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15 de mayo de 2021, Seúl, Corea del Sur


—¡Jungkook, date prisa o llegaremos tarde!—la señora Jeon gritó desde la planta baja de la casa, advirtiendo a su hijo de que debían irse o no estarían a tiempo. El nombrado gruñó con molestia al escuchar a su progenitora y se apuró en terminar de abrochar los botones de su blanca camisa.

No quería ir. Aquellas reuniones familiares a las que solía asistir no era lo que se denominaban divertidas. Esta reunión por el cumpleaños de su tío no sería la excepción y lo sabía, simplemente porque harían lo de todos los años, ir a un restaurante, hablar mientras comían y después, escuchar como sus padres criticaban a cualquier otro familiar con el que habían hablado ese día. 

Al pelinegro le resultaba tediosas esas reuniones y, si podía, las evitaba por completo, con la excusa de tener que hacer un proyecto para su universidad o ir a entrenar. Hubo un tiempo en el que Jungkook accedía ir a aquellas celebraciones sin queja alguna, el tiempo que estuvo junto a su anterior pareja y con la que había terminado su relación tan solo unas semanas atrás.

No le afectó demasiado ser dejado por Dong-sun, su expareja, solo se sintió vacío por los primeros minutos que transcurrieron después de que aquel pelirrojo se fuera de su casa tras decirle la noticia y luego, se encargó se preparar unos nachos con queso porque el hambre abarcó la situación. 

No malinterpreten, Jungkook no era un insensible o un superficial en las relaciones, él era alguien que analizaba cada mínimo detalle con una drástica intensidad y eso lo hacía desconfiar de todo y todos.

Él era inteligente desde una temprana edad y con el paso del tiempo, desarrolló una especie de habilidad que le permitía analizar a las personas en su entorno y sacar conclusiones sobre como eran en realidad sin conocerlas. Juzgar a alguien sin conocerlo no estaba bien y el pelinegro lo sabia, pero leer a las personas como si fueran revistas llamativas que sin quererlo atraían la mirada curiosa del chico y en pocos minutos resultaba haber terminado el folleto, era algo inevitable para el pelinegro.

Comenzó a hacerlo en la secundaría, cuando fue consciente de su verdadera orientación sexual y no tuvo problemas en mostrarla. Él se había declarado como alguien homosexual tan pronto fue consciente de ello y no le importó en absoluto comentarle sobre ello a su familia. No fue exactamente que no le importara el qué pensara sus familiares al respecto, sino, que se sintió con confianza a la hora de decirlo porque había estado observando a sus parientes desde siempre y sabía que hacer o decir para ser aceptado.

Analizar a las personas podía proporcionarle al pelinegro muchos beneficios, saber como actuar frente a una persona para conseguir un logro o una ambición como lo eran el sexo y la diversión. Él sabía a la perfección como conseguir a un chico por muy hetero que fuera y, muchas veces, lo había puesto en practica. Pero meterse en la mente de las personas también traía sus consecuencias y estas eran que, confiar en alguien, aunque lo conocieras de toda la vida, era casi imposible. 

Tenía amigos, alguna que otra chica detrás de él a pesar de saber de su sexualidad y miles de hombres esperando por él en las discotecas cada fin de semana. Era fácil hacerse desear por alguien si sabes que es lo que quiere. Pero el problema del chico de negros cabellos era que aparentaba no tener sentimientos y esa era la fama que había obtenido por años cuando terminaba su relación y al día siguiente estaba con alguien más. Sin embargo, la verdad era otra, Jungkook si tenía sentimientos, era un humano normal y corriente que lo único que hacía era esconder su verdadero rostro para no salir lastimado por nadie. Eso lo había mantenido feliz todos estos años o eso era lo que pensaba. Estaba bien tal y como estaba, obteniendo lo que quería cuando quería. Él era así y no le parecía mal del todo.

Gruñendo de nuevo, revolvió su pelo, bajando las escaleras y encontrándose con sus progenitores esperando por él. Su madre lo miraba enfadada, se había demorado demasiado en vestirse y aquello les había hecho perder mucho tiempo, tiempo que Jungkook se encargó de tardar a propósito. Él de verdad no quería ir a aquel restaurante sin tener a Dong-sun a su lado para distraerlo o llevarlo a tener relaciones en el baño del lugar.

—Sé que puedes estar dolido hijo, todos queríamos a Sunie, pero necesito que te comportes y pongas buena cara, es el cumpleaños de tu tío—su madre habló y le dio una corta mirada al nombrado para salir de la casa y dirigirse al auto donde su marido esperaba.

El pelinegro no hizo más que rodar los ojos, estaba claro que, si aparecía algún chico caliente por el lugar, no perdería en tiempo si la oportunidad se le era brindada.

Subió al coche y esperó a llegar al restaurante. Debía añadir que los establecimientos de comida se volvían un infierno para aquel muchacho, Jungkook se encargaba de mantener una buena forma física, los bien marcados y definidos abdominales en su vientre eran la prueba de ello. Por eso, comer en un restaurante o en algún lugar que no fuera en su casa, se le era angustioso. Todo tipo de olores apetitosos que solían bañar sus fosas nasales en cuanto posaba un pie en la tarima de un restaurante le hacían enloquecer. Estaba tan acostumbrado a alimentarse con escasas raciones de verduras y carnes que, ponerle un plato de pasta o una deliciosa hamburguesas del McDonald era la misma tentación que la manzana de  Eva. Odiaba salir a restaurantes por lo mucho que debía contenerse en no comer de más, su peso aumentaba con rapidez y eso le llevaba a pasar horas en un gimnasio al que asistía. Pero, una vez más, el tiempo junto a Dong-sun lo distraía de aquellas sabrosas tentaciones y le hacía olvidar donde estaba. Esta vez se volvería el mismo infierno.

Su padre estacionó el auto frente al lugar donde se reunirían con el resto de su familia, el Susano's Wok era el restaurante y, con solo leer el nombre del lugar, un nudo se instaló en su garganta, haciéndolo tragar saliva con dificultad. Un buffet, eso era el restaurante y ese simple hecho lo hacía todo más difícil. Solo rezaba por saber contenerse y que sus familiares no insistieran como siempre hacerlo comer hasta explotar.

—¡Jungkook, cariño!— aquella molesta voz de mujer que tanto conocía lo aturdió al entrar en el local  y  a lo lejos divisaron un grupo de personas que reconocía.

Su abuela se acercó a ellos y abrazó al nombrado, haciendo que se sintiera incomodo por el gesto de cariño de aquella mujer. No detestaba los abrazos, pero sabía que esa señora que aparentaba ser una buena mujer, solo lo estaba abrazando para aparentar importarle lo mínimo su nieto. Nunca hablaban, y cuando lo hacían, era porque aquella llamaba a su casa y nadie más podía atender el teléfono, por lo que Jungkook se encargaba de atenderlo y pasarle más tarde el recado que su familiar le encargaba.

"Interesada", pensó una vez se separó de los finos brazos de la mujer y se acercó de saludar al resto presente. Primos, tíos y algún que otro conocido de la familia lo saludaron uno a uno, abrazándolo o estrechando su mano todos con el objetivo de aparentar significar lo más insignificante si el chico estaba bien o no. Pero eso a Jungkook no le molestaba, porque él los respondía con una sonrisa que no sentía en lo absoluto.

Todos se sentaron a la mesa después de los saludos y algunos comenzaron a levantarse para dirigirse a la barra de alimentos y servirse. El pelinegro mordió su labio nervioso observando las bandejas repletas de alimentos que parecían llamarlo con su rico olor.

—¿No comerás nada Kook?—su prima menor le sacó de aquel debate entre su mente y su estómago.

—Emm...Si, claro que comeré...—contestó indeciso, levantándose con su plato vació y caminando hacía el buffet.

"Dios, ayúdame a pasar este día sin sentirme culpable más tarde."

Caminó al lado de la carne, el marisco y pudo divisar una fuente de chocolate a lo lejos, haciéndolo estremecer por el repentino deseo de saltarse las verduras y lanzarse a los dulces. Negó repetidamente con la cabeza y sacó aquellos pensamientos de su mente.

"No puedo."

Y, con aquella opresión en su pechó y estómago que lo incitaba a dejarse llevar por sus más profundos deseos, regresó a la mesa con su plato repleto de vegetales variados y algún que otro trozo de carne.

—¿Solo comerás eso?

—Si, no tengo hambre...— sujetando los cubiertos con fastidio al no ser capaz de mandar todo al demonio y comer lo que realmente quería, comenzó a degustar las insípidas verduras en su plato.

[...]

—Jungkook, he oído que terminaste con tu novio hace poco—el anfitrión de la velada habló directamente hacia el pelinegro quien había terminado de comer hacía unos minutos y ahora se mantenía ocupado con su teléfono. 

—Si, terminamos—declaró y su madre se unió a la charla.

—Es una lástima, era un buen chico—comentó. Jungkook no hizo más que asentir y hacer oídos sordos a las siguientes palabras de su madre y su tío sobre su expareja.

Guardó su teléfono aburrido al no encontrar nada con lo que entretenerse y echó de menos que el pelirrojo no se encontrara a su lado. Entonces se dispuso a hacer lo que mejor se le daba, leer a las personas y apostar consigo mismo.

Alzando su vista y dirigiéndola a la mesa a su derecha, divisó a un niño de no más de diez años, masticando la comida en su plato con la boca abierta y provocando que el pelinegro creara una mueca ante una imagen tan desagradable, más, decidió seguir con su cometido y analizar al pequeño.

Aquel muchacho se encontraba solo en la mesa, suponía que el resto de sus acompañantes estarían obteniendo su comida. Es posible que suene cruel, pero algo esencial y que  no pasaba por alto nunca, era el aspecto físico de las personas. El joven podría tener una corta edad pero aparentaba pesar al menos 80 kilos, tenía sobrepeso y, analizar si las personas en su entorno mantenían una buena figura o no, era una especie de TOC que Jungkook, como obseso al deporte y poseer una buena figura que era, le resultaba algo natural en fijarse en el complejo del resto. Después de aquel análisis superficial, el chico formuló un análisis del chico.

"Su mirada desprende superioridad por donde lo mires, el que tenga sobrepeso es seguramente una influencia de sus padres. Parece consentido, apuesto a que no suele mostrar respeto por nadie, tal vez sea hijo único."

Sonrió con sorna tras sus pensamientos. Pero la sorpresa en el rostro del pelinegro fue notable cunado otro niño, bajito y delgado, se sentó junto al otro. Eso le llevó a pensar lo siguiente:

"Ese chico es muy flaco, todo lo contrario al otro, cabe la posibilidad de que sean hermanos y el chico delgado sea el menor. Si ese fuera el caso estoy seguro de que ese niño es muy delgado por la influencia de la imagen de su hermano."

Jungkook curvó sus labios ahora con seguridad, sentía certeza de que estaba en lo correcto a pesar de no saber nada de aquellas personas y se propuso esperar por ver a la posible madre de aquellos niños. Pero su acción se vio interrumpida cuando su atención fue dirigida a otro desconocido. Una mujer escotada se cruzó en su campo de visión. Con rapidez sonrió en analizar por completo al vestimenta de la chica y rió para sus adentros.

"Es increíble como la gente puede vestirse de esa forma. ¿Por qué se esfuerzan tanto por verse como unas pûtas si no van ha conseguir nada más que insultos?"

Apartó su vista de la mujer escotada y la dirigió a sus manos sobre la mesa, pensando en cual sería la razón de portar prendas de ese tipo en un restaurante familiar. No lo comprendía y creía que nunca llegaría a entender del todo.

El pelinegro levantó una ceja al ver de reojo como otra mujer diferente y delgada se sentaba en la respectiva mesa de los chiquillos.

"¿Esa es su madre? Lo dudo."

Y, como bien había dicho, una última mujer apareció. La misma mirada de superioridad que su hijo y la forma idéntica de devorar la comida causando desagrado a cualquiera que la viera. También tenía sobrepeso y su rostro se parecía bastante al del primer niño.

"Lo sabía, ese chico es así por sus padres."

Jungkook dió por finalizado su análisis de aquel grupo y sonrió satisfecho por su deducción, había vuelto a acertar. Pero terminar de examinar a su objetivo planteaba un problema, y ese era que el aburrimiento volvería a consumirlo, él no quería eso. Levantó su vista en busca de un nuevo sujeto al que leer, pero su aburrimiento desapareció cuando encontró a la persona perfecta para divertirse; un joven rubio.

Jimin, un muchacho atractivo y con una figura deseable conectó sus ojos avellanas con los del pelinegro haciéndolo sentir una descarga eléctrica recorrerlo y abarcar toda su columna. Al instante de sentir la atención del pelinegro en él, frunció una tierna sonrisa que causó alteraciones el en pulso del chico más joven y que mordió su labio inferior, conteniéndose a levantarse y saltar encima del desconocido.

"Es hermoso, me gusta." 

Pensó el mayor. Los segundos pasaron y ninguno de los dos apartó la mirada del otro. Jungkook levanto una ceja cuando el rubio le sonrió con notable diversión y una pizca de seducción en su mirada, muy diferente a la anterior mueca cálida.

"Linda sonrisa, creo que puedo tenerlo al menos unos minutos." 

Con ese pensamiento en la cabeza, se dispuso a levantarse de la mesa para acercarse a ese chico y tal vez charlar un rato. Algo en su interior le indicaba que era el indicado en ese justo momento y no debía dejarlo ir. Pero el mundo parecía estar en su contra y fue detenido por su padre casi cuando podía sentirse saboreando los rosados y carnosos belfos que poseía el joven.

—Jungkook, cuéntale a tu tía que tal vas con tus estudios—ordenó, marcando esos hoyuelos profundos a cada lado de su rostro que solo significaban que en verdad su sonrisa no era para nada sincera.

Sin poder negarse, bufó molesto y se sentó de nuevo, dirigiendo su mirada a aquella mujer de mediana edad que esperaba por saber de su vida estudiantil a pesar de que solo deseaba la información para más tarde hablar de lo bueno y eficiente que era su hijo en su empresa.

El rubio solo se dedicó a grabar el nombre pronunciado por aquel hombre que al parecer era el padre del desconocido azabache.

"Jungkook es un lindo nombre"

[...]

Gruñó enojado una vez terminó de contarle a su familiar y que esta se pusiera a hablar de su ejemplar primo como él había supuesto. Había perdido la oportunidad de acercarse a aquel chico rubio y, por más que lo buscó con la mirada, él parecía haberse desvanecido como la pólvora. Había pasado más de media hora desde la ultima vez que lo vio.

—Iré al baño, ahora vuelvo— disculpándose con el resto de personas a la mesa y siendo ignorado por cada uno de ellos, caminó hacia los aseos del lugar, estaba de mal humor por haber perdido a su nueva presa.

La única oportunidad que poseyó de pasar un buen rato se esfumó por la caprichosa de su tía y la orden de su padre. Ahora, tendría que seguir aburriéndose hasta que la celebración terminara y regresase a su hogar para dormir un rato.

Entró a los servicios y lavó sus manos, no había ido a los aseos para con alguna necesidad, solo quería perder un rato de vista a todas las personas falsas y dejar de ver las sonrisas fingidas. Leer a las personas era agotador y, por mucho que intentara evitar hacerlo, era una rutina en él.

—Aburrido, ¿no es así?—una dulce y a la vez grave voz lo hizo sobresaltar, girándose a mirar al propietario de aquella suposición que no era para nada errónea.

"El chico hermoso."

Jungkook sonrió para sus adentros, tenía más que claro que aquel rubio estuviera hablando con él, no era una mera casualidad, él lo había buscado y eso hizo aumentar la adrenalina en su interior.

—Así es, pero no puedo hacer nada para evitarlo— el pelinegro sonó con desinterés, sabía que la forma de conseguir que algo sucediera con aquel sujeto era actuando de esa forma.

—Puedo ayudarte a divertirte un rato—comentó, acercándose a lentos pasos al menor de los dos, cerrando con pestillo la puerta tras de si, observando a su acompañante con una sonrisa llena de interés.

"Es mío", pensó el menor, quien hacía lo posible por no sonreír orgulloso de su trabajo al atraer al contrario en busca de diversión. Continuó en su papel.

—¿Y como se supone que me entretendrías?

—Sencillo—dijo—. Así— acortando la única distancia que los separaba, el rubio juntó sus labios con los ajenos, manteniendo esa sonrisa de superioridad que no había borrado en ningún momento.

Jungkook carcajeó gracioso en sus adentros, tenía a aquel chico en sus garras por un rato y no desperdiciaría la ocasión de echar un buen polvo en aquel baño. Pero resultaría aburrido si no se hiciera de rogar un poco más y por ello empujo al  pelirrubio de su boca, mirándolo con molestia fingida.

—¿¡Qué crees que haces!?—gritó con furia y el rubio volvió a sonreír.

—¿Estas seguro de que eso es lo que quieres?—le preguntó de vuelta y toco sus labios con el dulce sabor de los del pelinegro impregnados en ellos— Crees que me tienes, pero en realidad, soy yo el que te tiene a ti—aquella declaración hizo temblar la seguridad del menor.

"¿Este chico es como yo...?"

Jungkook dejó de fruncir ese falso ceño molesto y se paró a meditar por unos segundos. Si aquel hombre resultaba ser como él, no habría ningún inconveniente, ambos querían lo mismo y eso era lo que había venido a conseguir. Pero hubo algo que detuvo al pelinegro un segundo antes de seguir con el desconocido. Sus labios estaban inundados por una agridulce sensación que nunca en su vida había experimentado. Esa sensación fue causada por aquel muchacho rubio y, que el chico frente a él, pareciera analizar a las personas como él tenía el hábito de hacer, le hizo sonreír emocionado y atacar los belfos ajenos de nuevo, envuelto ahora en una capa de éxtasis.

"Esto va a ser más divertido de lo que pensé."

—Eso creía.

Jungkook se vió recibido por la cálida lengua del pelirrubio, entremezclando su saliva de una forma lujuriosa que a ambos les quitaba el aire.  Sus corazones latían deprisa, pero no se confundan, no había ningún sentimiento de por medio, solo la excitación del ambiente y la búsqueda de un poco de diversión. El chico rubio obligó al contrario a rodear sus piernas en su cintura, haciendo que la firme espalda del menor chocara contra una pared mientras sus labios se mantenían unidos, produciendo chasquidos con su lengua. El mayor acarició el trasero del chico sobre su boca, haciéndolo jadear por el roce y que rompieran la guerra en sus bocas que habían empezado segundos atrás.

—Hazlo—pidió con su aliento entremezclándose y, aquello, hizo sonreír al pelirrubio.

—No tenemos ni lubricante ni preservativos—Jungkook rodó los ojos con molestia escuchándolo, desenrolló las piernas de la cintura del más bajo y se arrodillo frente al chico, haciendo que ahora fuese la espalda ajena la que tocase la fría pared.

Sin pedir consentimiento, el menor deslizo la cremallera y deshizo el abroche de los ajustados vaqueros contrarios, introduciendo una mano por dentro del bóxer del rubio y tomando la dura y grande hombría del último.

"Grande", pensó el menor, dándole una rápida mirada al chico quien no dejaba de fruncir una leve sonrisa y comenzar a lamer el glande rosado del mayor.

—Inteligente—el pelirrubio jadeó por el húmedo contacto de la lengua recorriendo su tronco y punta de su miembro, llevando una mano al cabello pelinegro del chico frente a él quien había introducido por completo la erección en su boca y ahora jugaba con ella a su antojo, haciéndole sentir la mejor mamada de su vida siendo dada.

Jungkook lamio, masajeo y succiono el pene erecto del más bajo, escuchado como el chico respiraba con pesadez y lo ayudaba a sentirse bien con el agarre en su negro pelo.

—Suficiente— retiró la boca ajena de su hombría, sintiendo un repentino vacío al rededor de esta, ansiando por seguir sintiendo el calor de la lengua del pelinegro recorrerlo y hacerlo eyacular. Pero él no quería solo eso, ahora quería sentir el interior de su acompañante y deleitar a sus oídos con algún que otro sonido del menor.

Jungkook se vió envuelto de nuevo por la cálida boca del mayor, quien desabrochaba su pantalón con rapidez para penetrarlo. Él no se opuso a nada, eso era lo que quería y lo estaba consiguiendo, así que, dejándose llevar, rodeó el cuello del más bajo con sus brazos y pegó su espalda contra la pared, intensificando aquel beso que por alguna extraña razón lo estaba enloqueciendo.

"Sus labios son los mejores que he probado nunca, ojala volver a probarlos alguna vez."

El rubio se encargó de palpar la entrada del pelinegro una vez los pantalones y ropa interior del último ya no podían estorbarlos. Rozó su entrada con sus pequeños dedos y provocando que Jungkook se estremeciera por aquel contacto, deseando con más intensidad ser penetrado por el bello desconocido quien lo estaba haciendo jadear contra su boca.

Algo en la mente del rubio le estaba llenando de una sensación placentera al escuchar a aquel muchacho pelinegro gemir casi en su interior. Desde que sus miradas habían conectado supo que esto pasaría, que el menor lo deseaba con la misma intensidad que él en una búsqueda de diversión. Pudo notar que Jungkook era como él, que también analizaba a las personas de su misma forma y le resultó atractivo aquello. La profunda mirada que obtuvo la primera vez que sus ojos conectaron y no obteniendo una deducción clara de cómo era la personalidad de aquel muchacho de pelo negro. La sensación que experimentó fue la misma que si estuviera intentando avanzar con un espejo en medio, visualizas un reflejo; puedes ver que el camino continua, pero no eres capaz de avanzar porque hay una barrera en medio que te lo impide y, la única manera de seguir adelante, es rompiendo ese muro. Y eso estaba haciendo Jimin, destruir la barrera del menor para seguir en el camino un poco más, solo unos pasos para luego tomar un desvío lejos de la ruta principal.

Sin esperar más, el rubio introdujo dos de sus dedos en el agujero del menor, haciéndolo separarse de su boca para gemir y obligándolo a que envolviera de nuevo sus piernas a su cintura para ir más profundo en él.

—Veo que no es tu primera vez—comentó Jimin sonriendo al ser envuelto por el interior del chico frente a él quien poseía un leve tono rojizo en sus mejillas y que intentaba por todos los medios no ser escuchado cuando el mayor simulaba pequeñas estocadas con sus dedos.

—N-no—jadeó con una sonrisa orgullosa—, ¿Acaso es tu primera vez con un hombre?

—Por supuesto que no lindura, no te sientas especial— el rubio lamió el cuello a su disposición, dando estocadas más profundas en el agujero del pelinegro y haciendo que este mordiera su labio conteniéndose.

Era increíble la grata sensación con la que Jungkook estaba recibiendo los dedos del más bajo, pero eso no era suficiente para él,  quería al contario dentro y más después de haber tenido su hombría en su boca, dejándole un dulce sabor en la lengua después.

—H-hazlo—pidió, sujetándose de los hombros contrarios y mirándolo suplicante. Jimin sonrió, sacando su dedos húmedos del interior del chico que parecía desearlo.

—¿Qué quieres exactamente que haga?—preguntó con un tono burlón, le llenaba de satisfacción apreciar la excitada imagen de aquel chico desconocido que le estaba rogando por su miembro para liberarse.

Jungkook le gruñó con molestia.

—Fóllame aquí y ahora—pidió y no tardó mucho en sentir como su interior era llenado por el erecto del mayor. Un gemido grave salió de su boca y, con miedo a ser escuchado por alguien, Jimin volvió a besarlo para acallar sus gritos de placer.

Aquel baño resultó llenarse de un aura caliente y pesada de soportar que los llenó a ambos. El menor no hacía más que morder el cuello del muchacho en su interior para ahogar sus sollozos y gemidos desbordante de lujuria, dejándole marcas por toda la piel el rubio y arañando la espalda del mismo por encima de la camisa que portaba. Por otra parte, Jimin sentía rozar el cielo mismo en el estrecho interior del pelinegro, tan cálido y perfecto para su recto miembro, como si aquel desconocido con el que tenía pensado tener una relación de una sola vez hubiera sido creado para él, porque así era como se sentía al estar dentro de Jungkook y llenándose de sus dulces gemidos ahogados en su cuello.

—A-ahg~ m-me vengo—el menor habló con su excitada voz.

Pero algo que Jungkook no esperaba era que la pequeña y gordita mano del rubio tomara su miembro entre ella y oprimiera la salida a su orgasmo tan deseado en ese momento. Miró a Jimin con lágrimas placenteras en sus ojos y el último le sonrió, dejando un corto beso en su cuello para seguir embistiéndolo.

—Vengámonos juntos— declaró, sintiendo como el calor se instalaba en su abdomen a la vez que dejaba ligeras marcas en la clavícula del más alto y masajeaba el miembro del mismo.

Ambos hombres rozaron su climax a los segundos, el pelinegro siendo llenado por la semilla del más bajo y notando como esta escurría por sus muslos mientras que la suya propia era esparcida en la palma del rubio y los dos soltaban un gemido a la par. Todo pareció brillar con intensidad en el momento en el que sus cuerpos se entrelazaron y sus labios se devoraron entre sí. Pero ellos no eran nada, ni siquiera conocidos, y cada uno había conseguido lo que quería, el menor tener sexo con el lindo rubio y Jimin entablar algún tipo de contacto con el pelinegro para comprobar si de verdad era como él. Lo habían conseguido y ya no había nada que los uniera a seguir hablando. 

Salió con lentitud del interior de aquel lindo chico, dejando que un vacío se instalara tanto en el agujero del menor como en su alma misma. No entendía el por qué, nunca antes había sentido algo así después de realizar el coito con otro hombre, pero sentía que el rubio no era igual al resto y eso le impulsó a tener una pequeña obsesión con aquel muchacho desde la primera vez que lo vió.

Jungkook tocó al fin el suelo con sus propios pies, cada uno comenzó a colocar las prendas de ropa en su sitio aún con ese rubor tiñendo sus mejillas y las respiraciones agitadas. Ninguno cruzó la palabra el los siguientes minutos, había algo, un mal sentimiento de perdida, como si tener que decirse adiós fuera algo doloroso para ambos, como si ellos fueran almas destinadas que nunca debían separarse y eso era lo que iban a hacer...

—Debo reconocer que lo haces mejor que mi ex—comentó el pelinegro intentando romper el sombrío ambiente. 

Jimin rió por el comentario repentino, sintiéndose orgulloso por ese halago aunque sabía de antemano las intenciones del menor.

—La practica supongo—respondió y ambos hombres rieron.

Sus miradas se conectaron una ultima vez. Jungkook pudo notar las marcas de sus dientes rojizas en el cuello del más bajo y no evitó sonrojarse por ello. Él no solía tenerle especial agrado a las marcas pero, ver aquellas en el rubio, le hizo sentir feliz. 

Al mayor le pasó lo mismo, zonas rojizas y brillantes por lo recientes que estaban en el cuello contrario le hicieron sentir como si todo el mundo fuera suyo, como si aquel lindo hombre le perteneciera y se quedaría así. Pero los dos sabían que debían decir un adiós y seguir con sus vidas. Jungkook fue el primero en dar el paso.

—La pasé bien, me divertí bastante—el rubio carcajeó de nuevo, provocando que aquella dulce y melodiosa risa se quedara guardada en la mente del más alto.

—Ese era mi cometido. Yo también la pasé bien.

—Supongo que saldré primero, no puedo arriesgarme a que me vean saliendo contigo—decir aquello hirió de cierta forma a ambos chicos aunque ninguno mostró dolor en su rostro. Aún así cada uno vió reflejado al otro en él mismo. Se sentía de la misma forma y lo sabían.

—Claro, cuando volvamos a vernos podemos divertirnos de nuevo.

—¿Qué te hace pensar que volveremos a vernos?—Jimin sonrió ante aquella pregunta y quitó el cerrojo de la puerta.

Había algo que el pelinegro no sabía y estaba seguro de que el mayor tramaba algo, no sabía el qué, pero tampoco podía demorar más en aquel servicio con el desconocido por lo que, dándole una última mirada, salió del cubículo regresando a su mesa donde sus familiares parecieron no notar su ausencia por unos minutos.

Se sentó en su asiento de nuevo, con el corazón latiendo agitado de pronto, poseyendo la esperanza de volverlo a ver. Él quería volver a verlo y ser llenado con aquella grata sensación que experimentó. Sonrió embobado por ello y negó con la cabeza.

—¿Por qué tardaste tanto, Jungkook?— su padre lo hizo sobresaltar y se giró a mirarlo nervioso—Espera, ¿Qué tienes en el cuello?

"Mierda", no había pensado en como ocultaría las marcas y ahora debía poner una excusa creíble.

—P-pues...

—Seguro son las marcas de Dong-sun—comentó la señora Jeon entrando el la conversación—. No me extrañaría que hubiesen seguido acostándose después de dejarlo.

—¡Mamá!—el pelinegro se quejó escuchando como las carcajadas se hacían presentes en toda la mesa.

—Es cierto—comentó su padre—. No podríamos decir todas las veces que traes a chicos a casa y los pobres salen corriendo cuando nosotros llegamos.

—¡Papá!

—Lo siento hijo, pero al menos deberías cerrar con pestillo.

Las mejillas del menor se tiñeron de un rojo intenso, avergonzado cuando los secretos que compartía con su familia salieron a la luz y como consecuencia de ello hubo una gran holeada de risas en su entorno. Se sintió pequeño de repente, cuando notó como alguien pasaba detrás de él y dejaba escapar una ligera risa audible solo para el menor. Su corazón golpeó con fuerza.

—Jimin, ¿Ya terminaste tu llamada?

—Si, padre—fue inevitable para el chico de pelo negro no voltear su rostro hacia aquella voz que conoció minutos antes, observando como se sentaba en su misma mesa y le sonreía a uno de los amigos de la familia.

Jungkook tembló en su asiento cunado el rubio le sonrió y pudo entender lo que ralamente quería decir, porque al fin y al cabo, él era bueno analizando a las personas.

"Te dije que volveríamos a vernos"

"Sabías de esto antes, ¿Cierto?"

"Si, ¿Por qué crees que sabía donde estabas?"

El menor negó con la cabeza, sonriendo para sí mismo cuando entendió que Jimin tuvo razón todo este tiempo. Él no lo había tenido, el rubio lo había tenido a él y eso llegó a emocionarle de cierta manera. Porque estaba tan acostumbrado a saber controlar a las personas que nunca antes había sido controlado y, eso, solo podía suceder con aquel desconocido que su nombre resultó ser Jimin.

[...]

La comida terminó y todos los presentes salieron a la entrada del establecimiento. Comenzaron a despedirse. Esa era la peor parte tanto para Jungkook como para el rubio. Apreciar los falsos tonos, las sonrisas fingidas y los abrazos llenos de rencor resultaba incluso más desagradable que presenciar una operación a corazón abierto desde primer plano.

El menor se mantuvo alejado de todos mientras sus padres despedían al resto. Él, simplemente, no quería hacerlo. Pero su tía junto a un grupo de personas que no conocían lo llamaron para que se acercase y no tuvo más opción que gruñir y abarcar el llamado.

—Jungkook, este es el Sr. Park, es un viejo amigo de la familia— un hombre castaño le sonrió para estrechar sus manos.

Le resultó extraña la sensación de observar una muestra de veracidad en los ojos de aquel individuo, nunca había contemplado una mirada tan sincera con un desconocido, a parte de Jimin, claro. Y hablando del rey de Roma.

— Y él—el rubio se dejó ver sonriendo detrás de su padre— es Jimin, su hijo.

—Encantado— el mayor habló con naturalidad, solo Jungkook pudo notar ese tono de burla en sus ojos y no tardó en estrechar la mano tendida por el joven.

—Igualmente, soy Jeon Jungkook—sonrió de igual forma, retándolo con su tono de voz y con su mirada oscura. Ambos sentían una especie de adrenalina recorrerlos al ser los únicos conscientes de lo que realmente sucedía entre aquellos jóvenes.

—Jungkook terminó hace poco con su novio y necesita un poco de orden en su vida. Este muchacho se la pasa en casa haciendo el vago o en fiestas con cualquier chico.

—¿De verdad? No luce como el chico que se liaría con cualquiera que no conoce en un baño—el menor le dio una mirada sorprendido al bajo quien solo sonrió al saber que había captado las dobles intenciones.

—Pues lo es, solo tienes que verle el cuello—sintiéndose cohibido, Jungkook se apresuró en cubrir las zonas de piel donde las marcas rojizas sobresalían, provocando que el chico rubio sonriera con ternura por dentro al ver el rubor naciente del contrario—. En fin—su tía suspiró—, presentaros y hablad un rato, no te vendría mal conocer a alguien como Jimin—sentenció la mujer y se alejó de ellos.

Ambos se miraron sin saber que decir, estallando en carcajadas por la situación a los segundos de perder de vista a la señora y riendo sin control.

—No me esperaba esto para nada—sinceró el menor más clamado.

—Yo tampoco, fue gracioso que hasta tus padres te excusaran sobre las marcas— rió de nuevo cunado observó teñirse las mejillas del pelinegro, sintiéndose enternecido—. Lo siento por eso—Jungkook negó.

—Creo que ahora voy a tener una razón para asistir a estas reuniones familiares—comentó.

—Si, creo que también—respaldó el mayor y ambos sonrieron con complicidad—. Aunque la próxima vez, traeré condones, no quiero mancharlo todo—rieron de nuevo y, finalmente, terminaron despidiéndose, quedando en que volverían a verse en la próxima ocasión y que, tal vez, se darían la oportunidad de crear una amistad. Ellos dos se entendían.

Jungkook subió a la parte trasera del coche, colocándose unos cascos sobre las orejas para no escuchar como sus progenitores comenzaban a criticar sobre todos. Pulsó el play en su móvil, sumergiéndose de lleno en la canción y haciendo que todos los acontecimientos ocurridos en el día pasasen por su mente como si fuera un carrete de cine. Había imágenes con su familia, sus padres y, las que más abundaban y dejaban un cálido sentimientos tras de ellas, los momentos vividos con aquel muchacho rubio.

No lo conocía, pero sentía como si esa incógnita que envolvía al mayor fuera como un imán para el más alto. Con solo una mirada podía descifrar lo que cada persona en su entorno pensaba, pero con Jimin, era diferente, y eso llegaba a emocionarle de cierta manera.

Ya quería volver a verlo, sentir esos húmedos besos sobre su cuello y ser llenado por el envolvente tamaño del miembro ajeno. Pero no en todo lo que pensaba era en sexo, también deseaba volver a ver esa risueña sonrisa y escuchar la melodía de su voz cuando reía. Quería llegar a conocerlo, como si eso se tratara de un reto y, los desafíos, eran algo que apasionaban a cualquiera.

Pero Jimin y él nunca estarían juntos. Tal vez si se hubieran conocido en otras circunstancias. Si ellos asistieran a la misma universidad, Jungkook se daría la oportunidad de acercarse al chico y conocerlo de todas las formas posibles. Llegar a leer al mayor siendo el mismo chico quien contara la historia tras él.

Los labios del pelinegro se curvaron de una manera cálida, sintiendo como si el encuentro con aquel joven hubiera sido la señal que necesitaba para cambiar su forma de ser y abrirse al mundo. De cierta forma, le demostró que no todo el mundo era igual. En unos minutos y la pasión de sus beso, Jimin le había enseñado al menor que no era necesario analizar cada pequeño detalle de la vida para tener confianza. Y esa lección, sería recordada por siempre por el pelinegro, quien nunca olvidaría aquel día en ese buffet.


Buenas ^^ por aquí les dejo este primer O.S. narrado en tercera persona. Espero que lo hayan disfrutado y si quieren saber un poco más de esta historia pasen al siguiente apartado.

Gracias por leer ( ◜‿◝ )♡

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