76; HEREDEROS DE LA CORONA

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HEREDEROS DE LA CORONA

Laenor dejó King's Landing con su madre, su sobrina, e incluso Aemond, en su mente. La seguridad de las dos primeras era su prioridad, pero a pesar de no tener buenos sentimientos sobre el príncipe, pensar que estaba siendo usado como rehén cuando estaba entre la vida y la muerte lo enfermaba. Seasmoke podía sentir la preocupación y la molestia dentro de su jinete, pero también podía sentir la tristeza y eso lo impulsó a volar más rápido que nunca antes. No le iba a tomar mucho tiempo llegar a Dragonstone así que Laenor se permitió cerrar los ojos y pensar en el pasado, en el pasado donde Aegon se colgaba de su pierna con una sonrisa y le pedía volar en Seasmoke. Pensó en las sonrisas radiantes del príncipe, de su niño, cuando se encontraban en el aire. Todo eso se había acabado cuando Lucerys arrancó el ojo de Aemond en Driftmark, ese día marcó a toda la familia y la separó aún más, y a pesar de ver a Aegon de vez en cuando en los años que siguieron, ya nada era lo mismo. Su hijo se había marchitado bajo el cuidado de los Hightower.

Seasmoke rugió cuando el castillo apareció frente a ellos y Laenor abrió los ojos para verlo, todo estaba bien a simple vista, pero sabía que en el interior del castillo nada estaba bien. Hizo que Seasmoke aterrizara en la playa, su lugar favorito en toda la isla y se bajó alzando las manos cuando los guardias llegaron a su encuentro. No pudo hacer más que ordenarle a su dragón que no se comiera a nadie mientras era arrastrado hacia el castillo. Los guardias lo tenían agarrado con más fuerza de la necesaria para alguien que no daba señales de querer atacar o escapar, así lo llevaron hacia la sala del trono de piedra donde se encontró con Aegon sentado bebiendo una copa de vino, la corona del Conquistador decorando su cabeza. Baela también estaba ahí, de pie junto al trono con el rostro serio, en sus manos había una jarra de vino que sostenía con fuerza como para contener su rabia.

Sus ojos se encontraron y el pánico llenó los ojos de la joven.

—Sir Laenor—Aegon habló mirando al hombre—, supongo que mi hermana lo envió a negociar su rendición.

—Venir fue mi decisión—su mirada fue del peliblanco a su sobrina—, mi sobrina y mi madre están aquí, necesitaba asegurarme que estuvieran bien.

—Están muy bien—Aegon asintió reclinándose hacia el frente—, incluso Aemond está bien.

Entonces Laenor lo vio, una cadena de oro colgando del cuello de Aegon, el dragón dorado rodeando la piedra. El collar de Cerys. Aegon notó su mirada y con rapidez metió el collar en su ropa ocultándolo de la vista de todos.

Nadie tiene que morir, hijo—Laenor le dio una mirada suave, similar a las que le daba cuando vivían juntos en la fortaleza—. Helaena está viva, está bien, tu y Aemond también lo estarán...

—Yo nunca estaré bien—Aegon lo interrumpió—, la guerra no va a terminar hasta que mi cabeza decore la entrada de la fortaleza—se recostó en el trono—. Y Aemond va a morir, solo es cuestión de tiempo.

Hijo...

—¡No soy tu hijo!—gritó con lágrimas brillando en sus ojos—¡Deje de serlo cuando me abandonaste!

—Aegon—Laenor intentó dar un paso hacia el frente, pero fue detenido por los guardias—, renuncia a la corona, le pediré a Cerys que no ordene tu cabeza—rogó.

—¿Y que me encierre en una celda por el resto de mi vida como lo hace con mi madre?—el menor dejó caer la copa—¿O que me envie al muro?—su risa llenó la sala. —Ella quiere mi cabeza, me culpa por la muerte de sus hijos y no está equivocada—asintió borrando la sonrisa de su rostro—, si hubiese puesto más resistencia Jaehaerys, Daeron y Aemond estarían bien.

—Aegon...

—Traigan a la princesa Rhaenys—ordenó Aegon interrumpiendo lo que estaba por decir.

Tres guardias ingresaron escoltando a la mujer que mantenía la cabeza en alto, negándose a ser doblegada por Aegon y sus seguidores. Apenas sus ojos dieron con su hijo se apresuró a llegar a su lado para envolverlo con sus brazos.

—¿Qué estás haciendo aquí, Laenor?—preguntó revisándolo en busca de alguna herida.

—Necesitaba asegurarme que estuvieran bien—agarró las manos de su madre y le asintió—, estoy bien.

—¿Cuándo planean atacar Dragonstone?—preguntó Aegon interrumpiendo su momento.

—No tiene que haber un ataque—Laenor lo miró suplicante—, solo ríndete, perdiste apoyo en todo el reino, Cerys tiene de su lado a todas las casas importantes.

—La guerra no se acabará hasta que uno de los dos esté muerto—declaró Aegon.

Laenor sabía que esa era la verdad, pero en el fondo deseaba que no lo fuera. Cerys era la heredera por decreto de dos reyes y por ser la primogénita, pero Aegon era el heredero por ser el primer hijo varón del Rey. Los dos eran herederos de la corona por igual y la única forma de acabar la disputa era rendirse o morir, ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder su lugar en el trono. Cerys vivió toda su vida preparándose para tomar el trono, incluso cuando luchaba con la corte en nombre de su hermana cuando Rhaenyra fue nombrada heredera, ahora que por fin estaba donde merecía estar no iba a dejar que alguien más se lo quitara. Años atrás le dijo a Laenor que si tenía que acabar con su familia para que Rhaenyra se sentará en el trono lo haría, pero ahora veía que no solo hablaba de la posición de su hermana.

Cerys también hablaba de ella misma.

Y Aegon era un caso perdido, ahora lo veía. Las palabras de Otto y su madre ya se habían grabado en él, nada lo haría ceder su derecho de nacimiento. Sin embargo, le faltaba todo lo que su hermana tenía. El carácter y la gracia de un Rey, el conocimiento y la diplomacia. Aegon nunca fue entrenado para tomar el trono, no estaba listo y si se sentaba en el trono de hierro una vez más acabaría con el reino entero.

Laenor fue llevado a una habitación donde tendría que quedarse hasta que Aegon encuentre uso para él. Antes de ser separados su madre le comentó que Meleys había sido cruelmente asesinada como medida de seguridad para evitar que la dragona y su jinete escaparan como había pasado en King's Landing. También se enteró de la muerte de Moondancer lo que dejaba cuatro dragones en la isla, Seasmoke que claramente era leal a los negros, Silverwing y Sheepstealer que no tenían jinetes, y Sunfyre que era leal a Aegon. Lo que Laenor no sabía era que Aegon tenía semillas de dagón que ya estaban trabajando para reclamar a los dragones que residían en Dragonmont.

Laenor pasó dos días encerrado, la noche del segundo día una sirvienta se metió en sus aposentos dejando papel y tinta para que le escribiera a la Reina. La mujer le confesó ser una dama de compañía y espía de Alyssa, los dos hablaron toda la noche y ella le aseguró que su joven princesa tenía un plan, pero que necesitaba dos días más para llevarlo a cabo. Así que Laenor envió una carta a King's Landing pidiendo dos días más antes de que atacaran, la carta no fue enviada con un cuervo, sino que por la madrugada varios sirvientes escaparon causando un escándalo en el castillo. Cuando la noticia llegó a sus oídos supo que se habían llevado a un moribundo Aemond a cuestas como seguro, pero en realidad todo fue bajo órdenes de Alyssa.

Los sirvientes se separaron, algunos se atrevieron a subir Dragonmont para distraer a los guardias, otros corrieron hacia el poblado, y unos fueron hacia la playa donde un pequeño bote los esperaba. El bote zarpó hacia King's Landing y llegó al día siguiente por la tarde, casi en la noche. Los sirvientes que iban en el fueron directamente hacia la fortaleza para entregar el mensaje de Laenor y al príncipe inconsciente, la misma Cerys los recibió acompañada de sus hijos en la sala del trono después de asegurarse que el maester Gerardys revisará a Aemond.

—Se pusieron en peligro para traer este mensaje y sacar a mi hijo de Dragonstone—Cerys miró a los sirvientes de rodillas frente al trono—, los recompensaré con un lugar seguro aquí en la fortaleza.

—Mi Reina, solo hicimos nuestro trabajo, mantenernos leal a usted.

—¿Qué es lo que cargas en la bolsa?—Lord Corlys preguntó viendo a una joven mejor vestida que los demás, una dama de compañía.

—Son cosas de la princesa Alyssa—los ojos de la joven fueron hacia la mencionada—. Mi princesa, traje todo lo que pidió.

Alyssa se acercó tomando la bolsa para revisar, una sonrisa creciendo en su rostro al ver el contenido.

—Si me disculpa, Majestad, tengo que visitar a mis hermanos heridos—hizo una reverencia frente a su madre.

Cerys no dijo nada, simplemente asintió y vio cómo su hija salía siendo seguida por Qyle Martell y Jacaerys. Una vista que se había vuelto costumbre para todos.

—Laenor pide dos días más—comentó Cerys haciendo una seña para que los sirvientes se levantarán—, esperaremos tres días antes de atacar—concluyó ella cediendo a la petición de su primo—. Ustedes me dirán todo lo que está sucediendo en Dragonstone.

Mientras ellos discutían en la sala del trono, Alyssa se encerraba en la habitación donde sus hermanos descansaban con Qyle y Jacaerys siguiendo sus pasos. Los dos peliblancos en las camas estaban inconscientes, sin dar señales de vida, como los últimos días.

—¿Qué vas a hacer?—Jacaerys preguntó al verla sacar un frasco de la bolsa.

—Aemond aún tiene fiebre—respondió ella acercándose a su hermano—, no debería tener fiebre.

—¿Qué es eso?—ahora preguntó Qyle al ver como forzaba el líquido en la boca de Aemond.

—Medicina para la fiebre—ella sacó un pote de crema—, y crema para las quemaduras—ahora se acercó a su hermana—. No creo que sea prudente que vean esto—los miró.

—Esperaremos afuera—Jacaerys asintió dándose la vuelta.

Los dos príncipes salieron y cerraron las puertas a sus espaldas. Alyssa removió la camisa de su hermana y se dedicó a untar la crema por todas las marcas de quemadura con cuidado, no eran muchas, pero se veían terrible. Cuando terminó se acercó a Aemond y sacó su daga, le dio una mirada de disculpa a su hermano y cortó su mano. Con cuidado recogió la sangre en un frasco y cuando terminó le envolvió la herida con vendas. Al salir se encontró a su prometido y su primo hablando frente a la puerta.

—¿Terminaste?—su primo la miró con sospecha.

—Si—ella sonrió—, ahora vamos, necesito dos sirvientes.

Jacaerys la miró ofendido, pero aún así la siguió. Qyle solo se rio de ellos, en el poco tiempo que llevaba con ellos ya se había acostumbrado a las actitudes de los hijos de la Reina y su hermana. Siempre insultando y gritando cuando estaban juntos para después actuar como si nada hubiese pasado.

—¿Vas a decirnos qué planeas?—Qyle se apresuró para alcanzarlos.

—Una vida por una vida—fue todo lo que dijo ella.

El príncipe Velaryon puso los ojos en blanco y murmuró algo en alto valyrio que le ganó un golpe por parte de su prima. Al final los tres se encontraron en la habitación de Alyssa rodeados de plantas extrañas e insectos que parecían inofensivos, pero según la advertencia de la princesa eran venenosos. No toquen nada, les había dicho apenas cruzaron la puerta. Helaena llegó unos segundos después con una sonrisa nerviosa en el rostro. Tal como Alyssa había dicho, usó a Jacaerys y Qyle como sus sirvientes para que movieran los muebles de su habitación dejando un gran espacio en medio del recibidor. Espacio que ella usó para acomodar sus cosas de bruja como le dijo Jacaerys a Qyle cuando preguntó.

—Pueden dejarnos solas—Alyssa miró a su prometido y a su primo—, diganle a mi madre que nadie puede molestarnos por los próximos tres días.

Y con eso la misma Helaena los sacó de la habitación cerrándoles la puerta en la cara.

En los tres días que siguieron a la llegada de Aemond a King's Landing todo estaba tenso. Aiyana había despertado al segundo día exaltada y no se calmó hasta que pudo hablar con su madre, después de eso la movieron fuera de la habitación médica y la llevaron a su propia habitación para que descansara mejor, por órdenes del maester no podía moverse hasta que se recuperara por completo. Caníbal se mantuvo volando por la fortaleza como había hecho desde que llegó con Aiyana casi muerta días atrás, rugiendo para hacerle saber a su jinete que estaba esperando por ella, eso siempre hacía que Aiyana sonriera y discutiera con todos porque no la dejaban ver a su dragón. Aemond aún no despertaba, antes lo hacía para decir incoherencias, pero ahora no daba señales de vida. Rhaenyra y Daemon aún no habían regresado del sur y Cerys tuvo que enviar a Viserys y Haelyn para que fueran por ellos. Rhaena dejó King's Landing el mismo día que ellos para reunirse con su padre y poder decirle lo que había pasado con Baela, Cerys tuvo que obligarla porque ella se rehusaba a contarle diciendo que no quería preocupar a su padre de más.

Era casi como si lo hubiese planeado todo. Los únicos disponibles en la fortaleza para volar a Dragonstone y enfrentarse a Aegon eran la misma Cerys, Jacaerys y Rhaella. Pero Rhaella estaba a cargo de cuidar a los niños, sobre todo a Jaehaera, y Jacaerys fue ocupado con el puesto que Viserys dejó vació cuando voló al sur en busca de su padre. Así que Cerys era la única que podía volar para enfrentarse con Aegon. Nadie dudaba de ella, con cuatro dragones debería ser fácil acabar con el único dragón de Aegon.

Solo que ahora Aegon había ganado dos dragones más. Las semillas de dragón que había enviado a Dragonmont surgieron efecto pues al tercer día ya habían logrado reclamar a los dragones. Silverwing y Sheepstealer estaban listos para acabar la guerra. Las cosas parecían equilibradas, al menos para él. Si luchaba contra Cerys sola podría derribar al menos a uno de sus dragones sin problema, hacerla flaquear frente a los ojos de todos. Silverwing era del mismo tamaño que Vermithor, más grande que Drakon y Dhagara, y Sheepstealer era igual de grande. Si se enfrentaban Vhagar sería su verdadero problema, la dragona fue hecha para la guerra y bajo el comando de Cerys era una amenaza para cualquiera. Vermithor no se iría contra Silverwing después de vivir tantos años juntos, Drakon era más chico que Sheepstealer y Silverwing, y Dhagara aunque fuese casi del tamaño de Vermithor estaría distraída atacando a Sunfyre.

Solo tenía que separar a los dragones y todo estaría bien, eso pensaba Aegon mientras ordenaba que prepararan los escorpiones en todas las torres del castillo y en el mar. El objetivo principal era eliminar a Vhagar, no sería difícil por su enorme tamaño, era un blanco fácil. Mientras él se preparaba para ser atacado en cualquier momento, Cerys se preparaba para atacar.

—¿Estás segura?—Rhaella miró a su madre ponerse los guantes. —Haizea podría cuidar a los niños y...

—Aemma ya pasó mucho tiempo sin su madre y Jaehaera necesita el calor maternal, es una bebé apenas—Cerys la interrumpió—. Te quedarás aquí y cuidarás a tus hijas, ¿Entiendes?

—Pero...

—Voy a estar bien—Vermithor rodeo a su jinete con su cola y gruño—, ellos no dejarían que algo me pasará.

Rhaella miró a Vermithor agachar la cabeza frente a su jinete aceptando las caricias y no pudo evitar sonreír. Su padre le había contado las historias de su madre y el Rey Jaehaerys por lo que cada vez que veía al dragón bronce con su madre se sentía feliz.

—Si tu padre llega antes que yo dile que le prohibo dejar la fortaleza, también a tu hermano—ordenó Cerys mirándola con una expresión seria—, si llego a verlos en Dragonstone los haré dormir con los dragones por el resto de sus vidas.

—Ten cuidado—Rhaella se acercó a ella para abrazarla—, estaremos esperando por ti.

—Regresare en poco tiempo—Cerys acarició el cabello de su hija—, no te preocupes por mi.

Con un beso en la frente de su hija Cerys se alejó de ella para trepar en el lomo de Dhagara. Vhagar y Drakon ya estaban en el aire esperando por ellos así que no tardaron en emprender el vuelo. Desde el suelo Rhaella vio a los cuatro dragones volando hacia Dragonstone con miedo en su corazón. Todo iba a estar bien.

Cerys miró a sus dragones y respiró profundo, al fin terminaría la guerra, regresaría la paz al reino. Vhagar iba frente a ellos como protección a su jinete dejando que Drakon y Vermithor volaban levemente detrás de Dhagara protegiendo sus espaldas de cualquier ataque sorpresa. Esas cosas eran lo que dejaba en claro que Cerys era un dragón de verdad, el vínculo fuerte que tenía con sus dragones era algo que nadie podía negar, la domadora de dragones o como la llamaban recientemente la reina de los dragones.

Dragonstone apareció frente a ellos en poco tiempo y los dragones rugieron avisando de su llegada. Los cuatro volaron sobre el castillo y dieron la vuelta sobre el mar buscando atraer a Aegon y su dragón afuera, pero fueron recibidos por un escorpión. Dhagara se movió a la derecha esquivandolo y Cerys llevó su mirada a Vhagar que esquivaba un segundo escorpión. Un gruñido se le escapó al darse cuenta que querían matar a la dragona, eliminarla del tablero.

—¡Vhagar, Dracarys!—gritó moviendo a Dhagara para que volara sobre Vhagar.

El fuego no se hizo esperar, ni siquiera tuvo que dar la orden por segunda vez cuando Vhagar y Vermithor se lanzaron sobre los barcos escupiendo fuego. A su derecha Drakon chillo cuando un escorpión logró perforar su ala logrando desestabilizarlo, pero se mantuvo en el aire. Dhagara rugió volando hacia el castillo otra vez justo cuando tres dragones salían detrás del mismo. Cerys logró ver a Sunfyre en medio, pero se sorprendió al reconocer a Silverwing y otro dragón que asumió era Sheepstealer.

—¡Ataca, Dhagara!

La dragona se elevó persiguiendo a Sunfyre cuando se separó de los otros dos dragones. Cerys se giró para mirar hacia sus otros dragones y el corazón casi se le sale cuando Silverwing y Sheepstealer atacaron a Drakon, pero antes de que pudiera dar la vuelta para ayudarlo Vhagar ya había alcanzado a los dragones y cerró sus garras sobre Sheepstealer alejandolo de Drakon. Vermithor también voló hacia ellos recibiendo al dragón marrón cuando Vhagar lo dejó caer, sus fauces se cerraron alrededor del ala del dragón salvaje logrando separarla de su cuerpo mientras Vhagar lo atacaba por el costado despedazandolo de un solo mordisco. Dhagara rugió entonces chocando contra Sunfyre con fuerza regresando la atención de Cerys hacia el frente.

Sunfyre chillo por el impacto y Dhagara lo atacó con agresividad rasgando su ala ya herida. Ambos dragones danzaron por el aire en una guerra a muerte donde el dragón dorado estaba, claramente, perdiendo. Aegon estaba sonriendo y Cerys lo vio, pero no entendía, estaba perdiendo...un chillido respondió su pregunta. Su cabeza giró hacia el castillo y vio como Drakon caía del cielo, el dragón rojo volvió a chillar cuando la figura de Vermithor pasó sobre él yendo directamente por Silverwing. Vhagar apañó a Drakon con sus garras antes de que cayera al suelo justo cuando Vermithor cerraba sus fauces en el cuello de Silverwing, los dos dragones dando vueltas por el aire tratando de matarse mutuamente.

Cerys quería vomitar mientras veía la plata y el bronce danzar en el aire.

—¡Acaba con él Dhagara!—gritó con rabia regresando su mirada a su hermano.

Dhagara tiró del ala derecha de Sunfyre arrancandola de su cuerpo haciendolo chillar y Cerys aprovechó para soltar los seguros de la montura. Sin importarle que podía caer a su muerte sacó una de sus dagas y sin soltar una de las cuerdas de la montura saltó hacia Sunfyre logrando clavar la daga en el pecho de Aegon que la miraba con sorpresa. Claramente no esperaba que su hermana fuese tan impulsiva y descuidada como para saltar de su dragón solo para matarlo. Las manos de Aegon fueron al cuello de Cerys y apretó con fuerza buscando quitársela de encima, pero ella giró la daga haciéndolo gritar. Los rugidos de los dragones haciendo eco de sus gritos de dolor.

—¡Dracarys, Sunfyre!

El dragón escupió fuego en la cara de Dhagara, pero a diferencia de Stormfyre la dragona siguió atacando sin piedad.

—¡Vas a morir como el puto traidor que eres!—Cerys lo miró con odio puro en sus ojos.

—¡Si voy a morir al menos te llevaré conmigo!

Aegon soltó los seguros que lo mantenían en la montura. Todo pasó en un segundo, Silverwing por fin cayó del cielo con un último chillido después que Seasmoke apareciera y entre él y Vermithor despedazaran a la dragona. La mano de Cerys soltó la daga y se aferró a la cuerda que la mantenía segura, Aegon se deslizó por la montura agarrando la mano de Cerys arrastrandola con él, Dhagara rugió sintiendo a su jinete tirar de la cuerda y se movió soltando a Sunfyre justo cuando un dragón negro aparecía de entre las nubes.

—¡Sube Dhagara!—gritó Cerys tirando de la mano que Aegon sostenía.

La dragona subió siguiendo la orden y la mano de Aegon se soltó. Cerys gritó cuando una punzada de dolor atacó su hombro, sus ojos nunca se movieron de la figura de su hermano que caía al agua. Sunfyre chillo por última vez cuando Caníbal se abalanzó sobre él con saña, el dragón negro siguió con su ataque aún cuando el dragón dorado ya no vivía.

Aegon cerró los ojos no queriendo ver como Sunfyre moría en las garras de Caníbal, esperó el impacto del agua, pero este nunca llegó. Su cuerpo impactó con algo duro y cuando abrió los ojos se encontró con el rostro de Laenor, su padre. Una lágrima se deslizó por su mejilla y una de sus manos subió aferrándose a la ropa de su padre.

—Papá...—llamó en un susurro como un niño asustado.

—Shh, está bien, cariño—Laenor lo miró y lo apretó contra su pecho—, está bien.

—Lo siento—volvió a susurrar dejando que su cabeza se recostara en el pecho del hombre—, papá.

—Lo sé, mi niño—Laenor acarició su mejilla—. Es hora de dormir, debes descansar—susurró.

Aegon cerró los ojos escuchando la canción de cuna que su padre solía cantar cuando tenía pesadillas, era tiempo. Laenor siguió cantando en un susurro incluso cuando la mano de Aegon soltó su ropa cayendo a su lado, miró el rostro de su niño y sonrió con tristeza besando su frente. Seasmoke rugió lamentando la muerte del niño que solía llevar a volar con su jinete y en el aire Cerys se recostó en la montura de Dhagara llorando. Se había acabado.

La dragona rugió descendiendo y la peliblanca cerró los ojos dejando que las lágrimas siguieran saliendo, sollozos se le escaparon y su mano tembló cuando al aterrizar se bajó del lomo de la dragona. Vermithor y Vhagar estaban enrollados alrededor de Drakon y apenas las vieron llegar se movieron dejándolas pasar. Cerys se acercó a su pequeño rebelde y se arrodilló cerca de su cabeza para que él pudiera verla. Drakon chillo suavemente moviendo su cabeza para que ella pudiera acariciarlo.

Está bien, precioso, estarás bien—Dhagara se acercó y chillo enrollándose con cuidado alrededor de Drakon—. Debes descansar para que puedas reponerte, estaremos aquí.

Vhagar y Vermithor se acercaron otra vez. Cerys miró las heridas de Drakon, eran muy profundas y aún si alguien lo revisaba no iba a sobrevivir. Besó con cariño al dragón y comenzó a cantar una canción de cuna sin dejar de acariciarlo.

Gracias, mi pequeño rebelde—murmuró mirando los ojos dorados que la miraban con atención—. Estaré bien, descansa, cariño.

Drakon dejó que su cabeza descansara sobre el regazo de su madre y la miró por última vez antes de cerrar los ojos dando su último respiro en el mundo. Cerys dejó salir un sollozo y los dragones rugieron con tristeza, incluso Caníbal que pasaba sobre ellos rugió con tristeza. La peliblanca se quedó sentada en el suelo acariciando el cuerpo de Drakon hasta que Syrax apareció cargando a Rhaenyra, la hermana de la Reina se bajó con prisa y corrió hasta ella llamando su nombre.

—Cerys, ¿Estás bien?—Rhaenyra llegó a su lado y la agarró por los hombros.

—Se acabó, Nyra—Cerys la miró con los ojos rojos—, se acabó.

Rhaenyra miró el cuerpo del dragón y abrazó a su hermana dejando que llorara en su hombro, por fin podían tener paz.

En King's Landing Aemond Targaryen abrió los ojos respirando como si hubiese estado ahogándose. La guerra había terminado.

■■■■

NOTA:

Caníbal fue solo a la pelea porque quería cobrarle a Sunfyre el daño que le hizo a Aiyana, amamos a un hijo leal.

Drakon: 106 d. C - 129 d. C

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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