Capítulo 5. Juego

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🦋 10 años de edad.

Taehyung escapó corriendo de la sala de estar de su hogar, mientras las lágrimas le salían por montones y el nudo se fruncía más y más en su garganta, recordándole como había lanzado su manojo de cartas sobre la mesita céntrica del lugar.

—¡Taehyung! —le gritó Tzuyu, su madre, quien no podía creer lo que había sucedido.

—Yo... yo me encargo —avisó, Jungkook, levantándose y, con sigilo, lo siguió a su habitación, dejando a su madre Jihyo con la señora Tzuyu y un montón de cartas de juego desordenadas—... Osito —llamó, casi sin querer, después de haber soltado un suspiro al poder abrir la puerta, sonriendo ante la idea de que Taehyung siempre olvidaba poner el pestillo; por ello mismo, pudo acceder, y para ese momento ya buscaba atentamente al chiquillo dentro de su cuarto, quién se delató ante un sollozo descontrolado que ocurrió dentro de su armario, dónde, al abrirlo, lo encontró—. Tete...

—No, Spidey... vete —dijo, escondiéndose detrás de su ropa colgada, para no dejar que Jungkook lo viera llorar; pero de nada le sirvió, porque el azabache no tenía intenciones de irse y solo terminó atrapándolo y cargándolo como a un costal: llevándolo a la cama en contra de su voluntad, para acostarse sobre él y abrazarlo con mucha fuerza.

—Ya, Tete, no te enojes más —le pidió de frente y sus manos actuaron para limpiar las lágrimas del mencionado, que volvieron a salir de inmediato.

—Es que... Es que siempre me ganas... Odio mucho que me ganes —decir que lloraba un mar, era poco.

—Es solo un juego de mesa.

—¡Es mi vida! —dramatizó y Jungkook hizo un puchero al ver el del ajeno—... Yo solo quiero jugar, pero tú llegas con tu perfección y ganas cinco o seis veces seguidas... No nos dejas nada a los demás; es como jugar a imaginar que ganarás porque ya sabes que vas a perder... Me molesta mucho que siempre ganes y me molesta mucho que soy muy torpe para poder ganarte.

—Osito, tú no eres torpe, nada torpe —trató de explicar, pero solo recibió más lágrimas del que estaba debajo suyo. Por eso, con el corazón doliéndole un montón, se giró sobre su sitio, dejando a Taehyung arriba y permitiéndole llorar en su pecho—. Lo siento —le dijo, al acariciar sus ricitos, escuchando cómo Taehyung ya hipaba en lugar de sollozar, recibiendo bien sus apapachos—, ya no me tomaré tan en serio las noches de juegos.

—Por favor —le pidió, casi sin aliento para hablar.

—Perdón, bonito —volvió a decir—. Te enseñaré mis estrategias y te dejaré ganar siempre, ¿De acuerdo?

—¿De verdad?, ¿Aunque tú pierdas?

—No me importa perder si se trata de que tú ganes.

—Pero hace un momento sí te importaba.

—Pero no sabía que te molestaba —estableció, siguiendo con lo suyo, mientras sentía que Taehyung se iba calmando poco a poco—. Eres mi mejor amigo, que estemos felices y juntos es lo único que quiero siempre.

—Yo también quiero eso, Koo... Y que me dejes ganar en el UNO, en el Monopoly y en las serpientes y escaleras —dos bonitas carcajadas llenaron la habitación y Jungkook dejó un besito tierno en la coronilla de Taehyung, sobre sus cabellitos castaños.

—Prometo que por el resto de nuestras vidas así será, Tete.

—Gracias, Spidey.

—¡Niños, la pizza llegó, vengan!

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