02; PRINCESA HEREDERA

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PRINCESA HEREDERA

El primer corazón roto de Cerys llegó con la muerte del rey Jaehaerys. El día que anunciaron la muerte del rey la princesa decidió cerrar las puertas de su habitación para todos, incluso sus padres tenían prohibido ingresar, la única que había podido verla fue Rhaenyra y solo porque se mantuvo frente a la puerta llorando por varias horas hasta que Cerys tuvo piedad. Ese día Rhaenyra también descubrió que no le gustaba ver a su hermana triste, para ella eso era lo peor del mundo y por eso se decidió a hacerla reír, y para lograrlo fue en busca de su mejor aliado, Daemon Targaryen.

Daemon había escuchado de el encierro total de su sobrina por lo que no se molestó en ir a verla, sabía que necesitaba su espacio, después de todo Cerys era relativamente cercana al rey Jaehaerys y la muerte de alguien cercano siempre era dolorosa, sobre todo si era alguien a quién admiras. El plan de Daemon era esperar hasta el funeral para hablar con su sobrina, pero la voz llorosa de Rhaenyra cambió todo. Se había cruzado con ella en uno de los tantos pasillos de la fortaleza, la niña estaba roja por estar corriendo y tenía lágrimas secas en las mejillas, esa vista no era nueva para él, Rhaenyra siempre estaba corriendo por los pasillos y muchas de esas veces era porque estaba huyendo de alguien a quién había ofendido.

—¿A quién ofendiste esta vez?—preguntó apenas detuvo sus pasos.

—A nadie—el entrecejo de la niña se frunció y lo miró ofendida—, no siempre ofendo a alguien—aclaró cruzando sus brazos retándolo a contradecirla.

Pero él solo se rio de ella colocando una mano en su cabeza para alborotar su cabello.

—Tiene razón, princesa.

—Tío Daemon—Rhaenyra se relajó estirando su mano para tomar la de su tío—, ¿Puedes hacer que Cerys se sienta mejor? No me gusta verla triste.

—Cerys necesita tiempo a solas, Nyra—la niña hizo un puchero—. Pero creo que puedo ir a verla.

El rostro de Rhaenyra se iluminó de inmediato y con la poca fuerza que tenía por su edad comenzó a arrastrarlo por los pasillos de regreso a la habitación de Cerys. El peliblanco se dejó guiar por su sobrina, en los pasillos que estaban recorriendo casi no habían personas, pero las pocas que habían lucían asustadas cuando los veían aparecer y eso no le sentó nada bien a él. Se hizo una nota mental de cuestionar a los sirvientes después de hablar con Cerys y hacer a Rhaenyra feliz. La puerta estaba cerrada cuando llegaron a la habitación de Cerys, pero no había nadie afuera haciendo guardia, eso facilitó la entrada de Daemon. Rhaenyra se quedó afuera porque no quería ver a su hermana triste otra vez, él no le dijo nada.

La puerta fue abierta solo lo suficiente para que él pudiera entrar, sus pasos eran silenciosos para no alertar a la princesa que aparentaba estar dormida en su cama, incluso parecía que estaba más muerta que dormida, pero él sabía que ese no era el caso. Las cosas en la habitación estaban movidas, los sillones estaban detrás de la puerta, seguramente para impedir que alguien abriese la puerta antes que Rhaenyra invadiera el lugar. Los cojines estaban esparcidos por el suelo y Daemon estaba seguro que Aemma moriría si veía el estado de la habitación.

—Te dije que estoy bien, Nyra—la voz de Cerys sonó amortiguada por la almohada en la que tenía oculto su rostro.

—Claramente ella no piensa que estés bien—al escucharlo ella se levantó de golpe para mirarlo—. Vengo en paz, Nyra estaba preocupada por ti.

—No hay nada de qué preocuparse, estoy bien, puedes irte—volvió a acostarse dándole la espalda a su tío.

—A mi me parece que sí—avanzó hasta la cama—, tus padres también deben estar preocupados, incluso Dhagara estará preocupada si no la visitas hoy.

—Dhagara estará bien, no le pasará nada si no me ve un día.

—A Dhagara no le gusta estar encerrada en el pozo—le recordó él sentándose en la cama—, ¿Qué pasaría si escapa?

Su pregunta recibió un silencio largo como respuesta, pero a pesar de la falta de una respuesta verbal, sabía que había dado justo en el clavo. Dhagara era la dragona de Cerys, había nacido apenas dos días después que la princesa con escamas de color negro y dorado, era uno de los dragones con mayor tamaño en el pozo y al igual que su dueña despreciaba estar encerrada por mucho tiempo, por eso Cerys la visitaba con frecuencia.

—Tío Daemon, no me agrada pasar tiempo con usted.

El peliblanco observó con una sonrisa como su sobrina se ponía de pie y abandonaba la habitación con pasos rápidos, ni siquiera se había puesto zapatos antes de salir. El grito de Rhaenyra en el pasillo fue la señal que necesito para moverse, claro que antes de salir se aseguro de llevar los zapatos de Cerys con él, no podía dejar que se lastimara bajo su cuidado o perdería la cabeza.

En el pasillo se tuvo que detener para pedirle a una de las sirvientas que limpiara el cuarto de Cerys y le avisaran a Viserys que iban a estar en el pozo de dragones. No tuvo el más mínimo problema al salir de la fortaleza, el problema lo tuvo fuera de la misma, cuando sus pies tocaron el exterior escuchó susurros. Susurros que iban dirigidos a sus sobrinas, las dos estaban en el último escalón esperando por él y se veían visiblemente incómodas con la atención que estaban recibiendo de todos. Con una mirada determinada Daemon pasó junto a las hermanas dejando los zapatos de Cerys en el suelo junto a ella, su mirada estaba fija en el hombre que se encargaba del establo, no le importo si la gente a su alrededor huía de él gracias a su aura intimidante, necesitaba qué rumores se habían esparcido por la fortaleza.

—Príncipe Daemon—el hombre dio un paso atrás para alejarse del príncipe—, las princesas pidieron dos caballos para ir al pozo.

—Prepáralos—ordenó al otro hombre que se encontraba en el lugar—. ¿Qué es lo que todos están susurrando sobre mis sobrinas?

—Mi príncipe...nosotros...—el hombre se veía nervioso. —Le aseguro que no es nada mal...

Daemon no lo dejó terminar, no le gustaba que dieran tantas vueltas para responder una simple pregunta, sobre todo si la respuesta podría perjudicar a sus seres queridos.

—Si no quieres hablar entonces ordenaré que te corten la lengua—lo amenazó tomándolo por el cuello de su camisa—. Habla.

—Mi príncipe, por favor, no haga algo de lo que se pueda arrepentir—una de las mujeres que estaban más cerca intervino—. Sus sobrinas están viendo.

El peliblanco giró su cabeza para mirar a sus sobrinas y las encontró en el mismo lugar de antes, con la mirada fija en él. Si mataba a alguien frente a ellas Aemma no lo dejaría acercarse nunca más. No tuvo más remedio que soltar al hombre que retrocedió varios pasos asustado.

—Las personas en la fortaleza susurran sobre la princesa Cerys—comenzó la mujer mirando el suelo—, muchos dicen que con la muerte del rey ella será la nueva princesa heredera. Ya sabe, cómo es la primogénita del nuevo rey Viserys y era tan cercana al rey Jaehaerys, todos dicen que él la estaba preparando para sentarse en el trono después de su padre.

Para cuando la mujer terminó de hablar los caballos ya estaban listos y Daemon prefirió concentrarse en hacer felices a sus sobrinas antes de preocuparse por su posición en la línea de sucesión, ya tendría mucho tiempo para eso en el futuro.

El resto del día lo pasaron en el pozo con Dhagara, Syrax y Caraxes hasta que Viserys mandó por ellos. Sin embargo, Daemon no regresó a la fortaleza. Tanto Cerys como Rhaenyra acudieron al llamado de su padre dejando a Daemon en el pozo a petición de éste y ninguna de las dos lo volvió a ver hasta el día siguiente en el funeral del rey Jaehaerys. Cerys estaba hasta el frente junto a sus padre y su hermana, la niña tenía lágrimas mojando sus mejillas rojas y su mano derecha estaba apretando la de su padre para evitar romperse frente a todos. Rhaenys no pudo evitar pensar en el dolor que Viserys sentiría cuando Cerys soltara su mano después de apretarla con tanta fuerza. La mujer estaba detrás de ellos y apenas vio a Daemon llegar se inclinó para hablarle a Cerys.

Tu deberías hacerlo, cariño—le susurro en alto valyrio.

—¿Papá?—preguntó en un susurro apenas audible.

La respuesta de Viserys fue un asentimiento. Con el mayor dolor que jamás había sentido Cerys dejó ir la mano de su padre dando un paso al frente con sus ojos puestos en el cuerpo sin vida frente a ellos, por la esquina de su ojo vio a Dhagara moverse inquieta en la colina esperando su orden y entonces entendió que su padre lo había planeado todo. Tras dar una respiración profunda para aclarar su mente abrió la boca dando la orden que su dragona estaba esperando.

—¡Dracarys!—exclamó con más confianza que nunca antes.

Dhagara dejó salir un rugido antes de acatar la orden prendiendo fuego a la pira funeraria. Cerys podía sentir el calor de las llamas, pero se rehusó a dar un paso atrás, ni siquiera se movió cuando las llamas dejaron de arder. Entre Viserys y Aemma tuvieron que, básicamente, arrastrarla de regreso a la fortaleza.

La segunda vez que Cerys experimentó un corazón fue por la boda de su primer amor, Daemon Targaryen, pero esa era una historia totalmente diferente.

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NOTA:

Disculpen la tardanza, no quería subirlo hasta que no tuviera el tercer capitulo listo, pero por razones mayores a mi no pude escribirlo así que decidí que era mejor subir este para que la espera no sea más larga.

¿Qué les parece la historia hasta ahora? Los comentarios me dan aún más inspiración para escribir y me gusta leerlos.

Con el próximo capitulo ya comienza la línea de tiempo de la serie.

Lu.

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