꒰ O1 ꒱

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Era un viernes casi cayendo la
noche, y Jimin aún se encontraba
sentado en la comodidad de la
silla de su escritorio en su oficina
mientras firmaba uno que otro
contrato y mandaba algunos
correos electrónicos a sus socios
avisando de alguna reunión o
algún problema que haya entre
las empresas o a sus empleados
para poder resolverlos, como hacía
todos los días desde que comenzó a
trabajar.

El sonido de las teclas de la
computadora siendo presionadas
por los dedos del hombre ojimiel
eran lo único que se podía escuchar
dentro del lugar, Jimin ya se había
acostumbrado a ese familiar sonido
que lejos de irritarlo lo mantenía
tranquilo.

El rubio no se quejaba de llevar
la misma rutina a diario, le gusta
mucho su trabajo, pero siempre se
encontraba ocupado por reuniones,
firmas, entre otras cosas y casi
nunca tenía tiempo para él ni
para su familia y amigos, por esa
misma razón, se había negado
absolutamente a tener una pareja,
prefería más estar encerrado en
su oficina arreglando y firmando
contratos a tener que estar con otra
persona.

Y sabía de ante mano que estaba
mejor así, ya había tenido una
pareja hace un par de años,
verdaderamente le gustaba el chico
con el que salía, lo había conocido
cuando entró en la universidad
mientras estudiaba la carrera y el
chico de nombre Minseok estudiaba
en la facultad cerca de la suya.

El chico estuvo cuando apenas
estaba comenzando con el proyecto
de su compañía, todo ese tiempo
lo estuvo apoyando y dando
ánimos para que Jimin se siguiese
esforzando y cumpliera todos sus
objetivos.

Todo iba de maravilla entre
ellos, incluso podría decirse que
eran como la relación perfecta,
pero todo aquello cambió de
la noche a la mañana, Minseok
comenzó a cambiar en su actitud
con él, trataba de ignorarlo
constantemente y siempre trataba
de comenzar una discusión en
las que le echaba en cara todo el
tiempo que pasaban en su trabajo,
habían continuado así por un
largo tiempo, Jimin ingenuamente
había creído que se le pasaría todo
aquello y que regresarían a ser la
pareja de siempre, pero todo se fue
a la mierda cuando descubrió a su
novio siéndole infiel.

Minseok lo había engañado como si
su relación no valiera nada, el chico
que amaba lo había engañado con
uno de los que sería su socio en su
empresa, dándole la barata y cínica
excusa de que el otro hombre tenía
más cosas que ofrecerle.

Jimin se había decepcionado
cuando iba llegando a su oficina
y escuchó la voz de su en aquel
entonces novio diciéndole al tipo
con el que iba a firmar un contrato
que parara de tocarlo porque en
cualquier momento él podría legar
y descubrirlos, después de eso todo
encajó en su cabeza, el porqué de
que su novio insistía en ir a sus
juntas y porqué su socio alargaba
más la firma de los contratos, Jimin
sonrió de lado con el mal chiste
en su cabeza, de que, después de
todo aquel hombre, sí había sido su
socio.

Ambos le habían estado viendo la
cara de imbécil, y Jimin se sentía
uno cuando recordaba que ese
mismo día durante la noche le
pediría al chico que se casara
con el en una cena en un bonito
restaurante en Londres la cuál
venía preparando hace tiempo.
Ya tenía listo el bonito anillo de
compromiso con un diamante
incrustado siendo el centro de
atención aguardando dentro de
una caja de terciopelo color blanco. 

Jimin en verdad había estado
dispuesto a juntar sus vidas y
tener una familia, pero gracias a
lo sucedido fue donde decidió no
intentar tener parejas más allá de
las sexuales.

El ojimiel se dormía a veces a las 2
de la madrugada y debía despertar
a primera hora todos los días, su
vida se resumía en trabajar, pasaba
más tiempo en su empresa que en
su departamento y su familia se
preocupaba demasiado por él, no
sabían cómo alguien podía trabajar
de esa manera tan descomunal,
siempre insistiendo en que
debería darse un descanso o salir
a divertirse una vez a la semana
por lo menos para que se pudiese
relajar un poco.

Jimin se negaba a cada una de
sus sugerencias y desistía de las
invitaciones a bares o a clubes,
a las únicas fiestas a las cuales
asistía, era a las de su compañía o
a la de sus socios, esas fiestas las
veía más como trabajo, ya que en
ellas se presentaban los magnates
más reconocidos en Londres y del
mundo, y tenía la oportunidad
de crear negocios con ellos que
beneficien a su empresa y a su
cuenta bancaria.

El hombre rubio iba vistiendo un
hermoso y pulcro traje azul marino
que se le ceñía perfectamente al
cuerpo logrando resaltar su esbelta
y trabajada figura, porque a pesar
de tener un porte varonil, sus
facciones eran delicadas al mismo
tiempo. Una combinación perfecta
a decir verdad.

El color de su vestimenta también
hacia lucir más preciososa sus ojos
claros que estaban decorados
por unas espesas y largas pestañas
que acariciaban sus definidos
pómulos al momento de pestañear.

El rostro del magnate sin duda era
cómo una obra de arte tallada a
mano por algún especie de Dios,
porque la belleza que emanaba era
inhumana, con su mandíbula filosa,
su nariz respingona y sus labios
gruesos de un color cereza, eran el
centro de atención.

Las mujeres y los hombres
suspiraban por aquel empresario
que desprendía poder y
sensualidad, todos deseando
llamar su atención pero ninguno
logrando conseguirla, se le podía
considerar uno de los hombres
más codiciados en Londres por su
perfecto aspecto y cuenta bancaria.

-Knock, Knock- fue interrumpido
de sus deberes por una voz
conocida, perteneciente a uno de
sus amigos y socio quién tocó la
puerta de su oficina con un intento
de chiste.

-¿Quién es?- preguntó el ojimiel
mientras seguía redactando un
contrato, siguiéndole el juego a la
persona detrás de la puerta para
poder molestarla un poco mientras
mantenía una sonrisa plasmada
en sus labios gruesos por las
ocurrencias de su amigo.

-Soy yo–respondió el hombre
detrás de la puerta de la oficina.

-Lo siento, pero no conozco a
ningún yo y no espero a nadie con
ese nombre. Por favor haga una cita
con mi secretario y espere su turno
-respondió divertido tratando
de no estallar en carcajadas al
imaginar el rostro de indignación
que probablemente tendría su
amigo.

-¡Jimin, Ya!- se escuchó claro
el quejido del hombre siendo
amortiguado por la puerta, el
ojimiel solo pudo reir bajito por la
molestía que le había causado.

-Solo estoy bromeando, Yoongi.
Pasa- concedió el permiso.

-¿Aún sigues trabajando a estas
horas?- inquirió en una mueca
el ojiazul, parado en el marco de
la puerta observando horrorizado
cada movimiento de Jimin.

-No, Yoongi, claro que no. Ya
termine, ahora estoy jugando, ¿No
lo ves?-le contestó sarcástico
colocando unas hojas en unos
folders color verde.

Yoongi entrecerró los ojos
luciendo para nada divertido
ante la repuesta.

-Ja ja, que gracioso, Jim- dijo
con el rostro en una mueca seria.
-Bueno, olvidaré tu espantanso
sarcasmo solo por esta vez-
sentenció señalando al hombre
rubio acusadoramente con su
dedo índice. -Solo venía a decirte
si querías salir a algún bar, es el
cumpleaños de Jisoo, mi secretaria,
y nos está invitando a un bar para
celebrar con ella. Me dijo si yo te
podía decir porque creyó que si
te decía yo, tú aceptarías, ilusa
- explicó Yoongi susurrando lo
último mientras caminaba hacía
el escritorio de Jimin y se sentaba
en una de las sillas que estaba
posicionada frente a éste.

-No lo sé, Yoongi- respondió
con una mueca mientras veía la
pantalla de su computadora con
el ceño fruncido al leer un correo
de uno de sus socios cancelando
la reunión que tenían dentro de 4
días.

-Vamos, Jimin, ¿Cuándo fue
la última vez que saliste con
nosotros?-insistió.

Jimin apretó los labios dejándolos
como una línea fina.

-Yo... Mmm, realmente no lo
recuerdo– suspiró con la mirada
gacha.

-Podrías hacer una excepción e ir
solo esta vez- le dijo el ojiazul en
un tono de voz bajo. -Es tiempo
de que te diviertas un poco, Jim-
añadió en un suspiro. -Quién sabe,
que tal si esta vez logras encontrar
al indicado- hizo una sonrisa
ladina alzando las cejas de forma
juguetona para molestar al rubio.

Jimin quería negarse, pero Yoongi
tenía razón. No en lo de conseguir a
alguien, no necesitaba una relación
justo ahora, si no en lo de que debía
divertirse más, tal vez solo por esta
ocasión podría hacer una excepción
e ir, no perdía nada con aceptar.

¿Qué podría salir mal?. No es como
si una salida lo fuese a matar.

Y con esa incógnita en su cabeza
respondió:

-De acuerdo- aceptó resignado
-iré.

Yoongi no se esperaba que Jimin
aceptara tan rápido su invitación
ya que siempre se las rechazaba sin
darle oportunidad de insistir.

-Anda, Jimin. Hay que…-se
detuvo procesando la respuesta
de su amigo rubio. -Espera,
¿Acabas de aceptar ir?- preguntó
incrédulo.

-Sí, Yoongi. Dije que sí, límpiate
los oídos- se burló-¿A qué hora y
dónde debemos ir?-preguntó.

-Ignorare lo primero porque me
emociona y me sorprende que
hayas aceptado ir conmigo-
Jimin sonrió.

-De acuerdo- aceptó a lo primero
que dijo el ojiazul. -Pero aún
no respondes mi pregunta- le
recordó.

-Ah, sí, eso. Jisoo dijo que a las
10 y que será en Leeds porque ella
es de ahí- respondió con una risa
nerviosa por lo último, sintiendo
cómo una pequeña gota de sudor
resbalaba por su frente.

Jimin alzó una ceja
acusadoramente ante lo dicho por
el otro hombre.

-Yoongi, es una jodida broma,
¿Cierto?- inquirió sin ninguna
expresión en su rostro.

El mencionado estaba casi sudando
frío por la mirada que Jimin tenía
sobre él.

-No-respondió bajo
encogiéndose en su lugar.

Jimin revisó su reloj de mano, un
bonito reloj de la marca rolex de
oro blanco que tenía en el unas
incrustaciones de diamantes y
cristal de zafiro resistente que
descansaba sobre su muñeca.

-Yoongi, son las 8 y de aquí a los
Leeds son tres jodidas horas ¿Por
qué no me dijiste antes de que
aceptara ir?- dijo el rubio
apretando el puente de su nariz.

-No creí llegar tan lejos-
argumentó. -Entonces.. es hora de
irnos- respondió con una enorme
sonrisa en su rostro parándose de
la silla y dirigiéndose a la salida de
la oficina con una fija mirada
sobre él. -Te espero en mi auto
en cinco minutos- dijo antes de
salir casi a trompicones del lugar,
huyendo de su mejor amigo.

Jimin solo suspiró y comenzó
a guardar todas sus cosas ya
resignado al haber aceptado la
salida sin antes preguntar donde
sería.

ʚ 🌈 ɞ

Jimin terminó de guardar sus cosas
en su oficina y llamó a su chófer
para que fuese por su auto a la
empresa y se lo llevase cerca del
lugar donde estaría antes de bajar
al estacionamiento donde seguro
Yoongi lo estaba esperando.

Jimin había decidido que su chófer
le llevase su auto porque conocía a
Yoongi y seguro él se quedaría toda
la noche o no estaría dispuesto
a regresar a Londres a una hora
razonable y Jimin tenía que ir a casa
de su madre por la mañana.

Cuando llegó al estacionamiento,
logró divisar a Yoongi a lo lejos cerca
de su auto así que se apresuró a
caminar hacia su dirección.

-¿Ya nos vamos?-inquirió con una
ceja alzada al hombre ojiazul que
se encontraba recargado en su auto
mientras se fumaba un cigarrillo.

Yoongi se sobresaltó al escuchar
la voz del rubio, no se había
percatado de su presencia hasta
ese momento.

-Sí- respondio apagando su
cigarrillo y tirándolo en uno de los
botes de basura que estaban cerca
de donde se encontraban.

Ambos se subieron al auto de Yoongi
que era un bonito jaguar e-pace
color blanco y el ojiazul lo puso a
andar encaminandose a los Leeds.

Serían las tres horas más largas
en la vida de Yoongi, aunque iba
satisfecho por lograr convencer a
Jimin de salir a divertirse con él,
hacer eso era como el logro más
grande que haya hecho en su vida,
convencer a Jimin no era nada
fácil y que haya aceptado lo hacía
sentir orgulloso de sus métodos de
persuasión.

O eso creía el ojiazul.

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