En la caja

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Respiró pesadamente dentro de la caja mientras oía a los perros gruñir, a veces incluso embestirlo antes de que sus dueños les ordenasen detenerse.

La manada de lobos que vio en el bosque resultó ser, en realidad, humanos con sus pieles, los cuales, ayudados por Sujan, habían vivido en la zona hasta que él cayó en su trampa siendo capturado, aunque no era capaz de decir si aquello ocurrió varias horas o varios días antes. Todo era confuso ya que le dieron un afrodisiaco al no ser el verdadero objetivo, sino un cebo y, una vez que consiguiesen lo que querían, un extra. De hecho, no estaban muy seguros de si venderlo como mascota o despedazarlo para vender sus partes y así sacar más dinero.

Toda aquella situación era algo inesperado. Nunca pensó que Sujan podría aliarse con los humanos, que los ayudaría a capturarlo, pero así fue. Aquel oso evitó que huyese de los humanos, los cuales lo apresaron para poder cazar a una pieza más grande: Nalbrek; ya que, si bien, los zorros estaban bien considerados, los lobos eran casi imposibles de conseguir debido a que vivían en su ciudad y los pocos estúpidos que se arriesgaban a entrar allí, solían acabar formando parte de la decoración de la casa de algún alfa. Una escasez que garantizaba un buen precio.

Cuando le preguntó a Sujan cómo podía traicionar así a los suyos él, que tanto odiaba a los humanos, este aprovechó que estaba en su forma animal para contarle un alocado plan en el que pensaba usar a los humanos para deshacerse de Nalbrek y de él por ponerse de parte de Hilmar cuando intentó matar al humano. Al parecer luego pensaba engañar a Hilmar usando su desaparición para llevarlo a una trampa y matarlo y, con Hilmar fuera de escena, podría eliminar al humano sin problemas. Y aunque él lo acusó de dejar a aquellos peligrosos humanos hacer de las suyas en su territorio, Sujan le dijo que engañó a aquellos humanos haciéndoles creer que estaba interesado en las baratijas que llevaban, por lo que regresarían cuando los vendiesen para que él les proporcionase más víctimas, momento que aprovecharía para matarlos y evitar que dañasen a nadie más.

Y lo peor de aquel plan es que tenía muchas posibilidades de salir bien. Sujan planeó aquella trampa con los humanos para hacer que se pelease con la gente del pueblo y se marchase, una trampa en la que él había caído con una facilidad insultante convirtiéndose en el cebo perfecto para Nalbrek y el saber que nunca se sabría lo que pasó en realidad lo irritaba aún más. Nadie se había percatado de la presencia de los humanos en la zona, y que estos hiciesen una incursión sorpresa y se llevasen a alguien, era algo que ocurría más a menudo de lo que a todos les gustaría. Y, desde luego, nadie relacionaría un secuestro humano con aquel oso traidor, no cuando todos sabían de su odio hacia estos. Y poco después de su desaparición, cuando todos los estuviesen buscando, sería muy fácil para Sujan tenderle una trampa a Hilmar, matándolo y haciéndolo parecer un accidente. Incluso aunque hubiese sospechas de un asesinato, nadie podría demostrar que fue aquel oso. Y, con Hilmar fuera de escena, nadie se preocuparía por el humano. Aquel maldito oso lo había planeado todo muy bien. 

Pero en esos momentos mantenía aquellos pensamientos en segundo plano centrado en un problema mayor y es que él era una trampa para Nalbrek, siendo usadas sus feromonas para atraerlo, así que llevaba desde que fue capturado en su forma humana intentando no segregar feromonas sin demasiado éxito. Aquello era una tortura, peor que una tortura, ya que aquellos afrodisiacos fueron fabricados por humanos, por lo que solo estaban pensados para causar un fuerte efecto sin tener en cuenta las consecuencias en la persona, siendo mucho peor que los que los activadores que fabricaban ellos. Ahora entendía por qué algunos mataron a sus parejas, aquello no solo debilitaba a su parte humana potenciando la animal, sino que enloquecía a la parte humana mientras dejaba sin control a la parte animal. Una receta para el desastre.

Y, para colmo, dado que no tenían tiempo y él hacía todo lo posible por controlarse, aquellos humanos le dieron tres veces sus afrodisiacos haciendo que su cuerpo temblase de forma incontrolada mientras sus feromonas afectaban a los perros que trajeron para ayudarlos en la caza y, como último recurso, ser peones sacrificables que dejar atrás mientras huían.

—Lo único bueno de todo esto es que será la última vez —escuchó que decía uno de los hombres, el más mayor del grupo.

—¿Ya conseguiste reunir el dinero? —le preguntó otro más joven. Al parecer se trataba de los dos que se habían quedado de guardia en el campamento, mientras los demás buscaban a Nalbrek.

—Con este cargamento, conseguiré suficiente para comprar esa posada y retirarme. Así por fin podré casarme y tener hijos. Lo único que lamento es que mi madre no podrá verlo.

—Nadie se casa con alguien en cuya familia haya alguien con la enfermedad de la piedra.

—Tu hija, ¿cómo está? —inquirió el hombre mayor.

—Mucho mejor. Gracias a los polvos, conseguimos detener la enfermedad, el médico dice que, si seguimos dándosela, incluso es posible que pueda recuperar la movilidad de sus piernas.

—Fue una suerte que la enfermedad comenzase por las piernas y que fuese tan pequeña, significa que aún puede curarse. Mi madre era demasiado mayor, el polvo solo la ayudó a mitigar los ataques cuando la enfermedad llegó a sus pulmones y se empezaron a endurecer.

—Eso era lo que más nos asustaba cuando supimos que mi hija estaba enferma. Pensar que con apenas dos años iba a morir asfixiada porque sus pulmones dejarían de moverse...

—Pero ahora que está recibiendo su tratamiento, no pasará —le recordó el hombre mayor consolador.

—Cierto. Aunque aún queda mucho para que eso pase —añadió el más joven—. El médico dice que al menos tenemos que seguir cinco años, pero que, si recibe su tratamiento con regularidad, se curará. Si tan solo no fuese tan cara... —se lamentó.

—Los componentes son muy raros y escasos. No es algo que alguien como nosotros pueda pagar, hace falta ser rico, muy rico. Por eso estamos aquí.

—Nunca imaginé que yo sería uno de los que vendrían a cazar a los cambiantes. Siempre me pareció tan despreciable lo que hacen con ellos... pero mi hija necesita la medicina y este es el único trabajo que me permite ganar lo suficiente para comprarla. Luego, solo debo regresar y trabajar en el pueblo para mi familia.

—No es fácil criar a cinco hijos.

—Seis, mi esposa está de nuevo embarazada.

—Felicidades.

—Gracias. Cuando mi hija se cure, venderé la medicina que sobre y compraremos una casa con tierras para vivir. Quiero acabar con este trabajo cuanto antes.

—Yo también —asintió el hombre más mayor—. Al menos esta vez serán dos, eso significa el doble de recompensa que en un viaje normal. Si tenemos suerte, tal vez encontremos a una cría a la que vender. Las crías dan aún más dinero que los lobos.

—Tienes razón. Si consiguiéramos una cría, sobre todo pequeña, podríamos conseguir diez veces más que por un lobo.

—Una vez uno de los hombres con los que trabajaba me dijo que habían conseguido a un bebe y lo vendieron por mucho dinero ya que tenía las orejas de su animal a pesar de parecer un bebé humano. Por desgracia, a pesar de lo caros que son, no suelen sobrevivir más de un par de meses al ser muy difíciles de criar. Si se garantizase su supervivencia hasta adultos, se pagarían aún más caros.

—¿Ese chico zorro sobrevivirá? —preguntó el hombre más joven.

—¿Quién sabe? Le han dado mucho afrodisiaco y eso suele volverlos locos, además los demás llevan mucho tiempo en el bosque y quieren divertirse con él y aunque por ahora el jefe no los deja, si se debilita tanto que sepamos que no sobrevivirá al viaje, quizás lo haga para mantener a los demás tranquilos.

—Yo no pienso participar en eso —se negó el chico más joven.

—Pues, en tal caso, procura mantenerte lejos si crees que se acerca esa situación porque los demás no aceptarán un no. Pero no sé si pasará, si no aparece el lobo, nos es más útil vivo.

—¿Y aparecerá?

—Se dice que los lobos que son muy leales y ese zorro está desprendiendo muchas feromonas, así que debería llegar aquí.

—No sé si me agrada tener a un lobo acechándome —murmuró el más joven.

—Con todo el afrodisiaco que le hemos dado, ese zorro está llenado toda la zona de sus feromonas. Cuando el lobo llegue aquí estará tan afectado por el celo que no sabrá distinguir su mano derecha de la izquierda así que no debería ser difícil someterlo.

Aunque estuvo escuchando toda la conversación como en un sueño, al oír aquella parte volvió en sí ya que aquellos dos hombres tenían razón. Nalbrek lo estaba buscando, no podía engañarse al respecto. Por medio de su unión sabría que le había ocurrido algo y en qué dirección avanzar y, una vez cerca, sus feromonas lo afectarían, comenzando a influirse el uno al otro hasta perder por completo el control. Y lo peor era que ni siquiera era capaz de decir si aquel lobo estaba cerca o no, si sus feromonas lo estaban afectando, si estaba respondiendo a ellas comenzando el círculo que los llevaría a su destrucción. Debía evitar aquello y solo se le ocurría una manera.

Apretó la marca de su cuello con la mano aumentando las feromonas haciendo que los perros comenzasen a ladrar y lanzarse con más fuerza contra la caja, que colgaba sobre el suelo suspendida por cuerdas.

—¿Qué les ocurre? —preguntó el chico más joven levantándose apresurado.

No lo sé, pero acabarán rompiendo la caja —respondió el hombre más mayor—. No sé qué estás haciendo, pero si sigues así serás violado por estos perros —le advirtió.

—No soy tan estúpido —murmuró mordiéndose el brazo y haciendo que la sangre cayese a través de las tablas y, tal y como imaginaba, aquello excitó tanto a los perros que estos consiguieron tirar la caja, cayendo al suelo con suficiente fuerza para que el aire saliese de sus pulmones dejándolo sin respiración mientras el cubículo se hacía pedazos por el impacto, pero se levantó con rapidez y al ver pasar un águila sonrió. Esperaba que, al menos, le dijese a la gente del pueblo más cercano dónde estaban los humanos para que pudiesen cazarlos antes de que huyesen.

En aquellos momentos la adrenalina y el dolor le estaban dando un momento de claridad, pero era consciente de que este no duraría mucho y tenía que conseguir que aquellos perros lo despedazasen ya que prefería morir antes de ser abusado por unos perros.

Se clavó las garras en el pecho y los brazos llenándose de sangre antes de lanzarse contra aquellos perros. Desde que fue atrapado y usado como cebo sabía que no tenía ninguna posibilidad de escapar, no en su estado, pero ni podía permitir que atrapasen a Nalbrek ni quería vivir la corta vida que le quedaba siendo esclavo de un humano o que su cuerpo fuese troceado para satisfacer la codicia de aquella gente. Por eso tomó la única decisión posible: la muerte y aunque no iba a ser una muerte agradable, al menos, con tantas feromonas no sería consciente.

Sus feromonas excitaban a cualquier animal, incluidos aquellos perros, tal vez incluso a los humanos, haciendo que la frustración de aquellos perros hubiese crecido a medida que pasaba el tiempo y él segregaba más y más feromonas, lo bastante cerca para olerlo, pero sin poder llegar hasta él, nublando su juicio hasta tal punto que los volvió agresivos e incontrolables. Por eso produjo más feromonas y, por eso, se cortó a sí mismo, para que la sangre los hiciese matarlo en su frenesí. Tan solo esperaba que Nalbrek estuviese lo bastante lejos como para que las feromonas no le afectasen, y así, al llegar, pudiese pensar con la suficiente claridad como para matar a esos dos humanos, a todo el grupo y expusieran sus cuerpos para que ningún humano entrase de nuevo.

Se lanzó contra los perros comenzando a cortarlos, por desgracia para él, aquellos perros fueron entrenados para cazar e, incluso en su estado, al menos dos de los cinco que conformaban el grupo se escabullían detrás de él atacándolo una y otra vez, así que se obligó a recordarse que su objetivo era morir mientras lanzaba un ataque a la cara de uno de los perros arrancándole el ojo, pero aquello dejó su flanco izquierdo al descubierto el tiempo suficiente como para que lo alcanzasen mientras él sonreía ya que, por más que los dos humanos intentaban desesperados calmar a los perros para que no lo matasen, estos estaban tan fuera de control que ni siquiera podían acercarse, mucho menos detenerlos.

Aun así, pensaba llevarse con él al menos a uno de aquellos animales y cuando uno de ellos se lanzó contra él, fingió no darse cuenta esquivándolo en el último momento mientras lo destripaba. Por desgracia, otro de los perros aprovechó para saltar sobre él mordiéndolo en el hombro por lo que tuvo que quitárselo de encima como pudo mientras comenzaba a sentirse mareado por lo que sacudió la cabeza, aún no estaba tan afectado por las feromonas como para permitir que aquellos cuatro perros lo destrozasen.

La parte buena era que los perros eran tan agresivos en esos momentos que incluso gruñían a sus dueños y entre sí. La parte mala era que, a esas alturas, los demás humanos debían haber oído el ruido y estarían acercándose. Debía acabar con aquello cuanto antes. Una parte de él le dijo que sería mejor luchar en su forma de zorro en lugar de la humana, pero no quería que un sucio perro se la metiese y tenía menos posibilidades de que eso pasase en su forma humana. Sintió algo por lo que se giró para hacer frente a un perro, pero todo fue una distracción y antes de poder evitarlo tenía a otro perro clavando sus dientes en su brazo sano haciendo que gimiese de dolor e intentó deshacerse de él con el otro brazo cuando un latigazo de dolor bajó desde el hombro y aunque lo ignoró, no tuvo suficiente fuerza para herirlo de gravedad y hacer que soltase su presa. Estaba a punto de clavarle las garras de nuevo cuando el afrodisiaco funcionó haciendo que perdiese la fuerza volviéndose todo confuso mientras veía una mancha borrosa saltar hacia él. 

Al parecer estaba muerto.





Creo que esta vez corté el capítulo en un punto interesante 🤔 Por cierto, a todas las que adivinaron que eran humanos, felicidades 🥳. Siempre me descubrís  😌💖

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