3: Lastimosamente.

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Dicen que eres lo que comes, eso me convierte en una mujer inocente.



Calíope.

Mis pies se movieron, mis pasos eran firmes junto a los latidos de mi corazón. Debía mantener mi respiración calmada, no podía permitir que mi corazón se acelerara, por nada del mundo debía pasar, sabía que podía ser una enfermedad, pero no estaba dispuesta a asistir a un hospital.

No de nuevo.

El viento frío provocó que mi cabellera se moviera y que mi cuello se moviese tratando de evitar que nublara mi mirada, haciendo eso me di cuenta de que Jaxon estaba viéndome fijamente.

Me detuve.

—¡Esto es acoso! —Grité enojada. Por su parte no hubo reacción, si no que él ladeó la cabeza analizándome.—¿Tienes algo que decirme?

Sus labios formaron algunas palabras, pero para mi no fueron audibles, ni un poco. Intenté cruzar la calle dándome cuenta así que él había empezado a caminar en dirección contraria a mi.

—¡Oye! —Grité nuevamente.

—¡Calíope! —La voz de Logan tras de mí hizo que me detuviera abruptamente, voltee en su dirección dándome cuenta así que venía de cerca de mi casa.

—¿¡Que carajos quieres!? —Grité. Caminé en su dirección enojada, antes de llegar busqué tras de mí a Jaxon dándome cuenta de que ya no estaba ahí.

Llegando hasta donde Logan levanté mi mano, tratando de golpear su rostro fallando en el intento.

—Tan fiera... —Susurró cerca de mi. Mi mirada fue al suelo buscando así paciencia, él la estaba colmando, no lograba mantener el control cuando él estaba cerca; lo detestaba.

—Aléjate de mi ¿quieres? —Pedí tratando de que soltara mi brazo.

—¿Quieres que lo haga? ¿O solamente te estás haciendo la difícil para mí?—Logrando zafarme de él caminé hasta donde estaba mi casa, huyendo de él.

Sus pasos tras de mí se hicieron mas fuerte mientras que los míos se aceleraban.

—Vuelve a mi Calíope, no debes estar sola.

—¿Pretendes que con esas palabras perdone que me fuiste infiel con media escuela? —Aún caminaba con él detrás, no habría forma de quitármelo de encima.

—Solo esta vez, te lo suplico —Sus palabras eran un ruego, pero ¿por qué?

Volteándome acercándome a él hice que se detuviera, nuestros ojos se encontraron, en los suyos había miedo, en los míos furia, en sus ojos había sufrimiento, en los míos había venganza.

Mientras me acercaba a él retrocedía, ¿por qué?

—¿Acaso tienes miedo de que alguien muera, Logan? —Nuestros ojos no dejaban de mirar al otro.

—Solo vuelve conmigo.

—No querrás que eso pase Logan, yo no soy alguien con quien querrás jugar dos veces.

—Ten cuidado con las cosas que haces...

—¿Acaso me estás amenazando Logan?
—Su vista se posó en algo tras de mí. Mi vista viajó de igual forma.

—Tú lo hiciste primero.

Aquellas palabras fueron las últimas, ya que, luego de eso se alejó de mi.

Logan.

Mi mirada fue hasta donde estaba Selene, la vi fijamente. Detalle lentamente su cuerpo tratando de encontrar la razón por la cuál Calíope y ella eran mejores amigas, aunque yo conocía más cosas.

—Logan. —Saliendo de mis pensamientos me encontré con el hijo de puta de Liam, uno de los chicos que busca la atención del equipo a toda costa.

—¿Qué? —No había expresión en mi rostro y mis ojos no transmitían nada.

—Debemos entrenar.

Asentí levantándome. Caminé en dirección al campo, al hacerlo me di cuenta de que Calíope estaba por salir; me moví rápidamente caminando tras de ella por unos minutos.

Ella parecía estar metida en sus pensamientos al punto de no darse cuenta cuando crucé a dirección contraria logrando ponerme frente a ella.

La vi gritar, hablar con la nada, la vi cruzar la calle, la vi ahí, como las otras veces. Había empezado a hablar sola, de nuevo.

Calíope.

Cuando llegué a mi casa fui directo a mi habitación, en silencio.

Las escaleras rechinaban, parecía ser una película de terror de la cual era protagonista, pero yo no preguntaba "¿hay alguien ahí?" porque sabía que no, yo parecía ser la villana.

Cuando llegué al segundo piso me asomé a la habitación de mi padre, lo vi sentado de espaldas en la mecedora que antiguamente era de mi madre.

Él era un jodido hijo de puta, no importaba cuál era su condición, podía ser un vegetal, podía ser la persona más miserable que existía en el mundo, pero eso no quitaba el mal padre, mal esposo, mala persona; y yo cada día se lo recordaba.

—¿Cómo ha sido tu día papi? —Me acerqué a su cuerpo, nuestras miradas se encontraron, en la de él había odio, en la mía había burla. —¿No me vas a responder?

Un puchero adornó mi cara, sentí como su respiración se aceleró mientras más me acercaba. Me senté sobre él haciendo que su boca tratara de articular algunas palabras cosa que le fue imposible, ya que, en un trágico quedó invadido. 

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