"Deshonra"

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Nota: Este episodio contiene mención implícita de los hechos. Opté por no narrar explícitamente en este capítulo, espero les resulte entendible.

⚠️Advertencia: Bajo ninguna circunstancia este escrito busca alentar o solapar cualquier clase de transgresión hacia ningún ser.

•♡━━━━※━━━━♡•

Acontecieron alrededor de trece semanas más luego de la "peste", esta rara enfermedad continuó tumbando a más personas, incluso otros cuatro cazadores de los miembros del zodiaco padecieron los síntomas aparte de la Rata y la Liebre.

Cheadle y Mizaistom primordialmente, junto a los demás miembros del zodiaco lamentaron las circunstancias, si bien, antes de viajar a las tierras inexploradas del Continente Oscuro ya les habían advertido sobre los distintos riesgos y peligros que posiblemente encontrarían allá, nadie les habló de esta supuesta plaga, no hubo datos al respecto en ningún registro antiguo. Aunque esta problemática no era del todo grave como otras calamidades descritas, lo que les preocupaba era la supuesta rivalidad y agresión pasiva que surgía entre ellos mismos.

Así fue como planearon un regreso inmediato a tierras familiares, la decisión se tomó de un momento a otro para sorpresa de la mayoría. Definitivamente retornarían, en primera instancia se dirigirían todos los zodiacos a la asociación para reportar y resguardar los hallazgos y los suministros recolectados especialmente por el equipo de información conformado principalmente por Cluck y Ginta. Por su parte, Geru de igual forma consiguió ciertas sustancias y artefactos insólitos que posiblemente aprovecharía para creación de posibles pócimas en honor a la ciencia médica especialmente. De ahí en más, el fraude colgaba de sus pies y el fracaso de la expedición era palpable, entre todo, tampoco lograron retener a Netero hijo, quien escapó finalmente con sus subordinados más fieles justo en la isla donde efectuaron una parada para reabastecimiento de combustible y redistribución de los tripulantes.

Por otro lado, para otros pocos, el viaje no terminó tan mal, tal fue el caso de Leorio, pues la experiencia obtenida durante la travesía le serviría infinitamente en un futuro, además había ganado práctica en la especialidad médica, su pasión. Por otro lado, Kurapika logró proteger a la reina y Woble, ambas lograron escapar en la primera parada, no fue algo sencillo, pero el enfrentamiento ocasionado entre las tres mafias que iban a bordo ocasionó una brecha útil para ejecutar y consumar la maniobra de escape. También fue capaz de hurtar con discreción los ojos escarlatas de su clan resguardados por uno de los príncipes de Kakin. Otra tarea riesgosa, pero gracias al apoyo de ciertos miembros del zodiaco de su entera confianza, esto fue posible, se podría decir que Tserriednich se enteró del "robo" una vez que partieron a la isla de reabastecimiento con rumbo al portal donde la bestia guardiana les concedió el acceso al continente.

—Así que haremos una parada en la Isla para reabastecer el barco — comentó Leorio mientras observaba de reojo a la presidenta mover con ímpetu sus dedos sobre las teclas de la computadora, estaba iniciando el reporte final.

—Si, es necesario, de no ser así, nos quedaríamos varados a mitad del camino — elevó la vista y observó a Leorio como si quisiera traspasarlo — ¿Podrías pasarme mi taza? — cuestionó haciendo un ademán con la mano hacia la dirección de su café regresando más tarde la vista al monitor.

—Claro.

El azabache cogió la taza de la mesita de café y se la entregó a la presidenta, quien le agradeció sonriendo amable y serena.

—En media hora... — apoyó sus labios en la taza para beber de su tibio café con leche, saboreó, limpió los residuos de leche con una servilleta y continuó — toca la última revisión del día para los enfermos, entonces podrás ir a descansar.

—Oh, cierto. El día de hoy es completamente mi responsabilidad — en realidad, su trabajo lo hacía con sumo gusto, además, era la oportunidad perfecta para encontrarse con Kurapika. La naturaleza de sus misiones los mantenía separados la mayor parte del tiempo, mientras Leorio era de los encomendados al cuidado médico adecuado, Kurapika continuaba perteneciendo al grupo de Información. Y aunque en esta ocasión ya estaban retornando, cada uno debía permanecer dentro de su área en la mediana embarcación.

Leorio caminó tranquilamente por los pasillos del área médica destinada. Exploró a los recientes sintomáticos, sólo dos, entre ellos Pyon y Saccho, quienes presentaban fiebre alta, incomodidad estomacal y dolor de cabeza principalmente, aunado a conductas algo irascibles. Especialmente con Pyon se llevó unos cuantos sustos, pues la chica lucía inusualmente más inquieta con respecto a él, tuvo que correr de su lado cuando comenzó a sugerir ciertas petitorias no aptas para menores. Una vez lejos, ese olor a cereza o fresa que se dispersaba por los rincones de sus aposentos dejó de provocarle náuseas, era un perfume algo molesto, especialmente para él, se preguntó por qué aquel aroma le causaba tanto vahído si las cerezas o fresas eran habitualmente unas de sus frutas predilectas.

Ahora que estaba relativamente libre, sintió enormes deseos por visitar a su novio, quien a estas horas seguramente se encontraba en su habitación. Tenían un llamado clave para comunicarse al tocar sus puertas, el cual consistía en tocar dos veces, espaciar cinco segundos y tocar cuatro veces continuamente después. Además, Kurapika no le abría a nadie siendo ya muy tarde.

El azabache tocó las notas claves y el kurta le abrió. El aprendiz de medicina traspasó la puerta cerrando tras de sí, sólo entonces sus ojos se abrieron de par en par observando la cama de Kurapika con un montón de almohadas y mantas reunidas ahí. Si Leorio no lo conociera bien, pensaría que visitó todos los cuartos de sus compañeros y se encargó de hurtar todas las frazadas posibles.

—¿Realizas una fiesta de almohadas? — preguntó con escepticismo, acercándose al kurta calmadamente.

—Tenía frío, supongo — la primera contestación que se le vino a la mente fue esa —¿Terminaste hoy con las ocupaciones? — cuestionó acomodándose entre las almohadas y mantas encimadas en la cama.

—Si... — murmuró y se acercó hacia el rubio, se sentó y lo abrazó con fuerza —No sé qué clase de cosa estés utilizando últimamente, ¿enjuague para el cabello? ¿una nueva crema para peinar? lo que sea que estés usando huele desquisiadamente bien —  depositó un rápido beso en la frente del materializador y se retiró examinándolo con los ojos entrecerrados —Espera un momento...

Se hundió una vez más en el cuerpo ajeno, al cual rodeó y abrazó por la cintura —¿Qué? — murmuró contra la clavícula del más alto.

—Tú también estás afiebrado, ¿por qué no lo mencionaste? — dijo sereno, aunque sereno no era precisamente el estado que mejor representaba su actitud.

El rubio se alejó del moreno con cara de molestia —No me gusta para nada permanecer en observación las 24 horas, es embarazoso, especialmente si Cheadle te mira con esos ojos acosadores que parecen querer encontrar alguna semiótica mutante en tu organismo.

Leorio intentaba con todo ignorar esa esencia incitante que derivaba del kurta, y vaya que le costaba bastante trabajo no saltarle encima de una buena vez y besarlo hasta doler el alma — Debes entenderla, además yo soy la segunda mano y sé que ella no actúa con malas intenciones. Cualquier cambio que se perciba entre los pasajeros debe ser registrado, así como los trastornos que muestren, nuevos o no. Y siendo sincero, me preocupas más que nadie.

— Estoy bien, lo único que necesito es agua fresca, una compresa helada para cuando me recueste y mi cómodo campamento — finalizó hundiéndose en medio de dos almohadas, las más grandes de hecho.

— Y medicamento, el cual iré a traer enseguida, al menos para controlar esa fiebre — sentenció con severidad — No debes ser tan necio... — de pronto el olor de suave miel lo hizo atenuar su comportamiento, así como su voz —Y necesitarás alguien que cuide de ti por la noche — estimuló ahora al otro rozando uno de sus brazos con la mano.

Kurapika entrecerró los ojos, a la vez mantuvo la vista en la mano de Leorio suavizando su antebrazo, quien masajeaba tierno y con esmero. En realidad, desde ayer se sentía algo desanimado, además de incómodo por la fiebre y el calor que no descendía ni con las duchas frías que había tomado de ayer hasta hoy más o menos cada 3 o 5 horas, también padecía de un severo dolor de cabeza, náuseas al oler ciertos alimentos que encontró disponibles en la cocina del colectivo. Y por alguna extraña razón, sólo había una cura para cualquiera de sus males: la presencia de Leorio.

Como el más alto explicó, partió por un medicamento para el rubio, cuando regresó, el remedio importó menos, en cuanto desfiló por esa puerta, una imprevista asechanza de parte del rubio perturbó todas las ideas de su cabeza, siendo reemplazadas por una sola: sexo y más sexo.

Al día siguiente se repitió la misma rutina, curiosamente, los malestares del rubio disminuyeron cada vez que terminaban con el acto, después de eso, ambos disfrutaban enormemente de la compañía del otro, conversando sobre temas random que no tenían nada de brillante.

—¿Opinas que nos estemos convirtiendo en un par de sujetos inciviles o nos encontremos retornando a una especie de seres primitivos? — cuestionó el aprendiz enterrando sus dedos en los cabellos del kurta.

—Pienso que no. Ahora estoy seguro de que todo esto tiene su origen en la famosa peste... Deberíamos encontrar una manera de no hacer esto todos los días.

Enderezándose de la cama, el azabache abrió más los ojos, una expresión de súplica en su gesto —No estoy seguro de poder, es difícil, por no decir que imposible contenerme cada vez que te tengo cerca — elaboró una pausa y calmó — No deberíamos preocuparnos tanto, es decir, somos hombres. Te daría la razón si alguno de nosotros fuese una chica. Los bebés me provocan un poco de temor. Pero este no es el caso.

Kurapika rio por lo bajo —Nunca contemplé ese dato. Ahora que lo dices, pienso que es una gran ventaja — bostezó y aunque no deseaba que Leorio se apartara de él, debía ser razonable, al menos ahora que su cabeza era funcional — Ya deberías regresar a tu habitación, si alguien te necesitara y no estás, podrían alarmarse.

—Vaya manera de romper con la atmósfera — siseó parándose y buscando su ropa para vestirse — Cerca de las once de la mañana tocará desembarcar, está prevista la escala para esa hora. Supongo que no nos veremos hasta después de dos días que reanudemos el viaje.

Kurapika lamentó escuchar eso, pero nada podía hacerse, una vez tocaran tierra, Leorio y él serían requeridos para distintas faenas.

Se despidieron con un tierno beso de parte del rubio y un efecto protector de parte del otro. Leorio volvió a hurtadillas rumbo a su propia alcoba, donde se quedó inmediatamente dormido hasta el amanecer.

•♡━━━━※━━━━♡•

— Así que estarán de regreso mañana. Es una excelente oportunidad para recuperar lo que es mío.

Con ayuda de su habilidad y de sus dos bestias nen, el cuarto príncipe de Kakin logró fingir su muerte durante la cruel guerra de sucesión. Mientras él desaparecía, los hermanos hacían exactamente lo mismo. Kakin no tenía un nuevo rey, cada uno esperaría el momento de dar la cara una vez más, posiblemente una segunda guerra iniciaría, pero no por ahora.

—No esperaba que ellos también decidieran regresar tan pronto — Teta, quien jamás abandonó al cuarto príncipe a pesar de su personalidad desalmada, informaba sobre los movimientos del grupo de cazadores, entre ellos se encontraba el cazador de listas negras que sustrajo los ojos kurta del catorceavo campamento, naturalmente, su patrono los deseaba de vuelta — Cualquier cosa que pueda requerir de mi parte, así como colaboración mañana, siéntase libre de solicitármelo en cualquier momento — se mantuvo firme en su lugar, esperando la siguiente indicación de Tserriednich.

—Bien, te agradezco la notificación, ahora puedes irte.

"Te haré devolverme cada una de mis reliquias "

Con el anterior pensamiento en la mente, Teta lo dejó a solas en su actual base.

•♡━━━━※━━━━♡•

La embarcación con los miembros del zodiaco y el resto de los cazadores tocó tierra firme a las once horas con quince minutos, justo como los cálculos de la escuadra principal de la embarcación lo previeron. Minutos más, minutos menos debido al cambio en la direccionalidad de las corrientes del viento y la marea de las salinas aguas.

En cuanto colocaron los pies fuera del navío, comenzaron a instalar pequeños campamentos individuales cerca de unos arrecifes ocultos no muy apartados de la costa en donde anclaron el barco. Leorio y Kurapika se separaron minutos después de terminar de colaborar con el asentamiento.

Solicitaron al médico de cabello puntiagudo azabache en el dispensario local para brindar atención y tratamientos médicos a los mismos nativos de la isla. Si estaban aquí también era para apoyar a toda esta población. Por su parte, Kurapika permaneció dentro de su propio campamento, especialmente para ayudar a Mizai, debían seguir armando y redactando el reporte de la expedición. Este documento debía estar terminado para antes de llegar a su destino. La copia que Cheadle comenzó a escribir desde el inicio del viaje se había extraviado, por lo que el trabajo se reinició y ahora debían volver a conformarlo desde su iniciación hasta la fecha. El problema más grande era que pequeños detalles podrían escaparse ahora, ya que los aportes se realizaban día a día con la intención de capturar todo tal cual acontecía.

Hasta ahora, el nuevo papel ya había circulado por las manos de la mitad de los cazadores del zodiaco. Acordaron rotarlo con cada uno de los miembros, excepto Saiyu, pues fue anteriormente identificado como un infiltrado de Pariston. Este miembro con la clave del "Mono" fue recluido hace un tiempo junto con otros cazadores que representaban una amenaza. Ellos eran custodiados día y noche por Kanzai, quien fue destinado a realizar esta guardia ya que sus compañeros creen que es el eslabón más competente para ejecutar dicha tarea.

La noche cayó, tomando por sorpresa a los cazadores. Por la ubicación de esta arcaica civilización, el cielo ensombrecía a las siete de la tarde a más tardar. Varios candeleros portátiles fueron esparcidos alrededor de la agrupación de campamentos para mantener una rica iluminación a los alrededores. Esta isla se caracterizaba por ser de lo más segura y pacífica. La noche callada era un buen ambiente para dormitar enseguida. Sin embargo, en uno de los campamentos, las luces se mantuvieron encendidas, era cerca de la 1 am., y Kurapika continuaba escribiendo parte del reportaje. En realidad, deseaba dormir cuanto antes, pero sintió que debía aprovechar estos dos días que permanecerían instalados aquí. Descubrió que cada vez le resultaba más complicado intentar escribir en altamar, además su capacidad de atención empeoraba debido al sutil movimiento de vaivén en el barco.

A final de cuentas no era muy diferente redactar en tierra o en el océano, en ambas partes su atención se dispersaba por varias razones: Leorio, la direccionalidad del viaje, la presión por estar a la altura de su deber y a todo eso se le añadían los inoportunos síntomas de las secuelas de la peste.

Este era el cuarto día de fiebre. El extraño calor, así como el dolor de cabeza y la molestia abdominal persistían más que la primera vez, esa primera experiencia fue hace tres meses atrás más o menos, época en que lo atacó la peste y cayó contagiado junto con Pyon, una de sus compañeras del zodiaco y de equipo de investigación.

Cerró los ojos por varios segundos que parecieron realmente horas. Cuando los abrió se pasmó por completo cuando sintió que su cuerpo se sentía sumamente pesado. Cabeceó, pero no sucumbió al agotamiento repentino.

Parpadeó un par de veces con la intención de despabilarse, pero sólo consiguió lo contrario. El bolígrafo que yacía en su mano rodeado por sus delgados dedos cayó al suelo, entonces una voz que desgraciadamente identificó le habló, lo hizo tan cerca que sintió el hálito sobre su mejilla derecha.

—Permíteme recordar tu nombre — dijo sin más y quedó pensativo. No se movió, lo único que hizo fue envolver y apretar una varilla con sus manos — lo lamento, no logro recordar tu nombre — se disculpó con aire de falsedad. 

El kurta rodó los ojos sólo para visualizar a su fiel asistente rebuscando en los cajones del pequeño armario de material flexible que colocó con el propósito de mantener ordenado su campamento durante las escasas horas que ocuparía el pequeño espacio de descanso.

Cuando la chica terminó de buscar ese "algo" que claramente no encontró, se volvió hacia el príncipe y dijo —No hay nada — giró 360 grados y regresó a su posición original encogida de hombros —Y dudo que haya algo aquí. No existe ningún otro sitio en dónde buscar.

El cuarto de los príncipes de Kakin se crispó por dentro, más en ningún momento los gestos de su cara ni los movimientos de su cuerpo demostraron el sobresalto emocional —Es una lástima. Pero podemos preguntárselo, seguro nos lo dirás, ¿cierto? — giró muy poco para encarar al kurta —¿Dónde escondes mis reliquias? me refiero a los ojos escarlata del clan kurta que extrajiste de mi propiedad en el barco ballena.

Su cuerpo se encontraba paralizado, definitivamente ese no era buen presagio, Kurapika se mordió el labio y con esfuerzo respondió —Se encuentran resguardados y bajo alta custodia. Pierdes tu tiempo, yo tampoco tengo acceso a ellos.

—Mmmmh — suspiró con fuerza y ascendió del suelo que es donde se había colocado al llegar —Eso no suena bien para mí — con su negro zapato lustroso pateó una almohada que encontró a su paso y miró a Teta seriamente — Supongo que debemos continuar la búsqueda. Pero después de que nos digas a dónde debemos ir — esto último estaba dirigido para el kurta.

Kurapika cerró los ojos con suficiencia, pero antes de que pudiera responder, Tserriednich hizo una sutil señal con sus manos en donde le indicó a su subordinada que saliera del campamento. Ella lo hizo no muy convencida —Hagas lo que hagas nunca revelaré el escondite — sentenció cortante.

—¿Seguro? podría pagarte por ellos. Dime cuánto y tendrás la cantidad en tus manos incluso antes del amanecer — propuso con un quedo de desagrado — Aunque no debería intentar tratar contigo de esta forma, ya que eres el ladronzuelo. Dime una cosa ¿para qué necesitas todos esos orbes escarlatas? — paseó alrededor del kurta, caminó en zigzag hasta que algo aparentemente interesante atrapó su atención —Oh, ¿tomabas té antes de llegar?

El rubio frunció el ceño, no estaba interesado en responderle la repentina duda. En cambio, gruñó ligeramente desde la garganta.

Tserriednich llevó los dedos a su propia barbilla y entrecerró los ojos intentando ubicar la procedencia de ese suave y atrayente aroma. Mientras tanto, el kurta se esforzaba por concentrar aura e invocar sus cadenas. No pudo hacerlo, no entendía qué es lo que evitaba externar nen.

—No — negó apacible el hombre de barba — no es té, el aroma dulce proviene de ti — arrugó las cejas y se acercó más al rubio. Se aproximó demasiado, quizá diez centímetros los separaban uno del otro. Paulatinamente se aproximó más hasta terminar con la insignificante brecha que lo separa del cazador de las listas negras. Sonrió —¿Es tu primera oleada de calor?

Los ojos de Kurapika se abrieron, sorprendido, tragó con dificultad, anhelaba responder, al menos para blasfemar, pero no pudo, su garganta comenzó a hormiguear, al igual que las demás partes de su cuerpo. Aún así no dejaba de preguntarse ¿Cómo es que este sujeto sabía sobre eso? además, lo llamó de una manera extraña, ¿acaso había obtenido información valiosa acerca de la peste? y si fue así, ¿cómo diablos lo hizo? ni ellos como cazadores profesionales han profundizado en los hallazgos o explicaciones sobre el tema. 

Tserriednich elevó una ceja percibiendo el gesto desubicado en el rostro del chico — Que inocente... veo que no estás informado. Esto es interesante, pensaba que los cazadores eran criaturas más astutas — rio por lo de criaturas, de hecho, eran seres humanos como él mismo, con habilidades particulares generadas por un aura denominada nen que se desprendía de la energía vital de cada uno. En este punto conocía las propiedades del nen casi en su totalidad. Recordó que apenas iniciado el viaje con rumbo al continente oscuro, era un ignorante del nen en toda la extensión de la palabra. Terminando su meditación intrínseca, externó—Me pregunto si eres de la clase alfa u omega... — dicho esto, arrimó su rostro al cuello del kurta y olfateó con desfachatez, aspiró demasiado fuerte por su nariz, al acabar se separó del rubio y anunció con un tono libertino—Me alegro tanto, esta noche no partiré con las manos vacías.

Tras una sonora risa y su sonrisa cínica, el pequeño campamento se tiñó de rojo opaco, imitando el negruzco color de la sangre coagulada.

•♡━━━━※━━━━♡•

A la mañana siguiente, Kurapika se excusó con Cheadle y le pidió tiempo "libre" como el día anterior, principalmente para redactar lo que restaba del reporte. No era la principal causa, pero de todos modos debía finalizar con su parte, acabando él, proseguía el turno de Cluck.

A mitad de la dieciseisava página que llevaba, las ganas inmensas de volver a tomar una ducha lo hostigaron, le urgía calmar aquella sensación de inmundicia. En días pasados tomaba duchas para sobrellevar el ardor de su cuerpo, hoy lo hacía repetidas veces para eliminar los rastros que le aturdían.

Las cálidas manos de Leorio en contraste con aquel indiferente escozor bajo su ropa no podía desaparecer de la noche a la mañana. Y lamentablemente, la peor parte no fue esa. De alguna manera, aquellos insignificantes diez segundos que ayudaban a ese sujeto a ver en el futuro convinieron la ventaja que obtuvo sobre él, administrando incluso antes de advertir su presencia, algún tipo de sedante o sustancia paralizante en su cuerpo. 

No perdió los ojos de su tribu por segunda ocasión y eso estaba bien. Podía simplemente dejar de pensar y todo regresaría a la normalidad cuando Leorio volviera.

Suspiró sacando un pie de la ducha.

"¿Es tu primera oleada de calor?"

¿Qué podrían significar esas palabras?

Reflexionó mientras se vestía una vez más, sin embargo, en esta ocasión deseó cobijarse con las tórridas y confortantes tradiciones de su familia: su tabardo kurta azul con dobladillo dorado.

Emergió del baño para retornar a su campamento, aunque era este el último sitio al que deseaba ir. De todos modos, debía continuar con el maldito reporte, no tenía muchas opciones que digamos.

Su sorpresa fue inmensa cuando entró a su campamento y lo primero que distinguió como pieza ornamental fue a Leorio de pie, mirándolo con una gran sonrisa en el rostro. La única manera de alcanzar la beatitud era a su lado. Alcanzó al azabache iniciando él un abrazo. 

—Hey, ¿qué pasa? — amenizó la voz, le extrañó el cariñoso y nada habitual recibimiento. Un Kurapika que se dejaba llevar por el apego no era muy visto que digamos en este viaje, mucho menos durante la jornada laboral.

Kurapika negó con la cabeza apoyando su frente contra el pecho del más alto —Estoy harto del reporte. Por más que avanzo no puedo terminar... — habló muy bajo y con voz ronca. Al escucharse flaquear, posteriormente, se aclaró la garganta. 

Leorio apoyó su barbilla en la cabeza del rubio, adaptándose a la quietud y a esa bienvenida exquisita, cabellos dorados impregnados con el característico dulzor a miel y vainilla, olor adulante y realmente grato para él. Esta vez el suave aroma no lo sobre estimulaba como sucedió en días pasados. Mentalmente agradeció el ligero cambio en su apetito libidinal — No es la gran cosa para ti, las dificultades para la redacción serán reales cuando luego de Cluck sea mi oportunidad de tomar la bitácora.

El rubio negó con la cabeza. Por alguna razón, Leorio se enterneció más.

—Puedo ayudarte si quieres — Kurapika no se movió ahora, tampoco respondió. Con una ligera sonrisa que sólo Leorio notó en su propia cara, lentamente besó la sien del rubio, entreteniéndose con los labios simplemente apegados contra el flequillo rubio murmuró —No sé qué es lo que está transitando por tu cabeza. Si hay algo que te esté molestando o incomodando, sea yo la razón o alguna otra cosa o persona. Házmelo saber y haré todo lo posible por remediarlo.

Los brazos del rubio se movieron hacia arriba hasta rodear el cuello del azabache, se colocó de puntillas y sin perder de vista los brillantes ojos color chocolate, solicitó besarle, Leorio se encorvó para facilitar la unión.

Beso tras beso los llevó a la cama una vez más. En donde las caricias del estudiante arrastraron incipientes fragmentos de aquella indeseable sensación que incurría en la reminiscencia del rubio.

La noche anterior fue un infierno comparado con este instante. La presencia de Leorio es absolutamente, el peaje directo a la corte celestial.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro