26; LA PRINCESA Y LOS DRAGONES

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LA PRINCESA Y LOS DRAGONES

El regreso a Dragonstone después de la audiencia con la casa Royce fue algo caótico, empezando porque Daemon regresó sobre Caraxes en vez de ir con su familia en el barco, Cerys tuvo que obligarlo a llevar a uno de sus hijos con él para evitar que fuera al Valle y quemara a los Royce. Después de llegar a Dragonstone Haelyn se mostró irritada por los cambios de ambiente lo que dejó a sus padres y niñera sin poder dormir bien por una semana entera. Aiyana comenzaba a hablar de Aegon a cada rato lo que despertó los celos de padre de Daemon y Viserys comenzó a quejarse porque me está quitando a mi mejor amigo, y Cerys ya no sabía cómo lidiar con ellos. Otro acontecimiento que causó el caos en el castillo fue el nacimiento de Baexar.

El dragón de escamas negras y alas rojas rompió su cascarón un mes después de la audiencia, en medio de la noche. Lo que alertó a todo el castillo fue el llanto de Jaehaerys, por lo general el niño dormía en paz y no se despertaba tanto por las noches, y por eso sus padres se asustaron. Haelyn dormía en la habitación de sus padres desde que regresaron de King's Landing y ni se inmuto cuando el llanto de su hermano se filtró por la puerta. Cuando Cerys y Daemon llegaron a la habitación de sus hijos menores se encontraron a Jaehaerys llorando inconsolable en su cuna, Haizea estaba de pie junto a la misma y parecía congelada en su lugar. Ambos padres se acercaron a la cuna y Cerys jadeo de sorpresa al ver el pequeño dragón que daba pasos temblorosos por la cuna.

—Llama a los cuidadores de dragones—ordenó Daemon a sir Erryk que estaba en la puerta.

Ni Cerys ni Haizea se movieron, las dos viendo como el dragón sacudía su cuerpo dejando salir un chillido. Daemon, dándose cuenta que ninguna reaccionaba, se movió para tomar a su hijo en brazos. Solo entonces Cerys se movió, la peliblanca estiró su mano acariciando las escamas del dragón.

—Viserys estará feliz—murmuró ella.

—Por fin va a conocer a Baexar—Daemon miró al dragón que comenzó a agitar sus alas.

—¿Baexar nació?—una nueva voz los hizo girar hacia la puerta.

Aiyana y Viserys estaban mirándolos, el niño con emoción y la niña con un mar de sentimientos detrás de sus bonitos ojos violetas. Viserys soltó la mano de su hermana y corrió dentro de la habitación para ver al dragón que le regaló a su hermano, pero Aiyana se quedó en la puerta y sus padres pudieron ver sus ojos llenándose de lágrimas.

—Aiyana—Cerys se movió para acercarse a su hija.

Los hombros de la niña se sacudieron y en un segundo se dio la vuelta comenzando a correr por el pasillo.

—¡Aiyana!—Ambos padres llamaron por su hija, pero ella no respondió.

—Yo iré por ella—Cerys se apresuró a salir de la habitación.

—Papá, ¿Ahora si iremos por un dragón para mi hermana?—Viserys miró a su padre con tristeza en sus ojos.

—Mañana iremos por un dragón para tu hermana—Daemon le aseguró con una sonrisa.

Cerys corrió por los pasillos del castillo, pero no pudo ver a su hija por ningún lado. Sus pasos la llevaron a la entrada que los llevaba al pozo y sintió el miedo asentarse en su interior. ¿Y si su hija iba al pozo y le pasaba algo?

Princesa—los cuidadores de dragones la estaban mirando con preocupación—, ¿Está todo bien? Nos dijeron que Baexar nació.

—¿Han visto a Aiyana?—preguntó comenzando a sentirse desesperada.

—No, mi princesa—sir Erryk le respondió, la preocupación comenzó a mostrarse en su rostro—. ¿Sucedió algo?

—Busca a todos los guardias disponibles y que revisen todo el castillo, Aiyana no está.

La princesa no tuvo que repetir sus palabras. En pocos minutos todos los guardias ya se estaban moviendo en busca de la pequeña princesa. Cerys por su parte salió del castillo sintiendo que la respiración comenzaba a faltarle, apenas salió un rugido la recibió y cuando levantó la mirada se encontró con Dhagara mirándola. Detrás de la dragona podía ver la sombra de otro dragón moviéndose, seguramente Vhagar, y no dudo en acercarse a ellos. Los cuatro dragones estaban más que despiertos y a ojos de Cerys se veían alarmados, pero Vermithor fue quien más le preocupó. El dragón estaba un poco más alejado con la mirada fija en Dragonmont, erguido en todo su tamaño dejando salir gruñidos defensivos.

Cerys dio un paso en su dirección, pero Vhagar gruñó moviéndose para bloquear su camino, Dhagara también gruñó moviendo su cola para que rodeará a su jinete. Detrás de ella escuchó pasos y la voz de Daemon llamándola, pero mientras más intentaba descifrar el comportamiento de sus dragones sentía que no podía moverse. La única razón por la que ellos estarían tan alertas era si algún dragón había bajado de Dragonmont. Aiyana.

—¡Aiyana!—Cerys gritó pasando sobre la cola de Dhagara y comenzando a correr sin importarle que los dragones comenzaron a alterarse a su alrededor.

Cuando estaba por alcanzar a Vermithor el dragón se giró para mirarla rugiéndole en la cara, la peliblanca frenó sus pasos cayendo al suelo por el repentino movimiento del dragón. Drakon rugió dando la espalda a la escena frente a él antes de emprender el vuelo, Cerys miró como comenzaba a volar hacia Dragonmont. Vermithor gruñó y se movió bloqueando la vista que su jinete tenía de la casa de los dragones salvajes.

—Cerys—Daemon llegó a su lado con Caraxes chillando detrás de él—, ¿Estás bien?

—Creo que Aiyana está en Dragonmont—los ojos de la princesa reflejaron el miedo que sentía—. Daemon, nuestra hija...

—No te preocupes, iré por ella—el peliblanco hizo el intentó de moverse, pero los tres dragones de Cerys rugieron siendo seguidos por el rugido de Caraxes que salió en defensa de su jinete—. Caraxes, cálmate.

Los dragones se gruñeron, pero se calmaron cuando vieron que ninguno de sus jinetes se movió de su lugar.

—No quieren que vayamos—tiró de la mano de Daemon—, ¿Qué vamos a hacer?—Cerys miró a su esposo con lágrimas en sus ojos. —Si algo le pasa, yo...

—Nada le va a pasar—Daemon le aseguró—, Drakon está sobrevolando Dragonmont, seguramente la va a encontrar.

En ese momento Cerys se sintió orgullosa de sí misma por haber dejado que sus hijos formaran vínculos con sus dragones. Pero el sentimiento se transformó en un dolor profundo a medida que las horas pasaban y su hija no aparecía. En algún momento Vhagar había alzado el vuelo para acompañar a Drakon y ninguno de los dos habían dejado de darle vueltas al monte, al menos no hasta que el sol comenzó a salir.

Aiyana estaba asustada, no iba a negarlo. La niña había huido del castillo cuando escuchó que Baexar había nacido y no se detuvo en ningún momento a pensar. Había corrido por el campo donde descansaban los dragones de su madre, todos estaban dormidos, pero al sentir la presencia de alguien Vhagar se despertó alertando a los otros. Ella no se detuvo en ningún momento, ni siquiera cuando la tierra tembló bajo sus pies y un rugido fue lanzado en su dirección. No le tenía miedo a los dragones. Sus pies la llevaron hasta Dragonmont, sabía que el lugar era peligroso, pero no se detuvo a pensar en ello hasta que tropezó con una raíz.

Un jadeo de dolor se le escapó cuando su cuerpo chocó contra el suelo, sus ojos intentando ver en la oscuridad, pero no podía ver nada. Tenía ganas de darse la vuelta y regresar a casa, pero no podía moverse. Sus pies comenzaron a arder, un claro indicio de que se había lastimado por correr descalza, incluso podía sentir las raspaduras en sus manos. Lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, pero se negó a dejar salir algún tipo de sonido para no alertar a los dragones que vivían en el lugar. A lo lejos podía escuchar los rugidos de los dragones de su madre y el peculiar chillido de Caraxes, pero no podía decir si estaban cerca o lejos. Lo que sí pudo escuchar cerca fue el movimiento de algo pesado, por instinto contuvo la respiración, pero el sonido comenzó a acercarse y se dio cuenta que eran los pasos de un dragón.

Sin pensarlo dos veces Aiyana abrazó sus rodillas a su pecho ocultando su rostro en ellas, intentando pasar desapercibida en medio de la oscuridad, pero sabía que era imposible. Su pensamiento fue confirmado cuando sintió cómo algo se acercaba a ella, el aliento de dragón haciendo que su cabello se moviera. Los ojos de la pequeña princesa se abrieron y se atrevió a levantar la mirada encontrándose de frente con un enorme dragón gris, su color resaltando en la oscuridad de la noche. Le tomó un segundo procesar lo que estaba viendo, pero cuando se dio cuenta que dragón estaba frente a ella no pudo evitar dejar salir un jadeo de sorpresa. Entonces el dragón gruñó dando un paso atrás.

Grey Ghost era un dragón del que había leído bastante así que no le sorprendió cuando el dragón se dio la vuelta y se alejó apenas tuvo la oportunidad. Sus ojos siguieron al dragón hasta que desapareció de su vista y entonces con determinación se puso de pie comenzó a seguirlo, ignorando el dolor que sentía en las plantas de sus pies. Varias veces tuvo que esconderse cuando el dragón giró su cabeza para mirar en su dirección, sabiendo que lo estaban siguiendo, pero no hizo ningún amago de atacar. Aiyana se hizo una nota mental para contarle eso a los cuidadores de dragones y que pudiera ser agregado a los libros donde se hablaba del dragón salvaje. Grey Ghost se detuvo de repente mirando a su derecha y dejó salir un gruñido antes de cambiar la dirección de su camino. La princesa miró con ojos curiosos al lugar donde el dragón había estado mirando, pero no vio nada, al menos no hasta que sintió una presencia detrás de ella.

Su cuerpo se tenso, pero no dejó que el miedo la consumiera. Con cuidado Aiyana se giró y se encontró cara a cara con otro dragón, pero esta vez no podía decir que dragón era. Aunque, si aún no estaba siendo comida, seguramente no era Caníbal. ¿Verdad?

Sus ojos no eran verdes.

Aiyana parpadeo dejando que el dragón la mirara y determinará que no era una amenaza. Al igual que Grey Ghost el dragón se giró alejándose de ella, pero esta vez cuando intentó moverse sus piernas le fallaron y cayó al suelo de rodillas alertando al dragón que se giró rugiendo. La princesa se congeló en su lugar, sus ojos se encontraron con los ojos del dragón que lucía molesto.

Calma—murmuró estirando su mano hacia el dragón—¡Calma, Sheepstealer!

El gruñido de un dragón se escuchó, pero no fue el dragón frente a ella. Por la esquina de su ojo vio movimiento, pero no fue más que una sombra, al menos hasta que un par de ojos verdes aparecieron y entonces sintió miedo. La enorme figura de Caníbal se acercó a ellos rugiendo. Tenía que regresar a casa, pero sabía que no iba a poder, se había adentrado demasiado al monte siguiendo a Grey Ghost y si intentaba correr los dragones se la comerían viva. Para su horror Sheepstealer huyó ante el rugido de Caníbal dejándola sola con la bestia que amenazaba con comérsela viva.

No les demuestres que tienes miedo, la voz de su madre apareció en su mente. Nunca bajes la cabeza y no puertas el contacto visual, los dragones respetan el valor.

Aiyana se levantó luchando con las ganas de cerrar los ojos cuando el dragón le rugió en la cara. Las lecciones de sus padres repitiéndose en su mente una y otra vez.

Calma, Caníbal—las palabras salieron sin rastro de miedo, para su sorpresa—. Calma.

El dragón gruñó acercándose más a ella, pero la princesa no se movió de su lugar, en cambio mantuvo la mirada fija en la del dragón. Si iba a morir al menos moriría siendo valiente. Apenas tenía cuatro años, pero estaba de pie frente a uno de los dragones más temidos que existían y no pensaba huir como una cobarde.

—¡Obedece!—gritó cuando el dragón la empujó hacía atrás.

Sentada en el suelo y a punto de ser incinerada no mostró miedo. Era hija de la domadora de dragones, había volado sobre Vhagar y Vermithor, no iba a dejar que un dragón la intimidara. Aún si en el fondo quería huir y esconderse en una esquina oscura para llorar.

—¡Obedece!

El calor del fuego fue lo que la obligó a cerrar los ojos, sus ojos sintiendo que comenzaban a quemar. Esperó por el calor que acabaría con ella, pero este nunca llegó. Cuando abrió los ojos se encontró con ojos verdes viéndola atentamente.

Retrocede—pidió, pero el dragón no se movió—¡Retrocede!

Recibió un gruñido en respuesta, pero el dragón se movió al final. Aiyana sonrió, ¿Acaso había reclamado un dragón?

Sus ojos violetas llenos de emoción vieron como el dragón se daba la vuelta y se iba por el mismo camino por el que apareció. Sobre ella el sol comenzaba a salir y sin pensarlo se puso de pie antes de romper el final de su vestido de noche, con cuidado ató el trozo de tela en una planta cercana para poder encontrar el lugar cuando regresará. Sabía que sus padres se opondrán a la idea, pero no podía dejar ir esa oportunidad.

Cuando Cerys y Daemon vieron la figura de su hija aparecer al pie de Dragonmont los dos se apresuraron a llegar a su lado, la niña estaba llena de cortes y su vestido estaba roto en más de una parte, pero había una sonrisa en su rostro. Sonrisa que borró ni porque tenía a sus padres sobre ella revisándola, tampoco dejó de sonreír cuando la regañaron y su madre comenzó a llorar.

—Hueles a dragón—comentó Daemon de repente tomando a su hija por los hombros—, ¿Dónde estabas?

—¡Encontré dragones!—exclamó Aiyana emocionada—¡Y reclame a uno! Aunque, no creo que eso haya sido reclamarlo.

—¿Qué?—Cerys movió a su hija para que la viera solo a ella—¿Qué dragón encontraste?

—Primero encontré a Grey Ghost, bueno, él me encontró a mi—comenzó a contar con emoción—. No me atacó y dejó que lo siguiera, pero entonces nos encontramos con Sheepstealer y tuve que dejar ir a Grey Ghost—Aiyana arrugó la nariz—. Sheepstealer tampoco me atacó, bueno, casi me ataca cuando lo asuste por error.

Cerys y Daemon se miraron, ella horrorizada y él comenzando a sentirse orgulloso de su pequeña.

—Pero...—Aiyana se detuvo, la imagen de caníbal llegando a ella.

—¿Lo reclamaste?—cuestionó Daemon.

—No...—susurró Aiyana. —Caníbal lo ahuyentó.

La mención del dragón creó reacciones similares en sus padres. Daemon abrió los ojos de repente asustado ante la idea de su pequeña de cuatro años frente a la bestia que se alimentaba de dragones. Y Cerys, bueno, todo el cansancio y la preocupación por fin la golpearon de lleno y la princesa se desmayó ante los ojos horrorizados de su hija y su esposo. Está de más decir que ese día el castillo fue un caos total.

■■■■

NOTA:

ACLARO que Aiyana no a reclamado a Caníbal, aún.

Por fin pude meter a Caníbal, no iba a meterlo hasta el 28, pero era mucha tortura. Grey Ghost y Sheepstealer fueron agregados porque de tanto buscar información sobre ellos me encariñe, no me juzguen.

¿Ocupan que haga una lista de los dragones de la familia de Cerys y Daemon? Como son muchos (11 en total), no se si les sea complicado acordarse de todos los nombres.

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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