico puro que siempre creyó.

— Tengo al Cruentus Klan encima de mí. Buscarlos sería arriesgarlos demasiado. — Confiesa y la mayor hace un gesto de horror.

— ¿Qué hiciste, niño? — Inquiere, sintiendo el corazón desgastado latirle fuertemente contra el pecho. Sim muerde su labio y aparta la mirada. Hizo muchas cosas así que no sabía por dónde era prudente comenzar. — ¿Jake?

— Descubrí sus planes. — Admite, iniciando a jugar con sus deditos en un vaivén inquieto.

Seungwan frunce el ceño. El Cruentus Klan era muy receloso y todas sus anotaciones estaban en clave, así que parecía impresionante que un niño de sólo catorce años hubiese conseguido descubrirlos.

Pero Jake no era cualquier chiquillo, eso estaba claro.

— ¿Cómo?

Jake se alzó de hombros.

— Poniendo atención, supongo. — Susurra. — Están esparcidos por todas partes, en Moonblood hay muchos de sus miembros. Realmente no son tan discretos.

Habla y sus palabras la dejan estupefacta. Se expresaba con tanta sencillez que asustaba. El pequeño era tan respetable como temible. Estaba claro que nadie podía mentirle a él.

Traga en seco antes de abrir sus labios para preguntar.

— ¿Qué es lo que planean?

Jake boquea un par de veces, debatiéndose si era correcto contar lo que había averiguado.

Pero por primera vez, eligió confiar, esperando que resultara bien el hacerlo.

— Van por la fuente de la magia. Quieren encontrarla y drenar toda la energía. Creen que con ella podrán traer de vuelta a Kim Taehyung para que los ayude con el renacer, su intención es rehacer todo a su voluntad. — Hace una pausa para lamer sus labios, pues se sienten sumamente secos, más que un desierto. — Hacer un nuevo mundo.

Son Seungwan se lleva sus palmas esqueléticas al rostro.

— Destruirán todo si drenan la magia. — Habla más para sí misma que para el menor, aún así, éste le responde con un asentimiento.

— Lo sé.

— Esto es muy grave, Jake. — Dice, incorporándose tras acomodar los bordes de su túnica negra. Jake la imita limpiando los restos de pintura presente en sus manos al tallarlas contra su pantalón, sin importarle si se mancha. — La asociación Quarius debería saberlo.

Sim abre sus ojitos con pánico.

— ¡No! ¡Ellos también están con el Cruentus Klan! — Informa de inmediato, alterado. Había querido acudir a ellos, pero cuando encontró a sus capitanes en una conversación con los progenitores de los hermanos Lee junto a su propio padre, estuvo más que claro para él que había algo que se traían entre manos y tras hilar los sucesos con todo lo que había encontrado en su oficina, su conclusión fue que todos estaban en el mismo bando.

— ¿Cómo sabes eso? — Jake sacudió su cabellera con su diestra y resopló.

— Mi papá es uno de ellos. Al igual que los padres de mi amigo, de Heeseung. — Admite y Seungwan aprieta los labios. Junmyeon nunca le había agradado y ahora al saber eso, confirma que la inquietud que ella sentía en esos años lejanos en los que Joohyun y ella cursaron en Moonblood no era sólo porque sí. Los protegidos por las aguas poseían un sentido de intuición mucho más desarrollado. — Todos están unidos. El clan entero cree fervientemente que si se lo piden, el primer Quarius Gélida les dará el poder suficiente para ser los únicos que prevalezcan.

La mujer posa ambas palmas sobre los hombros del castañito.

— ¿Quién más sabe de esto, Jake?

El pequeño titubeó.

— Los hermanos Lee. Ellos me ayudaron a descubrir todo, pero han pasado meses desde que los vi por última vez.

Dice y Seungwan corre a buscar un par de instrumentos que espera le sean útiles al menor. Jake se queda en su lugar viéndola marchar de un lugar a otro hasta que ésta se detiene al frente suyo y le ofrece algo que causa que sus párpados se expandan con fuerza. Se trataba de un par de kunai, un arma que era multifunción para muchos. Jake nunca las había manejado, pero había visto y leído sobre su funcionamiento, no le tomaría mucho tiempo aprender.

Empero, el vistazo que compartieron le hizo entender.

Solo para defensa propia.

Lentamente, las tomó. Apretó el mango de las armas de metal y sacudió su cabeza de arriba a abajo, afirmando.

— Tienes que contactarlos, deben encontrar la fuente de la magia e impedir que lleguen a ella. — Le indica, tomando el morral con el que el niño había llegado a su cabaña para vaciarlo sobre el suelo y proceder a llenarlo de elementos para su supervivencia, desde armas hasta ingredientes para pócimas rápidas y un par de bocadillos.

— ¡Es lo que he tratado de hacer todo este tiempo! ¡Pero no sé cómo! No tengo idea de dónde puede estar. — Chilla yendo detrás de la mayor que no dejaba de moverse, ésta al oírlo se da la vuelta y aprieta sus hombros.

— Te ayudaré a encontrarla, tranquilo. — Dice de inmediato, haciendo que Sim se calme por unos instantes, al menos, hasta que la Quarius Gélida continúa hablando. — Pero prométeme, Jake, júrame por lo más preciado que tengas que en cuanto lo sepas vendrás a mí y buscaremos una solución juntos. No intentes hacer nada tú solo. — Prácticamente ruega, tomando las manitas temblorosas del castaño. Jake traga en seco y aunque duda unos instantes, acaba diciendo finalmente:

— Lo juro. — Responde.

Qué mentiroso era.








Semanas después.

Lee Heeseung nunca había tenido el privilegio de ver a Sim Jake en acción, pues sus horarios en Moonblood nunca coincidían para ello, hasta que, un día frío se lo topó en medio de un callejón húmedo y oscuro, combatiendo con un trío de encapuchados los cuales buscaban infringirle el mayor daño posible, empero, el chico se defendía bastante bien. Sin embargo, lo que le preocupaba al Ignis, era que Sim atacaba de manera mortal, sin inmutarse ante la idea de mancharse las manos de sangre.

Cuando Jake se percató de su presencia, respiraba agitadamente mientras limpiaba unas kunai con un trapo que había extraído de uno de los bolsillos de su pantalón de cargo holgado. Heeseung tragó en seco en el instante en que el chico se volteó para encararlo y notó sus ojos hazel ensombrecidos.

— ¿Jake? — Musitó, sin poder creer aún que se trataba del mismo brillante hechicero que había transformado su vida por completo. El castaño alzó una ceja y frunció los labios, parecía no estar muy contento con su presencia.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó hosco, centrándose en tantear en los cuerpos ahora inertes de sus atacantes con el objetivo de encontrar algo en específico. Lee apretó sus puños, no le gustaba cómo estaba actuando el menor. Le dolía.

— ¿Cómo que qué hago aquí? — Chilló, teniendo sus cejas arrugadas. — ¡Tú me pediste que viniera! — Lo señaló acusatoriamente y en respuesta, Jake frunció el ceño.

— ¿De qué estás hablando? — Preguntó, deteniéndose solo unos instantes para mirar con molestia al pelirrojo. Heeseung chasqueó la lengua.

— ¡La carta! — Gritó, alzando sus palmas al aire. Comenzaba a desesperarse con el menor, sentía muchas ganas de golpearlo en ese instante por haber desaparecido como si nada, pero también, muy al fondo, tenía el deseo de correr a él y apretarlo entre sus brazos.

— Ah. Seungwan. — Resopló, sabiendo bien quién se encontraba detrás de aquel papel del que el mayor hablaba. Mordió su labio inferior antes de decir: — Escucha, yo no fui quien te escribió, olvida el asunto, ¿Sí? Lo que sea que te haya dicho. Finge que no me viste. — Pide sin poner mucha atención en que sus palabras causan que el rostro del Ignis enrojezca de molestia. ¿Sim había enloquecido?

— Jake, ¿Es en serio? ¡Estaba muerto de preocupación por ti! — Exclama, comenzando a avanzar en dirección al castaño quien al escuchar sus pasos, se tensa. Necesitaba que Heeseung estuviera lejos de él o terminaría mandando todo al demonio. Retrocedió con la mayor discreción posible, pero aún así el hechicero notó su acción. Ambos eran altamente perspicaces. — ¡Sunghoon también! Le haces demasiada falta. — Dijo, esperando que la mención del pálido lo hiciera recapacitar.

Pero aquello acabó surtiendo el efecto contrario, pues le hizo recordar todas las razones por las que había hecho todo, la razón de su sacrificio.

— Estará bien, por algo los presenté. — Dice, pasando su palma por su rostro para limpiar un par de gotas carmín que habían salpicado su mejilla. Lee tragó en seco buscando deshacer el nudo que se le formó en la garganta con esa acción. De pronto, sentía su boca completamente seca. — Tengo que irme.

Apretó los labios con fuerza.

— ¿Estás jodiéndome? — Espetó. — Jake estás actuando como un imbécil. Suenas malditamente insensible, ese no es el chico que yo conocí. — Acusó y aquello pareció accionar el botón incorrecto en el menor pues de un instante a otro lo tuvo al frente suyo enfrentándolo con la respiración errática.

— ¡Pues eso soy, Heeseung! — Extendió sus manos a los costados en un brusco ademán y al unísono, el suelo inició a sacudirse levemente. Heeseung abrió sus párpados con fuerza y dio un brinquito, su acto pareció hacer reaccionar al castaño, quien se apartó asustado, pero sin borrar su gesto de molestia. — Todo lo que conociste era una maldita farsa. Una mentira. — Masculló, enfatizando bruscamente cada palabra, pero Lee negó de inmediato, sacudiendo su cabeza de lado a lado con fuerza.

— Eso no es cierto, te conozco. — Refutó, atreviéndose a tomar el antebrazo del alterado castaño. Jake miró con desdén el agarre, pero Heeseung no se apartó. — Si no lo hiciera, no habríamos podido encontrarte.

Jake arrugó aún más el gesto, si es que eso aún era posible.

— ¿Habríamos? ¿Hay alguien más aquí? — Exigió saber, siendo ahora él quien tomaba al Ignis. Jake sintió una presencia a su espalda, pero no fue necesario darse la vuelta para saber de quién se trataba.

Yeonjun alzó las manos para demostrar que no poseía ninguna segunda intención.

— Tranquilo, no le diré a nadie si es que eso te preocupa. — Dijo, esbozando una sonrisa tranquila.

— Yeonjun... — Sim suspiró, pero no era de alivio. Estaba exhausto, sólo quería salir de esa situación. No había estado en sus planes verse nuevamente con los hermanos Lee.

— Hola, Sim. — El hermano mayor saludó, llevando sus manos detrás de su nuca mostrando una actitud más que relajada pese a que el de orbes hazel no demostraba otra cosa que no fuese hostilidad.

— Escuchen, en serio no pueden estar aquí. — Jake soltó en un suspiro. No quería perder la paciencia pero iniciaba a hacerlo. Tuvo que apartarse de Heeseung pues al ver a Yeonjun, inconscientemente su agarre sobre el Lee menor se había vuelto más fuerte sin desearlo y en definitiva, no quería hacerle daño. No se lo perdonaría nunca.

— ¿Por qué no? Sabemos lo mismo que tú. — El pelirosa habló con calma, iniciando una caminata alrededor del menor de los tres, quien se había volteado para continuar esculcando a los cuerpos sin vida como si no fuese nada. Yeonjun alzó una ceja intrigado e intercambió una mirada con su menor, quien lo vio suplicante.

Jake finalmente encontró aquello que buscaba oculto en uno de los bolsillos internos del saco del encapuchado que parecía ser el líder, pues este poseía detalles dorados en su vestimenta. Cuando Sim tuvo el cristal holográfico en su palma, lo apretó con fuerza y se incorporó para ver al par que no dejaba de vigilarlo.

— En serio, no tienen ni idea. — Musitó, rogando a sus adentros porque ambos desistieran, pero ellos no estaban dispuestos a ceder.

— Entonces explícalo. — Heeseung volvió a hablar, dando un paso hacia el frente, pero en ese mismo movimiento, Sim retrocedió, provocando que el corazón del pelirrojo sintiera un pinchazo.

— No es buena idea, los pondría en peligro. — Sacudió su cabeza en una negativa y el pelirosa bufó con ironía, atrayendo la atención de Sim.

— No es como si no lo estuviéramos ya. — Yeonjun se alza de hombros con ligereza. — ¿Conseguiste encontrar la fuente? — Pregunta y Jake, apretando entre su palma el objeto que recién le había robado a los encapuchados, tensa sus labios.

— Sí. — Es su única respuesta.

— Que genial. — Yeonjun dice con emoción, realmente aquello no lo era, pues significaba que ahora el chico peligraba por el simple hecho de saberlo, pero la alegría de poder conocer el lugar donde, según las leyendas, provenía toda la magia no solo de Mondsee, sino de todo el mundo, podía más.

— ¿Qué harás ahora? — Heeseung inquiere, colocando sus brazos en jarras y mostrando la misma actitud que Jake estaba teniendo con ellos.

¿Qué qué iba a hacer? Ocultarla a toda costa, eso era obvio y para lograrlo, tenía que despedazar hasta reducir a la nada el objeto que tenía entre sus manos.

— Destruir la brújula. Así nadie será capaz de encontrarla. — Dice y el Lee mayor da un respingo de sorpresa.

— ¿Hablas de...?

Sim no le permite culminar la pregunta.

— La brújula de Merlín, sí. — Responde, mostrando la piedra iridiscente sobre su palma. Yeonjun corre y la toma antes de que Jake pueda reaccionar y Heeseung se aproxima a ver, pero manteniendo una distancia prudente.

— Es increíble, ¿Cómo la encontraste? — El mayor continúa hablando, sin prestarle mucha atención a la tensión que hay entre los dos menores. Está enfocado en los colores que el cristalito transparente refleja. Son apenas visibles, pero los viejos mágicos decían que mientras más cerca se encontrara de la fuente de la magia, se intensificarían hasta resplandecer en una bella mezcla arcoíris.

— Ellos la encontraron, yo solo la robé. — Eleva sus hombros en el aire y después los deja caer bruscamente. — En fin, dámela. Tengo que buscar dónde destruirla. — Pide, tendiéndole su mano al pelirosa. Yeonjun está por entregársela, pero el Lee menor se la arrebata.

— Espera. Iré contigo. — Dice, apretando la brújula en su diestra. Jake se tensa de inmediato y mira horrorizado al de orbes rubíes.

— ¿Qué? Heeseung, no. — Se niega de inmediato. — Ustedes dos tienen que irse, ahora. Finjan que no me vieron y listo. — Ordena, pero el par ni siquiera lo piensa.

— Nah. — Yeonjun dice, disfrutando en secreto de ver el gesto de desesperación del castaño. Jake chasquea la lengua y por dentro, maldice al mayor en todos los idiomas que conoce, los cuales resultan ser bastantes.

— No haremos eso. Seungwan me pidió que no te dejara solo. — Dice y Sim tuerce su boca.

— Creí que te había engañado con la carta. — Habla desconfiado.

— Sí, bueno, tal vez no tanto. — Sacude sus manos en un ademán despreocupado, eso era lo de menos. — En realidad te mentí, me habló directamente de tus planes con un mensaje enviado por un Nuntius y me encargó cuidarte.

El hechicero menor suspira con cansancio. Claro, debió esperarlo, Seungwan lo conocía bien.

— Puedo cuidarme solo. — Dice, alzando su mano nuevamente en su dirección, pidiéndole sin la necesidad de hablar que le entregue la brújula, pero Lee niega y la aferra a su pecho.

— Vamos, no seas terco. — Pide, dando otro paso en su dirección y ésta vez, Jake no retrocede, sin embargo, lleva sus manos a los bolsillos de su chaqueta y las mantiene ahí.

— Heeseung, no necesito un niñero. — Dice en un suspiro y el pelirrojo siente la gran necesidad de llevarse las manos a su cabellera para tirar de ella, en serio detestaba esa manía en el castaño, de verdad que lo hacía, pero eso no había sido impedimento para caer por él. Lo quería aunque fuera malditamente terco.

— ¿Entonces por qué acudiste a nosotros la primera vez? Responde honestamente. — Exige saber, caminando en su dirección para posar su palma sobre el pecho del menor de manera que no queden más que pequeños centímetros entre ellos. Los latidos de Jake son desenfrenados por la cercanía, empero ninguno le pone atención a ese detalle por estar enfocados en la tensa conversación.

— Necesitaba información, ¿Está bien? — Exclama, apartándolo con un leve empujón y con eso, Heeseung sintió una pequeña fracción de su corazoncito quebrarse, solo un pedacito.

— ¿Nos buscaste sólo para eso? — Preguntó en un susurro, queriendo saber la respuesta pero temiendo por escucharla. Si era positiva, iba a dolerle demasiado, porque su corazón se aferraría a lo contrario. Jake no había hecho eso, claro que no. Sim Jake no era así, ¿Verdad?

No había jugado con él, ¿O sí?

Cuando se ha dado cuenta de lo que su boca soltó y la manera en la que se podía interpretar, se horroriza.

— ¡No! No... — Niega, haciendo ademanes inquietos, pero la duda ha sido sembrada y en respuesta, Yeonjun chasquea la lengua con disgusto al tiempo en el que se cruza de brazos.

— Lo hiciste sonar como si así fuera. — Lo apunta con su índice y su actitud no le gusta para nada al castaño, pese a que una parte suya sabía que se la merecía.

Aún así, la mecha se enciende.

— Bueno, tal vez así fue, ¿Y? — Espeta, aprovechándose de que Heeseung se ha distraído por unos segundos al desviar su mirada con dolor. Le arrebata el cristal de un simple movimiento. — Da igual. — Habla por lo bajo, intentando convencerse a sí mismo de que no le ha dolido hasta el fondo soltar eso y que las miradas heridas de los dos Lee no le causaban ningún sentimiento.

Tenía que ser insensible, porque si dejaba que sus sentimientos tomaran el control, comenzaría a llorar de manera desenfrenada y a lamentarse por todo. No podía permitirse eso.

— Ouch. — Yeonjun suelta, sin abandonar su posición de brazos cruzados y mirada desaprobatoria. Está bien, ellos no eran inocentes en definitiva, habían engañado a muchos mágicos y mentido con tal de asegurar su propio bienestar, pero había sido en contra de su voluntad. El pensarse engañados por alguien en el que eligieron confiar era doloroso.

¿Así se sentía que se aprovecharan de ti? Dolía.

— En serio suenas muy insensible ahora. — El pelirosa musita, viéndolo por debajo de sus pestañas. Se sentía mal, principalmente por su hermano menor. Lo había visto, la forma en que sus ojitos rojizos brillaban en cada ocasión que observaba a Sim Jake y lo protector que era con éste. Pero tal parecía que no era recíproco y aquel que su menor quería, únicamente lo había buscado con intereses.

Si tan solo Jake fuera un poco honesto. Si sólo permitiera que lo vieran vulnerable.

— Oh, vamos. — Habla con ironía. Va a odiarse por lo que dirá, pero necesita cortar cada lazo de cualquier tipo o correría el enorme riesgo de arrepentirse. — Tampoco eres inocente. Ibas a usarme, ¿No? Esa es la razón por la que llegaste a Moonblood, te asignaron separarnos a Sunghoon y a mí. ¡Felicidades! Cumpliste tu misión. — Sus ademanes son erráticos y sus gestos exagerados. Está alterado.

Heeseung abre sus párpados con horror. ¿Cómo era que el menor se había dado cuenta? ¡Nunca se lo había confesado! Quería, pero el miedo a que él lo odiara por esa razón era mayor, así que se lo guardó rogando por qué Sim nunca lo supiera, pero parece que no pidió lo suficiente.

— Jake, basta... — El Lee mayor intenta frenarlo. No va a mentir, se está sintiendo sumamente molesto por lo hostil del más joven, sobre todo porque ve cuánto daño está haciendo en su hermano. No le importa que su lazo no sea de sangre, lo aprecia y no quiere verlo herido por un idiota como Sim.

— ¡Tú no interfieras! Que tampoco eres diferente a él. — Grita colérico y Yeonjun avanza con la misma actitud hacia él, pero la manita temblorosa del pelirrojo frenándolo se lo impide.

— En serio no tienes idea. — Susurra, sintiendo la voz temblarle. Le ha dolido. Demasiado. Su corazoncito punza de dolor pues intenta convencerse de que Jake está mintiendo, que nada de lo que sale de su boca es cierto, pero su cerebro lo contradice y eso lo marea. — Sí, esa era mi tarea. Pero jamás pude... No me atreví. Sabes que no es así. — Continúa hablando bajito, luchando por tragarse las lágrimas a la vez que siente un fuerte nudo cerrarle la garganta. — ¿Por qué actúas así? Me estás lastimando.

La mirada dolida de Lee Heeseung hace a Sim Jake titubear, así que se obliga a apartar sus ojitos hazel de él y a apretar sus puños para controlar el temblor que sacude todo su ser. No podía ver esos preciosos rubíes sufriendo, menos si él era la causa.

Lo siento, pero necesito que me odies. Así será menos doloroso.

De ésta manera no tendré que luchar contra los deseos de volver.

— No te creo. No puedo creerle a un infiltrado. — Consigue decir aunque todo el interior le arde horriblemente al llamarlo así. Jamás lo vio de esa manera, en ningún instante.

— ¿Después de que arriesgamos el cuello por ti te atreves a llamarnos de esa manera? — Lo eran, pero no querían ser nombrados así. Era horriblemente doloroso. — Nos expusimos demasiado al ayudarte y así nos pagas. ¡Sabía que era pésima idea! — Yeonjun exclama rabioso, con sus ojos escarlata comenzando a chispear en furia. Siente las palmas arderle también y sabe que las llamaradas no tardarán en brotar. Rostizaría a ese chiquillo si no se callaba, definitivamente lo haría. Él no era un mayor ejemplar, pero nadie, absolutamente ningún mágico se metía con su hermano menor.

Heeseung mira arriba buscando frenar el llanto y cuando se siente lo suficientemente estable, musita.

— Nos usaste, ¿No es así? Desde el inicio... También a Taehyun. — Habla y Jake no responde, sólo desvía sus ojos a un punto que no sea su amigo lloroso. — Le hiciste algo, porque intenté hablar con él y no me reconoció. ¿Qué fue lo que le hiciste? — Insiste en saber y el castaño se siente atrapado.

No, no los usé... Yo sólo...

— No es importante ya. — Evade la pregunta, tragando con pesadez.

Aquella respuesta molestó enormemente al Ignis menor. ¡Era su amigo!

— Estás hablando del que era nuestro amigo. — Gruñe y en el momento en el que Jake percibe la molestia en su voz, sabe que aquello no terminará nada bien para ambos. Heeseung ya lo resentía, lo había conseguido. — Él se arriesgó por nosotros, por qué tú se lo pediste. Nos dejó realizar prácticas prohibidas en su biblioteca aún sabiendo que si nos atrapaban, las consecuencias recaerían en él. ¡Lo hizo porque te apreciaba! — Exclama cada vez más furioso, aproximándose a él para golpear su índice contra su pecho repetidas veces. Ese acto quebró las pocas piezas que quedaban intactas en su corazoncito dañado, sin embargo, no retrocedió aunque todo su interior ardió. A causa del anclaje establecido entre ambos, podía sentir toda la rabia de Heeseung siendo proyectada hacia él y la realización de que el Lee ya lo odiaba lo rompió.

— Por favor, deja de hablar... — Pidió, no siendo capaz de continuar escuchando. Quería irse, huir cobardemente como siempre hacía. — Sólo váyanse.

Pero el Lee menor no lo escuchó. Estaba cegado por el dolor que no notó los orbes hazel de Jake reflejando todo el sufrimiento que había estado escondiendo por más que simples meses.

— Dejé que me hicieras tu ancla para protegerte en tu travesía con la hechicería escarlata a pesar de que me asustaba que en cualquier momento rompieras el enlace, porque yo sufriría más que tú. — Reprochó, golpeando ahora con su mano hecha puño el pecho de Sim.

— Basta, en serio. — Musita, llevando sus manitas a sus oídos en un vano intento de no percibir más su voz. No podía seguir escuchando, quería que se frenara.

— ¡No me voy a detener! — Grita, haciendo ademanes muy fuera de sí mismo. — ¿Es que no te das cuenta del gran hijo de puta que estás siendo? ¡Sunghoon sufre porque no puede sentirte de ninguna manera y yo agonizo porque por el maldito anclaje necesito tenerte cerca! ¡Somos tus amigos pero nos estás haciendo daño a todos!

Le haces daño a todos. Eres dañino.

Retumba en su cabeza de manera incesante, hasta que no puede contenerse más. La mecha encendida llega hasta la bomba y ésta, de manera irremediable, acaba explotando catastróficamente.

¡He dicho que dejes de hablar!

No es su intención, pero acaba usando esa maldita destreza que salía cuando perdía los estribos y todo se le iba de las manos. La había tenido controlada por un largo periodo de tiempo, más específicamente, desde que le borró la memoria a Kang Taehyun, pues temía que si salía a flote nuevamente, terminaría arrebatándole recuerdos a alguien más. Pero el tener a Lee Heeseung señalándole lo mal que había actuado, lo puso contra las cuerdas.

— ¿Qué demonios? — Yeonjun chilla espantado, pues nunca había visto algo así. Jake dictó y sus ojos brillaron fuertemente en marrón, en consecuencia, Heeseung estuvo totalmente obligado a acatar la orden.— ¿Qué le hiciste?

El castaño retrocedió espantado, viendo al Ignis que desesperadamente se tocaba la garganta y boqueaba en un intento angustiado de hablar. Yeonjun llegó hasta él y lo sostuvo, Heeseung se apoyó en él.

— L-le dije que se detuviera. No me dejó opción. — Susurra, caminando de espaldas alejándose de ellos. Necesitaba salir de ahí, ya no quería causar más daño, sin embargo, antes de que pueda echarse a correr como el cobarde que sin duda es, Yeonjun corre hacia él y lo taclea con fuerza, provocando que el cristal que de puro milagro no se rompe en el impacto, salga volando unos cuantos metros, instantes en los que el pelirrosa aprovecha para tomarlo e incorporarse con rapidez.

— ¿Qué rayos eres? — Pregunta, oteándolo desde arriba. Jake ahoga un gruñido de molestia.

— Créeme, lo mismo me pregunto yo. — Bufa por lo bajo.— Ahora, dame la brújula, por favor. — Pide, extendiéndole la palma al pelirrosa esperando que éste deposite el objeto en su mano, pero cuando el Lee mayor retrocede pegándola a su pecho, suspira y lleva esa misma mano a su cabellera para sacudirla exhausto. Aún está tirado en el suelo, así que mira desde abajo al mayor.

— Estás demente si crees que te la daré. No cuando lastimaste a mi hermano. — Habla secamente, tomando la muñeca de Heeseung, quien se encuentra a su espalda viendo todo. Ha dejado de sentir esa presión que le impedía hablar, pero no se atrevía a decir nada.

— Por favor no hagamos esto. — Jake ruega en una exhalación, pero cuando Yeonjun no borra su gesto decidido, Sim sabe que no le queda de otra. — Bien, cómo quieras. — Con un movimiento de sus piernas, golpea la rodilla del mayor y después, su pie izquierdo, haciéndolo perder el equilibrio de inmediato. Se incorpora de un salto y hábilmente, le arrebata la brújula de su mano, llevándola con rapidez a uno de los bolsillos con cierre de su chaqueta.

— ¡Yeonjun! — Heeseung chilla, pero no puede concentrarse en socorrer a su hermano quién está aturdido por la caída pues ve al castaño hacer el amago de irse, así que corre a él y se aferra a su espalda. Jake se tensa inmediatamente. — ¡No irás a ningún lado!

— ¡Suéltame, Lee! — Exige, mordiéndose fuertemente la lengua para no emplear Vox en él nuevamente. Seungwan le había explicado que esa habilidad únicamente debía funcionar para mantener a raya a las traviesas criaturas de Hoba, pero que debido a su naturaleza de Terra, ésta había trascendido hasta el punto de poder ser aplicada a otros mágicos. Porque Jake con su clasificación estaba a la cabeza, pues todas las magias conocidas habían descendido de los Terra.

— ¡No! ¡No hasta que recapacites y regreses! — Aprieta más al castaño con sus brazos y Jake se encuentra en aprietos pues no desea usar su fuerza para apartarlo, no cuando aún no posee el más mínimo control en ella y teme lastimarlo físicamente.

— ¡Entiéndelo! ¡No puedo hacer eso! — Chilla desesperado y Lee aprieta sus labios cuando en medio del forcejeo, siente un aumento en la fuerza del menor. Le cuesta, pero consigue que Jake no se suelte, quizás se aprovecha un poco de que el chico se está conteniendo.

— ¿Por qué no? — Continúa insistiendo, sin seña de ceder en algún momento.

Jake se desespera enormemente.

— ¡Porque soy peligroso para ustedes! — Exclama y ahí es cuando por fin consigue soltarse. Lee jadea cansado pues ha tenido que emplear mucha fuerza para retenerlo y Sim respira errático ya que tiene muchas emociones arremolinándose en su interior.

— ¿Lo dices porque eres un Terra? Jake, está bien. Puedo enseñarte... — Intenta tomar su mano, pero el hechicero castaño se aparta de un salto.

— No, no lo entiendes...

Heeseung rezonga. Está cansado de que Jake no le diga las cosas, de que siga evadiendo y entregue mentiras en su lugar. Él merecía honestidad, pues la había dado desde el inicio, era lo menos que se le debía otorgar.

— ¡Pues explícame! — Exige y Jake no sabe que es, pero algo en su tono de reproche lo hace estremecer. El pelirrojo estaba sumamente molesto con él y las puntas de su cabello iniciando a prenderse en llamas eran solo un pequeño indicio de ello.

— Cambié el destino, Heeseung. La profecía... Ya no es la misma. Yo la cambié. — Admite, despeinando su propia cabellera con un brusco movimiento. Heeseung lo mira en una mezcla de sorpresa y terror.

— ¿Cómo es posible...? — Susurra incrédulo.

Quizás sea la adrenalina, pero a Jake le es imposible no continuar hablando.

— Sunghoon y yo éramos los de la profecía. Él... Él era uno de los Quarius Gélida que acabaría con todo, pero también era la pieza clave para terminarla. Él debía morir para conseguir salvar Mondsee.

Heeseung tensa su mandíbula, podía percibir a través del anclaje la carga de Jake. De esa manera sabía que no estaba mintiendo.

— Es lo que viste con las runas, ¿No?

Jake asintió con pesadez.

— ¿Cuál es la nueva profecía?

— Heeseung... — Susurra, dando a entender que ya no quiere seguir hablando. Ya había dicho mucho.

— ¿Cuál es, Jake? ¿Quién será el detonante ahora? Porque tiene que haber uno. — Insiste y Sim aprieta sus párpados. De nuevo sintiendo la presión crecer en su pecho. Iba a detonar por segunda ocasión. — ¡Maldición, habla!

Ambos estaban alterados y sobre todo dolidos, se estaban haciendo daño, pero ninguno se atrevía a detenerse a pensar un poco. Pero aunque Jake lo estaba lastimando, Heeseung lo seguiría queriendo, eternamente. Porque cuando un Ignis amaba, lo hacía fervientemente. ¿Eso era autodestructivo? Tal vez un poco, pero él no escogió querer.

Sin embargo, elegía quedarse.

¿Se arrepentía? No, porque prefería sentir que no hacerlo, aunque le doliera hasta lo profundo.

— ¡Soy yo! ¡Yo soy el maldito detonante! ¿Contento? — Grita desenfrenado, manoteando bruscamente en el aire. — Por eso tengo que alejarme, destruir esto y no dejar que me atrapen. — Alza la piedra que al sentir la energía emanando de Jake, responde destellando con un poco más de fuerza. — Tengo la condena de Sunghoon ahora, así que él puede tener una vida libre de preocupaciones. Ser normal.

Heeseung lo recorre de pies a cabeza, sin poder creerse del todo lo que escucha. Jake había enloquecido, ¿No se escuchaba? Estaba condenándose por completo, ¿Siquiera le importaba un poco su bienestar?

Tal parecía que la respuesta era negativa.

— Sabes que no es posible, aunque hiciste eso, nunca van a aceptarlo. — Habla lastimero, sabiendo bien que Mondsee nunca aceptará a un Quarius Gélida, pues ni siquiera eran capaces de abrazar a las demás clasificaciones con las que habían compartido siglos. Una casi reciente sería sumamente difícil de acoger para una comunidad tan cerrada a los cambios.

— Te tiene a ti, eso es más que suficiente. — Habla secamente y Lee no se contiene de gruñir y tallar su rostro con fuerza. Su cabello está ardiendo y se da cuenta solo porque Yeonjun, quien se ha incorporado finalmente le toca el hombro para que se tranquilice un poco.

— Maldita sea contigo. ¡Él te necesita también! ¡Nos quiere a los dos! — Dice frustrado. Ha tenido que pasar meses viendo sufrir al pequeño Quarius Gélida por el tonto de Sim que la terquedad de éste casi lo hace olvidarse de sus propios sentimientos, quería golpearlo, de verdad que deseaba hacerlo por el pálido y por él mismo.

— No podrá ser posible. — Susurra, alejándose de una vez por todas. Pero antes de que pueda salir del callejón e internarse entre las calles, una pared de llamaradas que brotan desde el suelo por orden del Ignis menor le cierran el paso.

Heeseung tiene su mano alzada y mira desafiante a Jake pese a que éste no voltea a encararlo.

El tener el camino cerrado le trajo un déja vù que lo hizo estremecer. Tal parecía que su historia había iniciado en un callejón y sería en otro mismo el lugar donde culminaría.

— No dejaré que te vayas. Voy a decirle, también le contaré a tus padres. — Advierte seriamente y el castaño siente su mandíbula tensarse.

— No te atreverías. — Habla cauteloso, con el tono de peligro amenazando con brotar de su voz.

El Lee menor alza la cabeza retador.

— Pruébame. — Amenaza, cerrando completamente el callejón al hacer crecer paredes llameantes de los dos extremos.

— No debiste meterte en esto, yo quería mantenerte lejos. — Finalmente se da la vuelta y en el instante en el que Heeseung nota que todo el verde de sus ojitos hazel se ha borrado, se siente estremecer.

— ¿Eh? ¿J-Jake? — Chilla espantado cuando una rama brota del suelo y se abraza a su cuerpo. Sus paredes no ceden, pero flaquean cuando escucha la voz seria del castaño decir:

Ai, Sim Jaeyun, dux of Hoba and rex natura. — Empieza. Yeonjun intenta atacarlo haciendo crecer una esfera de fuego de su mano, pero Jake lo manda a volar con un simple movimiento de su cabeza. No está pensando, simplemente ordena.

Una vez que el pelirrosa está aturdido, continúa:

Ai elixe you from et silva and et damnabunt you ot silence.

— ¡N-No! ¡Basta! — Heeseung forcejea, pero aquello es inútil. La rama se incrusta con fuerza en su piel y no está dispuesta a dejarlo ir. La cabeza le punza y siente su garganta arder. Entiende todo lo que Sim esta diciendo pues conoce el lenguaje de mágicos antiguos y sabe que lo está condenando, lo está obligando a guardar silencio.

At et primum stilla of truth spilled, erit anima tua taken.

Abre sus párpados con espanto, Sim Jake, el mágico que adoraba junto a Park Sunghoon lo estaba maldiciendo, estaba destinando su alma a la agonía. Ahora tenía que quedarse callado si no quería sufrir un destino peor que la muerte.

and prisoner of et facti sunt rami.

No puede más y acaba llorando, enviando todo su dolor y temor a través del anclaje. Todo llega de golpe y la marea de sensaciones parecen conseguir hacer al castaño reaccionar, quien retrocede espantado. No, no tenía que haber sido así. Había prometido sacarlo de todo, pero aún no estaba listo el plan, se había adelantado. ¡Maldición!

Un estruendo llama su atención. Lleva su vista que ha vuelto a ser hazel en dirección al Ignis mayor que lo otea con molestia. La condena de Heeseung ha quedado abierta, no la ha cerrado y no encuentra cómo, así que la deja en el aire, sabiendo que tiene que encontrar una manera de que no se active, debe deshacerla, pero no posee el más mínimo tiempo para pensar porque cuando ve al pelirrosa con su mano alzada y desprendiendo humo, sabe lo que ha hecho, ha lanzado una bengala que ha llamado a alguien.

O más bien, algo.

— Mierda. — Masculla entre dientes, retrocediendo desconfiado. La rama se ha desvanecido provocando que el pelirrojo caiga al suelo, quien de inmediato se lleva ambas manos a su garganta, la cual arde con fuerza. — ¿Qué hiciste?

El Lee mayor sonríe ladeado.

— Buena suerte lidiando con las mascotas de Cruentus Klan. — Yeonjun habla ácido y tras dar un pisotón al suelo, envía una corriente de llamaradas que lo hacen apartarse de un salto de Heeseung, Jake a duras penas consigue cubrirse al cruzar sus brazos al frente suyo y cuando se descubre traga en seco.

— Demonios.

Se echó a correr en cuanto distinguió una nube oscura acercarse a gran velocidad al lugar donde se encontraban. Por la energía que Jake alcanzaba a percibir aún a la distancia, intuía que se trataba de un ser formado de pura energía oscura y traído a la vida por la hechicería escarlata. Era un puppet. Sim sabía de ellos, pero jamás había estado ante uno antes.

No tenía idea de cómo enfrentarlos, así que hizo aquello para lo que era asombrosamente hábil. Huir.

Sus piecitos corrieron desenfrenadamente hasta conducirlo a las profundidades del bosque Hoba. Pensó en esconderse en el bucle, pero si el ser lo seguía hasta ahí, estaría poniendo en riesgo a toda una comunidad de mágicos inocentes, así que lo descartó. Hoba Cabana e ir con Seungwan tampoco fue opción por la misma razón. Estaba solo en ello, así que fue por el lado completamente opuesto a estos lugares.

Corría entre los árboles, haciendo el mayor esfuerzo para perderse entre estos. La noche comenzaba a caer así que maniobrando con desesperación, hizo una pequeña luz emanar de sus palmas para conseguir guiarse sin tropezar. No podía caer, eso lo haría perder ventaja, así que aceleró el paso pese a que todo el cuerpo le dolía de cansancio, las noches en vela justo habían escogido ese instante para pasarle factura y el hecho de que no había ingerido alimentos desde el día anterior también, todo se estaba arremolinando en su pequeño cuerpo junto al miedo que empezaba a hacerlo estremecer.

Todo su ser se alteró cuando escuchó un feroz rugido y fuertes pisadas sacudiendo el terreno. Maldición, seguramente el títere nuboso había tomado de huésped a alguna criatura. Estaba jodido, completamente.

Inevitablemente tropezó, cayendo bruscamente al suelo y raspándose las palmas. Siseó de dolor e hizo el amago de incorporarse, pero la caída lo mareó así que se quedó quieto unos instantes, repasando cómo era que había ido a parar en esa situación.

Iba a morir, de eso estaba seguro. Eso lo aterraba, porque lo haría solo y siendo odiado por todos los mágicos que amaba. Pero se lo había ganado, él los apartó y los lastimó.

No los merecía en lo absoluto.

Así que se enderezó con fuerza y retomó su corrida desenfrenada, pero el golpe anterior ha hecho estragos y ahora su andar es torpe y más lento, se choca contra los árboles y a duras penas consigue ver por dónde marcha, hasta que una luz a su espalda ilumina su camino. Pero pronto, el aroma a humo azota su nariz de manera violenta. No quiere voltear, pero por aquel detalle y por el calor abrasador que comienza a sentirse detrás suyo, intuye que se trata de un incendio. Maldición, el títere debió poseer a alguna criatura con conexión con el fuego. Eso era demasiado malo.

Torpemente, consigue salir de entre los árboles solo para encontrarse con el borde de un peligroso acantilado. Maldice y se muerde el labio con desesperación, volteando a todos lados en un intento de encontrar algún camino por el cual huir, pero ir por izquierda o derecha significa volver a internarse en el bosque y está muy seguro de que es mala idea pues las llamas crecen cada vez más hacia su dirección y él no es capaz de convocar el agua suficiente para extinguirlas todas, solo un Quarius de nacimiento tendría la capacidad para hacerlo.

Maldice y retrocede en el instante en que las llamas se acercan cada vez más. Aprieta su labio entre sus dientes y cauteloso, da un vistazo al vacío del acantilado, encontrándose con que debajo de éste se encuentra el Lago Taal completamente congelado a causa de la época invernal. Aparta su mirada y lo medita unos instantes. Va a dolerle, pero parece ser la única salida viable, la criatura o cualquiera de los miembros del Cruentus Klan que estaban en su caza podían encontrarlo con la guardia baja así que debía actuar rápido. Llevó una de sus manos a su chaqueta grisácea y tanteó los bolsillos, encontrándose con la brújula de Merlín que estaba al lado derecho de su ropa. La tomó y sin meditarlo mucho, la apretó entre sus manos hasta que el sonido del cristal resquebrajándose inundó sus oídos.

Satisfecho al haber destruido tal pieza importante, devolvió su mirada al cuerpo de agua congelado a muchos metros debajo suyo y aspiró hondo. Contó a los adentros de su mente del uno al tres y después, se lanzó como si nada, cayendo directamente para colisionar con la gruesa capa de hielo del Lago Taal.

No miró atrás, no quería. Sabía que si lo hacía se encontraría con la imagen del lugar que tanto adoraba ardiendo por el fuego. Rogaba por qué las criaturas se hayan puesto a salvo en cuanto notaron las llamaradas. También esperaba que Jimin y Namjoon estuvieran bien, sabía que las llamas serían apagadas en unas horas, pues una fuerte nevada se avecinaba, podía sentirse en el ambiente.

El impacto no tardó mucho en llegar y en cuanto lo hizo, todo su cuerpo agonizó en dolor. No gritar le fue imposible, consiguiendo que al abrir su boca el agua lo asfixiara. Tosió repetidas veces solo para volver a sentir cómo sus pulmones se llenaban de agua hasta marearlo.

En medio del gélido líquido, se siente desesperado cuando percibe una pesada presencia a su espalda y en el instante en el que el frío le hace castañear los dientes, sabe que se encuentra siendo asechado por alguien peligroso.

Fue muy malo lo que hiciste, mago. Rompiste tu parte del trato.

Tragó en seco, recordando lo que había hecho. Formó un pacto con Kim Taehyung con tal de que dejara a Park Sunghoon y Son Seungwan en paz. Él le entregó la condena del pálido y ahora, era responsable de liberarlo tal como habían acordado. Ahora él era su recipiente, su llave maestra para volver a la vida.

Pero Jake no cumplió, torció el brazo ajeno y ahora sufriría por ello. Los movimientos suaves del lago debajo de la capa de hielo se tornaron violentos en ascenso y notó una fuerza jalarlo hacia abajo, haciéndolo hundirse. Pronto sintió el aire comenzar a faltarle y ahí se desesperó enormemente. No aguantaría mucho más tiempo ahí, todo su ser estaba herido de pies a cabeza y era incapaz de moverse, las heridas estaban sanando de una manera muy lenta pues no se encontraba en sus terrenos y su cuerpo tampoco estaba en las mejores condiciones para funcionar de manera óptima. Se había conducido a una muerte segura.

Que idiota había sido. Moriría ahí solo.

Pero él no quería hacerlo. Definitivamente no. No así, completamente sólo y sintiéndose miserable. Culpable por todo lo que había hecho, por todo el daño que había causado.

Lloriqueó, pero su llanto fue ahogado por el agua. Al mismo tiempo, tragó líquido que lo hizo toser y sintió los ojos escocerle, no aguantaría mucho tiempo y cada vez más se hundía. La desesperación crecía de manera abismal.

Ayuda.

No quiero morir. No así.

Se arrepentía, se arrepentía demasiado. Nunca había querido estar solo, ahora que tiene la muerte tocando su puerta, se da cuenta de todo lo que hizo mal, pero parece que es demasiado tarde para arrepentirse, por lo que llora con más fuerza pese a que todo es ahogado en el lago. Intenta forcejear, pero el cuerpo le pesa y se siente inmóvil, al menos, hasta que la escucha.

La voz de su madre suplicando por su regreso.

Regresa, Jaeyun.

No sabe si es producto de su mente con falta de aire y su cuerpo agonizando, pero aquello parece darle el impulso de energía necesario para tomar fuerza y pelear en contra de aquel invisible que se empeñaba en hundirlo. Manotea con fuerza, enfocado en llegar a la superficie y a medida que avanza, los recuerdos con cada uno de sus seres queridos se proyectan en su mente, haciendo que un pesado nudo se le forme en la garganta.

Se había equivocado tanto. Los había lastimado demasiado. Era un completo idiota.

Era un estúpido que lo había estropeado por amor. Sin embargo, no había sido la manera correcta, porque puso a los demás antes que a sí mismo empero, a la vez, muy egoístamente también lo hizo para huir de su propia verdad. Les mintió, los engañó y los hirió y ahora se da cuenta de lo mal que estuvo.

Ahí es cuando se percata de algo importantísimo. No quiere morir ahí, así, arrastrando culpas y con el recuerdo de sus malos actos manchando su existencia. Quiere disculparse, abrazar a cada uno, a su madre, a Sunghoon, a Heeseung a quien acaba de lastimar y a Taehyun, quiere aferrarse con fuerza a ellos y no dejarlos ir, quiere creer que no es demasiado tarde, que aún pueden perdonarlo, que aún puede retroceder. Pero cuando la adrenalina empieza a descender y su cuerpo exige un descanso, siente temor.

No, no por favor.

La respiración le falla y todo se vuelve borroso a su alrededor, así que en un acto de desesperación, pide por un mágico que sabe que será el único capaz de escucharlo. Aunque en realidad, ha estado llamándolo a él de manera inconsciente desde que comenzó su huida buscando ocultarse del títere.

Sunghoon.

El pálido, quien había sentido toda la desesperación de su alma gemela desde que ésta se internó al bosque, acudió de inmediato a su llamado movilizando a sus padres y a un escuadrón de rescatistas amigos de éstos que no habían parado de insistir buscando al castañito en todos los meses pasados.

Y cuando Sunghoon llegó a los pies del Lago Taal, por fin pudo respirar correctamente después de un largo periodo de agonía pura al no saber el paradero del hechicero, pero tan pronto como llegó, el alivio se desvaneció al percibirlo gracias a sus destrezas de Quarius, en un estado alterado. De inmediato le pidió a las aguas que lo acogieran en lo que él llegaba y en cuanto lo tuvo entre sus brazos, lo apretó con fuerza haciendo lo mejor que podía para mantenerlo con él.

En el instante en el que los rescatistas por fin consiguieron sacarlos a ambos y subieron al castaño a una camilla, éste cayó inconsciente, pero aún respiraba, eso tranquilizaba a todos.

Aunque no tenía ni la menor idea de todo lo que Jake había hecho ni lo que significaría para ambos en su futuro, estaba aliviado de tenerlo nuevamente con él.

Sin embargo, el pacto que Sim Jake forjó con Kim Taehyung causaría muchos estragos más adelante y no solo para ellos, su conflicto tendría la capacidad de afectar a toda la comunidad mágica. Solo el tiempo sería capaz de decidir si aquello sería lo suficientemente fuerte para romper su unión, o la fortalecería y los haría más unidos que nunca.

Por lo pronto, estaban juntos otra vez. Con todas sus piezas completas ¿O no?

Ninguno fue capaz de percatarse que dentro de esa noche helada, el alma culpabilizada y temerosa de Jake había accionado su magia sin desearlo, pues en medio de la lucha por mantenerse aferrado a la vida, encerró sus propios recuerdos dolorosos dentro del rincón más profundo de su mente, desprendiéndose en el acto de un porcentaje de su alma. Esa fracción que mostraba su lado Terra en todo su esplendor.

Sim Jake no estaba listo para enfrentar su verdad, en ese momento, huyó una vez más. Tenía tanto miedo de sí mismo, de continuar causando daños, que prefirió condenarse a la incertidumbre al no verse capaz de recordar los hechos que lo habían conducido hasta su casi muerte.

Sin embargo, cuatro años después, múltiples percances que traen a mágicos fantasmas de su pasado de vuelta a su vida, le hacen imposible el continuar escapando. En el momento en el que la maldición que él mismo le colocó a Heeseung cuando eran más jóvenes se activa es el instante en el que finalmente se decide, ya no seguirá siendo un cobarde.

Tomará todas las consecuencias de sus actos.


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